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Efectos Secundarios por Leana

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Notas del capitulo:

Hoy he venido más puntual. Espero que la espera no haya sido tan tortuosa. Creo que al fin me vuelvo a sumergir en este fic y se alargará unos capítulos más de lo planeado.

Bueno, bueno, ¡a leer!

 

 

Capítulo 30

 

 

 

 

Ese choque de miradas dice mucho, se nota que se están retando y  que si alguna vez fueron amigos, de eso ya no queda mucho. Aunque a Irvin no le extraña que sea Nile al que enviaron.

— Vamos a hacer esto sencillo, Irvin —habla el hombre con el rifle en las manos mientras lo apunta—. Entrégate, serás sentenciado en un juicio justo: acusado de traición, lo que es condenado con la muerte, pero eso podemos arreglarlo si no opones resistencia.

— Traición —repite Irvin con una mueca. Baja del caballo y Armin lo ve desde su carreta, apretando los bordes de madera ante el nerviosismo.

Nile avanza hacia él, relajando la expresión ante el recuerdo del pasado, juntos, de lo que fue su amistad. Suelta un suspiro y baja el arma para hacerlo sentir en confianza, pero sólo provoca que Irvin entrecierre los ojos atento.

— ¿Crees que no lo sabemos? —Pregunta apuntando hacia Eren y luego a Jean—. Ellos son abominaciones, son un experimento fallido que han ocultado. Eso es algo que obstaculiza su función en caso de un ataque, como también lo es tener una familia, Irvin. Tú renunciaste a eso cuanto te uniste a la Legión de Reconocimiento. Tú prioridad debería ser el rey.

— Tú lo dices porque tienes una familia, Nile. Y debes recordar que eso se debe, precisamente, a que yo decidí unirme a la Legión.

Nile frunce el ceño y aprieta los dientes, sabe que tiene razón. Ellos estaban enamorados de la misma chica, y el azabache sabe muy bien, que si Irvin no se hubiese hecho a un lado, la que ahora es su esposa estaría con él seguramente.

— Ahora tengo una familia, Nile —dice Irvin abriendo los brazos para señalar a los soldados atrás de él—. Y quiero conservarla. Sólo tienes que dejarnos pasar.

— Lo haré si dejas a Ackerman y a Jaeger aquí.

— Eso no pasará —responde Eren apretando las cuerdas de su caballo.

Irvin endurece la mirada y Nile alza el mentón desafiante. Regresa el choque de miradas que tiene a todos tensos sobre sus caballos, ambos bandos esperando las órdenes de su respectivo líder.

— Me iré con todos, Nile. Déjame pasar por las buenas o pasaremos de todas formas.

— De todos modos no hay trato —interrumpe un hombre de cabello castaño, portando la  insignia del unicornio también—. Sólo dispárale, si abatimos a su Líder, su escuadrón caerá.

— Las órdenes fueron llevarlos con vida —contradice Nile frunciendo el ceño.

— No, las órdenes verdaderas son que el titán y la chica deben llegar con vida al castillo. Hay que eliminar a todos los demás. —El castaño observa a Irvin con mirada altanera y fría, se nota que él es un soldado especial enviado por el rey. Si Nile está ahí, es mero protocolo.

Ahora la disputa es contra el castaño, porque aunque Nile no le tiene especial afecto a Irvin, tampoco puede hacerle algo como eso. Sería como disparar por la espalda, además, él sabe que el rubio va a ser padre, por ello todo este escándalo también.

— Nile —esta vez Irvin se dirige directamente al azabache—. No puedes ser tan egoísta, ustedes ganaron, nosotros lo hemos perdido todo. Por primera vez, quiero conservar algo propio. Hacer algo para mí mismo.

— No intentes darnos pena, ¿qué crees que son ustedes? Simple comida para titán, la prueba para demostrarle al mundo que no podemos vencerlos y que solo nos queda creer en el rey para seguir con vida. —La sonrisa que se dibuja en el rostro del castaño recién llegado, hace que Irvin apriete la mandíbula.

Eren frunce el ceño y se mueve para bajarse del caballo, pero Marco lo refrena, moviendo la cabeza. Sabe por sus orejas hacia atrás y los gruñidos que se escapan de su garganta que está furioso, y no lo culpa.

No es que sus acciones sean nobles, La Legión de Reconocimiento no es un mártir, es sólo que todos ellos luchan por hacer la diferencia, por obtener su libertad. Ya le han entregado suficiente a la humanidad: gran parte de sus vidas. Ahora desean algo mucho más grande.

— Pero ahora que los titanes ya no están, no sirven de nada, ¿para qué mantenerlos con vida?

Nile frunce el ceño y mira hacia abajo con rapidez, meditando todo aquello. Él había decidido unirse a la Policía Militar sólo por mantener su seguridad, fingiendo que le interesaba la del rey. Él ha podido tener una vida segura, ha podido tener una familia incluso, y jamás ha visto un titán.

Siempre supo que Irvin era otra clase de persona, de esas transcendentales, que son capaces de hacer la diferencia.

Y muy en el fondo, admira esa valentía de la que él carece.

— Claro que no servimos —dice Irvin atrayendo la mirada de los otros—. Porque inspiramos valentía, ansias de libertad, eso es algo que personas fáciles de mente como tú no pueden comprender.

Y ahí está esa expresión de poder y altura, lo que hace al castaño arder en furia.

Alza su arma y apunta directo a Irvin, que ni se inmuta a pesar de los gemidos de sorpresa a sus espaldas.

El corazón de Armin comienza a latir a mil por hora mientras se lleva una mano al pecho. Inhala y exhala, pero no surte mucho efecto, el aire no puede llenar sus pulmones. Si algo le pasa, si esa persona es capaz de apretar el gatillo, todo habrá terminado.

Entonces se escucha el sonido metálico de cuando la bala es pasada.

— ¿Qué? —El castaño intenta darse la vuelta al sentir aquel sonido a sus espaldas, pero la punta de esa arma no se lo permite.

— Baja el arma, Sanders —le amenaza Nile, apuntando firmemente a su cabeza.

— ¡Esto será declarado traición!

— No es así, yo soy el Líder de la Policía Militar y tú no estás siguiendo mis órdenes. Tú nos estás traicionando. Ahora, baja el arma.

Los ojos café de Sanders se clavan en los gélidos de Irvin, que no se mueve de su lugar al ver la punta del arma, que apuntaba directo a su pecho, descender. Ve la frustración en su mirada, así que el rubio decide ser cauteloso, mirando ahora a Nile.

— Quiero que se vayan ahora, y que no regresen nunca más —le dice el azabache mirándolo con enojo. Ni siquiera él es consciente de lo que está haciendo.

— ¡No puedes dejarlos ir! —Reclama Sanders con la ira refulgiendo en sus ojos cafés, ahora sí dándose la vuelta.

— Te diré algo, novato, seas quién seas, el que manda aquí, soy yo. Enviado del rey o no, éste es mi pelotón y las órdenes definitivas serán dadas por mí.

Si bien parte de ellos es verdad, también es una excusa para lo que está haciendo. De algún modo, Irvin ha dado en el blanco con sus palabras, como siempre. Fueron muy amigos cuando eran jóvenes, también lo era Mike, y aunque sus caminos se hayan separado y algunas veces ese rubio le saque desquicio, le tiene aprecio. No sólo eso, admiración también.

Si lo está dejando ir, no es porque se esté apiadando ni nada por estilo, es para estar a mano de alguna manera. Aún se siente en deuda porque lo ayudó durante los entrenamientos, porque dejó a la chica que él amaba, y si ahora tiene una familia con ella, de un modo u otro, es gracias a él.

El rubio sigue de pie a su lado, y es cuando se inclina hacia él para susurrar—: No creas que te librarás del rey, Irvin, te encontrarán, y cuando eso pase, no podrás hacer nada por tu “familia”.

Irvin mantiene su mirada impasible, mirando las carretas de su Legión, que comienzan a avanzar. Su mirada choca con la de Armin y ver el dolor a través de esos enormes ojos azules le produce un retortijón en el estómago. Lo ama, y todo lo que está haciendo es porque eligió tener una vida junto a él, aunque aún queden cosas inconclusas dentro de los muros, lo terminará todo a su tiempo.

Mantiene sus ojos sobre el rubio, que se gira cuando la carreta va dejando a Irvin a sus espaldas. Con cada segundo, Armin siente que el corazón se le saldrá del pecho. Aunque el otro chico tiró su arma, tiene ese mal presentimiento turbando su mente, sin dejar en paz su corazón, que late con fuerza taponeándole los oídos.

Ya queda poco, las carretas se van acercando a la enorme puerta. Sólo un poco más.

Es entonces cuando el viento azota con fuerza entre el camino, tirando la capucha que cubre la cabeza de Armin, que no alcanza a sostenerla para detener la caída. Sus largas orejas de conejo se alzan sobre su cabeza y las voces se elevan entre los presentes.

Sanders lo reconoce al instante, por supuesto. Aprovechando el momento en que Nile se despista al ver al rubio con semejante característica, le da un puñetazo con la misma arma, tomándola desde la punta y luego la jala hacia sí para tomarla y poder apuntar.

Todo sucede en cosa de segundos, pero los pensamientos pasan raudos en las mentes de todos los que están allí. Cuando la mira de la escopeta llega hacia Armin, el chico siente el frío comenzar desde su estómago hasta atorarse en su garganta. El mundo se le va a los pies y el mareo lo vuelve todo confuso.

Nile cae al suelo con el golpe dado mientras Irvin intenta pasar sobre él para tomar el arma.

Pero es demasiado tarde.

La escopeta es disparada con un sonido demasiado fuerte, y es que los sentidos de todos están muy agudos. Irvin grita un “¡No!” sabiendo que cuando la trayectoria finalice, su mundo habrá terminado también.

Perderá a quien ama. Perderá a su hijo.

Pero cuando sus ojos captan un movimiento al costado, su mente maquina qué hacer en cosa de segundos, estimulado por la adrenalina, por el miedo a la pérdida. Jala el arma para quitársela de un tirón y la sangre le salpica el rostro cuando la hoja de Mikasa se desliza por la garganta de Sanders.

Su cuerpo cae al piso con la cabeza ladeada en un ángulo grotesco y Nile ahoga un gemido de asco ante la escena.

— ¡Señorita Hanji!

Irvin escucha la voz de Armin y su corazón vuelve a latir haciendo que se gire. Solo puede ver su espalda y la cabellera rubia, junto a las blancas orejas sobresalientes. Corre hacia él y ve a la mujer acostada sobre el carruaje mientras la sangre corre por su cuello.

Un castaño corre hacia la carreta también, subiéndose con agilidad y mirando a la mujer que aprieta la mandíbula mientras aferra su cuello.

— Hanji… oh por dios, no —gime Moblit. Ahora el que tiene miedo, puro y frío, es él.

Sus ojos color miel se posan en los cobrizos de ella, que pierde el punto de mira debido al dolor. Pensar que nunca había sufrido herida alguna por los titanes y ahora moriría por una bala. Aunque, eso dependía, precisamente, del chico arrodillado a su lado.

— M-Moblit… —jadea Hanji apretando más su mano—. Ya sabes que debes hacer.

El chico asiente con rapidez y alza la mirada hacia Armin, que horrorizado, mira a la mujer que le ha salvado la vida. Se levanta con rapidez y se baja de la carreta ayudado por Ymir, que se acerca para ver si sirve de ayuda, ya que en ese momento Christa está muy impactada por lo sucedido, es su forma de tranquilizarla.

Además, esa mujer fue muy valiente, así que también ayudará en lo que pueda para salvarla.

Armin se sube a otra carreta, cubierta con tela para proteger los utensilios delicados que llevan. Es la carreta exclusiva de Hanji, donde se lleva la mayoría de sus implementos del laboratorio. Entonces la ve, una caja metálica que ella había preparado como botiquín, completo con todo lo necesario. Aguja, alcohol para esterilizar, vendas y todo lo imaginable para usar con rapidez.

Cuando el chico vuelve, Moblit quita la mano de la herida y gira la cabeza de la mujer para dejar caer el alcohol directamente, así podrá ver la gravedad de la misma. Alcanza a ver que es un corte parejo, pero pronto la sangre sale a borbotones de nuevo. Debe cerrarla de inmediato, lo bueno es que la bala atravesó limpiamente y no parece haber dañado nada importante.

— Esto necesita puntos —le indica a Armin, que asiente y saca un frasco lleno de agujas esterilizadas con fuego y sumergidas en alcohol.

Pasa el hilo por el ojo de la aguja y se lo entrega a Moblit, que ayudado por Ymir, se lava las manos y la castaña vuelve a aplicar el líquido directamente en la herida para limpiarla un poco más antes de la sutura.

Ymir es la que mejor se encuentra, sabe cómo actuar en esos momentos donde todos están en shock, además, ha visto heridas muchísimo peores y el olor a sangre no le molesta, como a Armin en ese momentos. El chico siente que el mundo le da vueltas debido al aroma metálico y fuerte que impregna su nariz, mucho más sensible por su condición animal y de embarazo. Se hace a un lado y la castaña es la que apoya a Moblit.

Nile observa a todos aún en el suelo, ha pasado tan rápido que se pregunta cómo es que todos ellos han reaccionado de es amanera tan fluida. Seguramente porque se han enfrentado a un millar de cosas. Titanes: ver como devoraban a su gente.

Es ayudado a levantarse por su escuadrón, que sigue nervioso sin quitarle la mirada de encima, ni a la Legión de Reconocimiento, y mucho menos a Mikasa, que en esos momentos ayuda a Armin acariciando su espalda con un gesto muy maternal y preocupado. Eso es algo que también impresiona, cómo la chica fue capaz de degollar a un hombre sin dudarlo, todo por defender a un ser preciado para ella; y ahora lo cuida con mucha delicadeza.

Nile se quita el pequeño pañuelo de la nariz, que sangra menos. Seguramente se la rompió. Por fin sus ojos se encuentran con los de Irvin, que a través de esas pupilas de color celeste le transmite un millar de cosas.

Agradecimiento, sí, pero también una amenaza implícita. Cuán poderosa es esa rama militar, por el simpe hecho de ser tan unidos, esa fidelidad que no se tiene con cualquiera. Nile sabe que no puede contra ellos, y muy en el fondo de su mente, siente pena por el rey… no sabe con quiénes se ha metido.

Mikasa se acerca a Irvin cuando es Eren quien atiende a Armin. Mira a Nile con esos ojos negros que parecen no tener emoción, mucho menos remordimiento por aquel asesinato. La chica recoge la cuchilla tirada en el suelo, la que aún tiene la sangre de Sanders a lo largo de la hoja.

— Espero órdenes, Señor.

— Ackerman —habla Irvin sin dejar de mirar a Nile directamente a los ojos, con ese porte que intimida a cualquiera, como un líder innato—. Continuaremos con la misión tal como estaba planeado. Si alguien interfiere de alguna manera… mátalo.

Irvin entrecierra los ojos al tiempo que Nile los abre sintiendo el frío deslizarse por su garganta hasta asentarse en su estómago. Sabe que no es verdad, que es sólo una amenaza. Pero también está la posibilidad de que sí sea muy cierto, como también que Irvin de alguna manera lo esté ayudando ante la acción de dejarlos ir.

Con ese hombre nunca se sabe.

— Bajen las armas, que nade dispare, no queremos otra pérdida —ordena Nile y sus soldados bajan las armas de inmediato, en cierto modo, agradecidos.

Porque Mikasa no es la única que es peligrosa.

La azabache limpia la hoja y tira el pañuelo bañado en sangre al piso. Mero dramatismo, si tanto le temen, pues que lo hagan más. Se acerca a Jean y le indica algo, luego el chico asiente y se quita la capucha para mover sus orejas en distintas direcciones. Durante el día no es muy bueno con su vista, pero si alguien llegara a mover su gatillo, él podrá captarlo.

Entonces Nile comprende algo: allí están la mayoría de los 10 mejores del pelotón. Además, todos entraron a esa rama militar por decisión propia. Chicos talentosos y motivados, unidos como una familia.

No puede contra eso, y tampoco quiere interponerse.

— Tienes razones suficientes para asegurar tu vida luego de esta huida, Nile —dice Irvin antes de girarse.

Nile frunce el ceño, pero no puede evitar admirar la imagen que captan sus ojos cuando las capas ondean contra el viento mostrando sus alas.

Las alas de la libertad.

 

 

Notas finales:

¿Al fin la Legión obtiene su libertad?

 

Hanji TwT

Esto me duele en el alma, pobre Moblit, la ama tanto y esta vez sí que lo ha asustado.

Sé que las dejo en otra parte bastante despiadada, pero ya se sabrá que sucede en los próximos capítulos.

Tengo malas noticias, quizás, sólo quizás, ya no pueda actualizar una vez por semana. Comencé mis clases nuevamente el lunes y el horario es bastante despiadado. Por ello, si no actualizo en la semana no se preocupen, que el fic no será abandonado, tampoco es como que me demore un mes. Y bueno, sólo es un aviso, si me organizo bien, puede que siga a este ritmo.

¡Gracias a todas por su apoyo, son las mejores!

Saludos y besos pegosos~


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