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Efectos Secundarios por Leana

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Notas del capitulo:

Cuarto capítulo!

Estoy muy feliz, esta semana ha sido bastante buena (lo cual es extraño xD) Así que bastante emocionada actualizo, a ver si los hago un poquito felices ♥

*En este fic no hay relleno, todos los acontecimientos tienen una razón y son necesarios. Ojalá no se desmotiven por la impaciencia, o yo también lo haré :C

 

 

Capítulo 4

 

 

 

 

Irvin frunce el ceño, ahora sí que están en un gran problema. Está al tanto de la insistencia del Rey por la chica. Sabe que aquel hombre solo quiere afirmar su propia seguridad, y nada más ni nada menos, que con la única persona que puede acercarse al talento de Levi.

Para ahorrarse los problemas de ese asunto Irvin ha permitido que la chica asista a las citaciones del Rey, pero ahora el asunto parece salirse de sus manos.

— Da excusa tras excusa para mantenerla en el castillo, sin decirle que sus verdaderas intenciones es impedirle volver en estos momentos —explica Mike caminando hacia la ventana y perdiendo su vista en el paisaje—. Además nos acaba de llegar una carta por parte del Rey, que dice que en esta primera expedición no puede ir Ackerman, para asegurarse de que a ella no le pase nada, y solo si volvemos con éxito, la dejará regresar.

Armin se gira hacia el más alto con los muy abiertos, claro, ahora todo calza. El Rey quiere mantener a Mikasa en el castillo en caso de que no regresemos de la expedición, y si la chica lo desafía volviendo, el hombre tendrá la excusa perfecta para someterla por rebeldía. Pero de seguro Mikasa se enterará que la expedición comienza y volverá al cuartel a como dé lugar, él y Eren son su prioridad y con ello se meterá en un gran problema.

— Sabemos que ella no se dejará intimidar —murmura Armin con voz temblorosa, temiendo por su impulsiva amiga. Ella no dejará que vayan solos fuera de los muros.

— Para eso tendremos que pedirle un favor a Eren. —Irvin apoya los codos sobre el escritorio, cruzando las manos frente a su boca—. Mike ¿podrías aprovechar de llevarle una carta a Mikasa?

El más alto sonríe levemente, olfateando el aire, sintiendo el nerviosismo de Armin ante las palabras inconclusas de Irvin. Pero Mike lo conoce tan bien, que sabe a la perfección el plan del Líder de la Legión y mejor amigo. Asiente confiando en Irvin como siempre.

 

 

 

 

 

Levi se dirige al living, son pasadas las 6 de la tarde y ya comienza a oscurecer, refrescando el aire casi nocturno. El azabache se sienta frente a la chimenea, sintiendo el dulce calor del fuego en este invierno que recién comienza a apoderarse del clima. Toma la taza de té que está sobre la mesita al costado de la silla y bebe un poco. Acerca un poco más la silla al fuego, cruzándose de piernas y se da cuenta de que últimamente no puede hacer más que buscar calor.

Eren abre la puerta, el moreno alza sus ojos y nota las orejas gachas del menor, además de esa peluda cola metida entre sus piernas. Cierra los ojos conteniendo un suspiro, desde el incidente en su oficina que Eren está así, como perro atropellado por un carruaje.

— El Líder de la Legión solicita su presencia y la mía en su despacho.

La voz del castaño es apagada, casi como un murmullo y Levi frunce el ceño ante el comportamiento del mocoso. Lo hace sentir extraño, despierta preocupación en él, aunque eso no es nuevo. Eren siempre ha suscitado aquel sentimiento en Levi, una especie de atracción protectora que simplemente no puede controlar, aunque hace un buen trabajo al disimularlo ante él. El felino suelta un suspiro y se levanta, a medida que camina hacia la puerta siente el calor alejarse de su cuerpo. Maldito Irvin. Justo en ese momento se le ocurre mandarlo a llamar.

Cuando llegan a la puerta, Levi se detiene frente a ésta cuando sus orejas gatunas se tensan con el sonido de algo rascando en una esquina. Presta atención y siente la necesidad de salir tras ese ruido, su cola se agita y se relame los labios de forma involuntaria. Pero Eren parece no darse cuenta e interpreta la quietud del felino como si estuviera esperando a que él le abra la puerta. La posición de Levi le impide ponerse a un costado, así que alza la mano pasándola a su alrededor, desde atrás, poniéndola sobre el pomo e inclinándose levemente para abrirla.

Levi se tensa, sintiendo la respiración del menor en su oreja gatuna. Se estremece, dándose cuenta de que aquella zona es muy sensible y sintiendo como su cuerpo despierta con la necesidad de ronronear. Se contiene a tiempo, traga duro sintiéndose un poco nervioso, jamás pensó que sus orejas negras serían una zona ¿erógena? Pero cuando la puerta se abren frente a él sale de sus cavilaciones parpadeando rápidamente, para luego entrar seguido por Eren.

Frente al escritorio está Armin, en el sillón se encuentra Mike que olfatea el aire en dirección a Eren, para luego levantarse y caminar hacia el chico, que se detiene en medio de la habitación. Mike se acerca a su cuello y olfatea, sonriendo. Eren no se da cuenta de que su cuerpo se inclina por impulso y también huele al hombre. Irvin sonríe ampliamente, es como si dos canes estuvieran presentándose, Armin suelta una risita y entonces Eren se da cuenta de lo que sucede, alejándose del más alto con un sonrojo latente en su rostro.

— Lo siento —murmura desviando sus ojos verde azulados, pensando que quizás el contario pudo ofenderse.

Pero lejos de eso, Mike sonríe aún más complacido, volviendo a su asiento. Levi suelta un bufido y se sienta al otro lado del sillón mientras Eren camina quedando de pie a su lado. Armin sonríe ante la actitud de Eren, pensando en que su amigo realmente parece un perro fiel, siempre al lado de su Capitán, atento y listo para sus órdenes.

— Los mandé a llamar porque necesito de la ayuda de Eren para un asunto delicado —comienza a explicar Irvin tomando la carta que llegó por parte del Rey—. Eren, su majestad no quiere que Mikasa regrese al cuartel hasta que hayamos vuelto de la expedición. Ya estás al tanto de la necesidad del Rey por tenerla dentro de su guardia.

— Lo sé, señor.

— Y como su hermano, necesito que le hagas un favor. —Irvin invita al castaño a sentarse frente a su escritorio, a un lado de Armin—. Necesitamos que Ackerman no haga algo impulsivo, como volver sin el permiso del rey, para poder acompañarte. Eso podría poner su libertad en peligro. Por ello, a Armin se le ocurrió que le escribieras una carta pidiéndole que sea paciente, que se quede ahí y que espere a que vuelvas. Explícale que estando bajo la atenta tutela de Levi no te sucederá nada y que yo personalmente cuidaré de Armin.

Eren se gira levemente, casi por impulso, para toparse con esos fríos ojos un instante, antes de que Levi desvíe la mirada. El castaño traga con fuerza ¿tan débil es que todos deben estar cuidándolo? Sabe que cuidarlo fastidia a Levi, hacer de niñera. Eso provoca un profundo dolor en su pecho, no quiere ser una carga para nadie y menos para él. Vuelve su atención al frente cuando Irvin le entrega un papel y una pluma.

— Eren, debes escoger las palabras correctas, de ti depende que Mikasa pueda volver sana y salva —dice Armin con una sonrisa, en clara muestra de apoyo.

— Está bien —contesta el castaño frunciendo el ceño levemente mientras mira los ojos celestes del Líder de la Legión—. ¿Pero cómo podremos asegurar que mi hermana estará a salvo?

— Mike llevará la carta y se quedará a cuidarla —explica el rubio. Por supuesto él piensa en todos los detalles—. El rey no se opondrá, no puede hacerlo.

Eren devuelve su vista a la hoja y comienza a buscar las palabras que son tan importantes para que su hermana esté segura. Nunca ha sido bueno con ello, el expresar sus sentimientos de manera cuidadosa no es su fuerte. Solo actúa, dejando que las palabras escapen de su boca por mero impulso. Pero después de un rato se da cuenta que sólo hay una cosa que necesita decirle.

 

 

Mikasa…

Tú siempre has cuidado de mí y de Armin, pero esta vez será diferente. Necesito que me dejes cuidar de ti. Sabes que nos iremos en la expedición y no puedes regresar aún.

Espera por mí, Armin y todo el escuadrón, volveremos en una pieza. Y quiero que haya alguien dentro de los muros que me espere, que crea en mí. Así que no volverás al cuartel hasta que hayamos regresado de esta misión ¿comprendes? Más te vale que me hagas caso.

Porque ahora es nuestro turno de cuidar de ti.

 

Eren.-

 

 

El chico sonríe satisfecho cuando deja la pluma sobre el escritorio. Armin asiente con una sonrisa, dándole un apretón a la mano de Eren. Ahora solo queda esperar que la chica le haga caso, porque él volverá triunfante. No permitirá ser débil de nuevo.

 

 

 

 

 

Jean camina por el pasillo, está bastante aburrido. Si el incidente del experimento no hubiera ocurrido, en estos momentos él estaría terminando de instruir a los nuevos cadetes en la misión que se llevará a cabo mañana. Suelta un suspiro cansado alzando sus orejas cuando ve a Marco caminando unos metros frente a él. Por alguna extraña razón su corazón comienza a palpitar con rapidez, claro, eso es normal ¿no? Después de perder a su mejor amigo en aquella misión…

El castaño ceniza se acerca alzando la mano para posarla en el hombro de Marco, que da un brinco mientras se gira con los ojos muy abiertos ante el susto, pero cuando reconoce a Jean, suelta una risita nerviosa.

— Cielos —murmura llevándose la mano al pecho—. Me has dado un susto de muerte, no te oí caminar hacia acá.

— ¿En serio?

— Sí, bueno, de todos modos te estaba buscando, Jean —dice el moreno retomando su camino y restándole importancia al susto—. Te tengo una invitación.

— Ruge —suelta el chico sin poder evitar sonreír con ansiedad, con sus orejas alzadas atento a las palabras que saldrán de esa boca.

— ¿Vamos a la feria de la cuidad esta noche?

— Marco —comienza a decir Jean agitando la cola levemente—. No creo que sea conveniente ir a pasearme entre tanta gente con esto —apunta sus orejas puntiagudas mientras sonríe de manera irónica.

— Lo sé. Por ello pensé que al ser de noche no habría problema en que vayamos con las capas. Ya sabes, comienza a hacer bastante frío.

Jean vuelve su vista al frente, pero el moreno se inclina hacia él con una sonrisa tan radiante que provoca un sonrojo en las mejillas del contrario. Traga duro desviando la mirada, de verdad odia ese gesto tan perfecto de Marco.

— De acuerdo.

Marco exclama un “¡Sí!” mientras comienza a caminar más rápido, jalando al chico hasta el cuarto que comparten.

Una vez listos, salen del cuartel en sus caballos, a paso lento, disfrutando de ese momento de relajación antes de salir a una misión tan complicada. Jean observa a su amigo, que mira todo a su alrededor de manera muy atenta, pero tan tranquilo como siempre. Cuando llegan a la cuidad desmontan dejando a los equinos en uno de los postes destinado para estos.

Marco se adentra en la calle principal con entusiasmo, encantado con la decoración alegre, llena de faroles que cruzan de puesto ha puesto, que están ordenados uno frente a otro. La gente se pasea en familia, novios y niños sonríen sin cesar ante un ambiente de renovación para la humanidad. Sí, la libertad ya comienza a respirarse con mayor facilidad. Jean se mantiene caminando a su lado, un tanto nervioso e incómodo, ya que el peso de la capucha aplasta sus orejas, además que debe concentrarse en mantener la cola escondida bajo la capa de color verde estampada con las alas de la libertad.

Jean pronto comienza a dejarse envolver por el ambiente, los colores y velas con pantallas coloridas llenan su campo visual, a pesar de que pasa la mirada con rapidez, nota que puede distinguir todos y cada uno de los objetos con bastante detalle. También cuando inspira, un millar de olores hundan su nariz, pudiendo reconocer la mayoría de ellos.

Entonces se da cuenta de que el moreno lo observa atentamente, con una media sonrisa mientras caminan.

— ¿Qué?

— Pareces estar muy alerta —murmura Marco al notar los gestos rápidos y atentos de su amigo.

— Creo que son estos genes —comenta Jean bajando más de la capucha en su cabeza—. Todo esto me abruma de una manera bastante… genial.

— Me encantaría poder sentir de la manera que lo hacen ustedes después del accidente con la poción, con ese nivel tan desarrollado como el de un animal.

— No lo recomiendo en muchos aspectos en los que se vuelve una mierda incomprensible, eso de no saber qué me pasa, pero parece que también puede ser divertido.

Siguen su camino entre risas y comentarios bastante triviales, tan relajados como acostumbran cuando están el uno junto al otro.

De pronto Marco se detiene, toma la mano de Jean y corre hacia un puesto en particular. Una especie de corriente recorre el brazo del zorruno chico, agachando las orejas bajo la capucha al sentir ese calor apresar su palma y tragando duro intenta seguir a su mejor amigo hasta ese lugar que tanto ha llamado su atención, tratando de no darle mucha importancia a las sensaciones que le produce aquel tacto.

— ¿Qué se les ofrece, jóvenes? —Pregunta una señora mayor, con el pelo bastante canoso, pero de sonrisa amable.

— Me gustaría ese cepillo —pide el pecoso con una sonrisa tan radiante, que la señora no puede evitar sonrojarse levemente.

— Claro —responde ella tomando el objeto y guardándolo en una bolsa. Cuando recibe el dinero le entrega el paquete a Marco—. Seguro su novia tiene un cabello muy hermoso.

Jean pestañea rápidamente, luego observa a su amigo que se sonroja con notoriedad mientras se rasca la mejilla con el dedo índice, como siempre lo hace cuando está nervioso. Entonces Jean cae en la cuenta de que quizás su mejor amigo está con alguien y no se lo ha dicho. Se siente repentinamente molesto, siente sus orejas agitarse y frunce el ceño intentando concentrarse en mantenerse tranquilo, para que no se noten sus “características”. Pero… ¿por qué se ha enojado? Claro, es porque quizás Marco no le ha hablado de algo tan importante, sí, a eso se debe, su confianza de mejor amigo está herida.

O eso es lo que quiere creer.

El moreno suelta una risa melodiosa, que trae al chico de vuelta de sus pensamientos y deducciones.

— No es así —aclara Marco con voz temblorosa, bastante nervioso¾. Es solo un regalo para alguien muy querido…

— Bueno —continúa la mujer, presintiendo la incomodidad de su joven cliente—, pero creo que esa persona es muy afortunada. Eres un chico muy dulce, lo veo en tus ojos.

Marco sonríe aún más y Jean piensa si eso es posible, pero las palabras de esa señora comienzan a hacer eco en su mente mientras se giran para retomar su recorrido por la feria.

¿Quién será aquella persona tan afortunada?

Entonces el pecoso señala un puesto en donde venden varitas de madera con trozos de carne insertados, el aroma de la carne asada aturde su débil mente, haciendo que sus orejas se tensen y esa cola luche por agitarse un par de veces. Jean es el que ahora le toma la mano comenzando a correr hacia el caballero que les sonríe, haciendo un par de brochetas para ellos.

 

 

 

 

 

Levi observa el paisaje oscuro que se abre paso tras el vidrio de la ventana de su oficina. Sobre los árboles las estrellas se alzan y por la hora que es, todos ya deben estar durmiendo. Pero hay algo que lo tiene intranquilo. Eren siempre viene a su oficina a desearle buenas noches, pero esta vez no ha sucedido nada, sin mencionar el hecho de que ha estado muy cabizbajo últimamente. ¿Cómo no notarlo con esa cola metida entre sus piernas las 24 horas del día? Quizás sea el hecho de que está preocupado por su hermana.

El azabache suelta un gruñido sintiendo su cola agitarse, toma una antorcha de su oficina y camina rumbo al calabozo. Bajando la escalera se da cuenta del frío que hace en ese lugar y él odia el frío desde que esos genes han sido mezclados en él. Abre la puerta del calabozo que ya no usa llave.

Siempre ha querido llevar al castaño arriba, pero siempre algún enviado del rey venía a verificar que las condiciones de Eren fueran las que se decretaron cuando entregaron su custodia. Pero hace poco más de un año que nadie viene, quizás sería mejor trasladarlo, el frío de ese lugar es bastante molesto.

En la cama, bajo unas pocas sábanas duerme el castaño, con la boca levemente abierta y la expresión más relajada que Levi ha visto en él. Se acerca dejando la antorcha en la pared para cubrir más al chico con las mantas. Eren siente el movimiento y antes de siquiera poder abrir los ojos, aquel aroma tan delicioso inunda sus fosas nasales.

— Capitán —murmura el castaño, para luego abrir los ojos y toparse con los fríos del mayor.

— Si no te tapas, mocoso, te resfriarás.

Eren frunce el ceño, no quiere seguir siendo tratado así, él no es ningún mocoso débil. Él es un hombre que ya puede comenzar a cuidar de sus seres queridos, de la gente que le rodea.

Entonces Levi nota esa expresión en el chico, hay algo que le molesta y desde que está a su cargo, todo lo que le suceda al menor le importa aunque no lo admita en voz alta.

— ¿Qué es lo que te tiene así? —Pregunta el hombre cruzándose de brazos a un lado de la cama¾. Andas con una cara como si estuvieras estreñido ¿Tienes parásitos?

— ¡¿Parásitos?! —Exclama el joven algo incrédulo y ofendido—. Claro que no. No es nada.

Y ahí está, aquella señal que sólo Levi puede percibir. Eren jamás se contiene, siempre suelta todo lo que llena su boca acompañado de alguna acción imprudente, sin miramientos ni prejuicios. Levi suelta un suspiro, se quita el pañuelo dejando los primeros botones abiertos de su camina, las orejas perrunas del chico se alzan hacia delante, atentas, tan despiertas como el cuerpo del menor con aquel gesto por parte del felino. Ver esa piel descubierta provoca un sonrojo en él, haciendo que trague con dificultad.

Cuando Levi se sienta a un lado de la cama, Eren se encoje con brusquedad, sintiendo sus instintos despertar, queriendo tirársele encima, literalmente. Pero recuerda la orden de su Capitán, y él hará todo lo posible por cumplirla: controlarse.

— Escucha Eren —comienza a decir Levi con la mirada fija en la oscuridad frente a él, cruzando las manos y apoyando los codos en sus rodillas. Sin darse cuenta de la batalla interna del menor—. Eres una parte muy importante en todo esto. Tienes que transformarte allá afuera y para ello necesito que estés tranquilo y que des lo mejor de ti.

Levi gira el rostro, observando al menor. Esa mirada lo desconcentran haciendo que se funda en las esmeraldas líquidas de sus pupilas, tan bellas como la primera vez que vio aquellos ojos. Sí, el mayor siente la necesidad de estar junto a ese chico, de cuidarlo y de alguna manera, que jamás admitirá, sentirse protegido.

— Cuento contigo, mocoso.

Esas palabras resuenan por el calabozo, rebotando en la piedra de las paredes y llenando los oídos de Eren. Su corazón se dispara haciendo que sus ojos brillen por la emoción, apenas puede creer que su Capitán le esté diciendo aquello.

— ¿Es… es en serio?

— ¿Yo bromeo?

Guarda silencio, es cierto, el más bajo nunca bromea. No muchos entienden el sarcasmo, o que realmente lo que dice es verdad. Pero Erem estaba tan convencido de que Levi lo toma como un estorbo al que hay que cuidar, que aún no puede creer que cuente con él para la misión y que se lo diga tan explícitamente.

— ¡Pondré lo mejor de mí! —Exclama el castaño frunciendo el ceño mientras sonríe—. ¡No lo defraudaré, Capitán!

— Más te vale. —Levi se levanta tomando la antorcha mientras sale del calabozo, contento con la reacción del menor. Sí, así es precisamente Eren, tan efusivo como siempre.

— Ahora descansa. Nos vemos mañana.

Mientras camina rumbo a su cuarto, Levi se pregunta el por qué ese chico siempre ha llamado su atención. Entonces recuerda su primer encuentro, cuando vio el peligro, a una bestia reflejada en esos bellos ojos. Tan seguro, tan letal que provocó que su sangre se espesara con la emoción del mocoso.

En ese instante que lo recuerda, siente una placentera corriente recorrer su espalda, un escalofrío que lo hace estremecer. Sin darse cuenta, pensar en Eren le ha provocado un ramalazo de sensaciones extrañas. Pero claro, deben ser los genes del estúpido experimento de su loca amiga.

Cansado por el día tan largo y pesado, el azabache se dirige directo a la cama olvidando aquella sensación y entregándose al sueño que pronto lo deja inconsciente.

 

 

 

 

 

La puerta del muro se abre frente a ellos, después de haberles cortado las alas por casi tres años. Pero ahora es tiempo de retomar el vuelo y enfrentarse a los obstáculos que les esperan tras un mundo que por fin les pertenece.

Irvin siente aquella emoción en el pecho, la misma cada vez que sale al mundo exterior, la que tanto extrañaba. Con la adrenalina bullendo por su sangre, agita las riendas de su caballo dando la orden para que lo sigan.

Con un grito de emoción las Tropas cabalgan hacia la libertad.

 

 

Notas finales:

 

 

¿Con qué se encontraran fuera de los muros ahora que no hay titanes?

 

 

Con Levizuelas ♥

Lo siento, no sé de donde me salió eso xDD

Espero que les haya gustado el capítulo. Las relaciones avanzan y se descubren sus verdaderos sentimientos. Pero hay cosas que deben suceder antes de su total revelación.

Quiero agradecer a las personas que apoyan este fic C: espero no decepcionarlas ♥

 

Saludos y besos pegosos~


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