“Pequeño chico”
Un día más, los rayos del sol se colaban por las líneas que la cortina dejaba libre, el hombre alto y de porte elegante se levanto con más de un cabello levantado, gruño mirando el despertador a su costado, siete de la mañana, sus ojos se abrieron desmesuradamente, se le hacia más que tarde para ir al trabajo, se levanto de golpe dirigiéndose a la ducha, tenia que salir en media hora.
El agua lo relajo por completo, cerro los ojos dejándose llevar por su sueños y entonces lo recordó, abrió los ojos saliendo de la ducha, no le importo cerrarla ni que estuviera mojado, tomo una toalla cubriéndose la parte baja y salió del cuarto de baño directo a la ventana, abrió ligeramente la cortina mirando el reloj, siete con quince, justo a tiempo, volvió su vista a la calle y lo observo, como siempre, comprando un café en la cafetería, cabello rosado, menudo cuerpo, facciones finas, toda una monada, ¿Cuánto tiempo llevaba observándolo? Un poco más de tres meses, para ser exactos cuatro meses, si llevaba la cuenta del día en donde lo había visto por primera vez, desde ese entonces lo observaba siempre a las siete con quince comprar su café, darle un sorbo lentamente y después irse, le encantaba verlo, a veces venia con sus gorros de lana, otras con alguna bufanda de colores, pero siempre vestido de forma peculiar, se guardo en su mente desde el momento en que lo conoció pero jamás se acerco a el, le bastaba con verlo cada mañana para recordarlo y adorarlo durante todo el día.
“Me despierto en la mañana, para verte pasar,
Y tenerte en mi mente por el resto del día.
Que vida, la mía...”
Extraño, raro, o como lo vieran, se la pasaba pensando que seria de su vida si ya se encontraba como un estúpido por un hombre, si un hombre, ni siquiera un linda y tierna chica, sino un hombre, un hombre del que no sabia ni su nombre y aún así estaba más que enamorado de el, no solo lo observaba cada mañana, no señores, se pasaba imaginando como era, que tan agradable, gracioso, tímido o tierno era, imaginaba su risa día a día, a pesar de ver la sonrisa que le dedicaba a la señora que le da su café cada mañana, a veces quería trabajar en esa pequeña cafetería, pero aún no lograba que la señora le diera un trabajo.
Soñaba con ser el aire y volar alrededor del pequeño chico, como le había llamado, volar alrededor tocando su piel, acariciándolo, se preguntaba, ¿Qué tan suave seria?
“Aún no se tu nombre y ya eres dueño de mi,
y me paso todo el día imaginando tu risa.
Que vida, la mía.
No se que hacer, para ser el aire que va a tu alrededor,
y acaricia tu piel.”
Todo había resultado difícil, una vez lo intento, siete de la mañana estaba sentado en la orilla de la acera, tomando un café de la misma cafetería esperando por el, lo vio llegar tan lindo como siempre, se levanto de golpe acercándose al mostrador “Buenos días señor Goo” fue la primera ves que escucho su voz, la primera vez que lo observo de cerca, sin esconderse detrás de una cortina a un altura de más de tres metros, sin embargo no fue capaz de decir nada, se quedo congelado mirándolo siendo ignorado completamente por el, no del todo, pues había recibido una mirada y un “Buenos días” que dejo al aire por su falta de valentía y su nerviosismo, la segunda vez fue diferente lo había encontrado en unos de sus tantos trabajos de medio tiempo, repartidor de volantes, le ofreció uno a lo que el solo lo acepto dando una leve reverencia, “Disculpa” le llamo deteniendo su andar “¿Si?” fue lo único que dijo mirándolo con la cabeza levemente inclinada por la duda como si de un niño se tratara, “Yo quisiera comentarle” le hablo con la cabeza gacha y un folleto más en la mano, “No gracias, por el momento no necesito un dentista” le contesto dejándolo más que avergonzado, quería conversar con el pero una vez más había fallado, quería conocerlo, saber su nombre, hacerse amigo y tal vez, salir con el, se vale soñar ¿No es así?
“Solo quiero conversar, solo quiero conocerte,
dame un poco de tu tiempo para convencerte,
Yo solo quiero ser tu amigo, y me muero por salir contigo”
La tercera fue la peor, y eso que esa era la vencida, estaba apurado, si se le había hecho tarde, una vez más, eran las ocho de la noche y tenia que prepararse para su trabajo como barman, entro a su casa cambiándose rápidamente para después salir corriendo, cerro la puerta dando media vuelta listo para bajar el primer escalón, choco con alguien haciéndolo balancearse en el escalón, este lo tomo de la cintura jalándolo hacia el, el suelo, dichoso lugar para por fin quedar cara a cara con el hombre que había ocupado su mente durante mucho tiempo, el arriba del peli rosa quien solo lo miraba con los ojos bien abiertos, lo escaneo delineando lentamente cada facción, sus ojos color avellana, su nariz respingada, su piel clara, sus labios, esos labios que desde ese entonces comenzaron a atormentarlo, rojos, rojos y ligeramente abultados, los hacia verse suaves, deseables.
Desde entonces no lo pudo volver a ver de frente, la vergüenza le llegaba en seguida haciéndolo voltear a otro lado, seguía sin saber nada de el, no tuvo el valor de preguntarle para que estaba en la puerta de su casa, lo veía sonreír cada que se encontraba como si se burlara de sus nervios y aún así le encantaba encontrárselo y verlo reír, no se había equivocado su risa era hermosa, seguía sin saber nada de el, soñaba que el pequeño lo quería igual que el, pero no se arriesgaría a hacer el ridículo de nuevo por ello esperaba la luz verde por parte del peli rosa, una mirada, una señal solo eso le bastaba, eso podría pasar a algo más, una sonrisa, un abrazo, un beso, si, solía emocionarse con eso, pero el chico era menudo y tierno que soñaba tenerlo entre sus brazos y que los de el lo rodearan lenta y suavemente.
“Dame una señal, solo dame una mirada,
si tu estas a mi lado, a mi no me importa nada,
ya quiero estar entre tus brazos, y me muero por
probar tus labios, rojos, llenos de ti.
Solo dime que si”
Dejaba de dormir por pensar en el, día a día, mejor dicho, noche a noche, era su pensamiento todo el día, en cada momento, incluso en sus sueños el pequeño lo seguía, soñaba con volver a tocarlo y sentir su suave tacto de nuevo como cuando lo tomo de la mano ayudándolo a levantarse, era extraño por que a pesar del tiempo el no sabia aún nada de el, era frustrante también, no podía hacer nada que no fuera observarlo y pensar en el, rechazaba cada invitación que según su madre el hijo de la presidenta de la comunidad venia a dejarle, una fiesta, una excursión, un convivio, todo era rechazado
“Me desvelo en las noches para pensar en ti,
y si duermo solo sueño con tener tus caricias,
Que vida, la mía”
Esa noche era especial, no había estrellas, salió a la terraza, recargándose en la orilla mirando el cielo y de vez en cuando a la gente pasar, era estúpido, que su vida girara en torno a un hombre del que no sabia nada, ni siquiera su nombre a que se dedicaba, NADA, simplemente, NADA, soltó un suspiro como lo hacia cada noche al ver a su mama llegar con una invitación más
-Mamá te he dicho que no me gusta ir a nada que se organice- le hablo haciéndola rodar los ojos
-A veces creo que Ji Yong es demasiado amable, a pesar de los rechazos sigue viniendo a dejarte las invitaciones- su madre le hablo dejándole la invitación a un lado, Seung deja de ser tan amargado y vivir en tu mundo es hora de que sientes cabeza y seas un chico normal- su madre sonrió al verlo tomar el sobre de la invitación
Observo la invitación sin ningún interés, no le interesaba sentar cabeza o ser un chico normal como si madre le decía, le bastaba con ver al pequeño chico una vez por día, con eso era feliz, observo la cafetería frente a el, su mirada se alterno entre la cafetería y la invitación, tal vez el si asistía a esas fiestas, tal vez ahí podría verlo y conocerlo, miro el sobre con la intención de abrirlo, una ráfaga llego y el sobre voló, observo con pesadez como caía rápidamente hacia el patio de su casa, tendría que bajar por el, la vio caer, se iba a dar vuelta para bajar por ella hasta que noto algo extraño, una cabeza rosa se agacho a recogerla, abrió los ojos sorprendido más no se aparto de la orilla, la persona debajo lo volteo a ver con una mirada asesina y completamente molesta, se golpeo mentalmente, el peli rosa tomo la carta y salió de su patio ofendido, lo miro irse después de unos segundos reacciono bajando a donde su madre.
-¡Madre!- le grito sorprendiéndola
-¿Qué pasa ahora?- le dijo dejando el sartén en el fuego
-¿El hijo de la presidenta se llama Ji Yong?- le pregunto confundiéndola
-Si, Kwon Ji Yong- le dijo sin importancia- Deberías ser como el es un chico amable- tomo un cuchillo cortando las verduras
-¿Tiene el cabello rosa?- pregunto con el corazón casi saliéndose
-Si- respondió su mamá, dejándolo anonadado- Es un chico muy guapo, podrías confundirlo con una chica- rio entretenida con su comentario
-¿El ha dejado todas esas invitaciones? ¿El ha venido personalmente a invitarme a cada evento?- la ataco de preguntas, su madre asintió aún confundida, Seung salió corriendo hacia la calle
Había rechazado salir con el pequeño chico, el había rechazado al pequeño chico millones de veces, era sorprendente, el que se moría por conformar una platica con el menor, el que tenia más amor que nadie por el peli rosado, se había dignado a rechazarlo
“Tengo todo este amor y solo es para ti,
y yo solo me conformo con mirarte otro día,
Que vida, la mía”
Desde ese momento intento acercarse más al menor, lo esperaba cada mañana en la cafetería, pero este solo lo ignoraba siguiendo su camino, estaba molesto, más que molesto, lo había reconocido aquella noche, había notado como dejaba caer la carta como si lo estuviera rechazando de una de las maneras más groseras que existían, intento conversar con el, claro que lo hizo, no funciono, intento invitarlo a salir, no funciono, espero por una invitación a un evento, no llego, espero una mirada, no llego
“Solo quiero conversar, solo quiero conocerte.
Yo solo quiero ser tu amigo, y me muero por salir contigo,
dame una señal, solo dame una mirada”
¿Qué iba a ser de su vida? Ahora no solo se la pasaba pensando en el, en como se llamaría, en como seria, como lo abrazaría, como lo besaría, no ahora pensaba en como disculparse en como lograr que le volviera a sonreír, por que ahora que sabia todo eso de el, ahora que lo había investigado no bastaba con solo verlo al día, no ahora lo quería junto a el cada día.
“Si tu estas a mi lado, a mi no me importa nada,
ya quiero estar entre tus brazos, y me muero por
probar tus labios, rojos, llenos de ti”
Y siempre recordaría todo lo que paso, todo lo que tuvo que vivir, todo lo que tuvo que luchar, por que había hecho mucho por tener entre sus brazos al pequeño chico, nunca se imagino que la forma en la que iba a ser su vida, fuera esa, casado, esperando un bebe, con una casa bella, no esperaba que después de todo lo que sintió por ese chico hoy estaría así, su estilo había cambiado por completo, pero le gustaba, le gustaba pasar cada momento, primavera, verano, otoño, invierno a lado de su esposo, por que si, lo había logrado, había logrado conocer al pequeño chico por completo, hacerse su amigo, salir con el y una cosa llevo a otra y así terminaron más que casados, y le gustaba, le gustaba que su vida hubiera tomado ese rumbo, que el día de hoy pudiera decir “Que vida la mía” con una satisfacción inimaginable, gigante, hermosa…
“Solo dime que si”