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Nos volveremos a ver ¿no? por DevilHeart

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Notas del fanfic:

Es mi primer Yaoi >//< espero que les guste. 

Gracias por leer. 

Notas del capitulo:

Si les gustó, por favor comenten.

Kuroko pasó su mano por los cabellos rojos de Kagami, él se revolvió un poco, pero no se levantó. El cabello de Kagami le encantaba, siempre tan sedoso, siempre tan hermoso y, al igual que el resto de él, nunca verdaderamente suyo.

 

Él se levantó y buscó su ropa por el suelo de la habitación del pelirrojo.

 

Porque siempre era igual.

 

Siempre era lo mismo.

 

Él lo amaba, pero Kagami sólo lo buscaba cuando lo necesitaba.

 

Dolía. Y mucho.

 

Kuroko terminó de vestirse y salió lo más silenciosamente posible que pudo del apartamento, haciendo honores a su título de “hombre fantasma.”

 

Antes de que la puerta se cerrara Kagami abrió sus ojos, totalmente seguro de que Kuroko no podría verlo.

 

Cuando la puerta se cerró él sintió una punzada en el pecho.

 

¿Cuánto más duraría esto?

 

***

 

“Oi Tetsu” Kuroko se detuvo al escuchar a Aomine.

 

“Aomine-kun, buenos días,” lo saludó sonriendo. Pero Aomine lo conocía más que nadie, él podía ver a través de lo que Kuroko trataba de ocultar. Una vez más maldijo a Kagami en secreto.

 

“¿Qué pasa?” preguntó con el ceño fruncido.

 

“¿Qué pasa de qué?” Kuroko se hizo el desentendido.

 

“¿Por qué no simplemente lo dejas Tetsu? Esto va a acabar contigo.” Y Kuroko sabía que era verdad, él sabía que si la situación no cambiaba él sería el único que saliera lastimado.

 

Su pecho se oprimió y su corazón se resquebrajo un poquito más.

 

“Si simplemente no puede asumirlo,” continúo Aomine “entonces no te merece. Déjalo.” Eran las mismas palabras de siempre, Tetsuya sabía que Aomine tenía razón, él sabía que todo el sufrimiento por el que él pasaba acabaría en nada y había intentado terminarlo, muchas veces, pero al final todo regresaba al principio una vez más.

 

“Aomine-kun.” La oprseión se hacía más notoria, su respiración pesada (algo que ahora le sucedía a menudo cuando se ponía ansioso), su visión nublosa.

 

“Tetsu” Aomine tomó a Kuroko con su brazo izquierdo y acercó su cabeza a su cuerpo, ocultando las lágrimas de Tetsuya. Kuroko fue vagamente consciente de lo que Daiki decía.

 

¿Por qué siempre era así?

 

¿Por qué era él el que terminaba llorando en el pecho de Aomine, mientras Kagami lo ignoraba por completo?

 

Tomó la camisa de Aomine con fuerza en sus manos y una vez más se preguntó:

 

¿Por qué diablos no me enamoré de Aomine-kun, en vez de Kagami-kun?

 

***

 

Kuroko tomó el camino más largo a la universidad, él sabía que Kagami siempre iba por el corto, es más siempre se encontraban en ese camino y caminaban a la universidad con el resto de muchachos, pero Kuroko no quería ver a Kagami ese día. No. Ya no quería ver a Kagami. Punto. Kuroko quería acabarlo todo y quería hacerlo ya.

 

Porque estaba cansado, adolorido y despechado. Y ésta vez, quería que fuera definitivo.

 

Entonces tomó el camino largo. Caminó con pasó firme y decidido. Y de repente lo vio todo con nuevos ojos, todo desde otra perspectiva. Sabía que podía empezar de nuevo, que podía volver a recoger los pedazos de lo que fue y reinventarse una vez más. Estaba más que seguro que esta vez el sería lo suficientemente fuerte para dejar del todo la relación enfermiza que tenía con Taiga.

 

Porque el lo había dado todo, pero no había recibido nada.

 

Porque Kagami no estaba dispuesto a reconocer su homosexualidad, a pesar de que ya todo el mundo lo sabía.

 

Porque Kagami no lo iba a aceptar, por lo menos no como el quería.

 

Y porque el ya había sufrido tanto. Estaba cansado de sufrir.

 

Así que tomaría el camino largo, sólo debía salir un poco más temprano de su casa y repetirse a sí mismo que las cosas iban a mejorar de ahora en adelante.

 

Porque el merecía ser feliz.

 

Él merecía alguien que lo amara tan intensamente como el podía amar.

 

Porque el deseaba una vida llena de pasión y aventuras, de dolor y sanación. De experimentar todo lo que se debe experimentar al estar vivo.

 

Porque el merecía una segunda oportunidad y tenía toda una vida adelante para encontrarla.

 

Porque el tenía 20 años.

 

Kuroko cruzó la calle con ojos brillantes, lleno de nuevas esperanzas, con la vista puesta en fronteras que tal vez algún día podría alcanzar. Imaginando el futuro que se merecía, con una persona que lo amara tanto como su corazón permitiera. Tanto como el amor que él tenía por Taiga.

 

Una leve sonrisa apareció en su rostro y él no sabe qué vino primero… Si la bocina del auto, el golpe, o la voz de Kagami gritando su nombre.

 

Kuroko era tan joven. Él tenía una vida por delante.

 

***

 

Kagami se levantó más temprano de lo normal. No podía dormir. ¿Qué era esa sensación extraña en su pecho?

 

Se dirigió al punto de encuentro 10 minuto más temprano, pero no le importó Kuroko siempre estaba ahí antes que el resto.

 

Kuroko.

 

El sonrío para sí y una vez más se pregunto por qué demonios no era capaz simplemente de decírselo, decirle de una vez y por todas que lo amaba. Cerró sus ojos un momento y era casi como si estuviera frente a él, casi como si pudiera tocarlo. Sus ojos de mirada serena, su suave sonrisa. Sus labios contra los suyos. Casi, pero nunca todo, nunca suficiente.

 

Un golpe en el pecho. Esa sensación. De nuevo.

 

Antes de darse cuenta, Kagami había llegado al punto de encuentro, pero Kuroko no estaba. Pronto comenzaron a llegar todos, venía Hyuga, Kiyoshi, Aida, pero nada de Kuroko. El pecho otra vez. Kagami frunció el ceño frustrado.

 

“¿Alguien ha visto a Kuroko?” Kagami interrumpió inconscientemente la conversación del grupo, pero nadie respondió. “¿Qué pasa?” quiso alivianar el ambiente, pero sólo recibió silencio.

 

“Kagami-kun” fue Riko la que habló, “Kuroko-kun no va a venir hoy, lo vi hace rato tomando el camino largo al campus.” Nadie quería decirlo, pero se sobrentendía. Todos sabían que Kuroko y Kagami tenían algo, todos sabían que Kagami jamás lo aceptaría. Si Kuroko se había ido por otro camino, sólo significaba que ya no lo iba a aguantar más.

 

“Si viene, díganle que lo estoy buscando.” Dijo antes de empezar a caminar, luego regresó. “Que yo siempre lo estaré buscando y que siempre lo voy a encontrar.” Eso era más de lo que jamás había admitido y lo máximo que podía decir. Por ahora. Sentía su cara arder mientras corría hacia donde suponía estaba Kuroko.

 

“Por fin las piezas caerán en su lugar.” Sonrió Kiyoshi al ver a Kagami correr. Todos se sentían aliviados de ver al verdadero Kagami.

 

A Kagami le ardían los pulmones y le latían las piernas de tanto correr, se sentía caliente por todos lados y su corazón tenía más que una razón para latir tan rápido como lo hacía.

 

¡Qué bien que se sentía!

 

Sólo había sido una pequeña frase inocente, pero se había sentido tan bien. Tan libre. Porque eso era lo que pasaba, decirlo en voz alta lo liberaba. Sonrío lo más ampliamente que pudo y gritó el nombre de Kuroko.

 

Ya no podía esconderlo.

 

Ya no podía negarlo.

 

El amaba a Kuroko con todo su ser y hoy se lo iba a decir. A él y al mundo.

 

La felicidad invadió su cuerpo mientras imaginaba una vida juntos, las aventuras y recuerdos que iban a tener.

 

Eran tan jóvenes, tenían una vida por delante. 

 

Giró a la izquierda y una vez más un golpe en el pecho. Ahí estaba Kuroko, una suave sonrisa en sus labios, ojos brillantes. Tal cual él lo había imaginado. Su mano picaba por tocarlo, sus labios por besarlo… todo su cuerpo gritaba por hacerlo suyo. Corrió hacia él, quien estaba en la otra punta de la calle, y sintió una ráfaga de viento provocada por el exceso de velocidad de un carro.

 

Y él tampoco sabe que vino primero, si lo que sus ojos veían, o el grito desgarrador de advertencia, o la sensación de frustración y pérdida que sintió al ver al auto avanzar directo hacia Tetsuya.

 

“¡KUROKO!” gritó a todo pulmón, pero nada fue capaz de detener lo que estaba pasando en ese momento frente a él.

 

Como en cámara lenta el vio el cuerpo de Kuroko salir despedido unos cuantos metros más allá y corrió tras él.

 

Eso no podía estar sucediendo, no ahora, no con ellos. Se suponía que ellos iban a ser felices, que él por fin podría decirle que lo amaba y que tendrían una vida larga y llena de recuerdos. Con el corazón latiéndole más rápido de lo que jamás pensó que podría y manos temblorosas llegó a Tetsuya, se arrodilló a su lado sin importarle la sangre que comenzaba a manchar el suelo y su ropa y lo sostuvo entre sus manos.

 

“Kagami-kun,” Kuroko susurró.

 

“Kuroko.” Lágrimas rodaban por el rostro de Kagami. “¡Una ambulancia, rápido!” gritó a la multitud que se estaba formando “No te preocupes, la ayuda está por llegar.” Acarició su mejilla.

 

“Kagami-kun.” Kuroko sonrió suavemente, tal cual Kagami lo había imagino y su corazón se oprimió. “Yo…” Sangre brotó de su boca impidiéndole hablar.

 

“Shh… estará bien, solo no te esfuerces.”

 

“Y-yo,” pero Kagami ya lo sabía, lo que Kuroko quería decir y que había estado tratando de posponer e ignorar. Lo mismo que él había estado queriendo decir tanto tiempo y que solo había podido aceptar hasta ese día.

 

“Lo sé,” antes de darse cuenta Kagami ya estaba hablando. “Lo sé, Tetsuya.” Kuroko lo miró sorprendido, jamás lo había llamado por su nombre. “Yo también… yo también te amo.” Y kuroko rompió en llanto, porque a pesar de que podía sentir como perdía sus fuerzas, como sus párpados se volvían más pesados y la oscuridad lo reclamaba, jamás en su vida había estado tan feliz.

 

Era como si algo pesado hubiera sido retirado del pecho de ambos.

 

Kuroko miró una vez más a Kagami e hizo todo lo posible por grabar en su memoria todo lo que podía acerca de él. Su boca, sus ojos, su nariz. Su cabello. Ese cabello que siempre amó, tan rojo como vivo. Estiró su mano hacia él. Quería tocarlo una vez más. No lo quería dejar.

 

Kagami vio a Kuroko y a pesar de los golpes y la sangre para Kagami el lucía hermoso. Él sabía que jamás encontraría a alguien tan hermoso como él. Vio su rostro y quiso besarlo.

 

Jamás conocería a alguien como él.

 

A lo lejos se escuchaban las sirenas de la ambulancia y Kagami se permitió sentir esperanza. Todo iba a estar bien, ellos lo salvarán. Kagami lo creía con todas sus fuerzas. Vio a Kuroko estirar un brazo hacia él y en sus ojos pudo contemplar el perfecto futuro que podían tener juntos. Todo estará bien.

 

“N-nos volveremos…” Kuroko arrastraba las palabras y las decía con dificultad “…a ver, Kagami-kun.”

 

“Por supuesto que sí, idiota.” Kagami le respondió sonriendo.

 

La ambulancia llegó justo al tiempo que la mano de Kuroko caía.

 

 

**2 años después**

 

 

“Ah…” Kagami suspiró y se sentó en la hierba frente a él. “Ha pasado un tiempo ¿no?” lo miró “Disculpa por no haber venido ni una sola vez en todos estos años, es sólo que…” no tenía el valor, pero eso era algo que Taiga no podía decir en voz alta. Aún dolía si quiera pensarlo.

 

Cerró los ojos y, como muchas veces antes, fue capaz de imaginárselo como lo hizo ese día. Sus sonrisa, su mirada. Y era como tenerlo siempre frente a él.

 

Era casi como tocarlo. Casi como sentir sus labios contra los suyos.

 

Casi.

 

Kagami sintió su garganta cerrarse y apretó sus puños tratando de controlarse. Si tan sólo el hubiera sido un poco más valiente, si tan solo el lo hubiera admitido antes o hubiera aceptado su amor por él. Si tan sólo no hubiera sido un maldito cobarde. Pero nada de eso importa ahora, porque nada va a poder cambiar los hechos. Nada jamás cambiará la cruda verdad.

 

Abrió sus ojos lentamente y observó el cielo, hacerlo lo relajaba. El cielo le recordaba a el, a sus ojos. Celestes y vastos. Bellos. Volvió a mirar al frente y sonrió melancólico. Acarició la tumba de Kuroko y una vez más sintió su ausencia en todas partes en su cuerpo. Jamás se acostumbraría a eso.

 

“Lo lamento tanto Tetsuya,” gimió. “Realmente lo hago.” Y las lágrimas saltaron fuera, “si tan sólo pudiera cambiarlo todo. Cambiar de puestos contigo. No merezco tu perdón, pero por favor… por favor, perdóname.” Una brisa acarició el rostro de Kagami y el se sobresaltó. Fue como él. Cálido, lento y suave, igual que su toque. Taiga sonrió. “Nos volveremos a ver ¿no es así Tetsuya?”

 

“Sí, Kagami-kun” 

Notas finales:

Gracias por leer. 


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