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Efectos Secundarios por Leana

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Notas del capitulo:

Lo siento! He venido tarde de nuevo D:

Pero es que encontré a un gatito de un mes de vida, se llama Amon ♥ Por ello tuve que comprar leche, prepararle una cama, averiguar sobre lo que necesita y aaaww, se me fue el tiempo volando :C

Pero aquí estoy y espero que este capítulo les guste~

 

 

Capítulo 6

 

 

 

 

Irvin aprieta los dientes. Como buen líder, se caracteriza por mantener el control bajo situaciones tensas, tomando decisiones difíciles y cruciales. Pero en esos instantes, el hombre no puede evitar que la preocupación caliente su sangre. Armin le importa, y mucho.

— ¿Cómo es eso? —Pregunta Irvin intentando sonar tranquilo.

—  Cuando comenzó la lluvia, él se puso un tanto nervioso, cayeron algunas ramas y tuvimos que separarnos, fue entonces que ya no lo encontré.

—  ¡¿Le habrá caído alguna rama encima?! —Exclama Eren que ha escuchado las palabras de la mujer, se acerca frunciendo el ceño y con las orejas totalmente tensas.

— No, ya revisé el lugar. Pero tampoco está en los alrededores.

Irvin traga sintiendo la espesa saliva escurrirse por su garganta. La preocupación lo embarga oprimiéndole el pecho. Sabe que Armin puede perder los estribos con facilidad debido a los genes de conejo que se funden en su cuerpo, esos que aumentaron el nerviosismo y la susceptibilidad en él. Poniéndose los dedos en el puente de la nariz, Irvin avanza unos pasos.

— Hanji —habla el Líder de la Legión, de manera firme y dura—. Llévanos hacia el lugar, debemos encontrar a Arlert cuanto antes.

Y dadas las órdenes, el escuadrón se dispone a saltar entre los árboles siguiendo a la castaña de lentes hacia el lugar donde perdió al chico.

A los pocos minutos se detienen a ver las ramas en el suelo, a varios metros de altura, pero no son más de dos. Descienden para observar a los costados, no hay señales de que hayan caído sobre Armin, además la mujer vio cuando él las esquivó. Irvin mira en los alrededores frunciendo el ceño por la preocupación que comienza a crecer. Se gira hacia Eren y le hace un gesto con la mano para que se acerque.

— Eren. —El chico lo mira atento, con las orejas alzadas en clara alerta—. Necesito que lo rastrees con tu olfato, Jean puede ayudar.

— Sí, señor —asiente el menor girándose hacia Jean.

Eren cierra los ojos e inspira intentando concentrarse, pero ningún aroma lejano llega hasta él. Frunce el ceño activando su equipo para alzarse hacia una rama alta. La brisa le llega de lleno en el rostro, se apresura en volver a cerrar sus verdes ojos para luego inspirar profundamente. Entonces nota ese leve aroma dulzón que caracteriza a Armin. Es delicioso, pero no como el de Levi, sino como el de algo comestible para su gusto.

Jean salta deteniéndose tras él y se acerca con lentitud. Eren da un respingo cuando el castaño le toca el hombro.

— Mierda —se queja Eren con un gruñido—. Me asustaste, no te oí.

— ¿Sientes eso…?

Eren sabe que se refiere a los toques dulzones en el aroma del bosque, ese aroma que trae la brisa hacia sus rostros. Jean desciende para avisarles a los demás que deben seguir a Eren. El chico perruno se deja guiar por el olor que inunda sus fosas nasales, hacia donde se vuelve más fuerte. El viento ayuda mucho y con sus giros, él también gira. Saltando entre los árboles pronto llega hacia un tronco donde desprende el olor dulce, pero aún más espeso. Eren se detiene frente al tronco y ve una mancha roja, huele reconociendo la sangre y siente sus instintos de cazador activarse de una manera casi salvaje. Sacude la cabeza y mira hacia abajo, logrando ver en el fondo, justo en el suelo, un bulto.

Da la señal de que ha encontrado al Armin, desciende con rapidez y ve su cabellera rubia manchada en sangre, sus largas orejas caídas y su respiración es débil. El castaño se arrodilla a su lado tragando con fuerza.

Hanji no tarda en llegar a su lado. Revisa la cabeza del chico y se gira para ver a Irvin acercarse.

— Debemos llevarlo rápidamente al castillo, aquí no puedo examinarlo del todo bien —explica la mujer quitando el cabello de la herida—. Al parecer se ha golpeado contra un tronco, puede tener astillas en la herida.

— Está bien, nos vamos ahora —decide Irvin mirando a Levi.

El capitán se gira para adelantarse, con el fin de tener las carretas y los soldados listos para no retrasar la vuelta a los muros. Irvin toma el cuerpo del chico y se alza entre los árboles rumbo a la entrada del bosque. Una vez allí, se ordena la retirada con urgencia, optimizando una carreta para la asistencia de Armin. Eren mueve su cola de manera brusca, preocupado por su mejor amigo mientras las puertas de los muros se alzan para dejarlos entrar.

La gente se aglomera en la entrada, sus miradas esperanzadas recaen sobre la Legión de Reconocimiento cuando cabalgan por la calle. Irvin siente la nostalgia alojarse en su pecho, recordando ésos días en que la gente aún creía en ellos, en su misión. Saber que recuperan la confianza del pueblo, le hace sentir que sus antiguos camaradas no murieron en vano. Que sus vidas por fin valen algo.

Apuran el paso para atender a su único camarada herido. Dentro del cuartel, Marco y Eren llevan a Armin en una camilla hacia la enfermería. Irvin lo sigue de cerca, el chico es muy preciado para él y realmente se sentiría terrible si algo le pasara, después de todo está bajo su cuidado. Pero sabe que también tiene responsabilidades, y con una mirada de absoluta confianza mira a Hanji, antes de ir hacia su despacho para redactar el informe de su expedición.

Tras su escritorio, intenta concentrarse. Irvin siempre ha sido muy bueno en controlar sus sentimientos. En mantener la calma ante cualquier situación. Pero no puede explicarse el hecho de que Armin lo descoloca completamente, le quita el juicio. No puede evitar estar pendiente y preocupado del menor. Sacude la cabeza ante el rumbo de sus pensamientos y frunce el ceño tomando la pluma para untarla en el frasco de tinta y ponerse a escribir.

Las palabras “exitosa” y “libre” son trazadas de una manera especial. Con el significado plasmado con tinta en el papel. Trazando el destino de la humanidad, cuando el documento llegue a manos del Rey.

 

 

 

 

 

Hanji se gira cuando la puerta se abre tras ella. Eren camina a paso silencioso, seguido de Irvin. El castaño se sienta a un lado de la camilla mientras el mayor se dirige hacia la chica, que le sonríe para calmarlo. Ella conoce demasiado bien a su viejo amigo y sabe que Armin le importa de sobremanera.

— Estará bien —dice Hanji para luego mirar a Armin aún inconsciente, con una venda en su frente—. Sólo necesita descansar.

— Me alegra oír eso —suelta Irvin con una sonrisa cansada.

— Eren, debemos ir al laboratorio para comenzar con los exámenes.  —El chico alza la vista y asiente.

La mujer quiere chequear su sangre para descubrir en qué afectó la poción sus genes titánicos. Ambos se dirigen rumbo a la puerta y el mayor anuncia que se quedará con Armin en tanto la chica vuelve.

Irvin se sienta en una banca al lado de la cama. La respiración de Armin es acompasada, sus largas orejas descansan caídas a ambos lados de su rostro, dándole una imagen de extrema debilidad. El mayor se muerde el labio, debió poner más atención en el chico, sabe que los conejos suelen asustarse con mucha facilidad, además del nerviosismo que les da altas descargas de adrenalina, lo que los vuelve torpes en ciertos aspectos.

Alrededor de una hora más tarde, el menor se queja abriendo los ojos con lentitud. El aroma aséptico del lugar asalta su nariz, su visión se aclara y puede distinguir la enfermería. Armin intenta incorporarse, pero el dolor agudo en el costado de su cabeza le hace soltar un quejido sutil, de todos modos se sienta en la camilla y nota el calor a su costado. Irvin está dormido a su lado, su semblante que es la mayoría del tiempo serio, ahora está relajado. Tranquilo. Se ve muy apuesto, con el cabello rubio algo desordenado y sus labios entre abiertos. Armin traga duro, jamás pensó que el Líder de la Legión pudiera verse aún más guapo de lo que ya es a sus ojos.

Armin siempre ha admirado al hombre que ahora está dormido a su lado, apoyando la cabeza sobre el colchón. Con una determinación inquebrantable, decisiones siempre acertadas y planes totalmente inesperados, Armin siempre se deja sorprender por su sabiduría. Admiración que pronto se ha convertido en algo más. A veces el chico se queda embobado mirando ese fornido cuerpo, con cicatrices que adornan su blanca piel, cada dura fibra que se define sobre sus trabajados músculos. Entonces Armin se da cuenta que gracias a sus pensamientos tiene una erección.

Maldita sea.

Jamás le había sucedido algo así con anterioridad. Pero desde que tuvo el accidente con esa poción, su cuerpo responde hasta el más mínimo estímulo. El sonrojo azota sus mejillas, encoge las piernas en un intento por esconder el descarado bulto entre ellas, cuando el movimiento despierta al más alto.

— Armin —murmura Irvin mirándolo con una sonrisa tranquila, aunque con un deje de felicidad—. Me alegra que por fin hayas despertado.

— Siento haberlos preocupado —se disculpa el menor desviando la mirada.

— ¿Cómo te sientes?

— Algo adolorido, no recuerdo mucho. Sólo que el gancho se resbaló en el tronco y no pude recuperar el control. Entonces caí y… cielos, duele.

Irvin se levanta rodeando la cama, deteniéndose en una mesita al costado de esta. Toma unas pastillas, sirve un vaso de agua y se lo lleva al menor, que lo mira con sus grandes ojos azules.

— Toma, te sentirás mejor.

— Gracias —dice Armin recibiendo las blancas pastillas y llevándoselas a la boca.

Irvin se sienta a su lado sobre el colchón, de frente a él. El menor termina de beberse el vaso de agua y se lo entrega para que lo deje sobre la mesita nuevamente. Irvin se inclina hacia Armin, toma su rostro y lo gira hacia los lados para revisar que la herida haya dejado de sangrar. La venda está limpia, por lo que el mayor sonríe satisfecho para bajar la vista hacia el menor.

Cuando sus ojos se encuentran, el ambiente se tensa de manera abrupta. Irvin se pierde en esos ojos azules como el cielo, grandes y totalmente bellos, lo cautivan de una manera desconocida. Nota el sonrojo que se extiende por los pómulos de Armin, que lo mira expectante, y solo entonces Irvin se da cuenta de lo que está pasando: su boca está a escasos centímetros de los labios del chico.

Parpadea varias veces, el mayor se siente desorientado y comprender la situación es como un balde de agua fría sobre su cuerpo. Se levanta de manera abrupta y camina directo hacia la puerta, al poner la mano en el pomo, se gira levemente.

— Le diré a Hanji que venga a revisarte cuando termine con Eren. Que descanses.

Sus palabras suenan duras, excesivamente frías. Y eso cala en lo más hondo de su pecho, haciendo que Armin contenga la respiración hasta que la puerta se cierra tras el hombre del cual ha estado enamorado hace más de un año.

Y que ahora lo ha dejado solo y confundido.

 

 

 

 

 

Después de almorzar, Jean se va a tomar una siesta por orden de Hanji. Los zorros tienen hábitos mayoritariamente nocturnos, por lo que el chico está la mayor parte del día bostezando, y ella necesita que el chico descanse, ya que le realizará unos exámenes por la tarde. Mientras camina por el pasillo, Jean ve a Sasha parada fuera de la habitación que él comparte con Marco. Frunce el ceño al ver al azabache salir, ofreciéndole a la chica una amplia sonrisa, tan relajada como siempre, ella le aferra por el brazo y lo jala rumbo a quién sabe dónde.

Jean tensa sus orejas zorrunas, se muerde el labio cuando un sentimiento espeso y caliente, como bilis, se desliza por su garganta. Aprieta los puños y sin darse cuenta los sigue, agradeciendo lo sigiloso que se ha vuelto. Gira por el pasillo viendo a su mejor amigo salir por la puerta de atrás, justo después de cederle el paso a la castaña-cobriza. Jean se detiene ahí mientras un desagradable pero inevitable pensamiento surca su mente confundida: ellos tienen algo.

Siente los celos abrirse paso por su pecho, que se me oprime impidiéndole respirar con normalidad. Suelta un jadeo y se gira de vuelta al cuarto mientras su cola se agita con brusquedad. Cierra de un portazo y se tira sobre la cama. El chico zorruno aún tiene el ceño fruncido con brío y la ira calienta su cuerpo, sus orejas están tensas. Lo peor es que no entiende el porqué de esos sentimientos. Tampoco le dará vueltas, eso no es lo suyo.

Cuando llega la tarde, el viento frío se cuela por la ventana abierta, haciendo que Jean se estremezca ante la brisa mientras abre los ojos. Suelta un suspiro, en cuanto sale del letargo producto del sueño,  la imagen de Sasha y Marco escabulléndose como dos amantes hace que el chico suelte un gruñido. Se levanta rumbo al baño del cuarto: un lujo de vivir en el cuartel. Vierte agua en la fuente bajo el espejo, que sirve para lavarse las manos y esas cosas, y se moja el rostro mientras observa su reflejo, nota que sus orejas están aún tensas, y las siente entumecidas. Alza las manos y las masajea, sintiendo la suavidad de la delgada piel.

Suelta otro suspiro y maldice al pecoso casanova.

Llega al laboratorio de la mujer y toca un par de veces, la voz de Hanji lo invita a pasar. Ve a la mujer caminar de un lado a otro, se nota ocupada, cuando lo ve le sonríe señalándole la silla junto a una mesita metálica.

— ¿Y bien? —Pregunta sentándose frente a él mientras le desabrocha el puño de la camisa y la arremanga para dejar libre el brazo del menor—. ¿Porque esa cara?

— No es nada... ¿acaso debería pasarme algo? —Responde Jean con voz irritada, Hanji sonríe levemente dándole unos golpes a la jeringa que contiene un líquido azuloso.

— Tu humor me lo corrobora —dice enterrando la aguja, la cual el chico apenas siente. Se nota que la mujer es muy buena en lo que hace—. ¿Peleaste con Marco?

— ¿Porque piensa que tiene que ver con él?

— Pues porque no te ha acompañado al examen y siempre están juntos, además la forma en que desvías la mirada al nombrarlo me dice que algo sucede con él.

El chico da un respingo al recordar el asunto. — ¿Aparte de científica, es vidente? —Piensa Jean agachando sus orejas zorrunas levemente. Ella tiene una intuición agudísima, o tal vez es porque él es demasiado transparente y sincero. La mujer saca la aguja y toma otra para sacar sangre. El líquido rojo llena el envase y Hanji presiona un algodón cuando quita la aguja.

— Solo díselo.

— ¿Hu? —Jean se queda estupefacto, totalmente desconcertado por esa frase.

— Dile lo que te molesta, son mejores amigos ¿no? —Prosigue la mujer con voz suave y encogiéndose de hombros.

Una extraña sensación recorre la columna vertebral del chico. No quiere que Marco se aleje de él, no de nuevo. Pero tampoco es tan fácil decirle que está celoso. Esperen, no, él no está celoso. Lo que sucede es que le hubiese gustado enterarse por boca del pecoso, y no haberlo atrapándolo con las manos en la masa. Sí, eso es lo que lo tiene tan intranquilo. Jean se muerde el labio, siente sus colmillos rasparle, así que suelta el agarre.

¿Qué son todos esos extraños sentimientos?

 

 

 

 

 

Jean sale hacia el patio, buscando el consuelo del aire fresco para aclarar sus ideas. Aspira el aroma a bosque que proviene de la parte de atrás del cuartel con una sonrisa, aún le parece fascinante el poder de su olfato y vista. Mira el cielo naranja mientras intenta discernir los sentimientos que se arremolinan en su cuerpo.

Todo es muy confuso. Quizás está tan sensible con todo lo que a su mejor amigo concierne porque ya lo perdió una vez y ese miedo jamás se irá.

¡Maldita sea! Es tan complicado…

— ¡Que te quites, Pony!

La voz de Eren lo trae de golpe a la realidad, junto al empujón que le ha dado. Jean parpadea un par de veces, aún está parado en el marco de la puerta. No es que el chico no le haya cedido el paso, simplemente estaba perdido en sus pensamientos y no lo escuchó antes. Pero eso da igual, Eren lo ha golpeado y la rabia ahora bulle toda hacia el castaño.

— No es mi culpa que estés gordo, perro —le suelta mordaz, mirándolo con sus orejas hacia atrás, en claro signo de amenaza.

— Tú eres el gordo y ancho que tapa toda la puerta —le responde Eren mirándolo fijamente.

— ¿Ah, sí?

Jean alza las manos y le da un empujón, casi nunca es el que empieza, pero Eren se ha cruzado en el momento menos oportuno y sus instintos territoriales se apoderan de su cuerpo. Eren reacciona como la pólvora con patas que es, gruñe mostrando sus colmillos gruesos, de punta redonda, y sus orejas se echan hacia atrás. Jean hace lo mismo y muestra sus dientes con un siseo amenazante. Sienten ese instinto animal cegándolos, el cazador que está dispuesto a defenderse.

— Deténganse ahora, par de mocosos.

Pero esa voz, autoritaria y ronca los trae de golpe a la realidad. Ambos dan un último gruñido y Jean le da la espalda al castaño, agitando su roja cola, para salir por la puerta sin mirar al mayor que los ha reprendido.

— ¡Eso! ¡Huye! —escucha gritar a Eren.

— Él por lo menos es inteligente, y como veo que te encanta perder el tiempo en peleas, tú serás el que irá a limpiar la cocina. Hanjie cocinó hoy y dejo todo asqueroso.

— Sí, Capitán.

Eren suelta un suspiro cansado, Levi es muy estricto con él y siempre le ha dicho que no le gusta que ande peleándose con sus compañeros.

Jean camina por el patio, deslizando sus botas por el pasto frío por a falta de sol. Llega a las caballerizas, quizás visitar a su caballo le ayude a despejar la mente. En la entrada sus orejas zorrunas captan risas, y cuando asoma la cabeza ve a Marco salir de un corral. Y Sasha lo sigue. — “Más que seguro que se estaban besuqueando entre la mierda de caballo”. —piensa Jean tensando sin dejar de mirarlos.

Maldita sea.

Aprieta los dientes, pero no lo culpa: Sasha es linda. Bella de una manera exótica, con una personalidad excéntrica y dulce. Ella sería capaz de hacer muy feliz a su querido amigo.

Se gira sobre los talones y vuelve al castillo con semblante de clara resignación. Al llegar a la biblioteca se arroja sobre una silla frente a la mesa principal. Esa tarde quedó de juntarse con Armin, que dieron de alta ayer, para una lección sobre los zorros; así podrá entender mejor sus nuevos instintos y sentidos. De pronto a puerta se abre y baja los pies de la mesa. Ve al rubio abrir los ojos ante el asombro, sus orejas se alzan largas y atentas a cualquier sonido.

— Llegas temprano, Jean —dice el chico con una sonrisa, camina hacia un estante y saca un libro grueso—. ¿Sucede algo?

— ¿Porque todos preguntan eso? —Contesta frunciendo el ceño, acomodando su cola tras el respaldo y cruzándose de brazos.

— ¿Por tu humor? —rebate el conejito con ironía.

Armin se sienta frente a su amigo y abre el libro, ojeando entre las hojas y alzando su mirada con una sonrisa.

— Bien, Jean. Comencemos —dice Armin leyendo algunas líneas del texto—. Los zorros se destacan por defender su territorio con fiereza, además de ser celosos, protegen a su pareja aunque arriesguen su propia vida. Además escogen solo a una para toda la vida y se quedan con su hembra incluso para criar a los cachorros, a diferencia de otros animales macho que abandonan las crías con su madre.

— ¿Ah, sí? —Pregunta moviendo la cola un par de veces, notablemente intrigado mientras se inclina sobre la mesa.

— Sí, por eso creo que eres así de protector con Marco —dice el chico con una risita suave.

— Por supuesto, él es mi mejor amigo —le dice desviando la mirada, como si fuera lo más obvio.

— Tienes razón —concuerda el blondo—. Seguramente fue muy difícil haber aceptado el hecho de perderlo. Pero lo bueno es que volvió ¿no?

Entonces Jean recuerda lo que sucedió durante su primera misión. El dolor en su pecho cuando no pudieron encontrar a Marco por ninguna parte, para después encontrar su cuerpo, o lo que creía era su cuerpo, mascado por un titán. Una parte de él murió también. Pero recuperó a su amigo… y no lo volverá a perder.

De alguna manera tendrá que dejar su orgullo de lado, si Marco no quiso decirle que está con Sasha, tendrá algún motivo ¿no?

Reanuda la clase de Armin, que le explica que los zorros pueden recorrer varias distancias, además de su desarrollado sentido del olfato y de audición. También leyó que tiene un complejo sistema de comunicación mediante sonidos; sigilo innato, lo cual explica por qué todos se quejan cuando aparece de repente.

Después de un rato ambos se van a la cocina, donde ayudan a Christa a arreglar la mesa para cenar. De pronto Armin abre la puerta del alto mueble para sacar algunas cosas y cuando la cierra da un chillido.

— Es la cuarta vez que sucede —se queja el blondo acariciando sus orejas.

Jean suelta una risa bastante burlesca, a lo que Armin lo mira serio, cruzándose de brazos. Las orejas largas del chico quedaron atrapadas entre la puerta del mueble y por ello Jean no puede dejar de reír. El rubio suelta un bufido y rodando los ojos camina hacia la mesa para dejar algunos utensilios.

— Lo siento, Armin —se disculpa Jean con una sonrisa suave—. Deberías inclinar tus orejas hacia atrás.

— Lo sé. Pero el peso de mi largo cabello no me deja moverlas con total libertad.

— Ya veo —murmura el castaño, cambiando su sonrisa de arrepentimiento por una audaz—. Tengo una idea.

Armin traga con fuerza, no le gusta mucho la mirada de su compañero de batallas. Pero Jean se ve tan entusiasmado que no sabe cómo decirle que lo que sea que esté pensando le trae mala espina.

 

 

Notas finales:

 

¿Qué es lo que hará Jean?

 

Al final el pobre Armin tuvo un accidente y para varias Irvin es un pesado…

Pero bueno, todos tienen sus razones.

Lo ocurrido a Marco se aclarará mas adelante, de nuevo les pido algo de paciencia, lo cual les agradezco enormemente y repito… será compensada con todo mi amorsh pornoso de la vida ♥

Sus reviews siempre son amados, muchas Leana’s han sido salvadas xD

 

Saludos y besos pegosos~


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