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Tamer. por JHS_LCFR

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Capítulo 18

 

Se escuchaban gritos lejanos, allá por el remolque de Suho, por la cascada. El eco de las voces se amortiguaban con el silencio que pesaba sobre ellos, que había caído al piso, habían apenas girado y habían respirado del otro, robándolo todo, recolectando los pequeños pedazos de ellos que se habían ido cayendo a lo largo de los años, allí, por todo el maldito camino.

Minseok había comenzado, pero jamás imaginó que ninguno de los dos tuviera el coraje para terminarlo: Jongdae había echado hacia atrás la cabeza en cuanto los labios se rozaron, y con las frentes unidas, Minseok había hablado, se había valido de lo poco que le quedaba semejante al valor y le había dicho:

-Por favor…por favor—rogó, tomándole de las mejillas, cerrando los ojos con vergüenza y dolor—, no corras el rostro…no.

Jongdae había querido leer entre líneas, había intentando y había pensado y buscado pero no pudo encontrar nada: ¿Acaso Minseok lo estaba besando por lástima? ¿Acaso le había besado porque se sentía solo o porque Jongdae había terminado por volverse su nuevo saco de arena, un objeto/persona en el cual pudiese volcar sin problema todas sus inquietudes y preocupaciones?

No, Jongdae no quería ser eso: pero el tacto de los dedos de Minseok trotando por su mandíbula, por los costados de su rostro…las uñas apenas rasgando la piel en un pedido íntimo y rastrero, lastimoso…

No puedo hacerlo.

Y aún así, aún con las imágenes de la pesadilla latiendo en su frente, volvió a buscarle la boca casi con odio: su organismo había fabricado los malos sueños, las imágenes suyas arrebatándole la vida al domador…y, aunque sabía que no era cierto, los dispositivos esparcidos a lo largo de su cuerpo pinchaban y se retorcían en pos de hacerlo realidad. De hacerlo sentir como una realidad…como si Jongdae fuese, después de todo, una bestia. Una bestia que no podía enamorarse de sus supuestas víctimas, puesto que había sido rediseñado y mejorado para matar.

Fue entonces que le mordió el labio mientras una lágrima le acariciaba en caída el pómulo y la comisura de la boca, lágrima tibia y salada como pocas, como aquellas que parecen llevarse entre las partículas una pequeña fibra, un pequeño resto de su poco humano corazón.

¿Y qué más daba si Minseok lo besaba por lástima o por despecho? ¿Qué más daba si en realidad le tomaba del rostro y del cuello pensando en otro, o quizás en nada? ¿Qué más daba? ¿Qué le importaba si Minseok sólo buscaba sacar las angustias y las penas de su cabeza? Jongdae tampoco era perfecto…Jongdae no se podía quejar…

-Jongdae—escuchó de pronto, en un jadeo triste y desolado mientras las manos surcaban con lentitud el cuello y los trapecios hasta los hombros—, Jongdae…no me sueltes.

Y Jongdae, tirado en el suelo y debajo del domador, le tomó del cabello con una mano. De la espalda con la otra. Y, sentándose él, acomodó al otro sobre su regazo, para empujar con el rostro hacia delante, el cuello tenso mientras se estiraba para probar un poquito de ese néctar puramente humano: ese néctar que le hacía acordar a cuando era pequeño y quería y sabía qué se sentía estar vivo.

 

 

-¿¡Cómo carajo piensan amenazar al Rey!? ¡¡Qué mierda les pasa por la cabeza!!—bramaba Luhan, enfurecido, tirando cuanto objeto tuviese al alcance de su mano, pues la cabeza le dolía y no pensaba pujar de más, no pensaba tirar de los objetos con su cerebro, que estallaba de la rabia—¡¡Como si a MinGook fuese a importarle tanto nuestra presencia y nuestro juicio!! ¡Debe tener hordas de nuevos híbridos buscando a su hijo, nos eliminará ni bien pisemos el Palacio con Minseok en brazos!

Tao había caído al suelo, presa de las heridas, y Junmyun se arrastraba para abrazarlo y poner el pecho a la bala, exponiendo en realidad la espalda y sacrificando la columna ante las ramas, las espinas y los objetos que rondaban por la casa rodante.

-¡¡Pedazos de escoria, y pensar que sacrifiqué mi vida por ustedes, por nada!!—los brazos de Luhan giraban y seguían y seguían; la vena en su frente parecía estar al borde del colapso e incluso cuando sintió cuerpos ajenas tomándolo de los hombros y jalando de él hacia atrás, gritó—. ¡Debería matarlos, debería matarlos, asesinar al otro idiota con ropas estúpidas y volver a Topacio para no volver a verlos, a ninguno de ustedes!

Yifan y Yixing habían acudido junto con Chanyeol y Baekhyun: los dos más altos intentaban en vano aprisionar al muchacho de cabellos chocolate y rizados contra el suelo, Baekhyun tomaba a Junmyun por los brazos y lo arrastraba hacia el baño para encerrarlo y protegerlo. Yixing no lograba despertar a Tao.

-¿Tao? ¡Tao!—Yixing chillaba y jadeaba por el esfuerzo mientras sus manos volvían a iluminarse con el verde aguado sobre las heridas y los puntos cruciales, pero las puertas de los chacras no se abrían y el chico de cabellos oscuros y espalda ancha no despertaba—¡Tao, reacciona! ¿Me estás escuchando?

Sabía que seguía respirando, podía verlo en las fosas nasales, podía verlo en su pecho; mas Yixing y Tao eran de los híbridos inestables a la hora de administrar en cantidades racionales su poder: Sabiendo que podría terminar igual que el chico que tenía sobre sus piernas, Yixing forzó sus capacidades y las concentró a través de la intensidad de la luz, no habiendo pasado el tiempo suficiente entre la cura de Yifan y el incidente que estaba arruinándolo todo.

-¡Yixing, no te fuerces!—se escuchó de lejos, la preocupación revestida de una voz grave proveniente de un Yifan que movía demasiado los brazos y forzaba de más la espalda: Yixing cerró los ojos para evitar mirar de reojo y redescubrir aquellas horrorosas manchas rojizas; de pronto, oyó un gemido debajo de sus manos.

-¡Tao!

 

 

-Junmyun, Junmyun, ¡Hey!—el cubículo era pequeño y Baekhyun se hallaba sentado en el piso, frente al retrete: sentado con los ojos entreabiertos, Suho parpadeaba y se balanceaba hacia los costados, amenazando con chorrear fuera del inodoro hacia la pared de la derecha o estrellarse la cabeza contra las baldosas que marcaban la zona de la ducha—. Líder, reacciona… ¡No entiendo qué pasa y se están moliendo a palos allá afuera!

Echando un suspiro con sonrisa tonta, Junmyun mostró los dientes abriendo los cortes en su labio: los hilillos que caían se fundían a la perfección con el moratón y la hinchazón. Jamás se había presenciado semejante desequilibrio.

-¡Vamos, tonto, no te rías ahora!—le gritó, abriendo el grifo del agua y salpicándole para que reaccionara—. Junmyun, vamos, despierta… ¿Qué pasó con Suho, qué pasó con enmendar tu historia, líder? ¡Por favor, levántate y haz algo, que somos muchos y no somos fuertes solos!

Pero Junmyun dejó caer la cabeza hacia atrás y rió, entristecido: se acercaba el ultimátum y quizás…sólo quizás…

Si se pelean…cada uno se irá por su lado…y se salvarán, porque nadie podrá encontrarlos.

Porque Junmyun, desde el primer día, había estado al tanto de los espías que conformaban el equipo del mantenimiento.

 

 

Minseok se había negado a abrir los ojos, y durante todo el proceso, su cara parecía torcerse en dolor, en temor a ser abandonado o traicionado a último momento: bien podría Jongdae rebelarse y asesinarlo de pronto. Total, estaban solos: nadie escucharía sus súplicas, su pedido de auxilio, su llanto de dolor vuelto en alaridos.

Minseok temía.

No sabía por qué, pero algo en su cuerpo convulsionaba y se retorcía en temor, sintiéndose presa del mundo, componente de odio máximo y único en todo alrededor: temía que nadie lo quisiese, que lo dejasen solo y vagabundeando por los prados y los bosques hasta verse a sí mismo morir.

Pero los chicos habían sido tan amables… ¿Por qué se sentía así? ¿Por qué sentía que un maldito e imaginario telón se desplomaba, dejándole ver todo lo que había detrás, puzándole en el pecho como miles de millones de aguja?

Minseok temía que estuviese viviendo una farsa, pues al fin y al cabo, nada y poco entendía sobre su paradero y sobre qué rayos hacía allí.

Sí, Minseok temblaba de miedo y quería correr, pero en cuanto los dedos de Jongdae picaron en su mejilla su cuerpo entero se relajó, comprendiendo que, en efecto, no estaba allí solo: tenía a Jongdae con él, Chen estaba allí con ellos también, pero por algo no se hablaba con ellos, por algo Minseok sentía que Chen era diferente…diferente bien.

En cuanto la palma se amoldó a la mandíbula de Xiumin, éste suspiró. Tranquilo, desenvuelto…sonriente.

De repente acía frío, y afuera estaba helando. El clima no detuvo a ninguno de los dos, que surcaban el espacio de la manera más callada y calma posible: se buscaban con el tacto, sus respiraciones trotaban en forma de vaho para poder unirse y abrazarse. El movimiento en los dedos de Jongdae estaba tan medido y planeado meticulosamente…como si hubiese soñado aquello más de mil y una veces.

Como si, en el fondo, soñase con que se le presentase la oportunidad, preparándose sólo por las dudas. Sólo por si Minseok terminaba deseando entregarle su ser, su amor y su cuerpo. Algo ridículamente irónico: no se conocían, no sabían absolutamente nada del otro…y aún así, la necesidad…la necesidad de encontrar la calma, de sentirse querido y poder perderse en el aura y en el mundo que componía el otro…

Chen quería dejar de recordar y tener pesadillas.

Minseok quería querer y sentirse querido y vivir, vivir de una vez por todas. Y a la mierda todo lo demás.

La piel pálida y hecha de gallina se estremeció en cuanto los labios del morocho le rozaron temerosa pero ágilmente la boca, apenas tocándola, acariciándola sutilmente antes de seguir su camino hacia la mejilla, el pómulo y la mandíbula, bajando cautelosa y lentamente hasta el cuello, presionando con la mayor suavidad.

Minseok era tan precioso…tan frágil…y el amor que de pronto sentía Jongdae era tan grande que temía espantarlo. Tenía que tener cuidado entonces, porque Chen era un híbrido.

No sabía si los sentimientos no eran más que una mala jugada de los circuitos, no sabía si por fin podría sentirse y llamarse humano…no sabía cómo iba a terminar todo, por eso tenía que hacer todo bien.

-…Minseok…—dijo de pronto, y por el respingo que dieron ambos, supuso que lo había arruinado: a pesar de haber hablado en un hilo, tan bajo, el silencio había calzado de una forma perfecta—, ¿Tienes frío?—preguntó de todas maneras, descansando la mano sobre su hombro izquierdo, atrapando disimuladamente la tela entre sus dedos.

El otro le miró y negó despacio.

Y para Jongdae, eso ya era poder tocar el cielo.

 

 

* * *

 

 

-Estoy totalmente en desacuerdo con esto—sentenció, ofendido y cruzado de brazos.

-¿Entonces…para qué mierda te unes a nosotros?—gruñó Junmyun, tomándose de la mandíbula con fuerza—. En serio, Jongdae, eres imposible… cuando te encontré, herías a la gente que quería acercarse. Y ahora, no quieres lastimar a nadie. ¿¡Quién rayos te entiende, por qué eres así!?

-Yo no lastimo a la gente porque sí—saltó a defenderse—, estaba ahuyentando a los campesinos que me tomaban como un fenómeno. Aguamarina es la única ciudad del Sur que simpatiza con el Norte y lo sabes: esos malditos sabían que ofrecían dinero por mi cabeza separada de mi cuerpo, y no iba a permitir que me matasen.

-¿¡Entonces por qué no nos vengamos secuestrando al hijo del Rey!?—bramó Suho, siendo frenado por un preocupado Tao, agotado pero listo para actuar en cuanto se llegase al ultimátum.

-Primero, el chico es un domador...los domadores, como bien dice su nombre, nos controlan. Segundo, ¿Crees que MinGook no está al tanto de todo esto? Seguro sospecha que, como Tao y Kai siguen vivos, el príncipe es nuestra única carta.

-Escúchame—rugió, adelantándose y tomándole del cuello—, un domador puede controlarnos, pero también puede potenciar nuestros poderes  si se encuentra de nuestro lado. Estamos en el medio de Topacio, rodeados por el enemigo, nuestra única salvación es ese ridículo circo que nos ofrecen armar  los ex combatientes del Norte y yo, ¡Yo, personalmente!, pienso adormecerte y molerte a golpes hasta que te acostumbres a la idea.

-…Inténtalo, escoria—siseó el dueño del rayo, comenzando entonces un intercambio de golpes y tumbos, hiriéndose, sangrando y rodando y chocando contra las paredes y el piso.

-Alto, ¡Alto!—Jongin y Baekyun saltaron a intervenir, el dueño de la luz tomó la palabra—. Escuchen, ¡Nadie va a torturar a nadie! Jongdae, si no quieres formar parte del plan, eres libre de irte…pero tú, Suho, tienes que reconocer que no podemos dejarlo ir. Puede volverse una parte importante a la hora de acostumbrar al chico al nuevo ambiente, así que hagamos lo siguiente. Jongdae puede quedarse, pero no saboteará ni colaborará con el plan, siempre y cuando prometa actuar de amigo del príncipe si éste busca matarse o huir, ¿Entendido?

Silencio, silencio y murmullos bajos: Jongdae miró desafiante a Junmyun, quien había relajado las facciones de su rostro en lástima, para luego maldecir.

-... ¿Supongo que debo decir que está bien?—musitó, siendo liberado y frotándose las muñecas.

-No me gusta que se peleen—agregó Chanyeol, preocupado y abrazado a sí mismo.

-Tomaremos entonces al príncipe, lo traeremos y lo acogeremos hasta que llegue la hora de enseñarle—habló Kyungsoo, siendo respaldado por el asentimiento de muchos—. Ahora bien, dos preguntas… ¿Él debe conocer su origen, nos jugará eso a favor o en contra?

-No le diremos nada, pero iremos dejando pistas…si en algún momento sospecha, la verdad se le dirá—propuso Lay, ya en sintonía con el grupo.

-Bien—asintió Kyungsoo—. Segundo…he oído que de los dos híbridos que faltan, uno es extremadamente peligroso.

-Luhan, sí—concordó Junmyun.

-Exacto…propongo no decirle nada a él.

-¿Por qué?

-No le diremos que raptaremos al príncipe: está tan resentido con el Norte que lo asesinaría al segundo de mirarlo.

-…tienes razón.

-…sí.

-En efecto.

-Si hacemos eso—agregó Baekhyun, confuso—, tampoco podremos decirle nada a su compañero, Sehun.

-¿Por qué dices eso?

-Lo recuerdo de niño…Sehun es prácticamente un perro faldero.

-¿En serio?—siseó Yifan—, carajo. Entonces son dos menos.

-Bueno, pero somos once…no es tan malo—convino Lay, mirando alrededor del sofá y por detrás de él—. Sehun es dependiente, sí…yo no le veo muchas consecuencias a eso. En caso de que decida seguir a Luhan si éste se entera de todo…el enfrentamiento no puede ser tan malo. Somos nueve contra dos, y por más que Luhan tenga habilidades fuertes…nosotros tenemos una mayor diversidad, sobre todo con la potencia de Chanyeol y Kyungsoo-ssi.

Los nombrados se sonrojaron y bajaron la cabeza, incómodos.

Jongdae, aún aferrado por Kai, se soltó bruscamente.

-Nada de esto terminará bien…quiero que les quede bien en claro. El chico no merece tener este destino sólo porque es el hijo del Rey…no debe ni saber quién es realmente, debe andar perdido por el pasado pensando que todo en su vida está bien.

-Jongdae, probablemente no tenga padre—corrigió Junmyun—y recuerda que la reina puede contarle la verdad en cualquier momento.

-¡De todas maneras, no podría regresar a su verdadero tiempo!

-Eso no lo sabemos, quizás MinGook tiene una nueva generación de híbridos esperando el momento adecuado para buscarlo y traerlo.

-¿¡Crees que el chico entenderá, aceptará y se sentará obedientemente en el trono!? ¡Imagínate estando sus zapatos, nada de esto tendría sentido!

-Jongdae—murmuró Chanyeol, parándose . Los demás automáticamente formaron una línea, una barrera…señalando la mayoría, la maldita y asquerosa mayoría, como apresando su decisión y su libertad—, perdón…pero lo haremos de todos modos. No se nos ocurre otra manera de hacerlo…y yo…yo sólo quiero que todo esto termine y vivir tranquilo.

-No queremos más precios por nuestras cabezas—oyó de Kai.

-Lamento personalmente no poder ayudarlos a todos—suspiró Yixing—pero, de momento…esta esperanza es todo lo que tenemos.

Enfurecido, desesperado, Jongdae corrió hacia el pasillo y se dirigió a su habitación, sumida en la oscuridad y el vacío. Cerrando los ojos y rezando despacio, consideró sus opciones y las probabilidades de sobrevivir por su cuenta.

Entonces escuchó cómo el grupo planeaba y se reacomodaba.

Mañana por la noche, Tao y Kai viajarían y observarían al chico en cuestión.

Seguirían sus movimientos, y en cuanto lo encontrasen solo…todo se iría al diablo.

 

 

* * *

 

 

La tela cayó suave y etéreamente, bailando con el aire en su caída, acariciando las partículas de polvo que pasaban: Jongdae había perdido la cabeza en el mismísimo momento en que le había bajado el cuello de la remera, corriéndolo hasta el hombro para dejarlo expuesto.

La piel desnuda, la piel que creía (y sabía) que sólo a él se le estaba permitiendo admirar…la cordura no era mucha, pero Jongdae luchaba, y su estado de éxtasis ya rayaba más en el mareo que en el instinto animal: su vista era borrosa, y en su ser había entrado para intoxicarlo todo el aroma de la piel de Minseok…ese perfume que le remontaba a la miel, suave y dulce.

Ese aroma a familia, al hogar, al cariño de una madre.

En realidad, ya ni podía pensar, sólo suspirar cada que sentía que sus extremidades se desmayaban por no poder seguir soportando: Por su parte, Minseok seguía con los ojos cerrados, sentado en el piso y con los brazos echados atrás. Sólo se había movido para quitarse la remera. Y aunque su cuerpo tiraba por tocar, la sensación de ser tocado por Jongdae era mayor, y terminaba nublándole los sentidos.

Pudo sentir las uñas de Jongdae pasearse suave y marcadamente por su pecho, dejando caer la yema del pulgar sobre su pezón izquierdo, volviéndolo loco.

Fue la primera vez que Minseok tembló. Y de sus purpúreos y temblorosos labios sólo pudo salir una mísera súplica:

-Jongdae…

¿Por qué hacemos esto?

¿Qué te provoco?

¿Qué rayos tienes que logras hacer esto y tenerme así?

Necesito ayuda. No quiero enloquecer y perderme.

Sé mi cable a Tierra, no importa el precio que haya que pagar.

-Jongdae

…tócame.

 


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