Pov Kyo
Mi nombre es Takeshi Kyo. Tengo 23 años de edad, me considero alto mido 1.75m, mi cabello es largo y de un brillante color negro azabache, llegándome a la altura de la cintura; mis ojos son de un tono azul cielo, muy raros debido a que soy de origen japonés, y mi tez se podría decir que es muy pálida. Estoy en el último año en la universidad; mi gran sueño es ser un fotógrafo profesional. Aún vivo con mis padres, o mejor dicho, vivía, pues hace dos semanas me mude a un apartamento en donde resido solo, pero realmente no me molesta, ya estoy acostumbrado debido a que mis padres casi nunca estaban en la casa, y no es porque no quisieran, sino que sus trabajos sencillamente exigen mucho de ellos; aun así los aprecio mucho, ¿y cómo no hacerlo?, sí gracias a ellos logré salir de ese horrendo orfanato el cual solía ser mi antiguo hogar. Bueno, creo que es suficiente información por ahora, mejor comienzo a prepararme pues ya se me hace tarde para ir a la universidad… ¡Oh! Por poco lo olvido, debo aclarar que mis padres son dos hombres y yo soy su querido hijo adoptivo.
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Mientras me arreglaba para ir a la Universidad Kirstou es una universidad para chicos(a) con talento, y si, aunque no lo parezca yo soy uno de ellos, agarré mi bolso, mis llaves y salí por la puerta de mi nuevo apartamento, muy bonito y, aunque es pequeño, resulta cálido. Caminé en dirección a la Universidad y al voltear la esquina tropecé con algo, o mejor dicho, alguien, y caí de bruces al suelo.
—Lo siento... ¿estás bien? —Me dijo la persona con quien choqué, mientras me tendía su mano para ayudar a levantarme.—S-si… Estoy bien —Afirmé, claramente avergonzado por mi torpeza.
Correspondí su mano, y al levantar mi rostro para visualizar de quién se trataba quedé impactado... era él, el chico que me dejaba sin aliento, y si, sé lo que están pensando, y tienen razón. Parezco una adolescente enamorada… Pero bueno, se podría decir que eso soy …
—Lo siento en verdad... Eh… Ya me tengo que ir —Pronunció antes de salir corriendo.
Me sacudí la ropa cuidadosamente y comencé a caminar, sin dejar de pensar en aquel chico. "El jamás sabrá que existo… él nunca sabrá mis sentimientos, y aunque algún día los supiera… él no me podría amar" pensé, suspirando con pesadez mientras trataba de desviar mis pensamientos.
Al llegar, me detuve frente al portón de la universidad y me encamine a mi primera clase. El día pasó con lentitud, cuando repentinamente mientras ordenaba mis cosas para irme a casa lo vi a él por la ventana del aula; se veía tan sexy jugando al fútbol. Era muy bueno, eso era evidente. Cuando volví a voltear mi rostro para mirarlo, suspiré, pensando que él nunca me vería más allá de un simple chico.
Pov Ichiro
Mi nombre es Hiragisawa Ichiro. Tengo 21 años de edad, y mi estatura es de 1.80m. Mi cabello es rubio y algo corto; mis ojos son de color avellana, y mi piel se encuentra un tanto bronceada por el sol. Actualmente estoy en el 3er año de la universidad. Y aunque mi más grande deseo es ser futbolista, estoy estudiando administración de empresas. Aún vivo con mis padre, mi madre lamentablemente murió cuando yo tenía 5 años. Tengo una hermana menor llamada Saory, pero sólo nos llevamos 2 años de diferencia. Somos una familia “millonaria” por así decirlo, pero no soy tan afortunado como muchos creerían, pues tengo una enorme responsabilidad sobre mis hombros, y por ello debo ser siempre el hijo perfecto, para algún día ser el “gran dueño” de las empresas Hiragisawa's como lo desea mi padre…
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Cuando terminé de desayunar, me levanté de la mesa, tomé mi bolso y antes de salir de la casa (la cual es una enorme mansión) para dirigirme a la universidad, una voz me hizo detener.
— ¡Ichiro! —Gritó aquella voz grave, muy conocida para mí. — ¿Qué pasa... Padre? —Le pregunté con un poco de prisa. "Voy a llegar tarde…" pensé. —Solo quería recordarte que hoy tendré una reunión con los otros socios de la empresa, así que hoy estaré fuera hasta muy tarde, no podré llevar a tu hermana a sus clases nocturnas por lo que tendrás que hacerlo tú —Me ordenó con su típica expresión seria en el rostro. —Pero... —Intenté negarme, pero sabía que eso sería inútil— Está bien —Accedí, con cierta resignación en mi voz.
Apenas me libré de mi padre salí corriendo a toda velocidad. Aunque aún tenía tiempo de llegar, realmente no deseaba quedarme un minuto más allá. Cuando ya estaba por llegar a la universidad giré en una esquina, tropezándome con alguien quien lastimosamente cayó al piso, a diferencia de mí que por pura suerte pude mantener el equilibrio y no caer.
—Lo siento... ¿estás bien? —Me disculpé, tendiéndole mi mano rápidamente. —S-si… Estoy bien —Me respondió con una voz un tanto tímida.
Cuando le ayudé a levantarse pude observar como su lindo cabello negro caía suavemente por el contorno de su semblante; y cuando por fin levantó la vista, pude vislumbrar sus hermosos ojos azules. "Simplemente hermosa" pensé de inmediato sin poder dejar de observarla, hasta que me percaté de que no se trataba de un “ella” sino de un “el”… Me quedé paralizado por un momento, y ciertamente asombrado. “¿me acaba de parecer hermoso un hombre?” ¡Debía salir de ahí de inmediato!
—Lo siento en verdad... Eh… Ya me tengo que ir —Pronuncié para después salir corriendo. Sí, lo sé, soy un cobarde. ¿Pero que más podía hacer? ¿Quedarme ahí embobado por un completo desconocido…? ¡No!
Seguí mi camino hacia la universidad, cuando de repente en el camino me topé con mi novia Hikari. Llevamos 2 años como pareja. Ella estudia para ser diseñadora, y es la mujer más popular de toda la universidad. Muchos chicos desearían estar en mi lugar sólo para estar con ella, ¿y cómo no? Sí es alta y muy hermosa. Siempre suele llevar su melena rubia sujeta en una coleta de lado, y sus ojos son de un color verde claro…
Seguimos el camino junto, charlando entre mimos y caricias, hasta que por fin llegamos a la universidad. La mañana pasó realmente rápido, lo cual me resultó conveniente, pues en la tarde empecé mi práctica con el equipo lo que alegró mi día por completo. Pasada la tarde, mis compañeros de equipo ya se habían ido, pero yo aún seguía practicando tan enérgicamente como siempre en la cancha, hasta que una extraña sensación me invadió de repente: Me sentía observado.
Pasé mi mirada por los alrededores, buscando el por qué me sentía así, hasta que lo encontré. Vi que a través de la ventana el mismo muchacho con el que había chocado esta mañana me observaba, pero pude notar algo distinto en él, se veía deprimido. Vi de reojo como terminó de guardar sus cosas con desdén y desapareció.
Extrañamente, me seguía pareciendo hermoso. Sacudí mi cabeza intentando despejar mi mente y disipar mi leve sonrojo provocado por aquellos pensamientos, y volví a mi entrenamiento. Realmente había sido un día muy largo, por lo que al terminar me encamine a mi hogar.