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Tamer. por JHS_LCFR

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Capítulo 10

 

-¿Chen?—repitió Minseok, asegurándose de que lo pronunciaba bien. El morocho mantuvo su sonrisa cansada y cerró momentáneamente los ojos, confirmándolo.

-Chen—musitó.

Y las cigarras retomaron su canto.

 

 

-¿Y?—le preguntó. Ambos descansaban sobre las rocas: secarse había sido todo un problema; Minseok no tenía ropa para usar, por suerte Chen cargaba consigo la ropa que había llevado y la que pensaba usar. Ambos usando únicamente pantalones sueltos y de mezclilla, echaban el peso de sus cuerpos sobre sus brazos estirados hacia atrás, observando la cascada cercana que cada tanto los rociaba con sus gotas—, ¿Cuántas sangres llevas?—Minseok soltó el aire de sus pulmones y lo miró con sorpresa, luego su rostro se torció en culpa—, vamos, tampoco es para tanto. Es tu trabajo, y supuestamente, salimos ganando todos—continuó, mirándolo al ladear la cabeza, como queriendo indagar más allá del aspirante a domador…como tratando de destejer sus tejidos hasta llegar al fondo—. Minseok, ¿No? He escuchado que ahora te llaman Xiumin…realmente no me gusta ese nombre.

Minseok no era tonto: Chen buscaba cambiar (pero no tanto) de tema, para luego retomarlo una vez que el castaño se sintiese más relajado y cómodo. Así pues, tragó y miró sus pies descalzos, golpeándolos entre sí a propósito y a modo de juego, buscando una respuesta, una manera de poder hablar sin tocar la fibra que conectaba al miedo y a la frustración…a las ganas, a los gritos de súplica para que lo dejen ir.

-A mí tampoco.

-… ¿Eso es todo?—farfulló Chen, sorprendido—, ¿“A mí tampoco”? Vamos, sé que tienes muchas preguntas colgando de tu lengua…que Suho no te las diga no significa que no puedes saber—sonrió, abrazándose las rodillas y mirándolo aún de costado, apoyando la cabeza en sus antebrazos unidos.

-Yo…yo sólo quiero—Minseok se lamió los labios, fingiendo fastidio, intentando luchar contra el quiebre en su voz—, yo sólo quiero irme a casa, Dios. ¿Es tan complicado? Nadie me dijo dónde estoy, qué hago…

-Estás en Jade, hace unos días estuviste en Esmeralda y…—empezó Chen.

-¡No, eso no!—refunfuñó el otro, resoplando y negando con fervor—. No me refiero a eso, quiero saber… ¡Quiero saber en qué retorcido mundo estoy! ¡Sé que esto no es Corea, sé que estamos lejos de mi casa en Seúl! ¡Por eso quiero saber por qué, por qué no estoy donde debería estar, y por qué soy yo el único que está perdido en esta…cosa que llaman Norte y Sur y Capital y lo que sea!

Chen volvió a levantar las cejas, frunciendo los labios.

-Ah, veo que estás enterado de algo…

-¿Y tú qué crees?—rió con sarcasmo; no sabía si era el sueño, el cansancio o el hambre, pero todo su cuerpo se entumecía en furia  y lo único que quería hacer era golpear algo, sin motivo alguno. Sólo…golpear hasta que sus uñas se rompiesen y sus dedos se astillasen, quedándose en carne viva, sangrando y sangrando hasta gotear en el suelo—. Chen, ni siquiera te conozco, y se supone que debo tomar, robar tu sangre, para luego hacer Dios sabe qué.

-¿No sabes cuál es el poder del domador?

-¡Ah, ahora se supone que yo también tengo súper poderes!—carcajeó, sin molestarse en bajar el tono de voz, sin molestarse en aplacar su cólera—¡A ver, dime! ¿Qué rayos puedo hacer ahora, eh? ¿Puedo, no sé, domar elefantes? ¿Puedo tocarle la flauta a una estúpida cobra y hacerla salir de un canasto? ¿¡Qué rayos se supone que puedo hacer, sobre todo respecto  ustedes!?

-Minseok—Chen fue deshaciéndose de su postura, estirando un brazo en caso de que tuviese que inmovilizarlo—, cuida tu estado de ánimo…no sé cuántas sangres has consumido, podrías matar a…

-¿¡A quién, a quién eh!? ¿Qué, con solo enojarme puedo matar a alguien? ¿¡Qué rayos significa eso!?

-Rayos… ¿Suho no te dijo…?

-¡Suho no me dice nada, ni siquiera me devuelve mis pertenencias! ¡No sé qué tanto sé y qué me están ocultando, no sé si lo que sé es crucial o tonterías! ¡No tengo idea de por qué tengo que jugar al vampirito con ustedes ni para qué me sirve ni cuánto tiempo estaré aquí! ¡No pienso quedarme para siempre!—explotó, sacudiendo las manos por el aire—¡No lo voy a hacer, tengo una carrera que terminar y una madre con la cual comer, hablar y vivir!

Entonces el morocho pareció dormir todas sus expresiones faciales, escuchando en silencio, sin apenas moverse. Ni siquiera un centímetro, mientras Minseok seguía bramando, furioso.

-¡Por qué, rayos, por qué! ¡Se supone que soy un domador de seres humanos y…por el amor de Dios, tengo que chuparles la sangre! ¡Eso es lo más sádico y espeluz…!

-No somos humanos, Minseok—le interrumpió, sereno—, hace rato dejamos de serlo.

-¡Eso!—bramó, mirándolo por fin a los ojos—¿Por qué? ¿Por qué son lo que son, por qué hay una guerra, y por qué yo tengo que formar parte de ella?

Chen frunció el ceño automáticamente, ofendido.

-¿Qué te hace pensar que eres parte de la guerra?

-¡Por favor, se supone que tengo que entrenar armas defectuosas de un combate bélico! ¡Si eso no es formar parte de una guerra, no sé lo que…!

-Minseok—volvió a cortar, su voz grave rayando en la impotencia—, nosotros ya no somos parte de eso. No queremos tener que ver con eso—acomodándose, se sentó de manera que pudiera mirarlo de frente sin problemas, cruzando sus piernas y poniendo las palmas de sus manos rectas y con los dedos bien juntos—, nuestro rol ahora es alegrar a las familias de las víctimas…buscamos darles un suspiro de los disparos y los bombardeos…es nuestra forma de disculparnos por causar tanto alboroto. Es por culpa de nosotros que empezó todo esto. Si nadie hubiese ofrecido a sus hijos para los experimentos, nada de esto hubiese pasado.

-¡Ustedes no deben disculparse, las propias familias que entregaron a sus hijos son los que deben pagar, ellos son los verdaderos Responsables!

-¿¡Pero…tienes idea de lo que estás diciendo!?

-¡¡Claramente no, porque no me tienen nunca al tanto y me ocultan todor52;

El alboroto pareció llegar hasta arriba de la pequeña colina que conducía a la ruta: los hombres habían empezado a despertarse y los portazos inundaban la paz en el lago. Las cigarras se habían callado, los grillos habían desaparecido e incluso el arrullo de la cascada se había vuelto un choque sonoro más intenso y brutal. Chen miró el curso del agua, enfurecido.

-Fantástico, despertaste a Suho—gruñó, poniéndose de pie y echando a andar, trepando el resto de las rocas hasta llegar al pasto y luego a la cima.

-¡Hey!—Minseok se paró de un salto y se dispuso a alcanzarlo, más la voz cortante de Chen logró sellar una línea divisoria en cuanto dio un paso hacia adelante, estirando los brazos para aferrarse a las piedras.

-Ni se te ocurra seguirme…siempre sospeché de Chanyeol cuando dijo que eras diferente.

 

 

-Ah, Chen es así. Pero no te preocupes…aunque me sorprende que no te haya chamuscado la cara con un relámpago suyo.

Habían pasado treinta minutos, y Suho ya se había sumergido al agua en pos de tranquilizarse de tan mal despertar: Tao se encontraba junto a Minseok, en el mismo sitio sobre las rocas, mirando cada tanto al joven sin galera nadar y sumergirse libremente. El más pequeño (físicamente hablando, porque Minseok nunca sabía quién era más viejo que quién) ya se había calmado, pero sólo después de entumecer su cuerpo ante una sensación inminente de derrota.

Había estropeado todo. Él sólo quería obtener respuestas…y la idea de que Chen pudiese haberle marcado el camino de vuelta a su casa…

-La verdad, no siento que deba disculparme—comenzó, triste—, yo…yo realmente creo en lo que dije. Y sé que  no debería hablar, porque no estuve en el lugar de ustedes, pero…

-Está bien—le tranquilizó Tao, posando una de sus enormes manos en su hombro—, todos opinan sobre el tema, y todos creen saber y tener la solución a todos los problemas. Incluso nosotros lo hacemos…pero eso es porque somos humanos. Al menos…nosotros tenemos aún una parte de ellos, y esa pretenciosa tendencia a imponer nuestros pensamientos…siempre fue y será parte de nosotros. Es lo que nos hace seres pensantes, es lo que nos hace querer conocer más del mundo que nos rodea.

Minseok lo miró a los ojos todo el tiempo: tenía ojeras y bolsas marcadas, el chico debía vivir agotado. Se preguntó cuál era su poder, e inclinó la cabeza antes de que el morocho lo imitara, sonriendo.

-Te preguntas qué puedo hacer, ¿Verdad?—rió, sobre todo cuando Minseok dio un respingo—, es lo que todos hacen cuando me ven cargando la espada o haciendo artes marciales…piensan que soy el chico común y corriente del grupo, pero la verdad…mi poder consume mucha energía, y no lo puedo usar así como así, cuando se me plazca.

-Vaya… ¿Qué rayos haces? ¿Puedes detener el movimiento de la Tierra o qué?

-Bueno…algo así, sí—asintió, cortando la broma, y Minseok dejó de moverse—, puedo detener el tiempo, Minseok-ssi—asintió, orgulloso de sus cualidades; luego suspiró y dejó caer la cabeza entre sus brazos, codos apoyados sobre las rodillas que casi rozaban su pecho—, puedo hacerlo, y puedo hacerlo por un día entero si quiero. Y también estuve practicando cómo viajar al pasado, pero eso es…agotador, extenuante, para ser sincero.

-Guau—boqueó el castaño, parpadeando infinitas veces e intentando llenar sus pulmones de aire—, guau, simplemente…guau.

Tao rió tímidamente.

-Lo sé, no es algo que ves todos los días.

-¿Me estás diciendo que puedes hacer que el mundo entero pare?

-O sólo una parte de él—de inmediato, Tao fijó su vista en un pajarillo que cruzaba el cielo, aleteando con todas sus fuerzas—, mira allá arriba—le señaló, y de pronto una especie de bomba silenciosa estalló en el firmamento, pues unas ondas se extendieron desde el pajarillo hacia el resto del cielo celeste y sin nubes, y el ave permaneció estática con las alas separadas, sin moverse, sin piar, sin parpadear.

Completamente inmóvil.

-Wo…Wow. ¡Eso es…guau!

-Gracias por el halago, supongo—sonrió, chasqueando para dejar libre al pajarillo antes de que su mente lo olvidase—. Aunque, todavía no puedo ni encuentro la manera de avanzar en el tiempo. Supongo que los que me hicieron esto no querían que pudiese determinar el fin o averiguar al ganador de la guerra.

-¿Por qué no?—inquirió.

-Porque hay un cincuenta por ciento de probabilidades de que pierdan—sonrió Tao, igual de sereno, y se abrazó las rodillas, adoptando la misma posición que Chen hacía unos momentos—. Perder la guerra no sólo equivaldría a un golpe en el orgullo, sino que, además, afirmaría el hecho de que los últimos diez años no han sido más que una carnicería y desperdicio de dinero inimaginables.

-¿Cómo puede estar un país en guerra por diez años? Quiero decir…eso es…eso es…

-¿Imposible, inhumano? Nosotros lo éramos, Minseok, nosotros éramos un sueño, una realidad inalcanzable para la humanidad y para los doctores…pero, sobre todo, para los sargentos. Y míranos—repuso, abarcando su cuerpo con un sutil movimiento de manos que fue de su cabeza a sus pies, en un segundo—, aquí estamos. Luego de una generación asesinada por poca resistencia, existimos. Peleamos, y asesinamos gente. Algunos de nosotros destruimos casas y masacramos familias y pueblos enteros, Minseok…y en esa época, cuando lo hicimos, sólo se trataban de las pruebas de control y de potencia. Borrar un pueblito del mapa sólo era un examen cotidiano para ver si obedecíamos…si de verdad podíamos cargar psicológicamente con las consecuencias.

Minseok permaneció callado: su mente daba vueltas, y su cabeza no le dejaba siquiera parpadear. La cascada volvía a arrullar el lago y la colina, pero las imágenes que afloraban en su imaginación lograba vibrar en sus oídos y quemarle la nariz: olor a quemado, a muerte, sudor y putrefacción…estallidos de bombas, alaridos cercanos a la muerte…

No podía ser. Chen, Kai…incluso Kyungsoo matando gente.

No, se dijo. No puede ser.

-¿Y…y ustedes…?

-Claramente, no pudimos hacerlo—continuó Tao, como desprendiendo su cuerpo de las vivencias, como si él no hubiese sido responsable de nada. En realidad, él ya podía hablar del asunto en paz, porque ya se había martirizado lo suficiente—. ¿Sabes? Nosotros nos hicimos muy amigos de los chicos de la primera generación durante el período de cautiverio. Los doctores le llamaban “La Superhumanización”, y nosotros, que éramos sólo niños, pensábamos que era lo mejor que podía pasarnos…sobre todo, después de haber sido entregados por nuestros propios padres.

 Minseok sintió la garganta seca y luchó mentalmente contra los deseos de correr y tirarse al agua, haciéndose un bollo en lo más hondo, esperando que al hundirse, todos los problemas desaparecieran con él.

Pero Tao podía tenerlo escuchando toda la tarde si quería. Y sabía que ello sucedería, así que mejor era dejarlo continuar. Luego, a la noche, inspiraría hondo y lloraría si así fuese necesario, todo con tal de desahogar las penas y las angustias.

-Mira a Kai, por ejemplo. ¿Tienes idea de por qué siempre anda descalzo? el único par de zapatos que tiene, esos que usa en su presentación, se los regaló Taemin, un compañero suyo de celda, más grande que él, y uno de los últimos en sucumbir dentro de la cápsula durante las pruebas, por culpa de las inyecciones y las descargas. Taemin no pudo lograrlo, y eso…eso hizo que Kai no lo pudiera soportar.

Ignorando las lágrimas incipientes en los ojos de Xiumin, Tao se aclaró la garganta y procuró continuar con calma, acomodando los momentos en su cabeza, intentando recordar sin colapsar en el proceso.

-Kris-ssi también. Él está en una jaula porque no es la primera vez que intenta auto-mutilarse—dijo, mirando al cielo con los ojos brillando cada tanto, como si su parte humana y su resto híbrido luchasen constantemente en su interior, buscando conseguir más espacio, buscando dominar completamente el cascarón que suponía el cuerpo desganado del morocho—. No sé si ya lo has visto…tienes alas como de dragón, y también tenía una cola…bueno, lo único que te diré es que Lay lo encontró una noche tirado en el suelo y con la cola escamada en una mano, inconsciente por la pérdida masiva de sangre. Si te descompone, no seguiré, sólo házmelo saber.

De repente, la vista de Minseok se volvió borrosa. Tambaleándose, tuvo que tumbar un brazo tensado sobre las piedras, dañándose las palmas, para no caer. Incluso con los ojos fuertemente cerrados, su mente no dejaba de maquinar: Kai, Kris…podía recordar el sabor de sus sangres, podía casi sentir en carne propia los dolores a medida que los sabores y los aromas se mezclaban y estallaban en la negrura de su visión, taponándole los oídos, intensificando la incipiente bilis en su lengua y en su boca.

-B…basta…

-Incluso Chanyeol—insistió Tao, haciendo caso omiso al castaño deprimido—. Chanyeol tiene severas quemaduras por todo el cuerpo, por eso nunca lo verás con ropa que exponga sus hombros o sus rodillas…Lay hace lo que puede, pero el chico fue creado para matar. Es uno de los Incontrolables, Minseok, porque él y Kyungsoo fueron alterados neurológicamente…sus propios sistemas nerviosos fueron intervenidos quirúrgicamente. Los hicieron temerosos y dubitativos para que sus poderes pudieran reaccionar y explotar a la más mínima señal de miedo o de ira.

-…Tao, por favor…

-¡¡Tao!!—se escuchó desde el lago, lo suficientemente fuerte como para tapar los pedidos del domador: Suho chapoteaba solo en el agua, mirando exageradamente para arriba, en busca de su morocho alto con ropas ceñidas y oscuras—, ¡Métete antes de que ponga una nube con lluvia helada y granizo sobre ti!

Y el morocho accedió automáticamente: desprendiéndose de la mayoría de sus prendas, dejó caer el pantalón y la camiseta a un costado de Minseok, que respiró con dificultad antes de pararse y caminar tambaleante y nerviosamente hasta la montaña de piedras, intentando volver a su remolque.

Intentando escapar.

 

 

-¿Minseok? ¡Minseok!—alguien golpeaba la puerta del remolque con esmero, haciéndose escuchar a pesar de los intentos del susodicho por taparse las orejas y ovillarse en el sillón que intentaba acobijarlo como una cama—¡Minseok, si estás ahí, responde!—la voz le resultaba familiar, pero había tantos chicos…tantos poderes, tantas voces...

Váyanse, pensó. Váyanse, me quiero ir.

-¡Minseok!—gritó otra persona desde fuera, y entonces todo cobró sentido—, ¡Minseok, por favor, responde!

Chanyeol. Chanyeol estaba allí, Chanyeol, a quien había buscado sin éxito alguno. Chanyeol, quien le había quemado brutalmente la pierna cuando había explotado en el circo…por su culpa.

Levantándose de golpe, Minseok corrió a pesar de las náuseas para destrabar y abrir la puerta: una vez que los vio, constató que la primera voz pertenecía al chico llamado Baekhyun, que suspiró de alivio pasándose aquellas delicadas manos por el cabello castaño oscuro y revuelto, haciendo sonar suavemente la pulsera de acero, de metal..de lo que fuese.

-Baekhyun, Chanyeol—resopló, dolido—, yo…yo…

-Menos mal que estás bien—intervino el más alto de los tres, saltando los escalones para abrazarlo con fuerza, cerrando los ojos y tomándole de la espalda y de la cabeza con sus manos gigantes, mientras lo enterraba contra su pecho, presa de la desesperación—. Pensábamos que habías huido, pensábamos…pensábamos que te habías perdido en el bosque.

…Chanyeol…

-¿Cómo te encuentras, chico vampiro?—sonrió Baekhyun, entrando y escabulléndose entre el marco y el abrazo asfixiante para sentarse en la cama improvisada del remolque—, escuchamos que estuviste conociendo gente. ¿Has podido succionarle la vida a alguien más?—bromeó, sin tener conciencia del tono amarillento que cargaba Minseok en la piel; en cuanto Chanyeol soltó al más bajito, su desolación resultó evidente a los ojos de cualquiera presente—Vaya, estás…te ves…perdón por el comentario.

-¿Has comido algo?—preguntó Chanyeol, tomándole de los hombros para mirarle fijamente: Minseok simplemente negó, encontrándose incapaz de tener algo parecido al apetito—. Está bien, no te preocupes, mira—vestía un overol de mezclilla con una camiseta beige debajo, parecía sacado del mercado de Esmeralda—, te traje pan y un par de frutas-sonrió, sacando todo del bolsillo delantero de su enterito.

Y Minseok no pudo soportarlo.

Y se largó a llorar.

 

 

 

 


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