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Inseguridad [KaiSoo] por SoolSan

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Notas del capitulo:

Hello ~

Actualización! yey yey ~

Sin mucho que decir, sólo aportar que ya no sé lo que escribo -w- así que espero este capítulo que no me maten assdfg digo, no sé, ojalá les gustes :c <3

Gracias a las personas que comentan :3 soy feliz por sus lindas palabras ^^ ~Sí habrá especial HuHan e_e cuándo, ni idea, pero habrá :3 <3

Sin más que decir los dejo con este nuevo cap -w- 

 

Pd: no me referire mucho al tema BaekHyun y Taeyeon ya que es su vida personal, sólo comentar que seguira el BaekYeol en mi historia :3 

Capítulo 8

 

JongIn aún un poco en shock, revisa por tercera vez consecutiva las hojas que tiene en sus manos, el papel rozando con sus dedos le recuerdan que es real y que ciertamente no está soñando. Sus ojos moviéndose de un lado para otro y aunque de alguna manera sabe lo que encontrara en aquel manuscrito, lo lee nuevamente.

Un aprobado en la parte superior derecha de su segundo examen de cálculo saca una sonrisa demencial de los labios del canelo, que ahora y sin notar que KyungSoo lo observa entretenido desde su puesto, al fin puede respirar tranquilo después de semanas. Trata de pasar por alto que con un punto menos reprobaría su examen, pero que va, lo aprobó eso es lo importante.

Los tickets en rojo indicándole cada error y acierto en su, ahora examen aprobado, le dan a entender varias dudas que tenían a JongIn divagando en estas últimas semanas teniéndolo totalmente confuso.

Lo primero que aclaró, y que ciertamente ya lo había sacado por conclusión hace algunas miradas atrás – bastantes – pero hoy lo termino por confirmar, es qué KyungSoo es jodidamente estricto y sistemático. Las notas en color azul aclarándole cada error dan por hecho que al pelinegro no se le pasa ni una letra, ni menos un número por alto, y eso en parte es aterrador.

Gracias a su primera aclaración, es que dio por respondida la segunda. KyungSoo no tendría ni preferitismo ni compasión por su trasero, el mismo que el pelinegro ha tocado y ha hecho cosas que JongIn prefiere ignorar en clases mientras observa la curvatura natural de los muslos del mayor.

Tres semanas  han pasado de la desgracia de JongIn, que gracias a su maestro se convirtió en uno de sus mejores días universitarios, lo cual es totalmente irónico porque ese día le quitaron todas sus pertenencias. Pero al menos, recibió un buen consuelo.

Tres semanas de tortura psicológica, exámenes interminables, KyungSoo riéndose por lo bajo de su tormento emocional, sexo ocasional en el departamento del mayor. En teoría, tres semanas muy bipolares para el gusto del rubio, que por alguna razón, cuando el pelinegro le sonrió de manera retorcida cuando rindió su examen, sabía. Muy en el fondo sabía que KyungSoo se olvidaría de todas las veces que JongIn le hizo gritar su nombre en las paredes sofocadas de su departamento.

Con un salón vacío, repleto de murmullos provenientes del pasillo, JongIn tomó su examen y lo guardo delicadamente en su mochila, unos profundos ojos lo observan desde lejos y el rubio sonrió con tranquilidad. Tomó la correa de su bolso y la colocó sobre su hombro, comenzó a caminar en dirección hacia la mesa de su maestro y se sentó encima del inmueble. Cómodamente colocó las palmas de sus manos en la madera y le sonrió  al pelinegro, que lo observaba entretenido desde su silla.

 

—Te notas alegre Kim, parece que te ha pasado algo bueno—dijo el mayor mientras admiraba en la cercanía la musculatura de los brazos del menor contraerse mientras se apoyaba en su mesa.

 

—Aprobé mi examen—JongIn casi chilló al pronunciar las ultimas sílabas de lo feliz que estaba. El mayor se carcajeó por aquella niñería adorable.

 

—Sí. Lo hiciste, a duras penas, pero lo lograste—KyungSoo se levantó de su puesto y agarro su maletín—. Casi mueres en el intento Kim.

 

—Pero lo aprobé—Jongin mecía sus piernas que colgaban en la mesa y jugaba alegremente con el plumón del mayor lanzándolo hacia arriba para luego caer en su manos—. Y no gracias a ti la verdad, diría que tú, maestro distractor, eres el culpable—KyungSoo se colocó de frente al canelo y lo miro serio.

 

—No estudiaste nada, no seas idiota. Aunque tienes talento con los números Kim—sonrió de medio lado arrebatando del aire el objeto, haciendo fruncir el ceño a JongIn—. No estudiaste una mierda y aprobaste, lo llevas en la sangre.

 

—Na’ —el menor saltó de la mesa y se posicionó al lado de KyungSoo, provocando que éste rotara los ojos—. Es sólo que tengo un lindo profesor—ambos se miraron con complicidad y KyungSoo golpeó en la frente al menor con su plumón.

 

—Idiota—dijo aún serio—. Mejor ponte a estudiar tonto, tú culo no se salvará solo.

 

—¿Tendré recompensa por mi aprobado?—KyungSoo miró seductoramente al menor, se acercó lentamente a él y colocó su mano en su abdomen, cerciorándose que nadie estuviera afuera,  comenzó a subir lenta y provocativamente su mano hasta llegar al hombro del menor. Mientras se miraban fijamente, el pelinegro se mordió su labio inferior y JongIn tragó, El más bajo  levantó su mano restante y sin que el rubio lo hubiera previsto, le dio un golpe con sus dedos en su frente, haciendo un sonido hueco—. ¡Auch!

 

—No seas baboso JongIn—el mayor le brindó una sonrisa y se dio media vuelta—. Estudia para la próxima.

 

—¡Me dolió estúpido!

 

—Sí, sí, nos vemos—dijo ignorándolo por completo mientras salía de la sala.  

 

JongIn se quedó solo dentro de las cuatro paredes llamadas salón de clases, viéndose ensimismado en la enormidad del lugar dio un suspiro ahogado, sintió un calor provenir de su frente y comenzó a sobar con sus dedos en forma circular la zona donde KyungSoo lo había golpeado. Tomó la correa restante de su mochila y la colocó sobre su hombro libre, dio un nuevo suspiro mientras escuchaba los estrangulados murmullos de los pasillos y comenzó a caminar hacía la salida.

Las últimas semanas han sido un caos, sexual y sentimentalmente. KyungSoo es todo encantos en la cama; atrevido, participativo, demandante, jodidamente violento y posesivo, dominante la mitad del tiempo. Sí, una fiera en celo. Pero ese no era el problema –estaría demente si así fuera –el problema era afuera, lejos del ring llamado cama, cuando el corazón de JongIn recaía en algo inexplicablemente doloroso, algo tan abrumador, que intentaba remediar con interminables accidentes con el mayor.

KyungSoo no es de los que se quedan abrazados toda la noche, amarrado con los dedos entrelazados y dictando cátedras de poesía barata para su amante. Para nada. JongIn en las semanas que lleva conociendo íntimamente al mayor se ha dado cuenta de miles de vacíos emocionales en él. Horas hablando en la cama sobre sus anhelos, eternas pláticas de por qué KyungSoo odia el café,  centenares de discusiones sobre qué grupo de idol femeninas es mejor,  del cómo KyungSoo se vería candente con el cabello color rojo, y por supuesto, montones de frases que el tiempo y la soledad se lo tragan. En todas esas charlas de madrugada no ha habido nada que haga pensar a JongIn que KyungSoo siente algo por él.  Lo único emocional que ha hablado con él ha sido que una vez vio un gatito ser atropellado y el pelinegro mencionó que lloró casi tres días –a los nueves años, a los jodidos nueve años –y el menor duda que eso caiga en la temática “amores descarrilados y dramáticos”  que tanto quiere escuchar.

En clases el mayor es ácido y la mitad del tiempo saca de las casillas a JongIn, con chistes tan fuera de contexto como “señor Kim parece que falta que lo estimulen” o “¿Va a salir a bajar su erección al baño?”, simples idioteces que sus compañeros toman como una burla incesante porque llego tarde el primer día de clases. Si superan que JongIn se ha follado más veces a KyungSoo que las veces que ha prestado atención en clases.   

KyungSoo es molesto, provocador y demasiado atento. Se preocupa de todo pero a la vez de la nada, y es por eso que JongIn lo odia. Lo aborrece porque no lo deja adentrarse a su interior, porque evita hablar de cosas íntimas distrayéndolo con el clima, mientras que JongIn quiere saber la razón de por qué esa remera que le presto es su favorita. Le irrita de tal manera que cuando lo manda a tomar una ducha y lo deja solo dentro de baldosas frías y sin vida, de agua tibia cayendo por sus hombros, el sólo maldice a todo el universo.

Al parecer SeHun tenía razón y JongIn se terminó enamorando de su profesor. De un estúpido profesor, que lo único que hace cuando le dice que es lindo, tierno, adorable o dulce, lo golpea y sale enojado de donde sea que estén.

No es divertido enamorarse si KyungSoo está tan jodido emocionalmente.

Como todo primer lunes del mes JongIn se encuentra trabajando por la tarde. Hoy no hay demasiada gente pero de todas formas hay mucho que hacer, así que el rubio distrae todo el rastro de cierto maestro irritante y lindo de su cabeza anotando órdenes y llevando los pedidos a las respectivas mesas.

Cerca de las ocho de la noche, cuando Seúl es todas luces y sonidos estrepitosos por las calles, ruidos de autos y de gente malhumorada por ser un día lunes demasiado ajetreado. Flashes de luces por la avenida principal y el olor a café ya asfixia el local, JongIn siente como alguien lo toma por los hombros mientras tomaba un pequeño descanso en los vestidores.

 

—Kai, te necesitan en la mesa tres—canturreó alegre Yixing mientras masajeaba los hombros de su amigo. 

 

—Lay ¿por qué no vas tú?—puchereó el canelo mirando hacia arriba, ya que estaba tirado en el suelo—. Estoy ocupado.

 

—¿Tirándote las pelotas?—Yixing sonrió con su típica sonrisa relajada y Kai puchereo nuevamente—. Vamos, un último cliente –palmeó ahora ultimo el mayor  su espalda para luego retirarse del lugar.

 

JongIn se levantó a regañadientes y lanzó un pequeño gruñido cuando paso al lado del castaño, éste se carcajeó y le golpeó nuevamente la espalda, expresando una sonrisa burlona a espaldas del canelo.

Decir que JongIn estaba choqueado era poco. Los ojos del canelo se salían de su órbita y sin mencionar que le temblaban las manos cuando intentaba anotar el pedido. La panorámica de Do KyungSoo sentado en una de las mesas que se encontraban en la vereda cercanos a la avenida principal era demasiado desconcertante. Su flequillo se mueve de lado a lado por la brisa que provocan los autos que pasan por al lado y su sonrisa es tan deslumbrante que el canelo cae en un abismo tan profundo que necesita que el chasquido de la lengua de KyungSoo lo haga aterrizar.

 

—¿Vas a tomar mi orden o no?—preguntó con falso enojo el mayor.

 

—Eh—parpadeó confundido—. Claro, claro ¿Qué haces acá?

 

—¿Quieres que me vaya?—se levantó con calma, JongIn lo lanzó de nuevo a su puesto y negó con euforia su cabeza.

 

—¿Qué vas a pedir?

 

—Quiero algo cálido. De preferencia que tenga color marrón y encima detalles en vainilla—sonrió con serenidad—. Si es posible que se apellide Kim y haya aprobado su examen.

 

—Creo que se equivocó de lugar. Aquí se vende café, no personas—dijo burlón el menor mientras apuntaba en su cuadernillo un té helado—. Pero si quiere le apunto un latte.

 

—Estoy seguro que aquí encuentro lo que busco—los ojos de KyungSoo tienen ese brillo especial que JongIn sabe que indican que anda lujurioso y JongIn cree que está jodido—. Y sé que apuntaste un té helado idiota.

 

—Salgo  en veinte minutos ¿Quieres esperar adentro?—preguntó dudoso el menor. KyungSoo está ahí por alguna razón, ni idea cuál, pero prefiere creer que el mayor lo extrañó, a anticipar un obvio porqué.

 

—Mejor te espero acá. Termina tu turno tranquilo JongIn, sólo pase porque andaba cerca—mentira, KyungSoo lleva más de veinte minutos esperando que se vacié el café, y de pasada veinte minutos golpeándose contra un pilar preguntándose qué mierda hace ahí—. ¿Te molesta?—preguntó distraído el mayor.

 

—No, está bien—le dedicó una sonrisa tímida. KyungSoo está demasiado serio—. Yixing traerá tú pedido mientras me cambio.

 

—Gracias—sonrió inquieto—. Te ves…bien de mesero.

 

—Mmm—el pulso del rubio aumentó casi al cien por ciento, y sin mencionar que toda la sangre de su cuerpo quiso estúpidamente llegar a sus mejillas—. G-gracias.

 

Veinte minutos después de esa rara situación, dónde ninguno de los se creía lo que hablaban o hacían, JongIn y KyungSoo iban transitando torpemente por la calle camino al departamento del mayor. Los pies del canelo daban inca píe en cada pisada que sus zapatos hacían débilmente al chocar con la gradilla, colocando su peso casi desahogándose con el pavimento. El aire es tibio y sofocante. Tan asfixiante que ninguno de los dos cruza palabra alguna. El sonido de los pasos de ambos hombres hacía eco cada vez más fuerte en sus oídos, una ciudad atareada los coge de la mano hundiendo sus dudas en luces fosforescentes parpadeantes y bocinas de autos entrometiéndose en sus sentidos.

La fachada desteñida de las paredes del edificio donde habita KyungSoo les da la bienvenida, ambos sin aún cruzar ninguna palabra suben hasta el cuarto piso con serenidad y paciencia. Una paciencia que ninguno de los dos posee, pero que en ese preciso momento, es necesaria.

El primer pie en el apartamento lo coloca el mayor, dándole la pasada a su acompañante que lleva un rostro serio y algo traumado, KyungSoo le sonríe con un poco de amabilidad en los labios y se van directo a la pieza del pelinegro.

A lo lejos, mientras que JongIn se quita su remera y KyungSoo se desabotona con latencia sus pantalones, se escucha el tic tac del reloj que está colgado en la pared. Retumba como si sentenciara a cada persona que dudase de él. Una pequeña brisa entra por la ventana que esta semi abierta en la habitación y el baile de las cortinas hace sonreír a los dos, los hace creer  en cosas alegres, en recuerdos no amargos. En que esta situación no es simplemente sexo.

KyungSoo sentando en su cama, apoyado su espalda en el respaldo, sintiendo el frio de la pared traspasar su piel descubierta centímetro por centímetro, llama al menor con una voz tranquila y serena, como si conociera las dudas de JongIn hace años. El menor posicionándose con nerviosismo sobre el regazo del pelinegro, coloca su peso sobre la intimidad de éste, amoldándose con torpeza sus piernas alrededor de los muslos de KyungSoo.

 

—No te pongas así—acomodó el cabello rubio del menor que llevaba sobre su frente—. Ya hablamos de esto, no es nada del otro mundo JongIn.

 

—No entiendo por qué tengo que hacer esto—habló demasiado serio el menor, mirando la alegría disimulada de su maestro—. No lo entiendo.

 

—Llevamos hablando de esto días, dijiste que sederías, por eso lo estamos haciendo—sonrió el pelinegro pasando sus manos en los costados del rubio, tocando cada parte que sabe que a JongIn le vuelve loco –no vas a ser menos masculino por recibir JongIn.

 

—Pero creí que pasarían meses, no dos semanas… Nmh—los labios de KyungSoo se pasaron rápidamente sobre sus clavículas hasta sus pectorales; lamiendo y besando cada parte sensible. Consiguiendo pequeños quejidos que suenan a gloria en los oídos del mayor—. Ah… espera…

 

—Un mes, una semana, de cualquier forma iba a pasar JongIn, no alarguemos más esto—un claro gemido se escapó de los labios del menor cuando el mayor  colocó su mano dentro de su ropa interior y empezó a mover su mano alrededor de su erección. Los vellos de la piel se le erizaron y sintió por sus poros un pequeño choque eléctrico demasiado estimulante—. Seré delicado ¿Sí?

 

—No puedo creer que utilices tus técnicas pedagógicas, nmh…—el menor trató de terminar su frase, pero con KyungSoo masturbándolo y de pasada lamiendo su pezón, era imposible—P-para… follarme…mierda—lo último, ya casi en balbuceos, sonó más a plegaria que a queja.

 

—¿Funcionó?—el rose de la palma de su mano contra el miembro de JongIn aumentó al pronunciar las ultima sílaba de su pregunta y el líquido pre seminal acompañado de labios contra labios fundiéndose en un beso casi eterno al parecer, dieron un silencioso sí de un orgulloso JongIn.

 

Los labios de cada uno se rosaban con elegancia y sin descontrol, sin ninguna pizca de morbosa brusquedad. La lengua de KyungSoo por primera vez pidió permiso para ingresar a la boca del menor siendo concedida de inmediato, las erecciones de ambos chocando haciendo escapar quejas de ambos sobre sus bocas es algo nuevo, algo que no tiene sabor a sexo por una simple calentura.

Mientras los brazos de JongIn pasaban sobre los hombros del mayor, juntando sus manos en la parte posterior de la nuca de éste, KyungSoo sintió una corriente cálida recorrer su espina dorsal, un cosquilleo casi letal que sólo el menor produce en su cuerpo.  Quita de a poco la ropa interior del canelo, que levanta de a poco sus piernas para que la prenda quede tirada en el suelo. Reacomodando sus rodillas sobre la superficie de la cama, rosando su sensible piel con las sabanas, sus erecciones en un rose demencialmente delicioso, produce que JongIn muerda el hombro de KyungSoo en el cual está apoyando su cabeza. 

El mayor tomo por la mandíbula al rubio, que por primera vez nota nerviosismo en su mirada y lo aprisiona en sus labios, haciendo que las mejillas de JongIn se enciendan y su corazón se acelere demasiado rápido.

Sacando una botella de debajo de su almohada, el sonido de la tapa haciendo Clark, hizo que el menor ampliara sus ojos y mirara con desconfianza al pelinegro.

 

—Relájate—dio un pequeño beso en sus labios—. Esto hará todo más sencillo, créeme—Jongin apretó con más fuerza sus brazos alrededor de los hombros de KyungSoo y asintió—. Si estas así de nervioso nos iremos a la mierda—sonrió.

 

—Qué delicado—se carcajeó el menor desviando  la penetrante mirada de KyungSoo sobre él.

 

Los dedos resbalosos de KyungSoo se posicionaron en la entrada del menor delicadamente, con paciencia y sin agresividad –algo que KyungSoo nunca creyó controlar – logrando entrar el primer dedo satisfactoriamente. Miró al hombre que tenía encima, que mordía su labio inferior furiosamente, con su piel color miel perfecta reluciente y metió el otro dedo, sintiendo la estreches de JongIn haciendo escapar un gemido de dolor de sus labios.

 

—Di algo joder, me tienes de los nervios. Jamás te callas y ahora estas en silencio.

 

—N-no…p-puedo—la cara de JongIn es tan hermosa; con mejillas sonrojadas y sus labios abultados están hinchados. Su cabello esta alborotado y se huele a sus escasos centímetros de distancia el olor a Expreso con vainilla desprenderse de él. Demasiado perfecto para ser cierto.

 

—¿Te duele mucho?—el menor negó y volvió a morder su labio inferior cuando sintió un tercer dedo ingresar—. Te ves mono así—sonrió el mayor besando la barbilla del menor.

 

—No seas baboso—intentó sonreír el menor, haciendo carcajear a KyungSoo al usar sus mismas palabras.

 

Luego de unos segundos de silencio bastante incomodos, la cadera de JongIn empezó a moverse sobre sus dedos y el pelinegro sonrió orgulloso, una pizca de vértigo se apodera de él cuando el vaivén se incrementa y su respiración se detiene al escuchar la prodigiosa voz de su amante jadear sobre sus labios.

Moviendo sus dedos dentro de la entrada de JongIn, se escuchan las suplicas del menor por más. Algo sorprendente si se piensa que el moreno hacía minutos atrás daba charlas de que no quería esto. Nuevamente se están besando y el cuerpo del moreno sube y baja encima de KyungSoo haciendo adentrar más los intrusos dedos del mayor en él. Bingo.   

 

—K-kyung …—el mayor detuvo el movimiento de golpe y miro dudoso al menor—. No… te detengas.

 

—Jodete, no hables así—KyungSoo retomó su vaivén dentro de la entrada de JongIn, sintiendo su propia erección pulsante, dolorosamente pulsante—. Es casi un delito escucharte.

 

—K-kyung…Soo—susurró en su oído ahora con más sumisión que nunca—. Hazlo ya. Por favor.

 

Los ojos de KyungSoo se ampliaron casi al cuatriple al escuchar la voz de JongIn, sus latidos se aceleraron y nuevamente siente que no puede respirar. Saco los dedos dentro del menor, haciendo que se escape un quejido de sus labios y quedo atontando cuando JongIn comenzó a extender el líquido frio y pegajoso sobre su pene, indicando que no quería un condón de por medio. KyungSoo tomo por las caderas al menor y lo levanto para posicionarlo bien sobre su eje. Intenta negarse mentalmente que anhela casi demencialmente  ser el primero dentro de JongIn.

Cuando JongIn sintió por primera vez el miembro de KyungSoo adentrarse en su cuerpo, tembló, poco a poco sus rodillas perdían el equilibrio y el pelinegro noto eso. Sintiendo la estrechez de JongIn cercana, obviando el calor y lo angosto que era el menor, KyungSoo beso cada rincón de la boca de éste. El cuerpo de JongIn toco casi a fondo la erección del mayor y el canelo creyó nunca haber sentido un dolor más grande en su vida.

 

—Sabes JongIn—interrumpió el silencio existente KyungSoo, besando su pecho, cuello y lamiendo sus labios—. Quizás no me creerás. Pero nunca había visto una expresión tan linda al ser penetrado.

 

—C-cállate—dijo el menor ahogando su dolor que pasaba poco a poco a ser, inexplicablemente placentero.

 

—Eres hermoso, demasiado perfecto—la lengua del mayor recorría cada rincón del cuello de JongIn—. Nunca lo he dicho, pero sé muchas cosas de ti.

 

—¿Cómo qué?—la voz de JongIn al fin no zigzaguea, y por primera vez en esta noche el menor mira a los ojos a su acompañante.

 

—Como que odias que no te diga nada lindo después de follar—el menor empezó de a poco a subir y a bajar sobre el miembro del pelinegro, una mueca de puro placer y dolor a la vez deleita a KyungSoo, que siente que JongIn decidió ser cruelmente lindo hoy—. Que te gustaría ducharte conmigo y hacer cosas bobas. 

 

—Ah … Nmmh … KyungSoo—gimió JongIn.

Escucha como murmullos lo que el mayor le está diciendo, y jura haber escuchado decir a KyungSoo que se ducharan juntos. Pero mierda, el pene de KyungSoo lo está penetrando tan bien que siente que se va a desmayar del placer.

 

—¡Mierda!—gimió el mayor al escuchar a JongIn, y al sentir cómo su entrada absorbía su miembro—. Me estoy poniendo estúpido.

 

—Hyung… m-más rápido.

 

Y con aquella última petición, todo el monologó que había maquineado por horas en su cabeza para follarse con dulzura y cariño a JongIn se fue al diablo. Su cadera empezó a moverse con decisión hacía arriba, sintiendo como el menor sube y baja sobre su erección, y siente que con el rostro de JongIn y sus gemidos de fondo no resistirá mucho tiempo.

Amoldando sus manos a la cintura del rubio, el pelinegro nota como el rostro del menor es de éxtasis y de dolor a la vez. JongIn decidió tragarse su dolor y disfrutar el placer desbordante y su mirada lo delata demasiado.  KyungSoo comenzó de a poco a sentir en la boca de su estómago un hormigueo tortuoso, su vista comenzó a ser borrosa y casi por instinto empezó a bombear el pene de JongIn que estaba friccionando con su abdomen.

La espalda del menor se enarcó al sentir la lengua de KyungSoo jugar con la de él y JongIn, casi patéticamente sintió esa sensación vertiginosa en su vientre bajo. La mano y las estocadas de KyungSoo triplicaron su frecuencia y el menor, gritando demasiado fuerte el nombre de quién lo penetraba sintió como KyungSoo llegó donde justo debía llegar. Una, dos, tres rápidas envestidas en ese punto y se corrió sobre el estómago del mayor, llegando a un orgasmo desquiciadamente bueno. Con éste Jadeando y aún convulsionando sobre el miembro del mayor, KyungSoo no tardó mucho en correrse dentro del canelo, expulsando todo; sus caprichos, sus miedos, todo  a un rubio demasiado sensual y lindo para su cordura. Mientras las paredes de JongIn se llenaban de la esencia del mayor éste coloca su cabeza con la frente del menor y susurra un “eres grandioso” sobre sus labios, casi sin aliento.

JongIn se ha llevado hasta su mejor orgasmo a la cripta, jodido mocoso.  

Ambos con la respiración entre cortada, admirando en detalle sus pieles sudorosas, las marcas hechas por ambos, el desequilibrio desbordando la habitación, se dan un último y casi inocuo beso sobre los labios. Se escucha el “hyung no me dejes solo hoy” salir por los ojos del menor y KyungSoo esta horrorizado por el hecho de darse cuenta de las emociones de JongIn sin si quiera hablar. 

 

—¿Quieres que nos tomemos una ducha juntos?—preguntó KyungSoo jadeante y sereno, haciéndose creer a él mismo que no está enamorado, mientras le devuelve su ropa interior al menor en las manos. 

 

—Sólo si me cuentas algo—el menor se levantó sobre el miembro del pelinegro e hizo una mueca de dolor cuando se sentó al lado de él. Mala idea dárselas de valiente Kim JongIn.

 

—Ten cuidado, no seas bruto –sonrió acariciando los muslos internos de JongIn—. ¿Qué quieres saber?

 

 

—¿Te has enamorado alguna vez? 

 

 

 

 

Notas finales:

Les digo, ya no sé que pasa por mi cabeza  ~suspira. 

De aquí en adelante creo que las cosas se podran un poco turbias y quizas melosas ~quién sabe -w- Perdón por cortarlos así >______<

 

*Sí, me ukee al negro assdfghh ~en teoría KyungSoo, pero ustedes me entienden ;) 

Espero les guste ^^ 


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