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Tú... por LatexoHPo

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Notas del capitulo:

Advertencias para el capítulo:

La última parte está para llorar, así que agarren pañuelos *snif* ;A;

 

 

Ya se movían rápido. Steve sentía la respiración agitada de Bruce en su cuello, sus brazos rodeándolo. Pequeños besitos que Bruce le daba cuando no gemía y podía respirar un poco.

Las manos del rubio acariciaban la estrecha espalda de Bruce, arrullando y tocando todo a su paso. Su boca estaba ocupada en lamer y morder la oreja de Bruce que tenía a su alcance, susurrándole de a poco cuánto lo amaba y alguna que otra palabra malsonante en medio de su éxtasis.

Pero sus ojos azules estaban clavados en el espejo que tenían frente a la cama. No podía dejar de mirar fascinado la espalda de Bruce, su trasero abierto y sus movimientos al subir y bajar rítmicamente su cuerpo para enterrarse cada vez más en su miembro. Era tan jodidamente excitante que sabía que no duraría mucho más. Era como estar viendo una porno dónde los protagonistas eran él y su Bruce.

Él tenía la espalda pegada a la cabecera de la cama, sentado con Bruce encima de él a horcajadas. En el espejo reflejándose cómo se unían y se separaban apenas. Las nalgas de Bruce brillantes por el lubricante que se escapaba con cada embestida. Veía cómo la cama rebotaba con sus movimientos. Cerró los ojos un momento cuando sintió que se venía, apretó la cintura de Bruce, sintió las manos de Bruce enredándose en los cabellos de su nuca. Gruñó con fuerza y abrió los ojos dilatados para ver en el reflejo cómo hundía en Bruce toda su longitud, los espasmos que siguieron.

“Adentro… no salgas de mí…”, susurró Bruce con esa voz sexy y ronca que le encantaba. Eso provocó que inundara a Bruce totalmente y llevara una de sus manos a los rizos despeinados para bajar la cabeza de Bruce y lamer la nuez.

Steve siguió gruñendo con la boca pegada al cuello de su chico, pero pronto tomó las piernas de Bruce y las pegó a sus caderas para poder deslizarse y acomodarlo sobre las húmedas sábanas sin salir de él. Se besaron apasionadamente y hasta que el rubio sintió que ya no había nada que vaciar, salió de Bruce lentamente gruñendo un poco más al sentir cómo algo de su semen salía con él. Miró intensamente las orbes marrones de Bruce, y llevó una mano al miembro duro de su chico, acariciando con deliciosa y tortuosa lentitud. Bruce abrió la boca y gimió con una mueca de total entrega.

Steve bajó besando la mandíbula, repitiendo en el cuello, mordió las clavículas y se concentró finalmente en uno de los pezones de Bruce. El ruido que Bruce hacía se incrementó y entonces Steve bajó más, lamiendo en el hueco entre las costillas de su chico, bajando al ombligo y al fin al manjar que había estado acariciando. Se metió todo el miembro de Bruce a su boca y escuchó complacido el casi grito. Masturbó a Bruce con sus labios sintiendo las piernas del otro acomodarse sobre sus hombros hasta descansar los talones en su espalda. Steve alzó la mirada para ver la mueca ahogada de Bruce, desvió la mirada al espejo y fue increíble verse a sí mismo haciéndole un oral. No quitó sus ojos del espejo mientras ahora ocupaba su mano en subir y bajar, mientras que con la otra acunaba el escroto de Bruce para apretar un poquito y ver la espalda de su chico arquearse.

A través del espejo fue genial ver cómo el pene de Bruce lanzaba su descarga a chorros mientras él, Steve, lamía el tronco. Besó la punta una vez Bruce dejó de sacudirse en espasmos de puro placer y degustó ese sabor amargo y dulce al mismo tiempo. Esperó hasta que Bruce se recuperara un poco y luego subió a besos, recogiendo con su lengua lo que había caído en el hueso de la cadera de Bruce, en su pelvis, el estómago y todo el camino de vuelta a su labios, dónde dio a probar a Bruce a sí mismo.

Se miraron con intensidad y una enorme sonrisa satisfecha adornó los labios de Bruce.

“Eso fue genial”, murmuró cuando Steve acomodó la cabeza en su hombro.

“¿No te dolió, verdad?”

“No. Fue genial”, repitió Bruce. La verdad es que al principio sí le había dolido otra vez, pero conforme Steve lo embestía el ardocillo se convirtió en puro placer. Quizás fuera el lubricante o tal vez la posición, pero fue genial.

“Eso suena muy bien, porque esto fue sólo el primer tiempo. Falta el segundo, los dos tiempos extras reglamentarios y la tanda de penalties”.

Bruce se rió alegremente e instó a Steve a subir para atrapar su boca.

“Eso nos llevará toda la noche”, musitó mordiendo el labio inferior de su novio.

“Es lo que espero. Si por mí fuera te atraparía toda la vida para tenerte así”.

Cualquiera que los escuchara los tacharía de sensibleros y cursis. Pero a Bruce no le importaba, y a Steve menos.

Se acariciaban lánguidamente uno al otro cuando el teléfono celular de Steve les interrumpió.

“Mierda, olvidé apagarlo”, dijo el rubio separándose a regañadientes de Bruce.

“Tal vez sea importante.”

Steve hizo una mueca pero se sentó en la cama para buscar su teléfono en la pequeña mochila que había llevado consigo con un par de mudas de ropas, la llave de la moto y el lubricante extra.

Fue positivo que le estuviera dando la espalda a Bruce, porque se sorprendió mucho cuando vio el número en la pantalla. Era Tony. No quería hablar con él, así que dejó que sonara. Iba a apagar el teléfono cuando vibró con un mensaje. Hizo un ruidito molesto pero decidió que lo vería, sólo para contestarle que lo dejara en paz. Frunció mucho el ceño cuando leyó las palabras: ‘Saca a Bruce de Essex’.

¿Qué diablos…?

En ese momento sonó el otro celular, el de Bruce. Con una mueca de sorpresa, Bruce también se incorporó para tomar su celular.

“¿Quién es?”, preguntó Steve apremiante. Tenía un muy mal presentimiento.

“Leo”, respondió Bruce imitando el ceño fruncido de Steve. ¿Qué estaba pasando? Estaba llevándose el teléfono a la oreja cuando la puerta de la habitación sonó muy fuerte.

“¡Robert Bruce Banner! ¡Tienes un minuto para abrir la puerta y entregarte! ¡Somo la policía de Essex!”

Bruce soltó el celular y Steve se levantó como resorte de la cama. Ambos se miraron muy confundidos, pero Bruce comenzaba a sentir pánico.

Se escuchó más alboroto afuera, y Steve fue el primero en salir de su estupor y ponerse una playera y sus pantalones de deportes encima.

“Vístete, bebé”, le dijo a Bruce preocupado. “Traje ropa para ti”, agregó señalando la mochila.

Bruce no lo pensó dos veces y se apresuró a sacar la ropa para vestirse.

El rubio apenas si abrió la puerta, y vio a un policía con la pistola desenfundada y cara de matón. Eso lo enfureció y abrió un poco más la puerta, no lo suficiente para que se viera Bruce que ya tenía las piernas metidas en el pantalón.

“¿Robert Bruce Banner?”, inquirió el policía mala leche.

Steve iba a preguntar qué demonios hacían allí y qué querían con Bruce, pero vio acercarse al padre de Gwen, también en uniforme.

“Steven, siento mucho esto, pero necesito que Bruce me acompañe”, luego miró a su compañero. “¡Baja el arma!”, le ordenó muy molesto.

“¿Qué sucede, señor Stacy?”, inquirió Steve ya muy asustado.

“¿Dónde está Bruce?”, preguntó de vuelta el capitán de la policía.

“¿Señor Stacy?”. La puerta se abrió más y Bruce se asomó ya vestido con un uniforme de las Águilas de SHIELD que le quedaba grande. “¿Peter está bien?”

“Sí. Lo siento, muchachos. Bruce, recibí una orden de aprehensión venida de Ohio. Alguien denunció un secuestro y… Te daré más detalles en el auto, tienes que acompañarme”.

“¿Un secuestro?”, inquirió Steve lleno de confusión, mirando a Bruce y a George Stacy intermitentemente.

El mundo se le vino encima a Bruce. Un secuestro…

“Tiene que hablar con Leonard Samson. Le juro que yo no…”

“Bruce, tranquilizate. Sé perfectamente que es un malentendido, pero la denuncia está hecha. Peter ya llamó a Samson…”

“¿Dónde está Peter?”, preguntó Bruce y Steve supo que algo no estaba bien con ese tono de voz.

“Tuvimos que llevarlo…”

“¡No! ¿Dónde está?”, gritó Bruce y Steve tuvo que detenerlo. No entendía nada y le estaba asustando mucho la reacción de Bruce.

“Tranquilo, amor”, susurró abrazándolo. “Vamos enseguida, señor Stacy”.

En unos minutos estaban fuera del hotel, con la recepcionista mirándolos muy asustada pues un par de patrullas fuera de su negocio le daba mala reputación.

Steve seguía abrazando a Bruce para que no perdiera el control. Ya enfrente de una de las patrullas, George Stacy sacó un juego de esposas y miró con pena a Bruce.

“Lo siento, hijo. Tengo que seguir protocolos. Quedas detenido por ser sospechoso de secuestro de un menor de edad y la apertura de archivo de un  homicidio imprudencial”.

“¡¿Qué?!”, exclamó Steve mirando horrorizado al padre de Gwen.

Bruce comenzó a temblar y miró con pánico a Steve, negando con la cabeza.

“Te juro que no…”, balbuceó y entonces se llevó las manos a la cabeza. No podía estar pasando esto.

El otro policía se apresuró a arrebatar las esposas de las manos de su capitán y se acercó a Bruce tomándolo de los hombros y girándolo para llevar sus manos a su espalda.

“Sin resistirte, muchacho. Quién sabe qué perversiones habrás hecho contra Peter Parker”

Error. Bruce respiró muy hondo y se soltó bruscamente del policía.

“¡Jamás le he tocado un pelo a Peter para lastimarlo! ¡Es mi hermano, saco de basura!”

Steve se quedó en shock. Esa mirada, esa voz… No era Bruce. George Stacy se apresuró a separar al chico de su policía, porque lo había tomado de la solapa del uniforme y lo miraba con fiereza.

“¡Bruce, no compliques más esto!”

Pero Bruce… o el otro chico más bien, alejó al capitán de un certero golpe. El caos sobrevino. Steve tomó a Bruce de los hombros e intentó hablarle, el otro policía se soltó del chico y volvió a enfundar el arma. Dos policías más salieron de la otra patrulla para ayudar a su compañero y a su jefe. Bruce se sacudió a Steve con una facilidad que le dio miedo al rubio, lo descolocó tanto que fue derribado fácilmente por uno de los policías. Eso enfureció más a Bruce y se abalanzó al policía, gritando palabrotas y gruñendo como una animal.

“¡No!”, gritó Steve cuando uno de los uniformados golpeó al descontrolado Bruce en la cabeza con la cacha de su arma.  Se levantó rápidamente y sostuvo a Bruce antes de que se golpeara contra el suelo.

“Steven, tengo que llevarlo”, le dijo el señor Stacy respirando con dificultad.

“¡Está herido!”, replicó Steve.

Pero George Stacy no le hizo caso. Le arrebató a Bruce de los brazos y entre él y otro policía (el que no tenía la nariz o la boca reventada) subieron a un inconsciente Bruce a la patrulla.

“Comunicate con Leonard Samson”.

“¿Dónde está Peter?”

“Aún no lo sé, pero sí sé que está en buenas manos. Tengo a Gwen vuelta loca y yo tengo que hacer mi trabajo, no sigas complicandolo”.

Steve todavía estaba en estado de shock. Estaba muy asustado al ver por fin al otro sujeto. Parecía una fiera, todo lo dulce que era Bruce se había desvanecido en un segundo. Y las acusaciones… ¿secuestro? ¿homicidio? Se lamió los labios secos y corrió hasta el estacionamiento del hotel a por su moto, llamó como un loco a Leonard Samson y el psiquiatra contestó enseguida.

Steve le contó apresurado lo que había pasado. Leo resopló.

“Te veo en la estación de policía. Voy en camino, Peter está bien”.

Pero nada estaba bien. Cuando Steve y Leo se encontraron fuera de la estación de policía, una ambulancia partía. Steve sintió que el mundo se abría bajo sus pies y casi corrió al edificio, topándose con el señor Stacy, muy alterado.

“¿Doctor Samson?”, inquirió el hombre.

Leo asintió.

“Se volvió loco. Despertó y quiso golpear a todo el mundo gritando que le devolvieran a Peter… Tuvimos que llamar al Hospital Psiquiátrico de Queens”

“¡Maldición!”, exclamó el psiquiatra volviendo sus pasos a su auto. Steve lo siguió ya hecho un lío emocional. “No puedes verlo hasta que no lo evalué yo primero”, le dijo el médico. “Regresa a SHIELD e informale a Fury lo que está pasando”.

“Pero..”

“¡Steve! No es la primera vez que tengo a Bruce en una crisis grave, ve y haz lo que te digo. Es lo único que puedes hacer por ahora”.

~*~

 

Hacía un par de horas que la fiesta había terminado en el salón de SHIELD. La conga que armó Darcy había sido memorable y se contaría por décadas cómo Johnny Storm había logrado no sólo meter una botella, sino emborrachar a media comunidad estudiantil.

El decano Coulson se llevó una mano al rostro con cansancio. Johnny Storm le dejaría calvo más pronto de lo que la naturaleza hacía su trabajo. Sin embargo estaba satisfecho con el año que había concluido, todos sus niños habían logrado pasar de año sin contratiempos, incluido Logan, que le preocupaba tremendamente pero que, de alguna manera después de lo que sucedió con Banner, había cambiado un poquito para bien.

Ahora el que le preocupaba era Anthony Stark. Aún no era dado de baja por completo porque Fury creía que podría recuperarlo, era sólo cuestión de tiempo y mucho hablar (o esperar a que Howard Stark regresara de su último viaje de negocios).. El chico había sido de los mejores en sus notas finales y en un futuro Coulson esperaba grandes cosas para él. Sólo tenía que encontrar la manera de quitarle un poco su arrogancia, esperaba que aquella humillación funcionara.

Coulson frunció el ceño cuando escuchó el ruido de una motocicleta y los gritos de alguien fuera de la oficina del rector Fury. El decano se había ofrecido a guardar los últimos archivos por el director, aunque en realidad lo que hizo fue huir de la fiesta; esta nueva generación lo volvería loco.

“¡Director Fury…!”

Cuando Coulson abrió la puerta casi es derribado por un exaltado Steven Rogers. El hombre mayor entrecerró los ojos, ya había tenido en su cabeza la conversación que sostendría con ese chico y su novio por abandonar el campus a… ni siquiera tenía que preguntar a dónde, la ropa que llevaba Rogers le gritaba que se habían tenido que cambiar en algún momento los trajes de etiqueta.

“¡Señor Rogers…!”

“¡Necesito ver al director Fury!”

“Rogers, tranquilizate. ¿De dónde diablos vienes? ¿Estás consciente de que…”?

“¡Señor!”, gritó Steve en un tono que le valdría una detención muy larga si no fuera porque el ciclo escolar había terminado oficialmente. “Es Bruce. Por favor, señor, se lo llevaron al Hospital Psiquiátrico de Queens… El doctor Samson…”

“¡Rogers!”

Ambos, el decano y Steve, giraron el rostro hacía el hombre que había hablado. Nicholas J. Fury venía dando grandes zancadas, tras él venía Hill y el profesor Lensherr. El director guardó su teléfono celular cuando Steve se le abalanzó.

“¡Por favor, señor…!”

Fury lo tomó de los brazos y lo obligó a sentarse en la primera silla que vio en la oficina. Luego miró gravemente a Coulson con su único ojo.

“Leonard Samson acaba de ser detenido”.

El gesto de sorpresa de Coulson duró sólo un segundo, al siguiente ya estaba sobre el teléfono de la oficina. El gesto en la cara de Steve se había congelado. ¿Por qué demonios Samson había sido detenido? ¡No hacía ni quince minutos que lo había visto marcharse al Hospital para encargarse de Bruce!

“Señor, Rogers”, habló Fury para sacar a Steve del evidente colapso nervioso que estaba a punto de sufrir. “Es probable que se requiera su presencia en el caso. Pero hasta que no lo llame permanecerá en SHIELD…”

Y Steve estalló al fin. Se levantó como resorte del asiento, furioso.

“¡Acaban de llevarse a Bruce con una crisis! ¡Acaban de acusarlo de secuestro y homicidio! ¡No voy a quedarme de brazos cruzados! ¡Quiero saber qué mierda está pasando porque es malditamente obvio que todos ustedes lo saben!”

“¡Señor Rogers! No voy a consentir que le hable en ese tono a la Facultad”, recriminó Maria Hill.

“Steve”, intervino el profesor Lehnsherr antes de que el chico estallara de nuevo. “Sabemos que estás preocupado por Bruce, pero ahora lo importante es lograr que Leo pueda atenderlo. No puedes hacer nada en estos momentos”.

“Puedo ir a ver a Bruce…”

“No,  no puedes. Hablé con Leo antes de que lo arrestaran. Bruce entró en un estado psicótico, no te dejaran ni siquiera entrar al edificio”.

“Pero…”. Steve se desinfló totalmente y volvió a sentarse en la silla con las manos en la cabeza. No entendía nada. “¿Esas acusaciones…?”, preguntó sin embargo con un hilo de voz.

Alguien puso una mano fuerte sobre su hombro, y al alzar la vista se encontró con la penetrante mirada del ojo sano del rector  Fury.

“Se le acusa de secuestrar a Peter  Parker, y sabes tan bien como nosotros que es una mentira. Lamentablemente todos estamos involucrados en ello y es hora de aclarar la situación. Sobre lo otro…”

“Bruce ya fue juzgado por homicidio imprudencial. Esto es un atropello y te aseguro, muchacho, que quien haya removido esa mierda lo va a pagar caro”.

Fury se enderezó y alzó una ceja a Maria, que había dicho aquello muy cabreada. Pero a Steve se le fue el alma al suelo. ¿Bruce había matado a alguien? ¿Su Bruce? Erik Lehnsherr vio la confusión total en su rostro, porque volvió hablar.

“Steve. Fue un accidente; Bruce ni siquiera recordaba lo que había pasado. ¿Te ha contado algo sobre su padre?”

Steve asintió todavía con la boca abierta, intentando comprender cómo demonios la noche se había transformado en un infierno.

“Él… Bruce dijo que su padre mató a su madre…”

“Sí. Y Brian Banner fue encerrado en un manicomio alegando que no estaba en sus cabales cuando lo hizo. Bruce hizo su vida con Leo y Peter, pero regresaba a Ohio cada año para visitar la tumba de su madre. Cuando Bruce tenía diecisiete, Brian Banner fue puesto en libertad, y coincidieron en el cementerio. Brian se puso violento con Bruce y quiso golpearlo como cuando era un niño”. El profesor hizo una pausa y el silencio que siguió era espeluznante. Toda la piel de Steve se erizó. “Bruce no pudo controlarse, salió la otra personalidad y se defendió. Fue él el que golpeó a Brian y éste se golpeó la sien en la tumba de Rebecca Banner al caer por el golpe. Murió instáneamente. Cuando Bruce regresó y se dio cuenta de lo que había sucedido fue muy duro para él. Afortunadamente había testigos: Bruce se defendió de su alcoholizado padre, y los antecedentes de Brian ayudaron para aclarar que había sido un accidente.”

“Bruce fue declarado culpable de homicidio imprudencial. El doctor Samson presentó los informes que avalaban la condición mental de Bruce; su doble personalidad. Bruce fue absuelto y desde entonces está en la mira de SHIELD”, agregó Maria Hill, más tranquila.

Steve sentía las lágrimas correr por sus mejillas. ¿Por qué Bruce no le había dicho nada de eso? ¡Qué estúpido! Seguramente tampoco quería o podía recordar eso. Su Bruce… Se levantó decidido del asiento y se limpió las lágrimas.

“Tengo que verlo”, dijo con firmeza.

“Señor, Rogers…”

“¡Es mi novio! Ya sé que a ustedes eso no les importa, pero…”

“Ya basta, Steve”. Está vez habló el decano, colgando el auricular del teléfono. “Sabemos de sobra que tu presencia en la vida de Bruce ha significado un gran cambio para él, y para ti. Pero ya lo dijo todo el mundo, no puedes hacer nada por ahora. Regresarás a casa como todo el cuerpo estudiantil y te mantendremos informado”. Luego miró al director Fury. “Tenemos que ir sacar a Samson, el Capitán Stacy nos está esperando”.

Steve bajó la cabeza. ¿Qué podía hacer él ahora?

“¿Qué hay de Peter? ¿En dónde está?”, preguntó con el corazón acelerado.

“Peter Parker es menor de edad, señor Rogers”, contestó Maria. “Lo más seguro es que haya sido trasladado al departamento de Protección Infantil de Nueva York, y después...”

“¿Un orfanato?”, inquirió Steve con el corazón en un puño. Devastaría a Bruce el saber que Peter estaba de nuevo en un orfanato, y además también él estaba preocupado por el chico, había aprendido a quererlo durante estos meses.

Maria Hill no respondió, pero era lo más obvio.

~*~

 

Tony ya estaba desesperado. La denuncia estaba hecha y a estas alturas seguramente Banner…

Jarvis había logrado sacar información de la estación de policía de Essex; Banner había sido llevado a Creedmoor, ese maldito Hospital... ¡Él y sus estúpidos arrebatos!

“Tony, estamos perdiendo el tiempo. No van a decirnos nada.”

Tony miró a Jarvis con enojo.

“¡Entonces vamos y sobornamos a cualquier idiota que nos pueda dar información!”

“Anthony, ¿a quién quieres sobornar y por qué?”

Tony sintió que un cubo de hielo pasaba por su espalda. Miró con pánico a Jarvis y un momento después se giró para ver de frente a su padre. ¡Maldita la hora en la que Howard decidió regresar de su viaje!

“Te hice una pregunta, Anthony”, habló Howard de nuevo, dejando su ligero equipaje en brazos de Jarvis y sin dejar de mirar a su hijo con la evidente duda en su rostro.

“Señor…”

“Jarvis, lleva mi equipaje a mi habitación, por favor”, cortó Howard a su mayordomo. Éste sólo miró con disculpa a Tony y obedeció. “¿Y bien? ¿Se trata de algo sobre SHIELD? Porque me llegó una carta por e-mail del rector Fury diciéndome que hace una semana renunciaste a la Institución y además de manera altanera y grosera. No te entiendo, Anthony. Hace un año exigiste quedarte en SHIELD, y ahora renuncias. ¿Acaso se trata de lo que el profesor Charles Xavier me dijo en una llamada telefónica? Es curioso, dice que le pagaste a alguien para sabotear el experimento del club de Ciencias. ¿O tiene que ver con lo que he tratado de evitar que se filtre a la prensa? Porque también he recibido curiosos mensajes en mi número personal de un anónimo que dice que puede conseguir las pruebas de tu, y cito, homosexualidad; un espectáculo que diste en medio de la Facultad junto a ese amigo tuyo, Steven. O quizá quieras explicarme por qué los señores Potts me han dicho que Virginia rompió el compromiso y dicen que su hija está muy triste por tal motivo”.

El mundo se le cerró a Tony y sólo podía mirar acorralado a su padre que se paseaba alrededor de él.

“¿De verdad creíste que podrías salirte con la tuya en una Institución como SHIELD? ¿Te tomaste la molestia de saber quienes manejan realmente esa Universidad? ¿Sabes quién es realmente Nicholas Fury? ¿Creíste que me habías convencido de quedarte en SHIELD por tu berrinche? No, Anthony, si permití que accedieras a SHIELD fue por una  muy buena razón”, continuó Howard alzando una ceja. “Una de la que no tienes ni la menor idea porque te pasaste el año escolar creyendo que podrías ser más inteligente que una institución mucho más inteligente que tú. ¿Creíste que nadie iba a saber que robaste información confidencial de uno de tus compañeros? Ahora, Anthony: ¿Quién es Bruce Banner y por qué le estás jodiendo la existencia?”

Tony aprovechó cuando Howard se dirigió a la cantina para prepararse un borbón, y aunque con la mirada penetrante de su padre, se sentó en el sillón derrotado. Howard sabía todo eso… el imbécil que había contratado había hablado. Todo.

“¿Qué pasa, hijo? Generalmente saltas indignado ante cualquier pregunta que yo te hago.”

Tony sonrió con sarcasmo.

“¿Hijo?”, inquirió irónicamente. “¿Me llamas hijo ahora que lo único que quieres es que te de respuestas?”

“No intentes cambiar el tema…”

“¡No, Howard! ¡Ese el tema!”, saltó Tony, con la adrenalina de la angustia recorriendo sus venas. “Me enseñaste que puedo salirme con la mía en cada jodida oportunidad por el simple hecho de ser un Stark. ¿O no fue eso lo que me dijiste cuando enviaste a tus abogados a defender a Obadiah cuando lo acusaron de violación y él salió indemne? ¿No es de lo que te jactas cuando Industrias Stark vende sin permiso del gobierno armamento a Medio Oriente?”

“¿Y si tanto odias ser un Stark qué demonios haces aquí?”, increpó Howard, apretando los dientes. “Porque quieres  mi dinero, por eso aceptaste casarte con Virginia, ¿no es eso? Porque te advertí que…”

“¡Tus advertencias me importan una mierda!”, gritó Tony. “¡Fue por mi madre! ¡Por ella que me suplicó en su lecho de muerte en ese maldito Hospital que no te abandonara porque eres mi única familia! Pero tienes razón, Howard, los Stark podemos salirnos con la nuestra, y ahora tengo que arreglar mis errores”.

Tony dejó con la palabra en la boca a Howard y salió de la mansión con una decisión.

~*~

 

“Steve, Creedmoor es un Hospital serio…”

“¡No me importa si es el mejor hospital del mundo, Clint! Quiero ver a Bruce.”

Natasha apretó una mano de Clint cuando éste se mordió los labios. Estaban en la habitación de Steve y Bucky. Thor, Loki, Natasha y Clint habían acudido al llamado de Bucky cuando Steve llegó a la habitación con una ansiedad terrible. Steve no tuvo más remedio que contarles todo y desahogarse, porque si no explotaría de angustia.

“Yo sigo preguntándome quién hizo esas denuncias”, declaró Natasha furiosa y preocupada. “Se supone que SHIELD controla todo eso.”

Loki entrecerró los ojos pensativo. Bucky entró a la habitación apresurado.

“Logan fue llamado a la oficina de Hill. Creo que le están interrogando”.

Todos le miraron con intensidad, pero la cólera en la cara de Steve era nueva.

“¡Ese hijo de puta!” dijo entre dientes y salió de la habitación. Todos se miraron un segundo, al otro ya estaban corriendo tras él.

Cuando llegaron a la rectoría Logan salía con cara de circunstancias. Steve se abalanzó para tomarlo de la camisa con brusquedad.

“Voy a destrozarte, Howlett”, murmuró entre dientes.

Logan reaccionó soltándose bruscamente del rubio.

“Ya le he dicho a Hill que yo no tuve nada que ver con lo que sea que le pasó a tu novio, Rogers.”

Steve iba a abalanzarse otra vez contra el portero del equipo, pero alguien más venía corriendo y todos se giraron a mirar a… Stark.

“¡Steve! Deja en paz a Howlett…”

Y eso cambió el rumbo de las ansias asesinas del rubio. Se acercó a Tony y le dio el golpe que le había querido dar desde hace tiempo. Tony cayó al suelo mirándolo con una expresión indescifrable.

“¡Fuíste tú!”, gritó Steve y entonces el rubio no fue el único que se mostró fúrico.

Natasha se acercó a Stark y lo derribó cuando éste ya iba a levantarse.

“¡Maldita escoria! ¿No te bastó con todo lo que ya le habías hecho a Bruce?”

“Te vi salir del anexo de la rectoría. ¡Debí saber que fue el archivo personal de Bruce el que habías sacado!”, terció Loki. “Pensé por un momento que Blonsky…”

“¡Fue Blonsky!”, exclamó Tony poniéndose de pie y dando un paso atrás ante las miradas de los amigos de Banner. “Blonsky hackeó toda la información personal de Banner con ayuda de su amigo Hammer. Fue Blonsky el que hizo la denuncia…”, se interrumpió y bajó los hombros sin atreverse a mirar a Steve. “Yo… yo le pagué, sí, pero no quería que esto sucediera. ¡Steve, por favor! Pensé que Banner era peligroso, quería ponerte a salvo…”

Thor se adelantó y tomó el cuello de la camisa de Tony.

“¿A salvo de qué, Stark?”, inquirió con ese tono peligroso. Tony tragó saliva.

“No lo sabía”, respondió en voz baja. “No sabía que su madre… No sabía el motivo de su disociación…”

“¿Y qué pretendes ahora, Stark?”, fue el turno de Clint. “¿Por qué vienes a decirnos todo esto?”

Tony se soltó de Thor y miró a Steve.

“Quiero ayudar. Sacaremos a Banner de Creedmoor. Va a morir ahí si no lo hacemos.”

“¿De qué mierda estás hablando…?”, inquirió Bucky, pero entonces Steve abrió los ojos como platos y Tony le interrumpió.

“Mi madre murió en Creedmoor. La mataron ahí.”

“¿En cuánto tiempo podemos llegar?”, preguntó Steve a Tony. Sus amigos lo miraron con sorpresa, pero ellos no sabían lo que Tony había sufrido con la muerte de su madre. Maria Stark era sagrada para Tony, jamás jugaría en su nombre.

“En media hora en mi auto. Pero fue un problema entrar a SHIELD, será peor poder salir.”

Eran casi las tres de la mañana y todavía estaban bajo las reglas de la Uni. El guardián no los dejaría pasar las rejas. Steve maldijó desesperado.

“Yo puedo ayudarlos a salir”, habló Logan. “Hay otra salida, la conozco porque me he colado por ahí varias veces. El problema será que puedan coger el auto de Stark si ya lo has metido al estacionamiento.”

Tony asintió con una mueca.

“¡Maldita sea! Pedimos un taxi o no vamos en camión pero hagamos algo ya”, exclamó Clint.

“Sólo iremos Tony y yo, Clint…”

“¡Ni se te ocurra!”, interrumpió Natasha. “Nosotros también queremos a Bruce.”

“Además, ¿cómo demonios piensan entrar al hospital? ¡Es un psiquiátrico y son las tres de la mañana! Nos necesitas para crear una distracción”, habló Loki esta vez. Thor asintió a su lado.

“Necesitamos una distracción desde ahora. Hill nos está mirando desde su oficina”, dijo Bucky casualmente, Steve miró hacia el edificio y la figura de la supervisora era muy visible. Pero Bucky sonrió. “Finjan que se van a los dormitorios. Yo haré mi magia con Hill”.

La ventaja de la rectoría es que las oficinas estaban en el último de cinco pisos, gracias a ello y a la oscuridad, Hill  no podía distinguir quiénes eran los que estaban en los jardines a esas horas, aunque podría imaginarlo.

La fortuna los acompañó hasta la salida de la que habló Logan. Era tras los campos de fútbol, nadie iba ahí por la noche. Tony había llamado a Jarvis para que le enviara una de las camionetas negras de Industrias Stark, esas que no tenían el logotipo de la empresa y eran tan veloces como su deportivo.

Logan sostenía la reja rota mientras pasaban uno por uno bajo ella. Él se quedó adentro, no los acompañaría, ya se estaba arriesgando demasiado al hacer esto y su estadía en SHIELD peligraba.

Steve sin embargo lo miró desde afuera.

“Gracias, Logan”.

“Se lo debo”, fue lo único que dijo el chico para enseguida darse la vuelta y marcharse de nuevo al campus.

Esperaron solamente unos minutos, y la camioneta estacionó con discreción frente a ellos.  Tony les instó a subir sin importarle las miradas de desconfianza. Instruyó al chofer para que volviera a Manhattan y no dijera ni una palabra de esto a su padre, ya le compensaría muy bien por el favor. El chico millonario manejó a buena velocidad, pero no una en la que podría llamar la atención. Sentía la mirada de Steve a su lado, y las de los demás en la nunca. Pero tenía que tragarse el orgullo. Esto era su culpa y él tenía que resolverlo.

Estacionó una cuadra del hospital. Él conocía bien ese hospital y le revolvía el estómago mirarlo siquiera. El edificio era enorme y todos se mostraron nerviosos al llegar a una de las entradas laterales, la que Tony sugirió si no querían ser descubiertos tan pronto.

“¿Y cómo vamos a entrar?”, preguntó Thor exasperado.

“Deja eso, ¿cómo sabremos dónde tienen a Bruce?”, secundó Clint.

“Tony”, intervino Steve. “, dijeron que Bruce tiene un ataque psicótico, ¿sabes dónde lo pueden tener?”

Tony se mordió los labios y asintió. Claro que lo sabía.

“El ala derecha del primer piso. Son las habitaciones de los que están en una crisis. Todas las habitaciones tienen mira. Otro problema será que hay vigilancia. Vengan, sé cómo entrar”, y vaya que sabía. Muchas veces se había colado para cuidar a su madre durante su agonía.

Y como si fueran un equipo de espionaje o salvamento, los chicos siguieron a Tony hasta una entrada muy destartalada.

“Es la parte cerrada del hospital. Cuando se modernizó abandonaron esta ala, pero todavía se puede ingresar a la parte moderna desde aquí”, explicó el chico millonario. Cuando ya estaban todos adentro les dio un poco de miedo. Todo era oscuro y horrible aroma a rancio se desprendía de las paredes. “Hay un pasillo que nos llevará directamente al elevador sin pasar por el vestíbulo”.

Con los corazones acelerados, pronto todos estuvieron dentro del ascensor.

“¿Y ahora qué?”, preguntó Natasha.

“Yo iré solo… ¡Escúchenme!”, exclamó cuando los demás ya estaban abriendo la boca. “Tienen que hacer algo para que el personal despeje el pasillo y yo pueda revisar las habitaciones”.

“Traigo mi tablet”, dijo Loki de pronto. “Podemos… no sé…”

“Activar las alarmas contra incendio del primer piso. Dejan a los pacientes mientras verifican que no sea falsa, a veces los pacientes la activan por diversión. Steve, tendrás al menos un minuto y medio para encontrar a Bruce, cuando lo hagas envía un mensaje a mi celular con el número de la habitación, entonces podré abrir el código de seguridad para que entres”.

Tanto Steve como los demás miraron sorprendidos a Tony. Ese era un buen plan, y Steve sabía que Tony podría abrir incluso la caja de seguridad del mejor banco del mundo con una tablet.

“Dame la tablet, Laufeyson”, pidió Tony una vez el elevador se instaló en el primer piso. Thor se asomó y se quedó en las puertas para que el aparato no se moviera otra vez. El fuerte aroma a medicamentos y alcohol los golpeó. En un minuto, Tony sonrió con satisfacción y asintió a Steve. El rubio respiró hondo.

“¿Por qué no se escucha la alarma?”, inquirió Clint.

“Porque alterarían más a los pacientes. Es un sistema silencioso y sólo los jefes de piso la pueden ver. Luces de emergencia, Barton”, explicó Tony como si fuera lo más obvio del mundo.

Steve ya no escuchó la respuesta de Cint. Salió del elevador y se pegó a la pared cuando en el pasillo adyacente un par de enfermeros corrieron frente a él. Recuperó el aliento cuando todo volvió a ser silencioso.

Recorrió el pasillo rápidamente con el corazón en un puño. Miró a través de la pequeña ventana de la primera habitación y sintió su sangre correr a la cabeza. Eran habitaciones acolchadas. Ahí había una mujer que se golpeaba lentamente la cabeza contra una de las paredes. En la segunda era un hombre ya mayor, que se balanceaba de un lado a otro… En la tercera…

“Bruce”, murmuró sintiendo que el mundo se hundía bajo sus pies. Respiró hondo y envió el mensaje lo más rápido que sus dedos temblorosos respondían. En unos segundos -ya no le sorprendió- se escuchó un click. La puerta estaba abierta.

Steve se adentró con pasos vacilantes a la habitación. Blanco, blanco. Si no tuviera la vista fija en el chico hecho un ovillo en el suelo la blancura le habría cegado. La puerta se cerró con otro click, pero Steve no prestó atención. Quería gritar y maldecir al mundo al ver a su novio con las manos y los pies vendados, apenas un delgado calzoncillo blanco lo cubría… y una mordaza aprisionaba su boca. Se estaba moviendo en ligeros espasmos, y Steve vio rompiéndole el corazón que Bruce lloraba. Sus mejillas ya estaban rojas y laceradas por los surcos de lágrimas.

“Bruce”, murmuró con un hilo de voz, acercándose lentamente. Bruce no lo miró, tenía la vista fija enfrente. Steve se acuclilló frente a él y le acarició el pelo húmedo con suavidad. ¿Por qué le hacían esto? Hacía casi seis horas que había hecho el amor con ese chico tembloroso, y ahora estaba ahí como si Bruce se hubiera ido y sólo una cáscara había dejado.

Cuando acarició una mejilla sintió la piel ajena congelada. Entonces se dio cuenta de la temperatura, hacía frío y Bruce estaba semidesnudo… Se tragó el enorme nudo en la garganta y se quitó la sudadera roja de las Águilas de SHIELD. Cogió con suavidad un brazo de Bruce y se sentó acomodándolo sobre su regazo, como un niño pequeño. Casi gruñó cuando vio las manchas de sangre en las esquinas de su boca lacerada por la mordaza.

“¿Bruce? ¿Bebé?”, murmuró poniendo encima de ese cuerpo la sudadera para darle un poco de calor. Lo abrazó a su pecho y cerró los ojos con impotencia.

Bruce no respondió, ni siquiera miraba a Steve. Pero entonces se movió y sus ojos se posaron en los azules de Steve.

“¿Bruce?”, repitió el rubio intentando no ahogándose. Bruce abrió los ojos como platos y gruñó bajo la mordaza, se removió en los brazos de Steve y éste no tuvo más remedio que abrazarlo más fuerte. Bruce lloró con desesperación y Steve, sin poder soportarlo más, rasgó la mordaza plastificada, lastimándose las manos.

El llanto de Bruce llenó sus oídos cuando lanzó los restos a un lado y lo abrazó más fuerte.

“No… por favor…”, rogó Bruce en medio de su llanto. Steve lo acunó en sus brazos y acarició una de sus mejillas.

“Soy yo, bebé. Soy yo, Steve. No voy a lastimarte. ¡Dios! Tengo que sacarte de aquí”, murmuró Steve entre el llanto de Bruce.

Bruce dejó de removerse, aprisionado entre los brazos de Steve. Pero siguió llorando y negando con desesperación, hasta que poco a poco se calmó. Jadeaba en el cuello de Steve.

“¿Ste-Steve?”, susurró Bruce entre jadeos.

“Sí, bebé. Estoy aquí. Voy a sacarte de aquí”.

Bruce movió un poco su cabeza, y luego intentó apartarse de Steve.

“¡No! Vete, vete… No mereces… no… ¡Vete! No mereces esto…”, balbuceó entre su agudo llanto. Pero Steve no lo soltó y besó su mejilla varias veces. Y luego Bruce volvió a hablar entrecortadamente: “¡Peter! Me quitaron a Peter… ¡Mi hermanito!”

“Peter está bien”, mintió Steve, porque en realidad no sabía cómo o dónde estaba Peter, pero quería tranquilizar a Bruce. “Él está bien”.

“Vete… Soy un asesino…”, murmuró Bruce y Steve lo apretó todavía más entre sus brazos.

“No digas eso. Fue un accidente, bebé. No fuiste tú.”

De pronto se escuchó un alboroto en el pasillo, pero Steve no iba a dejar a Bruce así. No pensaba con coherencia, sólo quería desaparecer de ese horrible lugar y llevarse a Bruce con él y mantenerlo a salvo de todo.

La puerta se abrió, y por ella entró Leo Samson. Steve le miró con los ojos entrecerrados. El hombre tenía el pelo un poco despeinado y el semblante pálido. Fury había logrado sacarlo de la estación de policía.

“¡Steve! Te dije que…”. Leo se interrumpió cuando vio la escena frente a él. Bruce se aferraba a Steve y Steve lo aprisionaba contra su pecho, al parecer dispuesto a desafiar a cualquiera que intentara separarlo de Bruce. “¿Te reconoce?”, preguntó el psiquiatra con la boca abierta. Steve frunció más el ceño y asintió. “No te muevas, hablale. No… regreso en un momento”.

Leo salió de la habitación y Steve bajó la mirada para seguir limpiando con sus dedos esas lágrimas que Bruce no dejaba de soltar. Besó su frente, sus mejillas y rozó sus labios con los suyos, acunando al chico que amaba entre sus brazos.

“Él tenía razón”, musitó Bruce apretando los ojos. “Debió matarme a mí y no a ella… Debió dejarla viva… Yo merecía estar muerto, pero no ella… mi mami…”, y rompió en un llanto más agudo. Steve sintió su corazón partirse en mil pedazos.

“No digas eso, Bruce. Tu mamá debe estar muy orgullosa del hijo que tiene, tan inteligente y hermoso”, murmuró Steve en su oído, hasta entonces sintió sus propias lágrimas deslizarse en su rostro y mojando más las mejillas de Bruce.

Siguió besándolo y arrullandolo, murmurando que lo amaba, que no iba a dejarlo solo nunca. La puerta volvió a abrirse y Leo entró seguido de dos camilleros robustos, cargando una camilla con agarraderas.

El psiquiatra se acercó lentamente a ellos con una jeringa preparada.

“Voy a llevarlo a una habitación normal”, murmuró el hombre dirigiéndose a Steve, agachándose frente a ellos. “Necesito sedarlo”, añadió cuando vio cómo el rubio miraba la inyección. “Es necesario, Steve. Bruce, ¿me escuchas? Soy Leo, hijo. Mírame…”

Bruce se removió lentamente en los brazos de Steve y miró sólo de reojo al médico, sin separar sus brazos vendados del cuerpo de su novio. Leo le sonrió tranquilizadoramente y separó uno de sus brazos con delicadeza para poder aplicar el sedante. Los camilleros se habían quedado en el umbral de la puerta, mirando casi indiferentes lo que sucedía adentro.

Cuando Leo comenzó a enterrar la aguja, Bruce se removió y gritó. Steve lo acarició y al ver que Bruce negaba y comenzaba a patalear le besó en la boca. Bruce se quedó inmóvil al contacto mientras Steve besaba dulcemente esos labios que tenían el ligero sabor de la sangre que Bruce se había sacado al gesticular en la mordaza por quién sabe cuánto tiempo. Leo aprovechó para tomar firmemente el brazo de Bruce de nuevo y enterró la aguja.

Bruce se arqueó en los brazos de Steve y gimió en su boca.

“¡Lo está lastimando!”, gruñó el rubio entre dientes.

“Está débil y el líquido arde”, fue toda la explicación de Leo.

Steve sintió el cuerpo de Bruce flaquear y lo sostuvo, cubriendo lo que el médico había destapado de nuevo con la sudadera. Bruce gemía con voz apenas audible.

“Bruce, ¿sabes que te amo, verdad?”, preguntó Steve tomando la barbilla de Bruce para que lo mirara. Las pupilas de Bruce estaban muy dilatadas y las escleróticas muy rojas, evidencia de su llanto. Los párpados de Bruce se cerraron un momento, tenía la boca abierta y seca. Sólo asintió y se apretó a Steve un poco más. “¿Y tú me amas, Bruce?”, preguntó de nuevo Steve. Cuando Bruce asintió apenas, ya sin fuerzas, el rubio le besó la frente. “Entonces confía en mí. Todo va a estar bien, te lo prometo. Te amo, bebé”.

Bruce gimió una vez más, pero su cuerpo estaba cada vez más pesado y finalmente sus párpados se cerraron. Leo se apresuró a tocar su cuello para medir el pulso, y Steve siguió arrullando con sus labios la frente y los rizos de Bruce.

 

Notas finales:

Hola!

Yo todavía estoy chillando, pero bueno, yo soy muy sensible Y_____Y

Ya quedan pocos capítulos y todo esto se resolverá.

De nuevo muchas gracias por seguir leyendo y sobre todo a esas lindas personitas que me siguen dejando comentarios. Les mando un besote y abrazote de oso.

Nos leémos en el próximo! Y me temo que seguirá siendo un poco lacrimógeno ='(

Látex.


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