Bang Yong Guk, o conocido simplemente como Bang, era un agente de alto rango de la gran sociedad que era Interpol. Un agente de descendencia Surcoreana, que viajaba por el mundo, teniendo todo tipo de misiones; desde investigaciones, hasta infiltraciones en las grandes mafias. Nunca descansaba, no conocía lo que era estar una hora fuera del trabajo, su tiempo libre lo invertía en realizar más investigaciones.
—Bang, deberías tomar un descanso ya llevas…—
—Mi próxima misión, sir.— Interrumpió el moreno de grave voz.
Para el mismo líder, era demasiado lo que ese joven empeñaba de su vida en ese trabajo tan pesado. No entendía como un muchacho joven, atractivo y en el pico de su juventud, no quisiera unas vacaciones, ese era momento en el que se preguntaba, ¿Qué hacia él con el dinero de su sueldo? Tal vez era más rico que él mismo.
El hombre de avanzada edad suspiro con resignación y tomó uno de los expedientes, sacando las hojas con algún contenido de interés.
—Su nombre es Jay Park, traficante de joyas. Actualmente reside en Corea del Sur, pero tiene tratos en todo el mundo, especialmente en Italia, con la familia Cosa Nostra— Pronunció el hombre con un extraño Italiano al ser él francés. Solo eso bastaba para que Bang prestara completa atención en el tema. No había organización criminal más aterradora que la Cosa Nostra, organización a la cual no era fácil entrar, por eso, Interpol seguía tras ellos desde las sombras.
Bang tomó la foto entre sus manos, observando a un hombre de apariencia joven, algunos tatuajes resaltaban en su piel, rodeado de algunas personas que no eran de relevantes en ese momento. Al lado, alguno de sus datos, sospechas, etc.
Fue hasta ese momento que cayó en cuanta de un pequeño detalle. —Espere, dijo ¿Corea?— No se esperaba regresar a su natal Corea tan pronto, no después de haber huido de su familia.
Gruñó indeciso. Por primera vez, dudaba si aceptar una misión o no, pero tras unos segundos, aceptó. Corea era demasiado grande como para encontrarse con su familia. —Acepto.— Y tras estrechar sus manos, la misión comenzó.
[···]
Corea del Sur, Mayo del 2014.
Una de las mansiones más grandes de Seúl era testigo de una de las más grandes fiestas, donde los invitados eran personas de gran poder, tanto poder del “bueno” como del “malo.
Políticos unidos a la mafia, ejecutivos con tratados en el mercado negro y el gran anfitrión.
Jay Park.
Sus negocios habían triunfado una vez más, volando a la seguridad Surcoreana, nada arruinaría su noche.
—Señor.— Un joven de cabello pelirrojo, casi naranja, interrumpió una de las conversaciones que ese gran genio del mal, mantenía con uno de los empresarios de gran poder. Park solo gruño mostrando su molestia, pero termino por excusarse y escuchar a su secretario.
—Jin, espero sea importante.— Emitió tomando su copa de vino de un solo trago y tirarla al suelo, causando que obviamente se rompiera, llamando la atención de algunos presentes, más volvieron a sus platicas al notar que era el joven de llamativos tatuajes, era una costumbre suya.
—Se trata sobre Zelo.— Y esas simples palabras bastaron, para saber que su pequeño se había metido en problemas de nuevo.