-Príncipe, póngase cómodo-le sugirió la sanadora con voz calmada, dándole una sutil sonrisa-y antes que nada, debo advertirle una cosa…-guardó silencio por un par de segundos captando su total atención-no se dirija a la luz… es una trampa, se estará dirigiendo a su muerte, en el estado de inconsciencia en que caerá será susceptible a este tipo de cosas, en un sueño normal jamás es apreciado pero debido a su tarea, lo será… Solo… no se dirija a la luz, hay caminos engañosos, su corazón le guiará en la difícil misión, solo a este debe escuchar…-
Después de eso, se recostó en la cama de su adoración sonriendo inconscientemente pues una vez más el aroma aunque tenue de su amado pelinegro llenaba sus fosas nasales transportándolo a otros tiempos, provocando instintivamente que sus ojos se cerraran sin importarle nada más, lo guiaban a él.
Odín había colocado las runas alrededor del cuarto en primera estancia para atrapar la magia evitando así que esta saliese de la habitación, en segundo lugar, otras runas escritas en las patas de la cama para usar esta como el contenedor del alma de su pequeño, esperando que reconociera el sitio como un lugar más oportuno para estar, además de que parte de la esencia de su madre y esposa, estaría ahí haciendo ciertamente confortable, sería como si Frigga estuviera.
Eir empezó con el hechizo, hablando suavemente, en un murmullo frente a la cama, con brazos extendidos con las palmas abiertas, dejando fluir la magia a través de sus dedos; Odín detrás de ella a unos pasos de distancia, empuñando a Gungir con su mano derecha de forma imponente creando en la punta de este un destello amarillo, concentrando magia para después pegar al piso con este, provocando que bajara hasta el piso movilizándose hasta las patas de la cama haciendo que las runas escritas titilaran intermitentemente para subir hasta casi llegar al techo, creando una tipo barrera de luz blanca para después desaparecer el color ahora siendo invisible.
En ese tiempo Thor se movía buscando algún lugar, un resquicio que lo guiase hasta Loki, al principio siendo un lugar oscuro que se iluminaba tenuemente mientras más avanzaba, lo tenía hipnotizado como un impulso que debía obedecer sin quererlo, al principio no sabía a qué dirección se dirigía pero una voz tan familiar en un murmullo le llamaba, así que dejó de avanzar hacia la luz como sí la voz hubiese acabado con el “hechizo” para buscar al portador, ahora caminaba de vuelta, donde la oscuridad era tan fuerte que ni el menor movimiento podía ser distinguido, sin embargo, seguía el camino, la voz se hacía más fuerte conforme avanzaba.
Un gemido.
Eso fue lo que escuchó.
Un gemido lastimero, cansado, adolorido.
Sintió como si su corazón fuese estrujado por una mano invisible, más gemidos se escucharon y supo entonces que se estaba acercando.
Un pasillo.
Se hizo presente un pasillo apenas iluminado por lo que parecían ser velas negras que nunca se apagaban, avanzó más rápido siguiendo el sendero que se veía sucio, con raíces de color purpura saliendo de lo que parecía ser tierra verde, ¿qué lugar era ese? No lo sabía pero debía recordar el camino.
Nuevas voces plagaban el camino, algún tipo de ser riendo estrepitosamente, diciendo palabras en un idioma que él no conocía pero sí reconocía como burlas, después el sonido de golpes, otra vez gemidos lastimeros, fue en ese entonces que lo comprendió.
Corrió por el largo pasillo, casi interminable, hasta que por fin pudo dar con el lugar, una especie de caverna, ¿esos eran Chitauris? ¿Quién demonios los comandaba ahora? No lo sabía, el individuo más grande que sobresalía tenía puesta una capucha, reía también, y dentro del círculo que formaban esas criaturas estaba su amado pelinegro, corrió otra vez intentando detenerlos sin tener éxito alguno.
Ahora lucía con menos ropa, el camisón que antes tenía estaba desgarrado completamente, su blanquecina piel tenía rastros de sangre, mordidas, arañazos, moretones, su cabello enmarañado con lodo, sangre y una cosa más de apariencia viscosa de color morado, sus ojos no se abrían del todo pero seguía consciente, respirando agitado, la voz salía rasposa de su garganta, tenía en el cuello un collar de metal gris con gemas pequeñas alrededor que resplandecían tenuemente de vez en vez de color verdoso para algunos segundos más tarde cambiar al color rojizo.
Sus tobillos y muñecas estaban encadenados también, la cadena apenas era lo suficientemente larga para ponerlo de pie con esfuerzo, la sangre seca se notaba justamente en esas partes de su cuerpo, claramente lastimaban porque estaban apretadas y seguramente en su intento de quitarlas había logrado solo eso, sus piernas estaban abiertas con más moretones que en cualquier otra parte de su cuerpo, garras enterradas dejaban hendiduras profundas, la sangre aun salía de estas, sus caderas tenía marcadas algo similar a dedos con profunda fuerza.
El odio del primogénito de Odín no podía ser más grande en ese momento, o al menos eso pensó, el ser encapuchado se acercó a su hermano, los Chitauris restantes le abrían paso dejándole ver al embaucador, lo tomó del cabello para mirarle, apretando el agarre para hacerle abrir esos hermosos ojos verde esmeralda que ahora lucían opacos y fríos, pero aun quedaba un pequeño resquicio de vida en ellos, cosa que complacía y molestaba al enviado del titán.
-Te lo dije, Loki… lo mejor que pudo haberte pasado era morir… pero no, no quisiste, todo ¿Por qué? -la voz oscura de aquel que él conocía como El Otro captó su atención-los sentimientos te hacen débil, ¿no lo crees? -rió malignamente, levantándolo por el cabello-ellos te han mostrado la misericordia, yo te enseñaré algo más… -
Abrió su túnica tan solo un poco con su mano libre y al estar el menor de rodillas fue mucho más fácil para él lo que siguió: su miembro emergió de su pelvis algo bastante grande y extraño, parecía tener algo parecido a “picos” en todo su alrededor, Loki abrió grande los ojos con terror, se abstuvo de abrir la boca por más fuerza que ejerció en su cabeza, más un Chitauri se posicionó detrás de él, más grande, más tosco que los demás con su miembro imponente con pequeños tentáculos, hundiéndose en su trasero con fuerza haciendo que un fuerte alarido de dolor saliera de sus labios al sentir los tentáculos moviéndose en su interior lastimado, pasando sus garras por toda la espalda del pelinegro, arañando, enterrando, causando el mayor daño posible en ese acto.
Aprovechando la ocasión insertó su miembro en la boca ajena hasta la garganta, para suerte de Loki, esos picos que tenía no lo lastimaron, sino más bien la fuerza con la que entró a su cavidad, llegándole hasta la garganta y sin entrar por completo todavía.
Thor se mostraba horrorizado, para su mala suerte, eso no fue todo, otros cuatro Chitauris se acercaron una vez más, dos con extraños artefactos que serían como dagas dentadas y los otro dos, con lo que serían sales y dos botellas verdes con un líquido en su interior; trató de golpearlos sin tocarlos siquiera, solo traspasándolos sin hacerles daños, las palabras de padre resonaron en su cabeza como un eco: podrás ver lo que sufre Loki, pero no podrás interferir por más que quisieras.
El vaivén era fuerte provocando arcadas con cada embestida, poco faltaba para arrancarle el cuero cabelludo, abstenía lo más que podía derramar lágrimas con el punzante dolor que sentía en su entrada, en su garganta y en su cabello, su tortura duró varios minutos, El Otro le indició a la criatura no terminar dentro de él cosa que agradecía por que las heridas internas le escocían, sin embargo, tenía otros planes.
Cortaron sus brazos sin llegar a ser las heridas demasiado profundas, lo suficiente para que la sangre brotara de ellas, le echaron la sal a las heridas y luego el líquido de la botella que era viscoso, de color morado, se retorcía de dolor intentando zafarse de los agarres sin éxito alguno, solo provocando la ira del mensajero de Thanos y que las cortadas fueran más profundas.
El Chitauri salió de su interior antes de correrse para terminar en su espalda donde tenía las marcas de las garras con sangre aun brotando, provocando más dolor en las heridas y una sensación de profundo asco y repulsión a sí mismo ante la maldita sensación de ardor en su espalda, sí, aún quedaba algo de lo que una vez fue el Dios de las Mentiras.
Terminó en su boca de forma copiosa, el semen salía de su boca pero él no lo quería, por supuesto que no, El Otro lo obligó a tragarlo, un poco satisfecho lo sacó de su cavidad riendo con burla, soltando su cabello dejándolo caer al suelo y que su rostro golpeara el suelo lastimándose con algunas piedras en el proceso, no pudo evitar vomitar todo, tosiendo, tratando de quitarse el asqueroso sabor de la boca.
La impotencia de Thor lo hizo caer de rodillas, mirándolo, queriendo acariciarlo, abrazarlo para decirle que todo estaría bien, que él lo protegería, cómo cuando eran niños y se lo prometía, había fallado como hermano, como todo, la culpa carcomía su ser.