Miré hacia mi izquierda y luego a mi derecha, me giré completamente, busqué sus ojos verdes desesperadamente con la mirada, pero la soledad era aplastante y fría. La oscuridad no me dejaba sentir el camino a ti, una salida; no sabía dónde estaba perdido.
Había empezado a respirar rápidamente, sentía que me quedaba sin aire, hundiéndome lentamente. El pánico no me dejaba pensar, ya me estaba dejando llevar cuando lo escuché.
Algunas personas especiales son capaces de escuchar la voz real de nosotros los ángeles, para ellos es una voz perfecta y armoniosa que trae paz y calma; eso fue lo que pensé cuando escuché su llamado. Claro que sus plegarias nunca son tan amables.
- Hola, Dean. – respondí a su plegaria.
- ¿¡Cas, hijo de perra, dónde te habías metido!?
- Estaba… arreglando algunos asuntos celestiales ¿Para qué me llamaste?
- Es Sam, no tengo de dónde se metió y…
- ¿Cuándo lo viste por última vez? – lo interrumpí
- Ayer, cuando terminamos el trabajo de la bruja del club… ehm… striptease – levanté una ceja - ¡Vamos, no me mires así! ¡Era un trabajo! – Se excusó
- No te juzgo, Dean, las circunstancias del trabajo no son de mi incumbencia. ¿Ya intentaste llamar a tu hermano?
- Uh… sólo sentí que—como sea, claro que intenté llamarlo, sino ¿por qué te llamaría?
- Por supuesto…
En ese momento, la puerta del motel se abrió dejando entrar a un despreocupado y muy alto Winchester.
- ¿Sammy? – la cara de Dean tenía su expresión de “explícate antes de que empiece a golpearte”
- Te dejé unos mensajes, ¿por qué no respondiste? – Sam esperó una respuesta, como si la preocupación de su hermano no estuviera reflejada en su cara.
- ¿m –mensajes? – un brillo de reconocimiento se reflejó en sus ojos esmeralda – oh eso…
- Creí que lo habías llamado – le recordé mientras se giraba a mí para responder
- Como sea, volveré a irme, sólo vine por unas cosas – Dijo Sam antes de esperar palabra de su hermano
- De acuerdo – respondí yo al ver lo atónito del Winchester mayor, mientras Sam tomaba algunas cosas y las metía en su mochila Dean y yo observábamos
- Bueno, los veo luego, no se pongan traviesos cuando me vaya – luego hizo ese gesto que Dean denomina “Chick – flick”, una combinación de un chasquido con la lengua y un guiño, nunca he entendido su uso.
- Cierra la boca – le advirtió Dean entre dientes, claramente molesto y con una coloración intensa en la cara. Sam cerró la puerta tras de sí y a través de ella pudimos escuchar su risa.
- ¿Traviesos? – pregunté confundido
- Cállate, Cas – Sentenció, se dio la vuelta y se sentó frente al televisor -¿Te vas a quedar ahí plantado como una gárgola? – rodó los ojos hacia mí y me indicó que me sentara con un movimiento de cabeza, así lo hice.
Guardamos silencio mientras Dean miraba la televisión. Mis pensamientos, por otro lado, se fueron lejos. Me pregunté a mi mismo sobre los humanos y todas las cosas que no entendía sobre ellos, a mi mente llegaron las imágenes de las distintas épocas en las que había estado presente observando a la humanidad y me sentí distante de ellos, siempre invisible a ellos, nunca interactué con ellos durante los siglos que los observé. Me pregunté por qué todo era diferente hora, por qué tenía estas dudas; giré la cabeza para mirar al ser junto a mí. Lo observé, me pregunté si los hermanos habían influido en mí, si el que todos estos cambios, todos estos…
- …Sentimientos – se escapó la palabra de mi boca
- ¿…Qué? – Dean desvió su atención de la película que estaba mirando.
- Ah… Estaba pensando acerca de los sentimientos humanos
- Tal vez no deberías hacerlo tanto, te volverás como Sammy y llorarás con las películas de animales que salvan la navidad – se levantó, apagó el televisor y se dirigió a la salida - ¿vienes?
Subimos al Impala y Dean nos dirigió a un lugar al que denominó como “el lugar del que saldrás con el único sentimiento que importa”. Nos detuvimos frente a un Streaptease con letras en neón y música retumbando dentro.
- ¿“Sé - TePara”? – pregunté sin saber muy bien qué había esperado cuando dijo que tendría el único sentimiento importante
- Quiero darle seguimiento al caso de la bruja, no te emociones – dijo con una sonrisa que decía todo lo contrario; más cuando conozco a este Winchester y sus pasatiempos.
La música era ruidosa, el lugar olía a tabaco, alcohol y sudor, mujeres en poca ropa se paseaban en tacones demasiado altos con bebidas alcohólicas sobre bandejas de plástico, sobre una plataforma al centro del lugar había otras mujeres bailando de maneras provocativas con una barra metálica colocada de manera vertical, la razón es incomprensible para mí incluso cuando he visto lo mucho que Dean disfruta viendo estos actos.
Nos sentamos en una mesa y Dean le pidió a una joven rubia muy atractiva un par de bebidas.
- Dean, ¿Qué hacemos aquí? ¿recuerdas mi última experiencia con mujeres semidesnudas? –pregunté mirándolo con aprehensión.
- Claro que lo recuerdo, Castidad ¿Verdad? Era linda, pero aquí nada de tocar, sólo ver – finalizó con su guiño habitual.
Pasamos un rato en el lugar bebiendo y Dean bromeando sobre mi experiencia con mujeres, observamos los bailes hasta que ninguno de los dos tuvo nada que decir; Dean continuó observando los bailes de las diferentes mujeres, no parecía que fuera a darle seguimiento al caso.
- Dean, ¿no ibas a revisar el caso de la bruja? – le inquirí
- Por supuesto, estoy trabajando – hizo de nuevo su guiño
- ¿Cómo? – lo miré bastante confundido, no entendía su modo de investigación, tal vez hacía lo mismo con Sam
- De acuerdo, que te parece si tú te mantienes calladito y miras alrededor, yo estaré vigilando el escenario – sonrió devolviendo la mirada a la mujer que cada vez llevaba menos ropa
- Bien
Acepté y me propuse a mirar a cada una de las personas ahí, pero mis pensamientos volaron de nuevo a los humanos y esta vez los comprendí aún menos, no entendía cómo era que se pudiera encontrar el denominado “placer” en ver el cuerpo desnudo de otra persona, es decir, los seres humanos anduvieron desnudos por un largo tiempo y nadie llevaba una sonrisa como la de Dean al ver a las mujeres bailar; por otro lado también estaba que se divertían bailando, ¿por qué estas mujeres recibían dinero de las manos de las personas que las veían? Creía que te pagaban cuando trabajabas, y hasta donde sé, nadie se divierte en su trabajo.
Llegó a mi mente el día en que Dean me presentó a Castidad y recordé las bromas que Dean hizo sobre mis experiencias íntimas con seres femeninos, uno de mis hermanos me dijo una vez: “Es un acto de amor, Castiel, eso es lo que hace a los humanos tan especiales…”. El amor para mí era otra emoción complicada de los humanos, acarreaba dolor, tristeza, enojo; y aun así los seres humanos seguían buscándolo.
Observé al hombre sentado frente a mí, había pasado por tanto, todos a quienes amó le habían abandonado de una forma u otra. Siento que llegó el punto en que dejó de creer en el amor y simplemente siguió en el “negocio familiar”, sin ataduras, sin la esperanza de tener algo más. …l miraba fijamente a la mujer bailando frente a nuestra mesa, pienso que no hay ni un ápice de amor cuando ve a todas esas mujeres y empiezo a creer que incluso su lujuria se desvanece poco a poco; el Dean que conocí en medio de aquella tormenta ahora parecía estar muy lejos del Dean de ahora.
Cuando me volví a concentrar, me encontré con la mirada esmeralda de mi compañero y no estaba seguro de si me había hecho una pregunta, sin embargo simplemente dije “si”, Inmediatamente un color rojo subió por su cuello hasta su frente. Obviamente yo me encontraba confundido y decidí no hacer preguntas.
- ¡Aaggh! ¡Cállate y vámonos! – se levantó de golpe dejando unos cuantos billetes sobre la mesa y se dirigió a la salida a paso rápido, yo únicamente lo seguí escuchando como murmuraba algo sobre ser “igual de idiota que Sam”.
El camino de vuelta al motel transcurrió en un silencio irrompible en el que Dean me miraba de reojo durante fracciones de segundo y devolvía la mirada al camino. Cuando entramos él se dirigió al baño inmediatamente y pude escuchar cómo murmura un “¿Pero qué demonios…?” que me dejó más perplejo, escuché el agua correr durante cinco minutos y caí en la cuenta de que Dean estaba tomando una ducha, así que encendí la televisión, cambié varias veces de canal hasta que me detuve en uno en que estaban transmitiendo una de las películas favoritas de Dean y de mi hermano Gabriel: Casa Erótica. Recordé entonces la vez en que Dean me dijo que no hablara de ello, así que sólo la miré en silencio intentando comprender por qué les gustaba tanto a ambos.
Dean salió del baño con una toalla alrededor de su cintura, gotas de agua suspendidas a en su piel y un aura de vapor siendo despedida de él, cerró la puerta tras de sí y dirigió su mirada a donde yo me encontraba.
- ¿¡Estás viendo porno otra vez!? – Dijo sorprendido mientras en la televisión la niñera gemía sin control
- Tú lo ves también
- Sí, pero ese no es el punto, ¡Maldición, Cas! ¿Qué diablos sucede con estas malas bromas?
- ¿Bromas? – temía no estar captando bien nuestra conversación
- ¡Lo del bar y ahora esto! ¡No es gracioso, Cas!
- No se supone que lo sea – me levanté y me puse frente a él, quien inmediatamente dio un paso atrás – ¿Por qué estás molesto, Dean? – un paso cerca
- ¿Estás con Sammy en esto? ¿huh? ¿Es una broma cruel? – un paso atrás
- Sólo estamos tu y yo – di otro paso hacia él quien chocó su húmeda espalda en la puerta que recién había cerrado
- Cas… - Dijo con una voz profunda que nos tomó a ambos por sorpresa – Cas – se aclaró la garganta y miró hacia otro lado - ¿Qué demonios haces?
- ¿Te refieres al espacio personal? Porque me acerco cada vez más y tú te alejas, quiero entender, Dean, quiero saber qué es ese único sentimiento que importa. Quiero saber por qué yo no puedo tenerlo; quiero conocerlo, quiero creer que toda esa búsqueda inútil que hacen los humanos no es de hecho inútil – Dean giró su rostro hacia mí, fijó sus ojos en los míos, pude ver un leve temblor en su expresión debido a su respiración – Dean – No aparté la mirada de él, temía que se alejara, que esto que creía estar sintiendo se escaparía si dejaba de mirarlo
«Dean. Caí por ti al cortar mis alas y me di cuenta de que no era tan estúpido lo que he soñado y mientras te observaba besando a alguien más a través de una sonrisa rota, en secreto al ver tu hermosa alma me di cuenta. Me enamoré de tí cuando corté mis alas. Aunque no has de ser mío, debido a este destino, pero deseé, deseé...»
No supe en qué momento dejé de hablar, ni en qué momento habíamos comenzado a besarnos; pero pude sentir lo húmedo de su cuerpo pegarse a mi ropa y cuanto más tiempo pasaba abrazándolo, más estorbosa la encontraba. Sentí tantas cosas esa noche y sé que él también lo hizo. Esa misma noche dejé de preguntarme sobre los sentimientos. Esa noche dejé de imaginarme cómo sería tener sentimientos, porque ya los tenía.
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