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Tú... por LatexoHPo

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Notas del capitulo:

¡Hola!

Bueno, aquí ya se aclara todo lo concerniente con SHIELD y los problemas de nuestros chicos. Para más detalles nos leemos al final :*

¡Advierto que está como para derramar miel al final! jejeje.

Steve vio con aprensión cómo el cuerpo de Bruce era acomodado en la camilla, y estaba preparado para saltar si alguno de esos gorilas se atrevían a colocarle las agarraderas; pero no lo hicieron. Uno de ellos preparó y colocó una bolsa y el otro limpió el brazo de Bruce para, obviamente, ponerle otra inyección.

“Es suero. Está deshidratado”, le explicó Leo pasándose una mano por el despeinado cabello. “Vamos”, agregó con un gesto de cansancio.

El rubio iba acariciando los rizos de Bruce mientras lo trasladaban a una habitación normal. En el ascensor, Leo se mordió los labios y miró a Steve por fin, porque el chico no dejaba de  mirarlo con el ceño fruncido.

“Creí que usted procuraría cuidarlo”, musitó con voz grave Steve. “Estaba congelándose, tiene los pies y las manos vendadas y tenía un estúpida mordaza, ¿por qué?”

“Steve, antes de contestarte eso necesito saber si ahora…”, el médico suspiró. “Has visto lo peor de Bruce y, ciertamente, lo mejor”. Cuando Leo vio que Steve fruncía el ceño capturó todo el aire que pudo. “¿Estás dispuesto a seguir con esto? Me refiero a mantener tu relación con Bruce. Te había dicho que estaba mejorando mucho, pero no quiere decir que no serás testigo de alguna otra crisis, arrebatos de violencia, o algo como lo que acabas de ver”.

Steve se mordió los labios y miró el rostro de Bruce en la camilla. Aún inconsciente podía verse el rictus de dolor y desesperación.

“Estoy aquí, ¿cierto?”, musitó convencido.

Leo asintió. Salieron del elevador y Steve pudo ver una estancia mucho más iluminada. De hecho era como un hospital normal. Había enfermeras, un par de personas que a toda vista eran civiles sentados en una salita de espera. Era normal.

“Es el área de pacientes ambulatorios. La mayoría de lo que hay aquí son sesiones de terapia y el sub área de hospitalización no permanente. Por ahora es mejor atender a Bruce aquí. Tengo que evaluarlo antes de trasladarlo a hospitalización permanente. Es sólo una posibilidad”, agregó cuando vio el gesto asustado del chico.

Entraron a una habitación que hizo que Steve suspirara de alivio. No había paredes acolchadas ni nada que no había visto en alguna otra habitación hospitalaria. Los camilleros pusieron el cuerpo de Bruce en una cama normal de hospital y colgaron el suero.

“Necesitará cinco miligramos de fenotiazina”, dijo el médico a la enfermera de color que acaba de entrar para limpiar suavemente los labios de Bruce y acomodar las sábanas. La mujer terminó rápida y eficazmente su trabajo y salió para acatar la orden. Luego Leo volvió a mirar a Steve.

“Es lo que se tiene que hacer ante un ataque como el que sufrió Bruce, Steve”, comenzó el médico. “Sólo una vez tuve que encerrarlo en una habitación como en la que lo encontraste. Cuando ocurrió la muerte de su padre. Aquella vez se lastimó él mismo con las uñas y se jalaba el cabello hasta arrancarlo, por eso las vendas. Se mordía hasta hacerse sangrar, por eso la mordaza. E intentó ahorcarse con… una prenda de ropa, por eso está desnudo”.

Steve le miró con los ojos como platos. Tragó saliva y se acercó a Bruce para acariciar sus rizos.

“Te dije que habías visto también lo mejor de la enfermedad de Bruce”, siguió el médico mirando con detalle cada movimiento del chico rubio. “Fueron dos semanas, Steve. Aquella vez pensé que lo había perdido para siempre, hasta que logré que Peter pudiera verlo aunque fuera un instante; Peter tenía once años, no quería arriesgarlo. Bruce salió del ataque psicótico y fue una recuperación muy larga. Esta noche, tú has logrado que saliera en un instante. Y yo me siento completamente inútil y estúpido por subestimar lo que pueden lograr eso que han creado juntos”.

Steve sonrió sin alegría y besó la frente de Bruce. Temblaba de terror ante lo que estaba escuchando.

“Él… el otro sujeto, no me hizo daño e incluso…”

“Te defendió de alguna manera”, asintió Leo. “Por eso he permitido que Peter permanezca a su lado. Lo calma, apaga un poco todo el dolor y la ira. Eso es ‘el otro sujeto’, Steve. Toda la rabia, el dolor y el miedo de Bruce se concentran en una sola personalidad. Bruce tenía terror de ser como su padre, de crecer y convertirse en una copia de Brian Banner. Por eso su mente se dividió. Todos tenemos como sentimientos comunes y humanos un poco de violencia, frustración e ira. Pero Bruce separó esa parte de sus emociones ante el miedo de lastimar a alguien como hizo su padre.”

Steve comprendió totalmente y algo se hundió en su pecho hasta dejar su estómago pesado. La enfermera entró en ese momento e inyectó el medicamento que Leo había ordenado en el suero.

“¿Va a estar bien, verdad?”, preguntó Steve al psiquiatra.

“Desde el momento en que te reconoció estaba bien”, sonrió el médico. “Habrá cuestiones que tendremos que resolver con cautela, pero si Bruce entiende que no está solo estará perfectamente. Seguiremos trabajando en volver a asociar sus dos personalidades, pero como ya has visto durante estos meses, Bruce puede tener una vida lo más normal posible. Steve, por eso te pregunté si estabas dispuesto a seguir a su lado, y sé que es una gran responsabilidad y que estoy siendo egoísta al pretender que no lo abandones, pero…”

“No voy a abandonarlo”, interrumpió Steve en voz baja pero firme. “Lo amo. Aprendí a amarlo así, y ahora lo amo más”.

Leo asintió con un atisbo de orgullo.

“Bien. Ahora hay que afrontar otro problema. El director Fury nos está esperando en la oficina del director del Hospital, junto a tus amigos”.

Steve se mordió los labios brevemente. Habían entrado a hurtadillas a ese lugar y probablemente estaban en problemas, como decía Leo. Luego recordó otra cosa.

“¿Este lugar es seguro? Maria Stark murió aquí, y Tony dice que la mataron…”

“No estoy muy enterado de la situación de la señora Stark, aunque he escuchado algunas conversaciones respecto a eso, sus problemas esquizofrenia paranoide eran muy graves. Lo que sí puedo asegurarte es que ningún paciente ha muerto en Creedmoor por negligencia, y que yo soy el médico de Bruce y jamás permitiría que le traten de manera inapropiada.”

Steve asintió con confianza.

“¿Podré verlo pronto, verdad?”

“Por supuesto, eres parte del tratamiento”, sonrió el médico suavemente. “Es hora de irnos. Estoy fuera de la cárcel gracias al Capitán Stacy y las influencias de Nick Fury. Pero es otro problema para el que tendremos que preparar a Bruce”.

“Peter”, musitó  Steve cerrando los ojos brevemente. “¿Por qué los acusan de secuestro?”

“Yo permití que Peter viviera con Bruce sin que Bruce tenga patria potestad alguna sobre Peter. Es ilegal, Steve. La situación se agrava con la enfermedad de Bruce y el hecho de que Peter sea menor de edad. Por eso huían, porque no querían separarse. Nos arriesgamos demasiado aún con el apoyo de SHIELD. Sabíamos que en algún momento se descubriría, pero teníamos la esperanza de que entonces Peter ya hubiera alcanzado la mayoría de edad, y como adulto legal reclamar su derecho de vivir con quien quisiera.”

Steve estaba de acuerdo en que se habían arriesgado mucho. Pero también entendía que Bruce y Peter se necesitaban mutuamente, que se querían como hermanos.

“¿Los van a separar, verdad?”

“Es la única opción si no queremos que Bruce sea juzgado y sentenciado por secuestro, y yo también por complicidad, además de evitarle problemas mayores a Fury y su universidad. Tengo la esperanza de encontrar una solución a esto sin causarle más daño ni a Bruce ni a Peter.”

“¿En dónde está Peter?”

“El Capitán Stacy me dijo que se encargaría personalmente de que esté en buenas manos mientras resolvemos esto.”

Steve asintió de nuevo y se resignó a besar suavemente los labios de Bruce antes de seguir a Leo a la puerta.

“¿Lo cuidará bien?”, le pidió a la enfermera. Ella asintió conmovida.

~*~

 

Ya llovía a cántaros cuando todos estaban en la oficina del rector Fury. Habían vuelto a SHIELD con el cansancio y la preocupación encima. Natasha se había asustado mucho cuando vio las manchas de sangre en la ropa y las manos de Steve, pero éste les explicó de dónde provenía para evitar que pensaran que Bruce le había atacado.

El director Fury se paseaba con los brazos en la espalda mientras Coulson se dejó caer en la silla más próxima, también agotado. La supervisora Hill entró unos momentos después y tras ella Bucky con una mueca imperturbable.

“Siéntese, señor Barnes”, pidió Fury y por su tono de voz todos supieron que estaba también cansado y no era de una manera física. El hombre suspiró y dejó de moverse para mirarlos a todos.

“Señor, si va a expulsarnos será mejor que lo diga de una vez”, habló Clint con determinación. “Pero quiero que sepa que ninguno de nosotros se arrepiente de romper las reglas por un buen amigo”.

Todos asintieron y Thor apretó la mano de Loki entre la suya. Sabía que Loki había encontrado un hogar y una familia en SHIELD, y sería terrible para él si los expulsaban y tuviera que volver junto a sus padres que no habían dado muestras de ocuparse de su hijo más que para instalarlo en SHIELD y volver a librarse de él como cuando lo dejaron en un internado.

“Señor Barton”, dijo Fury sentándose al fin tras su escritorio. “¿Quiere recordarme lo que se le dijo cuando fue aceptado en esta universidad, por favor?”

Clint parpadeó y sintió tensarse a Natasha a su lado. Ambos comprendieron a dónde quería llegar Fury y por qué los tenía a todos ahí. Bien, tendrían que hablar en algún momento, y éste era el adecuado.

“SHIELD es una institución para una elite en ciernes. Mentes brillantes con disfuncionalidad emocional. Sin SHIELD nosotros no funcionaremos en una sociedad que es catalogada como normal”, declaró Clint mirando a Fury al rostro.

“¿Quiere recordarme por qué usted está aquí?”, preguntó de nuevo Fury.

“Habilidad en pensamiento anilítico, dotes en acrobacia y visión privilegiada…”

“Su otra particularidad, señor Barton”, le interrumpió el rector alzando una ceja sobre su ojo sano.

Clint tragó en seco.

“Autolesiones e intento de suicido en múltiples ocasiones”, dijo en voz suave y  bajó la mirada. Natasha llevó una mano a su brazo como dandole animo. Sintió las miradas de Loki, Thor, Steve, Stark y Barnes sobre su persona y no fue agradable.

“¿Señorita Romanoff?”

Natasha levantó la mirada y miró a Fury. Luego miró a sus amigos y sus ojos terminaron clavándose en Stark. Había un brillo peligroso en esa  mirada que desconcertó a Tony.

“Fuí violada”, dijo con firmeza la chica. Sólo Loki bajó la mirada incómodo. Todos los demás la miraron con sorpresa. “Planeé asesinar a mi atacante… Oía voces que me lo ordenaban… Odialos, decían. Te hicieron daño...”

La mirada de Natasha se perdió un momento.

“Diagnóstico de psicosis fomentado por un trauma. No esquizofrenia como podrían pensar”, habló Maria Hill acercándose a Natasha y acariciando sus rizos rojos. La chica asintió y recargó su cabeza en el cuerpo de Maria Hill. Ahora había un fantasma de horror en su mirada.

“Señor Odinson, por favor”, continuó Fury.

Steve se giró a ver a Thor. ¿Thor tenía algo así?

“Complejo de superioridad”, respondió el rubio con una media sonrisa sarcástica. “He aprendido muchas cosas en mis tres años en SHIELD”, agregó mirando a Steve. Loki tenía el ceño fruncido.

“Algo muy parecido a lo que le sucede al señor Laufeyson”, comentó Coulson desde donde estaba recargado en uno de los archivos de la oficina. “Según sus exámenes psicométricos, existe el mismo complejo de superioridad acompañado por el de inferioridad y rasgos de personalidad límite, pero muy tenues y controlables.”

Loki parpadeó y miró a Thor.

“¿Tú lo sabías?”, le preguntó en un murmullo sorprendido.

Thor se encogió de hombros.

“Ya dije que he aprendido muchas cosas en mis tres años en SHIELD”, sonrió y tomó su mano, para decirle que eso no le importaba.

“Señor Stark”, dijo Fury sentándose más derecho en su escritorio. “Creo que su padre aceptó de muy buen agrado el que usted pidiera asistir a SHIELD, dado que él sabe perfectamente quiénes manejamos esta institución y el impulso que podemos darle a su personalidad impetuosa”.

Tony resopló entendiendo al fin a lo que se había referido Howard en su última discusión.

“El señor Stark es un controlador masivo. Hay algunos vestigios de enfermedad maníaco depresiva y estrés post traumático”, asintió Coulson.

Tony abrió mucho los ojos y miró a Coulson tragando saliva.

“Un momento”, interrumpió Steve lo que Coulson fuera a argumentar. “Parece que los únicos que saben sus diagnósticos son Thor, Clint y Nat, ¿por qué?”

Maria Hill se removió un poco incómoda, todavía acariciando los rizos de Nat.

“Porque ustedes pueden funcionar en una sociedad. No se equivoque, señor Rogers, SHIELD no es un manicomio. Acaban de estar en uno y creo que pueden entender las diferencias. Ustedes pueden funcionar en una sociedad perfectamente, sólo tienen que ser guiados de  manera adecuada. Es lo que SHIELD proporciona a sus estudiantes becados. Sólo el 30% de la población estudiantil padece desórdenes emocionales, y apenas un 5% desórdenes mentales. El señor Banner es uno de ellos”.

“No queremos asustarlos y que ustedes piensen que son ajenos al mundo. Porque no lo son. Algunos de ustedes son genios”, explicó Coulson mirando a Tony. “Son líderes”, dijo  mirando a Steve. “Son el futuro de nuestra sociedad, una que no podría funcionar sin algunos detalles especiales, esos que tienen ustedes. Logan Howlett padece la enfermedad de Urbach-Wiethe que lo hace temerario e impredecible. ¿La señorita Darcy Lewis? Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad. ¿La señorita Foster? Introversión y ansiedad social”.

“¿Y yo?”, preguntó Steve. “Ustedes dijeron que yo también…”

Fury suspiró.

“Vínculo Afectivo Compulsivo”, declaró con seriedad.

Steve parpadeó y Bucky sonrió.

“Te lo dije, Steve. Eres demasiado sobreprotector”, le dijo en tono de broma, aunque eso no menguó el ambiente tenso.

“Y sin embargo no es algo negativo en este caso”, argumentó Coulson con una media sonrisa. “El que usted tenga un impulso por proteger a los que ama no quiere decir que ese amor no sea sincero”.

Fury asintió con su habitual seriedad.

“Hay generaciones que se suceden en SHIELD todos los años, y hace mucho que no vemos un equipo que se forme con los tres grupos catalogados por esta institución. Ustedes se unieron y formaron lazos inquebrantables. El único con un trastorno mental entre ustedes es el señor Banner, y el único que forma parte del 70% de estudiantes que no muestra ningún problema es el señor Barnes.”

“Mi madre dijo que SHIELD era lo más cercano”, se encogió de hombros Bucky. Lo que logró una pequeña mueca sonriente del director Fury.

“¿En qué posición está ahora usted, señor Stark?”, preguntó el rector mirando a Tony, ya sin un atisbo de sonrisa.

Tony lo pensó por unos momentos. Natasha era como un imán para su mirada aunque trataba de no verla directamente. A ella la violaron, y recordaba que Obadiah había dicho que la chiquilla que lo acusaba era una inmigrante europea que sólo quería sacarle dinero con una acusación estrafalaria. Natasha Romanoff lo odiaba, y nunca había pensado que eso podía deberse a algo más allá de la personalidad ruda e inalcanzable de la chica.

“Me quedo”, dijo con una firmeza que en realidad no sentía. Pero lo que Tony sí sentía era que ese era su lugar.

“Bien”, asintió Fury. “El ciclo escolar terminó oficialmente, así que si escaparon de SHIELD lo hicieron fuera de las reglas que se aplican durante el año oficial. No habrá castigos y mucho menos la expulsión para ninguno”. Todos suspiraron aliviados, ahora que sabían por qué estaban ahí ninguno quería salir de SHIELD; un cariño extraño surgió de todos para la institución que les estaba abriendo las puertas a un futuro normal. Fury suspiró pesadamente. “Sin embargo, hay otro tema que me temo debemos aclarar: la situación legal del señor Banner”.

“El doctor Samson está libre”, dijo Steve aferrándose a ese hecho como una esperanza.

“Sí, porque tenemos de nuestro lado al Capitán Stacy. Es un amparo preventivo lo que mantiene al doctor Samson en libertad. Sabemos que es el único que puede atender al señor Banner diligentemente. El señor Banner estará libre de cualquier amenaza legal mientras permanezca en Creedmoor, pero una vez le hayan dado de alta tendrá que comparecer por cargo de secuestro”.

“Peter va a decir la verdad…”

“Lo que el juez podría catalogar como manipulación o miedo”, interrumpió Fury a Clint.

“Traeremos a los mejores abogados del bufete de mi padre”, intervino Tony sin mirar a Natasha.

“Son los mejores, ¿no es así?”, dijo ella fríamente sin embargo. Tony siguió sin atreverse a mirarla.

“Señor, todo esto acabará separando a Peter de Bruce, ¿verdad?”, inquirió Steve. Sabía la respuesta que ya había obtenido de Leo, pero quería la confirmación.

“Y ese, señor Rogers, será el mayor problema para Bruce”, declaró Fury.

~*~

 

Steve regresó a Brooklyn con el ánimo por los suelos. Su gran ventaja era la relativa cercanía que tenía de Queens y Essex. Unos cuarenta minutos en su moto y podría ir y venir para ver a Bruce. Leo le había dicho que podría ir a Creedmoor al día siguiente para ver a su novio.

Estaba ahora en la cocina de su pequeño hogar. Su madre le había escuchado y le había reconfortado. Sarah era una buena mujer y eran ella y Bruce por lo que lucharía para mantenerse en equilibrio.

Sarah sonrió mientras miraba las fotos en el celular de Steve.

“Es muy lindo”, dijo entonces, tomando un sorbo de té. “Es difícil creer que pueda tener esa otra personalidad que dices”, luego su sonrisa vaciló y miró a su hijo comprensivamente. “Steve, ¿de verdad no te lastimará?”

El chico sonrió sin alegría una vez más y acarició la mejilla de su madre.

“No. Ya lo he visto, esa otra personalidad no hace daño a quienes Bruce quiere. Y Bruce me quiere”.

“Espero que sea tanto como tú a él. Steve, aún eres muy joven y…”

“Mamá, tú sabes mejor que nadie que siempre he estado seguro de lo que quiero. Y ahora estoy seguro de estar con Bruce, no esa cuestión de sobreprotección, es algo más allá. Mucho más allá. Lo amo”.

“Lo mismo dijiste con Tony”.

“Porque era lo que creía. Y tal vez no mentía en un principio; amaba a Tony, pero dejé de hacerlo. Bruce es diferente, su amor es diferente. Y el mío es absoluto.”

Sarah se mordió los labios en un gesto que Steve le había heredado. El chico sonrió de nuevo.

“Cuando lo conozcas personalmente sabrás lo que quiero decir. Bruce es maravilloso, esto es sólo… Tenía que pasar tarde o temprano y Bruce necesita entender muchas cosas, y quiero estar ahí, para él”.

Sarah asintió y apretó la mano de su hijo. Entonces el celular vibró y se lo entregó a Steve. El chico abrió los ojos sorprendido y se levantó con el teléfono en la mano.

“¿Gwen?”

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Se encontró con Gwen en una de las avenidas principales de Essex. Steve dejó la moto en un estacionamiento público. La chica sin embargo no venía sola, con ella estaban un par de chicos más.

“¡Steve!”, exclamó la chica y en un gesto sorpresivo abrazó a Steve. Steve entendió el arrebato de la adolescente enseguida. Estaba asustada y muy preocupada por Peter, así que la apretó unos momentos en sus brazos.

Cuando Gwen se separó limpió el rastro de sus lágrimas.

“¿Has visto a Bruce?”

“Lo veré mañana temprano. Y me encantaría decirle que Peter está bien”.

“¡Es un buen lugar!”, exclamó uno de los chicos. Era rubio y tenía un lado de su rostro marcado gravemente, como si se hubiera quemado. “Hay mucho espacio para correr, los baños están limpios y te dan de comer tres veces al día, aunque el pudín parece mierda de pingüino… Aunque creo que a Pet Pet le encantará la biblioteca. ¡Oh, Pet tan intelectual!”

“Wade, esto es un asunto serio”, le cortó el otro chico su actuación dramática al rubio. Steve notó que este chico, castaño y bien parecido, vestía con ropas de marca y parecía un tanto petulante. Recordó entonces que Bruce le había contado un poco sobre los mejores amigos de Peter, ese debía ser el hijo de Norman Osborne.

“Ellos son Wade Wilson y Harry Osborne”, presentó Gwen confirmando sus pensamientos.

“Ya he hablado con mi padre”, dijo Harry. “Nuestros abogados se pusieron en contacto con el rector Fury y están a disposición de Bruce”.

Steve sonrió entre aliviado y divertido. Los abogados de Stark y Osborne metidos en el mismo pastel. Esperaba que no fuera negativo para su Bruce.

“¿Podemos ir ya a ver a Peter?”, apresuró Steve.

“Claro. Mi padre sólo pudo conseguir un pase, tómalo”, le dijo la chica, y eso sorprendió a Steve.

“Gwen, ¿no quieres ser tú quien lo vea?”

Pero Gwen negó con una triste sonrisa.

“Es más importante que le digas a Bruce que lo has visto personalmente y Peter debe saber que su hermano está… lo mejor posible. Sólo dile que lo quiero y lo extraño mucho, ¿sí?”.

Steve pudo haberla abrazado de nuevo. Pero asintió en su lugar y los cuatro partieron al Orfanato Estatal de Essex. Wade iba siendo regañado por Harry por su inusual entusiasmo ante una situación como esta, pero entre las exclamaciones de Wade, Steve podía distinguir que lo que el chico atolondrado hacía era intentar mejorar el ánimo. Sonrió para sus adentros, Bruce no era el único que había encontrado buenos amigos en Essex.

Los tres adolescentes esperaron fuera del edificio. Steve presentó el pase y una identificación. Su corazón palpitaba con fuerza cuando Peter fue voceado; a él lo llevaron a un saloncito de visitas, que era en dónde los adoptantes podrían platicar con los  niños que estaban en condiciones de ser adoptados, es decir lo más pequeñitos. Los mayores, le había explicado una chica risueña, sólo esperaban ya cumplir la mayoría de edad para salir. Steve esperaba que ese no fuera el futuro inmediato de Peter, no después de haber vivido tantos años con Bruce.

Desde el saloncito pudo ver el jardín, a los niños que corrían, a los bebés que eran atendidos por adultos, y a los adolescentes que reían entre ellos o jugaban juegos de mesa. Era un buen lugar, al parecer. Entonces vio a Peter salir de un edificio paralelo a dónde él estaba. El chico se veía bien vestido y estaba corriendo para llegar al salón. Steve se levantó para esperarlo.

Peter entró al saloncito presurosamente y corrió a los brazos de Steve. Al rubio ya no le sorprendió. Peter era un niño y estaba asustado; no quería ni imaginar cómo habría sido para él cuando lo sacaron de su casita sabiendo que Bruce iba a ser juzgado por algo de lo que muchos y a la vez nadie era culpable.

“¿Bruce?”, preguntó Peter en su pecho, con la voz quebrada.

“Está en el Hospital Creedmoor. Tuvo una crisis muy fuerte, pero salió de ella, Peter. Estará bien, y lo estará más pronto si tú también eres fuerte”, le susurró Steve sobre sus cabellos.

El rubio comenzaba a pensar que todo esto lo estaba haciendo madurar más rápido de lo que se esperaría de alguien apenas unos cuantos años mayor al chico que tenía entre los brazos.

“No lo abandones, Steve. Por favor, te necesita”, gimió el chico en sus brazos.

“No lo haré. Yo también lo necesito”, respondió más para sí.

Cuando Peter se calmó un poco ambos se sentaron en una de las mesas del salón. Peter le contó cómo había ido el señor Stacy a por él, junto a una profesional de servicios sociales. Se había cansado de decirle a todo el mundo que Bruce no lo había secuestrado, que era su hermano y él estaba bien a su lado. Pero era una cuestión legal, le explicó Steve.

Con la esperanza de que todo saldría bien para Bruce y para Peter, Steve le dijo que Gwen lo extrañaba mucho. Peter sonrió un poco. Luego sacó una fotografía vieja del bolsillo de su chaqueta.

“Fue lo único que pude sacar de la casa. Esa y una de mis padres. Llévasela a Bruce, por favor”, pidió el adolescente entregándole a Steve la vieja foto de Rebecca Banner.

~*~

 

Creedmoor se veía muy diferente de día, pensó Steve. De nuevo tuvo que mostrar una identificación y fue gracias a que el doctor Samson le encontró en la recepción que le permitieron el paso a las instalaciones del primer edificio.

Pasaron por un par de jardines y Steve tuvo que morderse la los labios para no hacer preguntas a Leo. Veía personas en ropas grises, desaliñadas; una mujer con los largos cabellos sueltos y despeinados arrullaba a una muñeca a la que le hacía falta un ojo. Un hombre bailaba una especie de vals sin música, otros se balanceaban o hablaban con alguna pared.

Steve bajó el rostro para no seguir viendo aquello y Leo le dio una palmadita en un hombro. Cuando pasaron por otro jardín algunas de las personas vestían ropas de calle, sólo que sucias o rotas, como si a esas personas no les molestara en lo más mínimo su higiene o aspecto, y seguramente así era. Algunos otros estaban sentados en mesillas de concreto jugando ajedrez o damas. Había un par de mujeres entradas en años que pretendían jugar una especie de ping pong, aunque no había pelota.

Steve apretó los labios cuando un hombre se detuvo a unos pasos de ellos, entornó los ojos y comenzó a caminar directamente hacia Steve, señalando y comenzando a gesticular algo con la boca. Leo tomó el brazo de Steve y lo hizo a un lado con una mueca, enseguida hizo un gesto con la cabeza y un enfermero llevó al pobre hombre a otro lado, hablándole suavemente, como si fuera un niño pequeño.

“Lamento que tengas que ver esto, Steve”, se disculpó el médico. “Por aquí es el único camino al edificio de ambulatorios.”

Steve quiso decir algo, pero las palabras no salieron. Se moriría de tristeza si alguna vez tuviera que ver a Bruce así. Comprendía ahora de lleno lo que había querido decir la supervisora Hill hacía dos noches: SHIELD no era un manicomio. Todos ellos, sus amigos y él mismo estarían totalmente fuera de lugar en un lugar como en que el ahora estaba. Ellos estaban… cuerdos. Bruce también, sólo era un trastorno, no había perdido la cabeza. Bruce estaba bien, se convenció mientras él y Leo se adentraban al fin al edificio.

“Bruce sigue en la habitación. No ha querido salir ni comer, por lo que todavía le estoy prescribiendo suero, para que no se debilite físicamente. Espero que su letargo no dure mucho, pero para eso estás aquí”, le sonrió Leo. Steve asintió al ver de nuevo el pasillo que conducía a la habitación de Bruce.  A un lugar dónde un poco de orden obviaba que eso era un hospital psiquiátrico. “Steve, antes de que entres debes saber que Bruce no va a responder como esperarías”.

“¿A qué se refiere?”, preguntó el chico cuando al fin pudo encontrar su voz. “¿Bruce no está como esas personas, verdad?”

“No. Por supuesto que no. Cuando Bruce sale de una crisis tiene un comportamiento catatónico no psiquiátrico. Es decir, que prefiere no hablar ni reaccionar. Pero él lo decide, no su cerebro; él piensa que lastimó a alguien si no de forma física sí emocional. Si te habla, seguramente intentará alejarte de él…”

Los días negros. Peter me habló de ello. Lo entiendo”, asintió Steve.

Leo se limitó a imitar su gesto y abrir la puerta. Steve pasó saliva y vio a Bruce en la cama, sentado sobre el colchón con el rostro hacia la pared de enfrente. No se movió ni un milímetro cuando escuchó la puerta abrirse. Vestía una camisa blanca y unos pantalones grises, como los de los pacientes haya afuera, excepto que la ropa de Bruce estaba limpia y eso alivió de manera significativa a Steve; de alguna manera le decía que Bruce no era como ellos. Bruce no estaba loco.

El rubio cerró la puerta y se acercó a la cama con suavidad, como temiendo asustar a Bruce. Finalmente se sentó a su lado.

“Hola”, habló suavemente. Bruce le miró de reojo, pero no dijo nada y enseguida se concentró en el línea intravenosa que estaba enterrada en su antebrazo izquierdo. “Vi ayer a Peter”, le dijo Steve con la convicción de que al menos Bruce le mirara de frente.

Y lo logró. Bruce le miró con los ojos vidriosos y los labios secos. Steve quiso posar sus manos sobre esas mejillas y besar esos labios y abrazarlo y decirle que todo estaba bien, pero tenía que ser cauteloso como se lo explicó Peter. No quería una mala reacción.

“¿Cómo está?”, preguntó Bruce en un murmullo, casi ausente.

“Triste y preocupado por ti. Por lo demás, está bien atendido”, le aseguró Steve.

Bruce desvió la mirada.

“¿Dónde está?”

Steve se mordió el labio inferior.

“Bruce, sabes que es menor de edad y el Estado…”

“En un orfanato”, musitó el chico de rizos asintiendo resignado. “Cuando era pequeño le prometí que nunca volvería a un lugar de esos… No pude cumplir, ni siquiera eso pude cumplir…”

“Bruce, no es tu culpa”, habló Steve con la misma voz suave. No pudo contenerse más y sus dedos tocaron los rizos de Bruce, pero éste se alejó rechazando el contacto.

“¿Por qué vienes? ¿Por qué insistes en estar con alguien como yo?”. Bruce le miró de nuevo con el ceño fruncido. Hizo un gesto con la mano que no tenía el suero, abarcando a su alrededor. “Este es mi futuro, Steve. Lo sé, él lo dijo. Mi padre siempre dijo que aunque yo intentara ser normal no lo era… La locura se hereda, ¿sabes? ¿Ya te dijeron que él pasó ocho años en un lugar como éste?”

“Sí”, respondió Steve sintiendo cómo el enojo subía a su cabeza. Odiaba a Brian Banner más que nunca por haberle hecho creer a Bruce que no podía tener más de lo que él tuvo en su miserable vida. “Pero eso no quiere decir que tú seas como él. Estás en SHIELD y cuentas con el apoyo de Leo, con el amor de Peter, con nuestros amigos. Me tienes a mí. ¿Tuvo tu padre algo de eso?”

Bruce bajó el rostro y las lágrimas aparecieron en sus ojos.

“Tuvo a mi madre”, musitó con la voz quebrada. “Los amigos que tuvo lo abandonaron… Y aún así él se volvió loco. Yo, tarde o temprano…”

“No”, le cortó Steve con firmeza y lo obligó a mirarlo posando sus dedos al fin en la barbilla de Bruce, y no permitió que se alejara de su toque. “No eres como él y si tú no lo permites nunca serás como él. Tienes algo que él nunca tuvo, Bruce: el amor que eres capaz de dar. Porque sé que me amas y no necesito recordarte lo que sientes por Peter o lo que has desarrollado en tu corazón por nuestros amigos. Y has logrado más aún que él: que te amemos por quien eres, que yo te ame por ser”.

Bruce negó con la cabeza y se alejó del toque de Steve suavemente.

“No quiero que me ames. Ya no. Steve, eres tan joven  y tan apuesto… no te quedes con alguien como yo. No desperdicies tus cualidades ni tu tiempo en mí. Yo no valgo la pena, sólo te haré daño y sé que te lo he estado haciendo con todo esto”.

Steve vaciló un momento, pero luego aspiró profundamente y se levantó de la cama.

“¿Sabes? Creo que tienes razón”, dijo con calma, observando las reacciones de Bruce que sólo dio un pequeño respingo ante su respuesta. “No quiero perder el tiempo con alguien que no se valora ni un poco, que tampoco valora lo bueno que tiene alrededor, alguien que no es capaz de ver todo lo bueno que puede dar a sí mismo y a los demás, a quienes le amamos. Leo logró un amparo para poder estar contigo. Los chicos y yo nos escapamos de SHIELD para venir a verte, y Peter me dio esto para ti”. Sacó la foto de Rebecca de su bolsillo y la dejó sobre la cama, a un lado de Bruce. “Pero esto no lo puedes valorar, y no es tu enfermedad. Eres tú, Bruce, que te vuelves ciego ante tus cualidades. Tienes razón, no quiero estar con alguien tan cobarde”, zanjó el rubio y salió de la habitación.

Pegó la espalda en la puerta y suspiró pesadamente. Quiso volver enseguida y abrazar a Bruce y pedirle perdón por lo que acaba de decirle, pero era su as bajo la manga. Si Bruce no reaccionaba con esto nada lo haría. Miró a la enfermera de color que alzaba una ceja desde el mostrador de enfermería, frente a él.

“¿Hay un lugar dónde pueda obtener un poco de agua?”

“En aquel pasillo hay una máquina de refrescos”, le contestó la mujer señalando a su derecha. “¿Debo llamar al doctor Samson?”.

“Espero que no”, susurró Steve y se encaminó al pasillo.

Bruce abrió la boca pero las palabras no salieron. Estaba temblando y sólo pudo escuchar la puerta cerrarse. Desvío la mirada hacia la foto de su madre, la tomó con dedos febriles y la miró. Miró esos ojos profundos, esa sonrisa bonita. Sus cabellos ondulados que bajaban en cascada por sus hombros. Steve había dicho que él se parecía a ella, y era cierto. Pocas de sus características físicas habían sido heredadas de Brian.  Recordó en una infancia muy lejana y ajena que las amigas de su madre decían que él se parecía a ella no sólo físicamente, también en su carácter dulce y pasivo. La extrañaba tanto… todos los días.

“¿Qué hago, mamá?”, murmuró en la foto, besándola. Y cuando cerró los ojos fue como si escuchara la voz de su madre, esa que aún después de tantos años tenía presente en su mente… ‘No lo dejes ir’, dijo ella…

Abrió los ojos de golpe.

“¿Steve?”, preguntó a la nada. “¡Steve!”, exclamó antes de ponerse de pie y dar un par de pasos. El tripie con el suero se calló al suelo y la aguja se arrancó de su antebrazo. No le importó. Descalzo, con la sangre escurriendo de su brazo y asustado de que Steve le hubiera abandonado corrió fuera de la habitación.

“¡Bruce, regresa aquí!”, le gritó la enfermera saliendo del mostrador para perseguirlo.

“¡Steve!”, gritó Bruce a su vez, sin hacerle caso a la mujer. Lo vio en la esquina del pasillo y corrió más rápido.

El rubio se giró al escuchar el grito y entre sorprendido y aliviado lo recibió entre sus brazos.

“No te vayas… Perdóname. Sí te amo y quiero que me ames. Voy a luchar, te lo prometo. No me dejes…” musitó Bruce entre lágrimas, rodeando el cuello de su novio, dispuesto a ser el Bruce del que Steve se había enamorado, el Bruce que Peter consideraba un hermano, el Bruce que sus amigos querían.

Steve lo apretó y vio a la enfermera corriendo, señalando las gotitas de sangre en el suelo.

“Bruce, ¿qué hiciste, bebé?”, inquirió Steve con una sonrisa. Lo miró a los ojos suplicantes. Le besó y mientras lo hacía lo alzó en sus brazos al darse cuenta que Bruce había corrido descalzo y se había arrancado el suero. “No voy a dejarte. Te amo demasiado para hacerlo”, musitó besando sus rizos y su sien.

“¡A la cama, jovencito!”, exclamó la enfermera con fingido enojo. Pero sonrió cuando vio a esos dos chicos besarse con mucho amor en medio del pasillo. Eran pocas o casi nulas las veces que había una demostración de amor en Creedmoor, y era una imagen muy bella.

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La enfermera abandonó la habitación sonriendoles y apuntando algo en el expediente. Leo ordenó que ya no colocara el suero si Bruce cumplía su promesa de comer, así que ahora Steve acariciaba la cinta blanca que cubría la pequeña herida que había dejado la aguja. Estaban de nuevo en la cama, pero ahora Steve recargado en la cabecera y Bruce recargado en su cuerpo.

Bruce suspiró cuando Steve besó una vez más sus labios, cuando lo miró con tanto amor.

“¿Recuerdas la primera vez que te acompañé al bus después de que Thor amenazara a Logan en mi primer entrenamiento?”, preguntó Steve. Bruce asintió. “Esa noche Bucky me dijo que no te ilusionara para que no terminaras entregándome tu existencia”. Bruce frunció un poco el ceño, pero Steve continuó con una sonrisa. “Yo me reí y le dije que nadie entregaba su existencia a nadie a nuestra edad. ¿Y sabes? Me equivoqué… Soy yo el que te entrego ahora mi existencia, Bruce. Si puedo pasar el resto de mi vida contigo lo haré, si tengo que conocer al otro sujeto lo haré, si puedo ver que lo haces parte de ti, lo haré. Y voy a amarte todo ese tiempo”.

Bruce se pasó la lengua por los labios emocionado.

“¿Recuerdas la noche de nuestra primer tutoría? ¿Cuando salimos de la habitación de Clint  y Loki y me llevaste a casa para no partirle la cara a Logan?”, musitó quedito. Steve asintió. “Desde ese momento te entregué mi existencia. Desde ese momento te amé”.

Steve, conmovido, sólo pudo besar a Bruce. Ya lidiarían con el sistema, ya le probarían al mundo que Bruce era inocente. Ahora, en la habitación de un hospital psiquiátrico, sólo quedaban ellos dos y el amor que se tenían.




Notas finales:

 

Vale, debo decir que la autora de este fic (creo que ya lo había comentado) es psicoanalista y trabajó algún tiempo en un hospital psiquiatrico, por lo que (creo que también ya lo dije), sabe de lo que habla. Ella cree que si nuestros personajes existieran, tendrían en mayor o menor medida los problemillas que ella les puso en el fic.

Cuando escribió el fic todavía no se estrenaba Cap 2, así que decidió no ponerle nada extraño a Bucky.

Cuando lleguemos al final, les contaré en lo que ella se basó para escribir este fic, y quizá se sorprendan un poquito como yo. Por lo pronto, espero leernos pronto.

¡Muchas gracias por sus lecturas y sus comentarios!

¡BESOTES!

Látex.


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