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Efectos Secundarios por Leana

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Notas del capitulo:

Lo siento!! De verdad soy la peor D: Pero es que ni notebook no encendía y ya estaba llorando, cuando mi hermano lo hizo revivir. De ahora en adelante tendré un respaldo de mis fics, en serio.

Así que ahora les traigo, como compensación xdd 16 hojas de Word, 5.694 palabras ♥

 Ojalá les guste~

 

 

Capítulo 17

 

 

 

 

Jean se acerca al espejo para acomodar la chaqueta del uniforme, que es más larga debido al frío que comienza a hacer. El día está nublado y por más que quiere acurrucarse dentro de las mantas hasta que llegue la noche, debe ir a supervisar el entrenamiento de los nuevos reclutas.

Se gira topándose de lleno con Marco, que observa su chaqueta y la reacomoda, dejándola perfecta.

— Siempre te falta abotonar el último botón —dice el pecoso sonriendo mientras acomoda el uniforme de Jean—. Bien, vamos antes de que Sasha se termine los panes.

Ambos salen hacia el pasillo y caminan hacia la cocina, donde todos comienzan a sentarse con rapidez. El ambiente está más relajado, aunque para algunos, Jean percibe la tensión de Eren gracias a su sexto sentido adquirido, pero no le toma mayor importancia, no es asunto suyo.

— ¿Dónde está Levi? —Pregunta Irvin observando a todos en la mesa.

— En su cuarto —contesta Hanji con una mueca—, no ha salido de allí desde ayer.

— Ya veo —dice el rubio volviendo su vista a la taza de café frente a él—. Creo que sería bueno que insistieras, puede que esté enfermo, no es normal que se comporte así.

— De acuerdo, lo intentaré más tarde.

Cuando terminan de hablar Jean se sienta junto a Marco y el estómago le resuena de hambre. De pronto Armin entra a la estancia y los sentidos de Eren y Jean se activan de improviso motivados por el hambre. Esa mañana el aroma del blondo es aún más espeso, más perceptible. Tan apetitoso que ambos se relamen los labios mientras el chico cruza la habitación y toma asiento en una esquina.

Los chicos no pueden quitar sus ojos de Armin, sus instintos se activan y Jean se relame los labios sintiendo el hambre. Eren se remueve nervioso, siente la necesidad de lanzarse encima del blondo y morderlo hasta probar su apetitosa carne. El solo hecho de pensar aquello le provoca un remezón en el estómago.

Ambos están atentos a cualquier movimiento de Armin, listos para atacar. Pero aquella tensión llega hasta el de ojos azules, que los observa con el ceño fruncido sin comprender su actitud, para luego dar un respingo. Sus instintos de supervivencia se precipitan de golpe, siente la necesidad de salir corriendo mientras su corazón se acelera, golpeteando contra su pecho. Pero el sonido de aquellos latidos son perceptibles para los cazadores que se ven aún más incitados.

— ¿Chicos? —Habla Conny observando a los presentes, frunciendo el ceño al no comprender lo tenso del ambiente.

Pero Armin no puede más con el nerviosismo y de golpe se levanta, caminando hacia el pasillo. Jean y Eren lo imitan, cegados por el instinto que domina sus cuerpos.

Siguen al rubio, que cuando se da cuenta de la presencia de los otros dos siente los nervios a flor de piel. Comienza a acelerar el paso, sin comprender con exactitud de qué escapa.

— Vamos, Armin —dice Eren con voz ronca, sus orejas tensas y todos sus instintos alertas—. Déjame morderte solo un poco.

— ¿Morderme? ¡¿Es que eres idiota? —responde el blondo tensando sus largas orejas blancas.

— Aléjate, Eren. Armin dejará que yo lo muerda.

— ¡Ni hablar! ¿Qué les pasa? ¡Aléjense de mí ahora! —Exclama el blondo echándose a correr rumbo a su cuarto.

No tiene ni puta idea de lo que está pasando, sus amigos dicen cosas extrañas y siente un aura extraña proveniente de ellos. Le ponen los pelos de punta, no dejará que se le acerquen ni un poco.

Pero ambos comienzan a correr también y chocan entre ellos irritados por alcanzar al pequeño conejito. Eren le muestra los dientes, soltando un gruñido, al cual Jean responde igual de fiero. Sintiendo la necesidad de atrapar a su presa. Porque es así como ven a Armin en aquel momento, una presa deliciosa.

Sus instintos se desatan y ambos chicos se empujan entre gruñidos y puñetazos. Aprovechando aquello, Armin corre aún más rápido, dándose cuenta de que su cuarto le queda bastante más lejos, mira hacia ambos lados de manera frenética y de pronto recuerda que tiene la llave del despacho de Irvin. Estará seguro allí. Y con ello en mente, el blondo comienza a correr nuevamente.

Sus piernas se agilizan, corre mucho más rápido que antes y cuando se da cuenta de aquello, quiere sonreír. Quiere probar cuánto dan sus piernas, correr en un espacio más abierto. Pero el aroma de Eren le llega de golpe a la nariz y al girarse ve al castaño acercársele a paso veloz.

— ¡Espera, Armin! —Grita el perruno chico con voz agitada.

— ¡No, Eren!

Sube la escalera a paso veloz, el repiqueteo de sus pasos sobre la piedra inunda sus oídos mientras intenta respirar con regularidad. Sus piernas comienzan a fallarle, el susto y la debilidad de su cuerpo por la actividad realizada la noche anterior le pasan la cuenta al haberse echado a correr de manera tan repentina. Cierra sus ojos, soltando un jadeo ahogado. Sabe que es Eren, su mejor amigo, el que lo persigue, pero su lado animal es una presa por naturaleza y siente el miedo de ser atrapado incluso por él.

Al llegar arriba, gira por el pasillo y divisa la puerta de despacho de Irvin. Sonríe, apresurando el paso de sus piernas como último esfuerzo. Pero el repentino peso recae en su espalda, haciéndolo caer de bruces al duro suelo.

— ¡AAAAHHHH!

Armin se remueve quedando boca arriba, cuando unos ojos verdes se topan con los suyos de golpe. La mirada de Eren es brillante y cuando muestra sus dientes, el chico puede notar los colmillos caninos más prominentes. Armin suelta un quejido lastimero, cuando Eren se relame los labios.

— Solo una mordida…

Aquella boca se acerca a su cuello y por más que el blondo intenta alejarlo, su amigo no se remueve ni un centímetro. Sigue acercando sus dientes a la pálida piel del rubio. Pero un golpe saca a Eren de encima, Armin abre los ojos viendo a Jean jalarlo de los tobillos.

— ¡Jean! —Grita el chico al estar bajo el cuerpo del zorro, que desliza sus dedos por su cuello—. ¡No! ¡Suéltame!

Pero este no parece querer oírlo, abre su boca que tiene el mismo destino que la de Eren: morder. El animal que lleva dentro le grita que muerda allí, para probar su sangre, para sentir los latidos de su corazón detenerse bajo su lengua.

— ¡Idiota! —Eren se le abalanza, tirándolo de un empujón.

Los gruñidos van y vienen, mordiscos y su clara mirada de desafío entre ellos, todo hace que Armin trague con fuerza. Aquello es tenso, lo pone nervioso y solo quiere que lo suelten, pero pareciera que ellos no lo toman en cuenta y quieren morderlo a como dé lugar. Armin suelta un suspiro en rendición, cuando una voz firme provoca que los tres se giren bruscamente.

— Jaeger, Kirschtein. Suéltenlo en este instante —la mirada del Líder de La Legión es severa y Armin siente el alivio recorrer su agarrotado cuerpo—. A mi despacho, ahora.

Los chicos tragan con fuerza, soltando a Armin y dándose cuenta de lo que está sucediendo. Ambos se miran apenados, se levantan y ayudan al rubio, que se sacude la ropa dirigiendo su mirada al mayor, con clara muestra de gratitud.

 

 

 

 

 

Sus ojos color miel están clavados  en el suelo, sus manos sobre sus rodillas mientras Irvin los observa apoyado en el escritorio. Jean compone una mueca, aún no comprende del todo la situación, es como si su mente hubiera sido nublada por el lado animal, como si sus instintos se hubieran apoderado de su cuerpo y lo hicieran sucumbir al aroma de Armin.

— De verdad lo sentimos, señor —dice Eren por tercera vez, con sus orejas gachas y el rostro afligido—. No sé qué fue lo que pasó, pero no se repetirá.

— Lo que me preocupa es que esos comportamientos animalescos ganen terreno en sus acciones, chicos —le explica Irvin relajando su expresión. Sabe que son jóvenes y que aquellos cambios que produce la pócima pueden ser incontrolables—. No quiero que presenten un peligro para los demás o ustedes mismos. Así que tendrán una cita con Hanji esta tarde para conversar sobre estos nuevos cambios.

— Sí, señor —responden al unísono.

— Ahora, me gustaría que fueran a disculparse con Armin —Irvin se endereza, caminando en medio de los menores para llegar a la puerta y abrirla—. Está muy nervioso después de aquello, y la verdad... —el hombre clava sus ojos celestes en ambos, con una mirada de clara advertencia—, no quiero que vaya a tener algún colapso nervioso que comprometa su salud, y por supuesto, que esto no se vuelva a repetir.

Eren y Jean tragan con fuerza, asienten y salen por la puerta que mantiene abierta Irvin. Cuando ésta se cierra, ambos sueltan un suspiro de alivio, se miran y retoman su camino hacia el cuarto de Armin. Golpean la puerta una, dos y tres veces, pero el blondo no contesta. Eren comienza a sentirse mal, de seguro su amigo se asustó y no es para menos, él estaba empeñado en morderlo, literalmente. Vuelve a intentarlo y por fin un sonido llega hasta sus perrunas orejas.

— Ya déjenlo, chicos.

— Anda, Armin —dice Jean pegándose a la puerta—, realmente lo lamento. Vamos, no seas llorón, no alcanzamos a hacer nada…

La puerta se abre y Armin aparece con el ceño fruncido y los ojos brillantes. Realmente se ve adorable, pero esta vez ambos se contienen, la culpa aún corroe en sus cuerpos y no pueden cagarla de nuevo. El conejito los examina con la mirada cargada de sospecha, para luego suspirar y abrir la puerta para dejarlos pasar.

Eren sonríe con alivio mientras se adentra en el cuarto seguido por el zorruno chico, que observa el lugar y se percata que el lado de Armin está vacío, sus cosas están en algunas cajas que se esparcen por la habitación.

— Realmente me asustaron ¿saben? —Suelta Armin tomando unos libros y dejándolos dentro de otra caja— Saben que últimamente estoy demasiado ansioso y mi corazón casi se me sale del pecho.

— Perdón Armin —dice Eren haciendo una mueca, no terminará de disculparse—. Es que de verdad no sé qué sucedió, pero hablaremos con Hanji para que nos ayude. No te preocupes.

— Está bien, más tarde iré con ella también.

Se sonríen deshaciendo la tensión del ambiente, por fin Eren se relaja y su cola se mueve hacia los lados con rapidez, sacando una carcajada por parte del blondo. Jean también sonríe y su duda vuelve a brotar ahora que lo de Armin está claro.

— ¿Acaso te mudas? —Pregunta el castaño ceniza.

— Algo así —contesta el blondo desviando la mirada, pero Jean nota el rubor en sus mejillas y una sonrisa picarona aparece en su rostro.

— Ya suéltalo.

Armin se gira para ver a Eren, que se cruza de brazos esperando a que él hable. El blondo traga duro y se muerde el labio terminando de guardar los últimos objetos dentro de otra caja.

El rubio se siente un tanto nervioso, no le ha contado de su relación con Irvin aún, no es que no quisiera, sino que ve a Eren tan ocupado con los experimentos, los cambios físicos y el comportamiento de Levi, que no encontró el momento. Pero ahora siente cierta vergüenza de hablarlo, no sabe exactamente por qué, pero también se siente emocionado. Alza sus azules ojos y le sonríe a ambos chicos.

— Me mudaré a la habitación de Irvin.

— ¡¿Estás con el Líder de la Legión?! —Exclama Eren con el asombro tatuado en su mirada.

— ¿Acaso no lo habías notado? —Pregunta Jean con una sonrisa autosuficiente—, tiene su olor impregnado en la piel.

— Yo… —Eren frunce el ceño olfateando el aire—. Es cierto, está por todas partes... ¿Y cuándo planeabas contármelo?

— No encontré el momento antes, eso es todo. Te veo tan afligido por todo lo que está sucediendo, que simplemente no creí que fuera oportuno.

— Eren mi mejor amigo, Armin —el castaño sonríe acercándose al conejo—, todo lo que a ti concierne es importante y me alegro por ti.

Armin capta el sentimiento oculto tras aquellas palabras. Sufrieron tanto tiempo, han perdido a tantas personas, pero siguen juntos, buscando sus sueños y alcanzándolos. Porque todo lo que han conseguido, se lo merecen, por su esfuerzo, para compensar el dolor que han arrastrado por tantos años.

Su amistad va mucho más allá del tiempo, es compartir la tristeza y la alegría, luchar juntos. Sobrevivir.

Eren avanza abrazando al blondo, que hunde su rostro en su pecho dejando sus orejas caer. Armin  aspira su aroma y sonríe ante el apoyo que siempre le brinda. El de ojos esmeraldas es como su hermano, es su familia. Lo salvó de morir y le estará siempre agradecido, por eso y por mucho más. A pesar de que estén tomando sus propios caminos, formando su futuro, siempre estarán juntos y apretando más el abrazo confirman su promesa muda.

Pero el sonido de un cristal rompiéndose los saca de sus pensamientos y cuando ambos se giran ven a Jean con una sonrisa de disculpa, alejándose de la repisa en la habitación del chico.

— Realmente eres idiota, eso era de Mikasa.

— Cállate, Eren —dice el castaño ceniza cruzándose de brazos con una mueca de clara molestia—, ustedes se pusieron todos empalagosos, así que solo quise distraerme o me daría diabetes. No creo que se enoje… ¿no? Armin, podrías echarte la culpa…

— ¡Nada de eso! —replica Eren tensando su cola—. De verdad, no sé cómo Marco te soporta, él es muy dulce y correcto, y tú eres tan agrio como un limón, además de estúpido.

— ¡No metas a Marco! —Exclama Jean sintiendo sus orejas zorrunas alzarse.

El castaño se enfrenta al chico y Armin se lleva una mano al puente de la nariz con resignación. Realmente ellos nunca cambiarán y por eso es que los quiere tanto.

 

 

 

 

 

Hanji observa los resultados sanguíneos del último chequeo y los compara con los realizados recientemente. Se nota que las células se han fusionado perfectamente al cuerpo de los individuos, gracias a las características de las células titánicas de Eren. También ha comprobado que la cola, las orejas y los dientes que han salido están conectados a los cuerpos, no son aparte, tal como pasa con el cuerpo de Eren cuando se convierte en titán. Quiere sonreír, realmente su experimento ha sido casi todo un éxito, si bien hay efectos secundarios como el crecimiento de aquellos miembros propios de los animales o el comportamiento derivado de los instintos de cada especie, se nota que los afectados se han acostumbrado y están aprovechando aquellos nuevos instintos.

Pero debe concentrarse, el chequeo estuvo programado para dos días más y han tenido que adelantarlo debido al incidente entre los chicos y Armin el día anterior, estuvo toda la noche sacando los resultados para comprobar que todo estuviera en orden y al parecer es así, solo fue un pequeño arrebato.

— No es un problema mayor, chicos —dice Hanji bajando los papeles para ver a los menores sentados frente a ella—, lo que sucede es que no están conscientes de que sus instintos animales están ganando terreno, esto es meramente sicológico, deben controlar sus ganas de cazar a Armin, eso es todo.

Jean suelta un bufido, se reclina en la silla y compone una mueca echando sus rojizas orejas hacia atrás. Él creía que podía ser algo con la pócima, pero solo debe controlarse y eso de alguna manera lo frustra.

— Y eso es bueno, deberían alegrarse, no se convertirán en animales por completo.

Dicho aquello la castaña se hecha a reír con ganas, haciendo que Eren dé un respingo mientras Armin se lleva las manos a la boca por el susto. Esa idea no había pasado por sus cabezas y ahora un nuevo miedo ha surgido. ¿Si aquello empeora y terminan convertidos en animales de verdad? Al blondo se le revuelve el estómago al pensar en aquello.

— Tranquilos —dice la mujer secándose una lágrima producto de su retorcido chiste—. Eso no sucederá, las células están mutadas y todos sus componentes son de corta duración, bueno, quizás no tan corta.

— En serio, si termino convertido en un zorro, buscaré la manera de asesinarla —suelta Jean frunciendo el ceño.

— ¡No seas sin respeto!

— ¡No te metas, Eren! —Exclama el castaño ceniza clavando sus ojos en el contrario, que tiene sus orejas hacia atrás mostrando los dientes—. Puede que tú estés acostumbrado a cambiar y que experimenten contigo, pero yo no soy tan imbécil.

— La señorita Hanji ya dijo que eso no ocurrirá —los interrumpe Armin con el rostro serio—, así que dejen de pelear y concéntrense en no volver a atacarme.

Los chicos miran a Armin para disculparse por novena vez, pero un golpeteo en la puerta atrae su atención y se callan mientras Hanji da la orden de pasar. Un hombre de cabello castaño claro aparece tras la puerta, le sonríe a la mujer que da un salto tras el escritorio corriendo hacia el chico.

— ¡Moblit! —exclama la castaña abrazándolo con euforia.

— Líder del equipo —saluda correspondiendo el abrazo con una sonrisa nerviosa.

— ¿Por qué te demoraste tanto? Apuesto a que Mike te encomendó todas las tareas que él tenía pendientes…

— No, es solo que las cosas se han complicado un poco… —Moblit guarda silencio y mira a los chicos sentados frente al escritorio de la mujer. Hanjie comprende y asiente mirando a su subordinado.

— Toma asiento, Moblit. Me desocuparé dentro de poco.

El hombre asiente y se sienta en la esquina del cuarto. Los menores vuelven su atención a la mujer que anota algunas cosas en su carpeta.

Eren tiene un mal presentimiento, quizás sucede algo dentro del distrito de Sina, pero no sabe que tendrá que ver con ellos. Puede que sea solo su imaginación, no hay nada que a él no se le informe. Hace años que su destino fue trazado y está bajo la tutela de la Legión de Reconocimiento, más específicamente del soldado más fuerte de la humanidad. Pero pensar en Levi le provoca un remezón en el estómago, hace días que no hablan y ahora que lo piensa ni siquiera lo ha visto.

Hanji se mueve cerrando la carpeta y mirando a los chicos uno por uno.

— Todo está en orden, solo deben tener en cuenta que a veces “algo” dominará su cuerpo, pero ahí es donde deben decidir si deben aprovecharlo o descartarlo, como en el caso de cazar a alguien cercano, como Armin —explica la científica con voz suave, pero sus ojos brillan, se nota que está satisfecha con los avances de sus accidentales experimentos—. Ahora, retomen sus tareas e intenten entretener su lado animal. En el caso de Jean, te daré un permiso para levantarte más tarde, sabes que los zorros tienen hábitos nocturnos y mantenerte despierto en el día te agota, y por ello tienes mal dormir. Esas ojeras están de miedo, pareces más un mapache que un zorro.

— Pero señorita Hanji —interrumpe el castaño ceniza con una mueca—, tengo que monitorear el entrenamiento de los nuevos reclutas.

— Lo sé, pero puedes hacerlo por la tarde y en la noche preparar las calificaciones, si sigues así tendrás una descompensación, Jean.

El chico deja su orejas decaer, no quiere que aquel incidente afecte su diario vivir. Está orgulloso de la tarea que se le ha encomendado, por ello se ha esforzado por dar lo mejor de sí. Ahora ya no puede, la frustración se desliza bajo su piel, pero también comprende a lo que se refiere la mujer, hace varios días que se siente bastante débil, mareado y algo perdido. Suelta un suspiro y recibe el papel que le entrega Hanji para presentárselo a Irvin.

La castaña comienza a escribir el segundo papel, frunce el ceño demostrando su concentración, alza la vista, mira a Eren y vuelve a escribir.

— Bien, Eren —dice Hanji con una sonrisa—. Tu chequeo es excelente, si quieres unirte a más tareas en el cuartel eres libre de hacerlo. Pero en dos días tendremos el chequeo de todos modos, para ver si puedes transformarte nuevamente en titán. Ahora pueden retirarse.

Jean y Eren asienten, la castaña se levanta y camina hacia la puerta para abrirla. Cuando los primeros chicos salen, ella detiene a Armin. Sus ojos se encuentran y la sonrisa ladina de la mujer perturba al menor, que siente su corazón comenzar a latir rápido por el nerviosismo. Hanji le tiende un papel, que el menor recibe junto a un frasco de pastillas.

— Estas son para disminuir la ansiedad —explica para luego soltar una risita divertida—. Creo que con lo otro no tienes dificultad ahora ¿no?

Armin traga con fuerza y el sonrojo ataca sus mejillas mientras sus orejas decaen por la vergüenza. ¿Cómo es que todo el mundo se da cuenta de lo suyo con Irvin? Cierto, la chica es una de sus mejores amigas, sin mencionar que es bastante curiosa por naturaleza y que hace días que el chico le había contado que tenía problemas con su lívido, para ver si podía recetarle algo. Pero la mujer le había explicado que eso no se solucionaba con pastillas. Así que Armin se había resignado.

La castaña le palmea la espalda y el menor sale del cuarto con el rojo estampado en sus pómulos. Escucha la risita de la mujer tras la puerta, haciendo que Armin se muerda el labio. Ella lo disfruta, realmente lo disfruta ¿no? Y con un suspiro, el rubio se dirige al baño para tomarse una de las pastillas.

Hanji se gira y compone una mueca al ver la expresión de Moblit. Ella lo conoce tan bien como él a ella, por eso le encomendaron una de las tareas más difíciles: vigilar los movimientos de la Policía Militar.

— Es Mikasa Ackerman.

La mujer siente un estremecimiento. ¿Acaso el Rey llegará tan lejos? Deberá reunirse con urgencia con Irvin y los demás, ella es un elemento importante en la Legión, como también una de las personas más importantes para ella. Les ha tomado cariño a todos y cada uno de los menores y saber que la azabache corre peligro la pone nerviosa.

 

 

 

 

 

Llegada la noche en el cuartel, los chicos comienzan a preparar la cena. Esta vez le toca a Conny junto a Sasha, que canta y mueve las caderas al ritmo de su tonada. El calvito la observa sonriendo mientras ella se pasea por la cocina, destapa las ollas y las revuelve. Conny intenta imaginar porque se siente tan feliz y decide preguntarlo cuando la chica se coloca a su lado para picar una zanahoria.

— ¿Y a ti qué te tiene tan contenta?

— Es que amo la comida y cocinar me hace muy feliz —contesta con una sonrisa simple mientras se gira para poner las verduras dentro de la olla.

— Acéptalo, Conny —interrumpe Ymir con una sonrisa, toma un trozo de pan y lo muerde observando al calvito—, para Sasha siempre irá una patata, la comida, después la comida y luego… quizás tú.

El chico clava sus ojos ámbar en Ymir con una clara expresión de molestia, pero quizás tiene razón y eso incomoda a Conny, que vuelve su atención a la carne que está picando.

Cuando la pecosa se retira con los cubiertos hacia la mesa, el calvito camina hacia Sasha que se gira a verlo ante la repentina cercanía. Sus ojos cafés se abren al ver a Conny con sus labios manchados de patata. La chica suelta un gritito y se lanza a su labios con euforia, besando y lamiendo todo rastro de aquella verdura tan deliciosa. El sabor se desliza por su lengua y de pronto sus labios quedan moviéndose en el aire.

— ¿Conny? ¿Qué haces en el suelo? —Pregunta Christa al entrar para buscar vasos.

— Creo que la patata también le gusta mucho —contesta Sasha encogiéndose de hombros para revolver para olla nuevamente.

Sí, la patata…

 

 

 

 

 

Cuando terminan de cenar, todos se disponen a ir a sus respectivos cuartos. Marco se acomoda sobre su cama, abre su libro y sus ojos viajan por las letras ahí estampadas. Hace algo de frío, pero la camiseta de color blanco, holgada, le ayuda a conservar el calor que queda dentro del cuarto.

La puerta del baño se abre y Jean aparece recibiendo una sonrisa por parte del pecoso. Jean se sienta sobre su cama quitando sus zapatillas de levantarse y pasando los dedos entre su cabello húmedo. Mira a Marco, que se gira apagando la luz de la vela, se acomoda entre las mantas y cierra sus ojos para conciliar el sueño después de un largo día de trabajo en el cuartel.

De pronto el colchón se hunde a su costado, Marco se gira y siente a Jean sentarse a horcajadas sobre él. El moreno traga con fuerza, la luz de la luna ilumina esos ojos dorados que resplandecen frente a los suyos reflejando el potente deseo que corre por su venas. Aquello lo toma por sorpresa haciendo que trague duro, Jean se relame los labios y se inclina para tomar los de Marco con delicadeza. El moreno abre más su boca para recibirlo y el sabor a menta inunda su paladar, producto de una pasta para lavar los dientes creada por Hanji.

Las manos de Jean se acomodan en ese rostro atrayéndolo hacia sí, las manos del contrario se aferran a su cintura, acaricia su abdomen y sienten los latidos de su corazón contra su palma. Jean siente esas caricias  y tensa sus orejas zorrunas, esas manos recorrerlo lentamente y el aroma del moreno inundar su nariz haciendo que se estremezca de manera deliciosa. Sus lenguas se frotan, la saliva se mezcla y Jean se derrite entre su boca.

— Aaaahh —jadea el castaño ceniza separando su boca levemente para tomar aire a bocanadas necesarias.

Desde que se confesaran, decidieron intentarlo, comenzar a salir como lo hacen las parejas. Pero Marco se ha dado cuenta de que la diferencia no es mayor, ya que siguen haciendo lo que les gusta juntos, salen a divertirse, conversan; es como siempre han sido. Lo que se añaden son los besos y caricias fortuitas, que de noche aumentan al igual que la energía del zorruno chico.

Sí, esos asaltos nocturnos se han hecho muy frecuentes últimamente.

Sus ojos se encuentran y el aire se tensa ante el sentimiento que surca sus cuerpos. Marco toma sus labios de nuevo, jala, se aleja y repite la acción juguetona varias veces, haciendo que Jean se desespere, y aferrándose a los cabellos negros de su nuca, lo besa, esta vez con pasión. Siente la tormentosa necesidad de sentirlo, pega sus cuerpos y se refriega sus caderas contra la pelvis del pecoso con movimientos rápidos.

— Estás… algo ansioso —murmura Marco, empujándolo hacia atrás y tomando el control sin darse cuenta, poniéndose sobre él.

— Mn.

Es todo lo que suelta el zorruno chico a sentir el peso de Marco sobre su cuerpo. Tan delicioso, su contacto enciende esas ansias por tocarlo.

Jean se pregunta cómo no se dio cuenta de sus sentimientos antes, en esos momentos siente a Marco tan necesario, que le desespera tener un contacto mucho más directo. Esa lengua se desliza entre sus labios, tan caliente y húmeda, su respiración colándose hasta su garganta. Todo es demasiado incitante para Jean y sin querer admitirlo, le sorprende lo sexy que puede ser el moreno, tomando el control sobre él de manera instintiva.

Marco desliza sus palmas bajo la playera de algodón, tocando la piel caliente del contrario. Se siente tan feliz de poder tocarlo por fin; tantas veces soñó con su piel, sus besos, su amor.

Una risita reverbera sobre el cuello de Jean, que alza el rostro de Marco para verlo a los ojos entre la penumbra, definitivamente sus sentidos son muy agudos de noche.

— ¿De qué te ríes?

— No es nada —responde el moreno aun sonriendo y alza la playera con lentitud dejando expuesta la piel de Jean, besa sobre su abdomen y agrega—: es solo que… me cuesta creer que esto esté pasando.

El sonrojo se instala en los pómulos del zorro sintiendo sus orejas agitarse y se lleva el antebrazo al rostro para ocultar la vergüenza que siente. También se pregunta cómo es que todo aquello ha sucedido, hace unas semanas eran solo amigos, y de pronto, sus sentimientos se manifiestan tan claros que le parece que ha sido muy estúpido al no darse cuenta antes. Pero sus pensamientos son interrumpidos por aquellos labios que se deslizan sobre su piel, lo lame, succiona y lo besa con cariño. El aliento tibio de Marco roza su pecho haciendo que se sacuda entre temblores, llegando hasta su pezón donde le da una suave lamida.

— Ah —suelta Jean sorprendido por el ramalazo de placer que ha surcado su cuerpo.

Marco alza la vista asombrado por aquella reacción y la saliva aún une sus labios al rosado botón. Quiere oírlo de nuevo. Se inclina y succiona suavemente, vuelve a lamer y su aliento caliente contrasta contra la humedad que ha dejado su boca sobre aquella zona.

— Umn. —El castaño ceniza se siente confundido, jamás creyó que pudiera sentir tales sensaciones en aquella parte de su cuerpo—. Marco…

El calor aumenta en su piel, su juicio se nubla y el animal dentro de él comienza a ganar terreno. Ahora que es consciente de que eso puede suceder, es capaz de sentirlo, como su sangre se calienta con aquel instinto animal que despierta sobre sus propios sentidos. Su cuerpo se deja llevar y sus piernas se alzan envolviendo las caderas de Marco, que detiene sus caricias para alzar la vista ante aquella acción. Sin darle oportunidad de replicar, Jean alza su pelvis frotándola contra el moreno con descaro, haciendo que de un respingo ante el roce.

Se siente algo desorientado, Jean está bastante desinhibido y a pesar de que quiere preguntar si está seguro, es hombre, y tener a su amado de esa manera lo aturde revolviendo todo en su mente. Dejándose llevar, Marco se acomoda mejor entre sus piernas. La tela del pijama es fina y sus erecciones pueden sentirse con claridad.

Marco sigue jugueteando con su lengua esos erectos botones y las manos de Jean se aferran a la sábana bajo su cuerpo intentando concentrarse en el placer que comienza a descubrir junto a su mejor amigo, y ahora amante.

Jean mueve sus caderas haciendo una deliciosa fricción, el vaivén los hace jadear, calentando sus cuerpos y el ambiente. El pecoso suelta un gruñido y Jean se relame los labios continuando con los movimientos de sus caderas, sintiendo como sus penes se endurecen. Alza sus puntiagudas orejas para atrapar todos los sonidos provenientes de la boca de Marco, descubriendo cuánto le excitan.

— Jean… ah —suelta con la voz enronquecida, aferrándose a las caderas del castaño ceniza y deslizando su boca hasta esos húmedos labios para besarlo con apremio.

Su nombre murmurado de esa forma tan erótica provoca escalofríos en Jean. Siente la ansiedad recorrer sus entrañas hasta llegar a su pecho. Aquel acto le da vergüenza, pero Marco parece tan natural y al parecer lo está disfrutando tanto, que solo puede dejarse llevar por esas caricias.

La fricción se vuelve más rápida y desesperada, la tela aprieta y se humedece con el tacto. El beso se vuelve más desesperado. Jean enlaza su lengua en la contraria mientras esos labios aprietan el músculo y succionan con fuerza. La saliva se escurre por la boca de Jean, sus orejas se tensan junto a su peluda cola y el aroma masculino de Marco comienza a marearlo de excitación. Se separa en busca de aire, aprovechando esto, el moreno muerde su mentón y desliza la lengua por su mandíbula para descender por el cuello, marcando y chupando por doquier.

El momento se acerca y Jean aprieta sus piernas alrededor de Marco acabando bajo su pantalón.

— ¡Marco! —Grita Jean con un jadeo tan erótico que el moreno se deja sucumbir ante la excitación del momento y se corre enterrando los pies en el colchón.

El moreno deja caer su frente sobre pecho de Jean, que baja su vista un poco desorientado. Los coletazos del orgasmo aún hacen su cuerpo temblar mientras el calor comienza a contrastar con el frío del ambiente. Sus orejas rojizas captan los agitados latidos del corazón del pecoso y algo se aloja en su corazón, todas esas sensaciones lo asustan, jamás ha tenido una relación con nadie, nunca ha tenido la oportunidad de descubrir esos extraños sentimientos. Es una mezcla extraña, su cuerpo responde a su voz, a sus gestos, a todo. La vergüenza vuelve a hacerse presente en él y cuando hace amago de moverse, Marco lo aferra con fuerza.

— Duerme conmigo, Jean.

El chico traga con fuerza ante esa voz suplicante, sus orejas decaen y duda. Pero su voz sonó tan dulce, como miel sobre su lengua. El chico se remueve con cuidado y Marco lo deja levantarse en silencio.

— Vamos a cambiarnos primero.

Jean ni siquiera lo mira cuando dice aquello, pero Marco sonríe de esa manera en la que sólo él puede, tan radiante y feliz que el zorruno chico siente ganas de golpearlo. Se gira y camina hacia el baño, tomando una muda antes de entrar y ser seguido por el moreno.

 

 

 

 

 

El amanecer ilumina la tierra haciendo una amplia sombra tras los muros. El sol es tenue y el ambiente es frío. En el cuartel Hanji baja las escaleras a paso veloz, abre la reja del calabozo, que ya no tiene seguro, y entra sin siquiera avisar su llegada.

Eren se gira con el uniforme a medio poner, observa a la mujer que lo mira con clara preocupación y el castaño frunce el ceño con extrañeza, teniendo un mal presentimiento.

— Buenos días, Señorita Hanji —murmura el chico metiéndose la playera verde opaco dentro del pantalón.

— Eren —dice ella con voz afligida, se muerde el labio y Eren nota lo nerviosa que se pone—. Es Levi... —los ojos esmeralda del chico se clavan en ella ante la mención de aquel nombre—, él... te necesita.

 

 

Notas finales:

 

¿Por fin las cosas mejorarán, o será para peor?

 

Ahora sí espero que no hayan mas contratiempos y poder actualizar una vez por semana. No diré el dia, porque aún no lo decido xdd

Se les adora, gracias a todas por su apoyo y paciencia. Son las mejores!!

Si tienen alguna sugerencia sobre algún fetiche o fantasía con alguna de estas parejas, agradecida de que me lo hagan saber, ya que me acerco al último capitulo ya escrito y podemos hacerlo mas dinámico ¬w¬

Se les adora nenas ♥  

 

Saludos y besos pegosos~


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