— ¡Byun BaekHyun! —grita ChanYeol entrando furioso a mi habitación, o por lo menos intuyo que está furioso, ya que su ceño fruncido y su rostro rojo de rabia tenían que significar algo. Más ese grito que me hizo soltar el libro que no estaba leyendo, pero que tenía en mis manos por alguna razón que en realidad desconozco.
— ¡Park ChanYeol! —respondo gritando, pero de una forma más calmada que el chico alto que se encontraba al lado de mi cama, mientras que yo me sentaba en ésta para quedar enfrente de él. Ladeo mi cabeza, mientras que muerdo mi labio inferior, intentando ocultar mi risa divertida al ver la cara de enojo que traía Yeol.
— ¿Qué le dijiste a KyungSoo? —pregunta cruzándose de brazos, haciendo que los músculos de éstos se notaran más ya que llevaba una camiseta sin mangas. Joder, amo sus brazos. ¿Los han visto? Son musculosos, pero no tanto, me pregunto qué podrá hacer con esos brazos... Nota mental: Debo de dejar de fantasear con el cuerpo de mi compañero de piso.
— ¿A KyungSoo? Hm, nada —ustedes se preguntarán «¿Quién mierda es KyungSoo?», yo se los diré. Enano y ojón son dos palabras perfectas para describirlo... Ah, y también novio-del-chico-que-me-gusta, o sea, el novio de Yeol.
Siempre era lo mismo, la rutina de cada sábado. KyungSoo venía a nuestro departamento, se ponía meloso con ChanYeol, yo moría de celos y me encerraba en mi habitación hasta que escuchaba a Yeol ir al baño, o a algún lugar lejos del enano, entonces yo salía de mi mazmorra y ocupaba todos mis recursos de perra-mal-nacida y le decía algo hiriente, haciendo que el chico de ojos extremadamente grandes se fuera molesto. Luego de eso ChanYeol siempre venía a mi habitación, se enojaba conmigo, yo negaba todo y finalmente le hacía un puchero, y siempre, pero siempre, terminaba perdonándome y preparándome algo para comer. De seguro esta vez sería igual.
—Dime la verdad, BaekHyun —cuestiona aún con su semblante enojado. Algo anda raro, siempre que llegamos a esta instancia, deja de estar enojado, sino que sólo se resigna y me habla como si fuera un niño pequeño, pero ahora no lo está haciendo. Mierda, tengo miedo.
—Nada fuera de lo común, sólo le dije que tus labios eran suaves —confieso al sentirme algo asustado por la actitud del chico de mayor estatura.
— Joder, BaekHyun —dice tapando su rostro con sus manos, poniéndose aún más molesto si era posible. Inconscientemente flexiono mis piernas y me abrazo a ellas, sintiéndome aún más asustado por la extraña reacción del chico—. ¡KyungSoo acaba de terminar conmigo por tu culpa! —me grita apuntándome con su dedo índice.
Espera, ¿qué? ¿Había escuchado bien? ¿Terminaron por lo que le dije? ¡Oh, vamos! Ese chico no podía ser más celoso, aunque tal vez yo había llegado al límite con mis cosas hirientes... No, el chico es celoso. Sí, eso, definitivamente.
— ¿Terminaron? ¿Puedo saltar de la emoción? —pregunto sonriendo ampliamente, dejando de abrazar mis piernas, poniéndome de pie—. Por favor, Yeollie~ —pero el chico sólo se dedica a mirarme con el ceño fruncido, pestañeando lento y algo pausado, a la vez que respira lentamente, como intentando tranquilizarse—.
— ¿Por qué le dijiste eso? —me cuestiona mirándome con una ceja levantada. Mierda, se veía muy lindo así.
— ¡Porque lo parecen! ¿Acaso no los haz visto? —respondo y a la vez pregunto, señalando los labios del más alto con mi mano derecha, abriendo mis ojos más de lo normal para enfatizar, pero rápidamente dejé de hacerlo ya que tal vez me parecía a KyungSoo y... Ew, no, gracias.
—No tenías porqué decirle eso a KyungSoo y lo sabes —susurra algo más calmado. Por lo menos ya estaba empezando a ceder ante mis encantos.
—Oh, vamos, Yeollie, ese chico es muy celoso, no es mi culpa. Además de que tus labios se ven jodidamente suaves.
— ¿En serio? ¿Por qué no los pruebas entonces? —no sé si está hablando en serio, o sólo lo dice porque está enojado. ¡Pero no me importa! Como la buena perra-mal-nacida que soy, no dejaría pasar esta ocasión.
— Está bien —me encojo de hombros y tomo al chico de las mejillas, acercándolo a mi rostro, para luego besarlo lentamente, algo desesperado, para ser sincero... ¡Pero por favor! He estado esperando ésto por ¿cuánto? ¿Cuatro años? ¡Entiéndanme!
Él no me corresponde el beso al principio, pero yo sigo moviendo mis labios sobre los de él, y sonrío ampliamente cuando siento que me corresponde, abrazándome por la cintura. En respuesta yo suelto sus mejillas y pongo ambas manos en sus hombros, acariciándolos suavemente.
Nos separamos cuando sentimos que el oxígeno nos hacía falta, yo sólo limito a reírme cuando él abre ampliamente sus ojos. Me separo con rapidez y salgo de la habitación.
— ¿Me vas a preparar algo para comer? —cuestiono en voz alta para que me escuchara, volviendo a reír.