El amor duele
Podía oírlos: uno tras otro, tras otro, tras otro.
¡¿Por qué no se detiene?! ¡¿Por qué no se va?! ¡¿Por qué no lo deja tranquilo?!
-¡Gilbert! ¡Abre la puerta, se que estas ahí!-los gritos del ruso seguidos de mas golpes en la puerta hacían eco en la casa del prusiano antes nombrado.
-¡Vete!-gritaba el ojirojo tapándose los oídos.
No quería escucharlo, sabía que si lo hacía le abriría la puerta, ya fuese por el miedo que sentía, que era tan intenso como el amor que le tenía al representante de la nación rusa.
-¡Abre!-exigía el más alto.
Gilbert no sabría describir cuanto amaba a quien respondía al nombre de Iván Braginski.
Sabía porque el de ojos violetas estaba tan molesto, lo había visto hablando con Austria otra vez.
Pero el simplemente había cruzado algunas palabras con Austria después de una de las reuniones, no entendía por qué su hermano seguía obligándolo a asistir a dichas conferencias mundiales si él ya ni siquiera era una nación.
La nación prusiana no existía más.
El me ama, solo quiere protegerme, es celoso porque me ama…
Era lo que se repetía mentalmente el albino cada vez que sucedía, cada vez que el ruso tenia uno de sus arranques de celos y lo golpeaba.
¿Cuántas veces le había mentido a su hermano cuando le preguntaba sobre un nuevo moretón que aparecía en su rostro?
¿Cuántas veces había perdonado al ruso después de una golpiza?
Sabía que Ludwig tenía sus dudas cada vez que él le decía que se había lastimado entrenando, que había tenido un accidente, que había peleado con alguien.
Sabía que el alemán no terminaba de creerse sus mentiras, pero él, deseaba fuertemente que lo hiciera, no quería que las personas que más amaba en este mundo, su hermano y su pareja salieran heridos en una pelea entre ellos por su culpa.
Los golpes se detuvieron, jamás en su existencia había deseado tan fuertemente estar solo.
-Gilbert….amor….abre la puerta…-el volumen de la voz de Iván había disminuido-…si no lo haces deberé ir a visitar a tu hermano…
El miedo se apoderó del corazón del ojirojo, jamás se perdonaría que algo le pasara a su hermano por su culpa, rápidamente corrió a la entrada de la casa y la abrió.
Allí estaba, parado frente Gilbert estaba Iván con una media sonrisa y una mirada de superioridad, él sabía cuál era el punto débil del prusiano.
Su hermano.
Le carcomían los celos de pensar que había alguien más importante para el prusiano que él.
Yo debo ser la única persona importante en tu vida.
-tardaste mucho en abrir….-masculló con el seño fruncido.
-L-lo siento mucho…-se disculpó el más bajo con la mirada en el piso.
Prusia levantó la vista para mirar al ruso pero una fuerte bofetada lo tiró al piso, Rusia estaba molesto…
Gilbert levanto la una mirada sumamente dolida-…fue tu culpa mi amor….-fueron las palabras de Iván-Ahora dime: ¿por qué estabas con Austria siendo que te dije que te alejaras de él?-su voz era totalmente seria y Gilbert no sabía que contestar.
//flash back//
-te amo….-un ojivioleta con acento ruso acariciaba las mejillas de un albino que sonreía al escuchar las palabras de mayor.
-yo también te amo….-decía el más bajo con las mejillas teñidas de un tono carmín que resaltaba al igual que sus ojos en ese paisaje nevado en el que se encontraban.
-no sabes cuan feliz me hace que vengas a visitarme…-decía el más alto mientras le robaba un suave beso en los labios al ojirojo.
//fin de flash back//
¿Dónde habían ido esas palabras llenas de cariño que el ruso solía decirle?
Iván podía ser realmente impredecible, un día podía comportarse como la persona más amable y cariñosa del mundo pero al día siguiente…
Era una persona completamente distinta.
-¡Contesta!-gritaba mientras comenzaba a patear al albino que inútilmente intentaba levantarse del suelo.
-¡Lo lamento! ¡Iván, amor no lo volveré a hacer lo juro!-gritó con voz suplicante el albino.
Iván se arrodilló junto al ojirojo-…Gilbert ¿podrías levantarte a preparar la cena?-preguntó con una voz sumamente suave completamente distinta a la que había utilizado segundos antes.
Prusia se incorporó y se dirigió a la cocina, se lavo la cara con agua del grifo y comenzó a preparar la comida.
Poco tiempo después fue a servírsela al ruso, mientras este comía, Gilbert se dirigió a la despensa y de ella sacó un vaso de vidrio y una botella de vodka.
Se dirigió nuevamente hacía donde se encontraba el más alto y le sirvió la bebida y se sentó junto a él a cenar.
La comida transcurrió en silencio, Iván comía tranquilamente mientras que Gilbert hacia mucho esfuerzo por no emitir ningún quejido de dolor debido a sus moretones.
-No quiero que vuelvas a acercarte a ninguno de los demás países ¿Entendido?
Gilbert asintió.
El me ama….lo hace porque me ama….por eso es celoso….
Gilbert se había repetido esas palabras tantas veces que habían llegado a convertirse en una especie de mantra.
Pero él sabía que era una mentira….
-Eso no es amor….-le había dicho una vez Italia cuando lo curó de los golpes que le había dado el ruso en uno de sus ataques de celos.
Esa vez había sido porque según el ruso había usado ropa muy provocativa-…lo hago porque me preocupo por ti, algún desgraciado podría intentar hacerte daño si te vistes de esa manera…-había sido lo que le dijo el más alto en esa ocasión.
Se sentía culpable de haberle pedido a Feliciano que le ocultara aquello a su hermano, no quería involucrar a nadie en esto.
No quería alejarse de Iván.
En aquella ocasión había llamado a Italia debido a que los golpes que le había propinado Rusia habían sido sumamente fuertes y no sabía a quién llamar porque no podía curarse solo.
Esa vez había evitado a su hermano durante muchos días hasta que desaparecieran los moretones en su rostro.
Gilbert observaba el rostro del ruso que se encontraba dormido en ese momento.
Se ve tan apacible cuando duerme.
Besó la frente del mayor-…te amo…-murmuró aun sabiendo que este no lo escucharía.
Esto es tan poco awesome de mi parte….-pensó con una sonrisa amarga.
Porque sabía que ese amor que el ruso decía tenerle era tan real como una perfecta mentira.
Que este podría ser su último día de vida.
Que en cualquiera de esos arranques de celos el podría morir asesinado por la persona que amaba.
Prusia ya no era una nación, si bien el no envejecía, si podía morir de un disparo, una puñalada o bien de esas palizas que su amado le propinaba.
El amor del ruso solo es posesión.
Su amor no existe.
O si de verdad es amor.
Su amor duele.
Tortura.
Y tal vez termine matándolo.
_
_
_