Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tamer. por JHS_LCFR

[Reviews - 130]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Capítulo 19

 

Estaba sentado sobre sus pantorrillas y con el torso inclinado hacia adelante, soportando el peso con sus manos, que luchaban por subir al cuerpo de Minseok sin tener que obligar al resto de su cuerpo a apartarse.

El cuerpo de Minseok le fascinaba. Le traía loco.

Le recordaba a lo que él alguna vez había sido…le recordaba a todo lo que anhelaba, a pesar de que la diferencia con su estado actual no se notase tanto.

Jongdae prácticamente había terminado resultando inmune al dolor: las agujas, los líquidos, las pruebas…todo aquello que quemara, destruyera y consumiera su cuerpo, ya no dolía. Ya no eran más que meros cosquilleos que le provocaban náuseas en vez de risas.

Pero Minseok…

Minseok, él tenía la capacidad de realizar un hibridaje diferente: él era capaz de aglutinar en su cuerpo el dolor con el placer. Él podía sufrir a base del éxtasis, y podía apartar los malestares de su cuerpo simplemente con cambiar de actitud o entregarse momentáneamente a un llanto desgarrador pero curativo, vaciando su ser de cualquier rastro de malestar, angustia o incluso odio.

Jongdae no podía. Jongdae se encontraba física, mental y científicamente incapacitado para apartar los atropellos del pasado: la imagen temprana de su madre estirando sus brazos, entregándolo, las burbujas de aire en las incubadoras, la sensación de encierro…el blanco, los cortes, el ardor…

Un tacto gélido y tembloroso lo sorprendió: todo su cuerpo arrodillado ahora miraba hacia otro lado, hacia su derecha, lejos de Minseok.

¿…Qué…?

-¿En qué estás pensando?—le murmuró preocupado. Contra su pecho, apretaba la camiseta para taparse: Jongdae respiró despacio, ignorando la sequedad en su boca y el picar en sus ojos y en su garganta.

-En nada—sonrió, ojos vidriosos mientras se agazapaba sobre su chico una vez más—. Perdona, estaba…estaba divagando.

Pareció no pensárselo ni poner muchos rodeos en el medio, y cerrando los ojos para agudizar su piel, se agachó y bajó la cabeza acercando el rostro, besando por una sola y suave vez a Minseok en los labios. Luego, fue inspeccionando a besos su cuerpo, empezando por la comisura de la boca, de vuelta la mandíbula y luego el cuello, mordiendo a un costado de la nuez, deleitándose con la respiración forzosamente acompasada de su chico.

Minseok. Él sí que era perfecto.

Soportando el peso en sus rodillas, Jongdae se encorvaba para poder continuar con su camino descendente; iba acompañando con sus manos las caricias y las marcas, pasándolas por los hombros y haciéndolas bajar rápida pero posesivamente por los bíceps hasta los antebrazos, deteniéndose en las muñecas: allí quiso tomar, torcer y apretar. Quiso morder la piel y devorarse a Minseok como una bestia, amándolo con toda la fuerza que comprimía en su caja torácica, dejándola salir por los poros sin importarle cuánto le dolieran después las caderas.

Quería quebrar a Minseok. Quería que colapsara bajo su cuerpo, presa de los temblores y la desesperación por la pérdida de control: quería tomarlo de los glúteos y pujar brutalmente, quería fundirse en él hasta el hartazgo, hasta romperlo, atragantándose con el calor y el mareo, por la tensión en su cuerpo para luego explotar y sucumbir al disparo de su esencia, cayendo rendido sobre el cuerpo del otro.

Inmóvil.

Inerte.

 

 

…¿¡Inerte!?

Automáticamente detuvo su cuerpo, nariz hundida en la piel bajo el ombligo de Minseok, que temblaba y doblaba involuntariamente las piernas: Jongdae tenía la mano derecha hundida entre sus muslos, apretando fuertemente el glande, asfixiándolo casi tanto como él había dejado de respirar ante aquel súbito pensamiento.

La mano izquierda había subido hasta la cara interna del muslo derecho, levantándolo con fuerza, dejando la cortesía y el permiso a un lado.

Minseok estaba expuesto. Pero no como él lo había querido: Jongdae le estaba abriendo de piernas, posicionándolo casi como una presa. El gesto era brusco, era descortés…

Era animal.

Su boca abierta aún no dejaba entrar al aire, y en su cabeza el sonido de los gemidos y jadeos le taponaban los oídos, haciendo su mente estallar: todo su ser temblaba, presa del pánico, devorado completamente contra la desesperación.

Estaba perdido. ¿En serio ‘ellos’ habían logrado cambiar ésa parte de él también? No podía ser, era terrible: no podían modificarlo para “no querer”. No podía no-querer.

Hacía unos momentos, Jongdae se desvivía por Minseok. Hacía unos momentos, su cuerpo había casi conspirado contra su nueva naturaleza para dejarlo amar una vez, una sola vez, y ni una más. Sus sentidos parecían haber dañado los circuitos para darle un respiro a su corazón, dejándole suspirar por cariño y por la fascinación de poder tener a alguien a su lado.

Alguien que, no obstante, era su víctima.

Alguien que, a pesar de todo, tenía que eliminar.

Pero no era como que estuviese detestando a Minseok en ese momento: la orden mecánica de matar en su cuerpo era mayor, era más fuerte, era más grande.

No puedo, se dijo, aún inmóvil, su cuerpo congelándose ante la simple idea de descargar su rabia en un descuido. No puedo hacerlo.

-Jongdae…Jongdae, rápido.

Su cabeza se alzó de pronto y soltó todo lo que hubiese entre sus dedos y en sus manos: se había transformado en peso muerto, en una estatua maciza de piedra: Minseok yacía frente a él y boca arriba, labio sangrando por culpa de los dientes y respiración agitada. Su pecho subía y bajaba exageradamente. Y en la cabeza de Jongdae, los engranajes se movían para hacer a esa respiración frenar. Morir, terminar definitivamente.

-No—susurró, negando despacio y bajando los talones para pararse, caminado hacia atrás—. No puedo, ¡No!

 

 

-¿Jong…Jongdae?—Minseok abrió los ojos después de lo que le pareció una eternidad: su cuerpo ardía con fuerza, incluso picaba en ciertos sectores incómodos, pero la imagen de Jongdae, vistiendo nada más que su piel había dejado de resultarle excitante.

Estaba parado, rehusándose a seguir.

Estaba contra la puerta, dispuesto a agarrar su ropa e irse.

-¿Jongd…pasa algo?—preguntó, temeroso. ¿Por qué huía, por qué lo esquivaba? En cuanto se sentó y estiró un brazo para tocarlo, el otro dio un salto y alejó las muñecas, llevando los puños a su estómago.

Aquello fue un disparo directo al pecho.

Fue la fragmentación violenta de un plato que se estrella contra el piso.

La voz no le salió más que en un susurro quebrado por el súbito llanto.

-¡Jong…!

Y entonces ocurrió.

El piso empezó a vibrar.

Y los zumbidos surcaron el aire.

 

 

Yifan saltó hacia la derecha, rodando en el pasto mientras sujetaba a un espantado Yixing entre sus brazos, pegándolo a su pecho. Chanyeol se encontraba delante de todos, aproximadamente unos cinco pasos delante, brazos extendidos y una barrera de fuego divisoria: del lado de Chanyeol, se encontraba la cascada, los remolques y los chicos.

Del otro lado, estaban ellos.

Tres lucían prácticamente idénticos: mandíbula fuerte y mentón recto y masculino, ojos oscuros y cabellos lacios hasta las cejas, que a pesar de rozar sus ojos casi dormidos, no lograban ocultar la fiereza en su entrecejo arrugado.

Jongin abrió los ojos con dolor al reconocerlos: todos los híbridos del circo habían acudido al estallido, a la explosión. Lo último que pensaron sería encontrarse con ellos.

-Han…sol—susurró, presa del pánico y con un Kyungsoo aterrorizado y escondido detrás de su cuerpo, atento a cualquier movimiento pero inmóvil ya de por sí, con las manos agarrotadas a la tela—, Ten, Taeyong…

Los nombrados parpadearon, formando una barrera de tres delante de más soldados: híbridos nuevos, perfectos. Detrás, se erguían muchachos de rostros redondos o con rasgos finos y ojos pequeños y delineados. Los de las puntas debían rozar los dieciocho años, pero los del medio eran niños, eran demasiado pequeños.

Baekhyun sintió una punzada en el pecho mientras cargaba con un Luhan malherido en su regazo: se sintió al borde del abismo.

-¿…Jeno…Ji Sung…Mark…?

Eran ellos, los nuevos, los exitosos. La nueva y cuarta generación de los híbridos. Aquellos que habían entrado poco antes del destierro de los segundos, aquellos que habían sido sometidos de pequeños a una ejercitación física previa, una tortuosa, constante, pero claramente efectiva, preparación física.

Todos, incluso los más chicos, tenían hombros y cinturas marcadas, piernas fuertes y trapecios que aguantaban cualquier tipo de carga: Cuando Taeyong y los demás levantaron el brazo izquierdo y estiraron los dedos, Chanyeol se agazapó e intensificó el fuego a su alrededor.

-¡No se acerquen!—bramó, ignorando el miedo que le hacía temblar las rodillas—¡No nos toquen!

En el suelo, Lay alcanzó a zafarse lenta y torpemente de los brazos de su protector: un pedazo de roca había caído cerca suyo, y Yifan había alcanzado a salvarlo por un pelo. Despeinándose, se paró y llevó las manos en alto, demostrando que no quería pelear. No obstante, la rabia de Kai fue más fuerte e interrumpió todo intento de charla.

-¿¡Qué rayos hacen aquí!? ¡¡Fuera!!

Los nuevos no escucharon nada: entrecerrando los ojos, Ten doblegó un poco las piernas y desapareció en el aire: Jongin sintió que era una puñalada en el pecho, y automáticamente sabía que tendrían las de perder.

Ten se había desplazado con más fuerza, se veía que era más resistente.

Y en el momento en que Baekhyun ahogó un grito, desapareció de su ubicación, al mismo tiempo que una serpiente abominable de agua le impactaba al resto por la espalda, de la manera más traicionera.

-¡¡Baekhyun!!

-¡Tenemos todos los mismos poderes!—gritó Yifan, elevándose de un nuevo salto sobre un árbol y arrastrando a Lay consigo—. Yixing, ¿¡Qué hacemos!?—y el curador negó, desesperado, sin poder encontrar una respuesta, y notando cómo Chanyeol tosía de rodillas en el suelo, indefenso.

-¡Chanyeol!

 

 

Jongdae había alcanzado a vestirse y a huir. Minseok no pudo ver ni entender cómo, o cuándo: Sólo sabía que se había ido, dejándolo con el cuerpo y el alma desnudos, envueltos por la soledad deprimente del frío.

Levantándose tembloroso, lloró el nombre del híbrido como duda, como exigencia, como permiso, como favor y como disculpa: le llamó mientras caía por su propio peso, incapaz de respirar.

-¿Jongdae? ¡Jongdae!—chilló, desamparado: las lágrimas le nublaban la vista y el piso temblaba, el aire zumbaba con fuerza y se oían los estallidos desde fuera—¡Jongdae!—gateando, Minseok se aferró brutalmente a sus ropas y empezó a taparse, a vestirse para ocultar su debilidad, el estado más insólito y vulnerable en el que se habría visto envuelto jamás—Jongdae…

Vuelve.

 

 

-¡Aléjense, váyanse!—Baekhyun se sacudía sin éxito de liberación alguno, los brazos de Ten eran demasiado fuerte y dolían contra sus brazos, las manos aferrándose a su cuello—¡En serio, corran, yo voy a estar bien!—se encontraba exhibido como una presa fácil de cazar, y en cuanto Chanyeol recuperó la compostura, sus rizos parecieron elevarse en el aire antes de que incendiara los árboles que los rodeaban, calcinándolo todo con su fuerza.

-¡¡Déjenlo ir!!

Taeyeong se agachó y echó un salto de tres metros hacia atrás, aterrizando exitosamente sobre un tronco caído que no llegaba a carbonizarse: le tomó a Jongin tres segundos para comprender que eran híbridos entremezclados, capaces de juntar las habilidades de dos de ellos en un solo individuo.

Presa del pánico, se giró para abrazar a Kyungsoo y desaparecer bajo la cascada: el aullido de pánico del más pequeño fue ahogado por la velocidad y la cueva hundida en el ruido de la cascada y las penumbras.

-Escóndete—fue todo lo que le pudo decir: de la nada, su voz se volvió temblorosa y sus manos viajaron al rostro pálido de su ser más querido—. Kyungsoo, te lo suplico. Corre, corre tan lejos como puedas y aléjate de aquí.

-¡Jong…!

-No, ¡No, escucha lo que te digo! Escaparás de allí, irás a Esmeralda o a Pómez y comenzarás una vida nueva… ¡Nada de hacer uso de la tierra!—pidió, pasando sus pupilas de un ojo al otro, luego a su boca y de ahí a su mentó y de ahí a su cuerpo: se desesperó—. Por favor—gimió, cerrando los ojos y juntando sus frentes—. Por favor, hazme caso y escapa.

-Jongin…no puedo.

-Hazlo por mí, ¡Si de verdad, y como dices, tanto me quieres…prométeme que lo harás y corre lejos de aquí!

-¡Jongin, están peleando allá arriba!

-No me importa, ¡No me importa en este puto momento nada ni nadie más!

-Jong…

-¡Te amo más de lo que puedo y no soportaría saber que te aniquilan!—gritó al fin, presa del llanto histérico con sacudidas de hombros y garras hundidas en los brazos de su pequeño, pequeñísimo Kyungsoo—. Por favor, Soo…por favor, sobrevive. Te lo ruego.

-Jongin, no…

-¡Por favor, por favor, por favor, Hyung!—aquella fue la gota que rebalsó el vaso: Jongin nunca le decía así, Jongin raras veces había utilizado la palabra ‘Hyung’…y mirando su rostro humedecido y rojo por el llanto, Kyungsoo sintió que se desplomaba en un montón de huesos—. Por favor—la voz infantil, suplicante…no podía asimilarlo. Mientras tanto, Jongin caía de rodillas y le tironeaba de los pantalones, cabeza cerca del suelo—. Por favor, por favor, por favor…

Lamiéndose los labios, Kyungsoo cerró y abrió los ojos, preparando una respuesta.

Entonces su campo de visión se dio vuelta, y cayó de espaldas al suelo rocoso mientras Jongin era arrastrado por una especie de fuerza o mano invisible, elevándose hacia la cascada y volviendo inevitablemente a la colina.

 

 

-¡¡Yifan!!—el alarido de Yixing surcó todo el bosque, aún por encima de las llamas, de los golpes, de las piedras flotantes y sobre todo de las patadas y los golpes: algunos golpeaban cuerpo a cuerpo para generar distracción, y así fue como Yifan se había dispersado esquivándolo todo antes de caer en un hueco en la tierra, que fue cerrado al instante—¡No!

Ji sung y Jeno surcaron el aire antes de tomar a Yixing de los hombros y tumbarlo de boca al suelo, brazos torcidos detrás de su espalda y los dos niños sentándose y pujando contra la tierra sin compasión: Yixing se resolvió, presa de la furia y el pánico. Pudo escuchar el crepitar del pasto sano a su izquierda, Chanyeol atacando desacatado, rabioso y sin oportunidad alguna de control.

-¡Suélten…me! ¡Sáquenlo de ahí!—amenazó el curador, antes de doblar las muñecas y apresar una de cada chico, tirando con todo su poder de la sangre: necesitaba hacerlo, necesitaba aturdir un poco el pulso para luego hacerles explotar el corazón—¡¡Saquen a Yifan de ahí!!

Un último golpe mental, y los chicos cayeron tumbados al suelo: Lay había olvidado cómo generar un paro cardíaco, pero quitándose los cuerpos inmóviles de encima, sospechó que vendrían preparados con algún mecanismo, por lo que sólo tendrían unos minutos.

Mirando a su alrededor, notó a Luhan arrastrándose por el suelo: había sido víctima de Jaehyun, casi perdiendo una pierna bajo un tronco sorpresivamente desplomado. Así había comenzado todo, y la pelea ya se había extendido en un radio de aproximadamente un kilómetro.

Girando sobre su eje, procuró acercarse a Luhan mientras gritaba el nombre de Kyungsoo: Yifan seguía enterrado. Tenía que salir de ahí.

-¡Kyungsoo, Kyungsoo!—al abrazar a Luhan contra su pecho, descargó su aura verde clara sobre el chico, que suspiró casi de placer mientras cerraba los ojos y suspiraba, dejando caer su cabeza—. Luhan, estoy gastando mucha energía en ti, así que más te vale que pelees.

En cuanto Luhan entreabrió y alcanzó a enganchar un pensamiento perdido de Sehun, se levantó con el rostro casi dormido y extendió los brazos.

Sehun pensaba pelear.

Y Luhan no permitiría eso.

-Deja, deja—tartamudeó, aún presa del dolor: levantándose, buscó con la mirada entre las batallas, y el rostro de Jaehyun defendiéndose de un enojado y atacante Sehun le tiró de la nuca con asco—. Ahí estás… - con las raíces de los árboles tirando y arrancándose del suelo a medida que levantaba los brazos, Luhan frunció el ceño—, hijo de mil putas.

 

 

Jongin pateaba y se retorcía y gritaba mientras su cuerpo se comprimía contra el suelo, Mark torciendo la cara en euforia mientras mostraba todos los dientes en una retorcida sonrisa: Luhan, comparado con él, no era nada. Mark podía comprimir al enemigo, y así lo estaba demostrando, su cerebro borrando todo recuerdo posible de su adorado Hyung.

-¡…Mark…! ¡Soy yo!

Pero el chico no respondía, parecía accionarse únicamente por la orden que tenía dada y que no era muy difícil de adivinar: cerrando los puños, el crujir de los huesos tronó en el aire, y Kai gritó de tal forma que la tierra tembló.

O eso quiso creer.

En cuanto los nuevos híbridos cayeron por el violento sacudir del suelo, un hueco liberó a un sangriento y moribundo Yifan, al cual Yixing corrió desesperadamente para tomarlo sobre su pecho antes de que cayera.

Al mismo tiempo, montañas de tierra y dragones de agua se alzaron entre la multitud: Kyungsoo y Junmyun caminaron lentamente hasta el centro de la batalla. El primero subió la colina, retumbando cada uno de sus pasos como el peor de los terremotos. El segundo, cojeó fuera de su remolque, cerrando la puerta con fuerza y limpiándose la sangre de la boca con sus nudillos.

-Largo—murmuró Kyungsoo, ojos oscuros y muertos mientras las palmas hacia arriba seguían ascendiendo, al igual que las montañas.

-Al parecer, no han entendido nada—Los dragones zigzaguearon y formaron una medialuna en el cielo, creando una suerte de arcoíris al opacar totalmente al Sol: Junmyun ladeó la cabeza para hacer sonar su cuello—. Les dijimos que se vayan. Pero si quieren una pelea…

-…eso es lo que tendrán—una tercera figura, apareciendo prácticamente de la nada, entró en escena. Y el cielo se nubló al punto de tener nubes de base casi negras, los truenos cantando su tenebrosa sinfonía mientras Jongdae se sonaba los dedos.

Los tres hablaron al unísono, y un relámpago atravesó el cielo como una feroz serpiente, una cobra mordiéndose una nube para inyectarle todo su veneno.

-...Vengan.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).