»Εγκαταλείψτε την ελπίδα a2;λους a2;σους μπαίνουν εδa4;»
‘Abandonar la esperanza a quien entre aquí’
La inscripción en griego le hace estremecer, tallada en el dintel de la enorme puerta solo indica una cosa, nada bueno pasara cuando la cruce. esperanza es lo único que tiene y se niega rotundamente a perderla por completo, sin mucho que pensar y nada que perder se adentra a lo oscuro e incierto del infierno, caminando entre los círculos, experimentando todos y cada uno de los castigos a los que los pecadores son sometidos, desde yagas incurables hasta el sufrimiento de ser devorados por Cerberos día tras día, él sabe que el perro guardián de 3 cabezas que resguardaba la inmensidad del palacio de Hades no es un problema en absoluto, es Hades mismo el que le crea un miedo e incertidumbre crónico en su persona, Hades no es fácil de convencer, no es malo pero si estricto, serio calculador y cerrado, no es fácil acceder a su piedad y su benevolencia, cruza los 9 círculos en un suspiro, pronto ya está frente a la inmensa puerta negra, la residencia de Hades
-¡Pido permiso para ver a su majestad Hades, Dios del inframundo! –alza la voz claro y fuerte al guardia que custodia la entrada al palacio del Dios del Inframundo, el inmundo sujeto le observa detalladamente, buscando algo que representara para él una amenaza
-¿Quién eres? –Pregunta desconfiado, achicando los ojos e irguiéndose –ya que estaba encorvado –para observarle mejor
-Jean Kirschtein –dice serio y claro, el olor a muerto que desprende el guardia le esté molestando y pierde la paciencia ante la lentitud del mismo
-Espera aquí–gruñe el hombre adentrándose por unos minutos y saliendo poco después
-Entra –le ordena y Kirschtein entra lentamente a la inmensa sala del trono, el lugar es inmenso capaz de albergar a todos los dioses y semidioses del olimpo, enormes columnas de estilo dórico se alzan a los costados del salón soportando una bóveda de crucería, la larga bóveda se extiende, en el final de esta hay una escalinata que accede hasta el trono del rey donde solo la silla de este junto a otra reposan, el piso es adoquinado y largas y enormes cortinas cuelgan de la pared al piso en donde se encuentra el trono pero ahora están recogidas y amarradas, el Dios del inframundo tiene ánimo para presentarse formalmente ante su visitante –antes no lo hubiera hecho-
-¿Quién eres tú? –la potente voz del dios resuena en las paredes y el rubio se detiene al filo de la escalinata
-Su alteza, Mi nombre es Jean Kirschtein, he venido a pedir un favor al dirigente del infierno y espero mi voz pueda ser escuchada –pone una rodilla en tierra a modo de respeto, el Rey del inframundo, Dios regente le mira tranquilo con sus ojos olivos clavados en su persona
-¿Qué has venido a pedir? Y habla rápido no tengo ni la paciencia ni el tiempo para escuchar balbuceos –Kirschtein alzo la mirada por un segundo para observarle, la imponente presencia del dios hacia estragos en el llenándolo de miedo
-Eh venido a pedir a su majestad, permita llevarme el alma de Marco Bodt que hace poco descendió al infierno –baja la cabeza esperando la respuesta
-¿Que significa esa persona para ti? –pregunta el Dios del inframundo
-Es la persona más preciada para mí –aun sin alzar el rostro responde dicha pregunta
-Lo que me estas pidiendo es complicado, por no decir imposible –el dios del infierno se reclina sobre el brazo del trono, recarga su mejilla en la palma de su mano ladeando apenas un poco el rostro, la respuesta no le satisface del todo
-¡Por favor! –el rubio alza el rostro mirándole fijamente, entonces así el dios puede observar la angustia tatuada en el rostro del joven
-Entiende…mocoso…-La voz de su interlocutor comienza a sonar molesta y pierde la paciencia a cada palabra
-¡Se lo suplico! –Jean vuelve a agachar el rostro -¡Por favor, deje que me lleve a Marco! –oculta su rostro de la mirada del dios, ya que lo tiene rojo, las lágrimas están apunto de escapar de sus ojos pero él lo evitaba con todas su fuerzas y orgullo
-Tch –el Rey chasquea la lengua y suspira, sopesando en su mente las palabras correctas para negarse a esa solicitud
-Por favor –un jadeo desesperado abandono los labios del rubio –Rey Rivaille –entonces alzo la mirada para observar a la prominente figura sentada en el trono, Rivaille es el dios del inframundo, un hombre –a sus siglos de vida –de porte serio, frio, calculador, cruel en ocasiones y benévolo en otras, mide 1.65 cm, sus cabellos son negros como la noche, su piel es pálida acostumbrada a la inexistente luz del inframundo, es fuerte en físico como en carácter, sus ojos finos, afilados y pequeños congelan de miedo a cualquier ser viviente, son color olivo, cejas delgadas, labios pequeños y finos, nariz respingada, este es el dirigente del infierno, los que muchos llaman malo solo por estar a cargo de un lugar tan miserable y lleno de dolor, pero él no lo es, está lejos de serlo, aunque también puede ser cruel si se lo propone
-Cállate un segundo –murmura Rivaille, estaba perdiendo la paciencia y acaricio con suavidad el puente de su nariz, Kirschtein callo esperando la respuesta
-¿Rivaille? –una voz desconocida desconcertó al joven que suplicaba y alerto al rey, Rivaille inmediatamente voltea el rostro buscando a quien le llama, sabiendo a bien de quien se trata, esa tesitura jamás la podría confundir, Jean se dignó a levantar el rostro arrastrado por su curiosidad cuando noto que Rivaille ya no estaba sentado en el trono si no que se había acercado a un joven que aparecía entre las cortinas amarradas en los costados del trono
-¿Pensé que estarías en tu jardín? –el rubio se impresiono por lo tierno y suave de la voz de Rivaille, hasta hace unos segundos le gritaba harto y ahora le hablaba a ese joven de una manera tan suave como si le acariciara con las palabras
-¿Quién es él? –pregunto el jovencito que había volteado hasta donde Jean les observaba, Kirschtein hizo una mueva de fastidio ante la pregunta tan falta de cortesía
-Un mortal, ha venido a pedirme un favor –le acaricio la mejilla al jovencito y este sonrió cerrando los ojos y dejándose mimar por el temible dios, Jean se quedó de piedra ante la demostración de ternura de la evidente pareja, preguntándose a sí mismo quien era ese joven y que relación tenía con Rivaille
-Él es mi esposo –Rivaille hablo separando su mirada de su acompañante para observar al ‘mortal’ contestando la pregunta que Jean se hacía mentalmente –Eren es mi reina –Eren rio suavemente ante el apelativo de Rivaille para hacer un puchero casi inmediatamente, Rivaille le toma la mano y lo guía hasta el trono que le corresponde, solamente así Jean es capaz de verle a detalle, Eren es bastante guapo, comenzando por su cabello castaño alborotado, piel morena –cosa extraña, en el infierno no hay sol alguno que le bronce la piel al joven –sus ojos son un par de joyas aguamarina, tiene la nariz pequeña y respingada y labios delgados y medianos, un poco más alto que su esposo, viste un hermoso Kimono –regalo de su hermana –de color blanco con pequeñas hojas de otoño en las mangas y la parte superior, el obi es verde, usa tabis (1) blancas y unas geta, muy oriental para ser un Dios griego
-Su alteza –Jean se reprende mentalmente al darse cuenta de su error al pensar que Eren es alguien insignificante, el chico está ciego si no observa como Rivaille le mira con eterna devoción y amor, trata de esconderlos para los demás, esos gestos solo son para Eren pero es inevitable no verlos
-Rivaille ¿Cuál es su deseo? –ante la pregunta el renuente Rey solo tuerce el gesto un tanto molesto
-Lo que yo pido es simplemente que me regresen a la persona que más amo, su majestad –Jean es el que contesta ante el mutismo del pelinegro –pero como sé que vuestro Rey no hace favores gratis, he venido preparado para hacer un intercambio –saco una preciosa arpa color plata, por un momento ambos pensaron que daría en prenda el precioso instrumento pero se equivocaron cuando de los hilos de plata se comenzó a escuchar una melodía cargada de melancolía y tristeza, Rivaille no se conmociono en absoluto, al final, tras la muerte lo que rodea a los seres amados de los muertos es solo la melancolía y él ya está acostumbrado a eso, pero Eren que esta poco acostumbrado aun a todo aquello la melodía le llega al corazón, enterneciéndolo
-No es tan sencillo, cuantas veces tengo que repe-… -Rivaille comienza a replicar justo cuando la melodía se termina, Eren le toma de la mano deteniendo su dialogo, Rivaille solo puedo voltear el rostro para observarle, no, ahí esta otra vez, esa mirada suplicante y deseosa que solo significa una cosa
-Eren…sabes que –no puede continuar, Eren comienza a derramar pequeñas lagrimas que bajan por sus mejillas y opacan el hermoso brillo de sus ojos verdes
-Por favor, amor –murmura Eren con una voz tan dulce y tierna que no puede rechazar
-Está bien –suspira abatido y derrotado, si, la única debilidad el Rey es su reina –Has tenido suerte que mi reina este presente cuando me pides esto tan descabellado –a Jean le da vueltas el mundo y no comprende de lo que habla Rivaille –Jamás he sido capaz de negarle algo a mi bello ángel así que, te concedo lo que me acabas de pedir –Jean abre los ojos enormemente, no cree nada de lo que acaba de escuchar hasta que el chirrido de la puerta del castillo se abre y le llaman
-¿Jean? –Marco, un jovencito pecoso de cabellos brunos corre hasta él y le abraza, es su aroma, es Marco y lo ha recuperado
-Marco, Gracias su alteza, gracias su majestad Eren –Eren sonríe suavemente y besa la mejilla de Rivaille en agradecimiento por cumplirle otro capricho más, Rivaille chasquea la lengua, no le satisface el premio por ser bueno
-Solo hay una condición, cuando salgas de este castillo y hasta que llegues a la entrada del infierno después de cruzar sus puertas y hasta ver la luz del sol, no puedes verle a los ojos o si no, el será regresado el infierno y tú no podrás llevártelo de aquí jamás –Jean asiente, besa a Marco en los labios y ambos salen del palacio para abandonar el Infierno dejando a ambos reyes en la sala
-Solo la bondad de Eren es capaz de domar a Levi-
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En el segundo círculo del infierno, donde fuertes vientos azotan a los pecadores de lujuria existe un pequeño Edén improvisado, lleno de flores de todos colores, sobre todo narcisos, la gama de colores contrastan con el gris de la ceniza y el rojo de la roca hirviendo, va desde rosas, morados, hasta azules y verdes, es un arcoíris de colores que se mantiene vivo por la voluntad de Rivaille, un pequeño paraíso que fue echo para su pequeño niño, para que Eren no se sintiera fuera de su hogar, cosa que no pasaba aunque no existiera ese pequeño jardín
-Te estuve buscando –la voz del rey resuena en los oídos de Eren y este sonríe, su voz siempre le ha causado tranquilidad aunque los jóvenes que están a su cargo y cuidan de él le digan que les atemoriza
-Vine a cortar flores –sonríe, con sus dientes blancos, apaciguando un poco la ansiedad de la que es presa en este momento
-Eren…-su voz suena como un murmullo que Eren capta como una súplica, ambos saben que es casi el momento y ninguno quiere separarse aún, los ojos verde agua del castaño tienen un ligero brillo de tristeza y los olivo de Rivaille le dicen que lo van a extrañar
-Se pasara el tiempo rápido Levi –es un consuelo, el que le dice siempre que se va a marchar, 5 meses son muchos para Levi, más si Eren no esta
-No debí haber accedido a esto, no quiero cederte a nadie –se acerca hasta él, acorta la distancia que tenían desde que piso el prado de ese pequeño jardín, se acerca para abrazarlo queriendo fundirse en el
-Mikasa es muy testaruda, mira lo que hizo la última vez –rio suavemente ante el recuerdo de su hermana y como había echo todo un caos en el mundo para tenerlo de vuelta
-Sera tu hermana, pero tú eres mío –Eren sonrió, era una de esas pocas veces en que Rivaille era capaz de demostrar, abiertamente y con palabras que él no deseaba compartirlo con nadie, ni siquiera con su hermana –frecuentemente lo hacía con acciones
Es el tiempo de Eren para irse, subir al mundo y traer la primavera a los mortales, era el momento en que tenía que separarse de su esposo por 5 largos meses, era el momento en que el infierno tomaba literalmente el nombre que se le había dado, convirtiéndose en un lugar oscuro, lúgubre y lleno de pena, todo por obra del estado de amigo de su Dios regente
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Mikasa llega a las puertas del infierno temprano, deprisa Petra corre a avisarle al Rey del inframundo que la joven diosa esta lista, no les da tiempo a que se despidan, Eren ya ha sido recogido y el gruñe rabioso ante la insistencia de la chica de alejarlo lo más que puede de él, aunque ya es su esposo al parecer ella tiene la esperanza de arrebatárselo algún día –ilusa-
-Rey Rivaille –Petra sigue ahí parada a su lado, observando como frunce el ceño más de lo debido y rechina los dientes conteniendo la ira, jamás le ha agradado y jamás le agradara
-¿Qué deseas? –Petra una pequeña joven de cabellos rojizos cortos y ojos miel esta parada aun lado de el con un tridente entre sus manos, un hermoso vestido negro escotado de manga larga y zapatillas del mismo color, tamborilea los dedos sobre el arma y desvaí la mirada nerviosa preguntándose mil veces sí debería hacer esa pregunta con Eren ausente
-¿Podría contarme, como conoció a su majestad Eren? –le mira de frente por un segundo y nota como las facciones de su rey se suavizan, por un segundo Rivaille ha recordado cuando lo vio y todo lo que hizo para llevarlo al infierno con el
-¿No lo había echo ya antes? –inclina ligeramente el rostro y Petra niega suavemente, solo sabe lo esencial, Eren llego ahí un día y luego ya no se podía ir, por voluntad había aceptado casarse con Rivaille y para toda la corte del infierno, Eren estaba enamorado profundamente del Dios
-Hm…-se queda pensando seriamente si debe develar esa historia, si debe contarle a Pandora, la chica que desato el mal en el mundo como fue que conoció el amor y quedo flechado por cupido en una broma extraña, otro juego del mocoso con flechas, un juego que a veces quería agradecer
-Por favor –Petra suplica mientras ha dejado el tridente en el piso y se a arrodillado, casi enseguida, Erd, Gunter & Auruo han entrado y no entienden lo que pasa
-Si es tanta tu curiosidad lo hare –murmura, le tensa un poco contar su extraña y complicada historia de amor y más porque siente que es algo sumamente íntimo y en verdad lo es
Los cuatro abandonan el trono hasta llegar a pasar a una pequeña sala llena de sillones y muchos cojines, los cuatros guardianes del infierno se colocan en posición para escuchar a su Rey atentamente, siempre les ha causado curiosidad saber cómo conoció a Eren y como se enamoró de él, lo conocen desde el inicio del tiempo y aun así son ignorantes de cómo comenzó todo ese amor y la curiosidad emerge al saber el carácter del de mirada olivo
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Aquella tarde había declinado fervientemente la invitación de Erwin para subir al Olimpo, no tenía ganas de convivir con los dioses y jamás las tendría, toda esa bola de vicioso no hacían más que regodearse de sus habilidades divinas, de cuantos templos y seguidores tenían y eso le colmaba la paciencia a niveles insospechados, así que había decidido por mantenerse lejano a todo aquello, se colocó el colgante de zafiro (2) en el cuello, aquel que los ciclopes le habían regalado, tenía una habilidad especial podía volverlo invisible a todo, decidió quedarse vagando en la tierra, no quería subir al olimpo pero tampoco quería descender al infierno, ahí estaba aún más que aburrido
-¡Eren! –un grito le saco de su pensamiento y se quedó quieto en su lugar, observando a su alrededor, espera que nadie lo vea
-¡Eren¡ ¿Dónde estás? –otro grito más y la figura de una joven lleva a su campo de visión, de cabellos negros cortos, rasgos asiáticos, ojos negros, piel lechosa, alta, esbelta, tiene una corona de olivo y un vestido blanco con detalles en plateado y cinturón dorado, sandalias y su expresión es de completa angustia, su voz también
-Aquí estoy Mikasa –una melodía llega hasta los oídos de Rivaille, suave y tierna, como el cálido sol que le acariciaba las mejillas esta voz le acariciaba el corazón, el dueño de dicha melodía salió de entre unos arbustos, con hojas en el cabello y una sonrisa en el rostro, Rivaille se encogió en su lugar temiendo por un momento que le mirasen
Eren tiene cabello castaño, ojos aguamarina, piel canela que le llamaba a acariciarla y probar su suavidad, era alto 1.70cm, se le figura que tiene 16, al parecer eso aparenta, se pregunta si es un mortal y su duda es aclarada al momento que lo ve caminar, las flores se levantan y parecen querer alcanzarlo, es un dios, a la mocosa la ha visto, se llama Mikasa y al parecer es la diosa de la agricultura, es bastante terca y obstinada y la única capaz de faltarle al respeto a pesar de ser mayor
-No vuelvas a asustarme así Eren –Mikasa corre hasta él y le abraza contra su pecho y entonces Rivaille siente algo moverse violento en su pecho y vientre, celos, coraje, envidia, un conjunto de emociones que le revuelve su ser entero
¿Quién es ella y porque le abraza?
-Estoy bien Mikasa –hace un pequeño puchero pero se deja abrazar sintiéndose estrujado por su hermana mayor que con necesidad se aferra a él, siente el miedo de Mikasa, la ansiedad que tubo por tenerlo 5 minutos fuera de su vista
-No vuelvas a apartarte así de mi Eren –el muchacho la reconforta con un beso en la mejilla, y ella sonríe sutilmente sintiéndose un poco aliviada de tenerlo entre sus brazos, hasta que siente que el joven se tensa ligeramente
-¿Sucede algo? –Eren niega mientras ella nota que tiene los ojos clavados en un punto un tanto lejano de ellos, cerca de una arboleda el observa detenidamente, Levi siente algo de pánico él está parado justo donde Eren mira y luego el jovencito de ojos verdes sonríe con timidez, esto le desconcierta y en un segundo ya ha desaparecido de ahí, abriendo la tierra dejando que lo trague
-No pasa nada –Eren sonríe entre avergonzado y feliz, mientras se separa de su hermana y se alejan de la arboleda y de ese hermoso jardín, su pecho late con fuerza y no puede evitar pensar en los ojos verde olivo que le observaban como una ilusión extraña, fue un segundo, solo uno en que lo miro y desapareció, no lo había notado ahí hasta que observo ese punto con total detenimiento, ese debía ser Hades, el hombre que Mikasa le decía al que no debía acercarse
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Llego al infierno en un santiamén, con el rostro levemente sonrojado y los nervios a flor de piel, no dejaba de pensar que le había mirado y entonces observo el colgante de su mano, no, no lo había notado hasta ese momento que fijo su vista en la arbolada, algo malo debió haber pasado, el colgante nunca fallaba
-¿Enano, que tienes, pareces asustado? –Hanji enseguida se acercó a él, otro más de sus subordinados, uno bastante molesto
-Nada –murmuro y la voz sonó nerviosa y cansada, se maldijo mentalmente
-Dime ahora o si no te estaré espiando y molestando hasta sacarte todo –chasque la lengua cuando la joven se colgó a su cuello, sintió que no tenía escapatoria
Le conto lo que había sucedido, de la joven asiática y el chico que estaba con ella, Hanji le dijo que se trataba del hermano menor de Mikasa y que le quería más que a nadie, le cuidaba y atormentaba con su amor –no había otra manera de verlo –le conto que apenas se despegaba de él y se alteraba cuando lo perdía de vista más de lo debido, Rivaille se sintió aliviado aunque igual un tanto celoso
-Eren –murmuro en un tono bajo que Hanji escucho por la cercanía, una sonrisa un tanto siniestra se instaló en sus labios cuando observo el tan extraño semblante de su ‘emperador’ se divertiría con ese enamoramiento tan singular por el que estaba atravesando Levi
-Te presento a los reyes del infierno…como se conocieron y como se enamoraron-
-Esta es su historia-
Continuara…