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Heart Miracle por ZioneSqualle

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Notas del fanfic:

Un fanfic de drama esta vez c: espero les guste

Saludos

ZioneSqualle

Notas del capitulo:

Muy buenas, criaturitas de la evolución :v Ésta vez me paso un poco al lado del drama, dejándoles esta pequeña idea c: Durará unos 4 o más capítulos, mas unos muy sentimentales. Espero les gusta

Saludos

ZioneSqualle

       Bajo el árbol de cerezo, ambos se vieron por primera vez.

 - Hola

 - H-hola...

       Bajo el árbol de cerezo, ambos hablaron por primera vez.

 - ¿Qué haces aquí tan solo?

 - No tengo a nadie.

 - ¿Y tus padres?

 - No lo sé...

 - ¿Y tus amigos?

 - No tengo...acabo de llegar.

 - Ya veo - el muchacho de cabello blanco y ojos verde esmeralda se sentó junto al muchacho de cabello negro y ojos morados - Entonces es mi responsabilidad ser tu amigo.

       Bajo el árbol de cerezo...su historia comenzó.

 

 

 

 

 

 

       Hiro nació en una familia acomodada. Vivía en una casa cerca a un acantilado, alejada del pueblo, mas era la única que tenía una hermosa vista, y el jardín trasero más grande, rodeado por una cerca blanca para evitar que alguien cayera hacia su muerte.

       Hiro era conocido por todos. El pueblo era tan pequeño que cada quien sabía el nombre del otro. Era conocido como el "niño prodigio". A los 5 años hizo su primer juguete. A los 7, su primer juguete móvil. A los 8, su primer juguete automático. Contaba con todo lo necesario para poder dejar su capacidad creativa surgir.

       Cole era un niño huérfano. Iba de pueblo en pueblo viviendo de la caridad, aunque esa vida no le incomodaba en absoluto. Podía viajar por los lugares que le apetecían desde los 6 años. Vagaba por las carreteras de tierra, viendo las carretas tiradas por caballos o bueyes pasar. Su kimono azul tenía tantos remiendo que apenas se notaba el color original. Mas aún así era feliz. 

       El pueblo donde Hiro vivía tenía una pequeña plaza, era un lugar muy tradicional. Las personas hablaban cada día, y casi nunca se veía a alguien triste. Una de las principales atracciones era el enorme árbol de cerezo que crecía justo en pleno centro. Aquella primavera, las flores habían brotado, mientras algunos pétalos rosáceos caían sobre los caminantes. Hiro siguió la trayectoria de un pétalo, que se posó delicadamente en el suelo, al frente de un niño de cabello negro con un kimono remendado.

       Fue bajo el árbol de cerezo, donde ambos consolidaron su amistad a los 12 años. 

       Ambos eran inseparables. Cole no quiso volver a vagar por las carreteras, sentía que su lugar estaba allí, al igual que su corazón. Una pareja de vendedores lo adoptaron, y lo dejaban visitar diariamente a su mejor amigo.

       La vida perfecta para ambos.

 

 - El color de tu cabello.

 - ¿Qué pasa? - Hiro usó su tono animoso de siempre, mientras ambos se recostaban en la hierba de una colina cercana.

 - Es blanco.

 - Tonto, es así todos los días - sonrió abiertamente, había sido difícil hacer que Cole dejara de ser tan tímido.

 - Ya lo sé. Me gusta mucho - volvió a mirar el cielo, con una pequeña e inocente sonrisa en sus labios.

 - Conozco esa mirada, estás pensando algo.

 - Sí...me gustaría tener un nombre para ti.

 - Ya tengo uno, es Hiro. Hi-ro - rió un poco.

 - Lo sé. Me refiero a un nombre que sólo yo pueda usar. Todos te llaman Hiro, y todos me llaman Cole. No quiero compartir tu nombre con todos.

 - Entonces cámbiamelo

 - ¿Eh? 

 - Has un nombre para mí - giró la cabeza, viendo fijamente al chico pelinegro, mientras mantenía su eterna sonrisa - Me haría muy feliz

 - Y-ya veo - Cole le devolvió la sonrisa, ligeramente sonrojado - Blanco...como la nieve. Nieve...Niev.

 - ¿Niev? - se trabó un poco al decirlo, mas luego volvió a sonreír - Suena algo extraño.

 - ¿No te gusta, verdad? - había tristeza en los ojos del más alto.

 - ¿Es broma? - se incorporó un poco, para luego abrazar fuertemente a Cole.

 - ¡H-hey, nos p-pueden ver!

 - No importa, me encanta - rió dulcemente, mientras el pelinegro le acariciaba la cabeza con una sonrisa tímida.

       Ambos pasaban mucho tiempo juntos. A los 14 años, Hiro empezó a desarrollar un proyecto totalmente nuevo. Nadie podía saber de qué se trataba, excepto, su mejor amigo.

 - ¿Un robot?

 - No un robot. Un autómata capaz de sentir.

 - Es lo mismo para alguien que no es un prodigio, Niev - arqueó las cejas, al ver los extraños metales que no tenían sentido para él tomando una forma extraña.

 - Bueno, llamémoslo robot. Entonces tú serás Humano para mí. ¿Te parece bien, Humano? - le dió golpecitos en la punta de la nariz, mientras repetía la última frase sílaba por sílaba riendo.

 - Ya entendí, es un automóvil capaz de sentir.

 - Sólo dile robot.

       Cole se encogió de hombros, para luego acariciar la cabeza del cabello del chico de ojos verdes. Aquel contacto ardía, para ambos. La zona que tocaba el otro tenía llamaradas de fuego agradables, mas no podrían contárselo al otro. 

 - Necesito ir a comprar un poco de metal al mercado. ¿Vienes conmigo?

 - Hoy es viernes 13.

 - ¿Y?

 - Es día de mala suerte. No saldré de casa hasta llegar las 13 horas.

 - Pero faltan 2 - hizo un puchero adorable - Vamos... - arrastró la última sílaba para intentar convencerlo.

 - Quizás más tarde...

 - Eres malo - Hiro salió sólo de casa. Al poco rato una mano lo tomó del hombro.

 - No me gusta estar solo.

 - A mí tampoco, bastardo.

 - No te molestes, Niev, pero en un viernes 13 pasan cosas muy malas... - se estiró alzando los brazos, para luego recogerlos detrás de su cabeza.

 - Pues déjame informarte que en los viernes 13 hay buenos descuentos de metal - sonrió alegremente, antes de empezar a correr. él sabía que el chico de cabello negro iria tras de sí.

 

 

 

 

 - Niev...te amo - Cole nunca se había sonrojado tanto. Había dicho por segunda vez aquello. Ambos tenían ya 17.

 - C-cole

 - Desde aquel dia en el que nos conocimos, mi corazón ha ido creciendo. Llenándose por ti. Aprendiendo a amar de nuevo.

 - P-pero...somos hombres...esto...

 - No me importa lo que diga la gente - se acercó unos pasos, posando sus manos en los hombros del peliblanco. Ambos habían crecido, mas Cole era por lo menos diez centímetros más alto que Hiro - No quiero rendirme.

 - C-cole...yo...

       El mayor puso suavemente sus manos en las mejillas del menor. El contacto ardía de forma cálida y dulce. La habitación de Hiro se volvió un espacio vacío. Sólo existían ellos dos. Hiro colocó sus manos encima de las del chico que tenía enfrente, ambos se acercaron lentamente, para rozar levemente sus labios. Tenían miedo, mas era una sensación tan cálida que recorría todo su cuerpo, que no podían quedarse sólo así. Se apegaron lentamente, profundizando el primer beso de ambos, para luego separarse levemente y respirar. Estaban sofocados, mas felices.

 - Déjame continuar

 - Cole...

 - Niev...no quiero separarte de mí - llevó la mano del chico a su pecho - Siente, late demasiado rápido. Nunca se sintió así. Quiero sentir esta calidez irradiar por mi cuerpo el resto de mi vida.

 - Y-yo también...

       Ambos se entregaron de la forma más dulce que podían al otro.

       Dos cuerpos desnudos se abrazaban en la noche, durmiendo plácidamente. Intentando alargar el momento para siempre.

 

 

 

 

 

 - ¿Qué parte se supone que és esa?

 - La mandíbula.

 - ¿Y ésa?

 - El cráneo, o lo que recubre el cerebro artificial.

 - ¿Y ésa?

 - Ése es el destornillador

       Hiro rió ante el comentario de Cole. Las peizas del que sería su autómata al fin empezaban a tomar forma. La cabeza, el pecho y un brazo estaban casi completamente terminados. Sólo faltaban ensamblarlos y  terminar el resto. Habían cumplido 20. Cole había heredado la tienda de sus padres, quienes ahora podían descansar tranquilamente gracias a que su hijo velaría por ellos. Hiro vendía juguetes populares, lo que mejoró la inversión de ambos considerablemente.

 - Sigo necesitando metal...

 - Siempre necesitas

 - Y siempre vienes conmigo.

 - Soy un terco - sonrió, dándole un beso en la frente a su pareja.

 - Entonces tenemos que ir rápido.

       Hiro se levantó de la silla en la que trabajaba, tomando inmediatamente un bolso grande donde tenía dinero y espacio para lo que le faltaba.

 - Hoy es viernes 13.

 - No sigas con esas supersticiones...cada vez que lo dices no pasa nada

 - Es que - se llevó la mano al pecho - Siento que algo va a pasar hoy.

 - Como sea...si quieres puedes alcanzarme. Volveré pronto.

 

 

 

 - Ésta estará bien. 

 - Vas a arruinar mi negocio si sigues comprando mi metal así - la anciana le sonrió, mientras entregaba los hilos y planchas a simpático cliente fiel.

 - No es nada, me sirve de mucho - le sonrió, a punto de irse.

 - Espera...quería darte algo como agradecimiento por haber venido tanto tiempo. Yo no tengo tiempo, así que creo que es mejor que tú lo tengas.

 - ¿En serio? ¿A qué se refiere?

       La anciana sonrió, para luego sacar de debajo de la mesa una maseta con un brote de árbol.

 - ¿Un árbol?

 - No es cualquiera, es un árbol de flor de cerezo. Es hermoso en primavera, y con los cuidados necesarios, podrá crecer como el de la plaza.

       Instintivamente, Hiro volteó hacia aquel árbol, para ver a su Cole observándolo, mientras los pétalos caían en sus hombros. Su cabello negro hasta los hombros se agitaba levemente. Era una imagen realmente pacífica.

 - Muchísimas gracias - sonrió una última vez a la anciana, para luego caminar hacia el chico - ¡Cole! Mira lo que me acaban de dar...

       Cole oyó la voz de Hiro, mas en el momento en el que volteó, una carreta, a lo lejos, soltaba las sogas. Los bueyes que la tiraban, aterrados, corrieron sin parar. Hiro no dió un paso más, esperando a que Cole se acercara. Fue cuando los gritos de terror empezaron. Cole giró la vista, y luego fue paralizado por el miedo.

       Hiro soltó la maceta, dejando que la tierra se desparramara, mientras gritaba el nombre de la persona que más amaba.

       La persona que perdía la vida frente a sus ojos.

Notas finales:

Ésta es la primera parte, espero les haya gustado

Saludos

ZioneSqualle


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