Se recostó en una de las paredes del gimnasio, estaba en su tiempo de descanso. Tenía su celular en la mano, esperando por un mensaje. Frunció sus labios al ver la hora y se fue deslizando hasta quedarse en cuclillas.
En todo su fin de semana estaría ocupado.
Le encantaría disponer de más tiempo libre, pero el modelaje, el instituto y las prácticas del club lo consumían casi todo. No es que no le gustara como estaba de ocupado su tiempo, bueno, al instituto tenía que ir porque debía ir.
Kise cerró sus ojos soltando un sonoro suspiro.
‘’Tampoco hoy’’ con ese pensamiento guardó el celular en su maletín. Se cubrió el rostro con la toalla que estaba sobre su cuello.
Estaba deprimido.
Después de la práctica tenía una sesión de fotos para una revista, lo que significaba que no tendría tiempo para nada. Le divertían las sesiones pero no cuando ya era la cuarta vez de la semana. ¿Qué le vamos a hacer? Kise estaba pasando por un buen momento como modelo. Agradecía eso pero le quitaban su preciado tiempo con su ‘sempai’, al cual no había visto en…
‘’¿Una semana? ¡No puede ser! ¿Tanto tiempo?’’ Después de acabar las vacaciones no habían contactado mucho y eso se debía a que Kasamatsu estudiaba en otra ciudad.
Kise sabía que esto de una relación a distancia iba a ser difícil, antes ni se le habría ocurrido que las cosas sucederían así. Andaba lo más del día que podía pegado a su ‘sempai’ que ni siquiera imaginó que él se iría a estudiar a otra ciudad. No lo espero. La noticia le dolió, fue como si le hubiera caído un rayo, pero no se quejó. Kasamatsu era firme con sus decisiones.
Los cinco minutos habían pasado. El rubio dejo la toalla a un lado, se levantó perezosamente y no pudo evitar caer al piso cuando le dieron una patada en su lado izquierdo, las lágrimas salieron instantáneamente.
Con un brillo en los ojos, giró rápidamente su cabeza para ver a su atacante, no se lo iba a creer si no veía por el mismo.
Extrañaba esas patadas.
-Como capitán debes dar el ejemplo, Kise -dijo Kasamatsu soltando un suspiro.
Los alumnos de tercero y segundo, que conocían a Kasamatsu, se acercaron a saludar. El entrenador también.
Kise no había pronunciado ni una palabra, estaba feliz, había visto a su ‘sempai’ después de una semana. Cuando pasó el entrenador por su lado, le avisó que iba a hablar un rato con Kasamatsu, el hombre mayor solo asintió para luego comenzar a dar instrucciones a los demás estudiantes.
Kasamatsu se encontraba en una esquina, después de la patada que le dio a Kise se alejó para encontrarse con sus antiguos compañeros y responder a sus saludos.
-Kasamatsu-sempai -llamó Kise para luego dedicarle una hermosa sonrisa, quiso abrazarlo pero no era el lugar como para hacerlo. Se estaba controlando. Apoyó sus dos manos a su lado izquierdo, a la altura de su cintura. -Eso dolió.
El rubio se quejó, cambio su sonrisa por una expresión de sufrimiento.
-Es lo que merecías -dijo el azabache mientras cruzaba sus brazos. - ¿Cómo estás?
Kasamatsu fijó sus ojos en los contrarios. Estaba preocupado. No es que no se hubiera dado cuenta de las miradas que le dedican al rubio cuando estaba a su lado, pero ahora ya no era así. Ya no lo podía vigilar como antes lo hacía, sobre todo si estaba en otra ciudad.
-Kise, me voy a mudar -soltó Kasamatsu cuando Kise y él se encontraban sentados en una banca situada en el centro del parque. -La universidad que quiero se encuentra en otra ciudad.
Al rubio lo tomó de sorpresa, su rostro lo reflejaba a la perfección, y poco a poco se transformó en una de tristeza. ‘’Me va a dejar’’ pensamientos así invadieron a Kise. No dijo nada, sabía que Kasamatsu no iba a cambiar de idea aunque se lo pidiese. El rubio se estaba preparando para lo que venía: su corazón roto en mil pedazos y más.
Si es que se podía.
-No pienso terminar nuestra relación, idiota -agregó el azabache, que conocía muy bien las expresiones del menor. -Sé que va a ser difícil, pero quiero intentarlo… si tú quieres.
Kasamatsu bajó el volumen de su voz y con una expresión que ya no pudo ocultar, espero la respuesta del rubio.
-Mejor -contestó sonriendo. -Te extrañaba, además, no ha sido mi mejor semana -continuo, haciendo un leve mohín. Rió para sus adentros cuando el mayor arrugó el entrecejo. -Tranquilo, es por el trabajo. Se ha acumulado -asintió varias veces, derrotado por el cansancio.
El azabache acercó su mano derecha y acarició, percatándose que nadie los miraba, la mejilla de su rubio. -Por cierto, hoy te acompañare a la sesión de fotos.
-¡Mo! ¿Entonces porque no me lo dijiste por mensaje?
-Quería darte la sorpresa.
Kasamatsu sonrió levemente y volvió a cruzar de brazos.
Kise estaba que desbordaba felicidad, casi se tira encima del mayor pero se controló, extrañaba las patadas pero no es que las buscara a cada rato. - ¡Gracias! Ah, una cosa más, ¿por qué no contestas mis mensajes?
-¿Será que no puedo con todos? -suspiró, poniendo mala cara al contrario. - Puedo con los mensajes de la mañana, pero en las tardes tengo clases. El viernes es el único día que tengo clases en la mañana -dijo para terminar.
El entrenador los interrumpió, el rubio se estaba pasando del tiempo.
-Es que no sabía que habían cambiado tus horarios -se excusó rápido el menor. -Debo regresar -agachó ligeramente su cabeza y luego le dedicó una pequeña sonrisa a Kasamatsu.
Kise al ver que el mayor le devolvió la sonrisa, se dirigió a la cancha casi saltando de alegría.
-¡Después coordinaremos a qué hora tengo tiempo para tus mensajes!
El rubio, con un rostro sorprendido que luego cambio a felicidad, giró su cuerpo para ver de nuevo al azabache. - ¡Sí!
Para Kise, definitivamente, había sido su mejor día.