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Efectos Secundarios por Leana

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Notas del capitulo:

Emii: ¡Hola! Vengo a publicar este nuevo capítulo de esta bella historia a pedido de mi amiga Leana que se sacó una pega (modismo de trabajo en chileno XDD)realmente pesada, y se vio súper complicada para subir este cap a tiempo, entonces me pidió si lo podía publicar por ella. Solo vengo aquí a dejar esto, así que no creo que tenga mucho que decir .w.U … Disfruten de este capítulo porque está que arde! X//D y muero ya por el siguiente >//w//< Muchos saludos!

Leana: quiero darles un hermoso saludo a todos! Y vengo a contrales que estoy trabajando, así que cambiaré los días de publicaciones, serán los miércoles C: Espero que estén bien y deséenme suerte por fis!! >w<

Por fin hay revelaciones y los sentimientos comienzan a mostrarse…

Capítulo 11

 

 

 

 

Jean camina hacia su cuarto, y abriendo la puerta con lentitud sus orejas rojas se tensan hacia delante escuchando unos pasos dentro de la habitación. Cuando entra ve a Marco desabotonando su camisa para quitársela y los pantalones blancos se ciñen a sus masculinas piernas enmarcadas por las largas botas. Jean avanza hacia su cama que está junto a la del azabache, ignorando el fibroso cuerpo de su mejor amigo, y se tira sobre el colchón soltando un profundo suspiro.

— Siento que si los titanes no nos mataron, Levi lo hará con sus tareas de aseo —se queja el zorruno chico pasando las manos por su rostro con cansancio—. Creo que se me saldrán los brazos de tanto limpiar las caballerizas.

— Lo que pasa es que siempre estas peleando con Eren, por eso el Capitán te da esas tareas tan pesadas —dice Marco quitándose las cuerdas de cuero de las piernas.

— Él es el que empieza, sus estupideces suicidas me tienen hastiado y lo peor es que no se le han quitado ni con la desaparición de los titanes.

Marco sacude la cabeza con una sonrisa, se gira para doblar su ropa y Jean no se da cuenta cuando su mirada se queda clavada en esa espalda musculosa, no en exceso, pero bastante masculina. Ancha en la parte de los hombros y estrecha en su cintura. El pantalón blanco le sienta muy bien a esas largas piernas.

“Mierda. Tengo que dejar de pensar en cosas tan maricas”, se reprende Jean tragando con fuerza.

Tener esos pensamientos últimamente es bastante frecuente, cosa que le atribuye al cambio en su cuerpo. Desde ese incidente con la poción que percibe el aroma de Marco a metros y se le antoja muy delicioso, casi irresistible. Le llama demasiado la atención, es como si despertara instintos dentro de él.

El azabache se gira y lo observa serio, su mirada le es penetrante y el sonrojo se extiende por las mejillas de Jean sin poder evitarlo. Frunce el ceño cuando la sonrisa de Marco se acentúa más mientras saca algo de la mesita de noche que comparten entre sus camas. Entonces lo ve, es ése cepillo que el chico compró hace unos días cuando fueron a la feria que se instaló en la cuidad. Marco se acerca a la cama de Jean con esa mirada suplicante que simplemente hace al castaño ceniza acceder a todas sus peticiones.

— ¿Puedo? —pregunta Marco alzando el cepillo, mirándolo con sus ojos como chocolate líquido que le abren el apetito.

Aunque Jean no sabe para qué carajos pregunta si de todos modos lo hará. Compone una mueca y rueda los ojos sentándose en la cama, comienza a quitar las cuerdas de su uniforme y luego sigue con la camisa. Termina de desvestirse con rapidez y se pone un pantalón holgado mientras se sienta de cuclillas en la cama dándole la espalda a Marco que lo observa atento.

— De verdad no sé por qué te gusta hacer esto —dice Jean al sentir que toma su cola zorruna y comienza a cepillarla.

— Yo tampoco lo sé, sólo me gusta —responde el chico con voz suave, deslizando los dientes del objeto por entre los sedosos cabellos rojos—. ¿Te molesta?

— Es... incómodo, pero no es la gran cosa —miente en voz baja.

Desde que le salieron esas orejas y la esponjosa cola, Marco se ha mostrado bastante contento con las “adquisiciones”. No para de decir que Jean se ve muy dulce, lo cual le molesta, es un chico después de todo, y bastante orgulloso cabe decir. Pero aunque le cueste, debe admitir que siente una cierta debilidad por Marco, al ver sus ojos y al oír esa voz aterciopelada no puede resistirse a cumplir sus deseos, sea cual sea. A veces piensa que ese pecoso tiene una especie de poder hipnótico y por ello es capaz de convencer a cualquiera de hacer lo que sea.

El recuerdo de esos meses en los que estuvieron separados, en los que dieron por muerto a Marco, encontrando un cadáver de un cuerpo muy parecido al suyo. Por eso también se siente capaz de hacer cualquier cosa por su mejor amigo, porque lo tiene de vuelta, no quiere volver a sentir la sensación de pérdida.

Siente esas grandes manos sostener su cola y deslizar el cepillo por toda la longitud de manera suave. De pronto Jean tiene la necesidad de estremecerse y no sabe con exactitud el porqué de ello. Se muerde el labio pero no muy fuerte, ya que sus colmillos son bastante afilados. El cepillo se desliza una y otra vez, de manera mansa, lenta. Es muy placentero. Su respiración se vuelve irregular y siente su pecho hincharse mientras el cosquilleo se esparce por su vientre.

Jean no puede resistirse. Su olfato se siente más sensible y el aroma del azabache inunda sus pulmones, se le sube a la cabeza y siente la necesidad de restregarse contra él. De marcarlo, es un deseo posesivo, de solo pensar que alguien se le acerque lo pone de mal humor. No podría soportarlo...

Alto ahí.

Esos pensamientos son estúpidos, Marco es su mejor amigo. Nada amoroso podría suceder entre ellos. Jean se siente asustado del rumbo que comienzan a tomar sus pensamientos.

Las manos de Marco se ciernen en torno a su cola zorruna de manera un poco más brusca, frotándola para alisar el pelaje más grueso y una corriente eléctrica recorre la columna del castaño ceniza, tomándolo totalmente desprevenido.

— ¡Mn! —se queja Jean apretando los labios.

— ¿Jean? —Pregunta Marco con voz tensa y detiene sus manos alrededor de esa cola.

— T-tengo s-su-sueño —tartamudea el chico sintiendo su rostro arder por el rubor a causa de la vergüenza.

Jean agradece que le está dando la espalda, y en un rápido movimiento agita su cola y Marco la suelta, mete las manos bajo las sábanas y las abre metiéndose bajo ellas de golpe. Marco parece algo confundido y Jean lo mira de reojo por entre la tela con sus ojos miel. De pronto el moreno se levanta y deja el cepillo sobre la mesita de noche, para luego meterse en su cama y Jean se cubre hasta la nariz.

— Buenas noches, Jean —murmura con voz suave dándose la vuelta para darle la espalda.

La respiración del chico zorruno sigue agitada, se siente confundido, demasiado desorientado. No sabe si se debe a esos nuevos genes, pero su cuerpo reacciona de manera inmediata al simple toque de Marco y eso no es bueno. El chico no tiene nada de malo, pero... es su amigo. Su mejor amigo. No puede tomarse las cosas a la ligera cuando del pecoso se trata.

Pasa alrededor de media hora, Jean agudiza su oído sintiendo sus orejas rojizas tensarse para capturar cualquier sonido. Todo está tranquilo y la respiración de Marco es profunda y regular. Está dormido. Se relame los labios sintiendo la punta de sus colmillos y guía la mano por su abdomen hasta llegar al borde del pantalón. Mete la palma bajo la tela y la desliza sobre su palpitante erección. Siente la humedad entre sus dedos mientras captura su miembro con la mano. Comienza el sube y baja, endureciendo el músculo. El placer inicia en el bajo vientre, como lava comenzando a bullir, caliente y espesa. Sujeta mejor su pene, la masturbación inicia deslizando la mano por la húmeda zona. Se siente bien, apretando su garganta, haciéndole soltar tenues suspiros mientras su mano se agita.

— Aaaah —suelta bajito y alza la otra mano para cubrirse la boca.

Siente esa deliciosa corriente aumentar de nivel, hace que se encorve brusco exigiendo que aumente el vaivén de su mano.

De pronto piensa en Marco, en su piel bañada en pecas por la zona de los hombros, el pecho, cubriendo toda esa piel suave y lisa. Jean se siente sofocado y se toca más rápido mientras la imagen de Marco inunda sus pensamientos. Entonces imagina que es su mano la que lo masturba.

El morbo de su imaginación aturdida por el placer, hace que las sensaciones se sientan más fuertes. Aprieta su miembro y pone el pulgar sobre la punta haciendo movimientos circulares que provocan estremecimientos bruscos, ahoga el gemido contra su palma y el espeso líquido sale deslizándose entre sus dedos. Toma una bocanada de aire, el calor comienza a sofocarlo mucho más pero no se atreve a quitar las sábanas. Cierra los ojos y sigue con la fantasía, imaginando que el pecoso está sobre él, tocando todo a su paso. La excitación aumenta, junto con las ganas de saciarse.

Desliza la palma por su pene húmedo y erecto, muy duro. Se tensa con cada toque de sus dedos en la punta, masajeando el trozo de carne con brusquedad. Contrae los dedos de los pies capturando las sábanas al mismo tiempo y suelta un gritito que muere contra su mano mientras se encorva con brusquedad.

La palma se sigue agitando entre el orgasmo que lo abruma, siente los ojos llorosos mientras el semen calienta sus dedos, escurriéndose espeso. Jean no lo aguanta y se destapa tomando una desesperada bocanada de aire que llena sus pulmones calmando el calor. Aún se siente sofocado e intenta regular los jadeos, saca su mano y la limpia con unos pañuelos que hay sobre la mesita de noche, entre la ventana de Marco y la suya. El castaño se limpia aun temblando por el orgasmo sufrido. Deja los pañuelos bajo la cama para botarlos por la mañana y mira la cama de al lado, Marco parece seguir profundamente dormido, pero la vergüenza asalta de pronto a Jean y puede sentir sus mejillas rojas por el rubor, con la sangre acumulándose por montón.

“Me acabo de masturbar pensando en Marco” —Piensa el chico bajando sus orejas de pelaje rojo y puntas negras—. “En mi mejor amigo...”

Jean se muerde el labio intentando descifrar lo que le está ocurriendo con ese hombre.

 

 

 

 

 

Cuando terminan de desayunar Armin se retira rumbo a la biblioteca para despejar su mente. Después del ajetreo de hace varios días con el regreso de Mikasa apenas pudo retomar sus deberes.

Saca un libro y se sienta en una de las mesas cerca de la entrada, pero pronto siente la inquietud de energía rebasar su cuerpo, así que tan pronto como se sienta decide levantarse para pasear por la biblioteca mientras lee. Se siente bastante nervioso, además de aburrido, desde que fue a conversar con Irvin sobre el asunto de Hanji y la poción, no ha vuelto a hablar con él. Se sintió tan mal por su actitud brusca que ya ni siquiera quiere topárselo por miedo a su reacción, que de nuevo lo haga sentir miserable. Aunque no sabe con exactitud la razón de ese sentimiento.

El blondo suelta un suspiro mientras se sienta nuevamente apoyando el libro en la mesa con la intención de ponerle toda su atención, cuando de pronto Christa entra al lugar con esa sonrisa angelical que le contagia hasta la persona más insensible, y Armin no puede evitar recordar a Ymir ante ese pensamiento.

— Hola, Armin —saluda la chica sentándose frente al rubio—. ¿Por qué tan solo?

Armin está por contestar, cuando una castaña de pecas aparece tras la chica y se sienta a su lado con la mirada indiferente que la caracteriza.

— A Christa le preocupa que últimamente estas más distanciado con nosotros.

— ¡Ymir! —Exclama Christa mirándola con el ceño fruncido—. Deberías tener más tacto  para decir las cosas.

— No te preocupes — dice Armin con una leve sonrisa, cerrando el libro para concentrarse en ellas.

Es claro que Ymir quiere la atención de Christa y en esos momentos Armin se la está quitando. Pero también es bien sabido que la de pecas es directa, sin pelos en la lengua suelta todo lo que se le viene en gana. Aunque tampoco es que a Armin le moleste, de hecho siempre ha admirado a las personas así, quizás por eso le agrada tanto Jean.

Pero el motivo de su “soledad” es que Mikasa está ocupada retomando su entrenamiento para no perder la práctica con el Equipo Tridimensional, y Eren no tiene tiempo para otra cosa que no sean los exámenes a los que es sometido por Hanji o las tareas que le da el Capitán Levi. Así que Armin se ha concentrado en recaudar información sobre sus especies para matar el tiempo que antes utilizaba para diseñar nuevas estrategias junto a Irvin.

— Lo que sucede es que tengo mucho tiempo libre últimamente —explica el blondo con una mueca, la cual no se da cuenta que compone en su rostro.

— ¿Pero no estabas a cargo de las estrategias junto al Líder de la Legión? —Pregunta Christa frunciendo el ceño.

— Sí —afirma Armin sintiendo la bilis volver a su garganta—. Pero después de este incidente —Armin apunta sus largas orejas blancas que se agitan—, no me ha solicitado para nada.

— ¿Pero no sabes la razón con certeza? —Pregunta Ymir recostándose contra el respaldo.

— Pues no.

— Yo simplemente iría a preguntárselo —dice la pecosa agitando la mano—. Creí que te apreciabas más, Armin.

— ¿A qué te refieres?

— Ymir… —le advierte Christa con una mueca al comprender el rumbo de sus palabras.

— Pero es la verdad —le rebate Ymir frunciendo el ceño y mirando a la rubia a su lado, para luego reclinarse sobre el escritorio y mirar a Armin—. Yo no dejaría que me utilizaran y que cuando ya no sirvo me desechen. Porque eso te hizo, ¿no? Te usó hasta que ya no necesitó de tus tácticas, o porque simplemente te ves débil.

Armin siente como si le hubieran vaciado un balde de agua fría encima. Siente una extraña corriente recorrerle el cuerpo con molestia, es esa desagradable sensación cuando te sientes mal de súbito. Sus orejas se tensan mientras se le forma un nudo en la garganta.

Siente que todas las piezas encajan: el incidente con la pócima, el accidente durante la excursión, el desdén en la voz de Irvin. Todo.

El blondo frunce el ceño, jamás se ha sentido tan ofendido y ahora está muy enojado. Por primera vez en sus 19 años se deja llevar por sus impulsos. Armin se levanta saliendo de la biblioteca con paso rápido, dejando a una Ymir sonriente y una rubia que la mira enojada.

— De verdad, Ymir —le dice Christa  mirándola con reproche mientras hace un puchero—. A veces eres muy cruel.

— Pero es la única manera para que la gente se dé cuenta de lo que sucede a su alrededor.

Es entonces cuando la rubia se da cuenta: su amada castaña es cruel, directa y fría. Pero tiene una manera muy extraña de proteger y ayudar a las personas que aprecia. La rubia no quiere sonreír, puesto que Ymir se dará cuenta que ella entiende lo que acaba de hacer y saldrá con alguna de sus pesadeces. Así que solo se limita a mirarla fijamente. Ymir sonríe perdiéndose en esos bellos ojos azules, se inclina y captura sus labios con suavidad, dándole un casto beso a la chica, que la hace estremecer de pies a cabeza.

El rubio camina con paso firme hacia la oficina del Líder de la Legión. Siente el rostro caliente de pura rabia. El solo pensar que ha sido utilizado, y por una de las personas que más quiere, le duele en lo más hondo. Jamás se ha sentido tan mal, tan humillado.

Armin se detiene frente a la puerta de madera poniendo su mano en el pomo, respira profundo y entra de golpe. Irvin alza el rostro de sus papeles y frunce el ceño al ver al menor respirar de manera irregular mientras camina hasta su escritorio tras cerrar la puerta. El hombre deja los documentos sobre la mesa y observa al rubio agitado.

— Quiero saber por qué ya no me llama para cumplir mis deberes —exige Armin parándose de manera firme frente al escritorio, tensando sus orejas para que no lo delaten.

Irvin lo observa con esa manera calculadora que tiene, como si él fuera parte de alguno de sus planes. Por primera vez Armin odia esa actitud de él y aprieta los dientes esperando la respuesta, pero Irvin no se mueve ni un ápice.

— Necesitabas descansar.

— Ya he descansado bastante. —Armin entrecierra los ojos intentando controlar sus emociones, pero ya no puede detener esos sentimientos que bullen en su interior—. ¿Así que ahora no le sirvo?

— ¿De qué hablas?

— Sabe a lo que me refiero, señor —dice el chico apretando los dientes con impotencia—. Sé que le parezco aún más débil por culpa del accidente durante la misión. Pero no fue mi culpa, no podía controlar que esas ramas cayeran. Además siempre le respondo de manera responsable, no veo razón para relevarme de mi cargo.

Irvin traga con fuerza, siente la garganta seca ante las palabras del menor. Pero su mente se caracteriza por trabajar rápido y pronto encuentra algo con que evadirlo.

— Armin —le habla con voz neutral, cosa que inquieta a Armin, haciendo que sus largas orejas decaigan levemente—. Eres un joven muy inteligente, pero en estos momentos simplemente no te necesito.

El blondo frunce el ceño ante las palabras de Irvin, siente su sangre enfriarse de golpe dejándolo momentáneamente mareado. Porque no creyó que el mayor fuese tan frío como para mirarlo de esa manera despectiva mientras suelta esas palabras que hieren en lo más profundo su corazón. Tiembla visiblemente pero sus ojos azules no se despegan del firme rostro del mayor.

— Puedes retirarte.

— ¡Lo sabía! No soy más que otra pieza en su tablero de ajedrez. No significo nada para usted…

Irvin percibe el dolor que baña la voz de Armin. Siente una punzada atravesar su pecho y por primera vez en años se siente flanquear ante alguna de sus decisiones. Ve esas largas orejas decaer de manera brusca mientras las lágrimas comienzan a correr por las mejillas del blondo que aprieta los puños cerrando los ojos con fuerza.

— ¡No sé cómo pude enamorarme de alguien como tú!

Dicho aquello, Armin se gira y sale corriendo del despacho del rubio, que se queda pasmado ante las palabras escupidas por el menor. Es la primera vez que el chico lo trata de tú… es la primera vez que usa ese tono… y odia que sea de esa manera.

Notas finales:

En el próximo capítulo por fin se viene el tan ansiado lemon y sobre Armin, ya tendrá a Irvin a sus pies, lo sé!! Es todo lo que diré xD Un besote a todos aquellos que han tenido paciencia, será compensada. Los amodoro!

Saludos y besos pegosos~


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