El frío viento del invierno acercandose... Personas por doquier; unas más felices o más tristes que otras, pero ¿Algunas podían compartir el mismo dolor que otras? La verdad era incierta; sin embargo, por aquella promesa que le había hecho, de darle felicidad a toda costa, no se iba a rendir. Y aún con el corazón roto, jaló la maleta y caminó hasta la puerta del tren bala que se abria frente a él... Daría vuelta a un nueva página, en el libro de su vida...
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Hace unos meses, en la universidad M:
El día era brillante; los rayos del sol aparecian y encajaban entre las copas de los árboles y juntos, formaban túneles de colores; sin encambio, nuestra atención se centra en un aula en particular y en un joven castaño, de verdes ojos.
-Takahashi Misaki, 19 años, estudiante universitario y ahora novio... ¿!Novio!? - se levantó de golpe el estudiante, ocasionando que sus libros cayeran al suelo y el resto de los alumnos mirarán con extrañeza.
-¿Ocurre algo señor Takahashi? - el profesor encargado, tenía un tono autoritario y al parecer, estaba molesto. ¿Como no estarlo?
-Ahh..- expresó el joven, encogiendose de hombros y sonriendo apenado- Lo.. Lo siento... Yo... Yo.. ehh.. Creo que...
-Sientese, por favor. - espetó es profesor, volviendose al pizarrón.
-Hahh... - avergonzado; agacho la cabeza y la recostó en el escritorio.
Después de aquel acto embarazoso, el resto de los presentes en el aula, volvieron a sus asuntos. Sumi Keiichi; senpai y amigo de Misaki, conservo la mirada en el chico, pero al notar un aura de vergüenza, decidió voltear e ignorarlo un rato. Mientras que el ojiverde esperaría hasta que la clase acabará, pues creía que podría ocurrir otro torpe incidente como el anterior.
Además, al término de la misma, seguía el almuerzo.
-¿Qué ha pasado, Misaki?- preguntó Keiichi, tomando los palillos entre las plamas de las manos y haciendolos rodar.- Aquello fue repentino. Me hace creer que piensas, en algo que no es muy agradable o, ¿Estabas soñando despierto? Porque sí es así, entiendo, que pudiste haber soñado con lugar obscuro y profundo y creiste caer, a lo que tu acto reflejo fue levantarte... Pero eso suena muy tonto; al menos debiste azotar las manos en el escritorio o algo así.
-Porfavor senpai, quisiera no hablar del tema por favor. Y no lo creo.- gruñó el ojiverde, lanzandole una mirada amenzadora.
-Pues yo puedo asegurar de que asi fue. Es normal que lo niegues... Después de todo, fue una gran vergüenza.
-La verdad, no, senpai. ¿Por qué?.- miró su charola y junto ambas palmas de la manos, agradeciendo.- Que aproveche.
-Como quieras, pero debes admitirlo. En fin, la comida se enfría.-Con los palillos tomo el prime bocado y lo dirigió hasta su boca.
-En serio que he dicho la verdad... ¿Tan dificil es...- sintió un repentino mareo al hacer esfuerzo, cuando subió su tono de voz.
-¿Qué?- miró el mayor, subiendo un codo a la mesa y apoyando la cabeza en la palma de la mano.
-Olvidelo...- refunfuño el ojiverde.
Después de todo, era hora de comer y no había tiempo para estar discutiendo por cosas sin sentido. Además, los recesos no eran muy generosos que digamos para los estudiantes.
A lo largo de las horas, el castaño sentía los repetidos mareos, pero no les daba importancia; a lo mejor podrían pasarse, a lo mejor eran protducto del estrés al que estaba expuesto al siempre lidiar con Usagi-san y hacer "cosas malas" cuando él no quisiera... También se le podía atribuir a la falta de sueño... Pero, como antes ya lo tenía pensado; no era relevante tomarle importancia... Hasta que...
-Que cansado... -expresó Misaki, quien iba del lado izquierdo de Keiichi.-Siento unas tremendas ganas de dormir, ¿tú no, senpai?
Sin embargo, el chico mayor iba distraído pensando. Había algo raro en su joven amigo, que se veía cansado, apesar de haber comido bien.
-¿Senpai? ¿Sucede algo?- el chico de ojos verdes, se detuvo al notar que no recibía respuesta.
Luego de que Sumi senpai se detuviera; miró al castaño un poco extraño.
Un silencio incómodo se prolongo; Sumi no sabía que decir o mejor dicho, sí preguntarle a su amigo, sí se encontraba bien, pues parecía no tener mucha fuerza en las piernas, además de tener un apetito insasiable y mareos repetidos.
-El día de hoy has estado muy raro. ¿De verdad qué no ocurre nada?- Keiichi comenzaba a sumarle importancia a la rareza en la forma de actuar de Misaki. Había algo... Estaba seguro.- Noté que tenias repetidos episodios donde te encontrabas muy débil, apesar de tomar alimento entre descanso y descanso. ¿Estas bien?
-De verdad lo estoy, ¿Acaso es doctor ahora?-lo miró fijamente, mientras parpadeaba velozmente.
-No lo soy y no me creo uno, pero es un conportamiento extraño, hablando de tí, Misaki- giró acercandose un poco al ojiverde.
-Ajaja - sonrió inocente a Keiichi.- ¿Por qué se preocupa tanto? No es nada, de verda...aahh..- perdió el equilibiro y casi cae.
En un acto de reflejo, Keiichi sujeto a Misaki por la cintura de lado con la mano derecha y enrroscando su brazo en su cintura, para luego con la zurda tomar la diestra de Misaki y así quedar de frente, en una pose incómoda, que a simple vista, podía observarse, que bailaban juntos.
El ojiverde, no se sostenía sobre sus piernas; el agarre fue repentino, pero, gracias a que Keiichi, tenía bien plantados los pies; quedó de cunclillas y dejó a Misaki arrodillarse.
Sus rostros se encontrarón. El joven abrió repentinamente los ojos. El corazón le palpitaba con estruendo. Parecía uno de esos momentos, que podían desvanecerse en un chasquido.
Había otra presencia en aquel acto, que abrió los ojos, hasta notarse redondos y alarmados. La boca en sintonía, formó una "o" mayúscula. Las orbes, eran un portal hacia el interior de su dueño, el cual tenía marcados los celos fuertemente, para salir a flote.
Las bocas semiabiertas de ambos... ¿Representaba un riesgo?