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Mi vecino del piso de abajo por Kimi no oto

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Notas del fanfic:

Esto es un mundo alterno, no sigue nada la linea de la historia original. 

Notas del capitulo:

Hola a todas las personas que lean esto. Esta es mi primera vez en Amor yaoi (jee suena raro) y estoy algo inquieta. Pero antes que nada debo aclarar que esta historia esta subida en otro lugar. Nada mas. Esto es mi primera experiencia escribiendo humor pero el drama está en mi sangre así que se convirtió en mi Tragicomedia.

Espero que les gustes. Muchas estrellas para ustedes.  

Mi vecino del piso de abajo 


Alguien le dijo ya hace mucho tiempo que si deseaba algo tenía que ganárselo con su propio esfuerzo. No importaba lo inalcanzable que sea o lo difícil que se tornaran las cosas, si su fuerza de voluntad no se disipaba entonces seguiría existiendo la posibilidad. Makoto Tachibana un chico de 18 años, nacido en la ciudad de Tokio cursando su primer año en la universidad “K” llevaba ya cinco años con un deseo que hasta la fecha el mismo había tachado de imposible.


Sin embargo su innegable voluntad que crecía con cada pequeña cosa se negaba a dar por muerta la esperanza o la posibilidad pero él caprichosamente intentaba direccionar lo que sentía hacia otro camino; volverse como los otros chicos de su clase que solo hablan de pechos enormes y faldas cortas. Cosa que se le daba horrible y penosamente mal. Justo como ahora.


-Tachibana ¡¿en serio no sabes cual?!- su amigo se empeñó en acercar todavía más a su rostro la revista que contenía demasiada descripción grafica


Un pequeño -ugh- se le escapó de sus labios y rápidamente dijo la primera cosa que se le vino a la cabeza – son bastantes mmm grandes – no pudo creer lo que el mismo dijo acaso no  debía decir que estaban… ¿buenas?


-aah es porque tú eres un conservador las tímidas y lindas son perfectas para ti, si– luego asintió con su cabeza para darle énfasis a su idea             


-tímidas y lindas- murmuro pensativo


La timidez no estaba mal, le da un toque algo diferente y apartado a una chica y las hacia lindas sin necesidad de llevar encima 1 kilo de maquillaje a esa conclusión llego ya hace algo de tiempo y en ese entonces se preguntó si serian su tipo de “chica”. Luego presto atención a las despistadas aparecían a último minuto y con ese aspecto de recién levantadas de la cama cosa que las hacia interesantes y nada aburridas, también se llegó a preguntar si tendría oportunidad con alguna.


Las estaba categorizando, poniendo etiquetas sin embargo no lo hacia por diversión o por tratar de ligar era simplemente para asegurarse de que, lo que llevaba dentro suyo no fuera una equivocación, algo pasajero. Que no sea superficial, quería estar tremendamente seguro que fuera genuino para no desgraciarse la vida en el futuro. Por eso la razón de que las estudiara para percatarse si alguna despertaba algo en el: interés, curiosidad más allá de entablar una pequeña conversación, cualquier cosa que le dijera “oye a esta chica le gustas y parece que a ti también” sin embargo lo único que ha llegado a sentir es esa irremediable actitud protectora como la de un hermano cuidando a su hermana. Que tantos problemas le causo en citas de último momento con esas chicas que desean un romance idílico y efímero, a lo Romeo y Julieta el problema aquí es que jamás seria el Romeo de alguien; aunque lo intentara seria sola una burda actuación que traería problemas.


Entonces con esto quiere decir que ¿su corazón figurativo ya tenía dueño? Tiene un nombre gravado muy profundamente pero que existieran hechos y acciones. Solo se hallaban en su imaginación. Y ya cuando esta por “tirar la toalla” su innegable voluntad lo sacude como una bolsa de fritura y le recalca que aun nada está dicho y como si no fuera suficiente las “pequeñas cositas” que hacían ya más difícil su situación como queriendo que no se apartara del camino y siguiera y siguiera hasta… a saber dónde.


Y como si todo lo anterior no fuera suficiente la maldita cercanía de la que fue bendecida, la relación que mantenían, la actitud con la que hablaban y los constantes momentos que compartían no hacían mas que empeorar las cosas y su endeble aguante. A eso agrégale la  edad en la que se encontraba y definitivamente Tachibana Makoto se había sacado la lotería en lo que en “cosas del corazón figurativo” respecta.


Derrotado una vez mas por sus pensamientos se recostó sobre sus papeles que libero con toda la intención de darles una profunda ojeada pero con la interrupción de su amigo seguido después de sus ya acostumbradas cavilaciones dejo sus garabateadas hojas para después si es que lograba apartar todo lo que se amontonaba en su cabeza.     


-oyee- lo zarandeo la misma persona


Alzo su rostro solo unos centímetros para poder verlo – ¿qué pasa?-


-si no te conociera diría que muy pronto tendrás una horripilante gripe pero como te conozco sé que esta actitud de ahora la provoca alguien –se acercó y Mako vio una inquietante sonrisa – a que es por una chica ojojo mi amigo se enamoró! Por eso no podías decidirte cuando te mostré la revista eres todo un caballero – se apoyó en él y le hablo demasiado cerca para su gusto – amigo debes presentármela y dejar de preocuparte si ella está contigo no va a mirar a nadie mas-


“Si ella está conmigo” pero nadie estaba con él era todo lo contrario. Si no golpeaba su puerta ya sea de día o de noche entonces no se veían y punto final, si no lo buscaba para lo que sea que necesitaba no se hablaban, si no lo ayudaba con sus cosas entonces no tenía oportunidad de que “intencionalmente” sus manos se chocaran y todas eran sus propias acciones. De ahí que su posibilidad fuera cero y justo cuando su voluntad ya está siendo apagada “las pequeñas cosas” hacen de el un desastre, muestras de afecto de dudosa dirección, acciones que aun en beneficio propio (no del suyo) hacen de la esperanza de Mako el juego del sube y baja a eso agrégale situaciones que parecen mas un sueño que realidad. Decir que lo convertía en un desastre es quedarse corto. Su “problema” jugaba con su pobre y desgraciado corazón figurativo. Y cualquier día de estos terminaría haciendo algo del que estaría lamentándose después.


Urgentemente necesitaba un respiro ¡un descanso! cualquier cosa para estar tranquilo por lo menos por una noche. Si alguna entidad divina allá arriba estaba escuchando sus problemas Mako le pidió muy gentilmente que por favor le diera un momento de paz, para desgracia del castaño la única cosa que le prestaba atención era el mismísimo diablo.


La ultima clase de la jornada termino recogió sus cosas las metió como pudo en su bolsa y se apresuró a salir del salón, siendo un viernes ya presentía lo que se avecinaba y no estaba de ganas para ir a perderse por ahí, no, además hoy ya tenía planes. Los mismos que hacia siempre que su madre venia de visita al pequeño lugar donde lo dejaron de eso ya hace tres años.


En ese entonces él vivía con su familia, sus gentiles padres y sus dos adorable hermanos, todo era tranquilo y de la noche a la mañana su padre fue cambiado de puesto, la familia se mudaría pero el estando tan cerca de terminar la preparatoria y con una buena universidad en la mira, sus bondadosos padres le dijeron con total calma que si quería podía quedarse sin embargo lo que sus orejas escucharon fue “-será mejor que te quedes es lo mas conveniente-” y así lo hizo en parte por el consejo de sus padre pero había otra cosa una importante que lo amarraba a ese lugar.    


Después de unas cuantas excusas para ausentarse de la inminente fiesta, a paso apresurado  se encaminó hacia la salida, fue dejando atrás a sus compañeros, la universidad. Cuando por fin se encontraba lejos de la institución se desabrocho los tres primero botones de su camisa beige que lo ahorcaba y le dejaron marcas que parecían la descripción grafica de su actual situación, suavizo su caminar de su bolsa saco sus enredados auriculares solo le tomo unos segundos arreglarlo y lo conecto a su fiel reproductor la cosa ya no era nueva y había sufrido mas caídas de las que podía recordar pero aun así funcionaba y era el único objeto que le transmitía paz interior el tiempo que lo mantenía prendido. Benditos sean sus gustos musicales de canciones fuertes e intensas a melodías divertidas e ingenuas que le robaban una sonría de vez en cuando.


Se unió a un grupo de persona con dirección a la estación mas próxima, solo a cinco minutos. Se fijó la hora en su reloj de muñeca; el próximo tren llegaría en aproximadamente 10 a 12 minutos iba con el tiempo perfecto, no estaba ansioso o desesperado, solo necesitaba estar preparado como todos los días, una anticipación para todo ese frenesí que seguramente sentiría al estar cerca de su casa.


Espero, abordo, encontró un asiento, siguió escuchando las canciones que su reproductor escogía para él, divago en la cantidad de personas que captaba a su alrededor cuando el tren hizo su primera parada una abuela entro al vagón lucia como esas que si fuera posible te darían galletas de chocolate por tan solo saludarlas Mako le sonrió y le cedió su lugar, no le importaba estar de pie el resto del trayecto.


Tres estaciones mas y por fin llego a su destino, partió del vagón abriéndose camino entre toda esa congregación de personas que entraban, se aferró a sus cosas ya que nadie estaba libre de ser asaltado y emprendió camino de regreso a casa o mejor dicho al complejo de departamentos en donde vivía. El lugar en si no tenía la apariencia de ser caro pero tampoco se veía como si estuviera a punto de caer pedazo a pedazo. Poseía un aspecto bastante seguro, medianamente alto de unos 13 pisos y él vivía en el 12. El lugar todavía conservaba tres espacios los demás ya estaban siendo habitadas desde mas antes que su familia, el señor de seguridad una persona amable y algo risueña siempre lo saludaba en donde fuera que estuviera. Además también conocía a un adorable abuelita a la que siempre ayudaba con sus compras  ella es lo mas cercano a un pariente, que lo trata como un niño de 10 años cosa que no le molestaba, se dejaba mimar.


Decidió subir por la escaleras y mientras lo hacia su cabeza comenzó a rememorar a unas  cuantas personas que habitaban en el edificio con las que trataba en ocasiones: una pareja de hermanos del primer piso, una madre soltera del 2, una ejecutiva del piso 3, un padre y su hijo del 4, una familia del piso 5, la adorable abuela del 6, un ejecutivo que siempre aunque fuera domingo iba en traje del 7, una niña y su hermano mayor del 8,  el rubio escandaloso del piso 9, un aparentemente chico serio de lentes rojo del 10 que ocasionalmente lo veía en compañía del rubio.


Finalmente llego al onceavo piso sus ojos viajaron de la puerta mas próxima a el hasta dar con la del medio, pintada igual que las demás la única cosa que la hace diferente es la calcomanía que tiene pegada en la parte superior. Un gastado delfín que ya no parecía azul sino plomo pero que aun se lograba ver.


Sonrió, no olvidaría que fue el quien pego esa calcomanía, en ese entonces no tenía la altura suficiente para poder llegar por lo que si sus recuerdos no lo engañaban lo hizo dando saltos y en uno de ellos estampo la imagen del delfín algo chueca en la puerta.


Uno de los muchos recuerdos que apreciaba y le alegraban el día, en ese instante se comenzó a preguntar ¿en qué punto cambio las cosa? Que hizo que tranquilas tardes pasaran a ser horas de alta tensión. Espabilándose rápidamente se sacudió los pantalones con nerviosismo, hacer eso se le estaba quedando como una mala costumbre además de inconscientemente jugar con su castaño cabello. Suspiro, apago su reproductor y caminando de nuevo hacia las escaleras lo guardo, su casa solo estaba a unos pasos de distancia vivía en el 12 justo en la puerta del medio.


Agotado de toda la rutina diaria se dejó caer en su sillón, reemplazo su molesta camisa beige por una cómoda remera blanca que escrita en letras negras decía “I CAN DO IT” la pequeña caja que estaba al lado que su madre dejo en su visita ya no contenía nada misterioso pues ya la había revisado, dentro  encontró  tres cajitas de manju, una bolsita dekompeito(su dulce favorito) una pequeña caja de mochi de chocolate y por ultimo una gorda botella sin etiquetar, el líquido de color mostaza no le daba ningún atisbo de ser algo que ya conociera; se hizo una nota mental –poner mas atención a las palabras de su madre- en su visita su madre le dijo muchas cosas incluido el contenido de la caja pero el ensimismado en otros asuntos la había dejado de lado sintió algo de remordimiento, aun así la botella parecía inofensiva.


Y eso fue todo lo que descubrió. Ahora echado en su cómodo sillón comiendo de a uno los kompeito se preguntó cómo sería su vida si él se hubiese encaprichado en irse con ellos aparto rápido esa pregunta no servía de nada, ni siquiera lo ayudaba. Aguardo un poco mas dejando avanzar los minutos, cuando el reloj marco las dos y media y un poco mas se levantó dejo su bolsita de dulces en la pequeña mesa de al lado cerro las solapas de la caja y la cargo.


Todos esos dulces eran demasiado y siendo sincero aparte del kompeito lo demás pasaría inadvertido para el pero desperdiciarlos no era una opción, no, claro que no. Sabía perfectamente que debía hacer.


Cogió las llaves de su casa y al salir cerro con seguro, siempre se aseguraba de hacerlo “prevenir antes de lamentar” esa es su frase favorita.


Con la caja en brazos ¿A dónde iba? Con la dulce abuela o con el amable señor de seguridad. Bajo tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho escalones y llego a donde quería, el piso 11 por segunda vez en ese día se dirigió a la puerta de en medio vio de nuevo el delfín y con el corazón martillándole el pecho toco el timbre. Como siempre nadie le abrió la puerta dejo el paquete en el suelo,  cogió el picaporte y lo giro solo para asegurarse de que… si, que esta estuviera abierta. Dejo salir un cansado suspiro, eran ya muchas las veces que le decía que se dignara a echar seguro a su puerta era descuidado y peligroso dejarla desprotegida y como siempre sus palabras entraban y salían al instante.


Volvió a coger el paquete y decidido a que esta vez lo escuchara y le hiciera caso entro en la  casa ajena. Sus ojos no estaban fijos en el frente siguió la trayectoria que hacía la puerta con una leve sonrisa en su rostro, dejo que esta chillara para hacer notar su presencia con su corazón literal ya mas calmado, volteo confiado en encontrar vacío el pasadizo pero para su sorpresa y mala suerte de su corazón lo vio parado ahí a solo unos cuantos pasos de su persona.


Brinco y se estampo lo mas que pudo a la puerta, su corazón volvió al martilleo y rogo con todas sus fuerzas que su cara no estuviera del color de un tomate. No tenía excusa ¡lo había tomado por sorpresa! Normalmente tenía unos preciados segundos para calmarse pero ahora la preparación había sido nula. ¡Que injusto!


-no muerdo- le escucho decir


Asi es, no mordía, no era peligroso al menos no para otras personas pero si lo era para el, lo era para su corazón figurativo. Se obligó a calmarse –tranquilo Makoto solo ha sido un susto no pasa nada – se despegó de la puerta y la situación se tornó divertida.


-¡me has dado un buen susto Haru-chan!- le dijo divertido


-tu eres el que entra de infraganti a casas ajenas y no le agregues el –chan a mi nombre- frunció ligeramente el ceño como acostumbraba


Entonces Mako rio, tan natural que le resulto un poco extraño pues en toda la semana se la había pasado tenso e inquiero que hasta algo tan simple como reír se volvió trabajoso. Pero al final ahí estaba, escuchando su propia risa ocasionada por algo que para otros no tenía nada de gracioso. Se calmó y respiro profundamente aun con esos ojos azules fijos en su persona.


-perdón Haru-cha- Haru- se corrigió limpiando una lágrima rebelde de tanto reír


El otro siempre mantenía esa impasible mirada; con sus profundos ojos azules que se asemejaban al color del océano, Mako pensó que todo en Haru era inalterable y tuvo una repentina curiosidad por ver otras reacciones. No era un santo capricho tenía en la cabeza unas situaciones un tanto peculiares.


Ambos caminaron hacia la sala, Mako puso la caja en la mesa de la cocina, se percató que el cabello de Haru estaba mojado y goteaba y se preguntó cómo sería tocar ese a simple vista sedoso cabello, se imago a si mismo percibiendo la textura de ese negro cabello mientras la cabeza de su dueño descansa en su regazo, viendo las delicadas fracciones de su rostro, oliendo su acostumbrada esencia a lavanda, teniéndolo solo y únicamente para él.


-Makoto-


Brinco una vez mas y esta vez si que su cara estaba pintada de rojo, evito mirarlo buscando cualquier excusa que usar.


-ah! mi mamá me trajo todos estos dulces… son muchos para mi así voy a dejar un poco para ti – abrió el paquete y hundió demasiado su rostro, dejándose en clara evidencia


-no deberías hacer siempre lo mismo, solo dile que no te gusta lo que te trae – le aconsejo como anteriormente lo había hecho


Mako no era el único que escuchaba cosas y no las cumplía. Dentro de la caja se culpó por haber pensado en semejante ilusión porque ya había conseguido otro problemita. Se ruborizo mas de lo que estaba y se dijo un sinfín de improperios que uno simplemente no puede decir en público, eso ayudo un poquito a su situación y dentro de su caja siguió haciendo como quien no encuentra lo que busca demorándose y soltando uno que otra exclamación.


Cuando parecía que su situación ya estaba controlada con todo el valor que pudo conseguir saco la cabeza de su salvavidas solo para que al instante quisiera meterla de nuevo. Ahí estaba una vez mas en todo el día, su rostro a centímetros del suyo.


Esta vez si que fue muy ruidoso se separó dando brincos y por poco tumba un vaso.


-n-n-necesito usar tu baño- no espero respuesta alguna y corrió


Ban ban ban hacían sus pies en el piso de parquet, llego al cuarto de baño, entro y cerro con seguro la puerta, con la mano aun en el picaporte todas sus fuerzas se desvanecieron, sus piernas flaquearon y de deslizo hasta llegar al suelo. Su cara ardía y con ambas manos se la tapo su corazón figurativo latía con fuerza queriéndose salir de su pecho, todo iba de mal en peor en todo momento especialmente junto a Haru era atacado por repentinos impulsos, abrazarlo, pegar su rostro en su pecho, escuchar sus latidos, aspirar de su aroma.


Hacer que esos profundos ojos azules lo miraran, ser cautivados por ello, grabar en su memoria cada detalle de su rostro, todo eso lo deseaba con una urgencia que crecía con el pasar de los días.


En definitiva ya estaba demasiado claro ¿qué más pruebas quería? no podía fijarse en otra persona, no le interesaba los asuntos de sus compañeros, porque su corazón y su cabeza ya tenían un solo nombre y una sola imagen en ella y no estaban dispuestos a renunciar. Inconscientemente se había encaprichado con él y ya no existía forma alguna de ignorar lo que su innegable voluntad le estaba gritando todos estos años. Estaba enamorado de su amigo, de Haru.


 -¿que hago? ¿que hago? ¿que hago? ¿que hago? ¡¿que hago?! –escuchó su voz amortiguada por sus manos y volvió a repetir la misma pregunta dentro de su cabeza.


No podía quedarse en el cuarto de baño o a lo mejor si podía ¿podía? Claro que no. Con mucha dificultad se levantó del piso, llego hasta el lavamanos y dejo salir abundante agua, se restregó con mucha determinación en un fiero intento de que con un poco de dolor físico pudiera calmarse. Estaba funcionando ahora el rojo de su rostro tenía una razón explicable. Busco por todo el recinto una toalla, no encontró ninguna, la suerte sí que estaba de su lado.


Cuando tocaron la puerta brinco por tercera vez y ahora que decía ¿Qué sale dentro de un rato?


-¿estás bien?- preguntaron al otro lado


Si Mako no lo conociera diría que esa pregunta era solo cortesía, deseo que fuera pura cortesía pero no, sus acciones estaban preocupando a Haru.


Respiro profundamente haciendo algo de ruido, libero el seguro de la puerta y la abrió solo unos centímetros – no tienes ninguna toalla ¿Qué has hecho con ellas? – inquirió un poco arisco


No me gusta tener ropa sucia – respondió y al ver gotear el rostro del castaño le aventó la toalla que utilizaba para que su húmedo cabello no mojara su remera– toma utiliza esta no está muy mojada… la puedes dejar en el cesto después de terminar – le dio la espalda pero antes de caminar se volteo a decirle –ya no te vuelvas a encerrar en el baño- y se fue


Mako sin saber que hacer se quedó parado unos instantes, luego se mordió con fuerza el interior de la mejilla no podía hacer que las personas se preocuparan por él, con fuerza se secó la cara siendo incapaz de no reparar en el olor a cloro que abundaba en la ella.


 


 

Notas finales:

¿y como les fue? espero no haberlos aburirlo. En otras noticias; voy aclarar los nombres de esos dulces japoneses que tanto deseo comoer otra vez:

Manju: esta hecho de harina, polvo de arroz y alforfón, y un relleno de an; pasta de judía azuki, es como comer esos bollos chinos.

Kompeito: es un caramelo con forma(yo le digo deforme) de diferentes colores, muy famoso

Mochi:para quien no conozca que son, esta hecha de arroz glutinoso y de pasta de judía azuki, bueno al menos asi lo he comido yo.

eso es todo, los leo muy proonto.

-Mis estrellas para ustedes-


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