Él no me mira a mí. Sus sonrisas no son para mí. Cuando suspira, no, no es por mí. ¿Por qué… no puedo ser yo?
Sé que no tiene caso lamentarse, lo sé mejor que nadie. Seguir adelante es todo lo que me queda…
Pero, es difícil, demasiado difícil, yo sólo quiero…que esté conmigo, no quiero darlo a nadie, porque lo amo, lo amo más de lo que cualquiera pudiera hacerlo. Está falsa ilusión ha crecido por años y no he podido detenerla de forma alguna.
¿Por qué no me dedicas ni una sola mirada?
Suena el teléfono. Estoy tan inmerso en mis pensamientos que tardo en sacarlo del bolsillo. Perfecto, justo la persona que trato de olvidar, ¿Por qué, Dios? ¿Es una señal de que nunca lo podré dejar atrás? Dudo en contestar, pero como siempre, termino haciéndolo.
Mi nombre. Eso es lo primero que escucho del otro lado de la línea. ¿Siempre fue tan hermoso? No, solo suena hermoso cuando él lo pronuncia. ¿Por qué tengo que ser tan emocional? No respondo nada, mi nombre vuelve a pronunciarse por sus labios, en busca de mi respuesta, trago saliva y me preparo para por fin contestar…
“Rin”, es lo que pronuncio, mi voz tiembla y no puedo decir más nada. Pregunta si estoy bien, quizá mi voz se escuchó muy lamentable. “Estaba durmiendo”, contesto para excusarme. Suelta una carcajada e inevitablemente me hace sonreír. Mi alma descansa al escuchar su voz, su risa, cuando ‘estoy con él’, siento que no importa nada, que sólo somos nosotros dos en nuestro pequeño mundo.
Lamentablemente no es así.
Me explica que no llegará esta noche, que por favor avise en el colegio y dé una buena escusa. No puedo negarle nada. Me tranquilicé al saber que estaría con todos los chicos de Iwatobi, ayudándolos a planear futuros entrenamientos y otras cosas, a las que en realidad no les puse atención.
“¿Haru?” Siento a mi corazón comprimirse. No puedo escucharlo decirlo, no su nombre, no ahora.
Dialoga un poco antes de volver al teléfono, no escuché nada claro, sólo muchas personas que hablaban a la vez y el sonido de la televisión encendida, creo que eran las noticias, me pareció escuchar el pronóstico del clima.
“Lo siento, tuve que ayudar en la cocina.” De nuevo tardo en contestar. “¿Sousuke?”
“No te preocupes”, respondo casi susurrando. “Es sólo que estoy cansado.”
Se disculpa por haber interrumpido mi imaginaria ‘siesta’, y me agradece nuevamente por cubrirlo, se despide de mí como de costumbre. No respondo, no porque no quiera, es sólo que no puedo.
Cuelga el teléfono, lo dejo pegado a mi oído aunque ya no haya nadie del otro lado de la línea, lo único que escucho son los consecutivos tonos de que ha terminado la llamada. No sé hasta cuando podré soportar esto.
Rin, Rin, Rin. Es todo lo que pasa por mi mente, pongo mi mano sobre mi pecho e incontables lágrimas se deslizan por mis mejillas.
¿No me escogerías a mí?