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No llores cascanueces. por Doki Amare Peccavi

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Cap. 6: Príncipes y princesas…

 

« El príncipe lo abandonó todo, nadie sabe lo que ocurrió después con él, entonces se haría un acuerdo; sin considerar los deseos de los súbditos, los reinos vecinos decidieron que se quedaría con el territorio quien tuviese al primer heredero, dos princesas y un príncipe, como era de esperarse, el príncipe escogió a la princesa más agraciada, a la de el reino más enorme… y las cosas ocurrieron también como todos habían predicho, un matrimonio acordado tuvo como fruto un hermoso príncipe.  Después de algunos días, el reino de los juguetes fue dado a los padres pues mientras el príncipe crecía habría que cuidar de él. De distintos lugares llegaron gobernantes a felicitar a los jóvenes padres…

 

…pero no todo era felicidad, no fue tan hermoso como lo piensas, detrás de tantas sonrisas había una joven con el corazón destrozado, la princesa del reino vecino que había sido olvidada, tras una promesa hecha que como resultado le había otorgado un vientre demasiado prominente. Ella, la princesa del reino de la magia encerrada en su recamara, no había padres que le repudiaran porque habían muerto, no había súbditos que le juzgarán porque le amaban tanto… porque era bondadosa y buena. Una princesa engañada y herida es de temer, cuando supo por boca de su mucama que el niño heredero había nacido, sus sueños e ilusiones quedaron más que enterradas, pues aquel príncipe mentiroso había dicho: “no hagas nada, la escogeré a ella, pero antes de que el niño nazca, aquella princesa ya habrá muerto, entonces seremos sólo  nosotros y los tres reinos” Todo había sido una mentira y ella, tontamente había creído en ese príncipe que se proclamaba el nuevo Rey del reino de los juguetes.

 

Se organizó una gran fiesta, para que los nuevos reyes fueran nombrados legítimos gobernantes, también para que el principito fuese dado a conocer, a la princesa olvidada nadie le invitó, sin invitación para el evento, fue más que claro, que su presencia no era requerida, mucho menos deseada, entonces, esa noche, tomó su corona, su cetro y con lagrimas en los ojos se dirigió al reino de juguete, le tomó toda la noche llegar a las comisuras de su reino, ahora podría ocupar su magia, tras una masiva cantidad de motas purpuras la princesa abrió el portal que le ayudaría a llegar en poco tiempo al castillo de la celebración y con los ojos cerrados cruzó sin duda, al abrir sus ojos se sintió cegada por la inmensidad de luz, era de día y ella estaba en la parte trasera, en los jardines enormes, a su alrededor bastantes guardias que podrían impedirle ingresar. Entonces tomó una decisión que le marcaría y no sólo a ella… su cetro brilló contagiando a su cuerpo, que cada vez más pequeño se hacía, de luz, que vibraba y empezaba a encogerse cada vez más y más… al final, de la princesa hermosa sólo el cetro, la corona y el corazón dolido quedaron.  Por entre los orificios del castillo se fue colando hacia el salón de fiestas, miró hacia el frente, la familia real descansaba sentada mientras el baile daba comienzo. Entonces una voz irrumpió, los músicos dejaron de tocar el vals y los presentes permanecieron de pie, inertes.

 

— No celebre nadie a este rey mentiroso, ni  ingenua esposa… mucho menos al príncipe que nació — Su voz resonó por todo el reino, escalofríos se sentía, también temor por aquel animal de pelaje oscuro que con una corona en mano se acercaba hacia la realeza.

 

— ¿Qué es esto? — El rey cuestionó, miró a su esposa, estaba pálida.

 

— ¡Me engañaste…! — La princesa rata dejó aquella aparentada forma y resurgió de entre un haz de luz, con su cabello despeinado y sus ojos demasiado llorosos, el rey  miró el vientre de la princesa, aquella princesa era la mentirosa, no él. — Reina, tú rey prometió matarte y tomarme a mí como su legitima esposa.  — la hermosa reina le miró con pena, no creyó en sus palabras, no quiso decir nada, miró con duda el vientre abultado, el rey con temor y furia. ¿Cómo era posible que se presentase ella, en ese estado y con un tono de reproche en su voz? Ella era quién le había traicionado, ella y ese hijo que no era de él, sino de otro… —

 

— ¡Guardias, sáquenla de este lugar! — Estrelló la princesa su cetro en el suelo, todos los presentes empezaron a ser envueltos con una niebla blanca

 

— Y ahora que te has encaprichado con ella, me dejas a mí… no sabes cuánto te odio… porque me engendraste un hijo y ahora me desechas  — El rey negó con la cabeza ¿Él le había engendrado un hijo? Era posible… pero todos en su reino hablaban de la princesa sin un esposo y sí un vientre bastante abultado, de lo promiscua que era y…

 

— ¿Ese niño será mío? — Cuestionó el rey, le era imposible dejar de mirar ese vientre bonito… ahora le parecía bastante bello en aquella hermosa princesa — ¿Es mío? — Ella sonrió con burla, demasiado perturbada como para responder cuestiones, tenía un plan en mente que no deseaba abandonar. Los guardias se acercaron más a ella, iba a decir algo el Rey, una orden para que no le hicieran daño pero… más daño nadie podría hacerle. Ya no.

 

  — Soy poderosa y me has herido. — Todos los presentes en el salón de fiesta fueron absorbidos por burbujas enormes en tonos tornasol, después de los primeros bostezos, el sueño comenzó a vencerles, y uno a uno reventando su burbuja caía al suelo. La princesa se acercó hasta los escalones del estrado en dónde yacían los gobernantes en sus tronos reales y el principito en su cuna plateada. Ni el rey, ni la reina pudieron moverse cuando la princesa tomó entre sus brazos al recién nacido. — No serás tú la dicha de ellos dos, al bebe en mi vientre has arrebatado el padre ¿Porqué tendría yo que ser buena con él? — Cuestionó a los gobernantes.

 

— Déjale…— Suplicó el Rey 

 

— Te maldigo, con el corazón hundido todo en la desgracia — Y sin hacer caso a las suplicas de el rey, la princesa arrojó al bebe a su cuna levantó con ambas manos su cetro, por el poder otorgado a ella, toda su magia a una maldijo fue dedicada. — Tu reino, tus padres, a ti mismo — Enormes relámpagos de luz que salía del diamante oscuro, rayos dorados envolvieron al nene, al rey, a la reina y todo a su alrededor comenzó a ser envuelto por una capa transparente de cristal… y  antes de que pudiese terminar con las palabras que maldecían una luz plateada le arrojó a una considerable distancia…

 

Un joven, con un saquito humilde y rostro bastante alargado, le encaró, mientras la princesa se levantaba él le miró con pesar y un poco de pena.

 

— La magia mal usada tiene consecuencias diversas — Ella, la princesa le miró con terror, su cetro brilloso, ella resplandecía y cuando la luz dejó de cegarle, lo notó, toda ella, era una rata enorme, miró sus manos, quiso decir algo y sólo un chillido estruendo salió. Ella huyó despavorida. Él joven miró con horror a su alrededor. — Llegué muy tarde…»

 

— Después de aquello la Princesa regresó a su reino, todos habían cargado con el error de sus gobernantes, y ella dio una versión distinta de lo ocurrido, entonces, sus súbditos rata se envolvieron en odio y venganza, ella lo odio todo, también… pero había una cosa que ella jamás pudo dejar de amar. A su pequeño hijo que cargaba el destino igual al de ella. Con el corazón ahogado en odio, fue creciendo, recibió un nombre que nunca utilizó, era el príncipe sin padre que para su madre expandió las fronteras del reino, aterrando a cualquiera que pensara siquiera rebelarse ante su nombre. — El castaño paró un momento, Deniss parecía no entender nada.  —Una mañana, la noticia de que una niña llegaría para derrotar al reino de las ratas que habían envuelto todo en caos  y dolor alertó a todos, también se habló del cascanueces; se dijo que era el príncipe del reino de los juguetes que había regresado para liberar a su reino…

 

— Todo parece una fantasía — Mencionó Deniss mientras sostenía con ambas manos al Cascanueces, Criss también, mientras caminaba escuchó el comentario de Deniss, hería demasiado, esa vida no era para nada una fantasía, intentaba que el rubio entendiese que tan importante era Clara.

 

— Pero no lo es — Paró un poco, se viró, mirando con reproche al rubio — Deniss, aquella rata que te atacó… era yo y mírame ahora, mi madre ha muerto — Decidió Criss que ocultar la forma en la que la princesa de su historia, había muerto, era lo ideal, en ese momento no serviría de mucho echarlo en cara, ni agradecer — y con ella la maldición que en nosotros había, debía de ser Clara quién rompiese el hechizo, y fueron tú y el cascanueces que no es el príncipe de los juguetes, porque el príncipe de los juguetes disfruta en su reino la tranquilidad de la espera. Él está esperando a que tu hermana llegue y el cascanueces… no sé en verdad quién es. Pero cuando le vi quise estar a su lado, me propuse, limpiar el nombre de mi reino y ayudarle a encontrar a Clara…

 

— Estas equivocado —

 

— No… Deniss, todo es cierto, te he contado porqué Clara es tan importante, ahora tú dime ¿Qué le ocurrió?

 

.*.

 

El cascanueces comenzó a caminar, bajo sus pies las nubes suavecitas, blancas y brillosas, el llanto de una niña se alcanzaba a escuchar, con una opresión en el pecho escuchó una frase llena de dolor: “Deniss tengo miedo” El cascanueces viró varias veces su rostro, mirando hacia todos lados y al final envuelta en un manto, encontró a la pequeña…

 

— ¿Qué te ocurre, estás bien? — La niña levantó su rostro, le miró sorprendida.

 

— ¡Cascanueces! — Chilló emocionada, se puso de pié y se aferró al Cascanueces, le abrazó, enredando sus bracitos delgados sobre la nuca del joven —

 

— ¿Qué haces? — Cuestionó inseguro, ella enterró más su rostro entre las prendas el Cascanueces, el aroma lindo, era madera tan fresca, ella negó con la cabeza antes de decir siquiera algo — ¿Quién eres?

 

— Deniss  ha dicho que he muerto… pero sigo en su corazón — El sollozo se mesclaba con sus palabras —  Todos los recuerdos que le envuelven le traen tristeza, quería que él estuviese bien, quería ayudarles a ustedes.

 

— Eres Clara — El cascanueces le apartó de sí, quería mirarla un poco más, ella cubrió con la  palma de sus manos el rostro — Eres Clara…

 

— Soy lo que queda en Deniss de Clara…

 

.*.

 

— “Las otras niñas no gustaban de jugar con ella, era tierna y talentosa, bella y comenzaba a ser bastante mencionada por los chicos, aún jugaba con muñecas y eso a mamá le molestaba, tenía apenas trece años, con sus sueños de fantasía y esas historias de princesas que tanto le gustaban, yo era lo más cercano que tenía a un amigo y a pesar de que fingía molestarme cuando me despertaba por las mañanas ella siempre terminaba hablándome de los sueños extraños que llegaba a tener.” — A Deniss le costaba mucho hablar de ella, decir su nombre aún no podía hacerlo, recordarle dolía — Siempre fue así, no había nada fuera de lo común, pero… empezó a enfermar poco a poco, pequeñas gripas que se complicaron, entristeció cuando le dijeron que no podía bailar en el recital, me dijo que tenía miedo, una noche,  antes de la cena de navidad me pidió que me quedara en su recamara, parecía estar bastante peor que los otro días; que velara su sueño. Había prometido a Drosselmeyer ayudarle envolver los regalos de navidad… le dije que no. Porque había un regalo especial para ella que quería envolver con mis propias manos, le dije lo primero que se me vino a la mente…

 

“Deniss, tengo miedo”

“Eres una cobarde…”

 

Y a la mañana siguiente ella… ya había muerto.

 

A Criss le pareció todo demasiado complicado, una niña que no estaba, su hermano sumido en el dolor y el cascanueces que no respondía, se quedó mudo, no fue capaz de decir nada y Deniss ocultaba su rostro mirando hacia otro lado… pero estaba temblando… y entre sus ligeros suspiros había también un sollozo escondido. Se preguntó el castaño, el motivo real de aquel sentimiento ¿Porqué no vería a esa niña? ¿Por qué Deniss estaba llorando? ¿Por qué se sentía perdido?

 

.*.

 

— No puedes ser sólo un fragmento de ti. — El cascanueces rodeó con sus brazos el cuerpo de la niña — Ya no llores,

 

— Pero…

 

— Shhh,  — Posó uno de sus dedos sobre los labios de Clara — Sabes, ayer… te escuché y pequeñas hadas te han encontrado en Deniss, tú eres Clara —

 

— Vi a las pequeñas hadas — Confesó ella un poco más tranquila

 

— ¿En verdad?

— Sí — Había una pequeña sonrisa en sus labios, empezaba a ser opacada la tristeza, el cascanueces gustó de ese gesto

 

— ¿Y qué más has visto?

 

— No muchas cosas, pero lo poco que he visto, me ha fascinado — Se separó del Cascanueces y le sonrió con sus ojos rojitos — Has estado con Deniss ¿Le ha gustado lo que ve?

 

— Creo que sí…

 

— Lo sabía, sabía que le gustaría este lugar— Entusiasmada, a su alrededor todo comenzó a llenarse de Flores, las nubes esponjosas se elevaron y Clara dejó aquel vestido sencillo, un conjunto dorado apareció  y flores en su cabello ondulado — sabía que podría quererte y… ayudarles a todos — El Cascanueces le miró asombrado, sintió calidez en todo su cuerpo y lo supo.

 

— ¡Clara…! — Ella se fue desvaneciendo, todo fue desapareciendo y el cascanueces sintió sus manos tan ligeras, una imitación perfecta de manos humanas, los tallados de madera increíblemente finos… miró hacia enfrente — Clara te trajo hasta aquí Deniss….  — El cuerpo del cascanueces entre los brazos de ambos chicos comenzó a moverse, terminó cayendo al suelo, tanto Criss como Deniss lo miraron expectantes, habían escuchado la frase, ahora necesitaban una explicación, él un poco aturdido comenzó a levantarse, les miró, con su rostros tan desgastados y tristes que escalofríos daban. — Sólo me he quedado dormido — Murmuró bajito, ellos seguían sin entender nada — Lo siento…

 

— Cascanueces, te has perdido de nuestro momento de confesiones — Dijo alegre Criss, una alegría simulada, el cascanueces traía tranquilidad, había empezado a hacer ideas en su cabeza, mientras permanecía en silencio junto a Deniss, se alivió tanto de verle con esos ojos enormes y despiertos. — ¿Estás bien? — El cascanueces asintió — ¿Y tú? — Cuestionó a Deniss, el rubio también asintió, estaba tan sumido en lo suyo que no quiso hablar más, ni aclarar  nada… ni tocar aquel tema en algún tiempo.  — Bien, podemos proseguir ¿No?

 

Sí…

 

 

El castaño tomó entre sus manos, la capa con alimentos y comenzó a caminar, detrás de él, el cascanueces y Deniss. De vez en cuando el príncipe se viraba a preguntar al cascanueces por el camino a elegir, el cascanueces respondía brevemente, entonces el silencio de nuevo les invadía.

 

|¤°.¸¸. ·´¯`» D. Amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤|

 

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«. ·°·~*~' Ha Muerto…~*~·°·. »
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« Ella huyó despavorida. Él joven miró con horror a su alrededor

 

— Llegué muy tarde… — El joven Drosselmeyer intentó una y otra y otra vez despertar a los nuevos soberanos del reino de los juguetes y varias días y noches sin ninguna respuesta y cuando estaba a punto de darse por vencido, el llanto del pequeño príncipe le hizo entusiasmar, se acercó a la cuna y tomó al bebé en brazos… hizo un intento más por el rey y la reina pero todo era inútil, salió del palacio con el nene en brazos y una promesa al aire.

 

Drosselmeyer cuidó de aquel pequeño niño, con devoción y cuidado. Le vio dar sus primeros pasos, decir sus primeras palabras… siempre con el respeto merecido, Drosselmeyer trató al príncipe cual súbdito fiel que era, porque antes, Drosselmeyer había hecho otra promesa a alguien más, a su Rey, al primero… al verdadero y único príncipe de los juguetes.

 

Después al nacer…

Y mientras crecía.

Siempre le había visto desde lejos, a pesar de dormir en la habitación continúa, a pesar de recibir su misma educación… ese príncipe siempre estuvo muy lejos de él.

 

El príncipe, el tío Drosselmeyer y él. Escuchó de aquel hombre que cuidaba de ambos una historia bastante bella que le hizo amar su príncipe, venerarle. »


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