Sus movimientos dejaron de estar sincronizados, cada vez más erráticos conforme se acercaba a la orilla.
- Lo ha notado- exclamo
- No estoy seguro, ¿crees que en verdad lo ha notado?
- Definitivamente lo ha notado- afirmaron al verle acercarse a la orilla sin indicios de retomar la carrera.
- Diablos-dejo salir Mikoshiba
Impulsado por sus brazos su cuerpo abandono la zona de entrenamiento, en ningún momento retiro el gorro ni las gafas, su enojo incrementaba a cada paso, su cuerpo escurría, esta vez no había una toalla que lo esperaba al final de la carrera, no había una mano que le impulsara, no había una botella de agua innecesaria, no había un Nitori que lo recibiera.
Bajo, de cuerpo menudo, voz aguda, cabellera plateada, brillantes ojos azules, radiante sonrisa que retenía sus más bajos instintos, oculto bajo la chamara de Samezuka, sin duda el negro era un color que le sentaba bien. Rio alegremente.
Pero aquella risa no era para él.
Su mirada no estaba sobre él.
Su atención no le pertenecía a él.
- Rin- llamo Haru renunciando al agua. – Tsk- lo había notado.
- Haru….
Makoto cubría su cuerpo con una suave y cálida toalla, besando sus cabellos logrando distraerlo, aquella escena ya la conocían.
- Me dejo…. de nuevo- hablo casi en un susurro
- Haru…- el castaño lo estrecho junto a su cuerpo, la rivalidad entre aquellos nadadores no tenía límites. A Rin le gustaba competir pero hasta aquellas pequeñas cosas se entorpecían por una razón… una sola una razón.
- Oh no….- Nagisa se unió a ellos, cubriendo su rostro con ambas manos en signo de frustración
- Eso no es hermoso.
Todo el equipo Iwatobi era espectador, Mikoshiba junto a ellos esperaba el desenlace frunciendo el ceño, aquello no siempre terminaba bien, un Matsuoka furioso y un tembloroso Nitori.
- Pobre diablo- la única mujer del grupo tenía el valor suficiente para decir lo que el resto pensaba.
Bajando sus gafas, retirando la gorra, justo detrás de aquel par, desafiante, molesto, con su 177 cm y cuerpo trabajado en todo su esplendor, rio logrando la reacción esperada. El cuerpo más alto quien cubría a su kohai crispo de nervios, con el miedo en la mirada de aquel bastardo no podría evitar mostrar sus afilados dientes en señal de victoria.
- Eh Nitori-kun- el chico tembló con la intensa mirada roja sobre su persona- es mi turno de nadar- apretando su hombro en una despedida amistosa
Grave error
- ¡ Ai ¡- gruño
Rin con todos sus conflictos emocionales podría ser muchas cosas, el mejor integrante del equipo de natación de Samezuka, hermano celoso sobreprotector enemigo declarado del capitán. Pero nadie se atrevería a robarle la atención que solo le pertenecía a él. Nadie tenía derecho de apartar aquellos ojos azules de su persona.
- Rin-sempai – solo había una persona quien lo llamara de aquella forma.
- No Nitori no….- susurraba el resto
Ese era el detonador.
El aparente desinterés, los gritos, dejando siempre de lado al menor en cualquier arranque de ira, no explicaba la actitud que lo dominaba cuando cualquier miembro del equipo Samezuka e incluso Iwatobi tomaban a el menor.
Era una regla no escrita
NADIE
ABSOLUTAMENTE NADIE
Amigo o enemigo, tenía permitido acercarse al menor con Rin Matsuoka en un perímetro menor de 1 km.
- Sempai…- tembló por la fuerza ejercida de aquella mano más grande sobre su cabeza, sus ojos se nublaban, ¿qué error había cometido esta vez?
- Ai…- con todo su aura oscura se esforzaba en hacerle saber su desliz al contrario
- Sem… - el miedo se apoderaba de él.
- Matsoka mueve tu culo de regreso a la práctica. – interrumpió el capitán
Y un infierno.
Lo notaban.
Todos notaban los infundados celos del pelirrojo, por el pequeño ojiazul. Porque Matsuoka Rin era el inesperado novio sobreprotector.
Lo notaban
En alejar a todo aquel que provocara una risa fresca en su pareja.
En los honoríficos en su propio nombre y no llamarlo “Rin” como deseaba.
En las peleas con Nagisa por tocar más de lo permitido al de piel clara.
En los gruñidos y miradas matadoras por referirse al menor por su apodo especial.
-¡Ai! Diez vueltas extras si Matsuoka…
- y una mierda – ladro el pelirrojo
Lo notaban.
Nadie le arribaría tiempo con su pareja, ni siquiera su propio capitán.
Porque todos lo notaban.
:D