Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No llores cascanueces. por Doki Amare Peccavi

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Les souvenirs Peccavi

Acto 3: Viento suave

 

Clara y el príncipe viajan entonces a un mundo donde un grupo danzante de copos de nieve los saludan y donde hadas  les dan la bienvenida bailando.

 

Cuando el anochecer llegó Deniss paró su caminar, había dejado la tristeza a muchos pasos de distancia, y sus lagrimas secas ya no dolían, el murmullo a su espalda, seguían sus pasos desde hacía ya unas horas y él no sabía hacia dónde caminaba, todo era tan blanco y sin algún rastro que le asegurase que no había pasado por ahí…. las “hadas” no se alejaban, había notado ese polvo incomodo que salía de sus alas, eran cuerpos turquesas y resplandecientes ¿En verdad eran hadas…?

 

Es ilógico que piense que esto no es un sueño — Entonces Deniss, se viró hacía ambos sin decir nada, parecía su mirada un poco más tranquila de lo que unas horas atrás les había parecido — ¿Porqué me han seguido el paso todo este tiempo?

 

— No queremos que te pierdas —  Mencionó el cascanueces, Deniss frunció el ceño —

 

—  Creíamos que podrías ayudarnos a encontrarla — El Rey rata soltó un suspiró y se posó junto al cascanueces —… pero nos equivocamos, ahora sólo estábamos siguiéndote porque es obvio que no sabes en dónde estás y porque no has querido escucharnos,  el cascanueces conoce bien estos lugares, incluso yo lo he notado, pero tú no… Esperábamos que te dieses cuenta, pero todo lo que has hecho es — Dijo en tono sincero — caminar sin rumbo, esperando que el momento de despertar llegue.

 

—  Pero Deniss, en verdad no estás soñando.

 

— No puede ser real. — Dijo con un puchero en los labios, el castaño sonrió ante la cómica imagen del rubio, el cascanueces le reprendió con una mirada inmutable.

 

— Seguro que estás tan cansado por haber caminado todo el día — El cascanueces se acercó hacia Deniss, le tomó de la mano, la madera fría le dio un poquito de confianza, a pesar de lo incierto y ridículo que le parecía todo, empezó a sentirse un tanto más tranquilo —

 

— ¿Porqué estoy aquí? Recuerdo las enormes ratas y…

 

— Es extraño, incluso yo no lo entiendo — Interrumpió el cascanueces, — no sabría cómo decirte lo que no tiendo, pero confía en nosotros… cree que esto es real, cree en las hadas y en cada rincón de este lugar — Deniss no dijo nada más, pero muy dentro de sí, el cascanueces sabía que, el rubio, se estaba esforzando por confiar en sus palabras, el castaño sugirió que se refugiasen esa noche, el cascanueces los guió hacia una cueva enorme, las hadas iluminaron el lugar y ellos se dejaron caer sobre la nieve, porque a dos de ellos nada les ocurría, por el contrario a la rata, el pesar del frío comenzaba a hacer estragos sobre su cuerpo.

 

Deniss comenzaba a quedarse dormido, no recordaba haber caminado tanto, el castaño de pie y el Cascanueces sentado, recargando su espalda sobre las paredes del lugar. Ante el resplandor cálido de las hadas terminó por hundirse en un sueño profundo. Y pasaron las horas y Deniss era el único que entre tanta confusión había podido descansar.

 

—  Cascanueces… tengo mucho frío y esta ropa está completamente húmeda — Se quejó el castaño, pues su pesada capa era lo único que le brindaba un poco de calor  — Terminaré muriendo de frío sí ellas no hacen algo, antes. ¿Por qué no les pides que no sean tan duras conmigo?

 

— No puedo hacer nada de eso… todo es decisión de ellas, cuando te protejan del frío habrás ganado la confianza de las hadas de los copos de nieves — Aclaró, no era su intención que el castaño sufriese del frío, pero era verdad, él nada que podía hacer para ayudarle, porque sus prendas no era más que pintura sobre la madera que formaba su cuerpo.

 

— ¿Y él? — Señaló a Deniss, que entre sueños, incluso parecía sonreír — ¿Por qué a pesar de su actitud ellas se muestran tan atentas con él?

 

— No lo sé… — Dijo bajito, intentando que el castaño bajara la voz, Deniss dormía de una forma tan calmada que…

 

— Es tan injusto.

 

Las hadas habían permanecido ajenas a todas las cuestiones que tanto el Cascanueces como el castaño habían realizado durante el día, pero esto no podía soportarlo, porque eran pequeños seres con orgullo y mucho, mucho respeto hacía seres que apreciaban, de una enorme mota de luz celeste que se presentó ante los dos curiosos, una mujer de risos plateados y piel de hielo transparente y las hadas, las pequeñas, cubriendo de aquel gran resplandor al joven Deniss.

 

— No es para nada injusto, pequeño Criss — Dijo con voz dulce aquella mujer de hielo, refiriéndose al chico castaño que antes había sido el príncipe de las ratas. — Tras su corazón herido está nuestra salvación… la de nuestro reino, la de todos ustedes… pero sobre todo, la de aquella pequeña niña.  Ella que tenía que salvarnos,  es quien necesita más de Deniss, ustedes le han traído… a él, a este sitio, es su responsabilidad cuidar de él hasta que su corazón sane.

 

— ¿Porqué él y no Clara? — Cuestionó el Cascanueces bastante confundido, la reina de las hadas de los copos de nieve estiró sus brazos en un delicado movimiento, se acercó hacia ellos… con las puntas de sus pies apenas tocando la nieve del suelo y el resplandeciente haz de luz  colándose entre sus movimientos.

 

— No vamos a conocerla — Sonrió con una mirada satisfecha, tristeza, nostalgia, esperanza, todo aquello en la mirada de la reina que en un suspiro desapareció junto con sus pequeñas hadas, deslumbrados, cuando la inmensa luz empezó a desaparecer, el canto de una ave fue notado enseguida, y a su alrededor la nieve había desaparecido completamente, pasto verde y brillante se posaba debajo de sus pies, un poco húmedo, cierto, pero incluso Criss se sintió reconfortado, nada del molesto frío que antes había sentido, se miró, con prendas blancas y unos botines calientitos que protegían sus pies. El aroma a flores en el aire les suplicaba con una dulce melodía “cuiden de él…”.

 

Por el contrario, el cascanueces no había tenido ningún cambio aparente, caminó hacia Deniss, posó su mano sobre la mejilla del rubio, no supo si fue su imaginación o una sensación verdadera, lo que pudo describir fue lo más cálido que jamás haya sentido… incluso más cálido que lo que alguna vez creyó que era lo más cálido que jamás hubiese sentido.

 

— No erramos al traerle— Mencionó seguro Criss — y bueno, ser tan quejoso, después de todo, tuvo un buen resultado ¿No crees?

 

— No sé qué creer ¡Ahhh! — El quejido hizo que Deniss se exaltara, sus ojos se abrieron repentinamente, vio al castaño y al Cascanueces justo a su lado… ¿Entonces no había sido un sueño? Cubrió con el antebrazo sus ojos claros pues un inmenso rayo de luz se introducía por la entrada de la cueva, verde, llena de naturaleza y flores y un aroma frío que se le antojó familiar. Deniss se sorprendió ante la escena desconocida, antes de quedar profundamente dormido, recordaba que todo estaba lleno de nieve… además, sus prendas no eran para nada similares a la pijama que portaba hasta la noche del día anterior, un conjunto bastante ligero, blanco, cálido. — Siento haberte despertado — Dijo tímidamente el Cascanueces. Deniss negó con la cabeza y rodó su vista.

 

Después de tantas emociones, su carácter voluble y fastidioso había vuelto a él. La noche anterior había tenido un sueño extraño, en el cual Drosselmeyer tenía mucho que ver con lo que le estaba ocurriendo, no recordaba en verdad nada, sólo esa idea se le cruzó por la mente, que ese tonto anciano había hecho algo la noche de… sus ojos se abrieron, ¡era navidad!, ese día era navidad… y estaba solo en un lugar desconocido.

 

— ¿Cómo puedo volver a mi casa? — Lanzó Deniss la pregunta al aire, ni Criss, ni el Cascanueces le respondieron, sabían cómo Deniss podía tal vez volver a su casa pero… ¿No tenía, antes que nada, que preocuparse por ayudar a todos los Reinos del lugar? — Me lo imaginé, no lo sabe — Soltó de tajante.

 

— Creo que puedes tener algo de hambre — El cascanueces tontamente se preocupaba por Deniss, aunque entendía poco y además la idea de que no ver a Clara no le convencía, habían confiado, en primer lugar, las hadas de los copos de nieve, en ellos, para cuidar del rubio, tiritaba al ser consciente de tal responsabilidad, aún así, le pareció lindo, que todas aquellas noticias que de pronto empezaron a surgir entre el reino, sobre Clara, fuesen verdaderas “El estará tan feliz…”.  Pensó, que conocerla sería maravilloso; aseguraba, sería cariñosa… al saber que podría ayudarlos, hacía que su corazón latiera fuerte, fuerte, lo único que quería era que la tranquilidad se devolviera a todos.

 

— No tengo hambre — Deniss restregó su respuesta gélida, después de un largo suspiro empezó a caminar.

 

— Cascanueces — Dijo el castaño — ¿Será de nuevo como ayer? Yo sí que tengo hambre, quiero frutos y semillas, mientras salía de la cueva giraba su vista curiosa por todos lados — Todo está floreciendo, seguro encontraremos más de lo necesario.

 

— ¡Tal vez, alguien que conozco, pueda ayudarte a volver…! — Y ese tal vez le sonó un poco convincente, Deniss se viró, exigió que el cascanueces prosiguiera, pero el Cascanueces no lo hizo, no sabía si lo que hacía estaba bien, pero por el momento, debería de seguir a su corazón — Justo ahora, pensamos ir a aquel reino… esa persona estará… el viaje es un poco denso… pero si tú quisieras… podríamos llevarte.

 

— ¿En verdad existe esa persona? —Cuestionó un poco escéptico Deniss.

 

— Claro, hasta ayer no te habíamos dicho nada, porque no teníamos la suficiente confianza — El cascanueces vio, como los labios de Criss se movían de manera rápida, rogó, sin conocer siguiera las tácticas de convencimiento del castaño, que no arruinara con un comentario inoportuno, la oportunidad que tenían, para acercarse un poco más al rubio — Pero hoy amanecimos bastante amigables, esa persona en verdad existe, te doy mi palabra —El cascanueces miró boquiabierto con qué facilidad el Rey Criss hacía un juramento dando como garantía su honor — …aunque tampoco es como si estuviésemos desesperado porque nos acompañases, es nuestra buena voluntad lo que nos hace actuar.

 

— No necesito de la caridad de nadie. —

 

— No lo decimos por eso… es que... — El cascanueces no sabía cómo devolver ese toque amistoso. Criss le volvió a interrumpir.

 

— Entonces se hará de la manera en la que tú quieras, Joven… ¿Cuál es tú nombre? — Cuestionó el castaño.

 

— Deniss. — Soltó de forma maleducada.

 

— Bien Joven Deniss, nosotros nos despedimos, fue un gusto en verdad conocerle y me hubiese agradado que nos acompañase, a mi amigo y a mí, en este viaje tan interesante, en lo personal si llegase a necesitar algo, no dude en pedirlo si nos volvemos a ver — Entonces con un toque bastante preocupado mencionó, el castaño —  aunque no es muy seguro que nos volvamos a encontrar, ir sólo por estos lugares es un tanto… no, más bien, demasiado peligroso. — Los ojos de Deniss estaban tan abiertos que ni siquiera intentando controlarse podía disimular ese gesto de temor en su rostro — Igual… si cambia de opinión y desea acompañarnos, mi buen amigo, el cascanueces, y yo estaremos entre aquellos arbustos — Señaló muy a lo lejos, una aglomeración de arboles repletos con frutos coloridos y arbustos con bayas — recogiendo provisiones para nuestro viaje, no de cobardes, si no de hombres precavidos…  — Y terminando con lo anterior, jaló del brazo del cascanueces y se dispuso a caminar deprisa. Deniss les vio alejarse, y al final, sólo pudo ver un poco de ellos, tenía miedo…

 

— ¿Qué fue lo que hiciste? — La pregunta era más un reclamo que una sugerencia a contestar. — No podemos dejarle…

 

— Y no lo haremos — Respondió bastante risueño, no… más bien bastante alegre el castaño — Te aseguro que en menos de lo que esperas, él vendrá… pidiendo que le llevemos con nosotros, mientras eso ocurre, es buena idea que recojamos algo para comer ¿No?

 

El cascanueces se encogió de hombros, Criss entendió

 

— Si bien, tú no lo necesitas, «él» y yo sí… así que sería bueno si llevamos muchas frutas, sobretodo de las rojas…

 

Se dedicaron a recoger los frutos maduros, el cascanueces apenas si arrancaba uno y sentía que todo aquello no estaba bien, por su parte, Criss, a puños llenos y aún sentía que podía guardar un poco más en el paquete que había hecho con su capa enorme. El sonido de unos pasos alertó a ambo… y cuando se viraron pudieron ver a Deniss, con su cabeza baja y sus brazos llenos de fruto de manzano, un poco sonrojo y algo más apático que la ocasión anterior.

 

— Decidí que sería bueno… si voy con ustedes, no es porque tema, es que… no conozco muy bien este sitio — Criss sonrió, el cascanueces no dejaba de mirarle con esa mirada curiosa que de pronto podía demostrar — He juntado un poco de provisiones.

 

— ¡Perfecto! — Exaltado Criss se dirigió hacia Deniss y arrebató sin tacto, los frutos recogidos por el rubio, parecía tan brusco, pero entonces agradeció — Nos alegra mucho que estés con nosotros, espero de corazón que esa persona pueda ayudarte, lo estoy pensando, si puede llevarte a tu hogar, tal vez también pueda hacerme algunos favores a mi — Dijo bromeando, pero a Deniss le hizo sentir más tranquilo, si ellos también tenían algo que pedirle a ese hombre, entonces era seguro que no estuviesen mintiendo.

 

Las manos del Cascanueces temblaron y ambos notaron algo extraño en él, Criss había creído también en él ¿Y si se daban cuenta de que todo era una poco probable realidad…? Lo había dicho, porque sabía que debía de ser así… un hombre que puede devolver a Deniss a su hogar pero, lo notó, que aquella persona hacía tanto que no era vista… incluso él había perdido, desde hacia tiempo, la esperanza de verle otra vez.

 

|¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare Peccavi«´¯`·.¸¸. °¤|

 

(º·.¸ (¨*·.¸         ¸. ·*¨) ¸. ·º)        
«. ·°·~*~' Vamos…~*~·°·. »
(¸.·º(¸.·¨*         *¨·.¸)º·.¸)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).