“Adam tráeme esto” ”Adam ve por papá” “Adam préstame algo de dinero” Adam esto, Adam el otro ¡Adam! ¡Adam!.
El rubio estaba a punto de estallar, a sus veintidós años era más que utilizado por sus hermanastros, los apreciaba mucho pero a veces simplemente quería enviarlos directo al infierno y dejarlos extra crujientes. Dean, su hermano mayor vivía enamorado, había estado de ese modo desde que conoció a su novio Castiel hacia un par de años y a partir de entonces nada ni nadie podía separar a la cariñosa parejita que emanaba amor por todos lados, por su parte su otro hermanastro Sam estaba enfrascado de lleno en estudiar leyes con apenas tiempo libre para ir a cenar con la familia cada fin de semana pero eso no impedia que le hiciera jugarretas.
-Adam ¿porque no nos traes un par de cervezas?- sugirió el mayor
El día había sido pésimo y con los finales tan cerca el chico de ojos azules tenía los nervios de punta pues a decir verdad tenia algunos problemas con una materia y sus hermanos y sus absurdos caprichos no eran de mucha ayuda. Con aspereza se levantó dejando de lado sus libros para ir en busca del frio néctar, no era un largo camino así que no tomo demasiado tiempo en regresar y continuar con sus estudios, hasta que a su hermanito se le antojo un pedazo de pie ordenando al menor a que fuera por ella, sin poder oponerse se levantó de nuevo, lo que le colmo fue cuando regreso y el oji verde le hizo notar que había olvido los tenedores. Simplemente exploto, la rabia le inundaba y no pensaba con claridad, salió de la casa hecho una fiera, sin explicación y con solo la ropa que traía puesta subió a su auto, un viejo Volkswagen jetta del 87 en un color cobre y condujo lejos sin mirar atrás, salió de la ciudad y continuo su viaje con el estéreo a todo volumen reproduciendo el nuevo sencillo de Dan Smith mientras aceleraba cada vez más.
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-Vamos Alfie, será divertido-
-No, Anna, tenemos clases y mamá nunca nos dejaría-
-No es como si se fuera a enterar-
-¡Anna!-
Al ser los más pequeños en su familia, Samandiriel y su hermana mayor Anna compartían una unión más fuerte que con el resto de sus hermanos mayores de hecho eran más amigos que hermanos al solo llevarse un año de diferencia e ir en la misma carrera, el único problema era lo rebelde que solía ser la pelirroja y como lo arrastraba a ellos fácilmente con una miradita suya y eso era lo que estaba intentando… acarearle más problemas.
-Ya eres lo suficientemente grandecito como para hacer lo que quieras ¿no?-
-Pero yo no quiero acompañarte a esa fiesta-
-Lo que sea- chillo la chica en un largo suspiro - será divertido y prometo que regresaremos al atardecer-
-…Esta bien- sabía que se meterían en problemas, es más ¡los problemas iban de la mano con la chica! pero no le parecían afectar en lo más mínimo sino que todos los regaños y castigos iban directamente al pobre Samandiriel.
-¡Genial!- exclamo triunfante
Subió al pequeño bocho de color chillón que emprendió la marcha antes de que pudiera cerrar siquiera la puerta. Tras Varios kilómetros en carretera se detuvieron en una estación de servicio para rellenar el combustible y aprovecho de ir a comprar unos bocadillos, desde dentro del local pudo ver a su hermana coqueteando con un chico sin brindarle más importancia y continúo con sus compras, un par de sandwich´s de pollo y un refresco de durazno. Al salir noto que algo faltaba, si, su hermanita y el bocho amarillo habían desaparecido, seguro en algún momento de su ligue se había olvidado de él y lo había abandonado en aquella vieja estación en un lugar desconocido.
Resignado comenzó a caminar a orillas de la carretera, no estaba seguro de si había tomado el camino correcto pero eso era lo que menos le importaba ahora, de todas las cosas que le había hecho su hermana esta era, por mucho, la peor.