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Forjando una Familia por LatexoHPo

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Notas del capitulo:

Y por fin terminé este capítulo.

No me maten, por favor. Que esto apenas comienza y si quieren ver un final, me necesitarán viva.

Era tan pequeña. Tan vulnerable. Sin embargo Odín no la consideraba como tal, para el Padre de Todo esa pequeña cosa viviente sería la condena de los Asgardianos. La despreció, igual que despreciaba al padre de esa criatura aunque dijera amarlo. Y era ese amor el que le hacía protegerlo, a él y a su reino. Debían estar seguros.

Él lo sabía. Lo sabía y dolía. Ella sería la perdición para Asgard. Sabía que Odín tenía razón. Vio el rencor en los ojos de su padre, la pena en los de su madre; la comprensión en los de su hermano. La había tenido entre sus brazos por poco tiempo, la vio crecer hasta que sus pequeñas manos alcanzaron las primeras ramas de los árboles y sus pequeños pies corrían libremente por los jardines del palacio de Odín. Hasta que la arrancaron de su lado y fue desterrada a Niflheim, donde creó Hel. Su pequeña Hela nunca lo volvió a ver como su padre.

El tiempo en Asgard era lento y caótico. Gente moría e iba al Valhalla o a Helheim. Niños nacían para ser guerreros, para ser esclavos de su propio rey. Para morir en batalla o vanagloriarse en victoria. Manitas que cogían armas forjadas por los enanos; piecitos que eran enfundados en calzado resistente y que recorrerían los mundos para volver -o no- manchados de sangre.

Él nunca fue un guerrero. Nunca gustó del barbarismo y la mansedumbre. Él era un príncipe. Era culto, letrado, diferente. Por eso las madres en Asgard le confiaban a sus hijos para que los instruyera. Era un honor haber sido educado por el príncipe Loki. Miles de ojos le habían visto con admiración; miles de mentes llenadas con historia y sabiduría, con lo orgullosos que debían de estar por haber nacido en Asgard, el mejor reino del Árbol de la Vida: raza de dioses guerreros. Él mismo había estado tan orgulloso…

Hasta que Odín decidió que era hora de que alguno de sus dos hijos tomara su puesto. Thor fue el elegido. Thor y su egolatría. Thor y su casta salvaje e instinto animal. Porque valía más la fuerza que la astucia para Odín. Valía más la osadía sin fundamento que la magia. Porque Thor valía más que Loki. Y cuando realizó que en realidad no era parte de esa familia, que había sido recogido en un acto de caridad, se volvió loco de ira.

Abrió el portal de Jotunheim en un intento desesperado porque Odín viera su valía, que viera que estaba dispuesto a todo por ser digno hijo de Asgard aunque no hubiera nacido allí. Pero para Odín él nunca fue valioso, sólo era el recordatorio de una batalla ganada, el trofeo de una guerra.

Luego fue Thanos y la promesa de gobernar Midgard. ¿Por qué no? Los Midgardianos eran una raza inferior, débiles. Él podría gobernarlos, darles la fuerza que necesitaban. Pero se equivocó; erró el camino. Midgard no era como Asgard. En Midgard la vida era valiosa, en Asgard lo que valía era el sacrificio. En Asgard no importaba cuántos morían -inocentes o no- por un objetivo final. En Midgard eso era condenable. La vida era respetada, la vida era preciada. Hasta la suya.

Ahora sabía que su vida era valiosa, que había un objetivo para ella. Al fin se dio cuenta de eso. Porque los que antes le miraban con odio, ahora hasta le sonreían… o al menos ya no lo veían como un insecto. No fue su esfuerzo, fue su alma. Esa que le decía a gritos que amaba al que hace mucho tiempo había considerado su hermano; al que había cambiado para ser y vivir, no para pelear y ganar. Y era esa misma alma suya que le decía a gritos que debía proteger a ese pequeño ser que tenía entre sus brazos. Porque ese pequeño no era como su Hela. Él no fue condenado antes de nacer, él era libre, y debía aprender a serlo.

La parte verde, gigante y furiosa era el escape a una horrible realidad. La furia se desencadenaba al sentirse herido y asustado. El gigante no era un monstruo, era una defensa. Loki lo comprendía perfectamente, porque él tenía su propio monstruo interno, a veces floreciendo y tornando su piel azul, recordándole de dónde venía realmente. Quizá por eso terminó por aceptarlo y reflejarse en el tormento en esos ojos marrones, porque vio el dolor, la furia, la tristeza, la impotencia, la inseguridad y vulnerabilidad.

Era consciente de que la forma infantil de Bruce Banner sería pasajera, también se lo arrebatarían; pero como había dicho Lady Potts, mientras fuera un niño harían todo por salvarlo. Y él estaba dispuesto a colaborar.

Una sonrisa se formó en sus labios. Si le hubieran dicho que terminaría agradecido por vivir en Midgard, con todas sus tonterías y realidades, se habría tirado de cabeza a Helheim. Ahora mismo, si le ofrecían volver a Asgard para tomar el trono… ¡Qué le dieran a Odín y a su horda de guerreros por el culo!

Se rió entonces, porque hasta ya comenzaba a pensar como los Midgardianos. Vale, quizá como los malhablados Midgardianos. Giró su cabeza para ver a Thor a su lado; al menos esta vez no lo había aprisionado hasta casi asfixiarlo. Recorrió con una mano los largos cabellos dorados mientras sonreía. Le gustaba ver dormir a Thor, siempre lo había hecho. Y entonces Thor soltó un ronquido monumental. Loki hizo una mueca, pero ya era demasiado tarde. Bruce había despertado. Loki se apresuró a acariciarle la espalda para que no se asustara, pero Bruce abrió un ojito y lo miró.

"Tho onca feo. Almohada en su boca", dijo acomodándose sobre su pecho para volver a dormir.

Loki ahogó una carcajada. Un instante después, Thor tenía una almohada sobre su rubia cabeza.

~*~

Steve agradeció con una gran sonrisa a Cassie, quien puso sobre la mesa un café americano y una enorme malteada de fresa, sin mover el reguero de lápices de colores.

Ella le guiñó un ojo y volvió a su trabajo. El soldado estaba en un descanso, bueno, prácticamente toda la tarde había sido un descanso, porque Bruce se apoderó de sus instrumentos de trabajo y ahora tendría que comprar otro cuaderno de dibujo profesional. Al menos los lápices y carboncillos estaban bien, un poco gastados y mordidos, pero seguirían funcionando.

"¡Teminé, Teve!", exclamó Bruce alzando el dibujo que había hecho.

Steve lo miró y evitó fruncir el ceño. En su lugar, le regaló una espléndida sonrisa al niño antes de acercarle la malteada.

"Te quedó genial. ¿Qué te parece si lo ponemos en la puerta del refrigerador cuando volvamos a casa?"

Bruce asintió sorbiendo de la pajilla.

Steve se quedó mirando el dibujo. Era tan sencillo, unas cuantas líneas y círculos, como la decoración en la maceta en la que esa misma mañana Natasha y Clint habían plantado girasoles junto a Bruce. Era simple y raro, por supuesto, pero era totalmente distinguible una figura más grande que las demás. Era un monstruo, el monstruo de Bruce. Y no era Hulk, de eso estaba seguro. Frente a la figura del monstruo (que tenía los brazos alzados, ojos rojos y feroces dientes), estaban todos ellos, los Vengadores, también Loki y Virginia. Y tras ellos, una pequeña figurita con rizos. Bruce se había dibujado a sí mismo siendo protegido por ellos del monstruo.

Sin embargo, Hulk no estaba desaparecido de la mente de Bruce. El chico verde también fue dibujado en varias páginas del cuaderno. Una enorme bola verde, con piernas y brazos de línea, con pelos oscuros y ceño fruncido. Y cuando Steve le preguntó si sabía dónde estaba ese personaje, Bruce se señaló el pecho, dándole a entender que estaba ahí, dentro de él.

Steve no entendía del todo de Ciencia, moléculas o el comportamientos cerebral, pero reflexionó, mientras veía que Bruce se había deshecho de la pajilla para tomar directamente del vaso (dejándose sobre los labios una línea espumosa rosada), que aunque actuara totalmente como un niño, con sus miedos y sus traumas, los conocía perfectamente y también a Hulk. Era tan extraño. Porque ni siquiera Stark lo entendía, y eso era ya suficientemente alarmante.

Stark… Por la mañana se lo había topado cuando subió al piso común para llevarse a Bruce y hacerle algunas pruebas cerebrales, pero el genio ni siquiera lo había mirado. Bueno, sí lo miró, sólo un instante, y lo hizo con un brillo extraño en los ojos. ¿Era disculpa? ¿Era vergüenza? O quizá él, Steve, estaba alucinando. Stark no sabía lo que era vergüenza. Tal vez era su propio deseo de que Tony fuera… menos Tony.

Sacudió la cabeza, debía dejar de pensar en ese cretino y de paso en lo que le hacía sentir. Entre Thor y sus preguntas, la declaración -infundada, por supuesto- de Pepper y el brillo en los ojos del propio Stark, bueno, estaba hecho un lío.

"¿Pensando en cierto genio guapo y rico?"

Steve alzó el rostro para ver a Virginia. Vaya, sí que se había perdido; la mujer estaba sentada frente a él, acariciándole los cabellos a Bruce, que le enseñaba sus dibujos.

"Lo siento. No te vi llegar", se disculpó el rubio entregándole el último.

Pepper vio el dibujo y compartió una mirada cómplice con Steve. Luego se centró en Bruce.

"Está muy bonito, Bruce. Eres todo un artista", le sonrió. Reforzamiento de autoestima; era muy importante.

"No. Teve dibuja bonito. Mira, aquí ta Ony"

Y Steve no pudo evitar que Bruce pasara las páginas del cuaderno hasta mostrarle a Virginia un espectacular dibujo a lápiz de Anthony Stark. Tampoco pudo evitar sonrojarse como un demonio, menos cuando la mujer rió con ganas, mirándolo divertida.

"Sólo le estaba mostrando a Bruce cómo utilizar las sombras", gimió frustrado.

Y todo fue a peor cuando Cassie les llevó sus ordenes para comer. La chica había mirado mal a Pepper, quizá malinterpretando la "salida familiar", pero a Bruce le llevó una rosquilla extra, y una bonita sonrisa a Steve; también extra. Entonces Bruce le preguntó si era su novia, Steve le dijo que no, por supuesto, y Bruce había sonreído mientras masticaba la dichosa rosquilla y le dijo con toda la inocencia de la que era capaz: "Ah, bueno. Poque Ony es más bonito".

Virginia Potts se rió de él hasta que llegaron a la torre. Y después también.

~*~

Las dos semanas que siguieron fueron un logro de supervivencia. El ambiente se mostraba tenso cuando Steve y Tony estaban juntos, pero nunca solos; ambos evitaban esa situación con bastante cabezonería.

Bruce había hecho pequeños progresos. Las salidas se volvieron continuas y tanto Steve como Pepper se acostumbraron a camuflarse para que la prensa (o cualquiera) les reconociera. El soldado disfrutaba de sus apacibles tardes en el restaurante donde trabajaba Cassie, haciendo dibujos y vendiéndolos a los turistas, o a los propios neoyorkinos que admiraban de su talento. Pepper al fin había encontrado a alguien capacitado para ayudar en la Presidencia de Industrias Stark y se vio menos presionada. Ahora se pasaba las mañanas, después de que Clint le daba 'entrenamiento' a Bruce, ayudándolo con su problema de lenguaje. Aún no pronunciaba muy bien, y era más bien una cuestión de costumbre el que siguiera llamándolos de la manera en que lo hacía, pero se expresaba más y se daba a entender mejor. Las pesadillas seguían siendo recurrentes, pero todos se mostraban comprensivos y le instaban a entender que no eran reales, que ese  monstruo no era real. Los terrores nocturnos también era algo que terminaba asustándolos a media noche, pero dejaban que Bruce gritara sin despertarlo hasta que volvía a dormir sin enterarse de nada. Su retraimiento social también era muy difícil de manejar; todavía le daba miedo interactuar con gente extraña, pero si alguno de ellos estaba con él, no ponía objeción sin alguien quería pellizcarle las redondas mejillas.

Bruce era, sin duda, un niño feliz dentro de sus normales limitaciones. Y no sólo eso, había logrado que los demás también lo fueran. Él los hacía felices a ellos al cuidarlo, los había unido más allá de ser un equipo de combate.

Anthony Stark era consciente de ello, y sin embargo no estaba satisfecho de ninguna manera. Él fue el primero que le había prometido a Bruce que lo haría feliz, y aunque casi había llenado la sala del piso común con juguetes y material didáctico (que les había comprobado que Bruce era un genio desde pequeño) y pasaba algún tiempo con él,  podía ver que la promesa era cumplida por los demás.

Ahora estaba cansado, atormentado por lo que sentía por Rogers –que se le antojaba como un abismo infinito entre ellos-, y asustado. Ante los demás y ante el propio Bruce fingía que todo estaba bien, que avanzaba en la reconstrucción de la máquina molecular y, aunque de hecho así era, los análisis en la sangre de Bruce eran, por decir lo menos, aterradores.

Hulk estaba ahí, algo que invariablemente esperaba, pero no de esa manera. La radiación gamma era un ente latente e independiente, una mutación a nivel celular, en los glóbulos rojos dentro de las venas y arterías de Bruce: una bomba. Y una de tiempo. Tony estaba luchando contra ese tiempo. En el Bruce adulto esa radiación estaba controlada, el accidente había provocado que la radiación se mimetizara con su sangre, en la sangre y cuerpo de un adulto. Y aún así fue un hecho extraordinario el que no resultara muerto aquella vez. Ahora era diferente, Bruce tenía un cuerpo pequeño, la sangre bombeaba libre y rápida en su carrera para mantenerlo vivo, sangre contaminada. Bruce estaría condenado si él, Tony, no actuaba y rápido.

Por eso no salía del laboratorio, por eso cada vez que podía hacerlo sin caer en sospechas extraía un poco más de sangre, haciendo pruebas que pudieran contener la expansión lenta de la radiación gamma, y también pasaba tiempo quebrándose los sesos para activar la máquina molecular inversamente. Si no podía detener la bomba dentro de Bruce, su otra opción era volverlo un adulto de nuevo antes de que esa bomba explotara. Y todo sin que él mismo explotara de agotamiento y angustia.

~*~

Eran Thor y Loki quienes dormían con Bruce esa noche, algo a lo que ambos se habían adaptado perfectamente. Después de la declaración de Thor sobre las parejas del mismo sexo, Loki se vio renuente a tener otra conversación sobre ese tema. Ellos no tenían tabúes ni complejos sobre el amor entre hombres, mujeres, burros o quimeras. Crecieron en un mundo en el que no importaba mucho el género –o la especie– siempre y cuando existiera conveniencia o, en algunas ocasiones, amor de por medio. Con vidas tan largas, no era común un vínculo duradero entre los Asgardianos. Por eso Loki temía tener algo más allá de la nuevamente adquirida camaradería que había surgido con Thor; temía que el rubio algún día se cansara de él y lo abandonara. Como ‘hermanos’, era casi una garantía seguir juntos. Como pareja no. Pero eso no significaba que Loki perdiera la oportunidad de tocar o dejarse tocar por Thor en un término virtuoso. Aunque ya eran varias las veces que Thor había intentado besarle.

Loki escuchó entonces un pequeño gemido, supuso que sería otra pesadilla, así que despertó a Thor con un ligero codazo. El rubio no tardó en mirarlo con la pregunta en sus ojos.

“Pesadilla”, murmuró Loki apenas.

Thor asintió y se incorporó despacio de la cama para subir la intensidad de la luz. Loki pasó una mano por la espalda de Bruce, pero eso provocó que el pequeño gimiera otra vez. No era una pesadilla, definitivamente.

Asustado, Loki movió la cabecita de Bruce hasta que sus ojos se encontraron. Había un gesto de aflicción en su rostro.

“Duele, Oki”, dijo Bruce bajito.

“¿Qué te duele?”, inquirió el ojiverde incorporándose hasta quedar sentado en la cama. Thor ya estaba a su lado, mirando con el ceño fruncido al pequeño.

Bruce no respondió, en lugar de ello apretó entre sus manitas al señor Bonny. Loki volvió a acariciar su espalda.

“Ay”, se quejó Bruce antes de morderse los labios.

Thor no se lo pensó dos veces, con premura y delicadeza levantó por completo a Bruce de la cama hasta que quedó de pie, y en un momento ya había quitado la playera del pijama, volteándolo. Ambos Asgardianos se miraron alarmados.

--

Steve se llevó la taza de té caliente a los labios y sorbió lentamente. Decidió que estaba todavía muy caliente, así que dejó la taza sobre la mesita de centro, sonriendo al ver un pequeño equipo de química perfectamente acomodado.

Y entonces vio pasar frente a él a Loki, en pijama, corriendo hacía el elevador. El soldado frunció el ceño y no pasó ni un segundo cuando ya venía Thor, cargando a Bruce, envolviéndolo con una sábana.

“¿Qué pasa?”, preguntó Steve levantándose para seguir a Thor.

“El pequeño Bruce se lastimó. Lo llevaremos con el amigo Tony”, fueron las palabras del semidiós.

Steve se metió con ellos en el elevador.

“¿Cómo se lastimó? ¿Qué tiene?”, cuestionó Steve intentado mirar a Bruce a la cara, pero la tenía hundida en el cuello de Thor, sus brazos rodeando ese cuello y su conejo colgando de una de sus manitas.

Loki descubrió la espalda de Bruce bajando un poco la sábana. Steve abrió la boca, pero no logró que nada saliera de ella.

--

“¡Stark!”, exclamó Steve. Fue el primero en entrar al laboratorio.

Tony se incorporó torpemente, una hoja de papel se había pegado en su mejilla por haberse quedado dormido sobre la mesa de trabajo. Se quitó la hoja y miró a Steve todavía con los ojos nublados.

“¿Qué quieres, anciano? Estoy muy ocupado”, pudo decir mientras se tallaba los ojos.

Pero Steve estaba asomado en la puerta, urgiendo a alguien a adentrarse.

“No quiere…”, dijo Thor intentando separar suavemente a Bruce de su cuerpo.

“Bruce, Stark puede ayudarte a que ya no duela”, agregó Loki, pero Bruce negó con la cabeza.

“Ya no me va a queer… Ony verá que no soy fuete…”, murmuró Bruce apretando los ojos.

Steve no podía perder tiempo. Con todo el dolor de su corazón separó bruscamente a Bruce del pecho de Thor. El señor Bonny cayó al suelo. Intentó que el gemido de Bruce y su negativa no le impidiera llevarlo hasta Tony.

“Esto necesita hospital, ahora mismo Stark”, dijo Steve resuelto, girando a Bruce para que el millonario viera la horrible marca roja justo en medio de su espalda. Estaba en carne viva, como  una quemadura.

Tony comenzaba a incorporarse del asiento, pero cuando vio la herida volvió a dejarse caer. El tiempo se había acabado. Bruce estaba condenado.

~*~

Steve no dejaba de ver a Stark. Su aspecto acabado, su rostro angustiado, las enormes ojeras bajo sus ojos, la barba desaliñada, los labios secos mientras hablaba.

“La radiación está matando sus células. El cuerpo de Bruce es ahora demasiado pequeño para contenerla. Es un como un cáncer en etapa terminal”, terminó de explicar Tony.

Clint y Natasha no lo miraban, sus rostros estaban fijos en la ventana, ambos sentados en las duras sillas del cuarto de espera, tenían los brazos cruzados y la preocupación en cada uno de sus gestos.

Thor estaba de pie, con la espalda pegada a una de las paredes y los ojos cerrados.

Pepper se había cubierto el rostro con ambas manos, impotente.

Y entonces todos se estremecieron cuando escucharon más gritos provenientes del consultorio. Bruce estaba recibiendo una curación básica sobre la herida abierta, sin duda horriblemente dolorosa. Loki estaba con él.

Le acariciaba los rizos, intentaba hablarle para distraerlo, pero Bruce sólo le miraba con los ojos inundados, gimiendo, apretando esos ojos y soltando un grito que le partía el corazón cuando las hábiles manos del médico pasaba otra gasa quirúrgica con algún líquido que evitaría que la herida creciera, cuando retiraba tejido muerto, cuando cubría con más compresas apretando.

Loki tenía unas inmensas ganas de llorar junto a Bruce, porque el rictus de dolor en ese carita era devastador. Pero se contuvo, porque no quería agregar más angustia al pequeño.

El médico terminó. La enfermera retiró los instrumentos. Loki tomó la manita de Bruce cuando le fue inyectado un medicamento para aliviar el dolor.

“Ya pueden llevárselo”, dijo el médico saliendo del consultorio. Tras él la enfermera.

Pepper había hecho los arreglos para rentar una sala del hospital privado, había pagado al médico y la enfermera lo suficiente como para que mantuvieran la boca cerrada y ahorrarse el numerito de que todo el mundo se enterara de que Anthony Stark había estado en un hospital. Además de mantener seguro a Bruce.

Thor, que era el más grande y fuerte, acomodó a Bruce entre sus brazos de modo que no lastimara su espalda. El pequeño había caído agotado de tanto llorar, y el medicamento había hecho efecto inmediato.

En la torre, como ninguno quería despegarse de Bruce, lo acomodaron en el sillón más amplio, sobre su estómago, y devolviéndole su conejo para que cuando despertara fuera lo primero que viera. La compresa ya tenía manchas rojas y tendrían que cambiársela con regularidad.

Tony volvió enseguida al laboratorio. Tenía que hacer algo, no podía dejar simplemente que la radiación acabara con la vida de Bruce. Lo tenía que salvar, tenía que mantenerlo con vida. Niño u hombre, pero vivo.

“¿Por qué te callaste todo este tiempo?”

Tony se llevó una mano al puente de la nariz. Irritado.

“No necesito de tus reproches, Rogers. Déjame trabajar”.

Pero Steve lo tomó de la camisa y lo azotó contra la pared, tenía una mirada furiosa. Tony le agarró los brazos para aligerar el agarre del súper soldado, lo estaba lastimando.

“¿Desde cuándo sabías lo que podía pasarle? ¡¿Por qué no lo dijiste, Stark?! ¿Por qué dejaste que esto pasara?”

“¿Crees que es divertido para mí, Rogers?”, respondió Tony en el mismo tono alterado que había usado el soldado. “¿Crees que he estado aquí encerrado por diversión? ¡He estado intentado evitar que esto pasara! ¡He usado todo lo que está a mi alcance para evitarle a Bruce el sufrimiento, pero no soy un dios, no puedo simplemente desear algo y ese algo hacerse realidad!

“¿Por qué te callaste?”, volvió a preguntar Steve, sin soltar el cuello de la camisa del moreno.

“No quería angustiarlos”, fue la respuesta de Tony, casi susurrada. “¿Qué ganaba con decirles? Los necesitaba comprometidos para hacer feliz a Bruce, si se los hubiera dicho el tener en mente que podemos perderlo… Los hubiera distraído.

“Claro”, dijo Steve soltando a Tony, pero sin separar la corta distancia que los separaba. “Porque el gran Tony Stark puede hacerlo todo, ¿verdad? Porque el gran Tony Stark debe hallar una solución para después evidenciar su enorme ego al mundo. Porque el gran Tony Stark no necesita ayuda, aún si eso pone en riesgo la vida del que supuestamente es su mejor amigo…"

Y Tony ya no lo soporto. Sacó toda su frustración y su impotencia en el golpe que le propinó a Steve, reventándole el labio inferior. Y luego fue Steve el que, después de limpiarse la sangre, se abalanzó a Tony.

Rendido, Tony ni siquiera se preparó para recibir el golpe. Golpe que nunca llegó. Y no llegó porque Steve le había tomado de la nuca para besarlo. Fue duro, salvaje, entregado, desesperado, con el sabor metálico de la sangre y el gusto salado de las lágrimas.

Tony Stark estaba rendido, agotado. Su cuerpo, su mente, su alma, su corazón. Y cuando Steve rompió el beso fue recibido en los fuertes brazos del soldado. Y lloró sobre ese pecho.

“No quiero que muera…”, sollozó, aferrándose a Steve.

“No lo permitiremos. Déjanos ayudarte, Tony. No tienes que hacerlo solo. Somos un… una familia”,  susurró Steve de vuelta suavemente. Le besó de nuevo, esta vez lenta y dulcemente.

Steve había estado ciego.

Amaba a Tony, a ese Tony que sí estaba dispuesto a sacrificarse por los demás.

 Y salvarían a Bruce. Tenían que hacerlo. Juntos. Como la familia que ahora eran.

Notas finales:

Vale... no me cansaré de repetirlo: Gracias por todos sus comentarios, me alegran mucho! =)

Ok, son las 3:21 de la madrugada, así que responderé reviews una vez que duerma un poco, ¿vale?

Este es el fic del que saqué el nombre de Cassie. Corran a leerlo, es un Stony obcenamente divertido!!!!

Y una vez más, gracias por leer.

Les mando un beso!!!

Látex


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