Prólogo
Estaba lloviendo, era el peor tiempo que había tenido la ciudad en el año, desde tempranas horas las gotas empezaron a caer, eran las 5 de la tarde y no cesaba aún. En una cafetería estaban dos muchachos, de 15 y 17 años, el quinceañero era un rubio de ojos azules y el de 17 era un azabache de mirada onix, cada uno cargaba un pequeño bulto, ambos estaban sentados en frente uno del otro, el blondo acomodo el bulto que llevaba y lo mecía poco a poco.
-Toma -hablo el azabache- son los documentos -dijo mientras le extendía unos papeles sobre la mesa.
-Bien -el rubio lo ojeó y se paró- ya que todo esto a sido arreglado espero que no sea necesario volver a vernos otra vez, Uchiha.
-Lo mismo digo, Namikaze -respondió el mayor mientras mecía el bulto que traía en brazos- solo dime una cosa antes de que te vayas.
El ojiazul solo asintió.
-Dime que nunca le comentaras la verdad a Naruto.
-Espero lo mismo de ti para con Sasuke.
-No quiero que mi hermano se entere de algo como esto.
-Yo tampoco quiero que mi hermanito se vea involucrado en nuestros asuntos, lo que menos quiero es que lo aparten de mi, él es muy pequeño y siempre será pequeño para mi... -fue interrumpido-
-¿Crees que mi hermano no me importa?, es lo único que me queda y que se que tendrá una buena vida durante un largo tiempo.
-Okey, si eso era todo Uchiha, me retiro, espero no tener que volver a verte en mucho tiempo.
-No te preocupes, yo me encargaré de que eso no ocurra.
Los dos jovenes hablaban con tal cinismo, en ambos se notaba que tenían el orgullo por delante.
El blondo tomo sus cosas y salió con el pequeño bulto en brazos, afuera lo esperaba un taxi que se perdió de vista rápidamente con la decena de automoviles que iban fluyendo en la avenida.
El azabache seguía sentado en la misma posición que cuando partió el rubio, echo su cabeza para atrás y soltó un largo suspiro.
-Soy un completo idiota, Sasuke... deje ir a la única persona que le había importado en toda mi vida y tam... -fue interrumpido por el llanto que provenia del bulto en sus brazos- calma, Anko-san nos esta esperando en casa, tranquilo, otouto, también extrañaras a quien estuvo a punto de ser tu hermano...gomen, así estamos mejor.
El azabache abrazó al bebé y derramo unas cuantas lágrimas.
-Deidara -susurró el de mirada onix- gomen nasai.
...
El rubio que iba en el taxi iba también hablando.
-Ne, Naruto, cuando lleguemos a casa le diré al tonto de Hidan que prepare galletas y que te lea un cuento, sé... -su voz se empezaba a cortar- sé, sé que te gustara -el rubio hizo la misma acción que el ojinegro con el que estaba antes- y le dire a Danna que, que me enseñe a hacer marionetas y jugaremos juntos... Lamento haber provocado todo esto, otouto, gomen...
Lloro desconsaladamente durante varios minutos.
-Itachi -susurró- gomen nasai.