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Liras de una súplica. por Lyon

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Notas del fanfic:

¡Buenas! Hacía muchísimo tiempo que no me sumergía otra vez entre las delicadas líneas y palabras de la literatura, de escribir mis propias historias como fan para muchos más fans.


Una idea que surgió tras escuchar a mi querida hermana decir: Ojalá leyese algún fanfic de X-Men días del futuro pasado. Impulsada por ese pequeño deseo que esperaría hacerse realidad, elaboré una pequeña historia adaptada. Por lo que antes de empezar a publicarla he de decir a quienes pertenencen sus derechos, pues es primordial.


Todos los derechos pertenecen a Marvel Cómics, tanto como el ambiente en el que se establece y los personajes utilizados para crear ese pequeño FANFic.


Con mis más sinceros deseos, espero que disfruten leyéndolo tanto como yo disfruté probar una nueva forma de relatar y tanto como disfruté escribiéndolo.


Un abrazo.

Notas del capitulo:

Quisiese saludar a todos los que están leyendo esto en primer lugar, como segunda cosa a hacer, voy a decir que estoy escribiendo el fanfic en un estilo que aún no he dominado y en el que soy completamente nueva. Es como enfrentarse a un nuevo reto que espera con los brazos abiertos a que aproveche esa oportunidad de profundizar.


Recomiendo escuchar Einaudi, si lo conocen, sus canciones son inspiradoras, es más, me inspiró a relatar el fanfic.


Pues, sin querer distraerles más, adelante y espero que sea de su disfrute.


Dedicado a mi mini Charles Flanus.

“El pasado debe ser maestro del futuro”

– Don Bosco.

“El futuro junto a ti era mi amigo, hoy que no estas es mi gran enemigo”

– Ricardo Arjona.

Lo que más temen los hombres, el depredador de todas las especies, inigualado. Viene y se va en tiempos buenos y malos, es aquel susurro que les hace a los hombres saber que nada marchó bien en su día. Inmortal y respetado, a su vez temido pero muchas otras veces ansiado su paso, imposible de ver pues es etéreo, pero fácil de saber que anduvo por esos anchos lugares cuando uno se mira las manos y dice, como ha pasado el tiempo.

Yo era aún demasiado joven para saber a lo que me enfrentaba, una guerra interior propiciaba solo a dar el mayor sufrimiento de mi vida. Acercándome más a lo que me destinaba, una película sin sonido y armada de retazos, efímera pero a su vez clara. Solo dura un segundo y notas ese segundo pasar, pero tal vez es como revivir lo vivido, arrepentirse, querer llorar y jurar no volver a fallar.

Cerré los ojos. El humo, la arena, la calidez, era todo un amasijo de frío y de soledad. No sentí las piernas tras ese accidente, ni tampoco el torso ni mi estómago encogerse de miedo; no sentí mi pecho hastiado y cansado de respirar, agotado por lo que se venía encima, ni mi corazón casi estallar; no sentí mis brazos estirados sobre la playa, ni mis manos aferrarse a la arena enterrando los delgados dedos en esta como si esperase mi futura tumba allí presente; no sentí mi cabeza, mis dientes mordiendo mi labio inferior angustiado, ni las cálidas lágrimas caer de mis ojos. No sentí nada.

Los gritos angustiados, mi nombre resonar en el espacio material. Ni el sudor de mis compañeros, la triste mirada de quién me contemplaba asustado, sus ojos desorbitados, el puño apretado. Todo destruido, una figura de objetos que alguna vez formaron parte de un avión. Era la escena más pura donde la humanidad era la protagonista, era la naturaleza, el drama, la tristeza y sobretodo, la violencia.

Por aquellos entonces, yo era un niño. Abrí mis ojos y me encontré donde más lo esperaba, no había sol ninguno que pudiese colarse por la rendija de las ventanas, todo a mi alrededor era piedra y polvo. Antiguas inscripciones en las viejas paredes, mancilladas por el paso de nuestro mayor enemigo. Mi respiración es relajada pese a lo que se nos viene encima, los cazadores, una raza artificial con un nombre que solo les ironiza más, Centinelas.

- ¿Está preparado, Profesor? – Susurra una voz asustada, triste, que llora con solo el arrastrar de sus palabras pero que al posar su mirada en mi todo a su alrededor se llena de esperanza. El leve asentimiento es suficiente como para dar pie a lo que está por comenzar. Vuelvo a cerrar mis hastiados párpados antes de mirar a los ojos a mi némesis, aquel que tantas razones me dio para existir. Y solo se forma entre nosotros una sonrisa de cómplices, una sonrisa nostálgica capaz de congelar al más observador, al más iluso… Al estudiante.

- ¿Y cuándo llegué qué? – Preguntó el voluntario, una voluntad forzada.

- Logan, yo entonces era un hombre diferente, dirígeme, guíame, sé paciente conmigo. – Murmuré, mis ojos vidriosos ahora ocultos por algo superior, algo que comenzaría y que acabaría con solo empezar, pues en el futuro ya habría pasado, solo quedaría esperar al pasado, su contraparte, alguien que se hacía de rogar.

 

- Se llama miedo, Hank, miedo. – El silencio era abrumador, la pequeña voz que susurraba con delicadeza temiendo romper ese ambiente que denotaba esa misma soledad se alzaba poco a poco con cada palabra pero acababa en un pequeño siseo, se hacía más pequeña al final y desaparecía como si así tuviese que acabar, una comedia dramática. –

- Una vez alguien dijo… - Pausó aclarándose la garganta el aludido. - No conoceré el miedo. El miedo mata la mente. El miedo es el pequeño mal que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allí por donde mi miedo haya pasado ya no quedará nada, sólo estaré yo. – Murmuró con su mirada fija en mí, que reposaba sobre el colchón, respaldado sobre una almohada sin funda y con pequeñas líneas brillantes acariciando mi torso, era el sol que apenas lograba filtrarse.

- Frank Herbert. – Sonreí sin fuerzas, mi compañero asintió. – No quiero ponerme dramático hoy. Dejemos que pasen los días y… -

- … Y seamos simples títeres, ¿verdad profesor? -

- Hank. – Me incorporé perplejo, las palabras en se formaban en mi mente, se unían en una frase hecha preparada para replicar, una réplica en vano pues Hank ahí tenía todas las de ganar.

Y ojalá hubiese sido así. Los días pasando y esperando a ver como ese teatro griego se convertía en un mero drama a disfrutar por los espectadores que preferían mantenerse al margen a participar como miembros importantes de esa fúnebre obra. Un día estaba allí sobre la arena y el viento arraigado, y hoy me levantaba con la mirada perdida y buscando con las manos mi dosis diaria de aquello que podría ser una droga, como un vagabundo al que le ponen un plato caliente delante de sus narices todos los días, pero que sabe que le acabará matando por el elixir que contiene.

El destino no quería eso para mí, o tal vez quería pensar eso cuando ocurrió todo aquello. Los golpes en la puerta y esta abriéndose resonando como un armario viejo a punto de ser derrumbado, las paredes que temblaban y susurraban secretos, los espectros que cruzaban el pasillo y que me saludaban, todo consecuente de un sonido nostálgico. Los saludos… - Hank, ve a ver quién es. – Murmuré colocando la mano sobre mi frente y palpando mi escritorio, buscando aquel elixir antes nombrado.

Y que más podría decir, los siguientes acontecimientos se mostraron inesperados, una voz que reconocía pero que a su vez no lograba reconocer, un rostro y unos ojos que me imploraban ayuda y explicaciones que simplemente llenaban la mansión con más desasosiego, todo parecido a una película, el tiempo se paró, solo quedamos él y yo. Y no mentía, ¿sabes? No lo hizo nunca.

Tras aquellos días en los que hablamos e intentamos conectar, varios nombres se hicieron frecuentes en nuestras conversaciones, a duras penas llegábamos a hablar pues era difícil intentar no caer en la desesperación o acabar en una discusión. La realidad superaba la ficción una vez más y yo me reía de eso o tal vez de la imagen que mostraba, de aparentar ser quién era. Un mutante asustado, alguien recluido, tal vez el inicio de esta historia solo estaba por empezar, cuando tomamos el coche y llegamos hasta una casa con una misión en mente. Rescatar a quien había puesto mi vida patas arriba.

Y aquí empezaría tal vez lo singular, lo extraño. Una pizca que podría demostrar como todo se podía torcer nuevamente, como… lo que una vez pasé no había sido nada más que una pequeña muestra ejemplar de lo que una persona podría llegar a pasar.

- Y dices que él nos podrá ayudar. ¿Estás seguro, Logan? – Acomodé las gafas polarizadas sobre el puente de la nariz, estas hicieron un pequeño click.

- Cuando yo le conocí era más mayor, pero, estoy seguro de que él nos va ayudar. – Se encogió de hombros acerándose a la puerta de aquel hogar, el sonido al golpear la madera gentilmente hizo que apretase la mandíbula, ¿cuánto tiempo hacía que no trataba con otros mutantes? Maldecí en mi interior la situación y me acerqué a ese hombre esperando, junto a Hank por igual, que se nos permitiese el paso.

Notas finales:

¡Espero que hayan disfrutado y nos vemos en el primer capítulo de este FANFic!

Un abrazo cercano.


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