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Amor Yaoi
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MAMA por HyunMisheru

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Notas del fanfic:

Primero que nada, agradezco que te permitas leer mi fic. Esta historia llevo pensándola desde hace un tiempo, desde que vi el video de MAMA, de hecho. Hay una gran historia detrás de EXO que he buscado descifrar y que pienso he tenido un progreso. Pero esto es Amor Yaoi, así que he tomado lo que sé y adaptado aquello en una historia de este tipo.

Así que le doy gracias a aquellas personas que también han buscado entender y que con sus aportaciones me ayudaron. Y a mi mejor amiga! Por mostrarme a EXO! E igual a SM a pesar de los problemas que ha ocasionado.

Corrió.

 

Él trató. Vaya que lo hizo.

 

Pero no fue suficiente.

 

La silueta frente a él le veía con mucha gracia, apreciando su desgracia como lo más emocionante que hubiera visto en su vida; de hecho, así era.

 

-Llorar no sirve de nada.

 

A pesar de sus frases burlonas, no se inmutó. No mostró una sensación distinta de la que había permitido ser mostrada. Lo único que hacía era sollozar lo más silenciosamente posible, pero eso era una acción que estaba fuera de sus límites en el momento.

 

-Monstruo…- Dijo entre dientes, tratando de que sonase de una manera atemorizante, y a pesar de que lo logró, su voz quebrada quitó seriedad a su oración.

 

-Éste es el destino, y a veces es necesario aceptarlo.

 

-A veces… Yo…- Inhaló profundo antes de continuar- Yo… no lo acepto… ¡No lo aceptaré!

 

Rápidamente se levantó, dejando todo atrás y huyó, evitando ser atrapado de los poderes que ahora poseía aquella persona.

 

-Entiende que es inútil. ¡Acepta lo que te ha tocado y muere!

 

El ser lo alcanzó, lo tomó del cuello dificultándole la respiración para luego golpearlo contra la pared de piedra. Arrancó su camisa y con su dedo comenzó a trazar un dibujo sobre su pecho que le hacía sentir como si estuviese siendo marcado por la más filosa daga de todas. No pudo evitar que más lágrimas y gritos saliesen de su boca, ya no podía jugar a ser el fuerte.

 

De un segundo a otro sentía como su vida se esfumaba, se marchitaba, se moría. Estaba más que débil, incapaz de luchar por su último aliento. No… él no podía, ¡no podía rendirse! Eso era. Debía de, de… de ver lo estaba por pasar. Levantó su mirada y vio como un rostro se acercaba provocativamente hacia el suyo, pero antes de que llegase a unirse, con todas sus fuerzas le dio un gran cabezazo que le dolió, sí, pero le liberó de su agarre. Nuevamente echó a correr con la otra persona tras de él, y sintiendo como el mundo se reunía junto a él, desapareció.

 

El ser vio su silueta confundida entre la luz y la oscuridad. Lo perdió. Joder.

 

“Al menos ya tiene la marca…”, pensó. “Ve, disfruta la vida, trata de hacer algo. Al final, no eres más que un alma en pena, mi pequeño”.

 

 

 

La primavera no tardaba en llegar. Sin duda, una época tan maravillosa. El clima, perfecto. Las flores, un millar. Los momentos, inolvidables. El amor… escaseando, al menos para él. No entendía por qué le era tan complicado encontrar a alguien que compartiese sus mismos intereses o tan siquiera alguien con quien pudiese pasarla bien o alguien que se preocupe por él y que pudiese sentirlo de la misma manera.

 

Pero eso no le importaba mucho.

 

Nunca había vivido repleto de amor o cariño, y no sentía como si le hiciese mucha falta, después de todo había estado sus 20 años solo. No sabía quién era su madre, o si tan siquiera la tuvo. Tenía consciencia de que en sus memorias nunca hubo una mujer a quien llamarle mamá. Sin embargo, en lo más profundo de su cabeza, él había creado un ser, una voz suave y tranquila que le escuchaba y le hablaba. Kyungsoo le había dado un lugar en su vida a esa misteriosa presencia, la única persona en su vida.

 

Él la llamaba MAMA.

 

Mama era capaz de escucharle. Mama era capaz de cuidarle. Mama era capaz de amarle.

 

O al menos así lo veía él.

 

Sin mirar, tropezó contra otra persona, haciendo que un libro cayese al suelo. El otro no dijo nada, esperando que el chico de menor estatura dijese algo, pero Kyungsoo no tenía mucho que decir. La portada del libro le había parecido un tanto… extraña. La portada era nada, pero algo dentro de él le decía que no era así.

 

Mama.

 

El chico frente a él recogió su libro y sostuvo su mirada sobre los ojos de Kyungsoo quien miraba a la nada. Trató de salir de su trance, pero Mama se lo impedía. El otro le vio raro y preguntó “¿estás bien?”. Sus palabras le descolocaron para sólamente moverse a un lado y caminar hacia delante de manera automática, perdido.

 

Llegó a una pequeña florería sobre una carreta junto al parque que siempre visitaba. Se detuvo a contemplar las manualidades de la naturaleza, admirando una flor en particular de color rosado blanco, muy hermosa, sobresaliente de las demás por nada en especial, pero era otra vez esa sensación.

 

-¿Le gustan? Cuestan 1500 won cada una, aunque tal vez podría hacer una excepción- dijo la chica que atendía el puesto, sin dejar de mirarle en ningún momento.

 

-Deme una de ésas.

 

Kyungsoo se exaltó al escuchar aquella voz tras él. Pudo detallar que la mujer no había quitado la sonrisa de su  rostro, incluso la había ensanchado. Ella asintió y le indicó al hombre tomar la que más le gustase. El otro se inclinó y tomó la misma flor que el chico estaba admirando previamente; de todas entre tantas, aquélla.

 

-Gracias- dijo él amablemente.

 

-A ti- le respondió la chica con su sonrisa coqueta y paseándose la mano por su cabello.

 

El chico con sus ojos distinguibles de pupilas pequeñas e irises oscuros miró al otro con cierta resignación oculta tras la silueta de una seria sombra, pero automáticamente se derribó al observarle.

 

Él.

 

Él era… un extraño más.

 

Él era un extraño totalmente conocido, así sentía que era. Sus rasgos se le hacían familiares, su voz como una que ya había escuchado y esos ojos tan profundos le habían mirado antes. ¿Pero dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué?

 

Kyungsoo no se había percatado de que miraba al hombre fijamente con un rostro serio y que podría causar terror por sus enormes ojos viéndole directamente, mas el otro sólo sonrió y comenzó la plática.

 

-¿Tengo algo en la cara?

 

El de menor estatura pestañeó y luego retiró su mirada del otro, se dio la vuelta y comenzó a caminar con rumbo al parque como en un principio había planeado.

 

-Oye, ¡espera!

 

El chico con la flor le siguió. En un segundo tomó su brazo, buscando la atención de éste aunque sólo ganó otra de sus miradas asesinas que le salían tan naturales al de menor estatura pero que de cierta forma le hacían sentir bien; mentiría si dijese que odiaba sus facciones, y a pesar de ello, tenía el propósito de que sólo a él le mostrase sus mejores facetas. Sólo a él.

 

-¿Dije algo mal?- Silencio- Bueno, si lo hice, discúlpame. No planeaba que te molestaras, aunque no veo qué hice mal.

 

Kyungsoo le dio una pequeña mirada a su rostro. No estaba mal, pero él no estaba interesado en el amor de las personas. Nuevamente, se giró y volvió a caminar, siendo por segunda vez seguido por el otro quien había decido hablarle a distancia (según él, distancia equivale a estar casi hombro con hombro).

 

-No hablas mucho, eres algo tímido.

 

“No lo sabía. Gracias, eh” pensó el chico de cabello oscuro.

 

-Dime, ¿cómo te llamas?

 

Kyungsoo se paró en seco para volver a mirarle pero de una manera un tanto más inocente pero con toques de frialdad involuntarios. ¿Por qué estaba este sujeto tan interesado en él? Lo peor de todo era que no podía encontrar la manera de alejarse. Su madre le alentaba internamente a que hablase con él, o más bien le suplicaba para que, por fin, tuviese un mínimo contacto humano real.

-D.O- respondió casi en un susurro

 

-¿D.O? Ése no es un nombre, pero bueno, puedes llamarme Kai.

 

-Kai tampoco es nombre.

 

Kai se sintió tan alegre en ese momento. Realmente la maravillosa voz de D.O le hacía sentir muy bien. Tal vez fuesen unas pocas palabras, pero las amó con todo lo que pudo.

 

-Tú no me has dicho el tuyo. ¿Así te llaman tus amigos?

 

“Amigos”.

 

-Sí.

 

-Oh… El día en que digas tu nombre, yo te diré el mío, ¿aceptas?- Le apostó Kai al chico frente a él con su mano tendida. Kyungsoo sólo la miró.

 

-¿Por qué no al revés?

 

-¿No confías en mí?

 

-No- ante la afirmación Kai se rio, pero internamente le había hecho sentir mal.

 

-Vamos. Será nuestra primera prueba de amistad.

 

-A… ¿amistad?- Ésa era una palabra que no se encontraba en el vocabulario de Kyungsoo.

 

-Jajaja, sí, ¿o no? Me agradas, D.O, pero creo que yo no mucho. ¿Por qué no lo intentas?- Pidió tendiendo su mano otra vez para cerrar su trato.

 

-Ya veré.

 

El de cabello oscuro miró hacia Kai sin sacar las manos de sus bolsillos, no obstante de cierta forma trató de hacerle a entender con sus gestos que aceptaba, sólo esperaba que el otro le hubiese dado sentido. ¿Pero con quién creía que hablaba? Kai conocía mejor a Kyungsoo de lo que éste podría pensar.

 

Cuando el de menor estatura comenzó a mirar repentinamente hacia cualquier lado, el chico de piel bronceada y cabello castaño oscuro tomó su brazo y lo guió hacia un pequeño local cercano al lugar. “Te invito un helado”. D.O no tenía dinero para desgastar en cosas como ésa y trató de hacérselo saber, mas Kai le explicó la definición de “invitar”.

 

El local era muy colorido internamente, resaltado con carteles de helados por todas las paredes y ventanas. Kyungsoo no recordaba cuándo fue la última vez que comió un helado por lo que no supo qué responder cuando Kai le preguntó el sabor que quería. Simplemente señaló uno de los botes sin siquiera verlo, a lo que el otro rio; en el rostro del pequeño era visible que no tenía idea de qué le estaba hablando.

Ambos salieron del local con un helado del mismo sabor en sus manos. D.O no sabía qué decir o hacer. Acababa de conocer a ese chico y ahora parecía que llevaban mucho más tiempo de conocerse del que él pensaba pero no de lo que Kai opinaba secretamente. Se sentaron en una banca y comenzaron a degustar su helado. El de piel morena miraba emocionado las expresiones que hacía el otro en torno al postre, sin probarlo aún, por lo que empezó a comer el suyo propio para que Kyungsoo comenzase a imitarlo de una forma graciosa y tierna a los ojos de Kai.

 

-¿Cuándo fue la última vez que comiste un helado?

 

Kyungsoo le miró a los ojos sin mover los labios. Eso fue todo lo que necesitó Kai para entender. Las cosas no eran muy distintas realmente.

 

Pasados unos minutos, unos pasos apresurados comenzaron a cobrar fuerza cerca de ellos. Ambos adolescentes casi adultos vieron como la silueta de un chico se plantó a unos pasos de ellos con una mochila al hombro y un libro en la mano. Kyungsoo pudo reconocer al sujeto como el que había visto hace rato, el mismo con el que chocó y e ignoró.

 

-Kai, hola- dijo el tercero.

 

-Chanyeol, ¿qué haces aquí?- Le preguntó el mencionado.

 

-Un hola no estaría mal- Chanyeol miró al chico de ojos grandes recordando el evento pasado pero rápidamente lo ignoró-. Te vi aquí mientras iba a mi casa. Me dijiste que nos reuniríamos.

 

-Ah, cierto. Lo había olvidado. Perdón- Kai se levantó y se giró hacia su acompañante-. Tengo que irme. Te veré al rato, D.O.

 

Kyungsoo levantó su mano tímidamente para despedirse del otro, pero éste se dio la vuelta y desapareció rápidamente. Se encontraba otra vez igual, solo. Se quedó en el parque hasta que el atardecer se hizo presente, indicándole que debía volver a su hogar antes de que anocheciese. Antes de irse, observó por el rabillo del ojo el lugar donde hace un rato se encontraba su “amigo” nuevo, y en el mismo visualizó un objeto que llamó su atención.

 

La flor de Kai.

 

 

 

-¿Sabes? Interrumpiste un buen momento- comenzó Kai cuando llegaron a la casa de Chanyeol.

 

-Perdona, no sabía que tenías novio.

 

-No es mi novio… aún.

 

-Aún. ¿Te rechazó tu propuesta después de que le dieses esa flor? Por negro.

 

-¡Oye! Y no, no me he declarado. Pero él es el chico del que tanto te hablo.

 

-¿Y entonces la rosa por qué?

 

-No era una rosa, y simplemente lo hice.

 

Chanyeol y Kai se llevaban muy bien para el tiempo que llevaban de conocerse el cual no pasaba de tres semanas. Vivían juntos, o más bien, Kai vivía como huésped en la casa del mayor. El otro no tenía familia, y tampoco era como si el moreno la tuviese así que entre ambos habían formado aquel pequeño lugar. Su casa era como de tres cuartos en total y un baño junto a un cobertizo viejo y olvidado pero en donde Chanyeol pasaba parte de su tiempo leyendo el libro que encontró en aquel lugar.

 

Ahí también se topó con una piedra muy rara. Tenía el dibujo de un unicornio, el mismo que se encontraba en su libro, y brillaba de vez en cuando. Kai le había ayudado a entender algunas de esas cosas, pero para ello le dijo que tenía que encontrar una con el dibujo de un pájaro similar a un fénix. El porqué no se lo había dicho.

 

Kai tenía la segunda piedra que Chanyeol había encontrado. Tenía un triángulo con un círculo adentro y hasta donde sabía según lo dicho en su libro, aquélla era de las más relevantes que podría haber descubierto.

 

-¿Es en serio?- Preguntó el mayor.

 

-¿Qué cosa?

 

-Todo.

 

-Lo que he dicho es cierto.

 

-¿Y cómo lo sabes?

 

-Necesitas encontrar la roca con un fénix y lo sabrás- de un segundo a otro, Kai estaba en una esquina del cuarto, luego en la otra y finalmente al lado de su amigo, todo sin haberse movido-. Somos especiales.

 

-¿Ése novio tuyo también es especial?

 

Kai sonrió y cerró los ojos, recordando.

 

-Sí, es más especial que todos nosotros. Es muy importante, mucho más para mí.

 

“Y Mama me está ayudando mucho”.

Notas finales:

Hola! Bueno, gracias por haber leído. No tardaré en actualizar, espero.

Como dije, ésta es mi versión de la Teoría de EXO y MAMA versión Yaoi. Estoy en procesos de EXO-L, así que si he hecho algo mal, díganme sin ningún problema. Soy abierta ante todo.

Les agradezco. Mucha suerte!!!


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