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Love Monster [BaekYeol] por BaekPrincessPuppieTocino

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Notas del capitulo:

Hola bebés!!!! Omma reapareció!!!!
me gustaría hacer notas decentes y agradecerle a todos como corresponde pero tengo prueba de gramática en unas horas y ya saben que yo y mis tiempos no congeniamos O - O PERO BUENAS NOTICIAS!!!! ya entré a clases así que mi horario va a comenzar a circular como antes, osea, las actualizaciones retoman su curso de siempre en los tiempos y fechas que corresponden!!! Y para compenzar mis sin número de atrazos y promesas sin cumplir, les traigo un capítulo extra largo centrado sólo en una parejita que la mayoría d ustedes había estado esperando, así que gócenlo (especialmente tú, Tanaka Yuuki XD).

Otra cosa, voy a tratar de responder los reviews antes del viernes, pero juro que los leo todos, de hecho... la verdad es que siempre estoy releyéndolos porque me jalonean y me hacen sentir mejor y con más ánimo XD

pd: el próximo capítulo, es decir el siguiente a este, es un capítulo dedicado a Bella, que pidió la ficha más importante y yo le dije que se la regalaría para el capítulo especial que le sigue a este <3

pd2: Vanexiita... te amo, bebé.

pd3: Clau_Iru bebé... mi vida no sería nada sin ti arreglando los disparates sin pies ni cabeza que te envío para que corrijas.

ENJOY THE MAYOOOOOOOOOOO EXTRA LARGA!!!!

Cuando Kai y Kris se conocieron, todo fue pirotecnia, explosiones y ruidos de motor de auto súper enchulado como los de las películas. Sí, con nitro.


Al menos así fue para Kai.


Porque Kris siempre fue demasiado hermoso. Y no es que Kai no fuese guapo, no señor, no por nada es una celebridad, dios de los deportes, capitán de cada equipo y una bomba morena de sensualidad que ejercita, tonifica y cultiva su cuerpo como un templo en base a pollo/avestruces (En sencillas palabras, el muchachito está como quiere), pero en particular con el caso de Kris, se podría decir que la pubertad no sólo lo golpeó fuerte, sino que esta cogió un jodido Monster Truck (de esos que echan fuego por el tubo de escape) y luego arrolló y repasó al pobre Kris al menos unas 7 veces para asegurarse de que el hijo de su madre acabara hecho una gigante bola de testosterona.


¡¡Y vaya si no!! Porque en tan sólo un verano en que Kris fue de visita al Imperio Ártico y ¡¡BOOM!! Si Kai hubiese sido una mujer, estaba seguro que habría terminado nadando en una posa (y no necesariamente una de baba) Kris, de pronto, era una persona completamente distinta.


Con 13 años Kris ya era y parecía un hombre hecho y derecho. Cosa de razas, porque Kai, con 11, seguía siendo apenas un cachorro según las costumbres de su manada (aunque hubiese ganado su puesto a los 8 como el siguiente alfa)… por lo que cuando Kris llegó con su metro ochenta, su espalda ancha y su voz gravísima a comenzar el nuevo año escolar… a Kai se le hicieron flan las rodillas. ¡¡DIABLOS, SI INCLUSO HABÍA QUE INCLINAR LA CABEZA HACIA ATRÁS PARA PODER MIRARLO A LA CARA!!


Pero antes de ese ¡¡BOOM!! las cosas eran… em… “distintas”.


Y la historia de cómo comenzó todo es vergonzosa pero Kai la recuerda con ternura y como algo que seguramente va a acabar contándole a sus tataratataratataratatarataaaaaaaaaaaataranietos.


La historia comienza cuando Kai correteaba por sus tiernos 6 añitos y la niña más bonita que él hubiese visto en su corta vida de cachorro, fue presentada por la maestra. Aunque decir que fue presentada es sólo una suposición porque en tanto la chiquilla puso un pie en el salón, Kai perdió todo uso funcional de sus superdesarrollados sentidos de lobo hiperactivo…


… y pues nada…


… comenzó a salivar….


… Así de simple y así de cavernícola como suena…


Porque así, con sus escasos seis añitos y unos cuantos colmillos de leche brillando por su ausencia (y haciendo que Kai silbara graciosamente al hablar), el cachorro era capaz de apreciar, por primera vez, las bondades que el género femenino tenía para ofrecer.


Para comer y llevar.


Ojazos de un despampanante azul profundo. Boca chiquita y rosada como una bolita de chicle. Pelo rubio dorado sedoso y brillante como comercial de shampoo. Piel blanquita de muñeca fina. ¡Viento imaginario meciendo su ropa en cámara lenta al ritmo de su hipnotizante batir de pestañas! ¡Estrellas brillando a su alrededor! ¡Fuegos artificiales explotaban! ¡Su pecho hacía “ROOM-ROOM”!... y ella lo estaba mirando ¡Lo estaba mirando, CARAJO, y estaba caminando hacia él! ¡DIOS, QUE ALGUIEN LO GOLPEARA!


Kai tragó fuerte. ¡Pero qué pedazos de piernas! Largas… ¡KILOMÉTRICAS! Seguro bajo ese pantalón eran blancas, rellenitas, suavecitas y mordib—


-Hola. Mi nombre es Wu YiFan de las Nieves Blancas. Por favor, cuida de mí de ahora en adelante.- Interrumpió ella tomando asiento junto a él en un movimiento fluido mientras cruzaba elegantemente sus piernas luego de dedicarle una leve sonrisita y guiñarle coqueta.- Pero tú puedes llamarme Kris.


Dios… su voz…


Dios… su sonrisa…


Dios… ¡ELLA DE PIES A CABEZA!


¡Y SE LE SENTÓ AL LADO! ¡Y… Y… Y… Y LE GUIÑÓ UN OJO! ¡CARAMBA, EN SERIO QUE LO GOLPEARAN! No estaba seguro de qué es lo que había hecho para merecerlo pero ahora la chiquilla estaba sentada junto a él, recargada contra el respaldo de su silla y…


-¡Aaaah, hombre! ¡El verano coreano es tan malditamente caluroso!


-¡¡¡SEÑORITO WU! ¡POR FAVOR VUELVA A PONERSE LA ROPA!!! ¡¡NO SEA INMORAL!!


La profesora gritó.


Todos lo demás niños gritaron también.


Los donceles se tapaban los ojos gritando que ya no podrían casarse…


Y pues Kris… miró con odio a la profesora…


Y así fue como el primer amor de Kai se fue al carajo en menos de 5 minutos de la mano de una blanca carita con rubias cejas fruncidas  de indignación por tener que cubrir un pecho descubierto y un bóxer blanco que poco hacía por ocultar la evidencia de que su linda compañerita nueva… no tenía nada de compañerita, sino, más bien de compañerito. Ya luego su mala suerte se encargaría de aclarar que, además, ni siquiera era doncel.


La cosa es que, de pronto, a su dúo dinámico con Yeol, se le había sumado una cara bonita, dos años mayor, e intolerablemente hermosa y refinada.


La relación de Kai con Yeol comenzó con el hijo de puta de ChanYeol regalándole una correa, un platito y galletas para perro. Kai podía vivir con ello, al principio quiso golpearlo, pero podía vivir con ello. Se volvieron hermanos. ChanYeol era malo, le hacía bullying y a veces fingía no conocerlo, pero Kai sabía que era el único con quien al final del día se cogía de la mano, luego caminaban con sus mochilitas y sus piernas cortitas al dormitorio que compartían. En el fondo, Kai sabía que ChanYeol estaba siempre cuidándole la espalda.


Kris en cambio tenía cara de niña.


Se vestía como hombre. Hablaba como hombre. Usaba el cabello corto como hombre. Era incluso más alto que ChanYeol… Pero tenía cara de niña.


A ChanYeol parecía importarle un reverendo pepino este pequeño detalle, pero a Kai… Dios… pero si hasta pestañear le dolía a Kai. Lo superó con el tiempo (Mentira, no lo superó) De todas formas, Kris, al igual que ChanYeol, no se mesclaba con nada ni con nadie a menos que fuera necesario y pues, en general, todo le valía madres. Ni siquiera se dejaba tocar. Por nadie. Así de quisquilloso el princesito. Muchos lo consideraban insoportable… todo lo contrario a la mariposa social que era Kai.


Con Kai y ChanYeol la historia era diferente. Algo de ellos debía de haberle gustado al príncipe, porque ese mismo día por la noche Kris se apareció con maletas y petacas tocando la puerta del dormitorio de Kai y ChanYeol, agitando bien alto una hojita timbrada que decía que ese iba a ser su nuevo hogar desde ahora en adelante.


Una habitación para dos personas que de pronto se veía extrañamente ocupada por tres… a pesar de que había habitaciones de sobra en el internado.


ChanYeol frunció el ceño pero se encogió de hombros. Kai literalmente bailó de felicidad porque, , aunque la fálica y cruel verdad tras su primer enamoramiento lo hubiese golpeado en pleno rostro, Kai de todas formas se sentía algo así como el elegido por los dioses, así que con su sonrisa llena de hoyitos, él mismo se ofreció a prestarle su cama mientras le encargaban otra.


Esa noche, a ChanYeol no le quedó otra que apretujarse con Kai en su cama mientras la princesita de hielo hacía sus mil y un rituales de belleza.


Aunque ChanYeol era gruñón, Kai demasiado hiperactivo y Kris soberanamente altivo. Acabaron vueltos una pequeña familia. Literalmente. Kris se autoproclamó el papá, nombró a Kai como la mamá y pos a ChanYeol le tocó ser el primogénito, osea el bebé (Kai nuevamente bailó el baile de la felicidad por su nuevo matrimonio y su nuevo hijo ¡ASÍ QUE ASÍ ES COMO SE HACÍAN LOS BEBÉS!) y durante las vacaciones o fines de semana largos, la pequeña familia partía de paseíto a la casa de uno o del otro porque Kris lo decidía, porque Kai lo seguía babeando y porque ChanYeol era demasiado perezoso para replicar. Siempre andaban a las pintas de Kris.


Con la abuela Hyo rara vez se repetían el paseo. Nunca en el mismo sitio.  La abuela era capaz de llevarlos a comer cebiche a una cueva llena de sirenas o a tostar pan al volcán de los Minotauros antes que dignarse a hacer algo remotamente más normal. Normal no era lo suyo.


Con Kai, pues iban de visita a los territorios de la manada. A corretear por los bosques, comer como bestias, luchar como salvajes y bailar toda la noche bebiendo sidra. ChanYeol se adaptaba bien, todos lo conocían desde hace algunos años e incluso competía en los torneos de fuerza y destreza. Kris se volvió celebridad…. JunSu, la madre de Kai, lo amó desde el primer vistazo; YunHo, el padre, también lo confundió con niña y le dio un zape a su hijo para que se comportara frente a la dama; y el resto de sus hermanas (Porque Kai sí que tiene muchas hermanas, 8 para ser exactos y todas mayores que él) pues hasta el día de hoy lo alaban como a un Dios.


La primera vez que fueron al Imperio Ártico, fue más o menos un año y medio después de que Kris llegara a Saint Monsters. Todo el imperio recibió a su príncipe heredero y a los amigos del príncipe con una pomposa ceremonia. Kai casi cae enamorado por segunda vez de un Wu cuando conoció al “Tío Baozi”. Todo el amor se le esfumó con un escalofrío cuando conoció al “Tío Chen”. Quiso salir corriendo cuando conoció a las hermanas mayores del tío XiuMin, Raina y Nana. Creyó que ya estaba empezando a ver doble o quizás triple, cuando conoció a la abuela SoHee, a la bisabuela Uee y a la tatarabuela Ailee. Y supo que oficialmente era el fin cuando toda la familia Real pareció demasiado interesada por su pequeña y revoltosa existencia.


Desde ahí en adelante la vida se volvió peligrosa.


Pero de todas formas, todos eran niños, eran felices y comían perdices.


Kai era un baboso. Se desvivía por hacerle los gustos a Kris , cumplirle hasta los más pequeños y extraños caprichos. Y una sonrisa nada más bastaba para que el lobo se diera por pagado, aunque, de todas formas, no es como si Kris se dignara a hacer algo más por nadie. ChanYeol sólo rodaba los ojos y seguía viendo junto a TaeHyung sus fotos (robadas) de Baek.


¿Cuándo fue que las cosas comenzaron a cambiar? ¿Cuándo fue que Kai dejó de ser el esclavo felizmente voluntario? A Kai no le molestaba en absoluto su condición. Su pequeño enamoramiento lo había superado hace años y simplemente disfrutaba viendo a Kris sonreírle como no lo hacía para nadie más. Sólo para él. Kris se comportaba como un príncipe mimado y a Kai le gustaba esa aura brillante y aristocrática, completamente diferente a la suya. Kai era feliz así tal cual como vivía. Tenía a ChanYeol y tenía a Kris, tenía padres, hermanas, una manada y ChanYeol lo dejaba comer pollo todas las tardes si antes se comía religiosamente todos sus (asquerosos) vegetales  sin quejarse.


La vida era buena.


Un día Kai simplemente despertó con frío. Mucho frío. Faltaban pocos meses para que cumpliera los 9 años, él se imaginaba un día en el bosque del otoño, con mucha comida y muchas hojas crujientes que aplastar. Pero cuando despertó en una cueva, producto de los espasmos de frío que sacudían su pequeño cuerpo, Kai se vio perdido. Él se había quedado dormido en su habitación compartida en Saint Monsters, se durmió solo porque ChanYeol y Kris estaban en actividades de sus respectivos clubes, mientras que el suyo ese día se había cancelado.


Estaba oscuro.


¿Cómo había llegado ahí?


Hacía frío.


No conocía ese lugar.


Su cuerpo era naturalmente más caliente y resistente a temperaturas extremas en comparación al de las demás criaturas, pero seguía siendo sólo un cachorro, un cachorro con hambre, frío y miedo.


Se agazapó entre temblores y trató de prestar atención. Señales de algo vivo. Señales de una respuesta al por qué estaba ahí. Si esto era otra broma pesada de ChanYeol, no era graciosa.


Pronto descubrió que no era ninguna broma… estaba sólo.


Estaba completamente solo. No era ninguna broma… cuando trató de caminar en busca de una salida, tropezó al primer intento y se dio cuenta que estaba rodeado de objetos preciosos. Tesoros invaluables.


Kai pasó horas y horas perdido en esa enorme cueva oscura, vagando por túneles y tropezando con más y más objetos antes de caer rendido finalmente. Hacía horas que se había dado cuenta que no podía teletransportarse o destruir las paredes de hielo. No sabía si por falta de energía o porque algo en particular se lo impedía.


Acabó hecho un ovillo tembloroso entre monedas de oro, collares de perlas, coronas de rubíes y cientos de diamantes. Hacía frío. No sentía su cuerpo. Ni siquiera vaho salía de entre sus labios amoratados. Gimoteó un poco antes de que definitivamente ya no pudiese sentir nada. En sus pestañas había escarcha de lágrimas congeladas. Él sólo quería un cumpleaños número 9 con hojas crujientes.


La siguiente vez que despertó aún temblaba de frío… pero esta vez, Kris estaba a su lado llorando y gritándose cosas con ChanYeol. Algo sobre fuego y ser un estúpido, sobre alejarse y parar de sangrar.


Ambos gritaron su nombre cuando Kai gimoteó acurrucándose más cerca del fuego que nacía entre las manos de Yeol, sintiéndose cobijado y protegido entre los cálidos brazos de Kris. Era extraño. Jamás se hubiese imaginado que la primera vez que tocara a Kris la sensación sería tan cálida y reconfortante. Minutos después y más entrados en calor, Kai seguía oyendo a ChanYeol gritarle a Kris que lo soltara y este seguía gritando, ya sin llorar, que se callara la boca y aumentara el fuego. ChanYeol le volvió a gritar de vuelta que era un estúpido y que se iba a morir pero de malas ganas le hizo caso.


Kai estaba mareado de tanto frío, no entendía nada de nada y sentía que le dolían hasta las cejas, pero aun así se las arregló para sonreír hallando algo linda toda esta situación. Su pequeña familia de mentiras estaba ahí, no tenía idea cómo, pero ahora estaba con ellos, a salvo. No se estaba muriendo solo en una caverna oscura que más bien parecía una heladera.


Se acurrucó más entre los brazos de Kris conteniendo su sonrisita de felicidad. Se sentía calentito... Kris olía bien.


Esa era la primera vez que Kris se dejaba tocar, de hecho, estaba pegado como una lapa a Kai y este estaba contento por eso. Esa también era la primera vez que demostraba algo, la primera vez que tantas emociones pasaban por su rostro de hielo y la primera vez que dejaba a un lado el garbo y la perfección. Kris estaba hecho real un guiñapo, igual que Kai e igual que ChanYeol… pero el príncipe además estaba sangrando, jadeaba pesadamente y parecía más pálido de lo normal.


Eso ya no era tan bonito.


Kai se incorporó de un brinco y tuvo que forcejear contra los brazos de Kris que intentaban volver a apretujarlo y tuvo que hacer oídos sordos a los gritos de ChanYeol porque ambos se quedaran quietos.


El pequeño lobo casi se desmaya al ver lo que se supone debía ser la rodilla de Kris asomando entre un montón de sangre, carne y ropa desgarrada, torcida de una forma que retorcía el estómago a quien la viese. La sangre manchaba la nieve, la ropa de Kai y algunas de las de ChanYeol. La situación era horrible con todas sus letras, nada que un niñito de 8 años quisiera ver, ni siquiera uno acostumbrado a las cacerías y a destripar animalillos, pero lo realmente bizarro era ver a Kris medio desmadejado con los huesos al aire, su preciosa carita contraída de dolor, y sus esfuerzos por seguir manteniéndose despierto sin dejar de tratar de alcanzarlo de vuelta junto a él, aunque se notaba que sus esfuerzos sólo conseguían lastimarlo más.


ChanYeol le gritó que dejara de comportarse como un estúpido y que “aprovechara” para recuperar energías.


Kai no entendió eso, pero de pronto Kris había vuelto a explotar en llanto gritando que quería que Kai se quedara junto a él. Obviamente, Kai no perdió tiempo a arrimarse junto al príncipe que poco después se desmayó sobre su hombro. Kai chilló asustado pensando que Kris estaba muerto pero ChanYeol lo calmó diciendo que sólo necesitaba algo de espacio. Realmente tampoco entendió eso, pero ChanYeol simplemente cogió a Kris y recostó su cuerpo inerte al fondo de la pequeña cueva en la que estaban. Preguntó si no le iba a dar frío allá solito, pero el cuervo sólo negó con la cabeza, le ordeno que se acercara al fuego y comiera las barritas de chocolate que le había traído.


La verdad es que se sentía realmente más repuesto, de hecho, no tenía herida alguna, se había desmayado de frío y hambre pero, como el cachorro con serios problemas de hiperactividad que era, el calor y el azúcar lo tenían de vuelta a las vías como un bólido. ChanYeol le pidió que probara a teletransportarse pero él se negó diciendo que antes ya lo había intentado. ChanYeol sólo repitió su petición y, para sorpresa y alegría de ambos, sí podía. Kai, junto a Kris en el fondo de la cueva, miró a ChanYeol con una enorme sonrisa pero los ojos llenos de confusión antes de volver a transportarse junto a la fogata y este le dijo que ya le explicaría luego, que ahora lo importante era llevar a Kris al palacio. Kai recordaba el palacio, habían ido de visita allí por primera vez hace unos pocos meses, así que mientras ChanYeol cargaba a Kris en brazos, Kai le daba la mano a ambos para poder llevarlos a un lugar seguro.


La mano de ChanYeol era tibia, pero la de Kris… era dolorosamente gélida. Dolía permanecer cerca de él. Kai, con la vista fija en la terrible tormenta de nieve fuera de la cueva, se preguntó cómo es que esa mano podía pertenecer a la misma persona que antes le había dado un abrazo tan cálido. Como no halló una respuesta en su escaso conocimiento de cachorro, sólo se teletransportó.


ChanYeol tenía muchas cosas que explicarle, lo hizo con lujo de detalle mientras los tíos XiuMin, JongDae, y en general toda la corte, se volvían locos tratando reanimar al príncipe, así que cuando anunciaron que había despertado, Kai no perdió tiempo en echar por tierra a cuanto guardia se le cruzó y así abalanzarse dentro de una especie de bóveda hecha completamente de hielo.


Cuando sus miradas se encontraron, Kai se hizo humo y Kris soltó un gritito al tener de pronto un cuerpecillo moreno salido de quizás dónde, aplastándolo y llenándole la cara de baba, mientras ChanYeol regañaba al lobo por ser un asqueroso.


Kai lloriqueó y Kris sonrió, aunque ChanYeol estaba tratando de bajar a tirones al lobo del altar en que reposaba el mayor, regañándolo por ser un desagradable perro baboso, Kris sólo sonrió con una sonrisa dulce e infantil, no esa sonrisa pequeña perfecta, condescendiente y altiva con un deje de superioridad.


No.


Kris tiró a Kai de vuelta a sus brazos, le acarició las orejas y el cabello, aunque sus manos se sentían frías, Kai se dejó consolar por ellas. Kris lo abrazó y le besó las mejillas, todo él era frío, pero de nuevo, Kai aceptó todo cuanto le ofreció e incluso volvió a lamerlo y, a diferencia de su pasada experiencia con ChanYeol, no se ganó un puñetazo como respuesta.


ChanYeol rodó los ojos y gruñó que los dos eran “tal para cual” cuando Kris recibió gustoso los lametones chiquitos que Kai le repartía por el mentón y la boca, pero de todas formas, se sentó a un ladito del altar de hielo reprimiendo una sonrisita aliviada.


Kris se había desbarrancado luego de volar media montaña y luego tratar de sostener sus destrozos el tiempo suficiente como para que ChanYeol pudiera huir con el cuerpo congelado de Kai en brazos. Tristemente, aún era joven y su cuerpo no había resistido el esfuerzo y se había pasado a desplomar con todos los escombros y una avalancha encima, cayendo cientos de metros colina abajo. ChanYeol lo vio todo desde el aire, Kai y él se salvaron de la avalancha sólo por unos cuantos centímetros, así que luego de dejar al cachorro en un lugar seguro, tuvo que sobrevolar el área tratando de hallar señales de Kris.


Kris estaba atrapado bajo una pila de rocas y hielo, una de sus piernas estaba destrozada y apenas mantenía la conciencia en tierra, pero se negó a descansar hasta que Kai despertase y he allí el por qué despertó entre sus brazos. ChanYeol frunció el ceño en esta parte de la historia, pero Kai no lo tomó en cuenta.


Resulta que todo había sido por causa de un intento de secuestro. No a él, sino al heredero de los emperadores Wu, pero para mejor o peor, se habían equivocado de persona. El plan era dejarlo morir en el interior de esa montaña encantada, mortal incluso para un elemental de hielo y en donde cualquier poder mágico se veía anulado dentro de cierto perímetro radial; una montaña que pertenecía a la familia Wu ¿Qué mejor lugar que la bóveda familiar? Una trampa mortal incluso para sus propios dueños. Era el plan perfecto.


Kai pasó un día y medio congelado dentro de esa montaña. Nadie le creyó a Kris cuando dijo que el pequeño lobo podría estar ahí, el único lugar al que no tenían acceso por ningún medio de detección a menos que este fuese físico, y como esto no era asunto de niños, el príncipe y el cuervo tuvieron que partir solos, sin ningún tipo de apoyo luego de huir de la torre en la que habían sido encerrados por seguridad. El imperio completo estaba en estado de alerta. Los emperadores no querían más víctimas.


Resultado final: Kris casi se muere volando media montaña, casi pasa aplastar a ChanYeol y a Kai en el proceso, pero al final, los tres habían salido ilesos y sólo con una pierna rota para el príncipe.


Lo que Kai nunca sabría es que lo más peligroso para Kris fue descender su temperatura corporal y exponerse al calor de ChanYeol cuando estaba tan bajo de energías y sólo con tal de permanecer junto a él y brindarle algo de calor cuando despertara.


El único recuerdo de esa fea experiencia fueron las constantes pesadillas de Kai sobre morir solo y congelado, las distintas bromas pesadas que le jugaban Raina y Nana secuestrándolo a modo de juego sólo para ver al pequeño cachorrito lloriquear y para ver a su siempre sereno sobrino correr desesperado al rescate.


Pero fuera de eso, desde ahí en adelante las cosas dieron un cambio radical.


Partiendo del hecho de que Kris se dejaba tocar… bueno… de hecho… sólo por Kai y a veces por ChanYeol. Pero a esto íbamos con lo de “CAMBIO RADICAL”


Kris cambió completamente. Dejó de ser la princesita de hielo que miraba a todos por encima del hombro y trataba al mundo con la punta del zapato.


Ahora, ChanYeol tenía que agarrar a coscorrones a Kai y Kris juntos, porque al princesito ahora le daba por seguir en sus correrías revoltosas al lobo y SIEMPRE acababan metidos en problemas de los que ChanYeol tenía que salvarles el trasero.


El príncipe reía a mandíbula batiente. Rodaba por el lodo si era necesario. Corría, brincaba y socializaba como el que más. Ahí fue cuando Kai descubrió esa hermosa sonrisita de niño pequeño que hasta el día de hoy Kris muestra sólo a sus más íntimos conocidos. Ahí fue cuando Kai se dio cuenta que Kris realmente era muy sobreprotector con quienes valoraba. Siempre pendiente de los horarios de ChanYeol y Kai, asegurándose de que no faltaran a sus compromisos y brincando en alerta cuando alguno se le perdía. Ahí fue cuando Kai cayó enamorado por segunda vez.


Ahora sí que eran una familia. Cordial, que se protegía y se quería. Ya no eran la princesa mimada, el perro faldero y el mal tercio que los seguía nada más para ver que el perro no hiciera alguna idiotez.


De aquí en adelante el lazo de hermandad comenzó a forjarse.


Ahora armaban los planes familiares entre todos y Kai tuvo ese cumpleaños número 9 que tanto quería, lleno de hojas crujientes y sus dos hermanos ahí rodando por las hojas junto a él. Incluso sus padres viajaban con ellos a estos paseos. El padre de Kai se conocía con la madre de Kris desde la escuela, y la madre de Kai era el mejor amigo de la abuela de ChanYeol y la abuela de ChanYeol conocía desde que eran muy pequeños a YunHo y a XiuMin porque ambos fueron compañeros de clases de uno de sus hijos. Las vacaciones familiares se volvieron masivas, ya sea en la manada de los lobos, en la corte ártica o en algún lugar indómito del planeta cortesía de JiHyo.


Si antes la vida era buena. Ahora lo era mucho más.


Kai seguía desviviéndose por Kris y siendo regañado por ChanYeol, pero ahora Kris también le seguía el juego y ChanYeol acababa regañándolos a ambos.


La felicidad siempre es más palpable mientras la infancia dura.


Los tres crecieron juntos. Cuidándose, protegiéndose y queriéndose… pero fue el tiempo quien les enseñó a notar sus diferencias; lo complejos e incompatibles que eran los mundos de los que venían. Lo distintos que eran entre sí a pesar de acoplarse tan bien unos a otros en esa habitación de escuela que los tres compartían.


Principalmente Kai y Kris.


Los niños revoltosos tuvieron que crecer.


No fue hasta que todas las cartas estuvieron sobre la mesa, que Kai se dio cuenta cuánto amaba a Kris y cuántas cosas se interponían entre él y el deseo de su corazón.


Había un universo completo separándolos.


ChanYeol vivía su mundo, era cuidadoso y preocupado de sus dos mejores amigos, pero él vivía su mundo enamorado de un tal BaekHyun, mientras Kai y Kris creaban lazos diferentes… únicos entre ellos, así que cuando ChanYeol desaparecía, ambos corrían a la cama de uno o del otro para que el mayor cantara hasta que ambos se rendían al cansancio.


Se sonreían distinto.


Se daban la mano en secreto por debajo de la mesa como si supieran que en el fondo no era lo correcto.


Se buscaban con la mirada y fingían no haberlo hecho cuando el otro lo descubría.


Se hacían broma personales y se celaban sin darse cuenta, enfurruñándose y cobrándose sentimientos ante la más mínima palabra o sonrisa a otro que no fueran ellos mismos o ChanYeol.


La cercanía, la necesidad de estar juntos y la amistad entre sus familias los llevó a aprender del otro mucho más de lo que ahora les gustaría saber.


Kai aprendió cuán difícil y compleja era la vida aristocrática en la corte Ártica. La etiqueta, el protocolo, los formalismos, la enorme ceremonia con la que incluso había que anunciarse para que lo dejaran ir a hacer pipí tranquilo… cuando en su manada la cosa era ir atrás de un arbustito si era necesario porque el mundo era tu cuarto de baño. Pero en la corte todo era tan complejo. Kris venía de un mundo que no cabía en la mente simple, salvaje y tribal de Kai. No entendía por qué tenía que usar ropa tan ajustada y con tantos vuelitos; no entendía a qué venía tanto cubierto en la mesa si él podía comer con las manos; no entendía por qué todos, fuera de la familia directa de Kris, lo veían como un animal de circo.


Kris por su parte tuvo que ajustar su paso a la rápida y salvaje forma de vida de los lobos. Una manada con costumbres tribales que cazaban y se auto sustentaban como un pueblo primitivo, pero con tradiciones tan básicas como complejas. Vivían de una forma animal, rural, donde la fuerza, la astucia y la destreza regían. Eran despreocupados y vivían la vida simple con la menor cantidad de estrés posible. Todos eran familia de todos. Todos se cuidaban entre todos. La comida abundaba, la fiesta, el baile y la bebida mandaban por la noche. Adoraban ídolos como la luna y las estrellas y bailaban para rendirles honor. Eran una raza tan alegre, activa y al mismo tiempo relajada. Conocidos por su salvajismo y su sanguinaria forma de luchar incluso entre ellos, pero tan afables y mimosos con los suyos al mismo tiempo.


Kai aprendió etiqueta, protocolo y cómo comportarse tal como lo hacía la alta alcurnia… aunque siguiesen viéndolo raro y aunque él siguiese sintiendo que no pintaba nada en ese lugar. Kris aprendió a comer con las manos, retirando la carne  él mismo del fuego rápidamente si no quería quedar bajo la mesa… aunque eso le costara quemaduras graves para no congelar la comida del resto.


Kai aprendió a atarse un corbatín de moño y a abrocharse correctamente las mangas de una camisa. Kris aprendió que si no quería acabar con medio armario destrozado, debería seguir el ejemplo y vestir sólo lo necesario para no encandilar al mundo con su desnudez.


Kai aprendió bailes de salón y a deslizarse por un salón de baile embaldosado con esos movimientos lentos, rígidos y aburridos que seguro ya ni las momias bailaban. Kris aprendió a bailar descalzo en un suelo de tierra, rodeado de luciérnagas, ahogándose en el calor del humo de una fogata y decenas de cuerpos calientes semi desnudos que bailaban con fuerza, saltos y movimientos veloces como si formaran parte del aire y la noche.


Kai era sudor, vitalidad, fuerza, energía, baile, calor, gritos y percusión de tambores a todo lo que estos daban hasta que el fuego no ardiera, hasta que el sol los alcanzara y hasta el cuerpo ya no aguantara.


Kris era frescura, perfección, templanza de espíritu, contención, entonación perfecta y sutilidad de movimientos. Era todo cuerdas tañidas con finura y elegancia para crear una armonía suave y elegante que calme las pasiones que deben ser reprimidas.


Uno era vida salvaje y desenfrenada, el otro era una dinastía completa de tradiciones.


A Kai se le congelaban las pelotas de sólo pensar pasar un fin de semana en el castillo de Kris, y Kris sentía que le bajaban los ahogos de sólo pensar en pasar un fin de semana ahumándose en la hoguera en medio del bosque.


Tantas cosas en medio. Tantas responsabilidades. Tantas obligaciones… Y todo se fue a peor cuando Kris de pronto apareció vuelto un hombretón de un metro ochentaipiérdete, con manos más grandes que la cabezota de Yeol y una voz de locutor radial pasada la medianoche.


Kai cree que fue ahí cuando comenzó a fantasear con ser un doncel… Justo cuando la cruda verdad de que nunca podrían ser nada estuvo tan clara abofeteándole la nariz. Justo cuando se dio cuenta cuán perdido estaba por Kris y cuán platónico era y seguiría siendo su amor. Justo cuando Kris comenzó a mimarlo todo lo que durante años a Kai le había tocado mimarlo a él. Justo cuando Kris comenzó a tocarlo, abrazarlo, tironearlo y prácticamente marcarlo como su territorio en público.


Nunca ninguno de los dos nunca dijo nada… Pero con la mirada se decían todo. Nunca podrían estar juntos como en el fondo ambos gritaban internamente que querían. El amor no se mencionaba. Nada sobre el futuro, responsabilidades, parejas u obligaciones podía ser nombrado sin que alguno de los dos estallara. Así es como su relación acabó con Kai se limitándose a comportarse como un consentido, dejándose cargar, dejándose alimentar, dejándose abrazar, dejándose celar y dejando que Kris espantara a todo aquel que se le acercaba con algo más que intenciones de mera cordialidad; y Kris aunque se volvió aún más popular y se comportase como un Don Juan, al final siempre acababa dejando que Kai se le arrimara y lo monopolizara.


Ahí fue cuando ambos comenzaron a ocultar con peleas fingidas, berrinches, gritos, golpes, patadas e insultos, la verdad sobre sus abrazos un poco más apretados de lo necesario, sus caricias un poco más lentas y constantes, sus mimos demasiado frecuentes, las mordidas en el cuello y los lametones en los labios. Kris molestaba a Kai y Kai lo golpeaba y chillaba como histérico. Esa era la forma de ambos para menguar un poco la fuerza de sus emociones…. Y es cierto que a veces Kris le tocaba la fibra sensible al lobo con algunos gestos… como al robarle comida de la boca o soltar algún comentario resentido sobre abandono… pero es que a veces el mayor simplemente olvidaba uno o dos puntos importantes de la larga lista de tabúes en su relación, pero siempre un abrazo, una caricia o una pelea los devolvían al punto de equilibrio en que debían estar.


ChanYeol hacía la vista gorda y fingía no enterarse de nada. De todas formas, él vivía en su propio mundo enamorado hasta las cejas de ese tal BaekHyun.


Y así se les iba la vida… Así hasta que Kai perdió el control esa tarde en el templo de los zorros y atacó a la persona que más creía amar en el mundo entero. Kai reconocía el aroma y el sabor de la sangre de Kris. Lo tenía grabado en su memoria desde el día en que lo rescató de esa caverna congelada en el centro de la montaña.


Ahora el lobo se sentía más perdido que nunca… Tantas noches huyendo y tratando de hallar solución a su problema. Tantas noches llegando siempre a la cama de Kris para dormirse sin haber llegado a ninguna parte en concreto. Y ahora su última esperanza había muerto en cuanto BaekHyun apareció de la mano con un muchachito de cabello y ojos plateados que aseguraba ser un espíritu de más de cien años.


Era oficial. Ahora todo se había ido al carajo.


Perdido en el salón de baile, el lugar de cada noche, estaba el único integrante del club... o al menos él creía que lo era. Hasta hace poco... él aún creía que lo era.


La puerta se abrió suavemente pero él siguió sentado con la espalda contra el espejo y la mirada fija en el suelo.


-Hola Nini...- Como una brisa leve, el cuerpo delgado se posó en el suelo junto a él. Aún con la mirada en el suelo podía sentir los ojos del contrario sobre sí, observándolo atentamente gracias al reflejo del espejo de en frente.


Estaban muy cerca uno junto al otro. Sus hombros, brazos, costados, muslos, pantorrillas y tobillos tocándose con familiaridad.


-Chico lindo... - Fue todo lo que contestó a modo de saludo, sin siquiera molestarse en quitar la cara de entre los brazos, ni mucho menos de tratar de sonar aunque sea un poco animado.... Porque no lo estaba.


-¿Sorpresa? - Preguntó el recién llegado con una leve risita mezclada con un juguetón tono de disculpa, al tiempo que buscaba con sus manitas entre el cuerpo ovillado junto al suyo hasta hallar y enredar sus dedos con la mano más grande y morena, obligándole a salir de su escondite y mirarle a los ojos.


Oro y Plata.


Los peligrosos ojos amarillo oro miraban con reproche a los risueños ojos plateados.


-Pudiste habérmelo dicho- acusó con un puchero resentido; sin embargo, no había molestia, sino más bien parecía un pequeño niño que acababa de enterarse que Santa Claus no existe. Era un cachorrito lastimado- Me mentiste.


A pesar de su acusación y sin tratar de liberar su mano, se buscó un espacio en el regazo contrario, husmeando con la nariz hasta acurrucarse y volver a ocultar su rostro en el escondite que le proporcionaba el cálido cuerpo ajeno, delgado y pequeño.


-No te mentí... sólo... dejé que creyeras lo que querías creer...- Con cariño y ternura movió su mano libre entre la salvaje cabellera marrón chocolate, acariciando de vez en cuando las grandes orejas peludas llenas de pircings.


Enfurruñado, giró sobre su espalda sin dejar de usar las piernas semi descubiertas como almohada, cruzándose de brazos y hablando entre morritos.


Las caricias sobre su cabello marrón no se detuvieron en ningún momento.


-Pudiste habérmelo dicho.


-Oooow... pero te gustaba creerlo... ¡Y reconoce que fue divertido!


-¡No lo fue!- El moreno se tapó la cara con las manos chillando de vergüenza, luego las apartó y buscó con desesperación los ojos plateados, extendiendo una mano grande y temblorosa hasta apenas rozar las mejillas suaves y pálidas del contrario. Soltó una risita cansada y perezosa que era cualquier cosa menos un signo de alegría. Sus  labios gruesos temblaban- Casi creí que estaba comenzando a volverme loco, chico lindo...- Los ojos plateados le miraban con una mezcla de comprensión, ternura y lástima.- ...¿Por qué no puedo ser tú?


Los ojos plateados se cerraron mientras el cabello albino se agitaba suavemente al ritmo de su cabeza negando.


-Tú eres tú y yo soy yo, Nini. Somos dos criaturas diferentes- Murmuró de forma suave, dejando que los dedos morenos delinearan con total libertad sus labios bulbosos y el resto de sus facciones, enredándose una que otra vez sus mechones plateados.


-Eres todo lo que él desearía...


Los ojos plateados se abrieron al instante y miraron con reproche al moreno.


-Basta JongIn.- La voz fue tajante y las caricias se detuvieron.


-No me llames JongIn- Gruñó con los colmillos apretados.


-Ese es tu nombre, Kim JongIn- Rectificó con voz firme y clara, sin pizca de vacilación.


-¡QUE NO ME LLAMES JONGIN!- En menos de un segundo el moreno presionaba entre sus garras el cuello fino del contrario contra el espejo, gruñendo y jadeando. Cuando pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo, le pegó un puñetazo al cristal, quebrándolo y luego llevándose las manos al rostro, dejándose caer hasta volver a enterrar la cabeza en el estómago del pequeño agredido que en ningún momento se quejó o lució amedrentado.. Simplemente esperó a que el otro se acomodara y retornó a las caricias.


 


-Me presento... Soy Lee TaeMin.- Intensificó sus caricias donde sabía que a JongIn le gustaban cuando lo sintió temblar en sollozos sobre su regazo- No soy un lobo... no tengo 15 años y por sobre todo... no soy tú...


Kai lloró aún más fuerte.


-¿Vas a decirme ahora qué ocurrió para que estés así?- TaeMin preguntó con dulzura. Kai frenó su llanto sólo lo suficiente como para mirarlo con resentimiento durante unos segundos.


-¿Cómo sé que puedo confiar en ti?


-Oh, vamos, Nini. Las cosas no tienen por qué ser distintas a como lo eran antes. Sigo estando aquí ¿no? Como cada noche. Junto a ti.


Kai suspiró. Rodó sus ojos por toda la habitación tratando de hallar una respuesta y como no la halló, volvió a fijar sus ojos en TaeMin.


-Nos besamos.- Soltó atropelladamente y TaeMin abrió los ojos.


-¿Ustedes qué?- Balbuceó el pequeño chico y el lobo volvió a perder los estribos.


-¡¿Nos besamos, sí?! ¡NOS BESAMOS, MALDITA SEA Y FUE HERMOSO! ¡ASÍ QUE NI TÚ NI NADIE VA A VENIR A DECIRME LO CONTRARIO! ¡ME IMPORTA UN BLEDO QUE HALLA APARECIDO MI PAREJA! ¡YO! ¡NO! ¡LO QUIERO! ¡NO LO QUIERO! ¡PUEDE IRSE AL INFIERNO, POR MÍ ESTÁ BIEN!


-¡¿Qué?! Apareció tu... ¡¿JongIn…?!- TaeMin, sorprendido, trató de alcanzar su rostro para verlo directamente, pero fue apartado de un manotazo por el duro puño de Kai.


-¡DEJA DE LLAMARME ASÍ! ¡SOY KAI! ¡SÓLO KAI! ¡A SECAS! ¡SOY KAI… el que aún puede estar con Kris…- Su voz se fue apagando hasta acabar vuelta espasmos de llanto.


TaeMin suspiró y atrajo el cuerpo de Kai en un cálido y apretado abrazo contra su pecho pequeño. Kai sollozó fuerte… gritando y negando lo que era una verdad evidente.


Por más que Kris haya querido hacer como que nada ocurría, Kai no era tonto. Sintió ese aroma a fresas frescas. Kai odiaba las fresas tanto como YunHo, su padre, odiaba los cocoteros y sus dulces frutos tropicales. JunSu, su madre, tenía una extraña obsesión con esta fruta, desde cremas, lociones, perfumes, postres e incluso protector solar, todo se remitía a ese único aroma para el zorro y, según los propios testimonios de YunHo, ese era su aroma natural.


Pero así es como los lobos identifican a sus parejas, una pareja que es única y eterna, mediante una extraña ironía que el destino les juega por el resto de sus vidas. Odian y aman. Aprenden a necesitar y adorar cada parte de la otra persona, incluso aquello que en un principio detestan.


Su pareja destinada… Su compañero de alma… Su otra mitad… Su único y verdadero amor


La de Kai había aparecido.


Su tiempo se había acabado.


-Kai…- Llamó suavemente TaeMin- ¿Qué es un emperador que no es capaz de brindar herederos a su reino?


JongIn sabía la respuesta.


-Nada- Contestó secamente.


-Respuesta equivocada, Nini.- Cantó TaeMin. JongIn frunció el ceño- La respuesta correcta es “absolutamente nada”.


Kai lo miró con la expresión en blanco unos segundos, luego volvió a hacerse bolita y ocultó la sensación amarga y dolorosa en la boca de su estómago que subía empujándose al exterior en forma de lágrimas que hacían arder sus ojos.


Lo sabía.


Él lo sabía y ese mismo conocimiento era el que martilleaba dentro de su cabeza repitiendo que esta historia, que desde un principio realmente nunca debió ser, tenía un inminente punto final.


-No hagas eso… Vamos, Nini, basta, deja eso, no llores… No lo digo sólo por él, lo digo por ti también.


-Lo sé… Sólo… Sólo cállate…


-No me voy a callar. Tienes que entenderlo. Tienes un destino y además tienes una obligación, ese chiquillo también la tiene, lo sabes.- TaeMin calló un momento, sopesando lo que iba a decir a continuación- Kai… - Kai soltó un gemidito, estaba mordiendo su labio inferior para no llorar, sus ojos estaban fuertemente cerrados y con las manos cubría sus oídos- Kai… él no forma parte de tu destino.


Suficiente. Basta. Kai no quería seguir escuchando. Dolía.


-¡¡PUES YO NO QUIERO ESE DESTINO!!


Su grito fue cortado por el ruido sordo de una bofetada que, en la sala vacía, hizo eco. Un horrible eco. Ambas miradas, oro y plata, se veían con confusión, frustración e impotencia… y mucho… mucho dolor.


-¡NO VUELVAS A DECIR ALGO COMO AQUELLO!- TaeMin jadeaba, pero aunque Kai forcejeó contra él, pudo tomar su cara entre las manos y hacer que se miraran frente a frente- ¡Lo digo en serio, JongIn! Si de verdad él fuera lo que necesitas y no sólo lo que quieres, si de verdad él fuera tu destino… yo mismo te ayudaría a enviar al carajo a tu manada y tus responsabilidades, pero entiende que estás tirando a la basura una raza completa por alguien que no lo merece ¡AMBOS VAN A SER INFELICES, KAI! ¡¿ES QUE NO LO COMPRENDES?! ¡¿Y QUÉ CUANDO TU PAREJA REAL APARESCA?! ¡¿VAS A DEJAR QUE MUERA?! ¡¿VAS A DEJAR QUE ESE OTRO CHICO, TU AMIGO, MUERA TAMBIÉN?! ¡¿ESTÁS DISPUESTO A MORIR TÚ Y ARRASTRAR CONTIGO A DOS INOCENTES POR ESTA ESTUPIDEZ?!- Kai gritó un alarido de dolor, con los ojos cerrados y con TaeMin reteniéndolo sin dejarlo caer, sosteniéndolo en un abrazo protector; estaba tratando de protegerlo de sí mismo.-Tienes que dejarlo ir, Nini. Es un sin sentido. No se necesitan… lo sabes.


Por supuesto que lo sabía.


Por más que llorara y suplicara… lo tendría que dejar ir tarde o temprano.


No era lo que él necesitaba. No eran lo que ninguno de los dos necesitaban.


No… No se necesitaban.


Y dolía.... dolía pero era cierto...


-Mi raza se extingue, TaeMin…- Susurró Kai una vez que el llanto remitió un poco. TaeMin sólo lo apretó más fuerte contra sí, sintiendo al lobo temblar.


Su manada, los Lobos de Sombra, eran la última manda de hombres lobo existentes en el planeta. No eran una manada pequeña, pero eran la última. Kai necesitaba darle cachorros a su manada.


Iban a extinguirse.


Es cierto que los lobos suelen tener camadas de cachorros muy numerosas. Es cierto que los lobos suelen ser muy fértiles, al igual que sus respectivas parejas. Es cierto que su esperanza de vida es altísima. Es cierto que tienen una tasa de mortalidad infantil casi inexistente. Es cierto que son una de las razas más fuertes… casi indestructibles…


… pero sin cachorros… no hay futuro… no hay raza, por muy indestructible que sea, que perdure de esa forma…


Y ningún lobo se arriesgaría a crear descendencia sin otro que no fuera su pareja destinada. La única que existe para ellos en todo el mundo.


El problema es que algunos nunca la encuentran… y todos están dispuestos a morir antes de traicionar a alguien que incluso puede y ni siquiera lleguen a conocer. Los lobos mueren, literalmente, por amor.


La raza se extingue y Kai, como el futuro Alfa, debe… dar el ejemplo…


Al igual que Kris.


Sólo que la raza de Kris no se extingue… pero en cambio… tiene el peso de una dinastía completa sobre sus hombros. Una problemática dinastía que vio en él la forma de limpiarse, comenzar pulcros y sin mancha. Kris era el heredero y no debía faltar a su misión. Suficiente habían tenido con Nana, la oveja negra que se rehusó a ser emperatriz o a hacer cualquier cosa que se le pidiera como heredera…


Para ascender al trono, la tradición cuenta que la primogénita debía permanecer sola y avocarse a su reino. No necesitaban hombres. No la familia real. La dinastía Wu siempre fueron mujeres y sólo mujeres y cuando una ascendía al trono, debía entregarse al Espíritu del Dios Dragón que protege al imperio para que este las bendiga con el don de la fertilidad. La nueva princesa recién nacida sería la evidencia de un nuevo siclo de fortuna y prosperidad para el imperio.


Las Wu eran descendientes de los dioses. De los dioses Dragón.


La primogénita rebelde se rehusó a este destino, ella amaba a Raina, su hermana menor… y huyeron.


Defraudaron a su reino. Al imperio completo. La primera mancha al nombre de la familia imperial. La princesa rebelde que, no sólo defraudó a la familia real y a su imperio, sino que además, arrastró consigo a su hermana, la siguiente en la sucesión al trono.


El imperio se había quedado sin herederos. No había más princesas. De por sí era raro que hubiese más de una y ahora no había ninguna.


La emperatriz SoHee se vio obligada a interceder y suplicar su perdón al Espíritu Dragón. Si ella, como hija y madre de la descendencia divina no conseguía borrar la ofensa que representaba la deserción de las princesas, iban a sacrificarla. La decisión fue tomada por los sabios del Imperio. Con la sangre se limpiaría la ofensa y se aseguraría el perdón del pueblo.


Afortunadamente se salvó. El Dios Dragón la bendijo con una nueva y última oportunidad. Un nuevo heredero.


El imperio completo no supo qué decir cuando lo que todos esperaban fuera una princesa, resultó en un príncipe. Un hombre. Y si el pequeño príncipe XiuMin fue salvado de morir como sacrificio para evitar la desgracia que implicaba su nacimiento y la maldición sobre el reino que implicaba el mismo, fue porque, a tiempo, descubrieron su naturaleza de doncel.


El príncipe podría ser entregado al Dios. ¡PODRIA CONCEBIR LOS HIJOS DEL DIOS!


Lástima que el príncipe tuviera otros planes.


El príncipe, luego de asumir el trono, llegó con su flamante esposo nuevo. Nadie podía decirle nada… ya era el emperador ¿Y quién se atrevería a replicarle nada al emperador? El perfecto XiuMin, que cargaba con la responsabilidad y el peso de ser aquello que sus hermanas no pudieron, había desobedecido por primera vez y, como había sido inteligente, nadie podía reprocharle nada. Buena jugada.


Nadie dijo nada… hasta que el primogénito de los emperadores resultó ser un hombre que ni siquiera era doncel, Kris.


Un golpe, una rebelión asoló el palacio. Acusaron al emperador MinSeok de traición puesto que él se había rehusado a cumplir su deber y ahora nacía un bastardo que no era capaz de concebir. Si no entregaba al niño, todos caerían. La familia completa.


XiuMin se negó. Nadie le quitaría a su hijo.


El pueblo exigía la sangre de la familia real para enmendar la desgracia que había caído sobre el imperio. Los sacrificarían a todos y partirían de cero. Con las cabezas de los Wu, ofrendarían su perdón al Dios Dragón.


Otra vez, nadie esperó el desenlace de lo que pudo haber sido una trágica historia. El propio Dios Dragón fue quien se presentó anunciando que desaparecería y la dinastía Wu sería quien permanecería ahí en su nombre, protegiendo al imperio con su fuerza y sabiduría, pero a cambio… el primogénito debería ser quien sí o sí asumiera el trono y quien sí o sí se asegurara de que el linaje perdurara.


No otro, sólo el primogénito.


No importa cuántos príncipes o princesas hubiesen, si se faltaba a esta regla, la desgracia, la catástrofe y la destrucción caerían sobre todo el Imperio Ártico.


Palabras del propio Dios.


Ahora todo dependía de Kris. La cabeza y el honor de la dinastía estaban en sus manos. El peso de un imperio estaba sobre sus hombros.


Continuamente había ataques a la familia real por aquellos creyentes obsesivos del Dios Dragón que se rehusaban a aceptar el linaje manchado de la dinastía Wu, a pesar de la aprobación de este antes de desaparecer. Uno de estos ataques fue aquel en el Kai estuvo a punto a morir.


TaeMin conocía esta historia al revés y al derecho. La suya y la de Kris. Kai se las había relatado cientos de veces entre lágrimas, gritos y risas amargas viéndolo con anhelo al verse a sí mismo y su deseo por ser un doncel, reflejado en la imagen de TaeMin, dispuesto a dejar a su verdadera mitad con tal de fugarse con Kris.


Si él fuese un doncel… sin si quiera pensarlo, correría a los brazos de Kris. Tendrían muchos cachorros y primogénitos de hielo. El imperio ártico y su manada estarían satisfechos… y a Kai no le importaría dejar morir de dolor a su “verdadero amor”.


Continuamente fantaseaba sólo en aquella habitación recubierta de espejos sobre todos los “¿Y qué tal sí…?”. Kai quería ser un doncel. Kai quería ser lo que Kris necesitaba, lo que a Kris le hubiese gustado… a Kris le hubiese gustado TaeMin.


Kai siempre soñó con tener el cabello rubio y manejable. El suyo era castaño y enmarañado, siempre salvaje.


Kai quería un cuerpo pequeño y frágil. Un cuerpo que Kris pudiera apretujar y sostener en el aire mientras daban miles y miles de vueltas. Su cuerpo era de complexión fuerte. Era un lobo. Era un Alfa.


Kai quería quizás una piel más blanca, algo más adorable que su salvaje piel morena. Pero eso era todo cuanto tenía.


Kai quería poder darle hijos, cientos de cachorritos revoltosos, camadas y camadas de hijos… Pero Kai no podía…


Kai un día vio cruzar por la puerta de su sala de baile, aquella a la que iba a llorar lágrimas amargas en completa soledad, a un muchachito no muy alto, de cabello platinado, cuerpo menudo y labios bulbosos.


Una copia exacta suya. Una copia exacta con uniforme de doncel y piel clara.


Creyó que estaba viendo cosas, creyó que tenía sueño, que debía irse a dormir, pero la visión se repitió un día y otro y otro y otro. Cada día Kai bailaba para olvidar su destino y su alter ego doncel bailaba con él en perfecta sincronía, siguiendo cada movimiento como los reflejos en los espejos que rodeaban la habitación.


No recuerda cuando comenzó a hablarle, a contarle sus anhelos, sus miedos, sus inseguridades, sus esperanzas… los más íntimos deseos de su corazón.


Lo apodó “Chico lindo”, pretty boy… todo lo que él quería ser.


Le lloró, le rió, le dijo que iba a ser su Chico Lindo y él mismo sería Nini porque así le decían en casa de pequeño y era más adorable, le contó mil y un historias y le preguntó miles de cosas que morían en el aire porque su Chico Lindo jamás dijo una palabra. Sólo llegaba, escuchaba, lo abrazaba si era necesario y luego se iba.


Kai creía que hablaba con la proyección de sus anhelos materializada en forma de ilusión, creía que en realidad todo lo que hacía era hablar solo… aunque no podía evitar albergar cierta esperanza al ver a su alter ego reflejado junto a él en los espejos, como un ente más… como si un día fuese a fundirse en uno de los tantos abrazos que compartían y acabaría siendo aquel chico lindo de cabello y ojos plateados. Un chico que seguro era todo cuanto quería y necesitaba Wu YiFan… sucesor al trono Ártico…


Realmente fue un shock descubrir que su alter ego era el guardián de los donceles. Tuvo que fingir no conocerlo para no acabar gritando y siendo tomado por un loco.


Pero su chico lindo, TaeMin, tenía razón…


-¿Sabes por qué hago todo esto? ¿Sabes por qué te digo todo esto?- La voz del doncel se recortó en la habitación, devolviendo al lobo al presente y haciendo saltar sus defensas.


-No tengo ni la más mínima idea de por qué me haces esto- Replicó Kai con todo el veneno que su voz tenue y ronquita, que definitivamente no había sido hecha para odiar, pudo transmitir.


TaeMin sólo lo acarició y, esta vez, Kai no se apartó.


-Sólo quiero que lo pienses, Nini. Tu raza vive una bendición y una condena. Son la única especie del planeta capaz de identificar a ciencia cierta a su verdadera mitad. Los demás debemos conformarnos con lo que creemos que se acerca a este hecho y si fallamos, no estamos ligados de por vida a esa persona, podemos cambiar parejas infinidad de veces y a lo mucho sufrimos un despecho que se cura con el siguiente enamoramiento. Ustedes no. Ustedes pueden morir buscando a su verdadera mitad u optar por una pareja alternativa que no es la destinada y realizar el vínculo eterno con ella… pero si llega a aparecer su pareja destinada… las posibilidades del desenlace son variadas pero ninguna acaba bien. Vas a querer huir y seguir a tu pareja real pero un lazo te atará a aquel con quien ya te uniste. Querrás cortar ese lazo y querrás hacerlo tú o tu verdadera pareja y dependiendo la naturaleza y el temperamento de sus razas… la histeria y los celos pueden acabar en muerte. La única solución es la muerte. Si no eres tú quien acaba asesinando a aquel con quien te uniste, será tu pareja destinada quien lo acabe llevado por los celos. Y un vínculo es para toda la vida. Si uno muere, ambos lo hacen y entonces tu verdadera pareja acabará muriendo de dolor por tu pérdida. Tú no puedes arriesgarte a eso, JongIn. Tu pareja ya a apareció… si de verdad quieres a ese niño, Kris,… no vas a enviarlo a su muerte por un capricho. No puedes luchar contra algo superior a ti. Es tu destino, JongIn.


JongIn no fue capaz de seguir negándolo. No cuando esos ojos plateados lo acusaban de aquella forma.


No podía hacerle eso a Kris. No podía hacerle eso a ninguno de los dos.


Kai lo amaba. Kai en serio lo amaba.


Y porque Kai lo amaba… tendría que dejarlo ir.


Quizás llegaría un punto en el futuro en el que ambos, ya desempeñando en gloria y majestad sus respectivos deberes como líderes de sus razas, se mirarían a los ojos y se sonreirían con una extraña mezcla de recuerdos y nostalgia...


de lo que pudo ser y no fue...


de lo que tuvieron que dejar ir…


Pero… Kai no quería eso…


Una idea brilló en su mente


Kai se secó las lágrimas y tuvo que morder la cara interna de su mejilla para que su sonrisa no lo delatara. Sería inteligente.


Era un hecho que es su historia junto a Kris tenía un punto final… pero hasta entonces... Kai iba a aprovechar cada segundo disponible como si fuese el último. Estaba decidido. No cree ser tan egoísta como para llevar a Kris a la muerte. Lo ama demasiado para ello…pero es lo suficientemente egoísta para hacer lo que está dispuesto a poner en práctica.


Va a quedarse con Kris.


Ni TaeMin ni nadie va a impedírselo… sólo… tendría que jugar bien sus cartas y hacerlo sin que nadie lo note, atesorando cada mirada, cada sonrisa, cada grito y cada pelea absurda para meterlo todo junto en una cajita bien oculta en el fondo de su corazón…


¿Por qué? ... Pues... para cuando se viesen en el futuro. 


Y es que, en el futuro, cuando Kris le dedique esa incómoda sonrisa nostálgica, más por obligación diplomática que por la dolorosa falta de verdadero afecto...  Kai lo que haría sería rebuscar en esa cajita oculta todos aquellos recuerdos que ama y atesora y así poder juntar el valor y el coraje necesarios para devolverle la sonrisa radiantemente... y fingir que esta historia que desde un principio no debió ser... realmente... nunca fue, aún a costas de fingir que nunca amó; aún a costas de usar a su mejor amigo en beneficio propio por causa de una decisión que sólo lo favorece a él porque él es el que tendría una pareja asegurada en el futuro… pareja por la que tendría que abandonarlo sí o sí… aunque destruyese años de amistad y amor…  pero lo haría si eso significaba tener a Kris y a su vez salvarlo de una muerte inminente.


Kris acabaría sólo, pero al menos no acabaría muerto… y Kai podría tenerlo…. Todo lo que durase.


Con esta nueva resolución, el lobo fingió un esbozo de sonrisita quebrada a TaeMin, poniendo en marcha su plan.


-Tienes razón… Lo quiero lo suficiente… de hecho… Lo amo…- TaeMin no pareció percibir la mentira tras su sonrisa fingida, ni el trasfondo secreto tras sus palabras, porque pareció convencido y satisfecho… creyendo que sus concejos habían surtido el efecto correcto.


Kai recibió un tenue beso en la frente, junto a una pequeña sonrisa antes de que TaeMin susurrara un “Vete a dormir, Nini, es tarde” y este no perdió tiempo. Rápidamente, sólo la neblina negra acompañaba al doncel.


***


-Ya era hora- Kris bajó el libro que leía para mirar al lobo que se había materializado sobre la cama contraria, paralela a la suya.- ¿Viste la hora? No me gusta que vagues tan tarde, Pulgoso… Hey… ¿Qué es eso? Tus ojos están roj—


-¡IDIOTA!- Kai le gritó saltando sobre la cama y aventándole todo lo que tenía a mano.


-¿Qué…?- Kris apenas fue capaz de defenderse ocultándose en el somero escondite que le proporcionaba el pequeño librito que leía.- ¿!Kai!, ¡QUÉ DIAB—


-¡ERES UN HORRIBLE CONITO DE NIEVE FRÍGIDO!- Volvió a gritar Kai luego de estamparle su alcancía de cerdito a Kris en plena cara.


-¡¿KAI, PERO QUÉ DEMON—


-¡APUESTO A QUE NO PUEDES DEFENDERTE PORQUE SIGUES SIENDO LA NENITA DE HACE DIES AÑOS!


Esta vez fue una maceta que rozó por nada su nariz.


Ah no. Ahora sí que Kris se encabronó


-Más te vale hacerte humo en este preciso instante por voy a despellejart—


Un bolso lleno de ropa sucia lo tumbó contra cama. ¡¿PERO QUÉ DEMONIOS?! ¡ESO NO ERA ROPA! ¡ERAN LADRILLOS O HIPOPÓTAMOS BEBÉS! Kris se quitó todo de encima vuelto una real furia. Él despierto hasta las tantas de la noche por esperarlo a que regrese sano salvo y al lindo no se le ocurre nada mejor que empezar con sus taldos a las putas 5 de la madrugada!!!!!!!!!!!!


Cuando iba a levantarse dispuesto a molerle las orejas a librazos… se congeló al ver a Kai completamente quieto en medio de la habitación… sonriendo…


Sonriendo con esa sonrisa hermosa llena de colmillos y los ojos amarillos peligrosos brillando con una extraña luz.


-Te amo.- Dijo Kai.


Kris pestañeó aturdido antes de balbucear como un retardado.


-Perdón… ¿Qué?...


-Te amo- Repitió Kai aguantando la risa y dando un paso hacia a delante.


El libro que Kris aún sostenía entre las manos cayó cuando la palabra tabú fue dicha y sus brazos de pronto estaban llenos con el cuerpo moreno que se había materializado sobre el suyo, besándolo…  devorándolo…  amándolo. Kris rió contra la boca del lobo y el lobo rió antes de volver a saquear su boca.


Kris creía que debía haberse quedado dormido esperando por Kai porque nada de lo que estaba ocurriendo podía ser cierto, sin embargo, ahí estaban los dos, abrazándose fuerte, con necesidad, con la suma de todos aquellos años de silencio y secretos evidentes mal guardados, rodando por la cama sin dejar de reír, besarse y apretarse el uno al otro para asegurarse de que, sí,  aquello realmente estaba pasando. No era un sueño. Era real. Se tenían por fin.


Kris admiró la belleza masculina y salvaje de su Kai. Su boca, su piel, su cabello, su sonrisa y sus ojos. Todo le pertenecía ahora. Esa boca deliciosa con labios gruesos. Aquella piel morena, sensual al punto de ser pecaminosa. Su cabello castaño salvaje, su sonrisa coqueta de lobo hambriento y sus ojos amarillos como el oro.


La sonrisa de Kris era infinita. Sus ojos azules brillaban de plenitud y amor incondicional. Todo era suyo e iba a adorarlo como correspondía… porque Kai lo había elegido. Su Kai lo veía por fin sólo a él. Kris no iba a decepcionarlo.


Le quitó la ropa aquella noche al menor lentamente, entre besos juguetones, caricias y risas. Tenían todo el tiempo del mundo. Para Kris, Kai era suyo y él era de Kai, así que se tomó su tiempo para deleitarse con aquella piel morena que lo volvía loco y que ahora era suya y sólo suya, y cuando por fin no hubo nada de nada interponiéndose entre sus cuerpos, Kris metió bajo las colchas de su cama el cuerpo caliente de Kai y lo apegó a su pecho, recostándose de espaldas y situando sobre sí al lobo con la sensación de al fin estarlo poseyendo tal como siempre quiso.


-¿Lo sientes?- Pregunto Kris, embriagado de amor, cuando una de las orejas peludas del lobo cosquilleó la piel sobre sobre su corazón. Quemaba…. Pero estaba bien.


-Sí- Kai tarareó contento a las caricias de las manos grandes y masculinas sobre su cabello y al sonido acelerado que retumbaba bajo el pecho de Kris; era su corazón. Estirándose, dejó una hilera de besitos por todo el cuello pálido y ligeramente frío hasta alcanzar el oído del mayor para mordisquearlo un poco antes de susurrar su aliento caliente en él- ¿Es por mí?


Kris aguantó la corriente de calor inundándolo y giró su rostro para alcanzar la boca del moreno, revolviendo su cabello rubio contra la almohada y pegando sus comisuras contra los gruesos labios del menor. Su sonrisa no se quitaba ni se quitaría con nada.


-Sólo por ti. Por nadie más.- Kris cogió sus mejillas con ambas manos y pegó sus bocas con decenas de besitos mientras susurraba una y otra vez cuanto lo amaba, con necesidad… casi con desesperación- Te amo tanto, Kai. Tanto, tanto…


Kai casi se sintió culpable por iniciar aquel peligroso juego del que no había marcha atrás cuando percibió en el aire la mezcla dulce y aturdidora de las fuertes emociones de Kris desbordándose por él. También podía olfatear las suyas propias, tan intensas como las del mayor, así que para acallar las voces de la culpa en su interior, se arrojó con hambre y salvajismo a los labios finos y algo fríos.


Lo necesitaba. Necesitaba saborearlo para saber que esta era la decisión correcta y cuando comenzaba a mover la cadera sobre la pelvis de Kris, este lo retuvo por la cintura, inmovilizándolo pero sin quitarlo de encima. Kai lo miró confundido y algo desesperado, no por contacto sexual… sino por contacto de Kris, con él y sólo él. Necesitaba sentirlo consigo para poder tomar coraje y seguir con esto…. pero Kris sólo sonrió. Era una sonrisa tan feliz… que aunque sólo consiguió hacerlo sentir más culpable, Kai no pudo evitar sonreír también.


De forma boba.


Como un tonto enamorado.


Como el tonto enamorado y desesperado que era.


-Tranquilo… - Kris murmuró con su voz ronca y Kai sintió los estremecimientos- La eternidad es nuestra.


Esta vez fue Kris quien lo besó, lento, profundo, enredando sus lenguas y mordiendo sus labios. Empujando a Kai contra el colchón y adorando su piel morena con cientos de besos, Kris se acurrucó junto al lobo al punto de no saber dónde comenzaba uno y dónde terminaba el otro.


Se miraron a los ojos y estallaron en sonrisas otra vez.


¿Se podía ser más feliz? Kai no lo creía. El solo hecho de ver a Kris desbordándose en colores rosados de aroma dulzón, lo hacía sentir él mismo una felicidad inconmensurable. No importa cómo acabase. Iba a valer la pena si luego él iba a poder recordar esa sonrisa sincera.


-¿Cantas para mí esta noche?- Kai preguntó, recibiendo un beso chiquito en la frente como respuesta antes de que Kris comenzara a entonar en un tono bajo, susurrante e íntimo.


Kai no sabía qué es lo que decía aquella canción que Kris había compuesto para él una de aquellas noches en las que el frío de aquella cueva congelada le calaba los huesos en forma de horribles pesadillas. Kris cantaba susurrando notas en chino tan suaves… tan tenues… tan dulces y llenas de sentimiento, que penetraban en su piel y llenaban su corazón de un extraño sentimiento de nostalgia pero mucho, mucho amor. Un amor incondicional.


Quizás algún día sabría lo que en realidad dice aquella melodía que lleva años y años oyendo al oído… pero  de momento… disfrutaría su eternidad junto a Kris y dejaría que Kris se durmiera creyendo la dulce mentira de que, su eternidad juntos, no tenía punto final.


-Te amo, Olaf.- Kai susurró medio dormido cuando Kris acabó su canción. Un beso llegó junto a la respuesta que quería oír.


-Y yo a ti, Pulgoso. Desde el día en que te vi por primera vez.


Kai sonrió.


No.


No necesitaba nada más aparte de esto. No por el momento.


Quizás algún día le preguntaría a Kris el nombre de su canción.


Quizás.


De todas formas… aún tenían el resto de la eternidad para ello.

Notas finales:

Ahora sí que sí... todos los fans del KrisKai pueden comenzar a echarme las puteadas XD venga, no se repriman, Omma los comprende.

Pero ya, en serio... :C... esto está mal en muchas maneras diferentes...

sasfjdghjshjflkdg

hablemas de cosas un poco menos feas XD

pasa que acabo de subir un nuevo fic que dependiendo de como lo recepcionen, puede llegar a ser TwoShot o ThreeShot, sino se queda tal cual está.

Aquí les dejo el link, es totalmente de mi autoría y, nuevamente, sin Clau_Iru, nada hubiese sido posible <3

------> Mi único dueño [BaekYeol] <------

BESOTES!!!!!!!!!!!!!!!


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