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Överdriven por hexotic

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Era esa sensación de ahogo. Cuando el agua entra en la nariz y no se puede salir a flote, los pulmones tratan de agarrar oxígeno del último rincón y se alzan los brazos, esperando salir de aquella trampa, esperando que los dedos rompan el agua desde abajo y se atraviese, dejando al cuerpo salir. Se estiran y contraen los músculos, ocasionando pequeños calambres. Se trata de salir, se trata de vivir.  Se patea para alcanzar un “arriba”, a veces perdiendo el sentido de direccionalidad y todo es caótico, son patadas a la nada, a un referente sin existencia, pero se sigue tratando de impulsar hacia arriba, porque si subes está la superficie, la tierra ¿no? Y también está un mundo, donde el cielo es azul por reflejos y existe una costa, una playa o una orilla donde la arena es fina y cálida, donde brilla con el sol y se apaga y se vuelve blanca con la luna.

Él trataba de subir, pero ahí no había superficie, todo era profundidad.

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No supo cuándo o en dónde, pero despertó. Era blanco como la nieve del invierno pasado, aquella que había caído tan fuerte y que ocultó su motocicleta en su totalidad, quedó tan irreconocible que al principio creyó que la habían robado durante la tormenta de la noche anterior pero solamente se había perdido en esa blancura, en aquella fría y blanca nieve de diciembre. 

Notó que estaba en el piso, un piso desagradable, no de cemento o mosaico, tampoco de madera o grava. Era suave, tan suave como la piel de las muñecas de su amado Kyungsoo, las que tomaba con precaución, temeroso a lastimarlo, pero esa superficie era pálida y tenue a la vez, parecía tener un poco más de pigmentación que el resto, pequeña y a penas perceptible a primera vista, como el beige gastado de sus pantalones de trabajo.

Parecía piel de humano, se sentía como la de uno.

Fue desconcertante, nunca había estado en un lugar igual, ni en las grandes industrias de América tendrían tal material o técnica para igualarlo. Lo miró un poco más y pasó sus manos por encima, dejando que su sentido del tacto tratara de reconocer dónde estaba o si era un simple textil con buen acabado, pero no fue así. Acarició con cierto temor un pedazo, después apoyó las manos para intentar pararse y, al conseguirlo, creyó ver venas verdes por debajo de ella, pero prefirió ignorarlas. Se puso de pie con el corazón latiéndole a mil por hora y examinó su cuerpo; sus pies, manos y cara, no tenían prenda encima pero lucían blancas, casi del mismo color que aquel infinito horizonte, su color normal era otro, cosa que le espantó terrible, además de que desde los tobillos hasta el cuello y con manga larga en los brazos, estaba envuelto en una prenda negra, un negro mate, muy muerto. A pesar de su conocimiento en textiles no pudo reconocer aquella tela, era diferente, como adherida al cuerpo pero no era parte de él, no había explicación de cómo había conseguido esa ropa y ni siquiera recordaba que hacía ahí.

Trató de gritar, pero no había voz, ni siquiera sentía que vibrara algo dentro de él, era extraño ¿cómo había llegado hasta ahí? ¿Qué estaba pasando?

Aún con todos esos miedos y preguntas en la cabeza trató de calmarse, podría ser una mala broma de sus compañeros o un sueño, pero se sentía tan real que le asustaba moverse más allá del punto de donde había despertado. Se hincó con las manos sobre las rodillas, agachó la cabeza y murmuró para si mismo plegarias a su Dios, pidiéndole que todo acabara, no he sido mal hombre, se decía a si mismo, convenciéndose de que no merecía tal delirio.

Trató gritando de nuevo, inhalando lo que el creía que era aire y expulsando nada, ni una brisa, ni saliva ni voz. No salía nada y nada se quedaba, ni siquiera creía que lo de ahí era aire y no estaba seguro si respiraba, estaré muerto, pensó al instante.

Aún así, la paranoia podía esperar.

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Se llenó de oscuridad.

Despertó, pero esta vez sin abrir los ojos del todo. Estaba consiente de que la pesadilla no había acabado, ese piso repulsivo seguía debajo de él, lo sentía, pero algo era diferente, no percibía luz alguna, así que volvió a orar, volvió a pedir que le tuvieran misericordia y le dejasen ver a su Kyungsoo de nuevo, después, se levantó sin abrir los ojos, implorando que alguien le rescatara.

Contó hasta tres y abrió los ojos, primero el izquierdo, luego el derecho. Sentía sus párpados pegados, la sensación similar a despertarse después de llorar toda la noche, así que frotó con el dorso de la mano hasta ajustar la vista y después llevó ambas a la boca, asustado completamente.

Ahí todo era negro, total opuesto a la primera vez que despertó. Era más aterrador.

Se sentía atrapado, su cuerpo estaba paralizado, no sabía por donde mirar.

Había peces gigantes y horrendos por todos lados, pero más impresionante era que su tamaño fácilmente superaba a Joonmyeon en escalas titánicas, mucho más grandes que las ballenas conocidas.

Él sabía que aquellos peces solo habitaban en lo más profundo del mar juzgando por su aspecto: tenían escamas de textura viscosa o carecían de ellas, expuestos solamente en piel, la cual que se arrugaba al paso que se contorneaban para seguir nadando. Espinas en las aletas o el dorso decoraban su execrable físico, algunos faltaban de éstas, pero con bocas tan grandes que asustaban el doble; los ojos eran enormes en algunos peces y otros tenían apenas pequeñas bolitas, ciegos –sabía Joonmyeon- pero ahí estaban, mirando a la nada, siendo transparentes al mismo tiempo, unos más negros y profundos como esa soledad que Joonmyeon sentía en el corazón.

Algunos de esos seres creaban su propia luz con una especie de señuelo, algo básico que el joven había aprendido en la escuela media, era la forma en que conseguían comida, entonces ¿si él iba hacia esa luz moriría? Tal vez, pero no era tan tonto para seguir a ese animal. Otros, logró observar, eran un poco más pequeños, pero fácilmente cuatro o cinco veces el tamaño de Joonmyeon y con dientes en desorden y afilados. Su fisonomía era aterradora, le daban escalofríos con solo levantar la mirada, ninguno de ellos parecía amigable como los peces de la oficina de su padre, aquellos peces que eran coloridos y pequeños, ellos nadaban rápidamente y evitaban chocar con el vidrio de la pecera, eran preciosos y frágiles, no como las monstruosas y aterradoras creaturas que nadaban cerca de él, sin siquiera verlo.

¡Eso era! no lo veían ¿cierto? Joonmyeon sintió un poco de alivio pero muchas más preguntas surgieron: ¿cómo podía estar ahí él parado, mientras gigantescos peces lo rodeaban sin notarlo? ¿Si él estaba también en el agua, entonces, qué era ese piso que parecía piel debajo? ¿No se ahogaría, cómo respiraba? ansias y nerviosismo se apoderaban de él, si hubiera podido, hubiese sudando o se hubiese puesto de rodillas a llorar, como solía hacer cuando se desesperaban, cuando no había una razón lógica o cuando no tenía alguien que le guiase, ese era Kim Joonmyeon ¿cierto? ¿No sería esa otra realidad? ¿Dejaría de ser Kim Joonmyeon y sería una nada en aquél interminable espacio? ¿Ni las criaturas más horribles, escondidas en aquel mundo notarían su existencia?

No, no podía ser. Kim Joonmyeon tenía que existir, tenía que seguir existiendo. Él debía de regresar a su vida normal, a ese estilo que le daba alegría a pesar de ser mediocre, a pesar de ser tan insignificante para el mundo. Su vida solo constaba en trabajar como cualquier otro en una fábrica de abrigos, aquel negocio que su abuelo había fundado a principios del siglo, le gustaba esa normalidad de tener una casa de clase media en un barrio amistoso y tranquilo de Pensilvania, Estados Unidos. Amaba su decisión de no heredar la gerencia que su padre le ofrecía, y prefería su pequeño papel en la empresa, revisando material y comprobando la calidad.

 Su vida era perfecta y feliz como él lo había decidido. Solo había cometido un par de cosas malas, estupideces sin remedio, decía su madre siempre que lo visitaba, perdía la mirada en su taza de café, como si el líquido la comprendiese; enamorarse de Do Kyungsoo y echar su vida a la basura eran lo peor de su vida.

Claro, no había sido el hijo ejemplar que sus padres querían, pero no podía con todo y enamorarse era inevitable.

A pesar de eso, él tenía que seguir siendo Kim Joonmyeon, tenía que regresar antes del domingo –si era que todavía no había llegado ese día- para visitar a los padres de Kyungsoo en Nueva York,  revisar el inventario antes de partir y seguir su vida, seguir siendo él.

Pero no había manera de salir o al menos no estaba escrita en algún pez. No había nada, un mapa como en las películas ni pistas escondidas. Tal vez en esa nada y en su insignificante existencia en ese mundo no había forma de regresar ¿era invisible entonces? Si lo era, al menos, quería recordar quién era.

—Soy Kim Joonmyeon, nací en mayo veintidós, mil novecientos nueve, Tea Creeck Road quinientos uno, Pensilvania. Soy Kim Joonmyeon, nací en mayo veintidós, mil novecientos nueve, Tea Creeck Road quinientos uno, Pensilvania. —Repitió montones de veces. La voz salía rota al principio, cansada, como si hubiera estado en una carrera de relevos, pero al menos salía, era un avance. Hablaba bajo casi como un murmuro, no quería olvidarlo nunca ni que aquellos peces lo supieran.

— Soy Kim Joonmyeon, mayo veintidós, mil novecientos-

—Nueve, Tea Creek Road, Pensilvania ¿no? Deja de repetirlo, el eco me molesta— Dijo un hombre que apareció de la nada, parado con los brazos cruzados sobre su pecho e indiferencia en el rostro.

—¡Kyungsoo! ¿T-tú que haces aquí? — Dijo Joonmyeon, casi pegando un salto de la sorpresa. Aquel hombre vestía igual que él y era idéntico a su Kyungsoo, tal vez estaba solo soñando

            —¿Kyu-qué? ¿Ese horrible nombre tengo para ti?

—¿Para mi? ¿A qué te refieres Kyungsoo? —Fue lo que Joonmyeon pudo articular en ese momento, su cabeza daba vueltas y estaba aún más desesperado. Ese hombre lucía como Kyungsoo en todo aspecto. Sus ojos eran igual de grandes y expresivos, su nariz era pequeña y sus labios tenían esa forma de corazón encantadora. Simplemente iba peinado diferente y eso le cambiaba mucho, hasta su tono de hablar era diferente. Más directo e insensible, bufón y arrogante con solo unas pocas palabras dichas a lo acostumbrado.

—No soy Kyungsoo. Soy Jing Xiu, un ändrade odjuret, tú guía, para que entiendas. Estamos en el tolfte ihålig del Oändlig lidande, parece que no eres de esta zona o ya te habrías convertido, de todas formas, no saldrás pronto.

—¿No saldré? Jing Xiu, no sé que hago en este lugar ¿tú lo sabes? sácame de aquí, no quiero ser invisible.

—No, no eres invisible, Kim Joonmyeon. Solamente estás en el ihålig equivocado. No me pongas esa cara, te explicaré. —Comentó Jing Xiu mientras se estiraba un poco, flexionó el cuello y tronó los huesos de sus manos, después tomó la mano de Joonmyeon y lo jaló para que se sentara al lado de él, inmediatamente prosiguió con su relato. — El tolfte es para los que cometieron suicidio. La mayoría en su estupidez se arroja al mar o al río, Yo no haría eso. Como sea, si su cuerpo flota se les da la oportunidad de vivir y su vida se vuelve aún más patética. Si se resisten y nadan hacía abajo hasta morir, cada seis segundos en el agua se convierte en un rasgo de un pez del Hadal, idénticos a los de tu alrededor pero en dimensiones gigantescas. Cuando se transforman completamente atraviesan todo el mar hasta llegar a la puerta. Todos ya son ciegos para ese punto y nadan sin rumbo y con escasa luz. Ninguno de ellos te ve porque no perteneces a este sitio y aunque lo hicieras, hubieras despertado completamente transformado. Me preocupa que tú no te suicidaras y tampoco sabes por qué estás aquí y eso es un gran problema. Los ändrade odjuret nos transformamos en el más grande deseo o temor de quienes vienen y tú pediste a un humano ¿era tu miedo o tu deseo?

—Kyungsoo era mi vida. —Dijo con tristeza. Ese tal Jing Xiu era idéntico pero sin colores y verle le daba un dolor horrible en el pecho. No sabía si tenía forma de regresar a su mundo o su época, pero se atrevió a preguntar —Y si todo esto fue un error ¿hay manera de regresar? ¿Tendré que atravesar todos los ihålig como Dante atravesó el infierno?

—Sí, si hay forma de regresar. Pero no estamos en ese libro, Joonmyeon. Es en el quincuagésimo ihålig. Pero aunque lo intentes, estamos muy lejos de poder salir de éste.

—¿Cuántos de estos ihålig hay?

—Millones. Cada año en la tierra se agregan por lo menos cien aquí. Los primeros doscientos se crearon en un solo día y parecen ser infinitos, pero realmente son muy pequeños. En si, todo el Oändlig lidande se basa en los miedos y mitos del mundo de arriba, de aquellos creados sin religión principalmente, existen aquí todas las culturas, pero eso ya lo sabías ¿no? Todos aquí somos recreaciones de miedos colectivos. Vivimos en un blanco después de exceder colores y en un negro por su ausencia. Tus recuerdos empezarán a borrar cualquier coloración que hayas visto antes, ya que olvidarás uno a uno con el paso del tiempo.

—Nunca había escuchado nada de esto.

—No tenías por qué. Es un mundo oculto para todos. Es a donde nadie quiere llegar —Explicó Jing Xiu. — Cada uno de nosotros tomamos formas distintas, recordándole a las personas que llegan lo miserables que sus vidas serán sin nosotros. Es imposible escapar a los tormentos de los humanos, son los que viven más miserables que todos, no solo es la naturaleza del planeta ni los animales horrendos que viven el tormento de los humanos son ellos mismos y lo que pueden alcanzar y se condenan y sufren para tenerlo. Viven sufriendo y mueren así.

—Pero, si quiero saber qué he muerto ¿qué debo hacer? ¿Hay explicación o lo sabes o lo tienen escrito en algún lado? — Preguntó Joonmyeon, solo eran dudas y dudas en su cabeza.

—Yo no lo sé. Él Diamante del Mar es el encargado ihålig, no sale muy seguido pero tiene toda la información de los que habitan este lugar. No sé encontrarlo.

—No eres de mucha ayuda.

—No, no lo soy, simplemente te tengo que observar y guiar hasta que te acoples. Es tonto porque no perteneces aquí y no puedo sacarte, lo más lejos que podemos ir es a un hål en el sur. Pero vamos, al menos puedes contarme algo de tu pasado ¿no? Si alguien nuevo llega pronto podré informar que no eres de aquí o tendremos que ir a otro lugar, tengo que hacer tiempo. Cuéntame más de tu Kyungsoo, tal vez así recuerdes algo. ¿Qué era él?

—Era maravilloso. —Dijo Joonmyeon, rendido y todavía asustado por encontrarse en tal lugar. No había notado que ya habían recorrido un gran pedazo, quedaban pequeñas huellas donde pisaban, semejando la arena. —A mis padres no les agrada pero él es un encanto. Es idéntico a ti, pero con color. No sé si sea cierto que voy a olvidar los colores, pero él tenía los ojos más oscuros y encantadores del mundo y sus labios eran rosa pálido, le gustaba el azul cielo y era callado cuando nos conocimos. Nunca conocí a alguien como él y es estúpido, al principio no notaba su existencia. Simplemente me dedicaba a saludarlo cuando asistíamos a la escuela juntos, de pronto, hablamos por amigos en común.

—Que aburrido, pensé que tendrías una historia fascinante con él. Suenas como todos  los demás. —Replicó con tedio Jing Xiu. Había escuchado muchas historias de las personas que había escoltado antes, muchos eran asesinos o violadores y tenían pasados perturbantes que los llevaba a la orilla de la desesperación, pero en Joonmyeon no había pizca de maldad o de culpa, solo intriga, una intriga de qué había pasado y por qué estaba en ese lugar, tal vez se equivocaron al juzgarlo, era la teoría de Jing Xiu.

—La tengo, aunque no lo creas. —Garantizó Joonmyeon. — Me enamoré de él y lo salvé cuando intentó suicidarse. — Dijo Joonmyeon, la ironía más grande era que si el hubiera muerto sería una de esas horripilantes criaturas que pasaban al lado de él, pero bueno, al menos conservaría sus ojos, pensó su subconsciente. —El también se quería tirar a un río cuando su novio anterior le dejó. Eran unos idiotas. Ambos, por igual. Aquél sujeto por no ver lo precioso que era en verdad y Kyungsoo por enamorarse de un total estúpido. No lo amaba ni nadie lo amará como yo.

—Oh, que común, de repente tú eres la mejor opción para él ¿no? — Dijo Jing Xiu, poniéndose en el camino de un Chaenophryne que lo pasó por en medio, como si fuese invisible, después, vio a Joonmyeon a los ojos, con fastidio y cansancio, sentía que no llevaría a nada esa plática, pero nada tenía que perder. —Todos llegamos a creer eso. Que hay gente que no merece nada pero nosotros merecemos esa nada. Esa nada es un vacío, como este lugar, donde muchas cosas pasan desapercibidas y otras son vitalmente valoradas cuando no se tienen, como la luz. Ese chico era tu luz y ahora la perdiste. La buscas pero no la puedes producir ni vendrá a aquí. Es triste, ya que yo solo salgo de aquí si alguien más viene a guiar a otra persona. Aquí no tenemos concepto de tiempo ni tiempo definido, no queremos eso y no queremos esperar, el tiempo es de humanos y tú pensaste en regresar antes de un domingo ¿no? Pero hasta donde sé, si llegas a este lugar con emociones, el tiempo se hace más eterno y si llegas a este lugar creyendo en regresar, todo pasará rápido ahí. Si nadie encuentra los restos de tu cuerpo en ese mundo te quedas aquí. Si los encuentras de igual forma te quedas aquí. La mayoría de los cobardes aquí están. Tal vez esa sea la razón, Joonmyeon. Era un cobarde y algo hiciste por Kyungsoo, ahora estás lejos de él y paraste en este lugar.  

No, Joonmyeon no le podía haber hecho algo a Kyungsoo,  ni en un millón de años.

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Despertó de nuevo y ya odiaba hacerlo, principalmente despertó por un olor horrible, además, la posición le incomodaba, era como si estuviera siendo cargado por alguien, como un vil saco de papas sobre la espalda de otra persona.

 Veía el piso solamente, era horrible, incluso peor que ver solo negro en donde los peces estaban.

Eran dedos de humanos, con uñas cortas y largas, algunas se veían afiladas y grotescas, con pus y coagulaciones de lo que sería sangre, pero en negro. Algunos se desprendían de una mano, algunos otros simplemente estaban solos, todos estaban tan en desorden que era imposible saber si estaban acomodados de la misma forma que en una mano humana. A cada paso –del que Joonmyeon estaba seguro era Jing Xiu- los dedos parecía que tocaban la planta de su pie y trataban de hacerle cosquillas o pellizcarlo, pero al no poderlo simplemente seguían danzando, como si tuvieran aún más oportunidades. Algunos en la distancia parecían que reventaban después de estar tan llenos de pus, otros se inflaban lentamente y al final salpicaban de vez en cuando la cara de Joonmyeon.

El asco era impresionante, esta vez podía oler a putrefacción aquél lugar. Los peces eran asquerosos en su solo existir, pero el ver dedos era aún más horrible. Trato de moverse y hablar, pero de nuevo no había voz, abría la boca con desesperación pero solo conseguía que aquella pus líquida y a veces viscosa le entrara en los labios, causándole ganas de vomitas, pero no podía hacerlo, era como si su garganta estuviera cerrada y no produjera sonidos ni pudiese repetir. Aún respiraba, estaba seguro, pero no entendía el por qué respirar en un lugar horrible, no entendía por qué tenía que oler todo eso pero no podía gritar por ayuda. Fue cuando notó que sus manos estaban atadas y por eso no podía cubrirse la cara, además, su cuerpo estaba siendo cargado y los intentos de moverse solo hacía que se resbalaze y casi tocara ese asqueroso terreno.

 —¿Sabes qué es aquí, Joonmyeon? — Preguntó Jing Xiu mientras pegaba un pequeño brinco y lo acomodaba sobre su espalda. Le gustaba contar sobre los ihålig, pocas veces tenía oportunidad de. Además, sentía algo extraño con el själ que tenía asiganada. — Es el nittio c. Tuve que dormirte, no puedes conocer la relación de los ihålig, pero bueno, ya viste lo que hay debajo de mi ¿no? Todos estos dedos son de personas que no dieron la mano cuando alguien las necesitaba. Muchos de esos dedos pertenecían a viajeros, marinos, transportistas y todo tipo de personas que arriesgaban su vida. Ellos no tendían la mano para rescatar a sus compañeros y, al momento de morir, Mörker Härskare les cortaba los dedos o el brazo, comía cinco y dejaba cinco aquí. Los peces conocen esta parte pero no tienen idea de que es otro ihålig, de todas formas, ellos no vienen aquí seguido, pero cuando están a punto de pudrirse, después de pasar cerca de cien años, bajan y descansan un poco, después todos esos dedos rompen a los peces, jalan sus antenas, aletas y cola hasta quedar nada, algunos dedos forman manos gigantes y destruyen todo, después, debajo de todo este ‘sembradío’ de dedos, está una tierra fértil, en blanco totalmente, donde las ‘almas’ de los antiguos peces se aglutinan hasta formar una sola. El Oändlig lidande no es solo castigo para los pecadores, es tratar de perfeccionarlos para que regresen a la tierra siendo más malvados.

Joonmyeon escuchó atentamente. Él creyó que todo el lugar estaba basado en miedos, entonces, no había mucha lógica en castigarlos y después regresarlos a la tierra, a su mundo.

Tenía lógica solo si pensaba en tantos asesinos con características similares a algunos de los mitos, además, mucha gente era la viva imagen de otra así que el Oändlig lidande también tenía una relación ¿cierto? Todo el lugar era extraño. Exagerado por el montón de cosas que había y sus formas extrañas de relacionarse.

—Te llevo a un hål, si eso te preguntas. Antes de llegar ahí hay muchos como yo, así que en cuanto te vean tomarán la forma de Kyungsoo, pero no me pierdas de vista ¿vale? Todos parecemos iguales, pero mira entre sus dedos, ninguno tiene las mismas marcas.

Y no se dijo más, no tenía voz para eso. Joonmyeon sabía que nada de eso tenía sentido y comprendía a la mitad lo que el otro hombre explicaba. Seguía sintiendo un profundo asco con todo lo que había debajo de él, pero poco a poco se veían menos y menos dedos. Iban a cambiar de lugar y eso le daba más miedo.

 

Y era cierto. En aquél lugar se veían siluetas solamente, pero cuando notaron una presencia ajena, todos se transformaron en Kyungsoo. Era aterrador.

Después, recordó que no preguntó que marcas le diferenciaban a su guía de otros.

 

Voces se escucharon al mismo tiempo, Joonmyeon sabía que todas eran la de Kyungsoo, como si pudieran adentrarse en sus recuerdos y saber cómo era aquél hombre y copiar todas sus características. Jing Xiu lo bajó de su espalda y notó que su mano se hundía fácilmente, como si fuera agua, pero parecía tener más consistencia, como el petróleo que se regaba en el mar, hasta la falta de color le hacía parecido.

 Miró hacia los lados y descubrió que Jing Xiu seguía ahí, inmóvil, junto a él, después, sus ojos recorrieron todas esas cabezas casi idénticas a su amado. Eran iguales o al menos en su mayoría, lo que le sorprendía es que todos tenían sus ropas rasgadas, como si los hubiesen arañado o quemado, Jing Xiu parecía igual de sorprendido y dio un paso hacia delante, tratando de observarlos más de cerca.

            Ninguno se había movido, pero hablaban al mismo tiempo que era difícil entender sus palabras, parecían plantados en la tierra o pegados. En algunos solo salía la cabeza y todos miraban directo a Joonmyeon, sin pestañar.

 —No te muevas de aquí, Joonmyeon, algo raro pasa. —Dijo Jing Xiu, veía a los lados como si esperara algo que pasara, después bajó el ritmo y caminó más lento.

El susodicho solo meneó la cabeza y no trató de ponerse de pie, simplemente se quedó sentado a la defensiva, por si alguna de esas criaturas trataba de hacerle algo.

Jing Xiu se abrió paso entre ellos, ninguno se le interpuso o perdió contacto visual con Joonmyeon, de pronto, ya no logró ver a su guía, quien se había perdido entre todas esas cabezas iguales, pasó algo de tiempo, lo que Joonmyeon no pudo contar, trataba de usar su sistema de numeración pero, de alguna forma, no podía contar bien, los números eran confusos y dudaba incluso que recordase leer.

 Trato muchas veces más y volvió a decir su nombre y dirección de nuevo, pero solo recordaba Joonmyeon y mayo de mil novecientos nueve, lo demás se había ido.

 

De pronto, cuando ya no podía más y se desesperaba y buscaba en todos los rincones de su memoria, los ändrade odjuret comenzaron a desprenderse poco a poco, mientras el ‘suelo’ se elevaba. Pequeñas partículas que se sentían como arena caían y todos los cuerpos de ‘Kyungsoo’ lo hacían también, algunos parecían caer a otro abismo, como si fuese una isla que se movía y todos caían al mar. Algunas extremidades de esos ‘Kyungsoo’s’ se rompían y desintegraban al solo tocar el fondo. Todo seguía negro, pero aquel monstruo gigante avanzaba hacia delante con paso lento, dejando a Joonmyeon detrás con mucho miedo, no sabía que hacer ni como esa gigantesca cosa había despertado. Cada que más cuerpos se desprendían, parecían revelar un caparazón, el cual brillaba como cristales.

Era un brillo escaso en esa oscuridad pero era precioso, o era lo único bonito que Joonmyeon había visto en aquel lugar desde su llegada.

Parecía el caparazón de una tortuga pero con algunas capas y puntos filosos y brillosos cuando acababa cada una de éstas. No sabía si tenía patas pero no producía sonido alguno, solo se movía lento y fue cuando Jing Xiu apareció, saltando sobre esas capas y tratando de no caerse y gritó:

—¡Joonmyeon! ¡Joonmyeon! ¡Lo encontré! ¡Este es el Diamante! ¡Espera a que se mueva un poco más y entra al agujero que está debajo!

—¡¿Qué dices?! ¡Se tardará años en moverse, ve lo lento que es!

—Pero es más fácil que ir por debajo, anda, le he preguntado si sabe algo de ti y dice que no, así que le he pedido que se moviera ¡así podrás ir al artonde! —Gritaba Jing Xiu, no podía creer su suerte de encontrar al Diamante, incluso con su escaso conocimiento sobre él, lo había hallado fácilmente y convencido sin mucha difícultad. —En el artonde existen más hål, ahí sabrás que hacer, es lo más fácil.

—Pero no entiendo ¿tú no irás conmigo?

—No, yo no debo entrar ahí. —Contestó y sabía que era mentira, la mitad de sus palabras lo eran.  —En el artonde puedes ver al mundo, solo tienes que asomarte. —Vio la cara de Joonmyeon de decepción y supo que no podía dejarle, así que tuvo que hacerle una promesa que sabía no tenía que hacer — Te llevaré hasta donde pueda ¿vale?

 

No pasó mucho hasta que el Diamante se movió lo suficiente para ver el agujero. No era más ancho que la llanta de un automóvil, pero era suficiente para que ambos pasaran.

En el agujero todo era blanco, níveo e infinito. Sus ojos se cerraban ante ese blanco, impidiendo que entrara, ya estaba acostumbrado a la oscuridad.

  Jing Xiu habló mientras trataba de tomarlo por el brazo, sabía que en el artonde el piso era resistente pero también podía dañarse si recibía un impacto muy fuerte y era de los lugares más importantes en todo el Öandlig.

  Al caer, Jing Xiu terminó en el piso primero, con Joonmyeon encima de él, el mayor se quejó del dolor, parecía que su brazo se había lastimado.

—No te quejes, yo he terminado con todo tu peso encima.

 

Caminaron en todo ese ambiente blanco, le recordaba a Joonmyeon el primer lugar donde había despertado, hasta el piso parecía de un tono diferente como la primera vez.

—Después de pasar esa línea —Indicó Jing Xiu estirando el brazo y señalando — Irás solo, yo no puedo ir ahí.

Al llegar a la mencionada línea, aparecían montones de huecos en el piso. En algunos había más personas observando, ninguna despegaba la vista de ahí.

—Desde ahí se puede ver a la tierra. Puedes ver la vida de millones de personas pero solo puedes ir a uno.

—¿Y si encuentro el indicado iré con Kyungsoo?

—Sí, aunque me temo que ya ha pasado tiempo allá. Tendrás que averiguarlo.

—Lo haré, no te preocupes.

 

Joonmyeon era malo despidiéndose, así que solo le dio un abrazo a Jing Xiu y le agradeció por las cosas que había hecho por él (fueran muchas o pocas, le habían servido, él solo no hubiera sido posible de caminar siquiera un poco por su cuenta).

—Anda anda, ve y busca a tu humano.

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Joonmyeon miró en todos los orificios que pudo sin encontrar si quiera Kyungsoo o rastro de él.

Ya había olvidado su dirección pero no la cara de Kyungsoo.

Busco en todos los de su derecha y de pronto olvidaba que buscaba. En algunos se veía todo tan diferente a como él conocía: había grandes edificios, modernos aparatos y la gente vestía diferente en casi todos. Logró ver maravillas del mundo desde esos orificios y, aunque la tentación era grande, no tomaba el riesgo de entrar y comenzar una nueva vida en alguna playa o paradisiaco lugar.

 

Todo se veía hermoso en esa escala de grises de sus ojos y le hacía temer el no encontrar a Kyungsoo y, si lo hacía, ya no podría ver sus colores de nuevo.

No se atrevía a mirar en los hoyos que estaban ocupados por otros sujetos, algunos se movían igual que el, buscando uno que les gustara y otros solo contemplaban, casi sin parpadear.

Fue cuando notó algo.

Era casi un niño por sus facciones pero un poco más alto que él con solo ver el largo de sus brazos. Veía sin parar para abajo y sonreía tiernamente, como si estuviese escuchando una canción preciosa y le hiciera recordar a su madre o alguien que él quisiera.

Aquel muchacho se mecía para adelante, indeciso si entrar o no y Joonmyeon se acercó, con un pequeño impulso de hablarle para saber por qué dudaba tanto de meterse.

—¿Encontraste tú lugar?

—Sí, pero tengo miedo de ir. —Contestó el niño. Solo alzó la mirada cuando supo que la pregunta era para él, pero de inmediato siguió viendo, los dedos de sus pies se engarruñaban, como si tuviese frío.

—¿Y por qué no vas? —Preguntó Joonmyeon, no quería hacer tantas preguntas pero siempre terminaba haciéndolas, además, no tenía idea de donde debía de buscar él.

—Ya ha pasado tiempo y ella tiene una familia. Tiene dos hijos y uno se llama como yo, incluso ellos ya tienen hijos. No podría aparecer ahora como si nada, me odiaría.

Joonmyeon se quedó en silencio. Ese era uno de sus mayores miedos ¿Y si ya había pasado mucho tiempo desde que dejó Kyungsoo y éste ya tenía otra pareja? Sería desastroso y nada hubiera tenido sentido.

—¿Cómo llegaste aquí? — Preguntó ahora el niño, sin dejar de ver para abajo.

—No lo sé. Desperté y de pronto estaba en una habitación blanca, después me dormí y estaba en otro lugar.

—Oh —Dijo con mucha sorpresa, incluso sacó los brazos que ya tenía dentro del oyo. —Me pasó lo mismo. No supe cuando, pero llegué aquí y busqué por mucho ‘tiempo’. No sé cuánto, pero busqué hasta dar con este lugar. Me asignaron un ‘guía’ que me perdió por muchos ihålig hasta que por mi cuenta aparecía acá. Me dijo que no era malo para estar en este lugar y esta sección era para regresar, pero no sé que tiene de bueno regresar ya, solo quiero ver, en ese ‘ahora’ creen que estoy muerto y mis padres ya no existen pero ninguno que yo sepa vino para este vacío, estoy solo y solo quiero ver.

— ¿Tú tienes a dónde regresar?

—No lo sé.

—Deberías hacerlo o al menos buscar bien, puede tomarte mucho, pero vale la pena. Te ayudaría, pero tengo miedo de irme y perderlo de nuevo.

 

—No te preocupes, yo podré.

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   Llegó un momento en el que la distancia de la línea a donde Joonmyeon se encontraba solo se distinguía la silueta de Jing Xiu. Parecía no moverse y solo mirar para arriba, para el infinito de arriba.

Joonmyeon había revisado montones de agujeros, algunos más de cuatro veces por perderse y algunos otros más de cinco para asegurarse de que la persona que encontrara no fuese Kyungsoo.

En todo lo que había pasado, notó que en algunos agujeros pasaba el tiempo muy rápido y, en otros, se estancaba. Encontró ciertos momentos importantes de la historia que había visto en los libros de la escuela y vio otros que nunca supo cuando ocurrieron, pero las matanzas y la sangre que parecía caer eran suficientes para que creyera que era mejor quedarse ahí arriba.

No todos los agujeros conducían a personas. Algunos daban a bosques o montañas, a muchos cementerios y lugares imposibles de ubicar. Era un mundo hermoso y eterno, así como Joonmyeon, quien no envejecía ni un segundo, toda su cara seguía siendo de un joven de veintitrés años.

 

› › ›

No se cansaba de buscar y buscaba y buscaba todo el tiempo. No era necesario que comiera y no tenía ninguna necesidad física, no se sentía cansado ni nada. Esa eternidad era lo cansado, no había momento en el que tuviera que dormir, además, sentía que si cerraba los ojos, aparecería en un lugar más temible.

 

Llegó el momento en el que creyó ver a Kyungsoo y se aseguró por montones de días terrestres de ver en ese agujero, por si era el indicado.

 El hombre se veía igual, pero con muchos años más. Joonmyeon no sabía que pasaba porque no podía escuchar en todos los agujeros, pero estaba con una mujer casi de su edad que a veces le llamaba por otro nombre. El hombre ya no se podía parar y usaba una silla de ruedas, cosa que impactó a Joonmyeon y pedía a gritos que no fuese su Kyungsoo.

Después supo que no era.

Lo supo cuando encontró un cementerio. Estaba una lápida de Do Kyungsoo y supo que no podía quedarse para siempre en el Öanlig. Entró ahí y creyó que iría a la tierra, pero no. Regresó a la misma oscuridad del principio, vio de nuevo a Jing Xiu y el primer encuentro que tuvo con él, y escuchó algo que había dicho éste mientras dormía sobre su espalda, algo que nunca supo por estar dormido.

“Tu castigo es volver a ver tu miserable vida de nuevo y pensar que encontraste el camino a casa. No hay Kyungsoo aquí, pero si en ti. No hiciste gran cosa, solo lo mataste y comiste de almuerzo. Tuvimos que crear un castigo real que pueda repetirse mil veces, después, ya podrás renacer en la tierra, ¿no es eso hermoso? Todos revivimos en algo peor.

—La realidad se va alternado, mi querido Joonmyeon.


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