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Efectos Secundarios por Leana

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Notas del capitulo:

AAAAWW! Me disculpo! De verdad lo sientoooo! Es solo que ya llevo dos fines de semana trabajando, el final de instituto y todo me tiene colapsada (como a muchos) y había olvidado completamente que debía actualizar ayer :C

Pero aquí estoy!

Este capítulo es un tanto complejo, se revelan varias cosas así que puede ser algo tediosos de leer, pero espero que les guste ♥

*prometo responder los reviews pronto!! *-* Lo siento xdd

 

 

Capítulo 13

 

 

 

La formación de los nuevos reclutas es impecable. Sus expresiones serias, su postura recta y la mirada al frente, demuestra lo orgullosos que se sienten por estar ahí. Jean no los culpa, las cosas han cambiado con la desaparición de los titanes y aunque piensa que todos son una bola de ingenuos al ignorar que puedan volver, simplemente suspira con pesadez mientras se acomoda los puños de la chaqueta.

Solo puede observarlos a través de la ventana de su oficina junto al campo de entrenamiento. Desde el accidente con el experimento de Hanji, Jean ha sido levemente suspendido de sus tareas, puesto que intentan mantener sus características en secreto y porque para ser sinceros, los reclutas no respetarían en lo más mínimo sus “tiernas” orejas zorrunas.

Jean suelta un bufido, frunce el ceño y vuelve la vista hacia el escritorio donde un subordinado de máxima confianza escribe las notas que momentos antes le ha dictado.

— Listo, señor —dice el chico alzando sus ojos verdes del papel—, terminé de anotar el itinerario.

— Te deseo suerte —murmura Jean de mala gana.

— No soy como usted, señor —suelta el chico con una sonrisa amable—. Su sinceridad realmente intimida cuando sabe enfocarla. Pero daré mi mejor esfuerzo.

Asiente mientras su cola peluda se agita con ansiedad. Es la primera vez que “entrena” a alguien para ocupar su lugar aunque sea temporalmente. Irvin le señaló hace algunos días que seguirá siendo el encargado del entrenamiento, pero que lo hará desde las sombras. Los reclutas no deben verlo, así que le designaron un asistente, que le enseñará el entrenamiento a los nuevos y éste será firmemente supervisado por Jean.

El chico sale dejando entrar el frío aire a la pequeña oficina. El invierno ya se ha asentado y Jean lo siente por los chicos nuevos. El frío en el campo de entrenamiento es realmente atroz.

Observa a su asistente detenerse frente a los nuevos reclutas y poniendo su mejor expresión de intimidación, el menor comienza a dictar las reglas e inicia pronto con las lecciones. Jean suelta otro suspiro, baja la mirada y vuelve tras el escritorio. Observa los papeles allí puestos, ojeándolos con verdadero aburrimiento. Tiene el presentimiento de que aquello será realmente aburrido. Aunque de cierta forma agradece el cambio de su horario, puesto que últimamente se ha sentido muy perezoso durante el día y su energía se activa durante la noche. Aquello ha sido un verdadero problema, pero ahora podrá organizar las actividades durante la noche y descansar durante el día mientras le echa un vistazo a los entrenamientos desde su oficina.

Jean se reclina en el respaldo clavando su vista en el techo. Deja su mente divagar, sus orejas se alzan de vez en cuando ante cualquier sonido, pero nada logra alarmarlo mucho. Sus pensamientos pronto toman rumbo y se detienen en Marco; recordando su rostro, aquellas pecas que adornan sus pómulos, el tono de su piel, su aroma y una infinidad de cosas que caracterizan a su mejor amigo.

— Marco…

Frunce el ceño, siempre termina pensando en aquel hombre. En sus actitudes, rememorando lo que le gusta de él. Fantaseando. Entonces recuerda el incidente de hace dos noches: se tocó pensando en Marco. Sacude la cabeza y se inclina sobre el escritorio masajeando sus cienes. Necesita encontrarle una explicación a todo aquello, a la necesidad de estar cerca de él constantemente, de que ocupe su mente a cada instante, una explicación a esos sentimientos que se arremolinan en su interior.

Entonces un recuerdo en específico se viene a su mente, tan fresco como doloroso. La sensación de vacío vuelve a cavar hondo en su pecho, arde, le impide respirar y su mente se entrega a la remembranza de aquel fatídico día.

 

Flash back…

La misión es muy simple: deben impedir que los titanes devoren a Eren antes de que coloque la roca para bloquear el agujero en la muralla de Trost.

— “Claro, es muy simple” piensa en Jean apretando los dientes.

Hace solo unas horas estuvo a punto de morir en las fauces de un titán, y no precisamente peleando, como desearía, sino porque su Equipo había fallado. Creyó que todo estaba perdido y recordar cómo casi fue devorado unas tres veces más hace que su estómago se contraiga con fuerza. Gira el rostro instintivamente y mira a su salvador: Marco. El pecoso ha arriesgado su vida por salvarlo, incluyendo a Conny y Annie. Pero Marco, él fue el que primero se había lanzado por él.

El moreno nota la mirada de Jean y se gira para encontrarse con ésas orbes doradas que esconden la intensidad de un sentimiento desconocido. Marco sonríe como de costumbre, dejando ver sus perfectamente blancos dientes. Aquel gesto provoca en el otro un millar de sentimientos. Sólo espera que la misión termine pronto y se jura que cuando vuelvan al cuartel abrazará a Marco hasta que se le acalambren los brazos.

Dan la orden para el inicio de la misión, su tarea es colgarse de los muros para atraer a la mayor cantidad de titanes posibles y así quitarlos del camino de Eren. Jean asiente a modo de despedida y Marco se gira para seguir a su escuadrón en dirección contraria. Un escalofrío recorre la columna del castaño ceniza, pero se resiste a girar. Ignora el mal presentimiento y sigue caminando.

Se ve la nube de color verde: la misión ha sido un éxito.

Jean traga con fuerza, siente que las rodillas le fallan mientras cae al piso. El alivio de seguir vivo unas horas más le oprimen el pecho. Se levanta con un pensamiento en mente: Marco. Se dispone a buscarlo, pero una de sus compañeras lo retiene del hombro.

Jean, tenemos que ayudar con la descontaminación. Orden del Mayor Pixis.

— Debo encontrar a Marco.

— Puedes hacerlo después, ya sabes, está dentro de los diez mejores. Tiene que estar bien.

Jean traga con fuerza y asiente. Ella tiene razón, el pecoso es muy fuerte. Fue capaz de ganarse un lugar de élite, además de salvarle la vida. Y convencido de ello, el castaño ceniza toma una pañoleta que le tiende la chica para cubrirse la boca y comenzar con la descontaminación de la cuidad.

No.

No es él.

Imposible.

Su cuerpo se queda estático. El frío recorre su carne bajo la piel sin piedad. La sensación es abrumadora, el miedo y la ansiedad hacen estragos con su mente. Jean no puede procesar lo que sus ojos le muestran: el cuerpo de Marco. Lo reconoce, sí, tiene pecas. Tiene que ser él… pero… es uno de los mejores. Marco es fuerte. No puede estar muerto. Simplemente no puede…

Jean deja sus dorados ojos rodar por aquel cuerpo. La mitad de su costado derecho ha sido arrancado, además de la mitad de su rostro. Su expresión es fría, totalmente vacía. Sin vida.

Marco…

Aquel nombre sale por entre sus labios por mera inercia. Aún no asimila, no lo admite. Ese es el cuerpo sin vida de su mejor amigo. Es entonces cuando una mujer se acerca y Jean aún aturdido responde a sus frías preguntas de manera mecánica.

Los días comenzaron a transcurrir, las horas se le hacen eternas, dolorosas. Su mejor amigo ya no está junto a él, el vacío se ha hecho presente en su pecho. El dolor de la pérdida lo mantiene aturdido, pero intenta seguir adelante. Seguir viviendo, solo así podrá mantener vivo el recuerdo de Marco. Sus amigos se ven lejanos, como si fueran desconocidos. Nada puede aplacar la soledad que se aloja en su corazón. Entonces Jean recuerda la última conversación con su amigo:

— “Me uniré a la Legión de Reconocimiento” —le había soltado Marco sin previo aviso, mientras ordenaban sus cosas para asistir a la graduación del día siguiente—. Eren tiene razón. Debemos pelear, ya no quiero ser ganado, no quiero servir a alguien que ni siquiera conozco. Quiero ser libre.”

Jean se muerde el labio, pero la decisión se clava en su cerebro y ya no hay vuelta atrás. Él se unirá a la Legión, en honor a Marco. Porque si el moreno no fue libre, Jean lo será por ambos. No importa el peligro, ya no, no hay porqué vivir. Sólo porqué pelear. Tomando las cenizas entre sus manos, la ira por no saber de quiénes son aquellos huesos vueltos polvo lo hace explotar. Las lágrimas caen por su rostro y le promete a su mejor amigo que luchará en su memoria. Que siempre estará en su corazón.

Su recuerdo ya no es tan doloroso y es que el transcurso de un año y dos meses hacen meya en su corazón. Marco sigue presente, pero ya no le hace daño recordarlo como antes. Ahora Jean se siente orgulloso de lo que ha logrado y sabe que su mejor amigo también lo está. Porque el espíritu de Marco lo ha estado cuidando desde donde quiera que se encuentre.

O eso creía Jean.

 

 

 

 

 

Una mañana Armin irrumpe en el dormitorio del castaño ceniza, sus ojos azules reflejan clara ansiedad. Un torrente de emociones que Jean logra percibir, y sin intercambiar palabra alguna, el chico termina de vestirse y sigue al blondo hacia la sala.

Se detienen antes de pasar, Armin lo observa y coloca una mano en su hombro. Jean se remueve nervioso, tiene un muy mal presentimiento. Cuando la puerta de abre sus dorados ojos se encuentran con unos cafés que se abren al reconocerlo.

— ¿M- Marco?

— Jean.

El pecoso se levanta y corre hacia su mejor amigo. El abrazo es fuerte, sus fuertes extremidades se ciernen en torno a Jean, que no responde de inmediato. El shock es tan fuerte que su garganta se contrae, impidiéndole respirar. Comienza a tener una crisis: todo se vuelve borroso a su alrededor y agradece tener a Marco sosteniéndolo. El mareo es brusco mientras Armin ayuda a Marco a guiarlo hasta una silla.

Hanji lo atiende, indicándole que trate de inspirar por la nariz y exhalar por la boca. De manera pausada y rítmica, para recuperar el aire. Jean alza la mirada y los ojos preocupados de Marco se incrustan en su mente y directo a su corazón que comienza a latir desbocado. Una vez que se calma, los presentes los dejan solos. Todos saben cuánto ha sufrido Jean desde la “muerte” de su mejor amigo y cuando por fin comenzaba a sobrellevarlo, el chico en cuestión aparece vivo.

Jean alza la mano y toca el brazo de Marco, que está sentado frente a él. Su mano asciende para tocar su mejilla, desliza la yema de los dedos por sus pecas, están ahí, todas ellas, tal y como las recuerda e incluso algunas más. Su piel sigue suave, pero su rostro está enmarcado por la edad, más adulto, masculino. Una lágrima cae por su rostro, pero esta ya no es de dolor, sino que mera felicidad. Jean se lanza sobre Marco, lo aprieta contra si apoyando la rodilla a un costado del chico y la otra entre sus piernas. Inspira y el aroma del pecoso lo embriaga.

Te… necesité tanto… suelta Jean con un gemido ahogado—. No puedo creerlo… ¿Cómo…?

Es una larga historia.

Ambos chicos se miran unos instantes, el ambiente se tensa de dudas, felicidad y ansiedad de la más pura. Marco tiene mucho que contarle y Jean se siente desesperado por saber qué fue lo que pasó. Como es que su mejor amigo, de quién había visto el cuerpo, ahora está entre sus brazos.

Pero algo sucede. Un impulso nace desde lo más profundo de Jean: la necesidad de tocar aquellos labios con los propios. Pero el chico traga con fuerza, bajándose del regazo del moreno y volviendo a su asiento con rapidez. El impulso ha sido tan fuerte que le ha causado miedo. Se siente aún más desorientado. Alza la mirada y la sonrisa de Marco se hace presente, intacta, bella y amplia. Y causa el mismo efecto que antes en Jean, lo relaja, lo calma y sólo puede sonreír en respuesta.

Armin les trae una bandeja con té, además de unos pastelillos preparados por Christa. Marco aún no ve a ninguno de ellos, puesto que Hanji lo arrastró hacia la sala de estar en cuanto el chico puso un pie en el cuartel. ¿Cómo la mujer no lo iba a reconocer? Jean lo había descrito tantas veces, con tantos detalles, que la mujer en cuanto vio esas pecas supo de quién se trataba. Incluso lo había retratado varias veces, para luego quemar las hojas. Armin se despide y los deja a solas nuevamente, ahora es Marco quien se anima a hablar.

Estábamos en plena misión comienza a contar el moreno tragando el líquido caliente de su boca—, nos separamos por las calles para atraer a más titanes. Pero había una chica en peligro, así que acudimos a salvarla. Quedé en tierra y me escondí en una casa. De pronto Annie cruzó la puerta.

¿Annie?

Sí. Marco se estremece, cierra los ojos y frunce el ceño. Luego sus ojos cafés se clavan en los de Jean y su boca se vuelve a abrir para dejar salir la confesión—: ella pidió mi equipo. Al principio no comprendí lo que quería decir, pero Annie siempre fue muy precisa en cuanto a sus palabras agrega con una risita amarga—. Y también sentí que había algo oculto en su mirada, así que se lo entregué. Ella me dijo que me escondiera en el sótano, que mandaría por mí y que estaría a salvo. Pero yo sabía que ella mentía. Aun así bajé por aquellas escaleras, a mitad de los escalones un sonido sordo y todo se fue a negro.

Así que fue Annie ¿cierto? Dice Jean con el veneno destilando por sus palabras—. Lo sabía, por eso tenía tu equipo. Ella es la que te asesinó.

No lo hizo ¿Estoy aquí, no?

¿Por qué no regresaste antes, Marco? ¿Qué te llevó tanto tiempo para volver?

Su voz trasluce tanto dolor que a Marco se le oprime el pecho. Siente la culpa deslizarse por su garganta, se da cuenta de cuanto ha sufrido su amigo cuando lo dio por muerto.

Perdí la memoria.

¿Qué?

El golpe fue tan duro que perdí la memoria Marco suspira rascándose la nuca con incomodidad—. Olvidé todo a partir de la salida de mi aldea. No recordaba el reclutamiento, ni a mis amigos… ni a ti.

Jean aprieta los dientes. No sabe por qué aquellas palabras se le clavan en la cabeza. Sabe que fue un accidente, pero pensar que su mejor amigo ni lo recordaba, cuando él revivía su recuerdo cada mañana, asumiendo el dolor, intentando acomodarse a él.

Salí de aquella casa totalmente perdido y una chica me acogió junto a su padre continúa el pecoso, tomando un pastelito para pasar el mal trago de los recuerdos—. Ella se dio cuenta de mi condición, así que me ayudaba en lo que podía, hasta que recuperé mis recuerdos en su totalidad. De esto hace dos semanas.

Siente la felicidad embargarlo, porque había logrado recordar todo de él y la parte más importante: a Jean. Recuerda sus momentos juntos, las bromas, los secretos y sus propios sentimientos por el castaño ceniza. Todo.

Volví por ti, Jean.

El susodicho alza la vista con los ojos tan abiertos que le duelen. El asombro es bastante, no puede evitar ruborizarse y ni siquiera sabe por qué exactamente. Pero siente que aquellas palabras tienen algo implícito. Algo tan fuerte que nuevamente el miedo se apodera de él. Lo sabe, lo sabe. Pero no quiere admitirlo. ¿Y si lo pierde de nuevo? ¿Si se lo quitan otra vez? Ya no podría soportarlo. Jean cierra sus ojos con fuerza, traga y reprime todas aquellas sensaciones que pugnan por salir a flote.

  Me alegra que hayas regresado, amigo.

Y con ello, Marco comprende que ha regresado, pero no por ello sus sentimientos serán aceptados. Aunque está la posibilidad de que Jean no haya comprendido lo que quiso decir, tampoco se arriesgará a perderlo otra vez. Sí, Marco de alguna manera también perdió a Jean cuando sus recuerdos fueron borrados. Pero eso no volvería a pasar. No de nuevo. Y mostrando su tan particular sonrisa, el pecoso toma su taza para beber otro poco del líquido dulzón.

Yo… yo había visto tu cuerpo, ¿sabes? Suelta Jean sin previo aviso, ganándose la completa atención de Marco—. Había un cuerpo partido a la mitad, tenía pecas y… solo tú las tienes…

— No, Jean —le rebate el moreno dejando la taza sobre la mesita a su lado—. Había otro chico de pecas y cabello negro como el mío, aunque sus facciones eran más finas.

— Me siento tan estúpido.

¿Cómo no había reconocido a su mejor amigo? Lo había dado por muerto sólo por ver un cuerpo cubierto de pecas. Quiere reírse, pero también quiere llorar. El alivio, la felicidad y las dudas hacen estragos con su juicio. Jean no puede pensar con claridad y sabe que necesita un tiempo a solas. Se levanta extendiéndole la mano a su mejor amigo.

Vamos para que los demás te vean de nuevo, Marco.

No importa el por qué, el cómo o el cuándo. Lo único que tiene verdadero valor es que su mejor amigo está de vuelta, en cuerpo y alma. Ha regresado para retomar el tiempo perdido, para volver a reír y hablar de cosas banales. Para quererse cómo antes. Estar el uno para el otro.

Sólo eso importa: su regreso de entre los muertos.

 

Fin flash back.

 

 

Notas finales:

 

¿Jean por fin dejará su miedo a perder a Marco para poder seguir adelante con sus sentimientos?

 

Espero que si… y pronto! xD

Okis, lamento si no fui muy clara, ojalá que sí. A Marco lo habían dado por muerto y volvió un año y meses después (eso es lo que debería pasar en el manga ¬¬) Por ello tanto miedo de ambos el de avanzar.

El próximo capitulo viene cn algo de IrvinxArmin, que se ha hecho muy famosos entre ustedes la parecer y eso me hace feliz! :D Creí que sería la pareja menso aceptada xdd

 

Saludos y besos pegosos~


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