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Forjando una Familia por LatexoHPo

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Natasha Romanoff rodó los ojos mientras firmaba su informe sobre la reciente misión. El contrabando de armas y drogas eran cosa fácil para ella y, aunque odiaba admitirlo, hacía un buen equipo con Barton. El Barton que ya roncaba sonoramente a su lado. Natasha frunció el ceño y le echó un vistazo al informe del arquero.

‘Llegamos, les pateamos el culo y ganamos gracias a mi increíble habilidad estrátegica y de combate. Ah sí, Nat también ayudó un poco’.

Natasha resopló enojada. ¿Por qué Fury aceptaba esos estúpidas líneas egocéntricas como informes? Tal vez porque se conformaba con los suyos, que siempre eran detallados y bien escritos. Y quizá también porque le divertía leer tonterías.

Miró su reloj. Fury no tardaría en llegar para, al fin, dejarlos libres. Necesitaba descansar, dormir al menos doce horas y comer decentemente. Por muy Vengadora, espía y agente entrenada Natasha era un ser humano. Aprovechó para prender su celular y tal vez escuchar un poco de música. Frunció el ceño cuando descubrió que tenía varias llamadas perdidas provenientes del número personal de Stark.

“Barton…”, dijo mientras codeaba al hombre a su lado. “¡Barton!”, repitió cuando éste siguió roncando como camionero. “¡IDIOTA!”, gritó finalmente.

Sí, eso siempre funcionaba. Clint abrió los ojos y se estremeció cuando vio la peligrosa mirada de Nat.

“¿Qué?”, preguntó medio atontado una vez realizó que no era la mirada ‘la cagaste y pagarás por ello’ en los ojos verdes de la Viuda Negra.

“Nos vamos”, dijo ella mientras se llevaba el teléfono al oído. Cuando Clint quiso preguntar qué estaba pasando, ella alzó una mano para callarlo. “¿Stark?”, habló con el ceño fruncido. “¿Por qué tantas llamadas perdidas? ¿Qué está…? ¿Eso el llanto de un niño?”

Clint dejó de mirarla con curiosidad, ahora una sonrisa florecía en su rostro. Al parecer, el que la había cagado bien y bonito era Stark.

Diez minutos después estaban a toda velocidad hacia la torre por las calles de Manhattan. Habían entregado sus informes a Fury y los había dejado ir sin más preguntas. Como siempre.

“Así que… ¿el idiota de Stark es padre?”, preguntó divertido Clint mientras maniobraba entre el ligero tráfico. Era ya casi la media noche.

Natasha le miraba de reojo, esperando el momento de tener que saltar del auto para salvar su vida.

“No me dio detalles”, respondió sin embargo. “Dijo algo sobre un accidente, pero recalcó que ni se nos ocurriera menciónarselo a Fury”.

“Claro”, resopló Clint. “Un accidente, así se le llama cuando el condón se rompe. No puedo creérlo de Stark”.

“Stark es idiota. Eso, o la madre de ese niño sólo busca dinero y fama. Hay grandes posibilidades de que no sea de Stark”.

Clint sólo atinó a reír al imaginarse las portadas de las revistas cuando la prensa se enterara. Anthony Stark, famoso por ser un playboy, siendo padre por ‘accidente‘. Se burlaría de él hasta el último de sus días.

Cuando el ascensor abrió sus puertas en el piso común de los Vengadores y dejó ver a los dos agentes, Tony Stark respiró aliviado.  Se adelantó a ellos, mirando únicamente a Natasha.

“¿Eres una especie de… mujer, verdad?”, fue lo primero que salió de su boca. Se le veía agotado.

“¿A qué viene esa estúpida pregunta, Stark? ¿Dónde está tu hijo?”, inquirió Natasha de vuelta, casi aventando su mochila en el suelo.

Tony iba a contestar que no se trataba de su hijo (¡Qué absurdo!), pero Steve venía corriendo, proveniente del pasillo de las habitaciones.

“¡Stark! La fiebre no baja, tenemos que llevarlo a un hospital”.

Clint alzó una ceja. El asunto se antojaba divertido, pero hasta él tenía su corazoncito.

“¿Dónde está?”, preguntó seriamente.

Tony, Natasha y Clint siguieron a Steve a paso rápido por el pasillo.

“¿Así que vienen a botarte a un niño como si fuera basura, y encima de todo, uno enfermo?”

“No hagas conjeturas tontas, Romanoff. Ahora no las necesito”, le contestó Tony, y en un tono que de verdad desconcertó a la espía.

Los agentes se sorprendieron cuando llegaron a la habitación del niño, que era la de Banner. Y a todo esto, ¿por qué Banner no…?

Natasha se detuvo en seco en el umbral de la puerta, Clint no estaba en mejor condición.

“¿Ese es…?”, comenzó Natasha, señalándo al pequeño niño que yacía en la cama, con los ojos llorosos, las mejillas coloradas y los labios de un tono azulado que no deparaba nada bueno. También reparó en las pequeñas y variadas banditas porosas a lo largo de sus brazos.

“Luego podemos explicar lo que pasó con el amigo Bruce, Lady Romanoff. Lo urgente es atenderlo. Estoy con el amigo Steve, debemos llevarlo a un hospital”, dijo Thor, que estaba arrodillado junto a la cama, sosteniendo la manita del pequeño.

Clint fue el primero en reaccionar. Se acercó a la cama y quitó el paño que ya estaba caliente en la frente del niño.

“¿JARVIS?”, habló  Tony.

“39 y medio, señor. La fiebre no cede”.

“Stark…”, comenzó Steve, pero se interrumpió cuando Clint retiró las sábanas, se apresuró a quitar la ropa que cubría al niño (que era solamente la camiseta de Thor) y lo tomó en sus brazos.

Todos miraron atentamente cómo el arquero se apresuraba hasta el baño. Después de un par de segundos, ya estaban apretados en el umbral para ver lo que hacia.

Bruce chilló cuando el agua fría mojó todo su cuerpo. Clint le estaba dando una ducha helada bajo la regadera.

“Dejen de mirarme como idiotas y consigan alcohol. ¡YA!”, les dijo antes de que alguno pudiera protestar por su comportamiento. Tony y Steve se apresuraron a obedecer, saliendo de la habitación. Natasha fue la segunda en reaccionar y se internó al baño para tomar una toalla.

“Podemos escuchar mientras actuamos, Thor”, le dijo al semidios que miraba curioso lo que hacian con el pequeño doctor Banner. “¿Por qué carajos Banner es un niño?”

“Accidente de laboratorio. Eso fue lo que me dijo el amigo Stark”, se apresuró a contestar el rubio, mientras ella envolvía a Bruce con la toalla, y para su total incomodidad, tuvo que sostenerlo entre sus brazos.

“Es por eso que no quería que se lo dijeramos a Fury”, le dijo Clint a Natasha. Ella le miró y asintió. Era como si se comunicaran sólo con la mirada.

Y entonces, Bruce miró con ojitos brillantes a la mujer que lo sostenía. Y sonrió, a pesar de que temblaba de frío.

“Mami”, balbuceó antes de enterrar su carita en el pecho de Natasha Romanoff.

“Ha estado llamando a su mami desde que la fiebre apareció”, explicó Thor cuando vio el horror en la cara de la pelirroja.

“Delirio”, asintió Clint.

Natasha carraspeó. Iba a decirle al niño que ella no era su mamá, pero esos bracitos ya la había rodeado y parecía más relajado. Ni ella, que se autoclasificaba como una verdadera insensible, tuvo corazón para negarlo. Además, estaba delirando por la fiebre, ¿cierto? Era delirio de un pequeño niño.  Se mordió la lengua y volvió a la cama, donde intentó depositar al pequeño, pero éste se aferró más a su cuerpo, enterró más su carita en su pecho.

“Vamos, amiguito. Mamá va a secarte, estás todo mojado”, le dijo Clint, que recibió una mirada reprobatoria de Natasha, pero el mini-Bruce pareció entender y se separó un poco.

Natasha tomó la toalla seca que tenía Clint en las manos. Suspiró y retiró la toalla mojada del cuerpecito temblante, y procedió a secarlo cuidadosamente. Bruce parecía estar en una duermevela, seguramente agotado por la fiebre.

“Cuando vuelva a su estado normal me divertiré de lo lindo comprobando hasta qué grado el temible Hulk puede sonrojarse contándole la historia de la vez que Natasha Romanoff pasó sus manos por su cuerpo desnudo”, dijo Clint bastante divertido.

La pelirroja detuvo su toque sobre el pequeño (aunque no lo tocaba directamente, la toalla hacía ese trabajo), y miró horrible a Clint.

“Fío, mami”, murmuró Bruce.

Natasha dejó de mirar feo a Clint y miró sin mucha emoción al pequeño, pero volvió a su trabajo.

“¡Deja de decir tonterías, Rogers! Tú mismo lo escuchaste, Bruce no quiere ir a un hospital”, se escuchó la voz acalorada de Tony Stark.

“¡Está así por nuestra culpa, Stark! Lo menos que podemos hacer es ayudarlo. Ninguno de nosotros es médico”.

Y entonces Bruce se abalanzó a Natasha. Sollozando.

“Hombe malo, mami. No deje que me toe…”, susurró. Su cuerpo tembló aún más, y los tres presentes supieron que no era por el frío.

Fue Thor el que se plantó en la puerta. Tony y Steve casi chocan con el imponente rubio.

“Se los advierto”, les dijo con una molestia que nunca se veía en él (excepto durante batalla). “Una discusión más enfrente del pequeño Bruce y me encargaré de decorar sus cabezas con ayuda de Mjolnir”.

“Aquí está el alcohol”, fue todo lo que dijo Tony, verdaderamente sorprendido por esa actitud en el siempre bonachón Asgardiano.

Thor arrebató de la mano del millonario la botella de alcohol y se volvió a la habitación. Se la entregó a Clint.

“Acuéstalo, Nat. De espaldas”, le pidió éste a la pelirroja. Ella intentó hacerlo, pero Bruce se había puesto rígido, no quería soltarla. “Háblale, tranquilizalo”.

“No sé cómo…”, murmuró ella entre dientes. ¡Por Dios! Prefería estar en medio de una ráfaga de balas que en esta jodida situación.

Fue de nuevo Clint el que tomó el control.

“Oye, amiguito, mami no dejará que el hombre malo te haga daño, tampoco tíos Thor y Clint. Mami te ayudará a sentirte mejor, necesitas recostarte en la cama”.

Natasha miraba embobada esa faceta de Clint, una que francamente no conocía y que por alguna razón hacía latir su corazón.

Bruce finalmente suavizó el agarre sobre el pecho de Natasha y permitió que ella lo acostara de espaldas en la cama. Y entonces vio esos ojitos semicerrados mirándola, con mil sentimientos que ella no conocía tampoco.

“No dejes de tocarlo. Acarícialo”, le susurró Clint mientras destapaba la botella de alcohol y se ponía una generosa cantidad en las manos. “Esto se sentirá frío, ¿está bien?”, le dijo suavemente a Bruce.

Natasha reaccionó cuando esa vocecita gimió ante el frío contacto. La mano le temblaba en el camino hasta los rizos del pequeño. Pero una vez ahí fue más fácil enredar sus dedos entre los cabellos que ya comenzaban a secarse. Fue más fácil corresponder a la débil sonrisa. Si alguien le hubiera dicho que miraría alguna vez a Bruce Banner como algo absolutamente adorable, seguramente le habría volado la cabeza. Todavía tenía presente la persecución de la que fue víctima por parte de Hulk, y aunque comprendía que no había sido culpa de Banner… ellos eran uno solo, ¿cierto?

“Esto sólo bajará un poco la fiebre, Stark”, habló Clint mientras recorría con sus manos llenas de alcohol la espalda, los brazos y las piernas de Bruce. “Pero la fiebre es sólo signo de alguna enfermedad…”

“JARVIS, ¿ya tienes los datos?”, inquirió Tony interrumpiendo al arquero.

“Señor: síntomas primarios de neumonía debido a la larga exposición al frío y la humedad. También hay un poco de desnutrición.”, contestó el siempre fiel JARVIS.

“¿Tratamiento para la neumonía?”, inquirió de vuelta Tony.

“Reposo, ingesta de líquido abundante y fármacos. Codeína y Paracetamol en una dósis adecuada para la edad actual del Doctor Banner”.

“¿Qué es…?”, preguntó esta vez Steve.

“Cuatro años con dos meses, Capitán Rogers”, respondió la IA.

Todos contuvieron el aliento, menos Clint, que giró con delicadeza el ligero cuerpecito de Bruce para continuar con su tarea en su pecho, brazos y piernas por enfrente.

“Necesitará algo más que sólo la camisa de Thor”, dijo el arquero. “Un pijama o algo así”.

“Yo duermo desnudo”, declaró Thor. “Pero Loki tiene ropas de dormir suaves y cómodas. Le pediré una”, y salió de la habitación, mirando primero al niño, y luego a Steve y Tony, entrecerrando los ojos, como recordándoles su advertencia.

“Me refería a algo de su tamaño”, obvió Clint terminando su tarea.

“Bien”, suspiró Tony al fin. “Rogers, ¿quieres ayudar a Bruce, cierto? Entonces muévete, conozco una tienda de 24/7. Le compraremos algo de ropa y el medicamento”.

“Espera, Stark”, habló entonces Natasha. Bruce parecía ya estar dormido. Tenía los ojos cerrados y su respiración era suave y lenta.

“Podemos esperar a mañana para contarles lo que pasó con detalles, Romanoff…”

“No”, interrumpió ella bajando el tono de voz. “Cuando tú y Steve se acercaron a la habitación gritándose como bestias, Bruce se aferró a mí y dijo algo sobre un hombre malo”.

Clint también miró a Tony, profundamente. Steve frunció el ceño, comprendiendo entonces la actitud de Thor.

“Memoria traumática. Estoy seguro que eso no se debió sólo a la fiebre”, secundó el arquero.

“Por eso Loki dijo que le asustaban los gritos…”, murmuró Steve.

“Lidiaremos con ello mañana”, recalcó Tony verdaderamente agotado. “Ahora es mi prioridad que la neumonía no llegue con toda su fuerza”.

“Stark, ¿qué hay de…?”

“Mañana”, zanjó Tony. “¿Podrían cuidarlo un rato, no? Tomenlo como una misión. Necesito a Pepper”, murmuró lo último antes de salir de la habitación seguido por Steve.

Cuando Natasha dejó de mirar la espalda de aquellos dos, volvió su atención a Bruce y se percató de que todavía acariciaba su pelo. Separó sus dedos lentamente, insegura.

“¿Sabes? Te ves linda como mamá”, le dijo Clint mientras tapaba con las sábanas al pequeño.

“Cierra la boca, Barton”, contestó ella, pero él simplemente amplió su sonrisa. “En todo caso, tú parecías más una mamá preocupona hace unos momentos”.

“Fue hace muchos años, una de mis primeras misiones para S.H.I.E.L.D. El secuestro de un niño pequeño; por circunstancias tuve que quedarme con él unos días, y estaba deshidratado, famélico y con una fiebre peor que ésta. Aprendí algunas cosas”.

Thor arribó entonces a la habitación, con un pijama mullido color verde.

“Aquí está”, habló un poco alto, sobre todo porque la hora había menguado los ruidos habituales en la torre.

Bruce se removió y abrió un poco los ojos. Tosió un poco también. Natasha volvió a acariciarlo, por instinto más que nada (uno que no sabía que existía en ella).

“Aquí estoy, pequeño”, le susurró sin saber por qué o cómo. Pero no se lo preguntó cuando vio la pequeña sonrisa.

Entre los tres vistieron a un soñoliento y cansado niño de cuatro años. Solamente utilizaron la parte de arriba del pijama, lo suficientemente largo para cubrirle también un poco de las piernitas. Ninguno de ellos, al parecer, se dio cuenta de los ojos verdes que los observaban.

~*~



“Ciento ochenta dólares”, dijo mecánicamente la cajera del centro comercial.

Tony se apresuró a pagar por el par de pijamas, un paquete de ropa interior (con figuritas de animalitos) y las medicinas. Seguramente tendría que haber comprado algunas cosas más. Pero no tenía ni puta idea de lo que un niño de cuatro años necesitaba. Y Rogers no era de mucha ayuda. Se había limitado a preguntar cuáles eran los pijamas adecuados para la edad de Bruce y nada más.  Sí, necesitaba a Pepper.

“Trataremos de no discutir en frente de Bruce”, habló por fin el súper soldado una vez estuvieron de vuelta en el auto.

Tony sonrió mordazmente.

“La amenaza de Thor fue efectiva, ¿verdad?”

“No. No le temo a Thor ni a su martillo. Temo por Bruce. Memorias traumáticas, Stark. Ningún niño debe tenerlas, a ninguna edad, pero menos cuando es tan pequeño”.

El rubio realmente parecía preocupado por ese tema, como si supiera de verdad de lo que hablaba. Y en Tony tampoco era algo desconocido. Sabía que Bruce no había tenido una muy buena infancia, pero el científico jamás le había hablando sobre ello. Y en realidad todos ellos habían sido niños diferentes al resto. Con sus propios traumas y demonios. Sí, necesitaba a Pepper, pensó una vez más.

Y entonces, como si alguien todavía lo quisiera allá arriba, sonó su celular. Y sí, era Pepper.

“¿Tony? ¿Qué pasa? Apenas terminé la junta con los accionistas y prendí el celular, hay como quince llamadas perdidas. ¿Todo bien?”, dijo ella en el teléfono.

“No, Pep. Nada está bien”, contestó Tony cansado. “Tenemos un enorme problema. Se trata de Bruce…”

“Saldré en el primer vuelo”, interrumpió ella apenas escuchó el nombre de Bruce. “¿Él está… bien?”

“Por ahora, creo que sí. Pero nos necesita. A todos”.

“Te veré temprano”, dijo ella antes de colgar.

“Seguimos jodidos, ¿verdad?”, preguntó Tony retóricamente.

Steve lo entendió así y sólo suspiró.

Notas finales:

¡Hola!

Primero: Muchas gracias por sus reviews!!

Segundo: Son más de la una de la mañana, así que disculparan que no conteste esos lindos reviews esta noche =(

Tercero: Una vez todos entiendan qué pasa con Bruce, vendrá la tarea de cuidarlo, adaptarse a la situación (y tratar de volverlo a la normalidad), y por supuesto, el amourrrr!!! xD

Si alguien se pregunta dónde diablos está Hulk... pronto habrá explicación a ello.

Un beso!!!!


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