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Tú... por LatexoHPo

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Notas del capitulo:

Les dejo el capítulo =)

Peter acababa de llegar del centro comercial;  había tenido un buen día en la escuela, había pasado un buen tiempo con Gwen a solas (y le había robado unos cuantos besos) por lo que su humor era bastante agradable. Hasta que vio a Leonard Samson esperando en el umbral de su puerta con cara de preocupación. Peter frunció el ceño y se acercó apresuradamente, sú unico pensamiento: Bruce.

Antes de siquiera poder preguntarle al psiquiatra qué estaba haciendo allí, éste abrió la boca.

“Sube al auto, iremos por Bruce”.

Peter le siguió con el corazón acelerado.

“¿Qué está pasando?”

“Recibí una llamada del director Fury. Bruce tuvo una crisis y…”

Leonard Samson se interrumpió cuando Peter le señaló el auto que ya se acercaba. Adentro era distinguible Bruce y un chico rubio. Steven, pensó acertadamente el médico.

Obligó al adolescente a regresar los pocos pasos andados y ambos se internaron en la casa. Esperarían pacientemente. Samson se asomó por la ventana de la sala, y cuando vio que Bruce huía del chico rubio instó a Peter a abrir la puerta.

---



Natasha caminaba de regreso al edificio de las chicas verdaderamente preocupada. Se había dado cuenta de que algo extraño pasaba con Banner prácticamente desde que lo conoció en el aula de Ciencias. Suspiró con cansancio. Se había prometido no involucrarse emocionalmente con nadie en SHIELD, pero eso fue inevitable. Bruce le preocupaba, Steve le preocupaba, Loki comenzaba a agradarle porque encontró que compartían ciertas emociones. Bucky, aunque el principio fue sólo una panacea para sus objetivos, ahora podía considerarlo un amigo. Y Barton… Bueno, Barton no era tan imbécil.

“Hola, Nat”.

La pelirroja se sorprendió un poco cuando vio al castaño, mirándola con los ojos apagados y una media sonrisa. Un gesto más que una sonrisa.

Ella rodó los ojos.

“¿Qué quieres?”

“Sólo quería saber si viste regresar a Steve. Vi que te quedaste con Barnes esperándolo”.

“Sí”, fue la cortante respuesta de la chica. Necesitaba pensar, y tener a Barton encima no le ayudaría en su cometido.

“¿Les dijo algo sobre Bruce?”

Natasha finalmente se detuvo ante la insistencia de Clint.

“¿Vas a seguir siendo su amigo, ¿no?”

“Claro, pero… Es que fue raro. Tú no lo viste…”

“Ni necesito verlo. Lo que le sucede es algo grave, Barton. Y necesita a sus amigos. Tú, muy a pesar de lo que pueda pensar yo de ti, eres amigo de Bruce. Así que espero que no estés lo suficientemente asustado como para abandonarlo”.

“¡Por supuesto que no!”, exclamó Clint realmente indignado. Apretó los labios cuando vio que Natasha alzaba una ceja. “Lo lamento, pero realmente me ofende que pienses que soy tan mierda”.

“Bien. Si no tienes nada más que decirme…”

“En realidad sí”, dijo Clint bajando el tono de voz. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro cuando Natasha se detuvo a mirarlo. “Sé que no es el momento, pero ahora que tengo tu atención… Bien, dijiste que saldrías conmigo cuando Bruce le diera una paliza a Howlett…”

“Eres una mierda, Barton”, contestó ella con los dientes apretados… Acababan de pasar por algo fuerte y ahí estaba ese chico recordándole eso precisamente.

“¡No! Nat, por favor”, replicó Clint en un tono lastimero. “Estoy tan preocupado como tú, en serio. Pero esta es mi única oportunidad… En serio me gustas. No eres un objeto para mí, eres la chica más hermosa que he visto en mi vida. Sé que no tengo ninguna oportunidad de ser algo más que amigos, pero al menos dame la oportunidad de mostrarte que no soy uno de esos que odias, por favor. Tú lo dijiste…”

La voz de Clint se fue apagando poco a poco. Natasha resopló. Pero era cierto. Ella lo había dicho, medio en broma, pero era una mujer de palabra.

“Muy bien. Saldremos cuando yo quiera y a dónde yo quiera. Y ahora no quiero pensar en tener que salir contigo. Así que piérdete Barton”.

Y a Clint se le iluminó el rostro. Se quedó mirando a la chica que ya se internaba al edificio. Algo muy dentro de él le dijo que se había visto totalmente patético y humillado, pero lo habría logrado: Natasha Romanoff saldría con él.

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Había pasado más de una hora, ya estaba oscuro. Peter había apagado la luz y sólo les dejó una lámpara, la oscuridad le gustaba a Bruce y por alguna razón le relajaba. El adolescente se había marchado a su habitación para darles privacidad (Bruce no solía hablar si él estaba enfrente después de una crisis). Temía que todo lo que habían construido hasta ahora en Essex fuera una ilusión más. Amaba a Bruce, pero después de tantos años de constante huida ya estaba un poco cansado. Sin embargo, respetaría la desición de su hermano si optaba por volver a cambiar de ciudad y de vida. Peter tenía una esperanza, y esa era Steve. Tal vez, y sólo tal vez, si Steve comprendía, si Steve de verdad quería a Bruce…  

“¿Cómo esperas salir de esto si no pones de tu parte?”

Bruce levantó un poco el rostro y clavó sus ojos en los oscuros de Leo Samson.

“Necesito saberlo”, le pidió el amable doctor con suavidad. “Peter dice que has estado en previo durante más de una semana; que no has dormido lo suficiente y que has hecho más trabajos para el laboratorio que otras veces. Bruce, no puedes simplemente huir esta vez. Somos muchos los que estamos detrás de tu actual situación, y no vas a negar que ha significado una enorme mejoría para ti y para Peter”.

Bruce asintió bajando el rostro una vez más. Se sentía tan vacío y tan seco, ya ni siquiera tenía lágrimas que derramar. Agotado. De todo y de todos.

“No quiero huir”, balbuceó apenas.

Y era verdad, no quería huir esta vez. Leo tenía razón, había mucha gente involucrada y si escapaba sólo los metería en problemas. Y Peter no lo merecía; era feliz, tenía una bonita novia, agradables amigos, adoraba su escuela, el curso de fotografía e incluso el empacar mercancia en el centro comercial. Puede que él, Bruce, ya hubiera perdido a sus propios amigos y su idílica relación con Steve, pero no era un egoísta. Todo siempre se trababa de Bruce, siempre Bruce. Tendría que ser fuerte esta vez, más fuerte que siempre.

“Ese chico, Logan Howlett… Estaba enojado, Leo”, comenzó a explicar con un pesado suspiro. “He estado toda mi estancia en SHIELD soportándolo, está vez simplemente no pude. Algo salió mál en el laboratorio…”



El club de ciencias se había vuelto una tortura para Bruce. Lamentablemente había sido prácticamente obligado a trabajar con Stark puesto que el profesor Xavier los había encontrado ‘similares’ en pensamiento y forma de trabajar. Stark lo tomó a la ligera y hasta había sonreído sarcásticamente. Bruce en cambio encontró el hecho insoportable. Porque si bien Stark no le había reclamado directamente su relación con Steve (y aunque hubiera querido no tenía ningún derecho a hacerlo puesto que ellos ya habían terminado), sí que encontró otra manera de joderlo. Si Bruce había pensado aquella vez que el chico millonario le prestó los doscientos doláres que había vendido su alma al diablo, ahora simplemente lo comprobaba.

Cuando quiso pagarle, Stark todo fresco le aceptó el dinero, pero le dijo que tendría que pagarle intereses, porque ‘sería muy tonto de mi parte hacer prestamos por caridad. Todo en la vida tiene un precio, Bruce’, le había dicho.  Bruce prostestó, por supuesto, eso era ilegal y él no había firmado nada y si se había tardado en pagarle la culpa era enteramente de Stark que se había hecho el tonto durante semanas. Pero por supuesto ningún argumento fue válido para el otro. Le dijo sin embargo que si él no podría pagarle los intereses, entonces le diría a Steve que los pagara por él, total, Steve parecía proteger su pequeño juguete con esmero.

Bruce tuvo que contenerse y hacer un gran esfuerzo para evitar una catastrofe en contra de Stark. Y por supuesto, no quería que Steve supiera que le había pedido un préstamo. Después se echó a reír. Era tan asquerosamente infantil la forma de Stark para vengarse por su relación con el rubio. Los intereses no era tampoco una cantidad desorbitante; Bruce estuvo seguro de que Stark sólo quería molestarlo. Así que trabajaría el doble o más en el laboratorio para pagarle y que lo dejara en paz de una vez por todas.

Ello, por supuesto, lo llevó a dormir todavía menos, a tener que consumir café en grandes cantidades para estar alerta (a pesar de que no tenía permitido consumir cafeína, pero era la droga menos invasiva para su sistema nervioso); a pasar menos tiempo con Peter en casa porque tenía, además, que hacer sus deberes. Y a pensar menos en Steve. Sabía que estaba comportándose raro… sí, agregar más a su natural rareza, pero si quería deshacerse de Stark…

En todo caso, estaba seguro de poder controlar al otro si se mantenía en un estado de letargo; era su defensa ante el agobio del trabajo y el sobrecalentamiento de sus neuronas. No podía permitirse explotar, así que evitaba todo lo que pudiera desencader una crisis. Pero Bruce  nunca obtenía lo que quería.

Stark y él habían tenido que trabajar juntos esa tarde en el club de ciencias. Bruce se propuso mantenerse hermético, no caer ante ninguna insinuación, por mínima que fuera, de Stark. Y lo había logrado durante la mayor parte de la hora, hasta que algo sucedió con el polímero. Ya era resistente, estaba casi listo. Lo estaban analizando para probar su eficacia y entonces hubo una filtración. La alarma de peligro sonó en todo el laboratorio y, por alguna razón que todavía  no comprendía, el culpable era él. Y no lo entendía porque estaba seguro de haber manejado las sustancias correctamente. El señalamiento de Stark no mejoró su temperamento, tampoco la mirada de sospecha del profesor Xavier.

Bien, quizá sí fue el culpable, su cerebro estaba embotado y cansado. Pero… Decidido a comprobar que no había sido enteramente un error suyo (y es que tendrían que volver a empezar y el tiempo ya estaba encima para el concurso), Bruce salió como vendaval del laboratorio con dirección a la biblioteca para comprobar unos datos.

Logan Howlett le cerró el paso unos metros antes de llegar. Los insultos no tardaron en llegar; Bruce intentaba respirar profundamente. Y cuando Howlett mencionó a Steve y algo sobre él a cuatro patas para el rubio… no lo soportó. Todo se volvió negro.

Su último recuerdo del incidente fue el grito de la chica. Todavía podía escucharlo claramente en su mente; todavía tenía la imagen de Howlett tirando en el suelo lleno de sangre.

“Fury me aseguró que ese chico estará bien”.

Bruce asintió con una sonrisa sarcástica. Ya eran muchos los que le decían que Logan estaría bien, y tal vez se recuperaría de las heridas físicas, pero una situación así siempre traía consecuencias psicologicas. Si lo sabía él.

Leonard Samson abandonó la casa de Bruce y Peter bastante estresado. Le había recetado benzodiacepinas y pildoras para dormir. ¡Bruce necesitaba dormir! Pero siempre se negaba porque dormir después de una crisis le traía pesadillas, y eso era un disparador de tensión, lo que le obligaba a no relajarse… En fin, un círculo vicioso. Leonard había pasado mucho tiempo ayudando a Bruce, y le apreciaba en verdad aún cuando Bruce era uno de los casos, si no más difíciles o graves, si de los más complejos en su propia naturaleza. Y era más que nada porque el propio Bruce tenía demasiados demonios en su interior. Al menos sólo una vez en su vida había tenido un ataque psicótico, esperaba nunca tener que pasar por ello de  nuevo.

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“Así que… Tú y Natasha creen que es doble personalidad”, preguntó Steve al terminar de leer el capítulo que la chica le había indicado.

“Ella sabe que es eso. Pero no sabe si es doble, o triple… Lo acabas de leer, pueden exisitir muchos dentro de Bruce”.

“Pero parece tan…”

“No vayas a decir que normal, porque definitivamente no lo es”, replicó Bucky acomodándose mejor en su cama mientras jugaba con una pequeña pelota de fútbol hecha de goma.

Steve apretó los labios y lanzó el libro al suelo sin mucha delicadeza. Imitó a su amigo y se recostó finalmente en su respectiva cama.

“Estás enojado”, le dijo Bucky casi en un susurro.

Steve resopló.

“¡Por supuesto que estoy enojado, Bucky! ¿Por qué carajos no me lo dijo? Pensé que Bruce era un chico tímido, sí, con baja autoestima, un empollón si quieres, pero… ¡Debió decirmelo antes de salir conmigo! Se supone que una relación se basa en la confianza. Odié a Tony por no confiar en mí, por haberme engañado,  no puedes esperar que corra a abrazar a Bruce cuando no me tuvo la confianza de decirme que algo como esto le está sucediendo”.

“Cometes un grave error al comparar a Stark con Bruce, Steve”, reprochó Bucky aventándole la pelotita de goma. “Stark jugó contigo. Bruce está enfermo”.

El rubio se mordió los labios, sin embargo el argumento no alivió su frustración. Un trastorno mental no era cualquier enfermedad. Una personalidad aparte que era capaz de convertir al calmado y tímido Bruce en un salvaje… Quizá más personalidades… De pronto la mente de Steve se vio colmada, ¿cuántas había mostrado Bruce? ¿Quién era Bruce en realidad? ¿Y si durante todo este tiempo había conocido muchas personalidades de Bruce? ¡Mierda! Su mente estaba hecha mierda.

Con otro resoplido volvió a coger el libro y de paso su celular. Mordiéndose los labios buscó entre sus contactos a Bruce, dudo un momento, pero al siguiente ya tenía el aparato en la oreja. Al menos quería saber que Bruce estaba bien, porque entre todas las imágenes que había recreado en su mente, la más poderosa fue la de Bruce mirándolo con infinita tristeza antes de huir del auto. Sin embargo la misma voz automática respondió: Bruce seguía teniendo el aparato apagado; seguramente en el fondo de la alforja que apenas había cogido Bruce antes de echarse a correr.

Y el otro hombre, el hombre moreno que estaba tras Peter en el umbral… Steve finalmente se dejó caer rendido en la cama.

“Estás preocupado”

El rubio giró el rostro hacia Bucky con fastidio.

“¿Vas a dedicarte toda la noche a analizar mis gestos y acciones?”, respondió tomando la pelotita para enviarla de vuelta con su dueño.

Era como una rutina extraña: se aventaban algún objeto cuando hablaban seriamente.

“¿Sabes?”, dijo Bucky unos segundos después de haber, al parecer, analizando lo siguiente que diría. “No sé si lo has pensado, pero creo que…”, se interrumpió acomodándose mejor en la cama para ver de frente a Steve, “¿Has notado que eres sobreprotector con Bruce?”. Steve le miró con el entrecejo fruncido, pero Bucky interrumpió cualquier cosa que fuera a decir. “Estabas enojado, cierto, pero ahora estás preocupado y apuesto a que te encantaría estar a su lado”.

“Es mi novio, Bucky”, contestó Steve como si fuera lo más natural del mundo.

“Lo sé. Pero analiza esto: desde que lo conociste surgió un instinto protector hacia él. Es decir, el primer día de tu tutoría ni siquiera sabías quién era, y un par de días después me dijiste que te agradaba. Lo  hiciste tu amigo de inmediato, y a las dos semanas ya estaban saliendo. Steve, no lamentaré decirte esto: también eres raro”.

El rubio se quedó con la mente en blanco, pero pronto lo superó.

“¿Cuál es el punto?”, preguntó con seriedad.

“Dime, ¿qué tienen en común gente como Bruce, como tú, como Laufeyson e incluso como Natasha?”, inquirió Bucky jugando con la pelotita sin mirar a su amigo. Steve no respondió. En realidad no sabía qué responder. Bucky rodó los ojos. “Son becados, Rogers. ¿Sabías que Logan Howlett también lo es?”

“¿Y el punto es…?”, preguntó Steve de nuevo, mirando a Bucky como si éste estuviera loco.

“Veamos”, comenzó Bucky lentamente. “, no puedes decirme que Loki es un chico normal, ¿has visto cómo trata a Thor?. Siempre está fastidiado, de mal humor, tiene complejo de perfección… Vamos, que no sé cómo Barton lo aguanta. Natasha, la aprecio y de verdad me gusta, pero esa chica bien podría pasar como un agente secreto; puedo apostar a que sabe cosas que nos darían terror. Bruce… ya es obvio. Howlett: es un matón. Y tú: instinto de protección exagerado”.

“¿Estás insinuando que somos una panda de locos becados?”

“Locos no. Emocionalmente inestables sí. Hay un rumor en SHIELD, como esas tontas leyendas urbanas, dicen que Fury es una especie de recolector: niños necesitados. ¿Comprendes?”

“Suena exactamente igual que una jodida leyenda urbana, Bucky: patrañas”.

Bucky se encogió de hombros y colocó la pelotita en su mesita de noche, señal de que daba por terminada la charla.

“La mayoría de la Facultad piensa que una relación pasada entre Stark y tú es una jodida leyenda urbana. Descansa, tal vez eso te ayuda a decidir qué hacer con Bruce”, concluyó Bucky apagando la luz de la lámpara.

Steve no pudo dormir en toda la noche.

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Le besaba con hambre, como siempre, pero esta vez Thor pudo ver que Loki no correspondía con la misma emoción de siempre. Así que suspiró pesadamente y se alejó de él lo suficiente para verle al rostro.

“¿Qué sucede?”, se obligó a preguntar.

“Nada. Estoy cansado”, fue la parca respuesta del pelinegro antes de separarse de Thor para volver al edificio de dormitorios. Eran casi las once de la noche, y todavía se cuchicheaba sobre lo acontecido esa tarde.

“Estás preocupado por Banner”, comentó Thor pasando su brazo por sobre el hombro de Loki.

“Estoy cansado, Thor. Es todo”, replicó Loki con gesto fastidiado. Hubiera querido estar con Romanoff y Barnes cuando llegara Rogers. Pero como siempre, Thor lo había interceptado y él no había podido safarse. Por alguna razón incomprencible para él, sí estaba preocupado por Banner. Tal vez fuera su vena chismosa, se dijo.

“El entrenador lo llevará mañana a la ciudad para que le hagan exámenes de nuevo. No confía en los médicos de la Facultad ni en los encargados de la enfermería. Pero ya te lo expliqué, Banner se volvió loco pero aún así no tiene mucha fuerza. De lo contrario…”

Loki sonrió con sarcasmo e iba a decir una palabrota contra Thor por catalogar de ‘loco’ a Banner, pero se detuvo a medio camino, alargando un brazo por el pecho del rubio para deterlo también. En un segundo se hicieron a un lado, escondiéndose tras la pared del anexo de la rectoria. Alguien salía apresuradamente del lugar, cosa extraña y grave si, como en este caso, no se trataba de algún decano, personal de la dirección, profesores o la gente de mantenimiento. Era Stark, e iba muy apresurado, mirando en toda dirección para asegurarse de que nadie lo veía mientras tecleaba apresurado en su tablet.

Loki agradeció la oscuridad de la noche y el hecho de que a Thor le agradaba pasear lejos de la civilización universitaria. Esto era más que interesante, porque lo más valioso en el anexo direccional eran los archivos de todos y cada uno de los estudiantes de SHIELD.

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Tony se apresuró hasta su habitación con una mueca de triunfo en los labios. El númerito de Banner y Howlett había obligado al personal a tener junta de emergencia. Ni el decano Coulson estuvo de ojo avisor y él, por supuesto, aprovechó la situación. Había sido muy fácil evadir a los de cuarto, quienes sutilmente habían hecho de ‘guardianes’. No muy sutilmente porque él se dio cuenta de inmediato y como el genio que era había llegado al anexo de manera muy sencilla. Se tardó mucho para su propio disgusto, pero tenía en su tablet toda la información del archivo de Robert Bruce Banner.

Ni siquiera notó que Rhodey no estaba en la habitación, y no le importaba. Se apresuró a leer el contenido del archivo. Si bien había sido un espectáculo muy divertido el enterarse de lo sucedido (y maldijo al no verlo de primera mano),  y hasta se había reido de lo lindo al saber que Banner fue quien terminó golpeando a Howlett, en perspectiva, no era muy agradable. Algo más allá de su rareza habitual había en Banner, y él tenía que descubrirlo.

Lo hizo a los pocos minutos de desechar información académica que no le interesaba. TID. Bruce Banner tenía TID. La sonrisa en los labios de Tony murió.

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El jueves fue un día tenso en la Uni. La gente seguía hablando de lo ocurrido, deformando la historia hasta puntos inverosímiles. Steve estuvo toda la mañana con la mente en cualquier parte menos en clases. El entrenamiento fue suspendido porque el entrenador no estaba, y cuando dieron las siete, hora de su tutoría, se vio extrañando a Bruce.

Mucha gente se le había acercado preguntando por Bruce, más por morbo que por sincera preocupación o simple curiosidad. Y de pronto Bruce se volvió una celebridad, para bien y para mal. Gente como Betty Ross, Jane Foster y en general sus compañeros del club de ciencias parecían realmente preocupados, pero Steve no tenía más que una respuesta: ´No lo sé´. Otros más como Blonsky (amigo de Howlett y medio campista del equipo) le habían casi amenazado. Y una pequeña porción más, como Darcy Lewis -la mejor amiga de Jane- seguía entusiasmada por el actuar de Bruce. Steve creyó que fundaría un club de fans de un mometo a otro. Esa chica era… cuando le preguntó casualmente si era becada, y ella contestó que sí, Steve casi se va de espaldas.

Ocupo el resto del día y hasta que lo corrieron de la biblioteca ya muy tarde documentandose sobre el trastorno. Así huía de toda esa gente, de Natasha que lo había interceptado y molestado con que fuera a ver a Bruce, y de Bucky y sus teorías de conspiración bizarras.

El viernes pasó casi igual, con la excepción de que sí hubo entrenamiento y Thor se había puesto muy exigente porque el entrenador tampoco apareció esta vez y él había tomado la batuta del equipo; nada fuera de lo normal a menos que se tomara en cuenta que le había gritado porque él, Steve, no atinaba a concentrarse. Falló dos de los cinco penales que tenía que tirar, se le escapó un pase a gol y casi se lia a golpes con Blonsky cuando éste gritó algo sobre Bruce bastante desagradable. Para el final del entrenamiento, Thor le dijo que entendía su intranquilidad, pero  que lo banquería en el partido del sábado, no jugaría como titular esta vez. Sorprendentemente, no le incomodó a Steve.

Bruce seguía sin prender el celular, no tenía el número de Peter y en su casa no había uno fijo. Estuvo tentado a salir del campus muchas veces para ir directamente a Essex a verlo, pero se detenía apenas daba un paso al estacionamiento. Todavía no sabía qué hacer. La información en los libros no era alentadora, seguía molesto porque Bruce no le había dicho nada y bueno, en general tenía otra vez la mente hecha mierda.

Y sólo había alguien que podía incrementar su confusión. Tony lo increpó cuando salía de la biblioteca con otro volumen sobre trastornos de la personalidad. Fastidiado y con sueño gracias a no poder dormir bien, Steve sólo hizo una mueca y se dejó guiar por su ex hacia los solitarios jardines. Sabía que esto tenía que pasar, que Tony no perdería la oportunidad de burlarse de Bruce en su ignorancia, y Steve no estaba muy seguro de evitar darle un buen golpe para evitarlo.

“Tienes que alejarte de Banner”, fue lo primero que dijo Tony. Y fue una advertencia.

“¿Disculpa?”

“Es en serio, Steve”, replicó Tony al tono fastidiado del rubio. “Tu querido ratoncito está loco, un día de estos lograras que te mate”.

Steve sintió su enojo incrementar en oleadas. Loco. Así era como todo el mundo consideraba a Bruce, Tony no podía ser la excepción.

“No necesito tus consejos ni advertencias, Anthony. Buenas noches”, zanjó para enseguida alejarse, pero Tony lo atrapó de un brazo con mucha fuerza y lo besó.

“Sólo estoy preocupado por ti, ¿no lo entiendes?”, susurró Tony en sus labios. Steve, por alguna enajenación no se opuso al contacto. “Banner está mal”, murmuró el moreno introduciendo su lengua en la boca del rubio.

Y entonces Steve reaccionó. Por mucho que en esos momentos deseara a Tony con intensidad (lo cuál lo estaba confundiendo horriblemente) todavía era novio de Bruce. Se alejó bruscamente y se limpió los labios humedecidos.

“No te metas en esto”, dijo firmemente para enseguida alejarse; sería incapaz de ceder ante la mirada brillosa en los increíbles ojos de Tony si seguia mirándolos. Ante la verdadera angustia tras ellos.

Y ahora sí que estaba al borde el abismo. Porque quiso besar a Tony, porque lo deseó, porque Bruce ahora le daba miedo, porque no sabía qué jodidos sentir ya.

El sábado, harto de tanta confusión en su cabeza, se decidió al fin a ir a ver a Bruce. Tenía que arreglar este asunto, además debía dejar de sentirse tan culpable con las miradas que Natasha, Clint y Loki le dedicaban. Quizá, por su bien y el del propio Bruce, sería mejor terminar su relación. Ser amigos, verse únicamente en las tutorías (porque el examen estaba ya muy cerca), o incluso dejar todo por la paz y estudiar por su cuenta. En todo caso, el examen era en lo último que pensaba en esos momentos. No sacó la moto, no le pidió las llaves de su auto a Bucky. Iría a pie, para poder pensar en el camino.

Peter terminaba de cortar la hierba mala del jardín junto a Gwen, quien, tan linda como siempre, comprendió que Peter no quisiera salir a ningún lado para no dejar a Bruce solo. El chico le había contado todo, y sólo recibió absoluta comprensión por parte de ella. Era muy afortunado, y el pensar en irse de Essex le estaba matando.

Bruce no había querido tomar las píldoras para dormir, sólo los tranquilizantes. Apenas si comía y hacia una hora que había conseguido al fin hacer que se bañara y afeitara. Eran ´los días negros´como él los llamaba. Días horribles después de una crisis en los que Bruce parecía un zombie. Siempre había tenido que enfrentarse a ello solo, y ahora estaba molesto, porque se supone que Bruce tenía amigos. Y un novio. Un estúpido novio que no había dado señales de vida, que lo había abandonado. Bruce tenía razón: la gente no comprendía, y ni siquiera hacían el esfuerzo por hacerlo.

“Peter, te estás lastimando las manos”, le habló Gwen con dulzura.

El chico se miró los razguños en las palmas y gruñó. Gwen lo abrazó y él se aferró a ella. Así estuvieron unos minutos hasta que, de reojo, Peter vio un par de piernas acercándose a ellos. Cuando alzó la mirada vio a Steve. Peter le miró con molestia, pero no dijo nada.

“Buenas tardes, Peter”, habló Steve alzando una ceja en respuesta a la mirada molesta del chico. Inclinó la cabeza en un gestó de saludo a Gwen, que lo miraba a él y a Peter intermitentemente. “Yo… ¿Puedo ver a Bruce?”

Peter iba a decir algo, algo que seguramente sería un reproche de no ser porque Gwen le apretó un brazo a tiempo.

“No sé si sea conveniente”, respondió sin embargo sin dejar de mirar a Steve. Aunque de hecho sí era conveniente, o eso le había dicho el doctor Samson. Si los amigos o el novio aparecían, podrían motivar a Bruce a salir de su letargo. Pero estaba molesto, habían pasado dos días…

“Necesito verlo. Necesito saber que estará bien”, objetó Steve.

Peter miró entonces a Gwen, ella le sonrió y asintió casi imperceptiblemente. Así que se levantó de la escalinata y abrió la puerta haciendose a un lado para permitirle la entrada al rubio idiota.

“Sólo una cosa, Steve”, le dijo intentando que no sonara como una amenaza. “, lo que menos necesita es alterarse. Si vienes a dejarlo hazlo con delicadeza”.

Steve le miró profundamente, pero no se atrevió a decir nada porque vio la total resignación en esas palabras. ¡Dios! Comenzó a sentirse miserable.

“La primera puerta a la izquierda subiendo las escaleras. Es la habitación de Bruce. La puerta está cerrada pero no asegurada”.

Steve asintió mordiéndose un labio a las instrucciones de Peter. Respiró profundamente y al fin se adentró para subir lentamente los escalones de la pequeña, humilde y bien cuidada casita.

Notas finales:

Bueno, pues un capítulo más. La perpectiva no es alentadora, ¿verdad? 

¿Pusieron atención a lo que dijo Bucky? Suena extraño, pero es importante. De hecho hay pequeños detalles a lo largo de la historia que serán importantes después.

Un besazo a tod@s y gracias por leer!


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