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Hijo de Almaqah por KoraBBC

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Notas del fanfic:

Historia AU | Temática árabe 1000 D.C | NoiAo

Notas del capitulo:

Los personajes de DRAMAtical Murder no me pertenecen, los utilizo para fines de diversión. Derechos de Autor para Nitro-Chrial.

Advertencias: Este fic es AU, los personajes están en un mundo paralelo y en otra época. Historia basada en Arabia 1000 años D.C.

Notas al final.

Capitulo 0. Prologo.

 

Se escuchaba las trompetas a todo pulmón, el olor a vino era eminente en el lugar. La celebración tenía una razón, el primer hijo de sultán de Abu Dhabi había nacido, todo el pueblo se regocijaba al ritmo de los panderos y cantos, el heredero de las riquezas era hermoso para los ojos de la ciudad. Su piel de color como la arena del desierto, sus ojos verdes como las plantas de un hermoso oasis y su cabello rubios como el sol, sin duda Alá había bendecido al reino con un niño tan hermoso para el trono, fue bendecido por los sabios por el nombre de Noiz, la voz del nuevo mundo. Sin duda el siglo de prosperidad había llegado.

Al pasar los años y al cumplir los 2 años de edad notaron que algo andaba mal con Noiz. Su cuerpo no sentía sensación alguna o dolor, sus padres estaban aterrorizados y pedían médicos, brujos de todos los pueblos para que curaran al pequeño príncipe, pero siempre daba el mismo resultado.

El niño no sentía nada

—Es inútil Abdel, nuestro hijo es incapaz de sentir— la voz de la reina cada vez sonaba más desesperada. Era desesperante abrazar a su niño y que este no sintiera el calor de su madre.

—Alá nos ha maldecido— el sultán aunque no lo pareciera, estaba más despertado que su esposa Farah. No era normal, un niño que sienta el calor y el frío no era normal —¡Ese niño está maldito!

Sus ojos miraban con horror a Noiz que se encontraba durmiendo en su cama después de haber sido sometido a tratamientos medicinales del médico hace unos momentos. Farah al oír las palabras de su marido no pudo evitar quebrarse en lágrimas, era una verdad que destruía todo su ser.

—¡No hables así de tu hijo Abdel!— tomó el manto de su esposo mientras lloraba a la negación de este a su propio hijo, pero Abdel era de oídos necios, no entendería nunca.

—No tendré como sucesor a un niño maldito por Alá— sus ojos miraron a su esposa con furia, "ella era la culpable" pensaba —Ese niño no es mi hijo, tendrás que darme otro hijo Farah— tomó el mentón de la mujer levantándola, su mirada era la misma que los dioses de la muerte, temía por su vida ya que Abdel podría hacer cualquier locura.

Las miradas chocaron entre un silencio abrumador, hasta que la reina movió sus labios para hablar con valentía —Te daré otro hijo, pero Noiz siempre será mi hijo aunque no quieras Abdel.

El hombre miró con desprecio a su mujer que se había revelado ante su palabra, pero no tenía las fuerzas para pelear con ella. Sin más la soltó para irse de la habitación dejándola en el suelo. Farah temblaba por el miedo, había contradecido las palabras de su esposo, algo que le habría costado su cabeza, aun así Noiz era su hijo, no podía dejar así a su niño. Había una cosa que mencionar en ella, igual que Abdel, sus ojos habían terror hacia el rubio.

Los años pasaron, y el segundo hijo había nacido. La celebración era más grande que la anterior, Theo era las esperanzas del trono, Noiz estaba feliz por tener un hermanito pero no comprendía el alejamiento que tenía sus padres hacia él. Se encontraba siendo cuidado por las Emir, no entendía las palabras de su padre.

—"No quiero cerca a ese ser maldito a mi hijo"— ¿qué significaba aquello? ¿Qué significaba ser maldito? Muchas preguntas para un niño de 4 años, tampoco entendía que no podía sentir todo lo que tocaba, el agua no se sentía, sus ropas tampoco, las personas que lo tocaban, era como si estuviera desnudo todo el tiempo.

Su duda creció cuando Theo crecía durante los años, sus padres le daban regalos todo el tiempo, sus sonrisas eran para él. ¿No era querido? Ninguna vez fue tratado como lo hacían con su hermano, una vez escuchó en los labios de una Emir que él había sido el sucesor de su padre pero por su maldición se le revocó aquel privilegio para dársela a su hermano. No podía odiar a Theo, era su hermano y no por culpa de sus padres lo haría, prometió cuidarlo sin importa que suceda.

—Mamá ¿qué significa estar maldito?— Noiz preguntó a su madre mientras esta le peinaba y colocaba sus ropas de costumbre. Farah tragó saliva por aquella pregunta, no esperaba aquello del rubio. Dejó el peine a un lado para levantarse y caminar hacia la puerta

—Zaida te traerá la comida en un rato— Aquella fue la única respuesta que recibió, Noiz quería saber por qué decían que estaba maldito, tal vez era por eso que sus padres no le querían. Recordaba la expresión de su hermano cuando era abrazado por su madre, su sonrisa de felicidad, ¿qué sentiría él siendo abrazado? Ahora comprendía aquella palabra, estaba mal, era anormal, por eso era odiado por su padre.

Jamás sentiría un abrazo de un ser amado, porque nunca había sido amado.

Teniendo 6 años de edad ya era tiempo que tuviera un sirviente personal, Abdel estaba en desacuerdo pero por ley Noiz aún era príncipe y tenía el derecho de uno. La búsqueda de uno no tardó demasiado, los ojos del rey fueron directamente del nieto de la doctora de uno de los pueblos, se quedó maravillado por la apariencia inusual de de los dos niños que cuidaba Tae. Dos niños huérfanos que habían adoptados por aquella familia pero los padres de estos habían prendido un viaje dejándolos solos con ella. Entre los niños eligió a Aoba para Noiz, los dos tenían un color muy raro de pelo, un azul que resaltaba pero lo que llamó su atención fueron sus ojos dorados como el ámbar. Todo el pueblo llamaban a los niños como los hijos del cielo pero a Aoba se le conocía como el hijo de Almaqah por sus ojos. Abdel ofreció riquezas a Tae para que viniera al palacio para que los niños fueran acompañantes de los jóvenes príncipes, la mujer había dudado pero era una oportunidad única, no sabía si Aoba y Sei estarían en buenas manos en el palacio, pero aun así concedió a la petición de su sultán.

—Noiz— la voz dulce del chico de cabellos azules llamó la atención del joven príncipe, el rubio volteó a ver al llamado de su joven sirviente que consideraba más como un fiel consejero. Sus ojos verdes observaban al chico que se acercaba con un animal en sus brazos, no podía parar de admirar la belleza de Aoba, desde el día que lo conoció hace unos meses se había maravillado con su belleza. Ahora era como un amigo, su único amigo.

—¿Qué traes ahí Aoba?— preguntó Noiz algo curioso pero su semblante parecía todo lo contrario, pero Aoba sabía perfectamente que el rubio se había interesado por el animal que había encontrado.

—Es un conejo del desierto, estaba en el jardín. Tal vez se metió por un agujero en el palacio— Dijo el peli azul sentándose alado del joven príncipe, sus manos acariciaban una que otra vez el pelaje suave del conejo, Noiz miraba aquella acción, un sentimiento de tristeza apareció en todo su cuerpo.

—¿Qué se siente al tocarlo?— preguntó queriendo saber que sentía Aoba mientras lo acariciaba, este lo miró con sorpresa para después relajar su rostro mostrando una dulce sonrisa en sus labios.

—Te enseñaré— Aoba tomó una de las manos del rubio llevándola al pelaje del conejo. Noiz no sintió nada y menos cuando el chico tomó su mano —Es suave, cada vez que pasas tu mano el pelaje hace cosquillas la palma de tu mano, percibes el calor que emana ya que está vivo.

Noiz imaginaba cada palabra que decía el peli azul, quería poder conocer aquella sensación pero era inútil.

—Quisiera poder sentir como tu— dijo sin rodeos con algo de nostalgia, Aoba río un tanto para soltar el conejo para que corriera entre los pasillos, sabía que daría problemas pero una pequeña travesura no estaría mal.

—Ya te lo dije— tomó esta vez ambas manos de Noiz para llevarlas a sus mejillas —Yo seré tus manos, joven príncipe.

Notas finales:

Tuve que volver a subirlo ya que tuve algunos problemas :c

Soy nueva aquí xD


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