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El amor en tiempos de la era Meiji por kitty_blutter_Ciel

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Notas del fanfic:

Espero les guste, hice una familia real alterna, pues no queria usar a personajes historicos tal cual ><

Notas del capitulo:

Dejen su review si les gusta :)

Amor en los tiempos de la era Meiji.

Eran tiempos difíciles, eran épocas tristes, el pueblo estaba de mal en peor, los hombres, dejaban a sus mujeres abandonadas por ir a la guerra y las mujeres se hacían cargo de todo, desde el campo, hasta el cuidado de los niños, había muchos hombres que morían en guerra y las familias, por no ser importantes, nunca supieron que fue de su familiar, los hombres que regresaron después de la guerra volvían incapacitados…

Los afortunados trabajábamos de sirvientes, bufones o guardias del emperador y su familia, entre ellos yo, en el palacio había más personas a la cuales les debíamos respeto. Yo era un guardia, tenía como responsabilidad la seguridad del emperador  y el príncipe.

-¡Ryu!-

Mi padre me grito desde el pasillo donde hacía guardia, ya era un señor de edad mayor, pero por peticiones al príncipe, no lo habían mandado a la guerra, el quedo como sirviente en el palacio, gracias a mí.

-¿Qué pasa padre?-Dije mientras se acercaba.

-El príncipe te llama.-Contesto agitado.

No me gustaba ir con el príncipe, el príncipe Tora, era alguien muy excéntrico y muy raro, él no me veía como solo un guardia, era alguien que humillaba a las personas, alguien que se creía con el poder bastante para arrastrar la dignidad de cualquiera.

Mientras caminaba, pensaba ¿Cómo era posible que a mis 24 años hubiera llegado a esta situación? Era un hombre, un hombre fuerte, confiable, tan confiable, que habían puesto a cargo de la guardia real. Físicamente…bueno el príncipe dejaba que estuviera a mi gusto, mi cabello era largo, de color negro y mis ojos, como él decía, rojos de dragón, de piel morena, para el yo era una rareza y un gusto.

-¿Me llamo su alteza?-Dije de otro lado de la puerta.

-Sí, pasa Ryu.-Dijo con su voz varonil, pero suave, era un deleite al oído. Deslice la puerta y entre con respeto, ahí estaba el joven príncipe, prepotente y mimado, sentado en su tatami, con su pipa con esa desagradable hierba y ese horrible olor que llenaba la habitación.-Te llame para lo que ya sabes.-

Fruncí la ceja, era realmente desagradable, el lanzo otra bocanada de humo, yo me levante y comencé a quitarme la armadura, el me miraba con ojos libidinosos.

El príncipe, estaba comprometido ya para ese entonces, y no era un joven mal parecido, de hecho al contrario, era un hombre bastante atractivo, de cabello largo, bastante largo, color negro y de ojos azul oscuro, solo la luz de la luna podía notarse su color, el color de su piel, nunca había estado expuesto ante el agotante sol, nunca había tenido la necesidad de trabajar en el campo o estar de guardia día, noche o con lluvia, él era un mimado y que me perdone quien lea esto, que perdone por referirme a su alteza, como alguien pervertido y sin principios, como alguien mimado y sin aspiraciones más grandes que solo sustituir a su padre en el trono.

Él era el príncipe Tora, ese prepotente niño que me obligaba a hacerle cosas indecentes para cualquiera, cada noche que él lo deseaba y yo…un simple peón de la realeza obligado a servirle, para evitar mi muerte.

Me quite la ropa ante sus ojos y me acerque a él, el me miro a los ojos.

-Mi dragón.-

Extendió sus manos a mi rostro, yo tome una de ellas y la besé con delicadeza, un leve sonrojo se notó en sus mejillas, me acerque a su cuello y lo besé actuando lujuria, lo mordí y un gemido salió de su boca, comencé a quitar sus ropas, para por fin llegar a ese delgado cuerpo y comenzar a tocar su pecho con las yemas de mis dedos, sintiendo como se estremecía a mis toques.

-Tus manos, están agrietadas.-

-El entrenamiento con la espada…-Dije mientras tomaba su cabello.

-Eres fuerte.-

-Tengo que serlo, es mi deber.-

-Me encantas.-El me abrazo por el cuello y me atrajo hacia él, besado mi clavícula.

Esa noche, fue tan desagradable como las otras, era tan asqueante para mí, tener que hacer algo así, pero la necesidad de un techo, comida, seguridad y mi propia vida, estaban de por medio yo solo era su diversión, su esclavo.

Tenía que irme en la madrugada, para que nadie me viera salir de esa habitación, la discreción era clave para la realeza, para todos y para mi honor como guerrero, ese niño algún día pagaría todo lo que me había hecho, porque definitivamente, nunca lo perdonaría y mucho menos me enamoraría de él.

Me vestí y lave la cara con agua de la fuete de la casa, para volver al pasillo a hacer guardia debajo de la luz de la luna, que no merecía iluminar a este indecente peón.

 

Llego la mañana yo me retiraba al cuartel, para descansar mientras que mi relevo Hayate otro chico de cabello negro un poco largo antes del hombro y con ojos ámbar llegaba a mi puesto.

-Buenos días Ryu.-Dijo con una sonrisa fingida, no era que yo no le agradara, si no que el sabia o sospechaba de la relación que mantenía con el príncipe Tora, nunca me lo había preguntado, nunca lo había mencionado, él era mi amigo, mi amigo desde que éramos pequeños y decidimos entrar para la guardia real.

-Hola Hayate.-Estaba cansado, estar con el príncipe Tora, era agotador.

-¿Noche pesada?-

Trate de actuar normal ante su pregunta aunque sabía a qué se refería, no contestaría con la verdad.

-Sí, pesada, te veo después.-

Seguí mi camino al cuartel, pase frente a la habitación de ese mocoso, el aún no se  levantaba y las sirvientas ya se dirigían a su habitación para despertarle.

-Buenos días joven Ryu.-Dijo Nanao, una chica de baja estatura, de unos 19 años, de piel como porcelana, con su cabello negro, recogido en un chongo,  con un Kanzahi* sencillo, sus ojos cafés eran bellísimos,  Nanao era hermosa y esperaba que después de la guerra pudiera pedir su mano, pues esperaría que su padre regresara, quería darle una buena vida, ella lo merecía.

-Hola Nanao.-Dije con una sonrisa.- ¿Estarás libreen la tarde?-

-Ah…Si cuando este apunto de ocultarse el sol estaré de descanso.-Respondió con un sonrojo en sus mejillas.

-Que bien.-Estaba alegre, invitaría a Nanao al pueblo, antes de que empezara mi turno.-¿Te parece salir al pueblo?-

-Gracias joven, será un gusto.-

Nanao, sería mi hermosa esposa, al menos eso pensaba, teniendo la esperanza de que nadie pudiera separarnos, me aferre a esa idea.

Notas finales:

Por favor dejen su comentario, por favor!!! 

Kanzahi: Adorno Japones para sujetar el cabello, como los palillos.


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