Había gran jubilo en la plaza de Arendelle , el reino miraba con esperanza un futuro prometedor al ser gobernado con sabiduría por la Reina Elsa. Empezaba una época de paz y luz, sobre todo lo último se notaba en el castillo pues nunca más se cerrarían las puertas y ventanas, esto alegraba de más (si es que eso ya era posible) a la princesa Anna ya que para ella significaba que estaría junto a su hermana una vez más, sin ser separadas por una fría puerta.
-“Nunca supuse que mis deberes serían así de pesados… “ – suspire, a la vez que veía con fastidio la pila de papeles y pergaminos que tenía que leer y responder, todos ellos provenientes de los gobernantes y monarcas de los diferentes reinos aliados donde mostraban sus más sinceras (o no tanto)felicitaciones por mi reciente ascenso al trono, o en otras donde proponían alianzas comerciales, las cuales estaba indispuesta a contestar por la reciente ruptura con el reino de Weselton.
Me sobe las sienes con cansancio y me levante pesadamente de la enorme silla de caoba de respaldo alto, rodee el escritorio de mi padre y llegue a los enormes ventanales que daban una amplia visión del paisaje, mis ojos se posaron sobre la plaza en donde la gente seguía celebrando, bailando y comiendo, las festividades se habían alargado por 7 días con sus noches...aunque mis deberes empezaron justo al día siguiente de mi regreso , gire y recorrí lentamente con los ojos el enorme despacho, recordando como Anna y yo solíamos jugar aquí mientras mamá y papá nos observaban sonrientes, ignorando momentáneamente su trabajo y el protocolo.
-“Sigue siendo tan grande como lo recuerdo”- sonreí débilmente, pues todo ocurrió antes de aquella noche…
*Toc* *toc*
No di tiempo de voltear cuando fui atrapada en efusivo abrazo que me dejo sin aire
-“Elsa tienes que venir conmigo rápido! ¡ Es urgente! ¡ Sígueme!”- decía mi querida hermana rápidamente mientras me apretaba, haciendo que yo pudiera sentir el palpitar de su corazón.
-“Anna…me asfixias”- logre decir con mi último aliento, tratando de librarme de su agarre.
-“Oh lo siento- me soltó sonriendo torpemente- pero en verdad tienes que venir, al panadero le quedaron unos pastelillos de zanahoria y Sven y Kristoff están arrasando con todos, tienes que venir a verlos!”- tomo mi mano y empezó a jalarme a la salida mientras daba pequeños saltitos
-“C-Claro que me encantaría ir, pero tengo mucho que hacer- le dije gentilmente a la vez que la zafaba mi mano de entre las suyas - enserio lo lamento”-susurre más para mí misma .La sonrisa en el rostro de mi hermana se esfumo, vi una sombra de tristeza pasar por sus ojos celestes.
-“Pero…pero después de todo lo que pasamos…antes éramos bastante unidas, y ahora que tenemos la libertad de volver a serlo…¿No quieres?”- reclamo tratando de buscar mi mirada
-“Si no quisiera no estaría aquí…- respondí firme, pero mi semblante serio se deshizo al ver que las lágrimas empezaban a opacar sus ojos celestes.
-“De acuerdo…-tartamudeo mirando al suelo decepcionada, limpiándose las lágrimas con el dorso de su mano– pero no te preocupes sé que tienes mucho que hacer- se apresuró a decir apuntando a la pila de pergaminos- entonces…nos vemos”-dijo tratando de esquivar mi mirada, entonces salió de la enorme habitación arrastrando los pasos.
Apenas vi su cabellera rojiza desaparecer al cerrarse las enormes puertas, me maldije a mí misma y a mi suerte, una chispa de frustración se apodero de mi corazón, puesto que todo esto lo hago por ella por ver esa hermosa sonrisa...pero sin embargo sigo fallando.
Tuve que detenerme y tratar de tranquilizarme al notar que a mis pies el suelo de mármol empezaba a cristalizarse y la madera de los enormes libreros crujir debido al frio que empezó a reinar en la sala. Voltee hacia el escritorio y vi con enojo esa montaña de que haceres y las luces que se colaban entre los ventanales, provenientes de la plaza del pueblo que aún seguía en fiesta, entonces comprendí que hice lo correcto.
Ya eran alrededor de las 10 PM ,gran parte de la gente desde hacía tiempo se había retirado a sus hogares y yo con mi labor, me levante de la silla como si estuviese hecha de metal caliente y me dispuse a buscar a Anna, ignorando a todos los que trataban de llamar mi atención, deteniéndome al fin frente a una puerta blanca, tras esta se escuchaban estridentes risas, tratando de contener mi emoción llame a la puerta.
-“Pase”- gritaron dos voces al unísono
Al abrir la puerta me encontré a Anna con los cachetes como una ardilla, sentada en la cama con medio pastel de cubierta marrón y una caja de bombones en su regazo , y frente a ella Olaf quien tenía un bigote de chocolate, solté una pequeña risa al ver a ambos.
-“Elsa!” – grito llena de felicidad levantándose de golpe haciendo que el pastel cayera de lleno en la cara del pobre muñeco de nieve, se acercó a mi dándome un tierno abrazo que correspondí pero que tuve que deshacer cuando mi corazón quiso hacerse notar.
-“¡Mamá! ¡ si supieras de lo que te perdiste! No sabía que Anna podía comerse medio pastel de una sentada ¡ el chocolate se le salía por la nariz!”- dijo Olaf muy sonriente a la vez que se limpiaba el pastel del rostro y se quitaba la zanahoria para pulirla
-“Oh, no me sorprendería saber que lo logro- contesto con un tono juguetón veo como Anna infla su pecho de orgullo- Olaf…nos permites algo de privacidad?”-
Finalmente nos quedamos solas, siendo solamente alumbradas por la luz de dos velas, Anna volvió a sentarse en la cama, arrojando los dulces a un lado(añadiendo un nuevo decorado al tapiz) para ofrecerme un lugar en donde tome asiento…
-“Anna…- susurre, sentí como surgía un nudo en mi garganta pues sentía una mirada sobre mi- yo… lo de hace un momento… yo quería decir que lo lam…”- fui callada por un tierno y cálido abrazo, Anna me atraía a su pecho mientras me acariciaba mi revoltoso cabello niveo…suerte que no pudo observar mi rostro que de seguro estaría más rojo que un tomate.
-“Shh…no hace falta que te disculpes, lo pensé mejor y creo que me escuche algo egoísta-susurro suavemente-se que tienes mucho trabajo y la vida de reina no es fácil”- siguió acariciando mi cabello unos instantes más, en donde no hubo sonido alguno solamente el sonido de nuestras respiraciones y el viento fuera de las ventanas, en mi embelesamiento empecé a escuchar un palpitar. Pero pronto Anna me separo bruscamente
-“¿Podrías perdonarme tu a mi?”- suplico mientras hacía cara de perrito.
-“Eso dependerá”- dijo sonriendo siniestramente mientras me llevaba la mano a la espalda
-“¿ Dependerá de que co…”- PWOF! Una bola de nieve le pego de lleno en su cara, provocando que yo diera una gran carcajada
-“!De si me ganas en una guerra de bolas de nieve¡”- exclame a la vez que extendía los brazos e invocaba el material para la pequeña guerra nocturna.