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Efectos Secundarios por Leana

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Notas del capitulo:

Buenas Buenas~

Aquí vengo puntual a actualizar ¡Wiii! Doy gracias haber escrito estos capítulos con anterioridad, ya estoy en época de exámenes y adiós vida hasta el 14 de julio :C

*Arreglado el problema con el capítulo 22, no sé qué pasó con eso, pero según revisé, ya funciona.

 

 

Capítulo 25

 

 

 

 

La tenue luz grisácea propia de un día nublado, se cuela por la ventana del cuarto perteneciente a dos chicos que no se han visto en los últimos cinco días.

Marco pestañea para que sus ojos se acostumbren a la luz matutina y se gira por instinto, para ver la cama de Jean vacía. Un suspiro escapa de sus labios mientras se sienta sobre su propia cama, pasando las manos por su cabello.

No sabe que está pasando. Desde que su regreso de la misión fuera de las murallas, Jean lo ha estado evitando, ¿acaso hizo algo que le molestara? Pero si ya han tenido relaciones, han confirmado sus sentimientos y los miedos han sido disipados. O eso creía Marco.

Realmente está enamorado, pero la inestabilidad de su mejor amigo, y ahora pareja, ante la relación que tienen ya lo pone de los nervios. El pecoso se siente desorientado, necesita saber qué le ocurre. No parece enojado, más bien es como si el zorruno chico estuviera huyendo. Como si le estuviera ocultando algo.

Marco frunce el ceño ante aquello, pero enseguida sacude la cabeza para alejar esos pensamientos. Quizás tenga que ver con sus genes animales, por eso está tan inestable.

Decide levantarse de una vez para comenzar con las tareas del cuartel.

Entra en la cocina, donde Ymir y Eren se disponen a preparar el desayuno que ya está listo.

— Llegas justo a tiempo, Marco, buenos días —saluda Christa con una sonrisa mientras toma asiento en la mesa, donde Irvin lee el periódico de los días en que no ha estado para ponerse al tanto de los acontecimientos del mundo tras los muros.

— Buenos días —saluda el pecoso sentándose en el mismo puesto de siempre, junto a Jean.

Lentamente los miembros del cuartel se sientan a la mesa para comenzar a tomar desayuno. El ambiente es propio de un día domingo, donde se trabaja solo en las mañanas y en la tarde pueden descansar todo lo que quieran.

— ¿Cómo te has sentido, Armin? —Pregunta Sasha sentándose frente al rubio con una amplia sonrisa.

— Muy bien, aunque mi apetito va en aumento y el frío también —comenta Armin con una risita relajada.

— Ya sabes, si quieres mi pan, solo debes pedirlo.

— ¡Considérate afortunado! —Exclama Conny mientras se sienta al lado de la castaña cobriza—. Ni a mí, que soy su novio, me da de su pan, de hecho, me quita el mío si es que puede.

Los presentes se largan a reír mientras Sasha se encoge de hombros. Por supuesto que está muy enamorada de Conny, pero el pan es pan. La comida es intocable. Quizás cuando no sienta tanta hambre le regale la mitad de su pan al calvito.

Además, Armin es un caso especial, está esperando un bebé, y ese acontecimiento tiene a todos ansiosos, curiosos por todo lo que sucederá, ya que la familia está creciendo. Y el único motivo por el que no acosan a su Capitán del mismo modo, es ése carácter huraño que posee, el cual ha empeorado estos días. Aunque desde que se anunciara la noticia, todo parece haber vuelto a la normalidad y los niveles de agresividad del hombre están a raya.

Aun así, nadie quiere tentar su suerte. Mejor guardar silencio, ya le podrán sacar información a Eren sobre la evolución del felino.

Irvin se levanta de la mesa llevando su taza hacia el mueble donde se lava la loza. Los demás también se levantan con la intención de comenzar sus labores lo antes posible y así tener mayor parte del día para dedicarlo a sus cosas.

Entonces el Líder se detiene junto a la cocina a leña y observa que escasea la madera.

— Mikasa —llama Irvin, y la azabache se acerca atenta, luego de dejar la loza en el mismo lugar que él—. ¿Crees que podrías ir por leña hoy? Y que alguien te acompañe.

— Yo, Señor —se ofrece Jean con rapidez, causando que la mayoría se gire a mirarlo por unos instantes.

Pero el más asombrado de todos es Marco, que ante la energía que muestra el zorro no puede resistirse a fruncir el ceño con una mala sensación alojándose en su estómago. Y lo que es peor, Jean ni siquiera se gira para verlo ni una sola vez, antes de levantarse para ir con la azabache al bosque en busca de leña.

 

 

 

 

 

Jean camina junto a Mikasa por el sendero despejado de aquel bosque. Sus ramas desnudas se alzan en pleno invierno, como si su desnudez desafiara al clima indómito propio de aquella estación del año.

La chica se adelanta y sabe que él mismo ha disminuido el paso, ensimismado en sus propios pensamientos. A pesar de eso, no puede evitar observarla: Mikasa está unos centímetros más alta, aún más fornida por el trabajo de su cuerpo, pero su cintura sigue siendo estrecha y sus caderas anchas, proporcionales a su anatomía. Y aunque aún cree que es hermosa, sus sentimientos no son los mismos, esa atracción que inundaba su pecho cada vez que veía ese cabello azabache… se ha desvanecido desde hace ya muchos años.

El de ojos miel esboza una leve sonrisa, intentando no mover su cola escondida bajo la larga chaqueta, para no exponerla al frío.

Encuentran el lugar perfecto para poder comenzar a recolectar los leños, justo bajo un árbol que recientemente ha sido mecido por el viento y las ramas están desperdigadas por encima de la nieve.

— Jean, ¿puedo preguntarte algo? —Comienza a hablar la chica de rasgos asiáticos, haciendo que él frunza el ceño. No suele ser comunicativa y ni siquiera espera a que Jean le aliente—: ¿Cómo es que Eren y el enano se hicieron tan cercanos?

La pregunta es directa y Jean parpadea confundido para luego acomodar las varas en la improvisada mochila de palitos mientras piensa en eso. Lo medita unos instantes volviendo a recoger más varitas, quiebra una alzando el rostro y aunque la chica no lo mira y sigue con su trabajo, él sabe que está atenta a su respuesta.

Pero le parece extraño. Él no es amigo íntimo de Eren, ni mucho menos. Ciertamente no se soportan, su relación es tensa más que nada. Quizás debió preguntarle eso a Armin, pero entonces cae en la cuenta de que él mismo es un espectador, no el cómplice del castaño, como lo es Armin. Por eso Mikasa le está haciendo esa pregunta.

— Es complicado, si me lo preguntas  —comienza a explicar Jean haciendo una mueca al no encontrar las palabras para describirlo de forma fluida—. Eren admira al Capitán Levi ¿y quién no? es el hombre más fuerte de la humanidad, después de todo —ríe el chico como si eso hiciera obvio el cariño entre ambos hombres—. Y se nota esa atracción, incluso desde mucho antes de que te fueras. No, creo que desde siempre.

— Pero ese enano lo golpeó tan salvajemente… ¿cómo puede amarlo después de hacerlo sufrir tal humillación?

— Para salvarlo, Mikasa, ¿tú no harías lo mismo? Estoy seguro de que sí. —Afirma el chico conociendo lo impulsiva que es esa chica y lo mucho que quiere a Eren—. Su relación se podría definir como respetuosa, a base de la admiración, del cuidado que se fue transformando en cariño. Aunque la verdad, creo que son unos salvajes ¿has visto esas marcas en sus cuellos? Mierda, deben sacarse sangre con cada mordisco...

— Jean —lo interrumpe la azabache clavando su mirada oscura en él con una mueca de desagrado—. No quiero tanta información.

— Lo siento —suelta el chico encogiéndose de hombros—. Aunque hay algo que siempre he querido saber… —prosigue Jean tomando más ramas y aprovechando el momento de “intimidad” con Mikasa—. ¿Estas enamorada de Eren?

Se escucha el crujido de una vara, fuerte y claro, haciendo que las aves levanten el vuelo asustadas desde las desnudas ramas de los árboles. Jean agita su zorruna cola con el nerviosismo recorriendo su anatomía, sintiendo que esas son sus últimas palabras al ver que ella ni siquiera lo mira y sigue estática en su sitio.

Maldito Eren.

Morirá por su causa, aunque de forma indirecta.

— Claro que no. — La chica se sonroja al contestar, y eso toma desprevenido a Jean ante la mirada un tanto ofendida de ella—. Él es mi hermano, mi familia, mi todo. Pero no en el sentido amoroso.

— Ya veo...

— Aun así, no tengo ojos para nadie más, lo siento, Jean.

— ¿Hu? —El castaño ceniza procesa las palabras de la chica y suelta una risa nerviosa, sintiendo sus orejas zorrunas tensarse repentinamente—. No es eso, digo, no te hice la pregunta con esa intención... yo... yo estoy enamorado de alguien más —dice Jean tan bajito que la azabache se vuelve a mirarlo y entrecierra los ojos para evaluarlo.

— Marco —suelta Mikasa con una imperceptible sonrisa—. Él es talentoso, es fuerte y un muy buen chico.

Jean sonríe pensando en esas cualidades y muchas más que tiene Marco, y sus orejas se van hacia atrás bajo la capucha, porque aunque no lo admita en voz alta, el pecoso ocupa el 80% de sus pensamientos, es la razón de 4 de cada 5 suspiros, y su fuerza para intentar ser valiente en el pasado y en el presente.

Después de que se enfrentaran a los titanes en el muro de Trost, Marco había decidido, motivado por las palabras de Eren, a entrar en La Legión de Reconocimiento. Se lo había dicho con una estúpida sonrisa en la cara. ¡No podía creerlo!

Jean no se podía separar de él, el azabache había arriesgado su vida para salvarlo muchas veces y el lazo que habían forjado ya era demasiado fuerte. Así que quiso cumplir sus deseos cuando lo creyó muerto, y también quería venganza. Y ahí estuvo, en las Tropas de la Legión de Reconocimiento el día del reclutamiento, para la sorpresa de todos sus amigos.

Y ahora que lo tiene de vuelta, tiene su amor y el mundo está libre de titanes, o eso espera, no lo dejará ir. En ese momento lo sabe, sabe que ha estado haciendo todo mal, y todo por ser un cobarde, por tener prejuicios, por negar lo obvio. Está enamorado de Marco Bodt, y ya no habrá más conflictos internos sobre aquello y lo que trae consigo.

 

 

 

 

 

Ambos chicos llegan al cuartel un poco antes de que el almuerzo esté listo y Hanji los recibe con una sonrisa.

— Hoy hay agua caliente en los baños, así que apresúrense antes de que se enfríe —los anima la mujer, a sabiendas del frío que hace afuera.

Jean apila los maderos en la cocina con la ayuda de Mikasa lo más rápido que puede, y luego se dirige a su cuarto a paso rápido. No todos los días se tiene agua caliente y en esos momentos solo piensa en aprovecharlo.

Entra en el baño del cuarto que comparte con Marco, y se quita la ropa con rapidez, desesperado por meterse bajo el agua tibia de una vez. Tira de la cortina que impide que el agua salpique el piso, se mete dentro de la tina de un salto y jala de la cadena para dejar caer agua sobre su cuerpo. Se estremece con el contacto tibio del líquido contra su fría piel y suelta un gemido de pura satisfacción.

De pronto escucha la puerta abrirse, frunce el ceño extrañado pensando que quizás se trate del viento y que no cerró bien la puerta, y pronto la cortina se abre con suavidad, mostrando a Marco desnudo, que lo observa con sus ojos chocolates oscurecidos, haciendo que Jean trague con fuerza mientras se relame los labios.

— ¿Te ayudo? —Pregunta Marco tomando la barra de jabón, a lo que el zorruno chico solo atina a hacerse a un lado para dejarle espacio.

¿Marco siempre fue tan alto? Se detiene a mirarlo, sus hombros anchos, su estatura, esa piel tostada con miles de pecas adornando su cuerpo. Es sexy, increíblemente sexy y masculino. Eso lo abruma, pero ya no de manera negativa, sino que despierta su deseo. Lo ha estado evitando por los últimos cuatro días, y la lejanía le pasa la cuenta de golpe.

Sacudiendo la cola empapada, Jean se gira mientras Marco toma la barra entre sus manos y las mueve haciendo espuma, guiándolas hacia su espalda para comenzar a frotar con suavidad, haciendo círculos que relajan al otro.

— Umn... se siente bien... —murmura Jean sintiendo la mano libre del más alto acariciando su piel directamente, resbalando con facilidad debido al jabón, sintiendo la suave espuma caer por su piel.

De pronto, Marco toma las caderas del castaño ceniza y lo pone contra la pared, haciendo que éste alce las manos para apoyarse ante el brusco movimiento efectuado por su amante.

Jean frunce el ceño confundido por el repentino acto, cuando las manos del pecoso comienzan a recorrer su pecho, apretando y descendiendo sobre su vientre hasta llegar a su entrepierna. Pegando su cuerpo contra su espalda y sintiendo su respiración profunda sobre su hombro.

Pero algo es diferente...

Marco siempre lo toca con cariño, lo seduce, haciéndolo sentir cómodo antes de intimar. Pero esta vez el chico lo acaricia con prepotencia, apretando sus pectorales, sus caderas, tratando de abarcarlo todo con sus enormes y masculinas manos.

El moreno se inclina y le da un mordisco en la curvatura de su hombro, Jean se queja ante el verdadero dolor de esos dientes rompiendo su piel. Gira el rostro para velo, ayudado por su cola al agitarla para poder poner distancia entre ellos. Pero Marco solo lo mira con la sangre bañando sus labios, no dice nada, no demuestra nada.

— Mierda —Gruñe el de ojos miel, el ramalazo de dolor lo obliga a arquearse y el líquido carmesí no tarda en caer por su pecho—. ¡¿Marco?!

— No me mires así.

— ¡¿Y a ti que cojones te pasa?! —Exclama el zorro sacudiéndose del agarre y girando su cuerpo por completo para encarar al moreno.

— Nada ¿y a ti? —Pregunta Marco, pero su voz es dura, recelosa, haciendo que Jean frunza el ceño.

Es la primera vez en todos sus años de amistad que el pecoso le habla de esa manera, bueno, podría jurar que es la primera vez que él ocupa ese tipo de tono para hablar. Porque está siendo mordaz, irónico, eso lo tiene más que claro.

— No me vengas con idioteces —contesta Jean sin entender muy bien qué pasa, aunque lo intuye, debe ser por el hecho de que lo ha estado evitando estos últimos días, aun así, no cree que sea razón suficiente para ese comportamiento.

Se lleva una mano a la herida y se mira los dedos manchados con el líquido rojo—. ¿Por qué has hecho eso? —Pregunta echando las orejas rojizas de zorro hacia atrás.

— Yo solo... —Y ahí está el atisbo de arrepentimiento en su mirada, componiendo una expresión más suave, ahí está el Marco de siempre.

— No sé qué mierda te pasa, pero esto no me gusta —contesta Jean bajando el tono de voz ante la debilidad que siente por esa mirada.

— ¿No te gusta? —Marco avanza frunciendo el ceño mientras Jean imita el gesto, pero esta vez le enseña los dientes sin darse cuenta de ello—. A mí tampoco, ¡pero apuesto a que el regreso de Mikasa sí te gusta!

— ¿Mikasa?

— Todos sabemos cuánto te gusta ¿acaso no disfrutaste salir con ella esta mañana?

— ¡Solo fuimos a recolectar leños!

— Admítelo, Jean —gruñe el moreno provocando que el chico meta su peluda cola entre las piernas ante lo abrazadora de su mirada—. Ella aún te gusta, y si quieres terminar conmigo no tienes porqué evitarme, dímelo de frente.

Ante el silencio desconcertado por parte de Jean, Marco se gira abriendo la cortina de baño y sale a paso veloz, tomando una toalla en el camino.

Jean pudo ver el indicio de lágrimas en esos ojos antes de que su amante saliera de la ducha. Respira agitado y siente la rabia apoderarse de él rápidamente, mierda, todo esto es su culpa y lo sabe, pero ese orgullo que lo caracteriza no lo deja salir tras él.

Se queda ahí de pie, tiritando de frío sin siquiera ser consiente de los espasmos de su propio cuerpo.

 

 

Notas finales:

¿Jean se sincerará por fin con Marco?

 

Ah, Pony sexy, ¡ya deja de resistirte a Pecas!

Nos leemos en el próximo capítulo. Sobre que actualizaría en la semana, ya no se hará así, seguiré actualizando los fines de semana.

Espero que les guste este capítulo, sé que le próximo les encantará ¬w¬

Saludos y besos pegosos~


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