“Amparado por las sombras de la noche, el hermoso pelirojo se escondía entre las sabanas y mordía la almohada, para evitar, que sus jadeos despertaran a su compañero de cuarto, que dormía plácidamente.
Acostado de lado, acariciaba lentamente, con una de sus manos, el miembro que liberó de aquella prisión llamada ropa interior -… mgh…- los mechones de cabello, se pegaban en su rostro y cerraba sus ojos mientras aceleraba los movimientos en su parte baja –“Aun no es suficiente…”- paseó su mano la mano libre por su abdomen y la subió hasta uno de sus pezones, el cual, apretó delicadamente -… aaah…- soltó un momento la almohada y dejó escapar aquel erótico sonido –“¡Mierda!”- decidió acelerar aun mas las caricias y, por culpa del calor, se destapó para dejar que el aire frio, tocara las parte de su cuerpo, que no cubría su escaza ropa.
El chico que dormía en la cama de arriba, se movió asustándolo, pero ya no podía parar aunque lo vieran. Siguió en su labor, ya sin reprimir los sonidos y, después de unos segundos, el liquido blanquecino resbalo por sus dedos, acompañado de un sensual gemido, que marcaba el término del acto.
Mientras su pecho subía y bajaba por culpa de la aun acelerada respiración, miró su mano llena de su propia esencia y lamió sus dedos limpiándolos. Después de sentir su sabor, lamió sus labios y susurro –Capitán…-”
Despertó de pronto, escuchando el sonido de la alarma a su lado. Volteó un poco y la apagó. Se sentó mirando la luz de la mañana que entraba por la ventana –“¿Un sueño?”- se tocó la entrepierna –“No puede ser”- su ropa interior estaba un poco húmeda, por culpa del liquido viscoso que embadurnaba su hombría –“Esto es lo peor”- se puso las manos en la cara y se volvió a recostar.
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El club de natación de Samezuka, se encontraba en medio de su entrenamiento diario –“Ese sueño fue culpa de lo que paso ayer”- el capitán del equipo, estaba recargado en la pared cerca de la piscina, con los brazos cruzados –“A mí me gusta Gou-san, ella es una mujer hermosa…”- asentía para él mismo –“… no hay forma de que me fije en un hombre”-
-¡¡Rin-senpai!!- el gritó del chico de cabello gris, lo sacó de sus pensamientos y, dirigió su mirada al chico que nadaba majestuosamente -¡¡Usted puede!!- llegó hasta la orilla y se detuvo para quitarse el gorro y los lentes que llevaba puestos -¡Genial! Superó su tiempo por tres decimas, Rin-senpai-
El ojirojo salió de la piscina y el de los ojos ámbar, siguió atentamente cada movimiento que hacía –“Es imposible que me guste un hombre…”- sus ojos podían ver en cámara lenta, a la gotas que resbalaban por aquel delineado cuerpo –“… Es imposible…”- caían desde su liso cabello y recorrían todo el camino hasta desaparecer en la orilla del ajustado traje de baño –“… Es…”-
-Capitán…- levantó la vista y se encontró con el bello rostro del ojirojo -… le está sangrando la nariz-
-¿Eh?- se tocó con el dedo y vio su sangre -¡Oh! ¡Maldición!- se fue corriendo a las duchas y, después de limpiarse la nariz, se metió bajo un chorro de agua fría –“¿Soy un idiota?”- levantó el rostro para dejar que el agua le refrescara un poco la cabeza –“A todo esto… ¿Cómo se hace entre dos hombres?”-
-Capitán ¿Se encuentra bien?-cesa conocida voz lo asustó y, al darse la vuelta, vio al pelirojo fuera del cubículo donde estaba –Salió corriendo de repente ¿Se siente mal?-
-Matsuoka…- el de los ojos ámbar, se ruborizo levemente y desvió la mirada -… No, estoy bien, solo me retirare antes de la practica hoy- salió y pasó a su lado -¿Puedes avisarle a los demás, por favor?- sin esperar una respuesta, se fue a los camerinos y se sentó en la banca –“¿Qué hago ahora?”- suspiró.
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Continuara...