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Efectos Secundarios por Leana

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Notas del capitulo:

Espero que tengan un buen inicio de semana~

Quizás no publique los sábados si o si, pero espero no pasarme de los domingos la próxima vez. Quedan tres capítulos… se viene, se viene. 

 

 

Capítulo 35

 

 

 

 

—Esto tampoco estaba previsto —dice Hanji con el ceño fruncido, se nota que está muy concentrada mientras examina a Armin.

Donde alguna vez estuvieron sus orejas y su cola, ya no hay rastro. Pero el cambio no es solo físico, sino que también en sus sentidos. Su audición volvió a ser normal, como su vista y su olfato. Se siente increíblemente tranquilo, ya no está ese impulso de estar atento y escapar al primer indicio de peligro, cualidad muy propia del conejo.

Armin se lleva una mano al abdomen abultado al tiempo que Jean, Eren y Levi entran al cuarto de enfermería.

 —¿Armin? —Eren se le acerca y toca sus cabellos suaves para cerciorarse de que está viendo bien—. ¿Y tus orejas?

—Han desaparecido —contesta encogiéndose de hombros.

—Chicos, puede que sus características animales desaparezcan de un momento a otro, no estoy segura si es impulsado por etapas del embarazo, pero así corroboramos que no son permanentes y eso es bueno —explica Hanji tomando las carpetas donde tiene los registros de todo el proceso.

—Es lógico —dice de repente Armin y frunce el ceño, para luego mirar a la mujer de anteojos—. La condición de titán no es permanente, por ello sus genes sufren un receso cuando el cuerpo titánico se evapora, pero ¿qué es lo que provoca que se duerman?

Todas las miradas se dirigen a Eren, que los mira sobresaltado y no comprende del todo la repentina atención. Sus ojos verdes se mueven sobre los rostros, no estaba muy concentrado en lo que dicen en ese momento, ya que su mente intentaba encontrar una explicación por sí mismo.

—Tranquilo, cachorro —lo calma Levi suavizando la mirada—. ¿Cómo haces para volver a ser humano?

Eren parpadea un par de veces y trata de explicarlo—: No lo sé, simplemente sucede. Es como si me quedara dormido pensando en que quiero salir, en que quiero separarme del cuerpo del titán y sucede. Es extraño, es mi instinto…

Los presentes se miran. Sus palabras no ayudan de mucho y no les extraña. Todo lo que hace Eren la mayor parte del tiempo es por mero instinto, impulsos impensados.

—No creo que fuera ese el desencadenante en este caso —suelta Hanji mirando las hojas donde tiene todos los registros con los detalles de todo—. Quizás sea el bebé. Según he notado, su crecimiento es acelerado, como el de los conejos, quizá es el feto el que influyó…

—¿El bebé podría nacer con orejas? —Pregunta Jean, enarcando una ceja y mirando a Armin.

—Puede ser —suspira Hanji antes de acercarse a Armin nuevamente—. Tranquilo, está en perfectas condiciones, no creo que este cambio fuese para mal. De hecho, lo más probable es que nazca con esos instintos incorporados, pero los cambios físicos son menos probables, ya que están más arraigados a las células de titán.

Levi se lleva las manos a las orejas instintivamente, ¿por qué las suyas no han desaparecido? Aquellas extrañas pócimas las bebieron al mismo tiempo. O quizás es el tema de la embarazo, según sabe, el tiempo de gestación de los gatos es de 64 a 67 días, más extenso que el de los conejos. Lo más probable es que por ese camino vaya el asunto

Eren se acerca a él suavemente, dejando que sienta su cercanía y calor. Sus miradas se encuentran y los esmeralda de Eren le transmiten calidez, junto a una suave sonrisa.

—Les haré un chequeo a ustedes dos, así que quédense. Eren, Armin, pueden retirarse —indica Hanji sin despegar sus ojos de aquellas palabras escritas con detalle en su carpeta—. Jean, ¿te has sentido diferente?

—Para nada, y según estoy entendiendo, esto se me quitará a menos que me embarace o me convierta en un titán, así que sí, no estoy muy feliz. Oh, parece que sí me siento diferente —contesta el chico agitando su peluda cola.

Hanji sonríe cuando lo mira y comienza con el chequeo. Mediciones, muestras de sangre, preguntas, palpaciones. Todo en orden y cuando se lo dice a Jean, este bufa por falta de señales de que su condición animal desaparezca. La misión para derrocar al Rey es dentro de dos días y le gustaría estar sin su cola y las orejas, muchas gracias.

En cuanto a Levi, todo parece normal. Aunque presenta los mismos síntomas que Armin, fatiga y cansancio, así que le receta una dosis más alta de vitaminas y reposo absoluto, no se puede arriesgar a perder al bebé; como también tiene muy en cuenta el detalle de que Levi sí siente que sus sentidos menguan con el tiempo.

 

 

 

 

 

Jean se mordisquea el pulgar nervioso. Cuando aceptó casarse con Marco, lo vio como un suceso bastante lejano, creyó que sería cuando volvieran a los muros o en unos años más. Pero Pecas tiene otros planes en mente: quiere hacerlo ese mismo día, antes de la misión.

—Eres un pesimista —contesta Jean con el ceño fruncido cuando Marco se lo dice.

—Soy realista, Jean. Si algo pasara en esta misión, y lo más probable es que así sea, al menos quiero cumplir mi último deseo.

—Suenas como un desahuciado. Nada te va a ocurrir, Marco Bodt —dice Jean avanzando de dos zancadas y tomando su rostro para que lo mirase fijo—. Vas a regresar completo. Ya te lo dije, no volveré a perderte.

Marco baja la mirada ante el peso de esas palabras. Si bien ha regresado de la muerte, ha sobrevivido todos esos años y ha vuelto a la Legión, no garantiza que haya una segunda vez. Además, es la primera misión peligrosa que tiene luego de volver. Si recordamos su primera misión como soldado… es donde todo se había desmoronado en su vida.

Es normal tener miedo, el azabache lo sabe y está convencido de que tiene todo el derecho a sentirlo. A ser paranoico y a pensar en todas las posibilidades, sobre todo en las malas.

—Muy bien —suelta Jean bajando las manos y poniéndolas sobre sus caderas—. Pero me vestiré de blanco aunque de virgen no me queden ni las orejas —dice con esa sonrisa suya, ladina y socarrona.

Jean ríe a carcajada limpia cuando Marco se sonroja, balbuceando cosas y no logrando decir ninguna a la vez.

Lo hará. Se casará con Marco, es ahora o será después, pero pasará, así que ¿por qué evitarlo? Marco no es el único que puede morir y, si Jean piensa en ello, quizás también sea su último deseo. Porque ya no hay dudas, ya no hay nada que pospone ni que temer.

Jean le pertenece por completo y si para Marco aquello es importante, lo hará, y será igual de importante para él.

 

 

 

 

 

Era la sala principal de aquel cuartel, antiguo y con muchas fisuras, rastros del tiempo en sus paredes y muebles, pero que con todas esas personas allí; recobra vida.

No pueden darse grandes lujos, pero ese día han decidido hacer lo posible para que todo salga bien, para poder disfrutar de unos momentos de descanso y por si es que algo pasa en aquella misión, al menos sus últimos recuerdos serán los mejores.

Las sillas de madera han sido ordenadas en filas, una al lado de la otra, dejando un pasillo en medio. El ventanal en el fondo, tras la mesa que ocupará Irvin para formalizar su matrimonio, es enorme e ilumina toda la estancia.

El grupo que ha decidido salir de los muros corre de un lado a otro cumpliendo con sus tareas. Sasha y Conny han salido a cazar muy temprano, así que Historia, Ymir y Hanji ayudan en la cocina.

Ya han dejado todo listo y dispuesto para la misión que se desarrollará al día siguiente, así que se han dedicado casi por completo a esa pequeña ceremonia mientras Levi, Eren, Irvin y Armin repasan el plan trazado por el rubio que ya no posee sus orejas de conejo, pero sí un abultado vientre.

El reloj marca el medio día cuando todos dejan sus tareas para reunirse en la sala central, ocupando sus puestos y vistiendo el uniforme de manera impecable.

—Conny, apresúrate, Jean dijo que nos quería ver adelante —dice la pelirroja jalando al chico dentro de la estancia.

—Hey, cuidado —exclama Ymir tomando la mano de Christa cuando esos dos pasan por su lado.

—¿No te parece dulce todo esto, Ymir? —pregunta Christa deteniéndose al lado de Sasha y sonriéndole a la pecosa.

—Tu familia está creciendo, ¿no? —contesta Ymir encogiéndose de hombros.

—Si es mi familia, también es al tuya —le rebate ella frunciendo el ceño y la más alta no puede evitar sonreír de medio lado mientras se inclina para besarla suavemente.

—Hey, no se roben el protagonismo —exclama Conny sonriendo.

La sala pronto comienza a llenarse y cierta azabache cruza el pasillo a grandes zancadas. Mikasa asiente hacia los demás a modo de saludo mientras toma su lugar adelante pero en la fila del lado derecho, seguida de Levi que se sienta a su lado. Todos se miran unos instantes, y es que desde que Levi está esperando al bebé, Mikasa ha estado bastante pendiente de él, sin cruzar la línea cariñosa, simple respeto y aceptación.

Unos segundos después entra Eren junto a Armin, que se sostiene el abdomen, hace días que el peso del bebé comienza a cansarlo más rápido, así que el castaño lo ayuda para que se siente a su lado.

—Vi a Marco en el pasillo, pero no he visto a Jean en toda la mañana —dice el rubio cuando llega y Mikasa se inclina para mirar su abdomen y luego sus ojos.

—Quizás está en las caballerizas pidiendo consejos a sus primos —contesta Eren y se ríe de su propio chiste, a lo que Levi le da un codazo suave. Kirschtein le agrada.

—Estás en su matrimonio precisamente, Eren —suelta el mayor como reprimenda y el chico compone una mueca.

Armin ríe y se lleva una mano a la boca, porque aunque esos dos discutan todo el tiempo, además del hecho de que hacen un buen equipo, se apoyan cuando es necesario. No ha dicho esa observación en voz alta y no lo hará porque sabe que esos dos doblarían lo pesado de sus bromas. Densos.

—¿Estás bien? —Pregunta Irvin al detenerse a su lado.

—Sí, Mikasa ha estado conmigo toda la mañana —contesta Armin sonriendo levemente, haciendo que Irvin corresponda el gesto y acaricie su cabello rubio que está un poco más largo.

El más alto asiente y avanza para pasar a un lado de la mesa que tiene un par de velas en las esquinas y unos papeles en el centro. Los ordena y lee las líneas rápidamente mientras la habitación de va llenando. Hanji entra y se encuentra con Moblit, ella asiente hacia el rubio, los chicos están listos.

Las puertas se abren y Marco avanza junto a Jean, que tiene el rostro ardiendo, en cambio el pecoso sonríe como nunca. Con luz propia, feliz. Los presentes no pueden evitar contagiarse y sus amigos más íntimos sienten esa felicidad, porque saben por cuánto han pasado para estar juntos. Es un silencio nada incómodo, es íntimo, hasta que llegan a la mesa del final.

—Nos hemos reunidos aquí para sellar esta unión…

Irvin habla con una voz profunda y suave, no es el tono que usa usualmente, ni en los discursos ni en sus órdenes, es una voz más relajada. Habla sobre el respeto, el amor y la fidelidad, habla sobre los sueños y los ideales, habla sobre lo importante que es todo aquello.

Es una ceremonia simbólica, una donde sólo quieren seguir una costumbre, formalizar su relación ante sus seres queridos, ante la Legión de Reconocimiento, ante las personas con las que podrían morir a su lado.

Sasha se pone a llorar pronto, y Conny la abraza soltando otro par de lágrimas, le sigue Christa e incluso Armin, donde Mikasa cambia lugares con Eren para poder abrazarlo. Jamás creyeron que podrían tener esa oportunidad, compartir la felicidad ajena, disfrutar de un momento cotidiano sin el miedo de ser masacrados.

En ese momento todos saben que están dispuestos a todo con tal de asegurar el bienestar de su familia y sobre todo, de seguir adelante con sus ideales. Entraron a la Legión de Reconocimiento para liberar a la humanidad, y si ya no es de los titanes, sino de ese líder egoísta, así será.

—Acepto —dice Jean con un hilo de voz, girándose para ver esos ojos cafés y maldice internamente ese poder de Marco para no sentir tal vergüenza y sonreírle así. Para decir “acepto” con tanta soltura, para inclinarse y besarlo de esa forma tan suave, pero todos los miran y Jean agita la cola y sus orejas se van hacia atrás. No puede evitar sentir un poco de vergüenza, pero se siente cálido dentro de su pecho.

Los aplausos se hacen escuchar y Jean se gira apretando la mano de Marco, que se acerca a Sasha y lo abraza con fuerza, y así todos les van susurrando sus mejores deseos al oído, les bridan su apoyo y los felicitan.

Aunque es Marco el que deseaba hacer aquello, porque es lo correcto, porque es férreo a esas costumbres, Jean no admite en voz alta que también está feliz, que también lo deseaba. Es una simple ceremonia, algo simbólico, pero real. Sus promesas lo son, su amor, y el por siempre los espera.

Viene la comida, todos pasan al comedor principal y disfrutan de la carne, de las pocas verduras silvestres y las historias contadas por algunos soldados más veteranos. Se olvidaron de los problemas por unos momentos.

Después de eso, siguen con sus tareas. Deben que estar listos para la siguiente misión y nadie se queja, ese es el ritmo de vida que han elegido.

Antes de que Jean tuviera una reunión con Irvin, va hacia la cocina donde su ahora esposo ayuda a lavar los platos sucios. Riendo, mangas arriba y la camisa mojada. Sonríe ante la extraña emoción que le carcome las entrañas, sintiendo su cola serpentear a su espalda. Marco es guapo, tiene una sonrisa hermosa, unos sentimientos leales y es todo suyo. Marco Bodt es suyo.

Marco se gira cuando capta su presencia y se acerca a él con paso rápido.

—Jean…

—Te amo —susurra antes de alzarse un poco para volver a besar sus labios.

Se gira con rapidez y empieza a caminar rumbo al despacho del Líder de la Legión. No habrá promesas de despedida, no habrá lágrimas, simplemente sus sentimientos.

 

 

 

 

 

Sus vidas están hechas de altos y bajos, de dolor y pérdidas. Su vida está construida a base de muerte. Todos han perdido a sus seres amados desde muy temprana edad, y aunque es algo común en su sociedad, jamás se acostumbrarán a aquello.

Antes peleaban contra seres enormes que querían devorarlos, lucharon para poder detener aquello, para pelear por sus vidas. Cuando por fin esos gigantes les han dado una tregua, nada es como lo esperaron. Todos siguen viéndolos como unos dementes, unos suicidas que sólo querían morir pronto. Pero no, ellos son la rama más valiente dentro de los muros y fuera también.

La Legión de Reconocimiento son los únicos que poseen alas, los que tienen libertad.

Les queda una última batalla, ya no contra gigantes, pero sí contra seres que pueden quitarles lo que más quieren. Están listos, cada uno con sus fantasmas y su fuerza interior.

—No quiero que estés ansioso, Armin —pide Irvin acariciando sus mejillas con los pulgares.

—Lo sé, lo sé —suelta el chico alzando sus hermosos ojos azules—. Estaré bien, cuídate mucho, por favor.

Armin no puede pedir otra cosa, y tampoco puede hacer un drama por mucha tristeza y preocupación que sienta. Irvin debe estar completamente concentrado en aquella misión y él debe cuidar del bebé que están esperando. Ya ha hecho su parte, sólo le queda confiar en lo que se viene, en las capacidades del equipo. En Irvin.

—Te estaremos esperando —dice con una sonrisa suave y el más alto sonríe, volviendo a besarlo. Se gira y baja las escaleras de la entrada del cuartel, caminando hacia el caballo que lo espera.

Armin ve a Levi detenerse a su lado mientras Eren sigue a Irvin, con su caballo al otro lado. No hubo besos ni una despedida notoria entre ellos, fue simplemente esos ojos verdes sobre los de Levi, que agitó su cola de color negro con los brazos cruzados. Silencio, algo demasiado íntimo, se entendían bien.

Reiner y Bertholdt también montaron sus caballos, con los que habían llegado hacía días desde su aldea. Era extraño, los titanes, seres que los devoraban ahora están de su lado, ¿fueron ellos realmente el enemigo siempre? Quizás estuvieron equivocados muchos años.

Es el momento de afianzar su paz, tienen objetivos en común y los pocos soldados que se quedan en el cuartel ruegan para que todo salga bien, porque en caso de que ellos no regresen de la misión, tendrán que huir aún más lejos de aquellos muros.

Los caballos comienzan a galopar y las capas ondean bajo el sol, absorbiendo la brisa salada que trae el mar a tantos kilómetros. Es un buen augurio. 

 

 

Notas finales:

¿Ésta será la última misión?

Sabemos cuán importante es esta misión, y sabemos que ahora tienen el doble que perder.

Marco, ternurita con pecas. El esposo que todo el mundo quiere, lo sé, lo sé. (Jean, como te envidio)

Saludos y besos pegosos~


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