Él gritó aturdido por las olas de placer que la mazorca provocaba cada que salía y entraba de su cuerpo, el dolor le hacia estremecerse. Cerró los ojos presa del deseo y susurrando, pidió más. Su voz era como un débil hilo que se perdía en los ecos de la noche. El rojo de sus mejillas, la tensión en su espalda, el sudor recorriendo su cuello, su piel tenuemente abrazada por la pálida luz de la luna, todo le resultaba simplemente… perfecto.
-No digas que me amas –susurro el sumiso-, solo… no lo digas.
Su amo sonrió levemente, le producía cierto morbo verlo de esa manera, frágil, suplicando como si creyese tener algún dominio sobre él.
-Diré lo que yo quiera, cuando quiera –susurro a su oído-.
Él sumiso intento sonreír, pero el dolor demencial que casi lo partía en dos, le impidió esbozarla con claridad. Apretó sus puños fuertemente a tal punto que estos perdieron el color, uno de sus colmillos rasgo su labio inferior, un pequeño hilo de sangre corrió por su mandíbula y por fin, después de pasar tantas noches juntos, sintió que en verdad, significaba algo para su amo. Se giro torpemente, y le pidió retirar la mazorca de su interior. Él amo, un tanto conmovido por la petición de su sumiso, decidió- por única vez- cumplirle la orden.
-Te amo –susurro, el aliento de su dueño rosaba suavemente su oído produciéndole escalofríos-.
-No… -gimió- por… favor…
-Te amo –el placer lo invadía cada que su sumiso amante se estremecía al escuchar tales palabras-, te amo –repitió-.
Sus ojos se encontraron entre la tenue luz de la habitación; sus miradas –aunque fuese solo por un segundo-, se entrelazaron en un momento de éxtasis casi imperceptible, el amo limpio el sudor de la frente de su acompañante, humedeció sus labios y sin esperar nada a cambio, deposito un beso suave y frágil en su boca.
Movió su lengua, deslizo su mano por la columna del sumiso, y en cuestión de segundos, se coloco encima de él.
-Eres mío –añadió-, solo mío.
El amo sonrió, el sumiso desvió la mirada.
-Es el momento, ponte en posición –ordeno-.
El sumiso –Jaco-, se coloco en cuatro patas e inclinándose hacia adelante, le entrego el cuerpo entero a su amo. Este –tratándolo delicadamente- lo tomo de la cintura con ambas manos y comenzó a rosar su sexo contra la piel desnuda del sumiso. Él gimo. Su cuerpo se estremeció y cerrando fuertemente los ojos, coloco su cabeza contra la almohada.
-Listo.
-No… aguarda… solo…es…
Jaco no pudo terminar la oración, ya que su amo había entrado sin siquiera esperar una respuesta –la envestidas fueron lentas-para el sumiso era la primera vez en que su amo lo trataba con tanta “delicadeza”, cada gemido de ambos amantes resonaba en aquella habitación, en cierta forma era algo mágico de pronto tan solo vino la sensación del clímax, el amo se recostó al lado de su sumiso
-Quiero escuchar de tu boca que me amas- dijo el amo con un tono autoritario
-Yo… yo te amo- dijo el sumiso con un tono de voz débil, su amo lo abrazo, para ambos esa noche había sido especial…