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Pequeños Angelitos por Naomiyaoi38

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Notas del fanfic:

…ste es un one-shot que había escrito hece como un año y ya ni me acordaba que existia XD. Y pos, ayer lo encontré y decidí arreglarle unas cositas y quedo esto :P... Además de que esto también es lo último que publicare por éste año... Prometo actualizar mis fics en Enero e.e  *huye*

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertecen. Yo sólo los tomo prestados para desvariar con ellos XD

El viento que se colaba a través de las enrejadas ventanas susurraba como si fuese un triste lamento. Los muebles de la habitación ofrecían un aspecto lúgubre. Tenues sombras se cernían sobre el lugar; solamente algunos rayos de la majestuosa y platinada luna, iluminaban la estancia... Y allí, acurrucados en una de las esquinas, las figuras de dos pequeños se encontraban...

Cabellos platinados, piel pálidamente exquisita y por ojos, preciosas joyas amatistas. Dos seres idénticos físicamente, cómo el reflejo de un espejo.

Semejantes criaturillas no podían emanar otra cosa que no fuese una angelical inocencia, y por sobre todo tentadora fragilidad. En especial, aquel peliplata de aspecto tan dulce, que ocultaba su rostro en el regazo de su gemelo, sollozando con un hilillo de voz; quedada y angustiosamente.

Su hermano le consolaba silenciosamente, acariciándole con ternura sus sedosas hebras platinadas. Intentando reconfortarle y transmitirle la calma que ni él mismo poseía en ésos instantes...

Porque... ¿Calma? ¿Cómo podría sentir tal cosa?

La última vez que él y su gemelo sintieron algo parecido fue hace una semana atrás. Cuando la dulce tranquilidad del amor de sus padres les envolvían. Antes de que todo acabara, por culpa de aquel accidente que se los arrebató cruelmente.

Aun sentían tanto dolor por la pérdida de las personas que más amaban en éste mundo. Pero ahora, el dolor comenzaba a transformarse en un incipiente temor, el cual se instaló en cada fibra del ser de ambos desde el momento en el cual aquel sujeto les trajo hasta allí.

- Nii-chan... tengo miedo... - dejó escapar un suave sollozo asustado, levantando su cara para ocultarla en el pecho de su hermano. Buscando sentir la calidez protectora que anhelaba tan intensamente en ésos instantes.

- Tranquilo, Ichiru... Te prometo que estaremos bien... Yo te cuidaré... - su tono era suave y tranquilizador. Deseaba convencer a su gemelo, y por sobre todo a sí mismo de que realmente todo estaría bien. Aunque en el fondo, supiese que aquello no era cierto...

Acarició con suavidad la mejilla de Ichiru, levantando su cara para que le viera a los ojos, depositando un casto beso sobre los labios de éste; de la misma forma que hacía cada vez que deseaba consolarle.

El gemelo menor simplemente se acurrucó más contra su hermano, sintiendo la calidez que éste le ofrecía, quedándose en silencio. A pesar de todo, siempre que estaba al lado de su hermano Zero, sucediese lo que sucediese, éste lograba encontrar la forma de reconfortarle.

El peliplata mayor recorrió con su mirada el lugar. Un escalofrío le recorrió al recordar cómo habían terminado ahí...

Todo era culpa de aquel joven... Desde el instante en el que lo conoció; la forma en la cual éste les veía a Ichiru y a él, hizo que se sintiese extrañamente amenazado por aquel sujeto. Desarrollando sin poder evitarlo, desconfianza y rechazo ante la presencia de éste. Pero a pesar de eso, por desgracia ni su gemelo y en especial sus padres parecieron jamás darse cuenta de nada más allá, bajo ésa falsa máscara de amabilidad.

El sonido de unos pasos acercándose, le pusieron en tensión.

La gruesa puerta, tallada de fino caoba, la cual había permanecido asegurada bajo llave desde que ellos llegaron, se abrió. Dejando entrar a un joven, poseedor de un porte de elegancia. De cabellos castaños, tono de piel sutilmente moreno y orbes borgoña nadie podría negar lo atractivo que era... Sin embargo, a pesar de su belleza, había algo en él que emanaba un aire peligroso...

- Kaname-sama... - un débil murmullo, con un ligero tono de confusión escapó de los labios de Ichiru, el cual levantó su rostro para ver al recién llegado. Aún no podía comprender porqué de que el castaño les tratara de aquella forma tan cariñosa durante todo ése tiempo, ahora actuara de ésa manera con ellos.

El gemelo mayor le profirió al castaño una mirada rabiosa, la cual en el fondo intentaba esconder el temor que sentía por cuál sería el destino de él y su hermano.

El mayor observaba a los pequeños con un perturbador brillo en sus ojos, mientras una de las esquinas de su boca se curvaba en una ligera y falsa sonrisa.

No podía sentirse más dichoso, finalmente poseía a ése par de angelitos que le hicieron sentir inmensamente atraídos desde la primera vez que les vio. Con aquella tierna y pálida piel, ésos maravillosos cabellos plateados y aquellos ojos de ése color tan inusual y cautivante...

Sí, emanaban tanta dulzura, tanta inocencia... tanta fragilidad que sólo incitaban a poseerlos sin importar el cómo. Por eso desde aquel día que les conoció sólo pudo pensar en cómo obtenerles... Por eso actuó bajo aquella falsa máscara con tal de conseguirles...

Y ahora que por fin lo había logrado, obligaría a tan hermosos seres a que le dieran su amor... Y por sobre todo, jamás les dejaría escapar de su lado...

- ¿Qué sucede, mi dulce Ichiru? - preguntó con perturbadora dulzura - ¿No les gusta su nuevo hogar?

- ¿Nuestro nuevo hogar?... - escupió Zero con rabia sin poder contenerse - ¡Nosotros no queremos estar aquí! - Maldeciría eternamente el día en el cual sus padres, convencidos por las amables y dulces palabras del castaño, llegaron al acuerdo de que en caso de que algo les llegara a pasar algún día a ellos, no habría mejor persona para cuidar de sus amados hijos que su gran amigo Kuran Kaname... Y ahora, por aquel cruel infortunio del destino habían caído en manos de ése ser...

Un brillo irradió de la mirada del castaño ante la reacción de peliplata mayor. Ah, por eso sentía tanta fascinante obsesión con tan divinas criaturas... Tan hermosos, tan físicamente parecido y sin embargo, con personalidades tan distintas... Y por sobre todo...desde ahora, serían completamente suyos.

- No digas eso, mi amado Zero... - ronroneó acercándose unos pasos a los menores, los cuales se tensaron inmediatamente - Desde ahora en adelante éste será su nuevo hogar y ustedes lo amaran... Y por eso comenzare por darle la bienvenida a ambos... - sonrió de una forma que envió escalofríos de horror al cuerpo de los pequeños.

Se acercó más hasta quedar frente a frente con los ojiamatistas, en los cuales el miedo ya se reflejaba en su mirada; aunque éstos lo intentarán ocultar.

- Pero primero empezaré contigo... - miró al gemelo menor - mi dulce Ichiru - le tomó fuertemente por el brazo derecho, halándole hasta separarlo de su hermano, levantándole de donde estaba para atraerle hacia sí.

Ichiru comenzó a forcejear inútilmente - ¡No! ¡Suéltame! ¡Nii-chan! - el fuerte agarre de Kaname le lastimaba.

Zero al ver aquello sintió la desesperación y la rabia correr por su ser. Se abalanzó contra el castaño sin importarle que él fuese más pequeño y no tuviese la suficiente fuerza. Pero, al ver a su amado hermano siendo tocado por aquel maldito, en lo único que podía pensar en hacer lo que fuera para proteger a su hermano.

El gemelo mayor pateaba a Kaname, forcejeando en un desesperado intento de salvar a Ichiru; ante lo cual el castaño, molesto por aquella acción le propinó una fuerte bofetada a Zero, la cual le partió el labio y lo tumbo al suelo.

Kaname se acercó al peliplata mayor con aire amenazante, mientras arrastraba al gemelo menor halándole por la muñeca junto consigo, escuchando a éste comenzar a sollozar débilmente.

- Tú te quedarás aquí viendo cómo juego con tu tierno hermano... - su mirada atemorizaba mientras sacaba con su mano libre unas esposas de uno de los bolsillos de su pantalón, las cuales uso para en un hábil movimiento esposar una de las muñecas de Zero a un mueble fijado al piso, manteniendo a éste inmovilizado en ése lugar - Después tú también podrás tener mi regalo de bienvenida... - se relamió el labio inferior ligeramente con cierta lascivia.

- ¡Maldito! ¡Te matare! - escupió Zero con furia, sin poder liberarse de las esposas.

Una pequeña y burlona sonrisa se curvó en los labios del castaño ante aquella forma de actuar del gemelo mayor... Como un furioso y asustado animal salvaje que trata de defender algo preciado... Lástima que tan sólo sea un pequeño...

Kaname decidió ignorar las vociferaciones de Zero, volteándose hacia Ichiru, sintiendo como éste comenzaba a temblar ligeramente.

- Bueno..., - agarró firmemente al peliplata menor por el mentón, obligándole que levantara el rostro hacia él, viendo el divino miedo reflejado en ése par de joyas amatistas - parece que por fin podré probarte ICHIRU - beso a la fuerza por primera vez aquellos labios del menor, sintiéndose encantado por su suavidad.

Ichiru intentó apartar a Kaname de él, usando la mano que tenía libre, sintiéndose horrorizado y asqueado ante las acciones del mayor; pero su fuerza no era nada comparada con la del castaño. Por lo que éste pudo arrojarle fácilmente y con brusquedad al suelo, posicionándose sobre él, manteniéndole apresado contra el suelo.

Pataleó pero fue inútil. Kaname le arrancaba su ropa, desgarrándola; acariciando lascivamente aquella pálida y tierna piel, recién expuesta; haciéndole que el asco le recorriera y lágrimas empezaran a brotar de sus ojos al comprender lo que sucedería con él...

No entendía como aquel quien siempre aparentó amabilidad, fuera capaz de semejante acto tan abominable...

¿Qué clase de pecado habrían cometido él y Zero sin darse cuenta, cómo para merecer semejante castigo?

¿Por qué el destino se ensañaba contra ellos de ésta cruel manera?

Aquellas aterrorizadas esferas amatistas era algo simplemente divino ante los ojos del castaño, y los sollozos que brotaban de ésos delicados labios del gemelo menor eran sublimes... Sintiendo como su deseo por poseer a tan perfecta criatura se acrecentara dentro de él.

Liberó su miembro, ante la mirada horrorizada de Ichiru y los gritos de impotencia del gemelo mayor. Se posicionó con impaciencia entre las piernas del peliplata menor, penetrándole de una sola estocada, sintiendo por primera vez ésa exquisita estrechez, obteniendo un grito de dolor por parte de éste.

Lágrimas de impotencia y horror bañaban las mejillas de Zero ante tan abominable espectáculo. Su muñeca esposada se encontraba con marcas rojas, al haberse lastimado por seguir forcejeando sin parar buscando liberarse... Se sentía tan débil... tan inútil... La única persona viva que en realidad le importaba y amaba, era lastimada de ésa cruel forma y él era incapaz de hacer algo... Con cada sonido del llanto de su hermano sentía como su corazón se iba rompiendo en pedazos...

Ichiru intentaba retorcerse de dolor, pero el agarre de Kaname se lo impedía, manteniéndole inmovilizado contra el suelo mientras le empezaba a embestir una y otra vez sin compasión.

Cada estocada era como si aquel grueso pedazo de carne le estuviera desgarrando las entrañas, envolviéndole en una agonía sin fin, la cual le arrebataba con cada embestida un pedazo de su alma... y de su vida...

 

Ya no podía pensar en nada...

Quería que aquel horror se detuviese...

Sólo deseaba ir a un lugar donde ya no pudiese sentir nada...

La lujuria cegaba al castaño. El placer de finalmente estar poseyendo a uno de los ángeles que tanto había anhelado era absolutamente increíble. Siguiendo embistiendo con frenesí dentro de ése pequeño cuerpo, el cual poco a poco dejaba de luchar y el tono de sus sonidos se iba apagando; sin darse cuenta que éste iba quedando completamente laxo, hasta que el clímax le alcanzó, liberando su semilla dentro del gemelo menor.

Salió del interior de Ichiru con expresión sumamente complacida, dejando escurrir su esencia con un pequeño rastro de sangre fuera del cuerpo del menor, dándose cuenta de que aquel dulce peliplata ya no emitía sonido alguno... se encontraba completamente inerte...

Finalmente su alma podido escapar de tanto sufrimiento.

- ¡Ichiru! - un grito horrorizado escapó de la garganta de Zero.

Su gemelo... La otra mitad de su alma... Había muerto con tanta crueldad frente a sus ojos, y él no pudo hacer nada para ayudarle...

El dolor dentro de su ser comenzaba a consumirle lentamente...

Sin mostrar ninguna expresión en su rostro Kaname acarició la mejilla del inerte gemelo menor.

- Que niño tan egoísta resultaste ser... A la final decidiste abandonarnos a tu hermano y a mí... ¿No crees lo mismo que yo, mi Zero?... - el castaño pronunció aquellas palabras con una fría y perturbadora calma, que helaría la sangre a cualquiera, volteando a ver al peliplata mayor, comenzando a acercarse a éste con un aura peligrosa.

Zero empezaba a temblar sintiendo el remolino de emociones en su interior... Odio, asco, frustración, impotencia, desprecio, dolor, rabia... miedo... Todo esto, carcomiéndole con inmensa intensidad.

Kaname llegó hasta él, agarrándole con fuerza y firmeza por la muñeca que tenía libre, mientras que el castaño, a su vez sacaba una llave de su bolsillo; utilizándola para liberar la muñeca apresada por las esposas.

Ante aquello fue como si algo fuera reaccionando en Zero, haciéndole retorcerse buscando liberarse; en un último intento desesperado por evadir tan despiadado destino que sabía que le esperaría.

Pero ante la fuerza del mayor aquello resultaba totalmente en vano. Éste afianzó su agarre en el pequeño, tumbándole contra el suelo; aprisionando con una de sus manos, las del peliplata mayor sobre la cabeza de éste.

La boca del castaño se curvó en una sonrisa retorcida mientras acercaba su rostro al de Zero, el cual demostraba una mezcla de temor y profundo odio. Pasó su lengua lascivamente por el borde de la cara de éste.

No podía existir algo más exquisito que aquella criatura que luchaba por liberarse bajo su cuerpo. Ésa expresión desesperada plasmada en aquel hermoso rostro y el sonido de aquellos sollozos que buscaban escapar de la garganta de éste no lo podían hacer más frágil y perfecto...

Le despojó de sus vestimentas con feroz ansiedad, deleitándose con la textura de aquella pálida piel, sintiendo su excitación crecer, deseoso por profanarle... Un gruñido de dolor brotó de los labios del peliplata, a la vez que lágrimas escapaban de sus ojos al momento en el que el castaño le penetró con brusquedad, éste acalló los lamentos del menor con un duro beso forzado que sólo le lastimaba.

Su alma se quebraba con cada violenta embestida por parte de Kaname. Cada estocada le laceraba sin compasión. Hasta que finalmente el castaño dejando proferir un gruñido se corrió en su interior, haciéndole sentir como aquella esencia que se derramaba en su interior le causaba ardor.

El castaño salió del interior del pequeño con expresión de satisfacción, mientras acariciaba prácticamente en un roce la mejilla de Zero; humedecida por las lágrimas.

Definitivamente era el ser más precioso que podía existir... Con sus labios lastimados, aquel cuerpo tan frágil e indefenso, tan incitador a ser profanado una y otra vez; y su mirada perdida en algún punto de la habitación, como si se tratase de una muñeca rota... Una criatura que jamás podría escapar de su lado...

- Mío... Mío... Desde ahora siempre serás mío... - sus palabras sonaron con aterradora intensidad posesiva - ¿No te parece que será maravilloso?... - levantó el cuerpo laxo del pequeño, el cual hace rato ya había dejado de luchar; cargándole entre sus brazos, dispuesto a salir de la habitación, no sin antes dirigirle una mirada impasible al cuerpo de Ichiru - no tienes que estar triste. Creo que deberé deshacerme de las cosas que hacen sentir así... Porque si algo espero de ti es que jamás me dejes de la misma forma tan egoísta en la que lo hizo tu hermano... - su boca se curvó en una sonrisa llena de perturbación - ¿verdad que siempre serás mi pequeño ángel?

Pero el peliplata ya no escuchaba aquellas palabras. Su mente se encontraba perdida, divagando en algún lado... En fragmentos de pensamientos y recuerdos dolorosamente rotos... Tanto como los pedazos de su corazón y alma, que le fueron arrebatados y destruidos. Y que desde ése momento jamás podrían volver a sanar...

 

Notas finales:

Creo que fui cruel con los gemelos e.e

 

Sayonara


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