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El roce de tu manita y un adiós por Suou Kocha

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Notas del fanfic:

Es algo pequeño pero con certeza esta escrito con mucho amor y sentimiento por de parte de su servidor, espero les guste.

Notas del capitulo:

Es un resumen en la adolescencia, luego entederán, pues habrá historia completa. Espero que no sea tan cruel.

“El roce de tu manita y un adiós”

Por Usami Masahiko.

 

“Puedes ver a papá y mamá, saltando por todos lados… ¿Acaso para ellos es tan emocionante verme caminar? ¿Qué tiene de especial?”

 

-¡¡Bien hecho, mi bebé!!- gritó súper emocionado el castaño.- ¡¡¡Usagi-san!!! ¡¡¡Ven a verlo!!

-Deja de gritar por favor…- suplicó el escritor saliendo de la habitación; estaba dormido, hasta que escuchó los locos gritos de Misaki; sin embargo, al detenerse en el quinto escalón, pudo observar el porqué de tanto alboroto.

Sus ojos se maravillaron al ver a aquel diminuto ser tan amado por ambos, tratar de levantarse y tambalear de sus frágiles y pequeñas piernitas; sus manos le servían mucho; se jalaba del sillón principal y finalmente pudo ponerse de pie. Su pequeña boca se abrió completamente para formar una sonrisa y mirar a sus padres.

Con mucho valor, se soltó de su apoyo y camino hasta el castaño; sus pasos eran firmes y decididos; de vez en cuando, sosteniéndose de lo primero que estuviera cerca para impulsarse y seguir adelante; pero sin perder de vista su objetivo; Misaki estaba cerca y quería alcanzarlo; sus infantiles y tiernas risitas sonaban en toda la casa; nada se escuchaba más que él.

Misaki tenía los ojos muy abiertos, atento al pequeñito, no quería perderse de nada; mucho menos de sus tambaleos; tenía las palmas de las manos muy cerca de su rostro, asombrado; Akihiko por otra parte, estaba estático e incrédulo; puesto que antes del año, este aventurero ya quería caminar.

A escasos centímetros de llegar a Misaki; el bebé Usami, se detuvo; su traserito se hacía hacia atrás, de modo que cayó en el suelo; el castaño pegó un saltó, iba hacia  el bebé, pero Usagi lo detuvo; un pequeño puchero y suspiró salieron de su amado bebé, pero eso no lo paró; volvió a levantarse y a caminar.

La sonrisa del pequeño volvió a hacerse más grande, puesto que ya veía cerca a sus enormes padres; los últimos pasos fueron apresurados y así pudo llegar a las piernas de Misaki; de las cuales se sostuvo fuertemente, para luego levantar la vista y reír.

Los ojos del castaño se llenaron de lágrimas y comenzaron a chorrear, mientras sostenía al bebé en brazos, llevándolo hasta su pecho; sujetó una de sus manitas y la besó con dulzura; sin embargo, era tanta su emoción que comenzó a llorar.
Akihiko, rodeo la cintura de su amado Misaki y lo acercó a su cuerpo, de modo que el bebé quedo en medio de ambos; sin embargo, el escritor se llevó al bebé en brazos, después de un rato y lo cargó para que el ojiverde continuara con su mar de lágrimas; Masahikoo observaba a su “mamá”, mientras succionaba una de sus manos, tratando de metérsela en la boca; pero como siempre, el mayor se lo impidió.

La respuesta del pequeño fue, sacudir violentamente ambas manos y refunfuñar, para luego intentarlo de nuevo; pero el escritor lo detuvo; así sucedió, hasta que Misaki pudo dirigir la vista a ese par de peleoneros y sonreír, para luego besar a ambos con mucho amor.

 

 

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“¡¡¡¡NO QUIERO ENTRAR AHÍ!!!! ¡ODIO IR AL BAÑO, YO SOLO! ME ASUSTA, ES MUY GRANDE Y FEO, NO ME GUSTA Y NO VOY… prefiero los pañales, papi…”

 

-Únicamente debes sentarte, Masa…- explicó el escritor, sentado en el escusado con la tapa abajo.- Es sencillo, ¿ves?

-Uh…n…- el pequeño niño negó rotundamente con la cabeza y aguanto el llanto, por un rato más.

-Anda… inténtalo aunque sea una vez… no te pasará nada; es más,- asomó la cabeza fuera del baño y luego se dirigió a su hijo.- sí lo intentas ahora, te llevaré a comprar todos los dulces que quieras.-sonrió.

El pequeño abrió sus enormes ojos lilas y aún con la preocupación en el rostro, miró a su padre.

-Ni se te ocurra, Usami Akihiko.- Misaki pasó por allí; llevaba una canasta de ropa sucia en manos.- La última vez que hiciste eso, termino enfermo del estómago.

-Estaba negociando; quería que intentara al menos sentarse.- excusó el mayor.- Además, este es un momento íntimo de padre e hijo.

-Yo también soy su padre.- dijo Misaki, bajando por las escaleras.

-Eso no importa.- aseguró Akihiko cruzando los brazos y con una gran sonrisa.- además, soy yo, quien le está enseñando cómo usar el baño.

-Peor maestro, le tocó a mi bebé…

-¿Eh?- Akihiko se levantó del mismo y caminó fuera del baño.

-No soy un bebé…- murmuró el niño; levantó la tapa del escusado, bajó sus shorts y se sentó en el mismo con mucho cuidado.

Por fuera, Misaki y Akihiko, discutían la manera de enseñar del escritor: negociando con el niño; lo cual no era muy efectivo; sólo un par de veces y eso porque Masa se había negado mucho más que ahora.

-Al menos aprende a negociar…

-Ese no es el punto, Usagi-san;- suspiró el castaño.- se supone que como buen padre, no siempre debes darle todo y mucho menos negociar con él. Cuando sea mayor…

-¡¡Papá!!- gritó el niño desde el baño.

Ambos subieron con tanta rapidez, que pensaban que algo le había sucedido al pequeño, puesto que este tenía un tono de alarma en la voz.

Pero sorpresa; su amado “bebé”, ya había vencido su miedo de ir al baño solo.
Akihiko sonrió complacido y muy feliz y una vez que Masa subió su short y lavó sus manos, el escritor se lo llevó en brazos y salió de la casa, ignorando a Misaki; disponía a comprarle dulces a su único y amado hijo, tal como prometió.

 

 

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“Mis papás me dijeron que voy a ir a la escuela… uhm… ¿Qué es la escuela? Papá Usagi, dice que es un lugar feo, pero mi otro papá, dice que no es cierto, que es muy bonito.”

 

-¡¡¡¡CUIDATE MUCHO, HIJO!!!!- gritaba Misaki; era un manojo de nervios el pobre castaño;- ¿Le irá bien? ¿Le dará miedo? ¿Se llevará bien con todos? ¿Qué tal si se asusta? ¡¡¡¡No debí traerlo, es muy pronto!!!!  Todavía es un bebé.-pensaba.- Usagi-san… Tal vez deba ir…

-Misaki… Algún día tendrás que dejarlo ir…- contestó el escritor sujetando un hombro del menor.

 -Pero es que…

-Deja que se divierta; después de todo, es el primer día de clases; seguro está muy emocionado.- sonrió el mayor, confiado en sus palabras.- Masahiko siempre ha sido muy valiente; tal vez sea él quien deba preocuparse por ti.- se burló.

El ojiverde suspiró y trató de mover los músculos de sus piernas para irse de la entrada y seguir al padre de su hijo.

Dentro de la escuela, el niño pudo observar con detenimiento y llegar a la conclusión de que adoraba aquel lugar nuevo, no tenía miedo; puesto que amaba las aventuras, y en esta ocasión, era una de ellas; ¡A divertirse y conocer gente nueva!

Los primeros días en el jardín de niños; fueron increíbles, pero conforme, Akihiko o Misaki iban a recogerlo, todos, sin excepción volteaban a verlos; Akihiko se percataba, pero le importaba un comino, lo que pensarán; en cuanto a Misaki, volvió a recordar aquella vez… Cuando Masahiko seguía en su vientre y lo habían visto raro en una pizzería, de modo, que aparentó y sonrió.
En cuanto al niño, comenzaba a sentirse marginado por el resto; nadie en su salón o escuela, quería jugar o acercarse a él; de modo, que comenzó a aislarse y quedarse en el salón de clases con la profesora… Todos los días.

A veces le gustaba estar con ella, pero cuando, la sensei, no estaba; lo molestaban.

-¡¡Nadie tiene dos papás!! ¡¡Eso está mal!!- le decían con crueldad y sin fijarse en las palabras.

-Mi papá dice que eres raro y que tu familia también lo es.- escuchaba la voz de una compañera.- No quiero que me toques, no quiero ser rara como tú.- se alejaba.

Parecía juego, pero para Masahiko no lo era…

Se sentía mal y no entendía por qué. Lo que deseaba era estar en casa y quedarse ahí para siempre; pero no quería preocupar a sus padres; principalmente a Misaki, con quien tenía un fuerte lazo; además, deseaba que sus padres se enorgullecieran; así es, ya sabía el significado de aquella palabra.

Toda su estancia en el jardín, fue horrible; en ocasiones lloraba en el baño y salía como si nada; Misaki, de nueva cuenta se percató, pero Masahiko nunca le dijo nada; de modo que así pasó esta primera etapa en la escuela.
Akihiko también quería saber, pero tampoco habló; Masa no quería decepcionarlos y mucho menos llorar; pues era cosa de niñas; según le habían dicho sus compañeros.

Cuando finalmente terminó el preescolar; se sintió satisfecho y pudo volver a sonreír como antes.

 

 

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“La escuela vuelve a empezar… Además, mi tía Aikawa, dijo que ya soy un niño grande; ¿Eso significa ir a la escuela? Además, es mi cumpleaños.”

 

-Felicidades, mi amor- gritó eufórica la mujer de rojos labios y cabello naranja.- ¡Ya eres un niño grande! ¡Hoy cumples 6 años!- lo abrazó.

-Ya lo sé…- murmuró el pequeño, siendo acorralado por los brazos delgados de la mujer.

-Aikawa, lo vas a asfixiar.- dijo Akihiko con un tono de molestia.- Aikawa… ¡Aikawa!

-Creí que tú eras el celoso, Misaki.- susurró Takahiro a su hermano menor.- Tal parece que Akihiko no tolera, que alguien más abrace a su hijo.- rió.

-Parece que no, nii-chan.- sonrió el menor.

Hace seis años que ese pedacito de cielo había llegado a cambiarles la vida… ¿Cómo podrían dar gracias por semejante regalo?

 En la escuela, nuevamente volvíamos a lo que Masa, odiaba profundamente y que en ocasiones le causaba un tremendo llanto doloroso; una palabra pudo cambiar la perspectiva del niño en un abrir y cerrar de ojos.

-¡¡¡Son gays!!!!

Esa fue la gota que derramo el vaso; esa palabra no sonaba muy bonita, de modo que Masahiko creyó que era una ofensa; se abalanzó sobre el niño y lo golpeó un par de veces; estaba harto de que todo el tiempo le dijeran “raro”, “extraño”, “anormal”… Nada de eso causaba gracia….

Aquel día, espero a que llegara uno de sus padres, a la dirección; el otro niño también, pero salió expulsado; la verdad, una profesora los había escuchado.
Misaki se molestó bastante con el niño, pero Masahiko se negaba a mirarle a los ojos… Tenía muchas preguntas que hacerle a él y a su otro…. ¿papá?

Al llegar a casa; pudo entender mejor muchas cosas… Al principio no, pero conforme escuchaba la historia, entendió todo y dejo de lado el resentimiento…
En la secundaria, la historia no cambió; sin embargo, el joven de ojos lilas sí.

Se apartaba, se hacía a un lado, era uno de los alumnos con excelencia; siempre callado y sin mucho que decir… Usami Masahiko tenía todo por delante y un futuro prometedor, pero era antisocial; incluso llegó a odiar a todos en la escuela, hasta que conoció a Gushike sensei… La mejor maestra en el mundo; la primera vez que hablaron, fue justo después, de que Masahiko conoció a su abuelo… a “esa” persona, que  respetaba Akihiko, pero nada más.

Ella le mostró que hay maneras sanas de desquitarse y hacer que la ira desaparezca y justo, es una habilidad que el joven descubrió con ayuda de ella; incluso, consiguió un par de becas; pero al final se decidió por la de la excelencia estudiantil y dejar de lado, aquel intercambio de escuelas… Amaba estar con su familia a pesar y por sobre todo; sin ellos, no sabía qué hacer y además, su fortaleza se encontraba allí.

 

 

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“¿Quieren escuchar una historia llena de drama? ¿Quieren un cuento de horror? Todo se resume en una sola palabra…. Adolescencia… la etapa que ame y odie…“

 

-Remediaría tu roto corazón… - suspiró.- Si pudiera… Si pudiera no lastimarte más…

-¡¡¡YA CALLATE!!!- gritó la chica corriendo en una dirección opuesta y antes, soltándole una fuerte bofetada al menor.- ¡¡¡NO QUIERO SABER NADA DE TI!!!- aclaró mientras corría.

Esa vez, Masahiko sintió que el mundo se le venía encima… Estaba tan raro en la casa y en la escuela… Todo el tiempo pensando y pensando; haciendo muecas, frunciendo el ceño y odiándose por haberle hecho daño a alguien, especial, de cierto modo.

-No podías corresponderle…

-Pensé que podría… ¿Por qué?- sus ojos lagrimeaban.- ¿Es tan… difícil? Papá… tú debes… entenderlo, de alguna manera…- posó su frente en el pecho de uno de sus padres; su cuerpo y cara estaban decaídos y no podía parar de llorar.- La lastime mucho…

-No podías hacer nada…- con amor y dulzura paso sus manos por el cabello de su hijo.- Además; más daño le hubiera causado, el saber que estabas con ella, por querer corresponder con algo que no querías.

-Ella me odia…

-No todos pueden querernos, Masahiko.- suspiró.- En ocasiones debes aceptar y olvidar… Es parte de madurar, ¿sabías? Algún día, tú y ella encontrarán a alguien; entonces podrás entender.

Sus dudas se disiparon y  convirtió esa cara larga en una leve sonrisa. Ahora estaba más tranquilo.

 

 

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“Aquel día que tanto mencionaban mis padres, llegó… llegó con alguien que nunca tuve en mente…”

 

-Tú también me gustas a mí.- sonrió el chico de ojos azules.

Al principio, ese amor era lo mejor que pudo haberle pasado al joven Usami; sin embargo, era todo lo contrario con su pareja, al entrar a un nuevo semestre; en un inicio, todo era dulce, era tierno y hermoso; Masahiko estaba completamente perdido, que sentía que en cualquier momento, estaría dispuesto a entregarse en cuerpo y alma a esa persona especial; de tal modo que llegó a hacerlo; el momento fue preciso, exacto, bello….

Pero para su pareja no… Lamentablemente, no sentía ya lo mismo.

-Terminamos. No quiero volver a verte… Influyes en mis estudios y mi padre no te aprueba para mí.

Sin embargo, poco tiempo después se enteró de algo que cambiaría su vida para siempre… Sus momentos de tristeza se volvieron constantes risas y una enorme alegría… Pero había que decirle a sus padres…

Tenía miedo y estaba inseguro, que decidió posponerlo y decírselo a aquella persona que alguna vez lo amo.

-¡¡¡NO QUIERO VOLVER A VERTE, ENTIENDELO!!!- le respondió.

Peor respuesta no pudo haber recibido, de parte de la persona, que alguna vez fue tan especial para él… Su vista se nubló, su cuerpo tembló.

Sin embargo, luego recordó que ya no debía, ni podía llorar; no era justo… No quería lastimar a su cuerpo, que ya cargaba con algo más en estos momentos.

Los días transcurrieron, su vida también y los días nostálgicos… La vida era tan curiosa y sorprendente, que Masahiko se la pasaba observando por las ventanas de su habitación; oliendo el aire de otoño que pronto vendría; el otoño, para este joven, representaba cambios… Así había sido durante estos semestres; sus padres lo observaban desde lejos, preocupados…

Sin embargo, su hijo parecía tranquilo y conforme; ahora estaba perdido e iluminado a la vez; sentía que pronto debía proteger el recuerdo de aquel amor… joven o no, listo o no… Debía hacerlo… Sí, su corazón dolía, pero estaba encerrado, de modo que ahora no podía dañarlo.

La vista la tenía siempre sobre los arboles…  Veía esas cálidos colores… sonreía vagamente…

En la escuela se encontró con aquellas personas de hace tiempo…

3 de ellas le dieron la espalda y conoció a una nueva amiga; si no mal recuerda, fue por ella, por quien tuvo una fuerte pelea con Akihiko, pero al chico, parecían no dañarle los golpes.

Esos días, todo estuvo tenso; Masahiko se negaba a salir de su habitación y pasaba horas observando el techo, con la mirada perdida y una sonrisa sobre sus labios, muy tenue, casi invisible…

En las noches; cantar le servía de mucho.

Aunque en ocasiones, tenía esa necesidad de salir de casa…

En una de ellas, se encontró con la persona indicada, que le mostró apoyo y comprensión en ese momento y entonces no se fue… Estaba dispuesto a quedarse a su lado, aunque no eran nada… Incluso, durante aquel día….

 

 

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“Tan calmado estaba todo… Hubiera preferido, que terminara aquí… Así para poder olvidarlo y dejar de lastimar a todos… Principalmente a ella”

 

-¡¡¡¡¡¡¡¡MASAHIKO!!!!!!!!!!!!- gritaba con dolor Misaki, observando desde afuera.

Akihiko también estaba incrédulo y tenía miedo… No quería perder a su único y amado hijo; ¿de verdad iba a terminar de esta manera? No podía ser real; deseaba con todas sus fuerzas que todo fuera un estúpido y ridículo sueño; una pesadilla cruel.
Las gruesas lágrimas de Misaki rodaban por sus mejillas, acompañadas de llanto, chillidos y gritos; deseaba entrar y reanimar el cuerpo de su hijo; su corazón no respondía y tenía la mirada fija hacia arriba; parecía tan tranquilo.

Tendría que decir adiós al pequeño roce de su diminuta mano; adiós a las lágrimas de su hijo; despedirse de sus risas, sus reproches absurdos, sus bromas tontas… adiós a sus preguntas, a su “desorden”, a su mirada; adiós a su prueba de amor… La prueba más grande y significativa para ambos… su hijo.

Antes de llegar al mundo, había enfrentado junto con Masahiko todos aquellos problemas, que llevaron a su dulce y esperado nacimiento; pero su cuerpo, tarde o temprano iba a debilitarse… Primero, ese desgaste y luego; el que tuvo con alguien que creía amar; además, ya había ganado otra lucha y eso lo agotó; porque mientras protegía en cierto aspecto a ese alguien especial; peleaba con su sentimiento de tristeza y a la vez con el agotamiento del momento… era mucho y todo a la vez; que su músculo principal, terminó por apagarse.

Lo último que escuchó, fue ese llanto.

Los oídos de Misaki se agudizaron de tal manera que cuando, la máquina marcó el final; gritó y pataleo con fuerza, para zafarse del agarre de Usagi-san.

-No… No, no, no, no, no, ¡NO!- golpeaba con fuerza el cristal que lo separaba de su hijo; podía ver su joven cuerpo, tendido sobre la camilla y creía que llamarlo, cambiaría todo.- ¡¡¡¡¡¡MASAHIKO!!!!!!! ¡¡¡¡SOY PAPÁ!!!!! ¡¡¡LEVANTATE, MI AMOR!!!- gritaba, mientras el mar de agua salada, corría por sus mejillas. Misaki podía observar a aquel dulce bebé, tratar de caminar hacia él y luego a ese pequeño fruto, llorar por primera vez; aquel pequeño que se albergó en su vientre; siendo una sorpresa para todos.- ¡¡¡MASAHIKO!!!

-Misaki, basta, deja de gritar…- murmuraba Akihiko escondiendo el rostro en la espalda de su amado castaño; sentía ese dolor; que fue contagiado por la nostalgia y el llanto se avecinó.- él…- sus labios temblarón;  Usagi-san, tampoco estaba listo para dejar ir a su hijo tan pronto… Tenía sólo 17 años… -¡¡¡NO ES JUSTO!!!- pensaba con rabia; la vida le había dado algo perfecto por 17 años, para luego quitárselo… como odiaba esta broma.

Misaki se rindió ante el llanto; sintió que sus piernas se debilitaban, así que, sin poder sostenerse, cayó al suelo de rodillas, hundido en sus plegarias al cielo; repitiendo con nombre de su hijo con amor.

Akihiko se agachó con él y espero en el suelo; su vista se nubló y gimió en silencio, aguardando una noticia…
Cuando el médico salió de la habitación; decepcionado y cabizbajo, se dirigió a los padres; para ellos, el perder un paciente, era una manera horrible de afrontar la realidad; pero perder al ser del que su hijo estaba enamorado, era aún peor.

-Lamento informar que…- bajó la mirada hasta el suelo; se llevó una mano hasta el rostro y desesperado por esta amarga lucha, que acabó más rápido de lo que pudieron contar.

El castaño le dirigió la mirada, con esperanzas de que le diera una buena noticia….

-¡¿QUÉ?!- gritó incrédulo; frunció el ceño y comenzó con gritos más agudos, maldiciendo a todos, y queriendo entrar a ver a su hijo; esta vez, nadie se interpuso y lo vió…- No es cierto…- pronunciaron sus débiles labios, temblorosos.

Inmediatamente, tomó la fría y delgada mano del adolescente, ese tacto tan suave y cálido que Misaki extrañaría de ahora en adelante.
Si tan sólo se hubiese dado cuenta a tiempo, si tan sólo se hubiese percatado de lo mucho que lo necesitaban su hijo y esposo, nada de esto habría pasado.

Y sin en cambio ahora, lo habían perdido para siempre.

 

… Kimi dake wo, suki de ita yo ...

Notas finales:

One shot actualizado, espero que lo disfruten.


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