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Tamer. por JHS_LCFR

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Capítulo 03

 

Cuando Baekhyun entró en pánico, Minseok sabía que Suho, su supuesto captor, era un hombre de temer. No obstante, éste (que parecía tener su edad) fue acercándose lenta y cuidadosamente con una sonrisa de plástico en los labios, comisuras apenas levantadas y ojos dormidos, muertos.

-Suho, ¡Por favor, no me eches!

-Tranquilo, Baekhyun—suspiró—, tranquilo. No pienses que vengo a regañarte—echando una mirada de soslayo a Minseok (que seguía en el piso), relajó su sonrisa y permaneció serio—, te llaman para practicar. Puedes decirle a Chanyeol que yo me encargaré de él.

-Yo… - Baekhyun miró rápidamente a Minseok, en el suelo, y tragó saliva: Minseok no era tonto, temía por él—, de acuerdo. Pero antes, ¿Puedo decir algo?—e inspiró hondo, como buscando una oportunidad para defenderlo y llevárselo lejos, con él.

La sonrisa sin dientes, amplia y rígida de Suho pareció cortar el aire. Esta vez, se esforzó por entornar los ojos y ladear la cabeza.

-No.

 

 

Pasaron minutos enormes e infinitos en silencio, Suho escrutando a Minseok sentado, Minseok acomodando lentamente las manos y los dedos para poder gatear hacia atrás y encerrarse en el baño en caso de que  las cosas fuesen mal.

El hombre de blanco y negro permanecía con la galera sobre el pecho, como cubriendo su corazón sin abandonar la gentileza de un saludo cordial. Tenía los ojos casi somnolientamente entrecerrados, pero Min sabía que aquello no era más que una máscara para ocultar todos los cálculos mentales y estudios que realizaba, y de los cuales él era protagonista.

-Así que me conoces—murmuró al fin, levantando una comisura y encorvándose sutilmente para adelante—, o al menos eso dijiste. ¿Dónde me viste?

-Tú…tú me raptaste—tartamudeó, tragando con fuerza y yéndose hacia atrás hasta golpear con el sillón adherido a la pared—, tú me echaste esa capa encima y…

Un pequeño estallido de blanco afloró en su mente, como una especie de alerta. Suho pareció captarlo, arrodillándose frente a él.

-Me parece que te estás equivocando de persona—le dijo, tomándole lenta y despreocupadamente de la barbilla para mirarlo a los ojos con cariño…casi como si se tratase de un padre cuidando a su hijo—, Kai se viste igual que yo. Él te reclutó…pero a la hora de actuar, cambia completamente de vestuario.

Tenía razón: su verdadero raptor tenía la piel más oscura, y labios muchos más gruesos. Además, Suho hablaba mucho más lento y parecía meditar cada uno de sus movimientos. Tenía el rostro tranquilo y su lenguaje corporal se basaba en cierta cordialidad, como si la educación y los modales estuviesen grabados a fuego en sus venas y en su piel.

Sus pasos eran ligeros, como plumas. El otro muchacho…

Era sólo un niño, pensó.

-En fin, supongo que ya lo conocerás—repuso con una nueva sonrisa, casi una genuina, pero Minseok supuso que aún sí, verle todos los dientes sería un milagro—, después de todo, tu trabajo consiste en llevarte con todos, por así decirlo—y girando sobre sus pies, se dispuso a salir del remolque. Sólo en ese momento, Minseok sintió un golpe de adrenalina y logró levantarse hasta casi abalanzarse sobre él, tomándole de la punta de la capa con todos los dedos, la súplica borrándose a medida que las yemas de los dedos apreciaban el material.

-Suéltenme—graznó, garganta seca y rasposa—¡Quiero irme de aquí!

Contempló la espalda de Suho, impasible, hasta que giró el rostro a su derecha, mirando el suelo casi con lástima. Sus ojos muertos dejaron ver un destello de compasión, más rápidamente las facciones de su rostro endurecieron sin quebrantar la imagen tersa, suave y fina de su cara.

-Me temo que no podemos hacer eso.

-¿¡Por qué no!? ¡Usted no entiende, yo necesito ver a mi madre!

-Si lo que te preocupa es el tiempo, como dijo Baekhyun, puedes estar tranquilo. Nosotros ya nos encargamos, y ella no sentirá tu ausencia.

-¡¡Eso no es suficiente, esa no es la respuesta que estoy buscandor52;—Minseok solapeaba preguntas que, ya sabía, no tendrían respuestas satisfactorias: ganaría por cansancio, ya lo tenía decidido—¡Quiero ir a casa, necesito ir a mi casa! Tengo que estudiar, tengo que volver, ¡Mi madre debe estar preocupada, y usted sabe lo que se siente al ver a una madre llorando!

Entonces una suerte de resoplido divertido pero sinuoso escapó de los débiles y pálidos labios de Suho: una risa, una risilla desteñida y lamentable.

-He visto a mi madre llorar, sí—asintió, cerrando los ojos para luego entreabrirlos, colocándose la galera con gesto molesto—, y aquella fue la última vez que la vi.

Para cuando pensaba soltar otra pregunta (a su parecer, estúpida, pues llegó a la conclusión de que nunca podría llegar a nada), un nudo le agarró por la garganta y se inmovilizó. Dejó de pensar, Suho continuó sin moverse ni un milímetro.

-Tienes quince minutos—continuó, avanzando y abriendo la puerta—. He decidido que descansaste demasiado, y por el tono de tu voz, percibo que no andas paciente ni  comprensivo—Minseok notó que las suelas de sus zapatos con taco no sonaban contra los escalones al bajar—. Te quiero en la tienda para cuando se acabe el tiempo, ¿Entendiste?

-Pero…

-Ni una palabra más—sentenció girando nuevamente y levantando el tono de voz, pero sin perder lo grave y su peso—. Centro de la tienda, quince minutos. Si tardas, no tendrás ninguna de las respuestas que buscas y haré que te adaptes a la fuerza.

Minseok frunció el ceño con tristeza, el dolor y la confusión se aglutinaron a la sensación de metida de pata y no pudo hacer más que dejar caer la línea de sus hombros; mientras tanto, Suho caminaba tranquila pero decididamente a través del acampado entre tiendas más pequeñas y otros remolques, probablemente en ellos descansaban algunos del equipo de armado y manutención. Se preguntó cuál sería el ‘lugar’ de Chanyeol y Baekhyun.

Con algún que otro pajarillo atravesando el cielo y más de un pastizal rodando por la ruta de tierra, Minseok salió y se dirigió a la zona con más pasto amarillento implantado en la tierra. Miró alrededor y notó, cerca del horizonte, una construcción que pasaba la altura de una considerable aglomeración de árboles: una iglesia, probablemente. El pueblo más cercano debía estar a unos diez kilómetros cuando mucho.

Consideró echar a correr.

Pero las lágrimas le golpearon otra vez y sólo pudo contar hasta cien antes de echar a andar a la tienda del circo, derrotado y con el frío viento abrazándole los brazos desnudos.

 

 

No le tomó mucho tiempo volver por su buzo y encarar para el extremo donde había abierto los ojos por primera vez. Se pasó por enésima vez el brazo por los ojos hinchados y resopló, soltando un último gemido mientras se dejaba caer con las piernas cruzadas.

-…Me quiero ir…Necesito…tengo que ver a mamá… - la imagen de su madre mordiéndose los nudillos con el teléfono en una mano y el pañuelo colgando entre dos de sus dedos le oprimió el pecho; la amargura fue tal que pudo sentir la bilis borbotear sobre su boca—…Omma…

-¿Tú también perdiste a tu mamá?—murmuraron sobre su cabeza; Minseok alzó la cabeza dejando caer fugazmente un par de lágrimas, el muchacho se arrodilló frente a él y sin vergüenza pasó un pulgar por sus mejillas, borrando los rastros amargos de una vida feliz y lejana—, lo siento, debe haber sido muy duro.

Minseok creyó haberse encontrado con la personificación del oxímoron: frente a él, una especie de gigante morocho de ojos  pequeños y boca delgada le miraba con cariño maternal, casi ignorando el ímpetu y el temor que provocaba su físico. Tenía los hombros anchos y la cintura salvajemente marcada con curvas definidas y remarcadas por músculos en todas partes: las piernas, las pantorrillas…todo estaba cargado en el muchacho, que entornó los ojos y ladeó la cabeza, hablando con torpeza y lentitud, como temiendo equivocarse.

-Tú debes ser Xiumin—le susurró con pena, sin perder la sonrisa. Minseok podía jurar haber oído ese nombre antes…pero, ¿Dónde?—Chanyeol gritó ese nombre cuando intentaste huir. Lo vi todo, ¿En serio creíste que podías simplemente irte?

-Yo…yo sólo quiero saber…

-Ya lo sabrás todo—asintió serio, inculcándole seguridad y confianza—. El truco está en ser paciente. Y en no hacer enojar a Suho Hyung, ya sabes, el tipo de la galera—titubeó, haciendo gestos con las manos alrededor de su cabeza.

-¿Quién eres tú?—preguntó el otro, afónico—¿Vas a tocármela frente y hacer que me desmaye de nuevo? No quiero que me hagan eso, me hacen sentir estúpido—el morocho soltó una carcajada casi armónica, pellizcándose el puente de la nariz—. En serio, ¿Cómo hacen eso?

-¿Te refieres al ‘efecto sueño’? Sólo un par de los chicos pueden hacerlo. Creo que sólo Suho y Kai, que andan por detrás de las jaulas y eso, vigilándote.

-¿Me han estado vigilando todo el tiempo? Pensé que sólo Chanyeol y Baekhyun…

-Ellos no son los más indicados que digamos para mantener quieto a un nuevo recluta—explicó el morocho con calma, y le tendió la mano—. Por cierto, mi nombre es Tao. Espero que nos llevemos bien, Xiumin.

Xiumin.

No le gustaba, no le gustaba nada de nada el hecho de que comenzaran a llamarlo de otra manera, borrando su nombre y quizás su identidad.

-Me llamo Minseok—sentenció, frío.

-No lo creo—dijo Suho desde lejos, acercándose con el semblante serio, y dando a entender con un pestañeo a Tao que debía levantarse y alejarse en ese preciso instante…como lo hizo—. Minseok, a los vestidores. Ahora—indicó con la cabeza. Ahora llevaba un bastón con una especie de tigre en el puño, una fiera color bronce que brillaba mientras la bestia abría la boca y mostraba los dientes, feroz y asesino.

Xiumin se paró de un salto y lo siguió a paso rápido y corto, cabizbajo por las dudas, y sin saber cómo disculparse. Porque sentía que pedir disculpas, pero a la vez, él era quien debía estar ofendido, enojado, rabioso y pensando en un escape fugaz y efectivo.

Cruzando los barriles con agua que, por algún motivo, se disponían en círculo detrás del escenario y de las butacas del público, Suho levantó un pliegue de tela que Minseok no había notado antes, y una suerte camerino pobremente armado se abrió ante sus ojos: no era más que otra carpa bastante más pequeña, con una capacidad máxima de cincuenta personas comparada a la tienda principal; aún así, entraban los percheros y más de un improvisado mueble con espejos en las esquinas.

Parpadeando por la confusión, se encontró con siete chicos. Había dos nuevos, y Suho procedió antes de que preguntara:

-Faltan tres chicos más, que no vendrán por el momento, pero ya los conocerás. Hasta entonces, te presento al cuerpo del circo—anunció, orgulloso y recorriendo a los muchachos con el bastón—, ellos son los responsables de alegrar al pueblo junto conmigo y un par de personas más. Juntos, recorremos el país y, más de una vez, cruzamos fronteras para entretener a la gente con nuestras capacidades… y así será hasta el día en que muramos. Así que, por favor, saluda a Kai—el nombrado levantó una mano y sonrió; Minseok reconoció a su raptor a pesar de la ropa centelleante y con flecos—, Chanyeol, Baekhyun, Tao, Sehun—un pequeño con corte taza asintió con gesto serio, como dormido; Minseok devolvió el gesto confundido—y D.O.—y automáticamente, el bajito que respondía al nombre dio un respingo, como volviendo a la Tierra, y se inclinó noventa grados; Suho carraspeó y se giró para Minseok, que los siguió mirando—, Kris, Lay y el resto deben andar por allí, descansando…te recomiendo que te contactes con Lay inmediatamente. Es su deber examinarte y confirmar que tienes lo que se necesita para estar aquí.

-Espere, espere—tartamudeó Minseok, ofendido—Primero, ¿Qué es eso de llamarme Xiumin?—Suho pareció sufrir de un tic en el ojo, molesto: ¿Acaso su nuevo nombre debía permanecer en secreto?—¿Y cómo se le ocurre introducirme a esta gente cuando todavía no me dijo qué hago aquí? ¡¡Ni siquiera quiero estar en este lugar, no puede hacer de cuenta que no pasa nadar52;

-Querido Xiu…Minseok—siseó, recurriendo a la sonrisa de plástico; las manos entrelazadas apretaban el puño del bastón con ira apenas contenida—. Me temo que, por tu comportamiento reciente, no recibirás la información que buscas. Tómalo como un castigo por tu falta de respeto—recalcó, tosiendo para continuar con un tono más solemne—. Ahora concéntrate en hallar a Lay y, si consigues convencerme de que adoptarás la sumisión correspondiente, quizás decida dejar escapar algún que otro dato. Hasta entonces, cuida tus palabras y piensa muy bien lo que haces, ¿Entendido?

Chasqueando los dedos, la fila de muchachos (parados obedientemente uno al lado del otro) se deshizo; cada uno tomó su camino y los pasos parecieron dejar de escucharse en el instante en que se internaron en las sombras o detrás de algún objeto.

Minseok no se daría por vencido.

-No pienso seguir un segundo más si no me dices por qué tengo que estar aquí.

El aura de Suho pareció quebrantarse, y Minseok tuvo que tragar y apretar los puños a sus costados para no asustarse y chillar.

Cuando el anfitrión giró elegante y juguetonamente sobre sus pies, la capa danzó por los aires y le acarició el cuerpo, aplastando la camisa abombada y revelando su extremada delgadez.

-¿Quieres saber qué haces aquí? Bien, te diré cuál es tu rol, y te lo diré sólo para que vayas entendiendo quién manda en este lugar, ¿Entendido?—avanzando dos pasos (sólo dos pasos), se inclinó hasta delante y sonrió malévolamente, casi tocando la nariz de Minseok con la suya—Tú trabajo…es ser el domador del circo.

-¿C…Cóm…?

-En tus manos recaen los muchachos—exclamó, divertido y con los brazos extendidos mientras caminaba hacia atrás; sus ojos brillaron—. Todo, absolutamente todo el control de los actos descansa sobre tus hombros. Como domador, tendrás que conocer a las bestias con las que tratas, deberás ganarte su confianza y luego enseñarles que tú les dominas. Tendrás que conseguir y asegurar la certeza de que te brinden su fuerza a voluntad, obedientemente—antes de que Minseok abriera la boca, llevó una mano adelante, callándolo; entonces, su cara se torció en placer y autoridad, aterrándolo—. Tendrás que saber sobre las bestias con las que tratas, y tu trabajo será cuidarlos, bañarlos, alimentarlos…pero sobre todo, Minseok…

Minseok tembló, la vista se le tornó vidriosa y bajo su piel, los huesos le castañeaban descontroladamente. El rostro de Suho volvía a estar tan cerca, tan…horrorosa…mente…cerca.

-…deberás complacerlos.

 

 

 


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