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Suna no machi por Aomame

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Notas del fanfic:

Kaname, Zero y Takuma pertenecen a Matsuri Hino. 

Si fueran míos pufff... Yo solo hago esto con el fin de entretener y entretenerme.

Notas del capitulo:

Suna no machi= Ciudad de arena

Suna no machi

Hace varios años, no tantos como para no poder imaginarlos, la Diosa de la Luna bajo a la Tierra. Y todo aquello que tan solo conocía de vista y desde los cielos, pudo palparlos con sus propios sentidos.

Miró las imponentes montañas, y a las aves surcar los cielos. Sintió en su piel el frío toque de la lluvia y la nieve. Se impregnó del dulce aroma de las flores y del tranquilo sonido del agua que corre en los ríos. Sonrió ante el amanecer que pintaba el mar del dorado del Sol. Y cuando su andar se detuvo en esta ciudad de arena, la Diosa de la Luna se enamoró por primera y única vez.

+++

-¡Fuu! ¡Qué calor!-Takuma se enjugó el sudor de la frente y me miró sacando la lengua para indicarme su fatiga-¿seguro que es aquí?

-sí-dije, yo también me moría de calor. Podía sentir mi sudor caer por mis sienes y la playera pegada en mi espalda.

-¿tu padre no podía enviar a alguien más?

-Negocios son negocios, no confía más que en mí para esto-dije mirando por fin a lo lejos la ciudad.

Takuma gruño algo, y abrazó el cuello del caballo. Íbamos hasta aquella ciudad lejana para hacer un trato comercial importante. El Rey de esas tierras nos invitó a esa ciudad enclavada en kilómetros y kilómetros de arena blanca. Para llegar hasta ahí era necesario subir a un avión, luego un viaje por tren y por ultimo montar a caballo por un par de horas.

La ciudad parecía erguida desde el mismo suelo, construida con la misma arena que le rodeaba, por esa razón era conocida en Japón como Suna no machi. Cruzamos las puertas y desmontamos. Ambos observamos las enormes estructuras, hermosas e impresionantes, jamás había visto algo así.

Nos condujeron por las calles, la gente en sus quehaceres diarios nos miraba de reojo, todos vestían túnicas blancas, con turbantes sobre la cabeza para protegerse del Sol y sandalias en los pies. Vendían comida,  verduras y hierbas acomodadas cuidadosamente en las esteras; conejos del desierto recién cazados colgando de cuerdas en los travesaños de las tiendas; amuletos hechos con piedras de colores, collares y aretes enormes de oro. Y sin embargo, la ciudad no se movía demasiado, no había alboroto, ni gran animo.

Nos detuvimos en la plaza principal, había palmeras alrededor, y una fuente de la que brotaban dulces chorros de agua. Era maravilloso, en medio de aquel desierto, eso parecía un oasis. Debajo en nuestros pies los adoquines de arena amalgamada dibujaban en mosaico un hermosa y estilizada Luna creciente.

-esta es la Plaza de la Luna-dijo nuestro guía y traductor- aquí se festejan las fiestas de Octubre.

-¿las fiestas de Octubre?-pregunte mirando maravillado a mi alrededor.

-sí-dijo- durante tres noches se baila y se canta alrededor de la fuente. Se cree que la abundancia y prosperidad de esta ciudad se debe a la Diosa de la Luna.

+++

El príncipe de la ciudad de arena era un hombre gallardo y hermoso, su piel caoba contrastaba con el brillante violeta de sus pupilas. Y cuando la Diosa de la Luna y él se encontraron por primera vez supieron que ya no había retorno, que aquel que les devolvía la mirada era sin duda el amor de sus vidas.

Cayeron en un profundo sueño, un romance que los elevó lejos de los mismos cielos de los dioses. Juntos, tomados de las manos,  bendijeron esta tierra con la profundidad de su amor.

Pero aquella felicidad no podía durar demasiado, el Dios de los cielos reclamó a su hija de vuelta, a su bella hija de la Luna. Y ambos amantes tuvieron que separarse.

El príncipe de esta tierra subía todas las noches a la duna más alta y ahí esperaba a que las nubes se disiparan-como un amante que espera a que se abra el balcón de su amada- y cuando el cielo se liberaba la Luna brillaba en lo alto. Brillaba con tal fuerza que solo podía indicar la felicidad de la Diosa al poder ver a su amado. Y así, todas las noches, excepto las noches de Luna nueva, ambos de llenaban del otro a la distancia.

Pero su amor no podía quedar solo en la contemplación uno del otro. La diosa de la Luna pronto se dio cuenta a su regreso a los cielos, que su amor había dado fruto.

+++

Nos condujeron a los aposentos que se nos habían destinados. Ni Takuma ni yo pudimos dejar de exclamar un suspiro de admiración. Nuestras habitaciones eran amplias y bellamente decoradas con tapetes elaborados con la mayor de las manufacturas, de las ventanas colgaban cortinas de una tela tan ligera un vaporosa que se deslizaba entre nuestros dedos como el agua de un manantial. La cama rebosaba de almohadones de diversas formas y una colcha con un bordado de aves fénix con hilos de oro.

-bienvenidos-nos dijo un sirviente inclinándose hacia nosotros y así, sin mirarnos, extendió hacia nosotros un par de toallas blancas que como el resto de las cosas lucían maravillosas, tanto que hasta pena me daría usarlas-el baño está listo.

-¡Genial!-exclamó Takuma tomando la tolla.

-gracias-dije yo haciendo lo propio.

-Por aquí

Nos condujo hasta una puerta azul con brocados plateados. Al entrar en los baños nos quedamos mudos, la bañera espumeaba con jabón,  el agua estaba tibia y un vapor de aroma delicioso nos invadió.  Al sumergirnos  experimentamos una agradable sensación de tranquilidad y comodidad, casi me quedó dormido en ese lugar.

Sonriendo y visiblemente más descansados salimos del baño. Otros sirvientes nos esperaban con más toallas, nos envolvieron con ellas y nos perfumaron con ungüentos. Nos tendieron ropas limpias y frescas de lino, ropas como las que ellos usaban.

Cuando estuvimos listos, nuestro guía apareció en la puerta, al igual que nosotros había cambiado de ropas y con los brazos abiertos hizo una reverencia.

-todo está listo para la cena-dijo-hemos tenido suerte, hemos llegado justo para la última noche de las fiestas de Octubre.

-¿Cuándo podremos ver a Hazel-ja?-pregunté preocupado porque desde que llegamos no había visto para nada a mi anfitrión

-oh esta noche estará muy ocupado-dijo mi traductor después de cruzar unas palabras con los hombres ahí presentes-hoy recibirá a uno de sus hermanos favoritos.

+++

La diosa de la Luna dio a luz a un par de gemelos, dos niños de cabello plateado y piel clara pero con la mirada tranquila de un atardecer violáceo. El príncipe de la ciudad de arena mandó entonces que celebraran tres noches seguidas por la venida de sus amados hijos.

El dios del cielo no estaba feliz, pero acepto que aquellos hermosos niños convivieran con su padre, solo  durante las lunas más grandes y hermosas del año, durante Octubre. La diosa de la Luna envió entonces cada año a sus hijos a la tierra, mandando con ellos su amor eterno, y el príncipe al termino de esos días enviaba de regreso a su hijos mandado con ellos, a su vez, todo su amor profundo.

Los gemelos crecieron en la tierra y en el cielo, amando  a sus padres, felices. Pero entonces el príncipe debió convertirse en rey y para ello tenía que casarse con una mujer terrenal; con un matrimonio arreglado el asunto quedó despachado. Él pidió perdón al amor de su vida y a sus queridos hijos, y ella la Diosa de la Luna comprendió que aquel dolor inundaba no solo su pecho si no también el de su amado. Le perdonó y así su amor permaneció intacto.

Con el tiempo los gemelos tuvieron más hermanos, medios hermanos con los que jugaban. Pero el menor de los gemelos  guardaba rencor a los hombres, a las personas que obligaron a su padre a casarse y tener más hijos. Los odiaba. Y cuando su padre murió, prometió no volver a la Ciudad de Arena.

Sin embargo el hijo mayor, el gemelo que nació primero, amaba esta tierra, la ciudad y a su gente, amaba también a sus otros hermanos, y él siguió asistiendo a las fiestas de Octubre, fiestas que su padre estableció para él y su hermano, como un festejo al amor que le profesaba a su madre. Asistía en honor y amor a su padre. Y ahora las fiestas se realizan con el único fin de recibir y festejar la llegada del hijo de la Luna y la Tierra, el niño de mirada de atardecer y cabello de plata. Las fiestas eran para dar bienvenida a un semi-Dios.

+++

La Ciudad de arena cambiaba durante la noche, o quizás tan solo durante las fiestas, la Plaza de la Luna se vistió de color, de música y de bailarinas que con ropa ligera bailaban alrededor de la fuente que seguía lanzando bellos chorros de agua dulce. La comida pasaba en grandes bandejas de plata que pasaba de mano en mano entre los comensales, que cantaban y reían al son de la música.

Takuma y yo fuimos testigos de todo aquello con una sonrisa en los labios con la mirada calvada en los colores y aromas, escuchando palabras ininteligibles a nuestros oídos pero que contagiaban  la alegría con la que eran pronunciadas. El vino también pasaba de aquí allá, todos bebían, todos reían, todos, mujeres, hombre y niños eran felices.

A la distancia en una parte alta donde todo era visible, entre almohadones enormes Hazel-ja mi prospecto para socio hablaba alegremente con una persona vestida con túnica y manto blanco, parecía feliz. Se volteó y pidió más vino. Y entonces la persona a su lado se quitó el manto de la cabeza y giró su rostro hacia mí.

Lo supe, en cuanto lo vi, sin temor a equivocarme, era el amor de  mi vida. Como si cayera en un hechizo quede convencido. Esa persona era un hombre joven que claramente contrastaba con el resto de los ahí presentes, su piel era blanca como la leche, su cabello del color brillante de la plata y sus ojos, sus ojos eran violetas, casi como el color de la amatista.

-hey Kaname… ¡Kaname!

-¿qué?

-vamos para allá, las bailarinas darán un baile especial-me dijo Takuma que junto con nuestro guía parecía ansioso por ver aquello-Mira Hazel-ja también para allá.

Era así, él y su invitado peliplateado, caminaban hacia el centro de la plaza. Así que sin dudarlo seguí a mi amigo, con un poco de suerte podría acercarme a él.

-hey-llamé a nuestro guía-¿quién es él?-dije señalando al joven de vestimenta blanca, al que todos le sonreían y le daban el paso con una reverencia.

-¿él? Él es el hermano mayor de Hazel-ja-dijo- es su hermano favorito.

-ya-dije yo observándolo. ¿De verdad eran hermanos? No se parecían en nada, Hazel-ja tenía la piel caoba y los ojos marrones, era más alto y robusto, que su hermano mayor.

-esta fiesta-continuó el guía-es en su honor, él es en realidad un medio hermano del soberano de este pueblo. Pero vea, Kuran san, todos le aman.

-¿por qué?

-Tal vez debería conocerlo para saberlo.

No había nada que quisiera más.

Mientras los bailes se llevaban a cabo, me escabullí entre la gente, logré llegar a su lado, o más bien al lado de mi posible socio, le salude cortésmente y él me sonrió.

-ah Kuran san-dijo en un inglés con bastante acento-déjeme presentarle a mi querido hermano- el chico peliplateado me miró con interés, y cuando lo hizo, confirme mis sospechas- él es Zero.

-Zero-dije e hice una reverencia, lo cual pareció gustarle a mi potencial socio- es un placer conocerle, mi nombre es Kuran Kaname.

-¿Kuran?-dijo él y le preguntó algunas cosas a su hermano en su lengua, en cuanto recibió la respuesta me sonrió y dijo en un perfecto japonés-un placer conocerte, Kuran san.

+++

-¿está bien que vayamos por aquí solos?

Zero me miró con esa sonrisa encantadora y asintió.

-¿tienes miedo?- me dijo burlón.

-claro que no.

Él rió divertido, su risa era como el agua dulce que salía de la fuente de la plaza.

Lo seguía a través de las calles de la ciudad, cada vez nos alejábamos más y más de los cantos y bailes. La música paulatinamente comenzaba a extinguirse.

-¿tu hermano no te echará de menos?-le pregunté observando como el viento agitaba suavemente las hebras de su cabello.

-para nada-dijo- me estima, pero en cuanto bebe demasiado se pierde en su harem. Y yo no entro ahí.

-¿por qué no? ¿No compartiría su harem contigo?

-probablemente-dijo-pero yo no lo necesito.

-Ya veo-dije-yo tampoco necesitaría un harem, me bastaría con una persona.

Él se giró y me sonrió de nuevo. Llegamos las puertas de la ciudad y, a su lado, observé las dunas de arena, casi olvidaba que estaba en un desierto.

-Kuran san-me dijo-no te alejes de mí. Dicen que si te pierdes te convertirás en arena.

Me acerqué a él y tomé su mano. Él se estremeció ante el contacto y me miró interrogante.

-así no me perderé-dije-y es un maravilloso pretexto para tocarte.

Él se sonrojó ligeramente, pero luego me sonrió malicioso señalándome una enorme duna.

-¿crees aguantar hasta allá, Kuran san?

-llámame Kaname. Y sí, aguantaré y más.

Abandonamos la ciudad de arena y nos internamos en el desierto. Paso a paso, tomados de las manos. Yo no sé si suene lógico, yo no sé si es real, pero yo juro, y juraré que lo ame en ese momento  y lo amaré en el futuro.

Subimos una duna alta y resbaladiza, y cuando estuvimos en la cima nos sentamos a contemplar la Luna.

-Mi padre, mi hermano y yo, veníamos aquí al término de la tercera noche de las fiestas de Octubre, y entonces contemplábamos la Luna, justo antes de despedirnos.

-¿tú no vives aquí? ¿Verdad? Sí eres mayor que Hazel-ja, ¿por qué no eres tú quién reina esta ciudad?

-ah, porque yo… bueno, la esposa oficial de mi padre es la madre de Hazel-ja. Yo solo venía de visita durante las fiestas, después volvía al lado de mi madre.

-Ya veo-dije lo  miré, su perfil contra la noche, parecía brillante y efímera, era hermoso, como si no fuera de este mundo-debió ser duro.

-No-dijo- mi padre y mi madre se amaban, soy producto de eso. Aun si eran solo tres días, estaba feliz de poder estar con él.

Sonreí, el por qué todos lo le sonreían y querían, comenzaba a dilucidarlo, aunque no era necesario, yo ya lo amaba.

-Mi padre siempre decía que vivir el amor, así sea por un corto periodo de tiempo, vale una eternidad.

-ya lo creo-dije, mis dedos viajaron lentamente hasta su cabello, y atraparon un mechón; su cabello era suave, sedoso, era justo como imaginaba que sería, como agua corriente, como plata pulida-¿me creerías si te dijera que me he enamorado de ti?

Me miró, sus hermosas pupilas se clavaron en mí, primero con sorpresa, luego con amabilidad.

-te creo-dijo, sus mejillas se tornaron ligeramente rosadas-porque en cuanto te vi, me enamore de ti.

Sonreí, y mi mano que acariciaba su cabello lo tomó por la nuca atrayéndolo. Sin oponer resistencia me dejó besarlo. Mis labios tocaron los suyos con cautela primero y después los probé con mi lengua. Labios dulces, labios suaves, sentía su presencia como algo que no podía existir, algo tan bello, que era imposible que pudiera tocarlo con mi manos. Su lengua cálida abrazó la mía, me embriagó. Mis dedos se enredaron en su cabello, su cuerpo comenzó a recaer en el mío.

Tú que estás a la distancia, podrías creer que mi amor era pura ilusión, algo imposible de pasar. Entiendo cómo te sientes yo tampoco creía en el amor a primera vista, hasta esa noche. Hasta que lo conocí, tampoco creía en el amor. No quería vivir con nadie, ni casarme, pero entonces, mientras lo besaba, no pensaba en otra cosa más que en estar a su lado por siempre.

Nos separamos lentamente, saboreando los últimos momentos de nuestro beso. Lo miré,  él giró el rostro hacia la Luna y sonrió.

-así que, así se siente-dijo.

-¿el qué?

-enamorarse sin razón-dijo y se rió.

-supongo que sí-dije, acariciando su cuello con la punta de mis dedos- así es el amor. Llega así como el viento y te sumerge en él.

Tomé su nuca de nuevo y lo besé, pero está vez lo recosté contra la arena. Algunos granos de arena se deslizaron por la duna, rodando suavemente, como mi cuerpo cubriendo el suyo.

Lo besé en los labios, en el cuello, saboreé en sabor de la piel de su clavícula, lo mordí suavemente. Lo sentí revolverse, lo escuche gemir en voz baja. Mis manos subieron la tela de su túnica, acaricie sus piernas, no llevaba ropa interior y aquello se volvía muy excitante. Deslicé la prenda por encima de su cabeza y en un instante estuvo desnudo por completo ante mí.

Era hermoso. A la luz de la Luna, sobre la arena blanca, era realmente bello. No puedo describirlo, sería una descripción injusta, incompleta, jamás podría si quiera acercarme, era como sí, como sí él no fuera del todo de esta tierra.

Lo acaricie, de los pies a la cabeza, probé sus labios una y otra vez, su piel. Sus manos  tomaron mi rostro y bajaron sensualmente por encima de la ropa, hasta tocar mi entrepierna, frotó la zona, excitándome deliciosamente, también él levantó la  túnica que vestía por encima de mi cabeza y me besó de nuevo, abrazándome, rodeando con sus brazos en mi cuello, pegando su pecho al mío y sentándose a horcajadas en mis piernas

Lo abrace por la cintura pegándolo a mí. Mis manos recorrieron su espalda, masajee sus hombros, sus omoplatos, bajando  por sus costados hasta su cadera, yendo más allá, apretando sus glúteos, recorriendo sus piernas, volviendo a empezar, sin dejar de besarlo.

-Kaname-dijo suavemente, como un murmullo que viaja en el viento. Mi nombre en su voz, incluso, me parecía irreal.

Extasiado por su voz, lo derribe de nuevo en la arena, mis besos de nuevo se repartieron por su cuerpo, hasta su miembro, bese la punta con los labios húmedos, lo escuche gemir, y se estremeció cuando mi lengua lo recorrió de la base hasta la punta. Lo saboreé por un largo momento, hasta que sus manos jalaron de mi cabello y sus ojos con pequeñas lágrimas me suplicaron detenerme.

Entonces mis dedos buscaron su entrada y le dilataron lentamente. Su nombre salió de mis labios, me incline y lamí su oreja, mientras mis dedos entraban y salían de su cuerpo, abriéndolo con cautela. Me retiré momentáneamente, me quite la ropa interior (qué yo si llevaba) y me coloque entre sus piernas.

Lo miré como pidiendo permiso y como respuesta recibí un beso suyo, un beso caliente, absorbente y delicioso. Lo penetré lentamente, tomándome mi  tiempo, observando las reacciones en su rostro. Una vez dentro comencé a moverme, lentamente primero y después poco a poco aumente el ritmo.

Su cuerpo respondía al mío con sorprendente compatibilidad, él se aferraba a mí y decía mi nombre entre suspiros. Me moví un par de veces más, lo sentí contraerse a mí alrededor, su orgasmo provoco el mío y me corrí en su interior.

Jadeando, nos besamos una vez más. Y salí de él con cuidado, me recosté a su lado y lo abrace contra mí.

Pasado un tiempo, cuando nuestros corazones se tranquilizaron, Zero se incorporó y miró hacia la Luna.

-tengo que irme-murmuró y palpó a su alrededor buscando su ropa.

Atrapé su mano y lo atraje de nuevo a mi pecho.

-no te vayas-dije- quédate. Hace mucho frío sino estás.

-pero…sino vuelvo…

-no te preocupes yo me disculpó después, está bien. Solo quédate, hasta que amanezca.

Zero pareció pensarlo y después asintió y se acomodó en mi pecho.

-aunque sea por un momento-murmuró-que duré en la eternidad.

+++

Desperté solo en medio de la duna. Me incorporé y me vestí. Algo estaba mal, cuando miré a mi alrededor la ropa de Zero seguía ahí, pero él no.

La recogí y me puse en marcha de regreso a la ciudad, pensé que quizás había vuelto, aunque ¿por qué lo haría desnudo? No encontré huellas en la arena, ni las nuestras de la noche anterior. El Sol volvía a ocupar el cielo.

Cuando llegué a la plaza de la Luna, vi los restos de la fiesta, había personas dormidas en mitad de la calle, ánforas de vino vacías…pero sabía que pronto la ciudad retornaría a su ritmo y orden normal.

-¡Kaname!-Takuma y mi guía aparecieron al final de una calle-¿Dónde diablos te metiste? Estuvimos buscándote toda la noche.

-pensamos que se había perdido-dijo mi guía- es peligroso andar de noche por aquí.

-estoy bien-dije- lamento haberlos preocupado. Takuma ¿no has visto a un chico muy guapo de cabello plateado?

-No…

-¿se refiere a Zero sama? ¿el hermano de Hazel-ja?

-sí, él ¿lo vieron?

-No-mi guía me miró duramente-él debió regresar a noche a su casa.

-pero…

-Ah buenos días, Kuran san-ese acento particular inglés era el de mi prospecto de socio- ahora que la fiesta terminó, desayunemos y hablemos de lo que nos atañe.

+++

El amor es algo poderoso. El Rey de la Ciudad de Arena y amate de la Diosa de la Luna, acordó con ella un encuentro en aquella duna. Un encuentro real, donde pudieran verse y tocarse.

El Dios del Cielo enfadado le dijo al mortal que si lo hacía se perdería para siempre. Que sí él tocaba a su hija se perdería para siempre. Pero al rey no le importaba, deseaba ver a la madre de sus gemelos, besarla y amarla. No le importaba perderse a sí mismo.

El Dios del Cielo al ver que su amenaza no importaba, decidió hablar con su hija, le dijo lo mismo y lo mismo respondió ella.

+++

-su hermano ¿Dónde está?-le pregunte a mi  anfitrión.

-¿Zero? Debió volver a su casa… ¿por qué?

-por que se fue sin despedirse. Hazel-ja, tal vez lo que voy a decirle impida que nos volvamos socios y llevemos acabo esos negocios que a ambos nos interesan. Pero…

-hable, Kuran, no hay nada que pueda decirme que me impresione-dijo y se rió.

-le aseguró que esto lo hará-él me miró y bebiendo un trago largo de vino me indico que continuara- Yo… me enamoré de su hermano.

-¿qué?-dijo Takuma a mi lado-¿Pero qué estas…?

-Y anoche-continué-anoche, pase la noche con él. Le juró que no estoy jugando, de verdad lo amo, y quiero pasar mi vida con él, se lo…

-Imposible-dijo Hazel-ja, se llevó las manos al rostro y se ocultó ahí por un momento-

-Estoy seguro de que soy correspondido-dije poniéndome de pie, Takuma quiso sentarme de nuevo pero no se lo permití-solo que si volvió a casa, le ruego que me diga donde es, quiero buscarlo, yo…

-¡le dije que es imposible!-se levantó y golpeó la mesa. Respiró y caminó hacia la ventana-Kuran, yo…a mí no me importa de quien se enamora mi hermano. Me hace feliz que lo haya hecho. Pero… él no volverá.

-¿de qué habla?

-usted no sabe quién es él… Bien, se lo diré. Le diré el por qué murió mi padre.

+++

Se encontraron en aquella duna y se amaron durante toda la noche. Lentamente, mientras a lo lejos la ciudad dormía, los amantes sincronizaban su respiración y sus corazones jadeantes los elevaban hasta el cielo.

Y mientras se unían, ambos se fundían. La advertencia del Dios del Cielo cobró efecto. Ambos, extasiados y felices. Ambos, iluminados por la Luna, se convirtieron en arena.

El Dios de los Cielos recordó su advertencia a sus nietos, quienes ahora se convertirían en los Dioses del astro que su madre una vez rigió. La advertencia era la misma, “si te pierdes te convertirás en arena”

Perderse significa no volver a tu hogar. Perder el camino de regreso. Los Dioses de la Luna perderán ese camino si no vuelven antes del amanecer. Y si no vuelven, si están perdidos, su destino ya está escrito.

Se convertirán en arena.

+++

Hazel-ja miró a través de la ventana y suspiró.

-Perderse-dijo-uno se pierde a sí mismo cuando ama demasiado. A veces eso está bien. Zero siempre quiso esa libertad. Amaba la tierra más que su lugar en el cielo. Kuran  debe ser un honor para ti haber recibido el amor de un semi dios. No estés triste por él. Él fue feliz, ¿entiendes? Le has dado la libertad y el amor que él tanto deseaba.  Ahora él vivirá aquí por siempre, en el viento… ¿Lo entiendes?

-entiendo-murmuré.

Pero quise preguntar: ¿ahora como puedo vivir sin él? ¿Cómo debo de continuar?

Entiendo pero...

¿…Pero, ahora como detengo mis lagrimas?

Notas finales:

Wola!! Espeo que les haya gustado.

Aprovechando la fiebre por lo arabes de mi complice yaoiezca se me ocurrió este fic, que ya sé no tiene  nada de lo que tienen esos mangas yaoi donde los arabes son uno semes que  :Q___

En fin. Espero que no se me hayan confundido. Kaname no conoce la historia de los padres de Zero hasta el final que se la cuanta Hazel-ja

Por sí se lo preguntan, si Zero se convirtió en arena.

Por cierto el fic, tal vez podría entrar dentro del song fic, alguien podría decirme si, si? Ya que me inspiré en una cancion llamada Dune de L´arc en ciel. la canción dice al final "futari wa suna ni naru" que segun mi poco japonés significa "ambos se vuelven arena" Ahora, es un song fic?? por favor diganme.

Hasta pronto!!

ciao!!


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