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Patient love por Leia-chan

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Notas del fanfic:

Gracias por darle clic a esta historia :D Ojala te agrade.

 

Esta es la primera comisión que hago. Una historia para Barby o Pily Sweet Angel, como esta en DeviantArt (este es el link http://pily-sweet-angel.deviantart.com/. Algún día aprenderé a meter links, pero este no es el día)

 

Así que... emm... pasen a leer y también visiten la pagina de Barby :D Es una chica encantadora que dibuja adorable

Notas del capitulo:

Esta historia tendrá continuación, pero por el momento es un cap único. Yo quería que fuera una relación que se desarrollara lentamente, muy lentamente... ojala no aburra XD

Patient love

Era lunes de mañana, y ya estaba llegando tarde. Vaya forma de empezar la semana. Ai aparcó en el último lugar vacío del estacionamiento de la facultad, con una habilidad que no sabía que tenía y se bajó del auto, deslizándose para no golpear el auto que tenía al lado. Por suerte, ese día había decidido poner todos sus materiales en la cajuela, que si no, tendría que descifrar qué malabarismo hacer para no llegar a clases tarde y con las manos vacías. Abrió la cajuela con la llave y sacó sus materiales. “Ugh, no podré llevarlos todos a la vez”, pensó con angustia, equilibrando sus libros, un tubo de cartulina y una maqueta. Era demasiado para un solo viaje, como ya lo había notado al salir de casa.

Y, mientras Ai luchaba con la gravedad y su equilibrio, un apuesto joven se bajaba de un deportivo, unos cuantos metros más cerca de la entrada. Sus cabellos platinados estaban elegantemente peinados hacia atrás, usaba lentes oscuros y era muy alto. Parecía un modelo y, por el porte que llevaba, se notaba que estaba acostumbrado a que la gente lo observara con atención. Se irguió casi solemnemente y se arregló el traje casual que llevaba y fue allí que notó a Ai, haciendo lo imposible por cerrar la cajuela de su auto mientras balanceaba una pila de objetos con mucha dificultad. El chico se sonrió y caminó hasta él.

-       Parece que necesitas ayuda – habló, usando su voz más seductora. Lastimosamente, Ai estaba demasiado concentrado en otra cosa como para notar eso.

-       S-sí. Si no es molestia, podrías cerrar la cajuela y así yo presiono el botón y…

Antes de que terminara, el recién llegado así lo hizo y Ai llaveó el auto con la llave eléctrica. – Ah, gracias. Ahora, si me disculpas, estoy llegando muy tarde – le dijo Ai y comenzaba a alejarse, sin siquiera ver al buen samaritano que le había dado una mano.

El chico, por su parte, estaba algo asombrado. Supuso que tal vez debería ofenderse, pero más bien le emocionaba el hecho de que, por vez primera, honestamente estaban ignorando sus avances. – Si me permites ayudarte con eso… - se acercó y trató de tomar algo para cargar – Me llamo Yuriv, ¿y tú?

-       Emmm – Ai estaba algo molesto ya. Tenía muy poca paciencia, estaba llegando tarde y ese chico quería conversación – En verdad, estoy llegando muy tarde, así que déjame en paz, ¿ok? Y no toques mis cosas.

Yuriv apartó las manos algo asustado. El chico podría ser pequeño y parecer delicado pero tenía una actitud muy fuerte. Y antes de que se le ocurriera algo, el otro ya estaba caminando hacia la entrada del edificio. Yuriv lo dejó ir porque, de todas formas, sentía que volvería a encontrarlo tarde o temprano. Arreglándose el cabello y soltando una sonrisita, Yuriv también entró al mismo edificio.

Dos días se habían pasado desde ese encuentro y la semana de Ai simplemente no mejoraba. A pesar de todo su esfuerzo, su maqueta solo consiguió un nueve, cuando se moría por un diez y el profesor de diseño les pidió un trabajo grupal, que sabía, terminaría haciendo él solo porque estaba seguro que el trabajo de sus compañeros jamás llenaría sus estándares. Así que ese miércoles decidió que debía darse el gusto y fue a la librería, a comprarse un libro que le gustara. Estaba muy concentrado viendo libros en una pequeña librería cerca del campus de la facultad, leyendo títulos y estudiando las sinopsis. Le gustaba ese local porque era pequeño y con encanto y porque nunca había demasiada gente. Podía tomarse el tiempo en elegir un libro que le gustara y luego sentarse a leer en la adorable cafetería de la esquina que servía un café descafeinado delicioso.

Fue ahí donde Yuriv lo encontró. Al principio, no lo reconoció del todo. Solo le parecía conocido. Un chico de un metro sesenta, cabello rubio y vestido con ropas muy pasadas de moda pero que en ese chico simplemente se veían adorables. Yuriv lo estudió durante unos segundos tratando de recordar de donde lo conocía, entonces rememoró lo que había sucedido el lunes. “Es el que no cedió a mis encantos”, pensó divertido y decidió que volvería a intentarlo.

-       Hey, nos encontramos otra vez – se acercó al rubio y Ai lo miró por encima de su libro. – Y en un lugar tan romántico como este – le lanzó la sonrisa más coqueta de su repertorio y esperó una respuesta.

Ai sí lo recordaba. Lo había visto de reojo ese lunes, mientras se alejaba de él. No le agradaban los chicos como él. Es decir, no podía negar que se sentía atraído, pero conocía a los de su tipo. Un chico lindo demasiado seguro de sí mismo que siempre conseguía lo que quería. Se sentía cansado de solo pensar en eso. Lanzó un suspiro y rodó los ojos.

-       Así es. Es una coincidencia increíble – habló con algo de sorna, dejando el libro que tenía en su mano y tomando otro – Si me disculpas… - y se alejó con el libro para pagarlo en la caja.

-       Oh, vamos. ¿En qué me equivoqué? – murmuró Yuriv, viendo como se le escapaba su presa.

Vio que Ai salía de la librería y chasqueó la lengua. Ni siquiera consiguió que le dijera su nombre. El sentido común le decía que simplemente se rindiera. No es como si estuviera falto de citas o personas interesadas en él. Y capaz que en cualquier otra ocasión, así lo haría. Pero había algo en ese chico que le llamaba la atención y sabía que la curiosidad no le permitiría olvidar ese asunto. Se le prendió la lamparita y tomó el mismo libro que había comprado Ai. Tener intereses en común era un punto básico en el arte de conseguir citas.

-       Espera, por favor. No escuché tu nombre – corrió hasta alcanzar a Ai.

Ai no ocultó para nada lo pesado que le empezaba a caer el chico. – No lo escuchaste, porque no te lo dije – le respondió Ai, apurando el paso.

Pero Yuriv no tuvo problemas para alcanzarlo. - ¿Y me darás el placer de oírlo? – preguntó Yuriv, sin dejar que la actitud de Ai lo desanime.

-       ¿Y para qué quieres saberlo? – preguntó Ai, por su parte, a pesar de que tenía una vaga idea de lo que el otro quería – No acostumbro darle mi nombre a personas molestas que me persiguen en la calle.

-       Bueno… - Yuriv se sonrió – En primera, porque no puedo invitarte a un café si no sé tu nombre.

Ai no podía creer lo desvergonzado que era ese chico. Era imposible que no notara que estaba molestándolo y aún así continuaba persiguiéndolo. – No tengo ningún deseo de darte mi nombre o de aceptar un café de parte tuya.

-       Pero si vamos al mismo café y ambos estamos solos, sería más conveniente para el establecimiento que compartiéramos una mesa, ¿no? – trató de razonar Yuriv.

-       Ugh, que molesto eres… Me rehúso a compartir una mesa contigo, así que déjame en paz, ¿quieres?

-       No, no quiero – respondió el otro rápidamente, con una sonrisa traviesa.

-       ¡Entonces, ¿qué quieres de mí?! – exclamó Ai, ya muy enfadado.

-       Quiero saber tu nombre – dijo Yuriv, muy tranquilo.

-       Si te digo mi nombre, ¿me dejarás en paz? – trató de negociar Ai. Yuriv solo se encogió de hombros, pero Ai tomó eso como una afirmación – Me llamo Ai, ¿de acuerdo? Ahora, vete.

-       Mmm, ok. Pero, primero… - sacó el libro y se lo mostró - ¿Me hablarías un poco de este autor? Acabo de comprar este libro y parece muuuy interesante. ¿Te parecería si nos sentamos en… ese café de la esquina? – preguntó, fingiendo inocencia y con una sonrisa.

-       Ay, por favor. ¡Qué me dejes en paz! – le gritó y justo en ese momento, decidió que preferiría estar solo en su casa que arriesgarse a continuar esa patética conversación con ese molesto chico bonito en su café predilecto. “Mancharía mis memorias si voy con él al café”, y optó por subir a su auto y manejar a casa.

Por suerte, Yuriv no lo había seguido, aunque por unos segundos incluso consideró hacerlo.

Más de una semana se había pasado. Ai y su grupo entregaron su trabajo y, gracias al cielo, obtuvieron un diez, pero, tal y como Ai había predicho, la mayor parte del trabajo la hizo él. Por lo que ese viernes, después de entregarlo, el chico estaba muerto de cansancio. Solo tenía ganas de llegar a su casa y dormir todas las horas que no durmió en la semana. Sus compañeros tenían otros planes. No estaban acostumbrados a ese tipo de notas y tenían ganas de festejar. Aunque Ai estaba seguro de que, aún sin motivos, esa noche saldrían a festejar a como de lugar. Y Ai no los juzgaba. A cada quién lo suyo y mientras lo dejarán en paz, él estaba feliz. Lastimosamente, los planes de ese viernes lo incluían a él y, no importaba cuanto se negara y les explicara que él no la pasaría bien en un antro porque ni siquiera podía beber alcohol, sus compañeros no aceptarían un no por respuesta. Y así, al final de la noche, Ai se encontró en una concurrida biblioteca, sentado a una mesa de la zona vip, cuidando las bebidas.

Sí, claro. Cuidando bebidas. Lo que pasaba era que odiaba bailar, los lugares muy concurridos y la música a volumen muy alto. Es decir, odiaba los antros como ese y cualquier tipo de fiesta que disfrutaba cualquier chico de su edad. Y se sentía miserable. Cansado y harto, y enfadado y a una provocación de estallar en un ataque de ira. Pero no podía irse aún, o quedaría como el chico arisco que no aguanta las fiestas. Revisó su reloj por enésima vez en la noche. Eran las una y media de la madrugada. Media hora de ese calvario y solo aguantaría otra media hora más. Nada más, nada menos, ruegue quien le ruegue. Tomó su botella de agua y bebió un sorbo. Que lentos pasaban los minutos.

Dejó que su mirada recorriera la pista de baile, atestada de jóvenes en diferentes grados de intoxicación y sintió que se quedaría dormido a pesar de todo el ruido. De repente, alguien se sentó a su lado y Ai sintió un brazo alrededor de su cuello.

-       Pero, ¿qué diablos? – clamó Ai, enfadado y sorprendido – Ay, no. Eres tú otra vez. ¿Qué diantres haces aquí? - era Yuriv, alguien a quien no pensaba ver por el resto de su vida, pero, para su desgracia, seguía encontrando - ¿Acaso me estas siguiendo? – preguntó, un poco más aprehensivo.

-       ¿Qué? ¡No! – Yuriv se alejó, poniéndose a la defensiva – Aunque no lo creas, yo vengo a este pub todos los fines de semanas. Es el más popular del momento, ¿sabías? – dijo con algo de orgullo, como si la popularidad del local reflejara algo bueno de su persona.

-       Sí, lo sé. Y te creo – agregó – Tú sí encajas en este tipo de lugar – dijo, con algo de desprecio en la voz.

-       Oh, ¿y tú no? – preguntó Yuriv y Ai le respondió con una mirada sombría - ¿Y qué haces aquí? ¿Te arrastraron o qué? – tenía algo de sorna en la voz, pero no era intencional.

-       Exacto. Y si me pillen fugándome demasiado temprano, no me dejarán en paz lo que queda de la semana - explicó, queriendo más que nada desahogarse y no compartir.

-       Oh, ya veo… - comentó Yuriv y se quedó en silencio unos momentos, pensando – Sabes, se ve que no te diviertes, pero también ni siquiera lo intentas. ¡Mírate! Estás en una mesa rodeado de licor y bebes agua.

-       No puedo beber alcohol – rugió Ai – Soy diabético – realmente, no tenía intenciones de estar compartiendo ese dato con nadie, pero las palabras se le escaparon así, sin más.

-       ¿Eh? ¿Estás enfermo? – el semblante de Yuriv cambió de inmediato. Ai estaba acostumbrado a eso. La pena y la compasión de los demás - ¿Te vas a morir?

-       ¿Qué? – había escuchado muchas cosas pero eso no - ¡No! La diabetes es una enfermedad metabólica, no me va a matar así de rápido – no podía creer que hubiera alguien que no conociera esa enfermedad, estaba en prácticamente cada esquina. Pero ahí estaba Yuriv, mirándolo con cara de idiota esperando ser iluminado – ¿Tengo azúcar en la sangre? – intentó con la explicación vulgar.

-       Oh, y por eso eres tan dulce – aprovechó Yuriv y Ai le miró asombrado. Yuriv solo se sonrió y Ai lanzó unas risitas.

-       No puedo creer que hayas dicho eso – dijo, entre risas – Acabas de burlarte de una condición que afecta mi vida de formas que ni te imaginas.

-       Pero te hice reír. Y lo siento, pero por esa risita, volvería a hacerlo – se jactó Yuriv.

Ai negó y volteó los ojos, pero seguía con una gran sonrisa en la cara. – No entiendo cómo se relacionan el azúcar y el alcohol, pero te comprendo – siguió hablando Yuriv, levantándose – Y por eso te ayudaré. Te sacaré de aquí – y le tendió la mano a Ai.

-       ¿Qué no me escuchaste? No puedo marcharme tan temprano – se rehúso Ai.

-       No puedes irte solo, pero si notas que te fuiste conmigo… - Yuriv explicó alargando las palabras y esperando que se entendiera el contexto.

-       Creerán que vamos a pasar la noche juntos – completó Ai, nada asombrado.

-       Y es código de amigos respetar eso – explicó Yuriv, como la cosa más obvia del mundo – Vamos, solo iremos a un lugar más tranquilo, para seguir hablando.

-       No soy idiota, Yuriv. No saldré mucho pero hasta yo entiendo que eso significa. Y yo NO quiero una relación de… ese tipo contigo – soltó Ai, alejando la mano.

-       ¿Eh? Pero yo… - Yuriv iba a hacerse el inocente, pero se había dado cuenta de que eso no funcionaría – Ok, admito que la idea se me cruzó por la cabeza, pero sinceramente, solo quiero seguir hablando contigo en un lugar más cómodo. Te prometo que no pasara nada… que tú no quieras – agregó seductoramente, pero se corrigió al ver la mirada acusadora del otro – Nada, absolutamente nada. Solo quiero mostrarte algo hermoso.

-       No quiero verte desnudo – afirmó Ai, muy tajante.

Yuriv soltó una risita. – Admito que esa también es una visión para contemplar, pero… - Ai rodó los ojos al escuchar eso, pero se estaba riendo – No, no es eso. Solo quiero compartir mi pasatiempo contigo y tratar de conocernos mejor. Te prometo que tendremos la ropa puesta toda la noche – la insistencia de Yuriv parecía estar dando frutos, pero las defensas de Ai eran muy altas – Vamos, por favor. Dame la oportunidad de hacerte reír una vez más.

Ai no se lo podía creer. – Eso suena horriblemente cursi – le acusó, pero muy a su pesar, tomó la mano de Yuriv y esperó no estar cometiendo un error.

Ai estaba muy consciente de que subirse al auto de un desconocido en plena noche era una movida muy arriesgada, por no decir estúpida. Pero era muy tarde para él, estaba cansado y Yuriv no parecía mala persona. Y estaba seguro que eso dijeron miles de mujeres que amanecieron abandonadas a su suerte en un callejón, violentadas y con órganos menos a veces, así que se decidieron por un taxi, que Ai eligió y que los llevó a la dirección de Yuriv. Yuriv, para conveniencia de Ai, vivía en un complejo de departamentos, donde cada persona que entra y sale debe ser reconocida, como le había explicado antes. Esto le daba algo de seguridad. Al menos, si Yuriv decidía matarlo en su departamento, el portero tendría pistas de su paradero.

-       Tienes una mente muy… precavida – notó Yuriv, ya cuando entraban al departamento – Aunque supongo que eso significa que vivirás más tiempo que yo – rió y lo invitó a entrar.

Ai quería comentar que la diabetes le restaba muchos años a su expectativa de vida y que capaz, pero se quedó sin habla al ver el lujoso departamento de Yuriv. Parecía salido de una revista de decoración, los muebles eran modernos y elegantes, el piso resplandecía y el lugar parecía tan amplio y… etéreo. – Vaya, esto es… - dio unos pasos al interior, y se detuvo – Yuriv, ¿cómo haces para pagar todo esto? – preguntó, a la defensiva.

-       Jo, no esperaba que fueras tan directo – Yuriv cerró la puerta con delicadeza – Y yo que esperaba sorprenderte… de forma grata – se paró al lado de Ai – Al menos, te gusta, ¿no? – se tiró al sofá y esperó a que Ai lo siguiera, pero Ai seguía en el mismo lugar - ¿Qué piensas? ¿Qué soy un mafioso? ¿Qué hago negocios sucios? – bromeó – O tal vez, soy el único hijo de algún ricachón, ¿no crees? No tengo cara de ser malo…

-       Sí, la tienes – contradijo Ai, cruzándose de brazos. Por un momento, pensó que sí, que era una falta de educación preguntar sobre su trabajo y cuánto ganaba, apenas llegar a su departamento, pero como había dicho Yuriv, mejor prevenir que lamentar.

-       Hey, eso hiere mis sentimientos – lloriqueó Yuriv - ¿Acaso mis facciones de belleza casi angelical no te dan una idea? ¿Mi cuerpo escultural, objeto de devoción de muchos, no te susurran mi  profesión a gritos? – Ai levantó una ceja sin contestar y Yuriv se rio – Soy modelo – le respondió al fin.

-       Mentira – fue la primera reacción de Ai y Yuriv volvió a soltar una carcajada, para ocultar su asombro.

-       ¿Por qué no me crees? ¿No crees que pueda ser modelo?

Ai rodó los ojos. – Bueno, eso no te discuto, pero si eres un modelo lo suficientemente famoso para costear esto, ¿por qué no te conozco? ¿Y por qué estabas en la facultad la semana pasada? – inquirió Ai.

-       Wow, no te guardas nada, ¿eh? – Yuriv se levantó y ya no sonreía – Ya no puedo negar que tu actitud me está hiriendo un poco, así que, sí, te responderé y te daré pruebas de quién soy, pero tú me tienes que prometer que no huirás  después y me darás una oportunidad. Y eso significa que dejarás de ser tan cauteloso a mí alrededor. Que no te voy a hacer nada. No soy una mala persona

Ai aceptó esa condición porque, incluso él tenía que admitir, estaba siendo ya algo grosero con sus precauciones, a pesar de que tenían algo de sentido. Pero, si no podía confiar en Yuriv, ¿por qué había decidido subir a su departamento?

Yuriv le pidió que esperara en la sala, mientras él iba a buscar su computadora portátil. Ai así lo hizo, sin dejar de pensar que tal vez lo lógico era aprovechar y simplemente marcharse, pero se quedó. Quería quedarse y no sabía por qué. “No va a pasar nada”, se repetía una y otra vez, hasta que Yuriv volvió. Puso la portátil sobre la mesa de la sala y abrió una página. Mientras se cargaba, Yuriv le habló.

-       Espero que tengas la mente abierta… - murmuró y la página se abrió.

Lo primero que salió fue una advertencia de contenido no apto para menores y Yuriv presionó que era mayor de edad y la página principal del sitio cargó. Era un sitio web, lleno de fotografías, todas muy elegantes e interesantes. Y todas con hombres desnudos. Es cierto que no mostraban sus genitales precisamente, y capaz la mayor parte hayan sido solo una mezcla de ángulos y luces, pero definitivamente, las imágenes vendían la idea de desnudez y… sensualidad.

-       ¿Esas son…? – Ai ni siquiera podía definir lo que veía en la pantalla. Es decir, sabía que era, pero en su vida pensaba que estaría viéndolo. Y mucho menos en compañía de otro hombre.

-       Son imágenes eróticas… de temática homosexual. Y este… - buscó entre los links y presionó sobre su nombre. Salieron unas cuantas fotos de Yuriv, en algunas él estaba solo y en otras, acompañados – Es mi perfil. No soy tan popular, es cierto. Pero me pagan muy bien, como vez – y señaló su departamento.

Ai se quedó sin habla. Las imágenes de Yuriv eran muy bellas, de buen gusto. Pero eran de él, desnudo y posando. “Y vaya que tiene buen cuerpo”, pensaba una parte de Ai. Se pasaron los segundos y Ai seguía sin contestar. Se dio cuenta de lo atónito que había quedado y se sonrojó. De repente, estaba tan incómodo. Se cruzó de brazos y desvió la mirada.

-       Lo sabía. Sabía que era demasiado para ti. No quería mostrártelas, pero… - y ahora era turno de Yuriv de mostrarse abochornado - ¡Dios, lo arruiné, ¿no?! – cerró la pantalla, de golpe y dejó las manos sobre sus muslos, cerradas con fuerza.

Cayó un silencio incómodo en la sala. Ambos estaban demasiados avergonzados para romperlo. Ai se tiró al sofá, pensando que Yuriv en serio se había arriesgado al mostrarle la naturaleza de su profesión y era una visión bastante… rara ver a alguien con tanta confianza como Yuriv estremeciéndose de vergüenza con la mirada pegada al suelo. Es cierto que estaba asombrado y que era algo peculiar, pero, ¿quién era él para juzgar el trabajo de los demás?

-       Eso es… emmm… peculiar – murmuró.

Yuriv lanzó una risita apenada. – Je, sí, por decirlo de alguna forma.

-       ¿Desde hace cuánto que…? – pero por más tolerancia que tuviera, terminar esa pregunta le costaba. Aunque a Yuriv solo le bastó eso para lanzar a contestar, volteando a verlo, algo emocionado.

-       Desde los 17. Mi familia estaba en problemas y necesitaba dinero y… - se calló y desvió la mirada – Es una larga historia. Solo… ten por seguro que no hago nada que no deseo y todo es muy profesional. Sé que habrás oído un montón de rumores sobre este campo, pero te aseguro que…

-       Yo… no escuché ningún rumor – le detuvo Ai – Ese tipo de cosas nunca me interesaron. Sé que existen y que hay cosas más… explícitas. Pero no… Prefiero evitarlas – terminó, pero recordó algo a último momento – Y estoy seguro que eres muy profesional en… eso.

Al final, le dio una sonrisita que trataba de ser tranquilizadora y Yuriv correspondió. - ¿Sabes? Eres más interesante de lo que había pensado – lanzó un suspiro – Pero lo arruiné, ¿no?

-       ¡No! – saltó Ai. No le gustaba para nada que el otro se sintiera tan apenado – Digo… ¿Arruinar qué?

Yuriv ladeó la cabeza. – Pues… Tú y yo. Cualquier oportunidad que pudiera tener contigo, Ai – respondió Yuriv pero Ai seguía perdido – Me gustas, Ai.

-       ¡¿Eh?! – Ai se levantó de un saltó, totalmente sonrojado hasta las orejas – P-pero… ¿por qué? – dio unos pasos hacia la puerta, y Yuriv pensó lo peor pero Ai terminó dando media vuelta – Acabas de conocerme. No sabes nada de mí. Y sé que yo… - iba a decir que no le llegaba ni a los pies a alguien tan apuesto como Yuriv pero le daba pena decirlo – No, simplemente no.

-       Lo sé – respondió Yuriv – Sé que perdí todas mis posibilidades después de mostrarte eso, así que… ¿Qué tal si solo somos amigos? Porque me encantaría seguir hablando contigo – se encogió de hombros – Ya sabes, conocerte más.

Ai se mordió el labio. Eso era demasiado repentino, aunque no podía decir que no lo había pensado. Yuriv ciertamente era terco con él, rehusándose a alejarse. Y Ai lo había tratado bastante mal todo el tiempo… Aún así, le parecía poco probable que las palabras de Yuriv sean ciertas. – Acabamos de conocernos, Yuriv, y yo…

-       Lo entiendo. No estás interesado en mí y no te pido eso. Sólo… emmm… ¿me dejas mostrarte algo? – preguntó, tratando de parecer lo más inocente posible – Es para eso que te traje – sonrió – Y me lo debes. Por desconfiar de mí.

Ai rodó los ojos, pero aceptó. – Es lógico que desconfíe de algo que desconozco, pero… De acuerdo.

Yuriv lo llevó al balcón del departamento. Estaba seguro que, desde el sexto piso donde estaban, habría una vista preciosa de la ciudad desde cualquier balcón común, pero desde el de Yuriv la ciudad se veía de ensueño. Yuriv había convertido el balcón en un improvisado invernadero, repleto de plantas hasta donde se podía. Era como un pequeño jardín en el cielo, desde donde podía admirar el mundo. Al principio, Yuriv le explicaba las características de algunas u otras plantas, qué dificultades tenía al cuidarlas y lo mucho que le había costado meter todo eso al departamento.

-       Este es el jardín más grande que he hecho hasta el momento – terminó, muy orgulloso de ese hecho.

Ai sonrió al verlo tan emocionado. Se veía aún más apuesto cuando solo hablaba de aquello que le apasionaba. – Es precioso, en verdad. Nunca había visto algo así.

-       Sí, al principio, quería tener una mascota. Pero mi trabajo me quita mucho tiempo y no creo que eso sea bueno para un gato o un perro. Las plantas son un poco más sencilla de cuidar – explicó, estudiando las hojas de un helecho – Es raro, ¿verdad? Siento que me hacen compañía, a pesar de que no hacen nada más que… crecer.

El otro se sentó en una banca al lado del barandal. – No, no lo creo. Es… lindo – dijo Ai, con una sonrisa. Yuriv le devolvió el gesto y se sentó a su lado. Se quedaron sin hablar algunos segundos, solo disfrutando de la tranquilidad de la madrugada. Ai miró al cielo y notó que se iluminaba tenuemente – Parece que pronto amanecerá… - murmuró bajito, como para no perturbar el ambiente.

-       Sí – suspiró Yuriv, también alzando la mirada – El tiempo pasó tan rápido – y volvieron a contemplar las últimas estrellas que aún podía verse titilando en el cielo nocturno – Gracias por pasar la noche conmigo. Me divertí.

-       Sí, claro. Soy el alma de la fiesta – dijo Ai con sarcasmo – No entiendo por qué quieres pasar tiempo conmigo, pero bueno – se encogió de hombros y cerró los ojos.

Yuriv lo observó unos segundos. Tan relajado y adorable en su jardín personal. Tenía unas ganas inmensas de besarlo. – No te das mucho crédito, ¿verdad? Al menos, créeme, ¿de acuerdo? No podría haber pasado una mejor noche.

Ai se sonrojó al oír esas palabras y no dijo nada, solo se quedó con los ojos cerrados. De repente, ninguno sabía que decir y las cosas volvían a ponerse incómodas.

-       Dime… Si trabajas como modelo y ganas tanto dinero… – habló Ai, decidiendo que así lo llamaría de ahora en más. Yuriv era modelo. Ya, la naturaleza de ese modelaje era otra cosa - ¿Por qué estabas en la facultad? ¿Estudias allí?

Yuriv lanzó una carcajada estruendosa. - ¿Yo? ¿Estudiar? Sí soy todo un idiota. No, estaba allí como modelo para la clase de arte. Un buen amigo estudia allí y necesitaban practicar el cuerpo dibujando cuerpos desnudos. Y como tengo este cuerpo tan inspirador y no me da ninguna pena posar desnudo, lo hice. Fui yo el que sorprendió al no verte ahí. Lo esperaba, en serio. Después de verte en el estacionamiento…

Ai frunció el ceño al recordar eso. – Sí, lo recuerdo. Y gracias, otra vez. Llegué a tiempo a clases.

-       Pero no estabas en la clase de dibujo, tampoco – dijo Yuriv.

-       Es que no estudio arte – respondió Ai – Estudio arquitectura.

-       Vaya, así que eres listo también – exclamó Yuriv y Ai se sonrojó.

-       N-no tanto así…

-       Vamos, no te hagas. Pareces de esos chicos que solo consiguen buenas notas y hacen todos los puntos extras por diversión – rió Yuriv. Ai solo desvió la mirada, prácticamente afirmando lo que había dicho – Somos tan distintos – se recostó contra él – Polos opuestos. Sólo falta que me digas que eres virgen o algo – y lanzó una carcajada. Se calló cuando Ai comenzó a toser, rojo hasta las orejas – Hey, ¿estás bien? – preguntó Yuriv, sobándole la espalda - ¿Qué sucede? – pero Ai no respondió – Es… ¿es en serio? ¿Tú nunca…? – y Ai asintió a la pregunta tácita, dejando caer la cabeza con vergüenza.

-       En verdad, no me gusta hablar del tema – susurró apenado, con la cabeza apoyada contra sus piernas.

Yuriv le acarició la espalda, sonriendo. – Vaya, vaya. En verdad, eres único, Ai – le dio unas palmaditas y suspiró. En verdad, era único y eso solo hacía las cosas mucho más difíciles para él.

Como Yuriv había prometido, nada sucedió esa noche. Ai volvió a su casa, sano y salvo el sábado a la mañana y, por primera vez en años, se durmió todo un día. Y cuando despertó, ya de tarde no podía dejar de pensar en Yuriv y la noche que pasaron juntos. Era… era demasiado para ser verdad. Y que Yuriv dijera que le gustaba. ¿Cómo podía Ai gustarle a alguien? Se veía en el espejo después de la noche en vela, con la piel demacrada y las ojeras profundas. Suspiró. Tenía que ser algún truco o una mala broma. Una muy mala broma.

Fue a la cocina, a prepararse algo liviano de comer. Tenía que asegurarse de no pasar mucho tiempo con hambre y después de esa siesta interminable, ya empezaba a marearse. Tomó una fruta y un poco de jugo y se sentó a la mesa. Trató de mantener su mente en blanco y lanzó un suspiro muy largo.

-       Pero si hasta ayer, no le aguantaba – murmuró, muy confundido – Ya, cálmate – se dijo luego – Solo te sorprende que no sea como esperabas y que incluso resulte… agradable. Nada más…

Asintió, como declarando que aquello era ley y volvió a su comida. Hizo una lista de todo lo que tenía que hacer en la semana. Trabajos, exámenes, reuniones… “Me pregunto si Yuriv me invitara a salir a algún lado”, se sorprendió pensando y se sonrojó a pesar de estar solo.

-       Soy tan idiota – se dijo en medio de la cocina vacía.

Terminó su comida y se levantó. Iba a empezar con algunos trabajos y luego volver a dormir, que sea algo cansado. Y no iba a pensar en Yuriv. No iba a esperar que le llamara. Porque le había dado su número de teléfono. ¿Por qué se lo había? ¿Y qué tal si se equivocó en algún número y nunca más volvía a verlo? Eso sería una pena, pero no el fin del mundo. Porque no estaba ansioso. No estaba esperando la llamada de Yuriv. Abrió su libro y trató de concentrarse. Lo lograba. Ya no pensaba en Yuriv, pero apenas sonó su celular, lanzó todos los libros y se tiró a contestar la llamada.

-       ¡¿Hola?! – contestó de golpe, y de repente recordó que no debía parecer tan ansioso y se arrepintió de mostrar tanto entusiasmo.

-       Hey, hola. Contestaste muy rápido. ¿Acaso esperabas mi llamada? – era Yuriv, riéndose del otro lado de la línea.

-       Eso quisieras – bufó Ai, arreglándose el cabello. Gracias al cielo, Yuriv no podía ver lo abochornado que estaba.

-       Sí, un poco. Quise llamarte todo el día, pero supuse que estarías durmiendo aún. Suerte mía encontrarte a la primera, ¿no? – volvió a reír el otro.

Ai suspiró y ocultó su rostro. ¿Cómo podía decir esas cosas? ¿Acaso hablaba en serio?

-       Ya, ya. Y dime para qué llamas – le cortó Ai, deseando, a la vez, que la conversación sea corta pero que no se termine.

-       ¿No estás emocionado por escucharme? ¿Ni siquiera un poco? – la voz de Yuriv sonaba algo dolida y a Ai se le subieron los colores al rostro. No podía responder eso – Supongo que en realidad, no te van los hombres… - agregó Yuriv al ver que el otro no respondía.

-       Sí – respondió de una. A decir verdad, esa era una de las metas que se había puesto. Ser más abierto con su sexualidad – Me gustan… - dijo muy bajito, porque, de todas formas, seguía siendo un tema muy delicado para él.

-       Entonces, ¿yo no soy tu tipo? ¿Te gustan mayores? Oh, ya sé. Te van los osos – volvía a atacarlo Yuriv.

-       ¡Claro que no, imbécil! ¿A quién no le gustan los tipos como tú? Sólo que yo no… - y se calló de golpe al entender lo que había escupido de golpe. Se sentía morir.

-       Jo, entonces, soy tu tipo. Y tú me gustas. ¿Por qué no salimos? – la pregunta sonaba a broma para Ai, que no entendía que algunas personas bromean cuando están nerviosas.

-       Ya, cállate – murmuró Ai, sintiendo que su corazón latía demasiado fuerte.

-       Lo siento, lo siento – se disculpó Yuriv, con una risa un poco más aguda y nerviosa que la acostumbrada – Pero justo te llamó por eso. Quería invitarte a esa cafetería de la esquina. La dueña me dijo que también abre los domingos…

No había forma que Ai, tan concentrado como estaba en tranquilizar los latidos de su corazón, notara que Yuriv estaba de hecho, algo nervioso también, esperando su respuesta. – T-tengo mucha tarea – le contestó Ai, que sabía que no podría negarse a ese chico, pero tampoco quería parecer ansioso por aceptar.

-       Oh, ya veo – hubo un poco silencio y Yuriv agregó – Tal vez, solo no quieres salir conmigo. Lo que estaría bien. Solo, dime y dejo de molestarte. Digo… - lanzó un suspiro. Se estaba perdiendo en sus ideas y lo sabía – Quiero pasar tiempo contigo, pero no quiero incomodarte. Aunque acabas de decir que estas ocupado y yo no dejo de hablar. Ay, Dios… Hablar por teléfono es tan difícil.

Y mientras Yuriv se comportaba extrañamente cohibido al hablar por teléfono, Ai se sonrió. Capaz no sea una mala broma, o un truco. Aún no sabía que sucedía pero tenía la sensación de que quería averiguarlo. Aunque seguía muriéndose de la vergüenza. – Sí, sería divertido salir mañana – le interrumpió – Trataré de terminar temprano y nos vemos allí… ¿A las tres?

-       ¿Eh? ¡Sí! Sí, a las tres.  Perfecto – Yuriv lanzó un suspiro de alivio – Y te prometo que no seré un desastre como lo soy ahora. Las llamadas telefónicas me ponen incómodo – trató de explicarse - ¡Tú sabes que soy mucho mejor en persona! – exclamó.

-       Y… algo – respondió Ai, a la ligera, pero para burlarse.

-       ¿Algo? ¿Eh? – Yuriv sonaba preocupado, pero había entendido el chiste - ¿En qué debo mejorar?

-       Cosas aquí y allá, nada serio. Pero no puedo discutir ahora. Tengo cosas que hacer. ¿Nos vemos mañana, entonces? – cambió de tema.

-       Eres malvado – musitó el otro, riendo bajito – Sí, mañana. Apenas puedo esperar – dijo de golpe, casi como si se le escapara.

-       Sí, así es – respondió Ai y cortó por reflejo.

Dejó el celular en la mesa y se tiró a la cama. Se sentía tan… alterado. La cabeza le daba vueltas y sentía el rostro caliente. Su corazón parecía un tambor sin ritmo. Pero en su rostro tenía una sonrisa enorme.

-       Ay, Dios. Soy tan idiota – se dijo y se deshizo en risitas nerviosas.

Tal vez, no sea una broma. Tal vez… tal vez, la pasaría muy bien.

Notas finales:

¿Y bien? ¿Aburre o no?

Si les gusto, así... Mucho, estoy ofrecediendo historias parecidas (ya sea fanfics o originales. O como este, con personajes originales). Esta es mi cuenta de DeviantArt, donde esta mas detallado el asunto :D http://leiacarolina.deviantart.com/

 

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